Creo que me equivoqué de cuarto {Melody}

Cuando: Segundo día tras el regreso del tiempo.
Lugar: Casa de los Moore, Marshovia.

Ariel dormía profundamente sobre esa cama ajena que apestaba a ¿limpio? Sí, era limpio, eso decía la humana gorda cada vez que pasaba un trapito húmedo sobre el suelo. Que no pisara porque estaba limpiando. Pero bajo ese olor a limpio había otro. A abandono, a ausencias. Y aun más abajo, a lágrimas, a tristeza por algo incomprensible por quien no fuese el dueño. Claro que la pelirroja, al menos conscientemente, no lograba captar nada más que el aroma a limpio. Para ella solo era un cuarto algo vacío.

Ya había comenzado a soñar. Y era un buen sueño. Muy dulce, de esos que te duele dejar cuando despiertas. Soñaba que estaba sentada en una de esas sillas que se mecen adelante y atrás, observando el mar desde un balcón. Entre sus brazos había una cabecita morena, una niña de nada más unas semanas de nacida. La pelirroja no se preguntó cómo sabía eso, pues en los sueños uno no debe cuestionar ni preguntar nada, solo aceptarlo y sentarte a disfrutar el espectáculo.

También cantaba, aunque no era más que un tarareo distraído, mientras continuaba meciéndose adelante y atrás. El movimiento, agregado al hecho de que la nenita se estaba alimentando con voracidad típica de un tiburón, la tenía adormecida. Tan adormecida que no llegó a sentir que alguien se le acercaba… Una mano grande se posó sobre uno de sus hombros. Ariel le sonrió al dueño (sabía que era un hombre, alguien importante en su vida), cerrando los ojos y acercando su rostro al dorso de la mano. Se sentía bien, ciertamente. Un cosquilleo agradable inundó a la sirenita, algo que incluso sintió de forma consciente, moviéndose un poco en la cama. Aunque en el sueño sabía la identidad del hombre, ciertamente al despertar sería incapaz de saber quien diantres era. No le importaba. Disfrutaría de los sueños mientras pudiera, porque en esas tierras todos pueden acceder a recuerdos reprimidos, aunque sea por unos minutos.

Cualquiera que entrase en ese momento podría notar lo plena que se sentía la chica, con semejante sonrisa y dedos moviéndose en una caricia imaginaria, además de sus labios tarareando sin voz.

No hacía más de 2 horas que por fin había regresado a Marshovia. Se vería...un poco diferente de como lo recordaba. Aunque si a ser honestos vamos, no es que recordara mucho tampoco, me había ido siendo tan solo una niña. ¡Ah! Pero eso si, recordaba lo azul que su mar podía ser, la suave arena bajo los pies y las miles de formas de escaparme de casa.
Aterricé nuevamente mis pensamientos al presente cuando oí la voz de mi madre llamarme. 'Angelique, querida..¿Estas escuchando lo que te digo?' Asentí con la cabeza..Angelique, vaya pero que raro me sonaba ahora ese nombre. Durante toda mi estadía fuera poco me habían llamado por mi 1º nombre, y extrañamente era por el único que sentí mío,tan propio como el colgante que tenía puesto desde que tengo recuerdo de verlo por primera vez...
Subí mi mano a la garganta acariciando el ahora pequeño dije, mientras seguía con escondido fastidio a mi madre por el gran salón. Estaba parloteando acerca de no sé que fiestecilla se estaba planeando en el reino.
-. Madre, no quiero sonar grosera pero.. llevo horas sentada en un coche, fue un viaje largo y...¿Sería posible que pueda retirarme y descansar unos instantes?.- La miré con la más fingida inocencia que tras los años había perfeccionado. Sabía que probablemente le molestará el hecho de que la deje en medio de su ''interesante'' platica de todo aquello que me he perdido estos años, pero ciertamente me iba a explotar la cabeza si necesitaba seguir escuchando quien se caso con quien o que señorita había llevado la desgracia a su familia o si había habido naufragas o lo que sea que haya comentado. Sin esperar mucho su respuesta dí media vuelta subiendo las escaleras para ir directo a mi habitación. Planeaba recostarme un poco antes de salir y explorar el pueblo.
Me parecía extraña la habitación, creo que no la recordaba con tanto detalle..Aunque más extraño me parecía el hecho de que mi nana no estuviera siguiéndome como si se tratara de mi sombra.
No fue hasta que deje la pequeña bolsita que cargaba en el tocador que me di cuenta del bulto que estaba encima mi cama. ''¡Un perro!'' Fue lo primero que mi mente pensó. Me acerque despacio intentando controlar mi impulsiva curiosidad...
-. Pero qué....- Vi unos ¿mechones eran? color..rojo. Instintivamente lleve mi mano derecha a mi cabeza tocando mi coleta pelirroja. No definitivamente no era ningún sueño y no era yo la que dormía. Observe mejor y vi que era una chica, ¿qué sino Mel?' me susurró mi conciencia. Pero..¿Qué hacía una pelirroja en mi cama? No entendía nada. Toqué su hombro suavemente para ver si despertaba. No me di cuenta que estaba un tanto asustada hasta que no fije mi vista en mi mano y vi como temblaba ligeramente.

