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Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
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Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
Lugar: Castillos
Enero 2012
Es una noche verdaderamente hermosa en el palacio invernal, hogar de la "familia" real en el reino de M'Apple. El tiempo transcurre con normalidad para sus habitantes, quienes ignoran al completo las atrocidades realizadas en su interior por su actual reina, la bella Circe. Pero hay alguien que no ignora eso. Una figura espectral, un cadáver andante ataviado con un antiguo traje de novia.
Camina con total lentitud y soltura por los que una vez fueron sus dominios, segura de que nadie puede verla. Pues sabe que no es más que un eco, un recuerdo que aun flota por los pasillos de un palacio putrefacto. No por nada sus recuerdos se conservan intactos, así como la sabiduría que la caracterizó en vida.
Lo que hace la hermosa novia es caminar, con su mirada perdida en imágenes que solo transcurren en su mente marchita. Una boda, campanas de una boda imaginaría.
Y de sus labios al fin brota una melodía nupcial, que causa temor en un par de guardias que hacen sus rondas cerca de ahí. Normal. La voz es demasiado tímida, demasiado… falsa. Una grabación con demasiada interferencia para ser oída con claridad.
La figura blanquecina se hace visible a medida que se acerca más y más al hogar del mágico espejo de la madrastra malvada, donde el ahora “humano” duerme placidamente, ajeno a todo.
Se te acerca con lentitud, tarareando ahora. Sus dedos semitransparentes intentan acariciar tu rostro, pero le es imposible. Como antes mencioné, ella es solo un recuerdo atrapado en las paredes de un palacio, en el cual encontró la muerte. Sus labios se tuercen en una mueca, y de un salto se aleja de tu lecho. Acaba de recordar la razón por la cual ella, tu pequeña consentida, no pudo disfrutar con soltura de su boda, no pudo vivir años y años con el amor de su vida y muerte. Tú codicia, Espejo. Destruiste la vida de ella y toda la familia, obligándoles a vivir una y otra vez, sin recuerdos propios. Menos a ella, quién tuvo el máximo sacrificio: recordarlo todo.
Saca de entre sus ropajes una daga que brilla ante el reflejo de la luz de luna, con unos símbolos que bien podrían ser un nombre femenino. Por supuesto, ni aun así logras despertar. O quizás lo haces, justo en el momento en que una daga fantasmal atraviesa tu corazón, causándote un dolor indescriptible, pero jamás la muerte. No se puede morir a manos de algo inexistente. Y la Novia no desea eso. Desea llevarte a otro mundo, diferente. El hogar de tus recuerdos más olvidados por el hechizo. Un recuerdo que ella, a pesar de no existir, no puede olvidar.
La habitación cambia entre giros coloridos, transformándose en un salón enorme, en cuyo centro dos novios están dándose un beso cargado de timidez. Es tu recuerdo, Espejo. En un palacio ubicado mágicamente en una casa perdida en el Londres antiguo, donde todos conocimos una vez la felicidad. Puedes ver a todos tus compañeros, a tus amigos más cercanos y parientes. Y en una esquina, majestuosa como solo ella puede serlo, la Bruja del Tiempo. Bebiendo de una copa confeccionada en el oro más puro, riendo a todo pulmón con tres de sus Sabios. Disfrutando de una velada mágica y perfecta, en un tiempo donde las cosas aun no cambiaban…
Puedes ver a la hermosa Mermaid en otra esquina, con su rojo cabello y una sonrisa de verdad, sin esa locura y sadismo que la caracterizan ahora, acompañada de otras dos pelirrojas, su hija y nieta. Por otro lado un niño corre sonriente, ¡pero si es Pierrot! Jugando en compañía de sus padres, dos de tus compañeros. Todos felices en sus vidas de ensueño.
Y tu ahí, en medio. Mirando todo con una sonrisa de felicidad absoluta. La boda de tu hija mayor ha finalizado. Ella va a dejar para siempre su inmortalidad, con tal de vivir una vida junto a ese chico de mirada algo perdida. Sientes un poco de celos, pero pasan rápido. ¿Por qué sentir algo tan egoísta en un momento así?
Camina con total lentitud y soltura por los que una vez fueron sus dominios, segura de que nadie puede verla. Pues sabe que no es más que un eco, un recuerdo que aun flota por los pasillos de un palacio putrefacto. No por nada sus recuerdos se conservan intactos, así como la sabiduría que la caracterizó en vida.
Lo que hace la hermosa novia es caminar, con su mirada perdida en imágenes que solo transcurren en su mente marchita. Una boda, campanas de una boda imaginaría.
Y de sus labios al fin brota una melodía nupcial, que causa temor en un par de guardias que hacen sus rondas cerca de ahí. Normal. La voz es demasiado tímida, demasiado… falsa. Una grabación con demasiada interferencia para ser oída con claridad.
La figura blanquecina se hace visible a medida que se acerca más y más al hogar del mágico espejo de la madrastra malvada, donde el ahora “humano” duerme placidamente, ajeno a todo.
Se te acerca con lentitud, tarareando ahora. Sus dedos semitransparentes intentan acariciar tu rostro, pero le es imposible. Como antes mencioné, ella es solo un recuerdo atrapado en las paredes de un palacio, en el cual encontró la muerte. Sus labios se tuercen en una mueca, y de un salto se aleja de tu lecho. Acaba de recordar la razón por la cual ella, tu pequeña consentida, no pudo disfrutar con soltura de su boda, no pudo vivir años y años con el amor de su vida y muerte. Tú codicia, Espejo. Destruiste la vida de ella y toda la familia, obligándoles a vivir una y otra vez, sin recuerdos propios. Menos a ella, quién tuvo el máximo sacrificio: recordarlo todo.
Saca de entre sus ropajes una daga que brilla ante el reflejo de la luz de luna, con unos símbolos que bien podrían ser un nombre femenino. Por supuesto, ni aun así logras despertar. O quizás lo haces, justo en el momento en que una daga fantasmal atraviesa tu corazón, causándote un dolor indescriptible, pero jamás la muerte. No se puede morir a manos de algo inexistente. Y la Novia no desea eso. Desea llevarte a otro mundo, diferente. El hogar de tus recuerdos más olvidados por el hechizo. Un recuerdo que ella, a pesar de no existir, no puede olvidar.
La habitación cambia entre giros coloridos, transformándose en un salón enorme, en cuyo centro dos novios están dándose un beso cargado de timidez. Es tu recuerdo, Espejo. En un palacio ubicado mágicamente en una casa perdida en el Londres antiguo, donde todos conocimos una vez la felicidad. Puedes ver a todos tus compañeros, a tus amigos más cercanos y parientes. Y en una esquina, majestuosa como solo ella puede serlo, la Bruja del Tiempo. Bebiendo de una copa confeccionada en el oro más puro, riendo a todo pulmón con tres de sus Sabios. Disfrutando de una velada mágica y perfecta, en un tiempo donde las cosas aun no cambiaban…
Puedes ver a la hermosa Mermaid en otra esquina, con su rojo cabello y una sonrisa de verdad, sin esa locura y sadismo que la caracterizan ahora, acompañada de otras dos pelirrojas, su hija y nieta. Por otro lado un niño corre sonriente, ¡pero si es Pierrot! Jugando en compañía de sus padres, dos de tus compañeros. Todos felices en sus vidas de ensueño.
Y tu ahí, en medio. Mirando todo con una sonrisa de felicidad absoluta. La boda de tu hija mayor ha finalizado. Ella va a dejar para siempre su inmortalidad, con tal de vivir una vida junto a ese chico de mirada algo perdida. Sientes un poco de celos, pero pasan rápido. ¿Por qué sentir algo tan egoísta en un momento así?
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Bruja del Tiempo
Señora de las Tierras Encantadas
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
Aún no comprendo la razón de que Circe me haya dejado con cuerpo humano de momento, aunque intuyo que le ha gustado todo el deseo que le había guardado por tantos años. Quizás fue por el efecto de oirla con oidos humanos en vez de a través de mi cristal, pero hacía mucho tiempo que ella no gritaba como gritó conmigo hoy.
Pero la bella y cruel Circe no ha cambiado: no me ha dado cama, por lo que me he acostado en la misma alfombra que observé por años y años. Sería mucho el milagro que su corazón de piedra se hubiera ablandado, y sería mucha mi soberbia de creer que algo en ella cambiaría sólo por mi.
Me doy vuelta en la alfombra, tratando de acomodar mi espalda adolorida. Desde abajo observo el espacio vacío en la pared, con un color diferente al resto: Ahí he pasado varios años, tantos que he perdido la cuenta y ahora, cuando mi cuerpo "me dice" que debo dormir, no puedo. Debe ser la costumbre de no tener párpados...
De todas formas cierro los ojos. Hay otra cosa que no comprendo... ¿Cómo me he acostumbrado tan rápido a ser "humano"? Es cierto que en mi vida como espejo yo observaba a muchos humanos y otras criaturas, y varios que se transformaban, llevaban mucho tiempo en acomodarse con su nuevo cuerpo. ¿Cuántas sirenas ví torpes en sus primeros pasos con piernas? ¿O lo que se demoran en acostumbrar los cuadrúpedos a sólo dos piernas? ¡Si hasta los sapos no saben saltar al comienzo con piernas humanas! En cambio yo, no tuve ningún problema desde el primer momento...
Podría haber huido, caminado lejos del castillo, pero una cosa me detiene. El temor a hacer enojar a mi amada bruja Reina... Sería muy fácil que ella me rompiera, con un sólo golpe de su hermosa mano me puede destruir. Además que yo le tengo un gran respeto a las brujas, porque si las haces enojar ellas pueden...
Abro los ojos, porque realmente no me acuerdo de lo que una bruja pueda hacer... He visto a tantas hacer muchas atrocidades, pero lo que estaba pensando se me fue. Quizás el polvo ya me ha hecho daño, o tengo alguna tela de araña en ese rincón de memoria, ahora algo complicado de limpiar dentro de un cráneo...
No me doy cuenta cuando cierro los ojos, ni tampoco cuando empiezo a caminar en las nebulosas rutas de los sueños, sin embargo es allí donde ya no estoy vistiendo la túnica que vestía luego de la transformación, sino que llevo camisa, pantalones. ¡Hasta zapatos cubren mis pies! Pero no lo encuentro raro, sino que lo más normal del mundo. Así como el recostarme en mi cama, ¿mi cama?, los sueños no tienen lógica, por lo que me acuesto en mi cama, y duermo.
Un sueño dentro de un sueño.
Pero ni alcanzo a disfrutar del aroma de ese jardín primaveral, que un gran dolor me parte al medio! Pongo ambas manos para cubrir mi pecho, pero todo es inútil: Siento como la punzada atraviesa mi cuerpo, y delante mío, mi propia hija:
- ¡Madeleine! -grito antes de caer al suelo, y veo como mi propia sangre mancha el delicado bordado blanco de su vestido. El vestido que mandé hacer a Paris, especialmente para mi bella Madeleine. Para su casamiento...
