Visita a la finca de Lady Katrina (Bella, Lady Katrina, Shana + Libre)

Nota:

Katrina había salido temprano ese día, vestida totalmente de negro, para entregar las botellas más caras directamente en las manos de sus futuros dueños. Normalmente era un criado quien hacía las entregas, cuando no eran los propios clientes quienes llegaban a la finca, pero la mujer prefería mantener una relación "cercana" con sus clientes más importantes. Eran ellos quienes financiaban todo en los momentos malos y los que ayudaron al momento de la muerte de Kris. Shana decía que uno tiene que agradecer los favores.

"No, lo que esa mujer quiere es que encuentre otro marido y me largue..."

Pero no lograría sacarla de su casa, nada de eso. Katrina estaba decidida a mantenerse en esas cuatro paredes (no literalmente claro), y nadie la haría cambiar de opinión. Aunque el esfuerzo de mantenerse a la cabeza de la finca la mantenía bastante cansada. Lo único que la mantenía atenta eran sus retoños, al igual que cierto capataz...

La tos persistente de una de sus damas de compañía la sacó de sus cavilaciones. ¿Otra vez enferma? Es que esa niña no entendía. Katrina suspiró cansada. No quería despedirla, pero no encontraba como mantenerla. Ella no era una benefactora eterna, mantenía a su gente a base de trabajo. Mucho trabajo. Allí hasta sus hijos tenían tareas que cumplir al pie de la letra.

-Tom, apura el paso. Quiero terminar pronto con esto.
-Como diga mi señora.

Como odiaba estar allí, sonreírle a los nobles que buscaban bajarle la luna con palabras vacías, tener que aguantar las miradas odiosas de esas esposas ofendidas por su presencia. Que ella no tenía la culpa de ser el objeto de curiosidad de maridos ajenos. Katrina estaba bien siendo viuda.

Terminadas las entregas, tras pasar también a la posada de las Bimbette a dejar sus pedidos y comer algo (como le gustaba comer ahí), Katrina regresó a la finca, directo a ver a sus retoños. No pasó como de costumbre a ver de reojo el trabajo de Paul, pues ese día se sentía más preocupada que de costumbre.
Tenía sus motivos. Llevaba poco de viuda, había pasado su tiempo con su marido como corresponde...
Y la sangre del infierno no bajaba. ¿Estaría embarazada? Eso sería terrible. Por muy viuda que fuera, los chismes son chismes y seguro lo cargaban a otro. Y Katrina, por sobre todo, no quería niños. Estaba bien con Alexx y Anya. Y peor aun... ¿Qué pensaría Paul?

¡No! ¿Qué importa que piensa? Deja de pensar tonterías Katrina.

Pasó directo a la cocina y pidió un té. Si era lo otro, mejor dejaba el vino. ¿Pero en que pensaba? ¡Que corra el vino! Sacó también una de sus botellas favoritas. No tomaría todo, solo una copa. Tal vez.

-Donde está Shana, quiero hablar con ella. - necesitaba pedirle un favor.

La cocinera le aclaró que la mujer estaba en el puerto, encargándose de los envíos a oriente. Una verdadera novedad.

Katrina golpeó la mesa, asustando un poco a la criada que la seguía como una sombra. ¿Por qué esa mujer no estaba cuando ella de verdad quería hablar? Claro, porque tenía a esa niña espiándola. Que lindo.

Se sintió acalorada. Sus manos, siempre frías, parecían estar en una temperatura "normal". Humana. Por primera vez en meses, Katrina extrañó las agradables tierras nortinas y la frescura de la desnudes ante la nieve.

-Bien, has que preparen un baño para mi.

-¿Normal o de aquellos, ama?

-¡De aquellos niña! Y date prisa.

Maldito calor. Maldita marshovia. Maldito Paul... Bebió de una vez su copa de vino. Tendría que arreglar una visita a su padre más pronto de lo deseado. Pero no podía dejar las cosas a medias. Tenía un nuevo capataz, respetado por los campesinos, pero eso no significaba que en la casa lo respetaran. Tendría que buscar una solución mejor.


Shana, por su lado, se encontraba no en el puerto, si no en la pequeña cabaña de Paul. Estaba dejando un pequeño regalo para el capataz. Algo que esperaba espantase de una buena vez a ese aparecido.