Un beso en la nariz de la bebé y Ariel se levantó de su lugar, entregando a su hija a una de sus múltiples niñeras. Que ella tenía que hacerse cargo de un reino, no podía estar con la niña las 24 horas, por mucho que quisiera. Y vaya que lo quería. Las sirenas cuidaban a sus crías ellas mismas los primeros meses de vida, siendo el macho quien cazaba por ellas. Ya más tarde entregaban a los pequeños a las sirenas encargadas, nunca antes. Y ella debía entregar a su pequeña a extrañas, mujeres que según su marido habían cuidado otros niños antes. ¿Pero acaso ellas sabían controlar el instinto marino de un bebé?

Estaba comenzando a caminar cuando sintió algo extraño en su hombro. Algo que no formaba parte de la escena en sí. Ariel intentó aferrarse al sueño, enserio que sí. Sabía que no podría recordar nada al despertar y era lo que menos deseaba.

–¡No! ¡Ahora no!

Por desgracia el mundo de los sueños no hace caso a nadie y Ariel terminó despertándose, de forma bastante brusca. Se sentó de un pequeño salto en la cama, aun algo confundida, buscando aquello que la había despertado… ¿Pero de qué? Ya no podía recordarlo. Todo su sueño había desaparecido de su memoria.

Una vez pasado el primer susto, le vino otro nuevo, al ver una chica mirándola. Una desconocida medianamente conocida. De haber estado más despierta, habría notado el leve parecido con el cuadro pintado que presumía la buena señora Moore de su familia. No estaba despierta, así que lo único que hizo fue quedarse mirando raro a la chica pelirroja dos, con las manos en el pecho y una única pregunta. ¿Quién sería ella?

Di unos pasos atrás en cuanto se sentó de golpe. Se notaba que había hecho que saliera de algún sueño bastante bonito para ella, porque se encontró perdida por unos segundos. Y yo..bueno, me sentí mal por ella. O más bien por haberle perturbado el sueño.
Tardo unos segundos para pareciera que para acomodar su respiración, o quizás su pobre corazón. Seguro le había causado un pequeño susto, el hecho de saberlo más que de pensarlo me hizo instintivamente morderme el labio apenada.
-" Yo..lo siento, no quise asustarte.Es sólo que, bueno no esperaba ver a alguien en mi cama sabes?-Reí, pero pareciera que ella me miraba como si me hubiera brotado una segunda cabeza, ¿estaría toda dormida, o pensaría que yo era un sueño también? Me aclaré la garganta con un atisbo de sonrisa en mis labios. De acuerdo, el gato te comió la lengua o fue el susto? Mmm ¿hablas otro idioma?-
Y nuevamente no contesto ninguna de mis preguntas ni mis comentarios, sólo me miraba, al igual que yo lo hacía con ella. Quizás no fuera la manera más educada de mirar a alguien, pero su mirada tampoco lo era, de hecho, creo que era igual que la mía, con curiosidad.Entonces..¿Porque no preguntaba o respondía nada? Alcé mi ceja cuando vi que reparaba en mi cabello, como si fuera algo de otro mundo.Cuando vio mi expresión ella también levanto la ceja. Era como ver un espejo. Sonreí..Me agradaba.
-Bueno..¿Al menos me dirás quien eres?