Aprieto mi pecho, sentado en mi cómodo sillón, en mi residencia. Mi esposa me mira, pero le sonrío, tranquilizándola. Entonces miro a mi alrededor y veo varios rostros conocidos, aunque sin embargo, no recuerdo el nombre ni de dónde los conozco. Vuelvo a mirar a mi esposa y me pregunto "¿Cómo sé yo que ella es mi esposa?"
Pero la joven de blanco es mi bella Madeleine. Y en su mano, en vez del puñal, tiene la mano de su novio. Un jovencito que no me agrada, pero Madeleine se ve tan feliz a su lado que tuve que dejarla ir. Mi bella hija se va... Se fue... Ya no existe...
¡El dolor se hace más profundo, como si me clavaran el alma!
Pero la bella y cruel Circe no ha cambiado: no me ha dado cama, por lo que me he acostado en la misma alfombra que observé por años y años. Sería mucho el milagro que su corazón de piedra se hubiera ablandado, y sería mucha mi soberbia de creer que algo en ella cambiaría sólo por mi.
Me doy vuelta en la alfombra, tratando de acomodar mi espalda adolorida. Desde abajo observo el espacio vacío en la pared, con un color diferente al resto: Ahí he pasado varios años, tantos que he perdido la cuenta y ahora, cuando mi cuerpo "me dice" que debo dormir, no puedo. Debe ser la costumbre de no tener párpados...
De todas formas cierro los ojos. Hay otra cosa que no comprendo... ¿Cómo me he acostumbrado tan rápido a ser "humano"? Es cierto que en mi vida como espejo yo observaba a muchos humanos y otras criaturas, y varios que se transformaban, llevaban mucho tiempo en acomodarse con su nuevo cuerpo. ¿Cuántas sirenas ví torpes en sus primeros pasos con piernas? ¿O lo que se demoran en acostumbrar los cuadrúpedos a sólo dos piernas? ¡Si hasta los sapos no saben saltar al comienzo con piernas humanas! En cambio yo, no tuve ningún problema desde el primer momento...
Podría haber huido, caminado lejos del castillo, pero una cosa me detiene. El temor a hacer enojar a mi amada bruja Reina... Sería muy fácil que ella me rompiera, con un sólo golpe de su hermosa mano me puede destruir. Además que yo le tengo un gran respeto a las brujas, porque si las haces enojar ellas pueden...
Abro los ojos, porque realmente no me acuerdo de lo que una bruja pueda hacer... He visto a tantas hacer muchas atrocidades, pero lo que estaba pensando se me fue. Quizás el polvo ya me ha hecho daño, o tengo alguna tela de araña en ese rincón de memoria, ahora algo complicado de limpiar dentro de un cráneo...
No me doy cuenta cuando cierro los ojos, ni tampoco cuando empiezo a caminar en las nebulosas rutas de los sueños, sin embargo es allí donde ya no estoy vistiendo la túnica que vestía luego de la transformación, sino que llevo camisa, pantalones. ¡Hasta zapatos cubren mis pies! Pero no lo encuentro raro, sino que lo más normal del mundo. Así como el recostarme en mi cama, ¿mi cama?, los sueños no tienen lógica, por lo que me acuesto en mi cama, y duermo.
Un sueño dentro de un sueño.
Pero ni alcanzo a disfrutar del aroma de ese jardín primaveral, que un gran dolor me parte al medio! Pongo ambas manos para cubrir mi pecho, pero todo es inútil: Siento como la punzada atraviesa mi cuerpo, y delante mío, mi propia hija:
- ¡Madeleine! -grito antes de caer al suelo, y veo como mi propia sangre mancha el delicado bordado blanco de su vestido. El vestido que mandé hacer a Paris, especialmente para mi bella Madeleine. Para su casamiento...
Aprieto mi pecho, sentado en mi cómodo sillón, en mi residencia. Mi esposa me mira, pero le sonrío, tranquilizándola. Entonces miro a mi alrededor y veo varios rostros conocidos, aunque sin embargo, no recuerdo el nombre ni de dónde los conozco. Vuelvo a mirar a mi esposa y me pregunto "¿Cómo sé yo que ella es mi esposa?"
Pero la joven de blanco es mi bella Madeleine. Y en su mano, en vez del puñal, tiene la mano de su novio. Un jovencito que no me agrada, pero Madeleine se ve tan feliz a su lado que tuve que dejarla ir. Mi bella hija se va... Se fue... Ya no existe...
¡El dolor se hace más profundo, como si me clavaran el alma!
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
La risa de la dulce niña aumenta al sentir los labios de su novio en su cuello, con sus mejillas cubiertas de carmín. La música se vuelve más lenta, mientras unas cuantas parejas dan giros tras giros. Una danza en honor a los recién casados.
Una mano calida toma la tuya, dejando un suave beso cargado de intimidad, y sobre todo, amor.
—¿Alguna vez imaginaste este día, amor mío? — dice la mujer, sonriente, con una hilera de dientes blancos y perfectos. Han pasado ya casi 500 años, te dices… pero ella se nota tan fresca y pura como el día en que la tomaste como tu esposa. Cuesta creer el paso del tiempo, cuando todos tus conocidos e íntimos amigos continúan igual que siempre. Exactamente igual que el día en que esa mujer, la Bruja, los escogió como una corte, como sus Sabios. Los eternos guardianes de secretos. La mujer vuelve a besar tu mano, ahí donde tienes ese anillo que hace que todos te reconozcan como su líder, solo por debajo de la Bruja del Tiempo. —Voy a ver si todo está bien con los demás, regreso en unos momentos…
Sientes tus labios moverse en una sonrisa, pues eso fue lo que hiciste en esa ocasión, mientras la ves desaparecer entre ese mar de gente, con su vestido plateado ondeando en el viento. La misma reencarnación de la nieve más pura, con cabellos más platinados que alguien pudiese ver en alguien. El parecido entre ella y tu pequeña novia no es exactamente el mayor, pero ahí estaba. Tal vez en la forma en como se mueven, en esa sonrisa tan calida.
Tu dulce niña voltea, dejando de prestar atención por unos momentos al que ahora es su esposo. Te mira con esos ojos tan… sabios. No comprendes como esa niña puede preferir una vida como humana en el mundo real, antes de la inmortalidad de los cuentos. Pero lo hace. El amor puede causar tonterías así.
Avanza con lentitud, y sientes de inmediato que algo no va bien. Ella debería haber enviado un beso… ¡¿Por qué avanza?! Te sonríe, y de pronto su piel cambia. Ya no es ligeramente pálida, con las mejillas sonrosadas por la emoción. Es casi azul, la piel propia de un cadáver. Su hermoso vestido blanco está hecho un desastre. No puedes moverte mientras ella se te acerca con una mueca fiera en sus labios, con odio en sus ojos tan adorados en otros tiempos. Una de sus manos, aquella que no tiene ya nada más que hueso, te golpea con firmeza en la mejilla. —¿Por qué, papi? ¿Por qué tenías que arruinarlo todo!
Y antes de que puedas responder, la imagen vuelve a la normalidad. Como si nada hubiese pasado. Un espejismo. Madeleine continúa dando vueltas con su esposo, riendo como una niña en navidad.
Entonces, rápido como un rayo, un grito de dolor escapa de los labios de la Bruja. El tiempo parece detenerse mientras ella cae, seguido de un instante en que incluso tú sientes ese dolor. ¿Qué está pasando?
Si miras a Madeleine podrás ver que ha vuelto a ser un esqueleto andante, con su mano extendida en dirección a ti; invitándote a ver otro recuerdo, o regresar a casa, a tu nueva realidad.
—Decide, padre — dice, con su voz de ultratumba, sin prestar atención a que ya nadie se mueve. Todos están congelados. Todos con los rostros preocupados, por la seguridad de la Bruja. —¿Quieres ver más aquí? O prefieres ver más adelante? ¿quieres ver como nos traicionaste? — te lanza una copa de cristal que instantes antes era propiedad de ese novio, que choca contra la pared que tienes a tu espalda gracias al cielo. —¡¿O prefieres ver como nos mataste a todos?!
Una mano calida toma la tuya, dejando un suave beso cargado de intimidad, y sobre todo, amor.
—¿Alguna vez imaginaste este día, amor mío? — dice la mujer, sonriente, con una hilera de dientes blancos y perfectos. Han pasado ya casi 500 años, te dices… pero ella se nota tan fresca y pura como el día en que la tomaste como tu esposa. Cuesta creer el paso del tiempo, cuando todos tus conocidos e íntimos amigos continúan igual que siempre. Exactamente igual que el día en que esa mujer, la Bruja, los escogió como una corte, como sus Sabios. Los eternos guardianes de secretos. La mujer vuelve a besar tu mano, ahí donde tienes ese anillo que hace que todos te reconozcan como su líder, solo por debajo de la Bruja del Tiempo. —Voy a ver si todo está bien con los demás, regreso en unos momentos…
Sientes tus labios moverse en una sonrisa, pues eso fue lo que hiciste en esa ocasión, mientras la ves desaparecer entre ese mar de gente, con su vestido plateado ondeando en el viento. La misma reencarnación de la nieve más pura, con cabellos más platinados que alguien pudiese ver en alguien. El parecido entre ella y tu pequeña novia no es exactamente el mayor, pero ahí estaba. Tal vez en la forma en como se mueven, en esa sonrisa tan calida.
Tu dulce niña voltea, dejando de prestar atención por unos momentos al que ahora es su esposo. Te mira con esos ojos tan… sabios. No comprendes como esa niña puede preferir una vida como humana en el mundo real, antes de la inmortalidad de los cuentos. Pero lo hace. El amor puede causar tonterías así.
Avanza con lentitud, y sientes de inmediato que algo no va bien. Ella debería haber enviado un beso… ¡¿Por qué avanza?! Te sonríe, y de pronto su piel cambia. Ya no es ligeramente pálida, con las mejillas sonrosadas por la emoción. Es casi azul, la piel propia de un cadáver. Su hermoso vestido blanco está hecho un desastre. No puedes moverte mientras ella se te acerca con una mueca fiera en sus labios, con odio en sus ojos tan adorados en otros tiempos. Una de sus manos, aquella que no tiene ya nada más que hueso, te golpea con firmeza en la mejilla. —¿Por qué, papi? ¿Por qué tenías que arruinarlo todo!
Y antes de que puedas responder, la imagen vuelve a la normalidad. Como si nada hubiese pasado. Un espejismo. Madeleine continúa dando vueltas con su esposo, riendo como una niña en navidad.
Entonces, rápido como un rayo, un grito de dolor escapa de los labios de la Bruja. El tiempo parece detenerse mientras ella cae, seguido de un instante en que incluso tú sientes ese dolor. ¿Qué está pasando?
Si miras a Madeleine podrás ver que ha vuelto a ser un esqueleto andante, con su mano extendida en dirección a ti; invitándote a ver otro recuerdo, o regresar a casa, a tu nueva realidad.
