Regresando a casa (Gruñón)

por Briar Rose Lun Jul 14, 2014 8:25 am

Lugar: Bosque Encantado

El sol comienza a salir tras las montañas. Aurora (como la llaman en el palacio), se encuentra ya despierta y lista para regresar a la cabaña de sus tías. Aunque sabe que ellas son hadas, sus guardianas, les tiene tanto cariño que sigue jugando ese juego. Y no puede quedarse, tiene un papel que cumplir. A ella no van a suplantarla como a la tal Blanca, que tal como ella un día, está buscando refugio en el castillo con algo en el vientre. Claro que, contrario de Blanca, Rose recibió ayuda de parte de Ela, disfrazandose uno de los rebeldes de la rubia.

Se encuentra de pie frente a la ventana, dando la espalda a la cama donde duermen los pequeños ángeles. Han pasado dos años, pero aún no se acostumbra a verlos. Suena irreal. Pero los ama, más de lo que amo a su propio padre. Tiene que ver que son algo de los dos, algo puro y hermoso. La prueba de que esa vida fue perfecta y existió fuera de sus sueños.

Termina de colocarse la capa sobre la cabeza, da dos besos a los niños, y sale del dormitorio. No se preocupa por ellos. Estarán bien cuidados hasta que regresase en 3 días. No espera a que despierten. Están acostumbrados a abrir los ojos y no verla. Aurora sólo los ve en las noches, cuando escapa de la cabaña. El resto del tiempo, sólo los ve en sueños.

Baja las eternas escaleras hasta llegar a la entrada del castillo. Ela no está ahí.
Camina por los jardines, y llega al velo; la división entre el Bosque Encantado y la corte rebelde. Le llama velo a falta de una palabra mejor.

No se siente como traspasar un velo, se siente como salir de agua congelada, sin aire en los pulmones. Al menos así es para ella, sabe que es distinto para cada persona. Siente frío, por lo que apresura el paso rumbo a la cabaña.
Cada vez que sale aparece en sitios diferentes, por seguridad. Ahora mismo no reconoce bien el lugar, pero por algo tiene esa especie de brújula interna: sabe exactamente hacia que lado queda su casa. Claro que esa brújula funciona sólo para la cabaña y el castillo de Ela. Para todo lo demás, existen los animales que amablemente la ayudan a volver.

Sigue su camino tranquila, llevando bajo el brazo una cesta con bayas. Para dar una buena imagen...

por Gruñón Miér Jul 16, 2014 1:48 pm

El bosque era inmenso, una gran condensación de belleza y naturaleza, unidos en armonía por la magia que bañaba cada recodo de su extensión. Sin embargo el no era de recrearse en tales detalles, no cuando realizaba la habitual patrulla por esos lares.

Dudaba enormemente que pudiese encontrar piratas por el bosque, pero nunca se sabía. Más valía pecar de precavido que de incauto en esos casos, aunque ahora ya no sirviese para reparar los errores del pasado. Suspiró y golpeó el suelo con el canto del hacha, siguiendo con su avance a través de la espesura. Tarareaba una cancioncilla de taberna, poco apropiada si se buscaba pasar desapercibido, sólo que esa no era la intención de nuestro enano ni por asomo. En realidad, no le interesaban piratas ni cazadores, ni siquiera las bestias que pudiesen morar en el bosque, y que pudiesen esrar observándolo como un plato principal.

La buscaba a ella, pero sentía en su pecho esa vacía decepción de saber que su misión estaba abocada al fracaso desde el inicio. Ojalá pudiese pedirle perdón, más ya era tarde. ¿Dónde estaría Blanca? ¿Se encontraría bien? Aún se sentía frustrado cada vez que recordaba el viaje a Londres y como había terminado todo tras el encuentro con J. Eso sólo acrecentaba sus emociones negativas. Siguió avanzando, sin saber a donde se dirigía con exactitud. Un poco tarde, se dio cuenta de que se había perdido, sin embargo eso no era un motivo para disuadirlo, pues siempre podía utilizar el musgo de la corteza para orientarse.

De pronto oyó un ruido. De forma instantánea se puso alerta, preguntándose a qué debería hacer frente: podía ser desde un inocente conejito hasta un infame cazador. Tomó aire, sintiendo la adrenalina correr cuando... Lo que se recortaba era sin duda, una figura femenina.

¿Podía ser cualquier otra mujer, verdad? Pero el corazón de Gruñón se detuvo por unos instantes, para empezar a latir desbocado. A ella le gustaba tanto el bosque... Se aclaró y casi dejó caer el hacha.

-¿Blanca?-Preguntó, con deje esperanzado.

Regresando a casa (Gruñón)

Regresando a casa (Gruñón)

Re: Regresando a casa (Gruñón)