Morfeo ya la había liberado completamente cuando la desconocida comenzó a hablar. Ariel solo tenía ojos para ese pelo rojo, demasiado rojo. Igualito que el de ella, que el de Athena… Y si tuviera memoria de las buenas, diría que la de su abuela, Mermaid.

Mi cama. Esas palabras asustaron a la sirenita. ¿Se había equivocado de cuarto acaso? La buena señora le había indicado claramente donde podía descansar, pero la sirenita al parecer había terminado confundiendo los cuartos idénticos.

Negó ante sus palabras de que hablaba otro idioma. Era la segunda vez que alguien lo decía. ¡Qué curioso! Por toda respuesta, Ariel llevó una de sus manos a su garganta, acarició la zona, y negó. Una forma de explicar que ella era más muda que una piedra.

Hecho esto, llevó su otra mano al buró que estaba junto a la cama. En ella había un papelito algo arrugado. En él, escrito con una caligrafía ciertamente poco agraciada, estaba escrito lo siguiente: Hola, mi nombre es A y soy muda. Estoy aquí por la increíble bondad de la señora Moore, que me ha acogido de la calle después de que mi barco naufragase, para servirle de compañía a su hija pequeña que regresará pronto de un viaje. No, la carta no era de ella, la pelirroja siquiera llegó a tocar la pluma. Fue la “buena señora” quién escribió, parloteando en todo momento que era una excelente idea, que ella podría mantenerse junto a la niña sin lavarle el cerebro, que seguro terminaban llevándose bien, que era una excelente madre y samaritana por ayudar a los desamparados. Ariel aceptó más que nada por la idea de quedarse en un sitio cómodo y aprender de humanos de primera mano. ¿Y que mejor si la señora pensaba que no sabía escribir?

La ya no tan sirenita se quedó mirando a la extraña, aun sin saber si era ella la susodicha hija, o tan solo una muchachita como ella que, por cosas del destino, se había equivocado de cuarto…

- Hmm... déjame ver eso..- Tomé entre mis manos el papelito. Lo leí, esas palabras...podía oír la voz de mi madre diciéndolas mientras escribía,en mi cabeza. Solté una risita.
A que ha sido divertido ver como o escribía mientras ella sola le daba vuelta al asunto de que ''tan buena dama de sociedad es'', no?- Miré a la chica divertida.
Si me había dado la nota, significaba que me entendía y hablaba mi idioma..¡Genial!
Ladeé la cabeza para analizar la situación. Al parecer mamá no sólo quería que mi nana fuera mi sombra, sino que al parecer..esta chica también. Hmm mi nana siempre ha sido más una madre para mi, y generalmente nunca decía nada de mis escapadas al mar, y la chica..Bueno,no puede hablar, y quizás hasta me llevará mejor con ella que con Jeremy!
- Genial!!! Así que tu eres mi..como te llamo mamá? ah si, mi nueva compañía, bien A, soy Melody,o simplemente Mel..si oyes que mamá me llama de otra forma, no hagas caso. Lamento lo de tu barco,pero no te preocupes,aquí crearemos nuevos recuerdos. ¡Ya lo verás!- La miré sonriendo con complicidad. Aunque claro, primero debería saber un poco más de ella pero,¿cómo haré eso? Seguro pronto encontraría una manera. Me senté en la cama mientras apartaba un mechón de cabello de mi rostro.
- Apropósito, lindo color de cabello...-

Ariel “río”. Sí, había sido en cierta forma oírla hablar así. Le recordaba a esa vieja niñera que había tenido años atrás. La clase de mujeres que no ve más allá de su nariz. Bueno, las mujeres así siempre terminan igual: durmiendo con los tiburones.
La chica era… intensa. A la sirenita le gustó eso. Había pensado que seguramente terminaría cuidando una chiquilla malcriada y aburrida.