—Decide, padre — dice, con su voz de ultratumba, sin prestar atención a que ya nadie se mueve. Todos están congelados. Todos con los rostros preocupados, por la seguridad de la Bruja. —¿Quieres ver más aquí? O prefieres ver más adelante? ¿quieres ver como nos traicionaste? — te lanza una copa de cristal que instantes antes era propiedad de ese novio, que choca contra la pared que tienes a tu espalda gracias al cielo. —¡¿O prefieres ver como nos mataste a todos?!
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Bruja del Tiempo
Señora de las Tierras Encantadas
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
No lo comprendo. En un momento estoy tranquilo en la reunión para el matrimonio de mi bella Madeleine, y al cerrar los ojos de pronto ella está... ¿azulada?
- ¿Que os pasa Maddie? -pregunto, horrorizado de verla en los huesos, con su hermoso vestido hecho harapos, pero ella me abofetea, furiosa conmigo.- ¿Por qué hija? ¿Qué hice para enojaros?
Pero ella no me contesta, sólo baila graciosa con su novio, ¡nuevamente hermosa y... viva! Cierro y abro mis ojos, confundido, pero antes que pueda comprender algo, el dolor regresa a mi pecho: La hermosa dama que corona nuestra reunión cae de su trono. ¿Quién es ella? Pero antes que pueda pensar en formular esa pregunta, yo mismo siento un gran dolor y pierdo el equilibrio:
- AAAAhhhh! -grito desesperado, y cuando abro mis ojos tengo frente a mí a mi bella Madeleine... No, es mi cadavérica hija, apretando el puñal en mi pecho- Hija... -imploro, pero ella me habla con una voz espectral, apenas una sombra de la suave voz de Maddie:
- Decide, padre: ¿Quieres ver más aquí? O prefieres ver más adelante? ¿quieres ver como nos traicionaste?
- ¡Yo no traicioné a nadie! -exclamo con el dolor quemándome en el pecho, pero mis palabras no hacen más que explotar la furia de Madeleine. Cierro los ojos cuando la veo tirarme una copa, que saca de manos de su también espectral novio. (Se deshace en polvo cuando ella le quita la copa) Pero quiso mi buena fortuna que la copa me esquive y abro los ojos al oir los destrozos de vidrio a mis espaldas.
Entonces veo a mi tierna hija, muerta-viva frente a mí. Un escalofrío me recorre, pero por más que quiera, no puedo dejar de mirarla. Entonces sus labios se abren y oigo una frase que me causa más dolor que el puñal que aún destroza mi pecho:
- ¡¿O prefieres ver como nos mataste a todos?!
- Hija... Yo no maté a nadie...- digo tratando de explicarme, pero algo en mi interior empieza a temer que realmente algo tuve que ver con la caída de la bella dama esa... Estiro mis manos y alcanzo las manos de mi hija, sin embargo, su piel se deshace ante mi contacto, y termino tomando sus falanges! Trato de liberarme, pero ahora mis dedos están pegados a sus huesos- Maddie, ¡yo no maté nadie! -repito moviendo mis brazos inútilmente.
- ¿Que os pasa Maddie? -pregunto, horrorizado de verla en los huesos, con su hermoso vestido hecho harapos, pero ella me abofetea, furiosa conmigo.- ¿Por qué hija? ¿Qué hice para enojaros?
Pero ella no me contesta, sólo baila graciosa con su novio, ¡nuevamente hermosa y... viva! Cierro y abro mis ojos, confundido, pero antes que pueda comprender algo, el dolor regresa a mi pecho: La hermosa dama que corona nuestra reunión cae de su trono. ¿Quién es ella? Pero antes que pueda pensar en formular esa pregunta, yo mismo siento un gran dolor y pierdo el equilibrio:
- AAAAhhhh! -grito desesperado, y cuando abro mis ojos tengo frente a mí a mi bella Madeleine... No, es mi cadavérica hija, apretando el puñal en mi pecho- Hija... -imploro, pero ella me habla con una voz espectral, apenas una sombra de la suave voz de Maddie:
- Decide, padre: ¿Quieres ver más aquí? O prefieres ver más adelante? ¿quieres ver como nos traicionaste?
- ¡Yo no traicioné a nadie! -exclamo con el dolor quemándome en el pecho, pero mis palabras no hacen más que explotar la furia de Madeleine. Cierro los ojos cuando la veo tirarme una copa, que saca de manos de su también espectral novio. (Se deshace en polvo cuando ella le quita la copa) Pero quiso mi buena fortuna que la copa me esquive y abro los ojos al oir los destrozos de vidrio a mis espaldas.
Entonces veo a mi tierna hija, muerta-viva frente a mí. Un escalofrío me recorre, pero por más que quiera, no puedo dejar de mirarla. Entonces sus labios se abren y oigo una frase que me causa más dolor que el puñal que aún destroza mi pecho:
- ¡¿O prefieres ver como nos mataste a todos?!
- Hija... Yo no maté a nadie...- digo tratando de explicarme, pero algo en mi interior empieza a temer que realmente algo tuve que ver con la caída de la bella dama esa... Estiro mis manos y alcanzo las manos de mi hija, sin embargo, su piel se deshace ante mi contacto, y termino tomando sus falanges! Trato de liberarme, pero ahora mis dedos están pegados a sus huesos- Maddie, ¡yo no maté nadie! -repito moviendo mis brazos inútilmente.
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
–¡Sí nos traicionaste! –grita, aun más enfadada si eso es posible. Sus pasos se vuelven obsesivos, y comienza a dar vueltas a tu alrededor. La locura es completamente visible en su mirada. Una locura provocada por los recuerdos, y tu mera presencia. – ¡Como pudiste hacerlo! Todos confiábamos en ti, con nuestras propias vidas. ¡Y nos traicionaste! Provocaste su ira, y la obligaste a darnos un castigo…
Repite entre susurros un par de veces más la palabra castigo, sin prestarte atención ya. Demasiado ocupada en intentar recordar algo importante, sumamente importante para todos. ¿Pero que? Oh, maldita bruja, con su maldición inútil. Puede recordar todo, menos lo que realmente desea recordar.
Sus ojos al fin te prestan atención, al sentir tu toque. Te mira, sin reconocerte por unos instantes. Algo que dura poco, pues ¿Cómo podría ella no recordarte? Si es claro que debe recordarte bien…
–Sí, nos mataste. Nos condenaste a vivir una vida que no es nuestra. – musita, con su voz cargada de tristeza y desprecio. –Padre… ¡mírame! –grita, desesperada al sentir como toda ella comienza a deshacerse solo por un contacto. –Estoy muerta, y condenada. Condenada a ser la única en todo este maldito mundo que puede recordar el pasado. ¿Por qué yo? Papi… yo me fui, ya no pertenecía aquí. Y tú… tú me sacaste del árbol familiar, yo ya no tenía nada que ver con la Bruja, y mi niña tampoco.
Te libera de su agarre, apartándose con lentitud, y tapando su rostro marchito con un velo igual de marchito. Parece tan desesperada…
–Mamá tenía razón… no debiste haber ido a mi hogar ese día. Ahora podría estar descansando en paz junto a mi familia, en vez de vagar por las Tierras Encantadas como un fantasma.
La escena una vez más vuelve a cambiar a tu alrededor. Esta vez, la joven novia ha desaparecido, tanto la joven y hermosa, como su contraparte muerta. La gente misma desaparece, así como los gritos.
Te encuentras caminando por una casa, no sabes donde, ni te interesa realmente. Debes darte prisa, tienes poco tiempo. La Bruja se encuentra débil, por lo que te ha dado nada más un par de horas para visitar a la nueva madre…
Te detienes frente a las puertas de un dormitorio, custodiado por dos guardias. Uno de ellos, te pregunta el motivo de tu visita. Comienzas a hablar, a explicar que vienes a ver a tu pequeña, cuando una exclamación tras de ti te detiene.
–¿Usted? ¿Qué hace aquí? –dice el hombre, posicionándose frente a la puerta. Protegiendo lo que hay en su interior. –Creí que Maddie le dejó en claro que no es muy bienvenido en nuestro hogar.
¡Pero si es el novio! Solo que unos años más envejecido, algo lógico, pues han pasado ya seis años desde la boda, y tanto él como tu hija sí envejecen. No deja de ser interesante para ti como cambia la gente con el paso del tiempo. Novedoso.
–Déjalo entrar – dice una mujer, causando que ambos dejen de mirarse con odio. Es tu esposa, tan hermosa como siempre, vestida ahora de un luto riguroso. ¿Por qué? –Tiene derecho a conocer a su nieta, aun si a mi la idea tampoco me agrada.
El hombre asiente, respetuoso, abriendo las puertas de inmediato, y dejando a la vista la siguiente escena:
Madeleine te observa, confundida por tu presencia en su hogar. ¿Cómo puedes estar ahí, después de lo que pasó esa tarde, hace ya cinco años? ¿Por qué? ¿Por conocer a la pequeña nueva integrante de la familia? ¡Eso no tiene sentido! Tú renegaste de ella, la expulsaste de su hogar… la obligaste a abandonar lo que por derecho le pertenecía.
Tras de ella, la novia observa todo, pero mucho más interesada en el bebe que sostiene su yo viva.
–Padre…. –musita Maddie, mirando luego a su madre, en busca de una explicación. Al no encontrar apoyo en su mirada, vuelve a mirarte a ti. –Creí que ya no querrías volver a verme, después de mi discusión con la Bruja…
Y ahí, recuerdas un poco ese día. Los gritos de la Bruja, así como los de tu propia hija desafiándola. Pero por más que lo intentas, no puedes recordar el porqué de esa discusión. Solo que su resultado fue que abandonaras a tu pequeña princesa a su suerte, junto a su esposo. Recibiendo el desprecio silencioso de tu esposa e hija.
Repite entre susurros un par de veces más la palabra castigo, sin prestarte atención ya. Demasiado ocupada en intentar recordar algo importante, sumamente importante para todos. ¿Pero que? Oh, maldita bruja, con su maldición inútil. Puede recordar todo, menos lo que realmente desea recordar.
Sus ojos al fin te prestan atención, al sentir tu toque. Te mira, sin reconocerte por unos instantes. Algo que dura poco, pues ¿Cómo podría ella no recordarte? Si es claro que debe recordarte bien…
–Sí, nos mataste. Nos condenaste a vivir una vida que no es nuestra. – musita, con su voz cargada de tristeza y desprecio. –Padre… ¡mírame! –grita, desesperada al sentir como toda ella comienza a deshacerse solo por un contacto. –Estoy muerta, y condenada. Condenada a ser la única en todo este maldito mundo que puede recordar el pasado. ¿Por qué yo? Papi… yo me fui, ya no pertenecía aquí. Y tú… tú me sacaste del árbol familiar, yo ya no tenía nada que ver con la Bruja, y mi niña tampoco.
Te libera de su agarre, apartándose con lentitud, y tapando su rostro marchito con un velo igual de marchito. Parece tan desesperada…
–Mamá tenía razón… no debiste haber ido a mi hogar ese día. Ahora podría estar descansando en paz junto a mi familia, en vez de vagar por las Tierras Encantadas como un fantasma.
