Barquitos de papel (Bailarina + libre)

Doy un sonoro resoplido de alivio cuando Babette, quién por segunda vez en la vida no me conoce, acepta cuidar y ayudar a Balbina.

Realmente se me hace tarde y tampoco puedo dejar a la chica sola en la villa de madrugada. Contrario a lo que piensa ella, soldados borrachos podrían aprovecharse de ella sin más.

- Gracias Babette, de veras. ¡Buenas noches Balbina! ¡Y buena suerte!... -Voy a decir algo más cuando la puerta se cierra de golpe en mi cara. Voy a reclamar cuando me acuerdo que debo irme luego a la finca. Y sin más, me pongo a correr hacia el bosque.

Off: ¡Pony llega a tiempo a la cabaña!

Off: ¡Qué bueno! Balbina se sentiría mal si por su culpa no cumplieras jeje


Suspiro al ir siguiéndola. Con la luz que ilumina la cocina me siento protegida, el frío que me provocaba la noche va desapareciendo y lo sustituye la sensación de esperanza que me ha traído hasta aquí.

Miro a Babette fijamente esperando respuesta a mi petición, aunque me es negada. Debo reconocer que lo hace de una manera amable y razonable, pero aún así no puedo evitar sentir un poco de desilusión; no dejo que eso me desanime por completo. Ya encontraré la manera, igual que estoy haciendo para volver a reunirme con mi soldado. Me enderezo y abro la boca para responderle cuando ella misma continúa, esta vez siento en su voz un tono de voz diferente, y accede. -Si insistes, y ya más descansada, podrás venir a la cocina, para mirar lo que hacemos, pero no creo que quieras ayudarnos.- dice mientras toma mis manos y las mira con una expresión que no sé interpretar. Sonrío y espero tener manos normales de humana, nunca me había detenido a pensar en eso, así que miro las suyas. Se ven más fuertes y con algunas marcas de trabajo, las conozco. El anciano que me creó, su esposa, el padre de mi antiguo dueño... en fin. - Ahora, sólo siéntate allí mientras caliento la sopa.- Yo solo asiento con la cabeza y hago lo que me dice, obediente. Nunca vi a la cocinera en sus labores, pero me imagino que Babette se ve, y lo hace, muchas veces mejor que aquella mujer. Hago un pequeño mohín tratando de imaginar en qué estarían pensando los patrones de mi antigua casa al tener relación con esa mujer, aunque fuera como trabajadora.


-Ese soldado... ¿es pariente del tipo que te trajo?- pregunta. Yo sonrío de lado, pensando en que sería maravillosa esa posibilidad: una familia, gente que lo conociera y así nos encontremos más rápidamente... -Desearía que así fuera, pero no. Ese soldado...- suspiro. No puedo evitarlo, y me encojo de hombros soltando una risita. Me da un poco de vergüenza contarle mi historia de amor, y mucho menos se me ocurre cómo. Tal vez si la humanizo toda...-Bueno, ese soldado es muy difícil de encontrar en estos momentos. Y "ese tipo"- le digo haciendo gestos con las últimas palabras, realmente no me parecen adecuadas después de toda la ayuda que me brindó, -es Paul, nos encontramos hace un rato en la playa, esa cerca del gran océano, y es uno de los hombres más amables que he conocido. Aparte de mi due... padre, eso quise decir- respondo rápidamente. El niño que era nuestro dueño era muy dulce conmigo, no tanto sus hermanos menores, y por un momento me costó trabajo encontrar el equivalente humano de nuestra relación. -Sabes, antes me pareció que Paul te conocía, por la manera en que hablaba de ti y la posada, pero por tus palabras veo que no. ¿O me equivoco?- pregunto algo confundida enarcando una ceja. La familiaridad con que Paul hablaba de Babette y la posada era grande, pero ella parece no conocerle, a menos que esté molesta con él por algo y finja no conocerle, no sé.

Escucho atentamente cada respuesta de Babette, mientras seguimos comiendo. Todo me fascina, como el niño pequeño de mi anterior casa que se embobaba con los objetos brillantes. Solo hay un detalle, el nombre de su padre. ¡Es el mismo nombre del juguetero que me creó! Sé que no se trata de la misma persona, pero aún así me emociono y me siento más parte de este nuevo mundo de humanos.

Terminamos y Babette es quien habla primero. -¡Por supuesto! Muchas gracias- digo levantándome y sonriéndole. Estoy cansada, pero aún así me alegra muchísimo el hecho de tener una habitación, aunque sea temporal, y de vivir como persona normal. -Te sigo- le digo después de acomodar en su lugar la silla donde había estado sentada. Mi imaginación comienza a volar: ¿cómo será mi habitación? La única que llegué a ver es la de mi creador y su esposa, de quien tomé mi nombre, y la del niño que era nuestro dueño, así que me imagino que será algo en el punto medio.

Aún me sorprendo por la forma en que la chica se mueve... Hago memoria y ni siquiera las pocas nobles que conozco, como Lady Katrina de Kristoff o la Sra. Moore, ninguna de ellas se desplaza como si no pesara sobre sus pies.

Voy al balcón de la recepción y tomo las llaves de una habitación pequeña pero bastante confortable, en el extremo del segundo piso, lejos de los ruidos de la escalera o del comedor, con una ventana redonda hacia el mar:

Habitación para la bailarina:

Subimos la escalera para llegar al segundo piso, donde los ronquidos de algunos inquilinos o mis pies lejos hacen más ruido que los pasos de ella. Con ayuda de la lamparina abro la puerta y le muestro la habitación:

- Tienes dos noches pagas, pero si quieres quedar más tiempo, podemos conversar mañana. Ahora debes descansar. -digo mientras ella lo mira todo. ¿Creerá que es todo muy humilde para alguien de la realeza? Porque estoy convencida de ello: ¡No necesito ver una corona para saber que ella es una princesa fugitiva! ¡Y ya me decidí a esconderla aunque me meta en problemas!

Balbina:

Babette:

La sigo todo el tiempo admirando cada rincón de la posada. No es mi castillo con lago de cristal, pero es bastante acogedor y me hace sentir algo nostálgica, no solo por la sensación de estar en casa con mi soldado, sino que me transporta a un pasado más remoto: con mi anciano creador y su esposa, de quien tomé el nombre. Mientras caminamos, oigo ruidos de personas durmiendo. Me altero un poco, imaginando que tendré que convivir con todos ellos; estoy acostumbrada al público y a los demás juguetes, pero no a hablar y actuar entre las personas. Me muerdo los labios pensando que es parte de la búsqueda.

Finalmente llegamos a una habitación y me la muestra. La admiro detenidamente y suspiro: definitivamente del estilo de las dos casas en que he estado antes de llegar aquí. Entre la habitación y sus palabras, me siento muy animada. -Disculpa todas las molestias, Babette, y supongo que tú también debes descansar. Gracias.- añado sonriendo mientras me acerco a ella y la abrazo como agradecimiento y como manera personal de cerrar esa "función" que ha sido este día lleno de tantas emociones, y que ha sido más difícil de lo que alguna vez imaginé. Al menos ese gesto humano sí sabía hacerlo desde que era juguete.

Sigue aquí.