Tocó su pelo ante su comentario. Sí, era lindo. El rojo venía bien con ella. Gracias.
No sabía exactamente cómo comunicarse con la chica. Hasta ahora la gente solo entendía lo que se le daba la gana. Y ella añoraba el contacto de verdad. Las mujeres de esa casa actuaban como si ella además de muda fuese retardada o algo.

No se le ocurrió nada mejor que tomar otra vez la nota, saliendo de entre el calor de las mantas y acercándose a Melody. Hecho esto, sus dedos fueron, letra a letra, haciendo su nombre. Ariel. No deseaba ser solo una A. Venía de una familia llena de esa letra. Ella tenía un nombre…

La observe mientras se colocaba junto a mi con el papel en mano. No era sólo el parecido en el cabello, de podernos ver fuera de mi perspectiva hubiera podido pensar que eramos hermanas...Sonreí instintivamente. Siempre había querido tener una.
Seguí su dedo que iba de letra en letra hasta forma una palabra. Ariel. ¿Su nombre quizás?
-¿Ariel? ¿Tu nombre es Ariel? Es muy bonito!- Y en verdad que eso era lo que pensaba. Ariel...Ariel.. ¿Por qué me suena tan familiar el nombre? Y era extraño que así fuera ya que, bueno, no es un nombre común en el reino. No es como que el mío lo fuera pero.. Sonreí cuando ella lo hizo. Era como si ninguna supiera como proceder pero al menos nos sintiéramos cómodas. O al menos yo lo hacía.
Por un momento me quede pensando. Esto iba a funcionar en tanto descubriera una forma de podernos comunicar bien. ¿Habría perdido el habla por el trauma del naufragio? O.. Porque si era un trauma podíamos encontrar a alguien que le ayudase.
-Sabes, necesitamos ver una forma de comunicarnos. Se que suelo hablar mucho, pero también es bueno saber la opinión de la otra persona..Y que no sepas hablar no quiere decir que no sepas..escribir? ¿Sabes? Quizás pueda ser una forma de comunicarnos por ahora, algo tardada pero, algo es algo.-  Reí. Y automáticamente me golpeo una idea como si fuer aun rayo, quizás podría conocer más de ella afuera que dentro de las paredes de casa con la vigilancia de mi madre.

Asintió. Ese era el nombre que su madre le dio cuando llegó a ese mundo. Ariel. Una heredera más de esa extraña tradición con la letra a.

Cuando tenga hijos les pondré nombres diferentes… Nada de a, ni otra letra para todos. Vaya tontería.

Sobre todo para cuando usaban solo las iniciales. Nunca sabías que era tuyo y que no. Sus hermanas normalmente discutían por ello. Su mirada se tornó algo ausente ante el recuerdo de sus hermanas. Se sentían tan… lejanas ahora.

Volvió a asentir. Había aprendido a escribir años atrás, con ayuda de su padre y Sebastián. Cuál de los dos más estrictos con el tema. Era necesario saberlo, después de todo, era una princesa. Y, si sus hermanas antes de ella no eran aptas para el puesto, sería ella quien llevaría la corona y el tridente. Era una posibilidad mínima, siendo la menor de siete, pero algo es algo.

Sintió su estómago “rugir”, interrumpiendo el hilo de sus pensamientos. Vaya inoportuno. O tal vez no. Ciertamente la sirenita se sentía atrapada entre esas cuatro paredes.

–¿Sabes dónde conseguir comida? – preguntó, haciendo uso de su recientemente adquirida habilidad: hablar moviendo solo los labios. Esperaba volverse una experta dentro de poco.