La escena una vez más vuelve a cambiar a tu alrededor. Esta vez, la joven novia ha desaparecido, tanto la joven y hermosa, como su contraparte muerta. La gente misma desaparece, así como los gritos.
Te encuentras caminando por una casa, no sabes donde, ni te interesa realmente. Debes darte prisa, tienes poco tiempo. La Bruja se encuentra débil, por lo que te ha dado nada más un par de horas para visitar a la nueva madre…
Te detienes frente a las puertas de un dormitorio, custodiado por dos guardias. Uno de ellos, te pregunta el motivo de tu visita. Comienzas a hablar, a explicar que vienes a ver a tu pequeña, cuando una exclamación tras de ti te detiene.
–¿Usted? ¿Qué hace aquí? –dice el hombre, posicionándose frente a la puerta. Protegiendo lo que hay en su interior. –Creí que Maddie le dejó en claro que no es muy bienvenido en nuestro hogar.
¡Pero si es el novio! Solo que unos años más envejecido, algo lógico, pues han pasado ya seis años desde la boda, y tanto él como tu hija sí envejecen. No deja de ser interesante para ti como cambia la gente con el paso del tiempo. Novedoso.
–Déjalo entrar – dice una mujer, causando que ambos dejen de mirarse con odio. Es tu esposa, tan hermosa como siempre, vestida ahora de un luto riguroso. ¿Por qué? –Tiene derecho a conocer a su nieta, aun si a mi la idea tampoco me agrada.
El hombre asiente, respetuoso, abriendo las puertas de inmediato, y dejando a la vista la siguiente escena:
Madeleine te observa, confundida por tu presencia en su hogar. ¿Cómo puedes estar ahí, después de lo que pasó esa tarde, hace ya cinco años? ¿Por qué? ¿Por conocer a la pequeña nueva integrante de la familia? ¡Eso no tiene sentido! Tú renegaste de ella, la expulsaste de su hogar… la obligaste a abandonar lo que por derecho le pertenecía.
Tras de ella, la novia observa todo, pero mucho más interesada en el bebe que sostiene su yo viva.
–Padre…. –musita Maddie, mirando luego a su madre, en busca de una explicación. Al no encontrar apoyo en su mirada, vuelve a mirarte a ti. –Creí que ya no querrías volver a verme, después de mi discusión con la Bruja…
Y ahí, recuerdas un poco ese día. Los gritos de la Bruja, así como los de tu propia hija desafiándola. Pero por más que lo intentas, no puedes recordar el porqué de esa discusión. Solo que su resultado fue que abandonaras a tu pequeña princesa a su suerte, junto a su esposo. Recibiendo el desprecio silencioso de tu esposa e hija.
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Bruja del Tiempo
Señora de las Tierras Encantadas
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
¡Mi hija está furiosa conmigo! Pero, esperen un momento... Yo no tengo hija, ni esposa... Sólo soy un objeto, un espejo, que sueña...
¿Pero por qué este sueño me parece tan real? El dolor en mi pecho, la mirada de la bella joven muerta... Quizás es porque ahora tengo cuerpo humano, los sentimientos se profundizan cuando un corazón late adentro tuyo. Aun cuando un puñal lo atraviese, mi corazón sigue bombeando, cada vez más agitado, temeroso de la joven muerta que dice ser mi hija.
- castigo… castigo… castigo… -repite mirando a un horizonte lejano, pero no tarda en mirarme nuevamente, con su mirada borrosa volviendo a quedar brillante y llena de ira mientras me acusa de condenarla.
- Escucha, lo que dices no tiene sentido. -digo tratando de pausar mis palabras, para que ella me comprenda. No debiera importarme, si es sólo alguien de mi imaginación, un personaje de mi sueño, pero SIENTO que debo tranquilizarla, para disminuir en algo su desespero- Esto es sólo un sueño... -Pero ella ignora mis palabras, concentrada en que "yo" la saqué del árbol familiar, que no tenía que haber ido a su hogar...
- ¿Tierras Encantadas? -susurro de pronto al oírla nombrar ese lugar. Algo hace click en mi cerebro, y no sé si es sólo un deja vu, pero la impresión de conocer ese concepto me abruma. Entonces recuerdo...
¡Tenía que ver a mi nieta! Si, ahora lo recuerdo... No pude ver a Maddie embarazada, pero no quedaría sin conocer a mi nietecita. ¡Diablos! ¿Acaso no soy el Jefe del Consejo de Sabios? ¿De qué me sirve vivir por una eternidad si no me dejan ver a una criaturita que es mía? Si, mi nieta es hija de mi hiija, y por ella enfrenté malas caras y desafié...
A ELLA no la desafié... Nadie se había atrevido hasta ese momento a hacerlo... De hecho, esta situación fue la semilla de la idea que lideré...
- ¡AAAAHHHHH!!! -grito al sentir el puñal ser empujado más y más adentro mío. Miro y ahora sólo el mango está afuera, pero, inexplicablemente, y pese al gran dolor, mi corazón sigue pulsando. ¿Se puede morir uno en un sueño?
¿Pero por qué este sueño me parece tan real? El dolor en mi pecho, la mirada de la bella joven muerta... Quizás es porque ahora tengo cuerpo humano, los sentimientos se profundizan cuando un corazón late adentro tuyo. Aun cuando un puñal lo atraviese, mi corazón sigue bombeando, cada vez más agitado, temeroso de la joven muerta que dice ser mi hija.
- castigo… castigo… castigo… -repite mirando a un horizonte lejano, pero no tarda en mirarme nuevamente, con su mirada borrosa volviendo a quedar brillante y llena de ira mientras me acusa de condenarla.
- Escucha, lo que dices no tiene sentido. -digo tratando de pausar mis palabras, para que ella me comprenda. No debiera importarme, si es sólo alguien de mi imaginación, un personaje de mi sueño, pero SIENTO que debo tranquilizarla, para disminuir en algo su desespero- Esto es sólo un sueño... -Pero ella ignora mis palabras, concentrada en que "yo" la saqué del árbol familiar, que no tenía que haber ido a su hogar...
- ¿Tierras Encantadas? -susurro de pronto al oírla nombrar ese lugar. Algo hace click en mi cerebro, y no sé si es sólo un deja vu, pero la impresión de conocer ese concepto me abruma. Entonces recuerdo...
¡Tenía que ver a mi nieta! Si, ahora lo recuerdo... No pude ver a Maddie embarazada, pero no quedaría sin conocer a mi nietecita. ¡Diablos! ¿Acaso no soy el Jefe del Consejo de Sabios? ¿De qué me sirve vivir por una eternidad si no me dejan ver a una criaturita que es mía? Si, mi nieta es hija de mi hiija, y por ella enfrenté malas caras y desafié...
A ELLA no la desafié... Nadie se había atrevido hasta ese momento a hacerlo... De hecho, esta situación fue la semilla de la idea que lideré...
- ¡AAAAHHHHH!!! -grito al sentir el puñal ser empujado más y más adentro mío. Miro y ahora sólo el mango está afuera, pero, inexplicablemente, y pese al gran dolor, mi corazón sigue pulsando. ¿Se puede morir uno en un sueño?
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
–Padre... – vuelve a decir la ya no tan pequeña Maddie, esta vez un poco más calmada e incluso… amable. Como antaño.–¿Os gustaría verla de cerca? Es tan hermosa… y pálida. Madre dice que será aún más bella de mayor. –te acercas despacio, tomándote tu tiempo pues temes que la niña cambie de opinión de la nada, que no sería la primera vez. Ella, para sorpresa de todos, no parece invernal… parece primaveral, como su loca tía amante de fiestas. Cambia de opinión cada vez que puede. –Se llama Blanca… –la bebe suelta un pequeño llanto que hace reír a Madeleine. –Sí mi pequeña, él es tu abuelo, ha venido a conocerte al fin–le hace unos pequeños mimos hasta que la niña vuelve a caer en las redes de Morfeo –Siéntate a mi lado, padre. Dime, ¿Qué ha pasado en las Tierras Encantadas últimamente? Madre me ha dicho que Mermaid ha vuelto a hacer de las suyas en el mar de Tritón y que mi gran amiga a dado a luz hace ya mucho un tiempo a un varón. ¿Franz es su nombre? No puedo recordarlo bien. Dime padre, ¿Cómo está Circe? Mi vieja amiga hace tiempo que no me envía carta alguna, siquiera para avisarme de sus progresos en la magia. Es tan extraño no saber de ella… de ninguna de mis antiguas compañeras en realidad. –baja su mirada un poco triste. Con su salida de las Tierras Encantadas y el desprecio de la Bruja, todos sus antiguos amigos le han dado la espalda, exceptuando a unos pocos y sus familiares más cercanos. Madeleine se siente miserable, aun sabiendo que su actuar fue el correcto para proteger a su familia de esa esclavitud. Ela se lo dijo, le contó toda la verdad. Pero no puede hacer nada, debe guardar ese secreto, por Blanca. Por su esposo. Por ellos es que ha decidido hablar con su padre, pedirle perdón por cosas que considera justas. –Siento tanto lo que pasó con la Bruja, padre. Si tan solo no hubiese dicho nada ese día, todo sería normal para nosotros. Al menos me alegro de que no hayas perdido tu puesto…
La joven va a hablar otra vez cuando de pronto recuerda algo. Algo importante, tan importante que se sorprende de no haberlo recordado antes, pues ha estado dando vueltas en su mente durante días. La llegada de su padre debe ser la causa.
–¡Padre! ¡Debes hablar con Athena! Me ha enviado una carta hace ya unos días, diciendo que una de sus sirenas ha visto algo terrible, algo que nos afecta a todos –dice levantándose rápidamente y dejando a la pequeña Blanca en su cuna. Toma tus manos entre las suyas, –Creí que madre te había informado ya, pero veo que erré. ¡Debes ir padre! Temo por la seguridad de M’Apple… temo por Blanca. Padre, te lo ruego…
La escena vuelve a cambiar, veloz como el rayo. Ya no estás en un cuarto viendo a un bebe, a la pequeña que un día traerá tantos problemas, si no camino a un viejo santuario. Es tierra completamente neutral y muy cerca del mar, por lo que es perfecto para evitar enfrentamientos indeseados. Mermaid solo te permitió hablar con su hija ahí, temerosa de tus verdaderas intenciones con la recientemente nombrada reina de Atlántica. Recuerdas que Athena nunca te agradó en su infancia, por ser hija de una loca psicópata y además una aprendiz de bruja, pero a Maddie sí que le agradaba la chica de cabello rojo, así que nunca dijiste nada. No la has visto en años, desde que abandonase los estudios para regresar al mar y casarse con un joven Tritón, por lo que te sorprendes cuando en vez de ver a una chiquilla pelirroja te encuentras con una mujer hecha y derecha, esperando por ti sentada calmadamente sobre una roca con un bebe en sus brazos, lo más cerca del mar que le es posible, aunque sin demostrar temor ni debilidad. Su cola parece brillar bajo la luz del sol, al igual que sus cabellos.
–Creí que no vendría, Gran Sabio. –dice ella sin mirarte. Te ha olido llegar. Después de tantos años, la sirenita sigue recordando a la perfección tu aroma. –Maddie dijo que sí vendría, pero ya ve como la copito es de ingenua. Sigue creyendo que este mundo es de fantasía y no una prisión…
Oh, su voz te parece resentida unos momentos, pero te das cuenta que no es eso lo que guarda, si no un simple toque de burla. La sirena se burla de ti como si nada, parece no importarle que seas la mano derecha de la Bruja… así que, mejor pregunta rápido lo que te encomendó tu hija, antes de que decida comerte…
La joven va a hablar otra vez cuando de pronto recuerda algo. Algo importante, tan importante que se sorprende de no haberlo recordado antes, pues ha estado dando vueltas en su mente durante días. La llegada de su padre debe ser la causa.
–¡Padre! ¡Debes hablar con Athena! Me ha enviado una carta hace ya unos días, diciendo que una de sus sirenas ha visto algo terrible, algo que nos afecta a todos –dice levantándose rápidamente y dejando a la pequeña Blanca en su cuna. Toma tus manos entre las suyas, –Creí que madre te había informado ya, pero veo que erré. ¡Debes ir padre! Temo por la seguridad de M’Apple… temo por Blanca. Padre, te lo ruego…
La escena vuelve a cambiar, veloz como el rayo. Ya no estás en un cuarto viendo a un bebe, a la pequeña que un día traerá tantos problemas, si no camino a un viejo santuario. Es tierra completamente neutral y muy cerca del mar, por lo que es perfecto para evitar enfrentamientos indeseados. Mermaid solo te permitió hablar con su hija ahí, temerosa de tus verdaderas intenciones con la recientemente nombrada reina de Atlántica. Recuerdas que Athena nunca te agradó en su infancia, por ser hija de una loca psicópata y además una aprendiz de bruja, pero a Maddie sí que le agradaba la chica de cabello rojo, así que nunca dijiste nada. No la has visto en años, desde que abandonase los estudios para regresar al mar y casarse con un joven Tritón, por lo que te sorprendes cuando en vez de ver a una chiquilla pelirroja te encuentras con una mujer hecha y derecha, esperando por ti sentada calmadamente sobre una roca con un bebe en sus brazos, lo más cerca del mar que le es posible, aunque sin demostrar temor ni debilidad. Su cola parece brillar bajo la luz del sol, al igual que sus cabellos.
–Creí que no vendría, Gran Sabio. –dice ella sin mirarte. Te ha olido llegar. Después de tantos años, la sirenita sigue recordando a la perfección tu aroma. –Maddie dijo que sí vendría, pero ya ve como la copito es de ingenua. Sigue creyendo que este mundo es de fantasía y no una prisión…
Oh, su voz te parece resentida unos momentos, pero te das cuenta que no es eso lo que guarda, si no un simple toque de burla. La sirena se burla de ti como si nada, parece no importarle que seas la mano derecha de la Bruja… así que, mejor pregunta rápido lo que te encomendó tu hija, antes de que decida comerte…
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Bruja del Tiempo
Señora de las Tierras Encantadas
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
Aprieto mi mano donde el puñal me atraviesa, pero ésta se cierra vacía sobre mi camisa bien planchada. Miro a mi alrededor y veo a mi dulce hija acostada en su cama matrimonial, invitándome a conocer a la pequeña que tiene en sus brazos.
La observo unos momentos, temeroso de que su rostro vuelva a mostrarse cadavérico e irado, pero la curiosidad por ver a mi nietecita es más fuerte... Doy los pasos que faltan para comprobar que lo que dice Maddie es verdad: la bebé parece una muñequita, tan linda...
- La más bella de todo el reino... -susurro hablándole a la bebé, impulsado por un acto reflejo.
La pequeña llora y doy un paso hacia atrás, como si la frase que dije la hubiera molestado. Maddie tranquiliza a su niña y no puedo creer que mi hermosa hija ahora es madre... Sus ojos tienen ojeras y algunas pequeñas arrugas. Envejece... Algún día será vieja, la bebé también será vieja, morirán, y nosotros seguiremos jovenes y llenos de vida... No quiero eso...
Pero Madeleine interrumpe mis cavilaciones al hablarme de su discusión con la Bruja.
Ese día toda la estabilidad de las relaciones entre los sabios y la Bruja se desvanecieron. Tuve que expulsar a mi propia hija de allí, antes que Ella le hiciera algo peor... ¡Hasta cuando va a llorar ese crío! Recuerdo al hijo de Brandon, chillando como nadie más podría hacerlo, aprovechando su condición de niño para hacer la situación más desesperante.
Entonces Maddie me pide que vaya a hablar con Athena. Iba a decirle que no, pero ella toma mis manos, y una lágrima recorre mi mejilla al recordar el calor de su piel, y no me puedo negar. Estoy recordando, pero en este sueño yo mismo decido que no me puedo negar. ¿Es lo que tenía que hacer no? Hablar con Athena... La colorina hace rato que ha dejado de ser de mi agrado. Ella y su madre creen dominar los mares, pero no son más que sus habitantes. Deberían agradecer que son peces que pueden hablar, y ya deberían aprender que la vida sobre tierra no les va para nada.
El sol me quema y estoy nuevamente descalzo, con la arena ensuciando mis pulcros pies, mientras me acerco a la roca donde ella tiene a su bebé en brazos:
- Maddie ya está fuera de este mundo. -digo con un sabor amargo en la boca- Pero de todas formas se ha enterado que una criatura de tu especie ha descubierto algo terrible. ¿Por qué la asustas y la haces sufrir con tus locuras? Creí que tu, ahora que tienes una hija que cuidar, dejarías en paz a la mía.
La observo unos momentos, temeroso de que su rostro vuelva a mostrarse cadavérico e irado, pero la curiosidad por ver a mi nietecita es más fuerte... Doy los pasos que faltan para comprobar que lo que dice Maddie es verdad: la bebé parece una muñequita, tan linda...
- La más bella de todo el reino... -susurro hablándole a la bebé, impulsado por un acto reflejo.
La pequeña llora y doy un paso hacia atrás, como si la frase que dije la hubiera molestado. Maddie tranquiliza a su niña y no puedo creer que mi hermosa hija ahora es madre... Sus ojos tienen ojeras y algunas pequeñas arrugas. Envejece... Algún día será vieja, la bebé también será vieja, morirán, y nosotros seguiremos jovenes y llenos de vida... No quiero eso...
Pero Madeleine interrumpe mis cavilaciones al hablarme de su discusión con la Bruja.
Ese día toda la estabilidad de las relaciones entre los sabios y la Bruja se desvanecieron. Tuve que expulsar a mi propia hija de allí, antes que Ella le hiciera algo peor... ¡Hasta cuando va a llorar ese crío! Recuerdo al hijo de Brandon, chillando como nadie más podría hacerlo, aprovechando su condición de niño para hacer la situación más desesperante.
Entonces Maddie me pide que vaya a hablar con Athena. Iba a decirle que no, pero ella toma mis manos, y una lágrima recorre mi mejilla al recordar el calor de su piel, y no me puedo negar. Estoy recordando, pero en este sueño yo mismo decido que no me puedo negar. ¿Es lo que tenía que hacer no? Hablar con Athena... La colorina hace rato que ha dejado de ser de mi agrado. Ella y su madre creen dominar los mares, pero no son más que sus habitantes. Deberían agradecer que son peces que pueden hablar, y ya deberían aprender que la vida sobre tierra no les va para nada.
El sol me quema y estoy nuevamente descalzo, con la arena ensuciando mis pulcros pies, mientras me acerco a la roca donde ella tiene a su bebé en brazos:
- Maddie ya está fuera de este mundo. -digo con un sabor amargo en la boca- Pero de todas formas se ha enterado que una criatura de tu especie ha descubierto algo terrible. ¿Por qué la asustas y la haces sufrir con tus locuras? Creí que tu, ahora que tienes una hija que cuidar, dejarías en paz a la mía.
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
Athena sonríe de forma enigmática. Un nacido de las Tierras Encantadas no puede huir, la sirena reina lo sabe. Y Madeleine es un caso especial… Su madre era una habitante pura. La copito estaba atada a las Tierras Encantadas lo quisiera o no el “Oh, miradme, soy el mega poderoso líder de los sabios”.
–Usted mejor que nadie debería saber que no se puede escapar tan fácil de estos lares. – aunque tal vez estuviese equivocada y el Sabio realmente no era tan sabio como creía.
Las palabras del humano le dan como una patada ahí en su zona más sensible, horriblemente doloroso. Y la hacen enfadar en partes iguales. Su expresión cambia, igual que la piel cercana a sus ojos, transformándose en una mirada del color del carbón y trozos de piel azulada como un pez. Simpático, si no fuese porque era como debía verse un depredador. Como se veía Mermaid.
–Tú qué sabes. –sisea, tomando con fuerzas a su pequeña hija entre sus brazos. Un gesto instintivo y protector. –He hablado con Maddie porque es mi amiga, te guste o no, y no la dejo en paz justamente por cuidar a mi Andrina.
La bebé de rubios cabellos, al oír su nombre, se aferra al pecho de su madre, logrando que Athena regrese a la normalidad. Igual de bella, pero más seria. No tiene tiempo para bromas ahora.
–Una de mis sirenas, efectivamente ha visto algo. –accede, mientras se arregla un mechón rebelde de su cabello rojo. –Como comprenderás, mi deber es informar primero a mi esposo, por ser el rey. –no agrega que en realidad, debería informar a Mermaid, pues sabe que su madre no es del agrado del Sabio. –pero sé que él diría que son tonterías.
Tritón era un buen tritón, valga la redundancia, solo que no creía en lo mismo que su esposa. Era un macho puramente lógico, no creía ni en la magia, ni en poderes místicos. Irónico que se enamorase tanto de una aprendiz de brujo.
Athena soportaba esa falta de fe en su marido casi siempre, pero ahora no era momento de ver para creer. Algo estaba pasando, algo malo, y la sirena no esperaría a que fuese tarde para hacer algo.
–Como sabrás, nuestros dominios se extienden por todo el océano, comenzando por las costas de Marshovia hasta llegar al límite del mundo. –no consideraba necesario dar clases de geografía a un “Sabio”, pero Athena lo veía como un hombre de Tierra y esos hombres, normalmente, poco sabían de esos datos. Como que el mundo es plano… pero volvamos a la conversación. –Mis sirenas tienen prohibido acercarse a esa área, siguiendo las órdenes que tu Señora nos dio hace años.
Athena es leal a la Bruja gran parte del tiempo y considera dicha orden algo lógico. ¿Quién querría acercarse al límite del mundo, corriendo el riesgo de caer? Decían que una vez que caes, no puedes regresar.