La observé atentamente. Seguía algo, ¿Cuál era la palabra?  Fascinada podía ser? Bueno, creo que esa podría ser, seguía fascinada por el parecido. Por Dios, era como ver un espejo pero sin espejo de por medio(?
Presté bastante atención cuando vi que articulaba con los labios lo que quería decirme específicamente.
-¿Hambre?... oh claro ¡comida! Recien te elvantas..Hmm si, podríamos ir a la cocina lo cual supondría encontrarme con mi madre O....- La mirñe divertida y por la expresión de picardía que sus ojos mostraban estaba segura la idea le agradaría. Era como tener a la hermana o mejor amiga que nunca pude conocer.
¿Qué te parece si vamos al pueblo por algo de comer y de paso te muestro mis lugares favoritos?-

Sip, tras largas horas de sueño. Y, siendo sinceros, vaya decepción de cena le habían dado. ¿Qué la gente no podía preparar algo mejor? Hasta en medio del mar conseguía más comida. Gracias al cielo antes de eso ya había comido algo, junto al par de extraños que la ayudaron. Sin ellos, tal vez donde estaría en esos momentos.

La idea de ver otra vez a la señora Moore no le agrada. Ciertamente, no está hecha para entablar una relación amistosa con esa clase de mujeres, tan diferentes de ella y los suyos. Sobretodo con esa mujer. Algo tenía que le ponía los pelos de punta.

–¡Suena bien! Me gustaría…

Claro que sí. Estar fuera de casa era aún mejor. La sirenita se sentía mejor fuera, en el exterior. Tenía mucha más libertad.

Dicho esto, bajó de la cama y comenzó a buscar el vestido que la amiga del extraño le dio. Mucho más cómodo que el prestado por la señora. Una vez lo encontró, se cambió tranquilamente frente a Melody. ¿Pudor? Después de una vida bajo el mar, no puedes pedir que conozca de eso. De tenerlo, tampoco le importaría. La chiquilla tenía algo que le causaba dulzura. Volteó en su dirección.

-Listo…

Sin decir nada prácticamente salto de la cama. La observe mientras 'danzaba' de alguna forma por la recámara para alistarse.
Solté una risita cuando comenzó a cambiarse frente a mi, honestamente no me molestaba ni me importaba, pero era bien sabido que eso no se debía hacer.
Conmigo no hay problema de que te cambies de esta forma, pero si hay alguien más en la sala te recomiendo 'tengas cuidado'- Dije con cara divertida. Algo en ella me decía que era una persona completamente buena..y por la ansiedad que tenían sus ojos azules, bueno, me demostraban cuan emocionaba estaba por conocer el lugar. Pff ni que Marshovia fuera taaaaan interesante. Lo más bello que hay aquí es el mar. Sonreí mientras me levantaba de la cama en donde me había sentado.
Bien Ariel, si te encuentras listas, me parece es hora de partir!!!- Le sonreí y ella contesto con el mismo gesto.
Sigilosamente salimos del cuarto y bajamos las grandes escaleras que conducían a un salón principal. Pero no, no salimos por la puerta delantera, si no que caminamos hasta detenernos frente a una gran ventanal del ala este.
Espero no te moleste, pero....bueno, generalmente así salgo de casa.- Dije de cierta forma apenada, pero pareció comprender, porque sólo me asintió con la cabeza esbozando una sonrisa.
Ambas salimos por la ventana y recorrimos los jardines corriendo hasta estar ya lejos de los bordes de casa..Y mucho más cerca del centro de Marshovia.

Bueno, si la chiquilla le decía eso, pues lo haría. Comenzaría a tener más cuidado y evitaría cambiarse frente a alguien que no fuese la mini pelirroja. Por supuesto, no entendía bien la razón. ¿Qué tenía de malo que te viesen? Aunque las humanas siempre vestían ropa que tapaba prácticamente todo. Una de las pocas excepciones eran las hermanas que amablemente la habían ayudado a incorporarse a esas tierras, pero a ellas siquiera se le veían las piernas o los tobillos.

¿Por qué no quieren mostrarlos? ¡Si son hermosos! – “Deben ser sus costumbres raras, no te preocupes. Ya las aprenderás bien – Sí, como digas cariño.