–Pero esta sirena en especial es un poco… rebelde –sobrina de Tritón, increíblemente. Y muy joven. Athena estaba sorprendida de que una niña pudiese nadar tanto sin cansarse. –Algo que ahora mismo es bastante útil…
La pelirroja sabe que está dando vueltas sin llegar siquiera a dar información útil, pero es que se encuentra nerviosa. No sabe cómo actuar ahora.
–Ella dijo que no hay nada. –dijo al fin.
La sola mirada del Sabio hace que Athena suelte un bufido exasperado. ¿Qué no comprendía la gravedad de semejante asunto, la gravedad de su revelación? No se trataba ahora de que los humanos y las sirenas eran hostiles los unos con los otros (perfectamente comprensible, si uno era la cena del otro), se trataba de las Tierras Encantadas, el mundo donde vivían y del cual no podían salir. Debía comprender...
–Nada, Mirror, ¡nada! –insiste, perdiendo su escasa paciencia. –No hay luz, ni mar… No hay nada. Es la Nada…
Y Athena, en calidad de hija de un casi nativo, sabía lo que eso significaba. El poder de la Bruja se estaba debilitando a un nivel critico como para que desapareciera un trozo de Tierra.
–Usted mejor que nadie debería saber que no se puede escapar tan fácil de estos lares. – aunque tal vez estuviese equivocada y el Sabio realmente no era tan sabio como creía.
Las palabras del humano le dan como una patada ahí en su zona más sensible, horriblemente doloroso. Y la hacen enfadar en partes iguales. Su expresión cambia, igual que la piel cercana a sus ojos, transformándose en una mirada del color del carbón y trozos de piel azulada como un pez. Simpático, si no fuese porque era como debía verse un depredador. Como se veía Mermaid.
–Tú qué sabes. –sisea, tomando con fuerzas a su pequeña hija entre sus brazos. Un gesto instintivo y protector. –He hablado con Maddie porque es mi amiga, te guste o no, y no la dejo en paz justamente por cuidar a mi Andrina.
La bebé de rubios cabellos, al oír su nombre, se aferra al pecho de su madre, logrando que Athena regrese a la normalidad. Igual de bella, pero más seria. No tiene tiempo para bromas ahora.
–Una de mis sirenas, efectivamente ha visto algo. –accede, mientras se arregla un mechón rebelde de su cabello rojo. –Como comprenderás, mi deber es informar primero a mi esposo, por ser el rey. –no agrega que en realidad, debería informar a Mermaid, pues sabe que su madre no es del agrado del Sabio. –pero sé que él diría que son tonterías.
Tritón era un buen tritón, valga la redundancia, solo que no creía en lo mismo que su esposa. Era un macho puramente lógico, no creía ni en la magia, ni en poderes místicos. Irónico que se enamorase tanto de una aprendiz de brujo.
Athena soportaba esa falta de fe en su marido casi siempre, pero ahora no era momento de ver para creer. Algo estaba pasando, algo malo, y la sirena no esperaría a que fuese tarde para hacer algo.
–Como sabrás, nuestros dominios se extienden por todo el océano, comenzando por las costas de Marshovia hasta llegar al límite del mundo. –no consideraba necesario dar clases de geografía a un “Sabio”, pero Athena lo veía como un hombre de Tierra y esos hombres, normalmente, poco sabían de esos datos. Como que el mundo es plano… pero volvamos a la conversación. –Mis sirenas tienen prohibido acercarse a esa área, siguiendo las órdenes que tu Señora nos dio hace años.
Athena es leal a la Bruja gran parte del tiempo y considera dicha orden algo lógico. ¿Quién querría acercarse al límite del mundo, corriendo el riesgo de caer? Decían que una vez que caes, no puedes regresar.
–Pero esta sirena en especial es un poco… rebelde –sobrina de Tritón, increíblemente. Y muy joven. Athena estaba sorprendida de que una niña pudiese nadar tanto sin cansarse. –Algo que ahora mismo es bastante útil…
La pelirroja sabe que está dando vueltas sin llegar siquiera a dar información útil, pero es que se encuentra nerviosa. No sabe cómo actuar ahora.
–Ella dijo que no hay nada. –dijo al fin.
La sola mirada del Sabio hace que Athena suelte un bufido exasperado. ¿Qué no comprendía la gravedad de semejante asunto, la gravedad de su revelación? No se trataba ahora de que los humanos y las sirenas eran hostiles los unos con los otros (perfectamente comprensible, si uno era la cena del otro), se trataba de las Tierras Encantadas, el mundo donde vivían y del cual no podían salir. Debía comprender...
–Nada, Mirror, ¡nada! –insiste, perdiendo su escasa paciencia. –No hay luz, ni mar… No hay nada. Es la Nada…
Y Athena, en calidad de hija de un casi nativo, sabía lo que eso significaba. El poder de la Bruja se estaba debilitando a un nivel critico como para que desapareciera un trozo de Tierra.
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Bruja del Tiempo
Señora de las Tierras Encantadas
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
No me muevo ni un centímetro cuando ella adquiere los tonos celestes de la muerte. Soy el Jefe de los Sabios y sé defenderme de las criaturas de las Tierras Encantadas. Sin embargo, me perturban sus palabras, recordándome los lazos que unen a los diferentes seres a estas tierras:
- Ya he hecho un acuerdo especial en el caso de Maddie... -digo tratando casi con éxito mantener un tono neutro, pero fue una pelea verbal que desgastó demasiado mi relación con la Bruja del Tiempo. Un gran sacrificio que no hubiera hecho por nadie más que no fuera mi querida hija.
Aprieto mi puño porque sé que lo que dice es verdad: Maddie la quiere demasiado. Torpe de mi hija, tan dulce, tan amistosa, que no ve los peligros en los demás. ¡Cuántas veces le dije lo peligroso de juntarse con criaturas del mar! Pero ella insistía, con el apoyo de Nívea, otra dulce ingenua, encontrándose con seres que podían devorarla sin miramientos.
La criatura abraza a su bebé, cuya cabecita sería bella si tuviera piernecitas de bebé en vez de cola de pez, y el celeste letal se evapora de su piel. Ella me empieza a hablar, y entonces me preocupo, porque cree que lo que me tiene que comunicar es muy importante, tanto así que supera las barreras de nuestra natural antipatía. Y cuando dos enemigos hacen una tregua, es porque hay un tercero enemigo aún mayor, que compromete a ambos más allá de los odios normales.
Oigo callado como habla mal de su marido, una de las pocas criaturas del mar con quién puedo tener una charla agradable. Dotado de un sentido común raro para un pez, me tranquiliza mucho que sea él quien cargue el cetro de Atlántida. Alguien cuerdo al mando siempre se agradece.
Sigo atento a sus palabras, esperando en cuál momento lo que Tritón pensaría que son tonterías representan una amenaza para todos. Mi boca dibuja una pequeña mueca al oír las explicaciones de geografía, puesto que he dibujado muchos mapas en mi despacho, pero le dejo hablar, presintiendo que si la interrumpo no sabré el peligro que ella me quiere comunicar.
- Nívea sólo piensa en el bien de los demás... -complemento su observación, con un deje de desilusión, pues aunque la amo, no apruebo el que sea ciega para los defectos de los demás. Pero quizás es por ello que la elegí como mi compañera... Y no me arrepiento de mi elección.
Entonces regreso a las palabras de la sirena, que concluye tanto misterio con un comentario sin sentido. La observo, sin poder ocultar mi enojo por la pérdida de tiempo. ¿Es que acaso cree que ser uno de los Sabios es sólo sentarse a leer cuentos? Todos tenemos muchas cosas que hacer, por el bienestar de todos en general, y de nuestras familias en particular.
- ¿Asustas a Madeleine y me haces venir aqui por "nada"? -le observo perdiendo la paciencia y mirando hacia arriba, porque necesitaré ayuda divina para no decirle lo que pienso realmente. Pero ella insiste en "la nada".
Entonces mis ojos grises regresan a sus ojos celestes:
- Vacío... Es imposible, porque la Bruja se encarga de completar todos los rincones de las Tierras Encantadas con su magia... -respondo mecánico, como repitiendo un discurso, mientras la verdad de lo que me ha comunicado me empieza a alertar: ¿Acaso se está debilitando la gran magia que sostiene todo este mundo?- Es imposible... -repito queriendo que con mis palabras se elimine la amenaza, sin embargo, algo en mi interior me dice que es lo más acertado que ha dicho la sirena.
- Tengo que verlo con mis propios ojos para creerlo, porque puede que sea todo un invento tuyo o de tu madre para desorganizar nuestra sociedad perfecta. -concluyo sabiendo que la enfureceré, sin embargo, necesito tiempo para creer en la terrible noticia que me ha dado.
- Ya he hecho un acuerdo especial en el caso de Maddie... -digo tratando casi con éxito mantener un tono neutro, pero fue una pelea verbal que desgastó demasiado mi relación con la Bruja del Tiempo. Un gran sacrificio que no hubiera hecho por nadie más que no fuera mi querida hija.
Aprieto mi puño porque sé que lo que dice es verdad: Maddie la quiere demasiado. Torpe de mi hija, tan dulce, tan amistosa, que no ve los peligros en los demás. ¡Cuántas veces le dije lo peligroso de juntarse con criaturas del mar! Pero ella insistía, con el apoyo de Nívea, otra dulce ingenua, encontrándose con seres que podían devorarla sin miramientos.
La criatura abraza a su bebé, cuya cabecita sería bella si tuviera piernecitas de bebé en vez de cola de pez, y el celeste letal se evapora de su piel. Ella me empieza a hablar, y entonces me preocupo, porque cree que lo que me tiene que comunicar es muy importante, tanto así que supera las barreras de nuestra natural antipatía. Y cuando dos enemigos hacen una tregua, es porque hay un tercero enemigo aún mayor, que compromete a ambos más allá de los odios normales.
Oigo callado como habla mal de su marido, una de las pocas criaturas del mar con quién puedo tener una charla agradable. Dotado de un sentido común raro para un pez, me tranquiliza mucho que sea él quien cargue el cetro de Atlántida. Alguien cuerdo al mando siempre se agradece.
Sigo atento a sus palabras, esperando en cuál momento lo que Tritón pensaría que son tonterías representan una amenaza para todos. Mi boca dibuja una pequeña mueca al oír las explicaciones de geografía, puesto que he dibujado muchos mapas en mi despacho, pero le dejo hablar, presintiendo que si la interrumpo no sabré el peligro que ella me quiere comunicar.
- Nívea sólo piensa en el bien de los demás... -complemento su observación, con un deje de desilusión, pues aunque la amo, no apruebo el que sea ciega para los defectos de los demás. Pero quizás es por ello que la elegí como mi compañera... Y no me arrepiento de mi elección.
Entonces regreso a las palabras de la sirena, que concluye tanto misterio con un comentario sin sentido. La observo, sin poder ocultar mi enojo por la pérdida de tiempo. ¿Es que acaso cree que ser uno de los Sabios es sólo sentarse a leer cuentos? Todos tenemos muchas cosas que hacer, por el bienestar de todos en general, y de nuestras familias en particular.
- ¿Asustas a Madeleine y me haces venir aqui por "nada"? -le observo perdiendo la paciencia y mirando hacia arriba, porque necesitaré ayuda divina para no decirle lo que pienso realmente. Pero ella insiste en "la nada".
Entonces mis ojos grises regresan a sus ojos celestes:
- Vacío... Es imposible, porque la Bruja se encarga de completar todos los rincones de las Tierras Encantadas con su magia... -respondo mecánico, como repitiendo un discurso, mientras la verdad de lo que me ha comunicado me empieza a alertar: ¿Acaso se está debilitando la gran magia que sostiene todo este mundo?- Es imposible... -repito queriendo que con mis palabras se elimine la amenaza, sin embargo, algo en mi interior me dice que es lo más acertado que ha dicho la sirena.
- Tengo que verlo con mis propios ojos para creerlo, porque puede que sea todo un invento tuyo o de tu madre para desorganizar nuestra sociedad perfecta. -concluyo sabiendo que la enfureceré, sin embargo, necesito tiempo para creer en la terrible noticia que me ha dado.
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
–No importa cuántos acuerdos haga, ella seguirá atada a este mundo. ¿O se cree que ella es la primera en salir amenazando con no volver? – toma un mechón de cabello entre sus dedos, distraída por el tema que está tratando. –Y si el acuerdo lo hizo con esa Bruja que dice controla el tiempo… No hace una diferencia. Ella podrá controlar el tiempo, pero no puede cortar los lazos de la magia antigua.
Idiotas todos, que se creían superiores por gobernar ahora. Los nativos por algo tenían ese nombre. Habían nacido allí, conocían todo y sabían que hacer y que no. Y si bien Athena nació mucho después de todo el tema de la Bruja del Tiempo y la conquista, conoce la verdad y cuenta con un instinto infalible.
–Nivea es una traidora a los suyos, que algún día recibirá su castigo. –corrige, dejando en claro lo que pensaba de la reina de M’apple, quien si bien fue agradable con ella durante años, también tiene sus rencillas con la hija de Mermaid. –Casarse con un Sabio, dar a luz a sus hijos… Totalmente indigno para una nativa con esos dones. Al menos es la reina de las tierras que por derecho le pertenecen, o ya estaría muerta a estas alturas…
Sonríe cuando él parece comprender. La nada. Algo estaba fallando en la magia de esa Bruja que se atrevió a jugar con algo que no conocía. Siempre pasa, llega alguien que, cegado por el deseo de poder, se apodera de la esencia misma de las Tierras Encantadas pensando que puede controlarlo. El problema es que esa Bruja se había excedido y ahora todos dependían de ella. Desgracias pasan cuando un aparecido se queda con algo que no le pertenece, Athena lo sabe muy bien.
–La Bruja es solo una humana con mucho poder. Hasta ella puede debilitarse, sobre todo porque controla algo muy… cambiante. –la bebé exigió un momento su atención, ganándose una sonrisa de parte de su madre. –Y la fuente de su poder siquiera es algo que provenga de las Tierras Encantadas. ¿Cuánto tiempo cree que nos queda para sucumbir ante ese cambio que sucede en el Mundo Real?
Las últimas palabras del sabio no la enfadan, no. La enfurecen suficiente para que el mar se torne bravo a sus espaldas, una tormenta creándose a lo lejos. ¡¿Sociedad perfecta?! ¡Lo que ellos tenían era una tiranía asquerosa! Controlar sueños, esperanzas y miedos, solo para estar arriba de todos, no era perfección. No para todos.
–¡Tú que sabes de sociedades perfectas, cuando destruiste la nuestra! –y no es una pregunta, es una afirmación. –Asesinaron y saquearon nuestras sociedades, para coronarse como los únicos dignos de gobernar. Y saben que vencieron solo porque la mayoría de los nativos no tenían idea de cómo defenderse. ¡Éramos una sociedad pacifica! ¡Nosotros éramos la sociedad perfecta!
Hubiese continuado de no ser por la voz que oye en su cabeza (sí, es algo de familia). Calma. No es momento de luchar. Aun queda mucho por hacer… la paz regresa al mar, aunque no por obra de Athena. Es Tritón quien lo hace, está acostumbrado a los cambios de humor de las sirenas, sobre todo los de su esposa, así que siempre está preparado para casos especiales. Son los instintos, nada más, decía para defenderla.
–Si desea ir a ver la nada, le aconsejo que le pida ayuda a su mujer. –cierra sus ojos al decir esto, cansada. Controlar las mareas suele dejarla en ese estado. –Ella conoce tan bien como yo las rutas marítimas más seguras, y así nos aseguramos que mis sirenas no ataquen su embarcación… No queremos que le pase algo, Gran Sabio. – esto último lo dice con un tono cargado de ironía. –Yo no voy a ayudar más a los suyos. Bastante tengo con haberles informado.
Hace una inclinación y de un salto regresa al agua, la cual la recibe con delicadeza. Al ser su medio, agregado al hecho de que es una de las sirenas más veloces, en unos cuantos segundos Athena desaparece de la vista.
Idiotas todos, que se creían superiores por gobernar ahora. Los nativos por algo tenían ese nombre. Habían nacido allí, conocían todo y sabían que hacer y que no. Y si bien Athena nació mucho después de todo el tema de la Bruja del Tiempo y la conquista, conoce la verdad y cuenta con un instinto infalible.
–Nivea es una traidora a los suyos, que algún día recibirá su castigo. –corrige, dejando en claro lo que pensaba de la reina de M’apple, quien si bien fue agradable con ella durante años, también tiene sus rencillas con la hija de Mermaid. –Casarse con un Sabio, dar a luz a sus hijos… Totalmente indigno para una nativa con esos dones. Al menos es la reina de las tierras que por derecho le pertenecen, o ya estaría muerta a estas alturas…
Sonríe cuando él parece comprender. La nada. Algo estaba fallando en la magia de esa Bruja que se atrevió a jugar con algo que no conocía. Siempre pasa, llega alguien que, cegado por el deseo de poder, se apodera de la esencia misma de las Tierras Encantadas pensando que puede controlarlo. El problema es que esa Bruja se había excedido y ahora todos dependían de ella. Desgracias pasan cuando un aparecido se queda con algo que no le pertenece, Athena lo sabe muy bien.
–La Bruja es solo una humana con mucho poder. Hasta ella puede debilitarse, sobre todo porque controla algo muy… cambiante. –la bebé exigió un momento su atención, ganándose una sonrisa de parte de su madre. –Y la fuente de su poder siquiera es algo que provenga de las Tierras Encantadas. ¿Cuánto tiempo cree que nos queda para sucumbir ante ese cambio que sucede en el Mundo Real?
Las últimas palabras del sabio no la enfadan, no. La enfurecen suficiente para que el mar se torne bravo a sus espaldas, una tormenta creándose a lo lejos. ¡¿Sociedad perfecta?! ¡Lo que ellos tenían era una tiranía asquerosa! Controlar sueños, esperanzas y miedos, solo para estar arriba de todos, no era perfección. No para todos.
–¡Tú que sabes de sociedades perfectas, cuando destruiste la nuestra! –y no es una pregunta, es una afirmación. –Asesinaron y saquearon nuestras sociedades, para coronarse como los únicos dignos de gobernar. Y saben que vencieron solo porque la mayoría de los nativos no tenían idea de cómo defenderse. ¡Éramos una sociedad pacifica! ¡Nosotros éramos la sociedad perfecta!
Hubiese continuado de no ser por la voz que oye en su cabeza (sí, es algo de familia). Calma. No es momento de luchar. Aun queda mucho por hacer… la paz regresa al mar, aunque no por obra de Athena. Es Tritón quien lo hace, está acostumbrado a los cambios de humor de las sirenas, sobre todo los de su esposa, así que siempre está preparado para casos especiales. Son los instintos, nada más, decía para defenderla.
–Si desea ir a ver la nada, le aconsejo que le pida ayuda a su mujer. –cierra sus ojos al decir esto, cansada. Controlar las mareas suele dejarla en ese estado. –Ella conoce tan bien como yo las rutas marítimas más seguras, y así nos aseguramos que mis sirenas no ataquen su embarcación… No queremos que le pase algo, Gran Sabio. – esto último lo dice con un tono cargado de ironía. –Yo no voy a ayudar más a los suyos. Bastante tengo con haberles informado.
Hace una inclinación y de un salto regresa al agua, la cual la recibe con delicadeza. Al ser su medio, agregado al hecho de que es una de las sirenas más veloces, en unos cuantos segundos Athena desaparece de la vista.
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Bruja del Tiempo
Señora de las Tierras Encantadas
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
Niego con mi cabeza, rechazando las palabras de Athena. ¿Cómo se le ocurre amenazar a mi dulce Nívea? Cierro mis puños, pero no me atrevo a acercarme, aguantándome solo porque ella tiene en brazos a un bebé inocente de su origen.
- Me extraña entonces que seas amiga de alguien cuyo padre es tan indigno para tí. -le digo haciendo alusión a su amistad con mi hija Madeleine.
Pero la sirena, muy convenientemente, prosigue a explicarme la debilitación de la Bruja del Tiempo:
- Si, es cierto que la fuente de su poder está en el Mundo Real, y por ello su fuente es inagotable. -Le respondo serio- Nuestra base en Londres está protegida con guardias y magia: Nadie entra sin autorización. Si hubiera pasado algo raro ya me habrían informado. -agrego tratando de aparentar confianza, sin embargo, su denuncia no deja de ser infundada: Ya son varios los años que hemos vivido sin envejecer gracias a su poder, y son muchos más los años que ella tiene de vida propia. ¿Estará llegando al final de su ciclo?
Doy un paso hacia atrás como un acto reflejo al ver el mar levantarse. ¿Acaso se atrevería de hacerme daño la sirena?
- ¡Tú que sabes de sociedades perfectas, cuando destruiste la nuestra! Asesinaron y saquearon nuestras sociedades, para coronarse como los únicos dignos de gobernar. Y saben que vencieron solo porque la mayoría de los nativos no tenían idea de cómo defenderse. ¡Éramos una sociedad pacifica! ¡Nosotros éramos la sociedad perfecta!
Escucho callado su furia. Los llamados "nativos" no son más que seres secundarios, que empezaron a vivir sólo cuando las personas del Mundo Real supieron de su existencia. Quiero decirle eso, pero no quiero terminar esta conversación mojado y sin oxígeno. No seria uno de los Sabios Consejeros si no supiera cuando hay oídos sordos...
E hice bien en callarme, que la sirena se recompuso, y el mar le siguió. Lo que me extraña es la bestialidad de su raza, puesto que su bebé ni se inmutó con todo el despliegue de furia de su madre. Realmente tienen sangre fría...
Entonces, de pronto retoma el tema más importante: La nada. Me aconseja que Nívea me guíe y se va. ¿Se despide? Por supuesto que no.
Repito sus palabras en mi cabeza y me crispo, porque cada palabra suya me demuestra su desprecio. Pero en realidad, ella y los suyos no me importan, aunque el peligro si nos compromete a todos...