Se dedicó a seguir a Melody, sintiendo su corazón latir a un ritmo más elevado. También podía oír el de la chica. Parecían ir a un mismo ritmo, pero no le dedicó más que unos segundos al pensamiento, que le dolía un poco la cabeza. Pensar en que ambas tenían cosas en común, siendo a la vez polos opuestos, era muy curioso. Curioso y cruel.

No le molestó especialmente el tener que seguirla por una ventana. En casa solía escapar también, directamente por las “ventanas”.

–En casa también salía así, pero era más sencillo…

Era cosa de salir nadando a toda velocidad sin que te miren los de la corte. Pan comido para una de las sirenitas más rápidas. El tema de ir corriendo, por desgracia, no era su fuerte. Que solo hace un par de días que tenía piernas y aun no las manejaba bien. Por suerte no llevaba zapatos incomodos, ni un vestidito muy largo e incómodo y con mantenerse pegadita a Melody bastaba.

Conocía un poco el camino para ir al centro, lo recordaba del día anterior y además la chiquilla parecía conocerlo de memoria. Quien sabe, tal vez en algún momento ella lo conocería de memoria también.

Tocó su brazo un momento para llamar su atención. Quería preguntar algo… bastante importante.

–¿Dónde vamos primero?

Que ella tenía hambre. Y una sirena con hambre da bastante mala leche. Aunque ella ya no fuese exactamente una sirena con cola.
Y luego, bueno, podrían ir a dar unas vueltas por el pueblo. Deseaba bastante conocer el lugar, sobre todo con alguien que sintiera lo mismo que ella: curiosidad por el mundo.

Por un momento, se preguntó cómo serían las cosas al revés. Ella llevando a la niña a ver el enorme mar azul… Nah. La chiquilla seguro podía viajar sola, parecía sentir hasta más curiosidad que ella.

Me detuve estrepitosamente e hice que ella casi chocara con mi espalda.
¿A donde iríamos primero? Esa es una muy pero muy buena pregunta. Me de quede pensando mientras frotaba mi barbilla con mi mano izquierda. Había tantos lugares que extrañaba de Marshovia! El principal sería el mar, pero no sé si a Ariel le gustaría dar una vuelta por la costa, tendría que preguntarle...
Hey Ari...te gustaría ir al..
Pero ni pude terminar de decir algo porque ambos estómagos rugieron a lo que reí con ganas.
Hmmm me parece que lo mejor será ir a algún lugar donde podamos comer..de ahí si no te incomoda podemos ir al mar...Hay un lugar cerca del castillo en donde se ve tan hermoso!! - Suspiré.
De pequeña realmente me gustaba escaparme e ir a ese lado de la costa, me ayudaba a pensar...Tome su mano y espere a que me diera una respuesta. Y no se si fue mi imaginación, pero sentí que sus ojos brillaron cuando mencione el castillo.

¿… Al? ¡¿Al dónde?! ¡Por qué se detenía justo cuando ella deseaba tanto saber!
Por supuesto, el hambre bastaba para bajarle los humos y que aceptara esperar. Además, el día estaba bastante bonito, típico de Marshovia.  

Y, realmente, sus ojos brillaron ante la mención del castillo. Porque sabía exactamente de qué lugar hablaba. Lo que más deseaba era ir allí, incluso de inmediato, para poder volver a acercarse a ese príncipe por quién acababa de dejarlo todo. Pero, como momentos atrás, se recordó que comer era más importante. Mucho más importante.
Pero… ¡Ay con los peros! Que ella quería ir a esa playa.

El contacto de Melody era cálido, como el de los humanos que antes habían llegado a su vida. Solo que se sentía aún más cálido y agradable. Incluso, natural. Como si hubiera pasado mucho tiempo haciéndolo…

¿Pero es que no te cansas? Deja de pensar en esas cosas linda, antes de que termines con dolor de cabeza.

Muy cierto. Mejor le respondía, a su manera.

–¿Podemos ir por algo para llevar? –preguntó, buscando un término medio. Seguramente en ese sitio habría muchos puestos ambulantes donde venderían cosas rápidas. -Y luego vamos donde quieras...