***
- ¡Aaah! -me duele el pecho... Mi cadavérica Maddie hunde la espada más y más profundamente, tanto que creo que me está prendiendo contra la pared...
***
El día está perfecto para navegar. Desde la proa abrazo a Nívea mientras un grupo de delfines nos alegra el camino. Las nubes están altas, lo que según el capitán es señal de buen tiempo.
- ¿Cuánto crees que falta para que lleguemos al punto que indicó la sirena? -pregunto luego de besar la pálida y suave mejilla de mi señora.
- Me extraña entonces que seas amiga de alguien cuyo padre es tan indigno para tí. -le digo haciendo alusión a su amistad con mi hija Madeleine.
Pero la sirena, muy convenientemente, prosigue a explicarme la debilitación de la Bruja del Tiempo:
- Si, es cierto que la fuente de su poder está en el Mundo Real, y por ello su fuente es inagotable. -Le respondo serio- Nuestra base en Londres está protegida con guardias y magia: Nadie entra sin autorización. Si hubiera pasado algo raro ya me habrían informado. -agrego tratando de aparentar confianza, sin embargo, su denuncia no deja de ser infundada: Ya son varios los años que hemos vivido sin envejecer gracias a su poder, y son muchos más los años que ella tiene de vida propia. ¿Estará llegando al final de su ciclo?
Doy un paso hacia atrás como un acto reflejo al ver el mar levantarse. ¿Acaso se atrevería de hacerme daño la sirena?
- ¡Tú que sabes de sociedades perfectas, cuando destruiste la nuestra! Asesinaron y saquearon nuestras sociedades, para coronarse como los únicos dignos de gobernar. Y saben que vencieron solo porque la mayoría de los nativos no tenían idea de cómo defenderse. ¡Éramos una sociedad pacifica! ¡Nosotros éramos la sociedad perfecta!
Escucho callado su furia. Los llamados "nativos" no son más que seres secundarios, que empezaron a vivir sólo cuando las personas del Mundo Real supieron de su existencia. Quiero decirle eso, pero no quiero terminar esta conversación mojado y sin oxígeno. No seria uno de los Sabios Consejeros si no supiera cuando hay oídos sordos...
E hice bien en callarme, que la sirena se recompuso, y el mar le siguió. Lo que me extraña es la bestialidad de su raza, puesto que su bebé ni se inmutó con todo el despliegue de furia de su madre. Realmente tienen sangre fría...
Entonces, de pronto retoma el tema más importante: La nada. Me aconseja que Nívea me guíe y se va. ¿Se despide? Por supuesto que no.
Repito sus palabras en mi cabeza y me crispo, porque cada palabra suya me demuestra su desprecio. Pero en realidad, ella y los suyos no me importan, aunque el peligro si nos compromete a todos...
***
- ¡Aaah! -me duele el pecho... Mi cadavérica Maddie hunde la espada más y más profundamente, tanto que creo que me está prendiendo contra la pared...
***
El día está perfecto para navegar. Desde la proa abrazo a Nívea mientras un grupo de delfines nos alegra el camino. Las nubes están altas, lo que según el capitán es señal de buen tiempo.
- ¿Cuánto crees que falta para que lleguemos al punto que indicó la sirena? -pregunto luego de besar la pálida y suave mejilla de mi señora.
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
A la reina de M’Apple, invernal desde la punta de sus pies pálidos hasta su cabello platinado, no le agrada demasiado el calor. Tiene todo el sentido del mundo si piensas en como un cubo de hielo se derrite por el sol. Pero Nivea no es como un trozo de hielo, y por su esposo e hijos es capaz de cualquier cosa, incluyendo navegar bajo el sol en un mar eterno.
Incluso le agrada estar ahí con su esposo, a solas (si no contabas al buen capitán), sin tener que comportarse demasiado. Era lo único que detestaba de su mundo nuevo; comportarse con seriedad. A la copito mayor le gustaba jugar con nieve, crear tormentas de grandes proporciones y nadar desnuda en lagos cuyas temperaturas matarían a un ser humano. Cosas que no iban con el cargo… ni el suyo, ni el de su esposo.
Sonríe al sentir su abrazo, aunque no es la sonrisa más… expresiva que ha tenido, es suficiente para ella. No necesita más que eso para demostrar a Mirror que le agrada el contacto.
–No debe faltar mucho, mi señor. –responde tras volver a abrir sus ojos, los cuales había cerrado ante el beso de su esposo. –Según recuerdo tardábamos poco más de medio día en llegar, y ya llevamos unas largas horas navegando. Tal vez en media hora estemos viendo el límite…
Por supuesto, sus conocimientos son relativos. Ella es una ninfa invernal, nació al otro lado del mundo. Pero parece no ser de importancia si tienes buena memoria. No, no la individual, la colectiva. La memoria de todos los nativos. Alguno de ellos sabía cómo llegar a cierto sitio y ahora los descendientes también lo sabían.
–A Blanca le ha salido su primer diente y ya va por el segundo… Maddie no sabe qué hacer con eso, como ya no tiene magia no puede hacer que la pequeña se calme. Pero Circe le enseñó a usar hierbas y otros brebajes, así que la niña está mejor.
Es un comentario que nada tiene que ver con barcos ni distancias, y sin embargo tiene mucho sentido. Los abuelos hablan de sus nietos a diario, ¿no? Que ellos no sean los mejores abuelos del mundo no significa nada. Y Nivea cree que a su esposo le agrada saber de su nieta, sobre todo por ser hija de Maddie. Y porque muchas veces no puede saberlo por si mismo.
Nivea ya no está enfadada con su esposo por lo que pasó años atrás, cuando tuvieron que sacar a Madeleine de las Tierras Encantadas casi a la fuerza. En el fondo nunca estuvo enfadada… Solo necesitaba que él hablase con su hija, que volviese a ser el hombre temerario del que se enamoró. No el lame tacones de la Bruja.
Incluso le agrada estar ahí con su esposo, a solas (si no contabas al buen capitán), sin tener que comportarse demasiado. Era lo único que detestaba de su mundo nuevo; comportarse con seriedad. A la copito mayor le gustaba jugar con nieve, crear tormentas de grandes proporciones y nadar desnuda en lagos cuyas temperaturas matarían a un ser humano. Cosas que no iban con el cargo… ni el suyo, ni el de su esposo.
Sonríe al sentir su abrazo, aunque no es la sonrisa más… expresiva que ha tenido, es suficiente para ella. No necesita más que eso para demostrar a Mirror que le agrada el contacto.
–No debe faltar mucho, mi señor. –responde tras volver a abrir sus ojos, los cuales había cerrado ante el beso de su esposo. –Según recuerdo tardábamos poco más de medio día en llegar, y ya llevamos unas largas horas navegando. Tal vez en media hora estemos viendo el límite…
Por supuesto, sus conocimientos son relativos. Ella es una ninfa invernal, nació al otro lado del mundo. Pero parece no ser de importancia si tienes buena memoria. No, no la individual, la colectiva. La memoria de todos los nativos. Alguno de ellos sabía cómo llegar a cierto sitio y ahora los descendientes también lo sabían.
–A Blanca le ha salido su primer diente y ya va por el segundo… Maddie no sabe qué hacer con eso, como ya no tiene magia no puede hacer que la pequeña se calme. Pero Circe le enseñó a usar hierbas y otros brebajes, así que la niña está mejor.
Es un comentario que nada tiene que ver con barcos ni distancias, y sin embargo tiene mucho sentido. Los abuelos hablan de sus nietos a diario, ¿no? Que ellos no sean los mejores abuelos del mundo no significa nada. Y Nivea cree que a su esposo le agrada saber de su nieta, sobre todo por ser hija de Maddie. Y porque muchas veces no puede saberlo por si mismo.
Nivea ya no está enfadada con su esposo por lo que pasó años atrás, cuando tuvieron que sacar a Madeleine de las Tierras Encantadas casi a la fuerza. En el fondo nunca estuvo enfadada… Solo necesitaba que él hablase con su hija, que volviese a ser el hombre temerario del que se enamoró. No el lame tacones de la Bruja.
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Bruja del Tiempo
Señora de las Tierras Encantadas
Re: Suenan las campanas… {Flashback; Espejo Mágico}
Suspiro hondo. Lo que daría porque éste fuera un simple paseo, junto a la inmejorable compañía de la mujer que amo... Sin embargo, vinimos a corroborar las palabras de una sirena, en su territorio. ¿Qué nos garantiza que no nos lanzará una de sus criaturas para destrozar el barco?
Abrazo fuerte a Nívea, no porque tenga miedo de que muera, que algo me dice que podría sobrevivir en estas aguas cálidas para ella, sino porque tengo miedo de que todo lo que hemos construido se muera.
"No hay luz, ni mar… No hay nada. Es la Nada…"
¿Cómo puede haber una "nada"? Hasta los inhóspitos desiertos tienen muchas cosas, aunque no sea vida. ¡Maldita sirena con sus chismes! "No debí hacerle caso." pienso preocupado al limpiar una gota de sudor en la perfecta frente de Nívea. Su piel es tan suave... A veces me pregunto si cometí un pecado en desposarla, que las criaturas celestiales no deberían unirse a las terrenales. ¿Rompímos algún código profundo con nuestro amor?
Pero Maddie no fue un error: Hermosa niña... me acuerdo lo temeroso que estuve de tomarla en brazos la primera vez. Siempre ese miedo tácito a romper algo tan delicado...
- A Blanca le ha salido su primer diente y ya va por el segundo… Maddie no sabe qué hacer con eso, como ya no tiene magia no puede hacer que la pequeña se calme. Pero Circe le enseñó a usar hierbas y otros brebajes, así que la niña está mejor.
- ¿Ya tiene dientes? -pregunto sorprendido por cómo ha volado el tiempo. Mi pequeña ahora tiene una pequeña... La única vez que la he visto pude observar lo parecida que era con mi querida Maddie. Nívea me insistía que se parecía también a mí, pero le dejaba hablar para no contrariarla, ya que tanto Maddie como su hija tienen toda su gracia y femeneidad. Admito que mi nieta tiene el mismo color de mis ojos, pero sólo eso.- Entonces la inconstante de Circe al final ha resultado una buena madrina... No puedo negar que Maddie es más sabia que "nosotros".
En el Consejo, la mayoría siempre cuchichea en contra de las damas que practican hechicería. Por más que lo nieguen, siempre oigo comentarios peyorativos, lamentablemente justificados con actos sin lógica de parte de algunas de esas damas, pero Maddie siempre traspasó esas barreras: igual que Nívea, siempre confió ciegamente en seres peligrosos, como esa Athena, sirena que me tiene lejos del Consejo en estos instantes...
- ¡Tierra a la vista! -grita de pronto un marino desde lo alto. Nos acercamos a la barandilla y estupefactos observamos "la tierra" que el joven ha visto desde arriba. El mar no se agita a su alrededor, pero hay un punto oscuro, como cubierto de niebla, que se destaca en el horizonte.
Abrazo fuerte a Nívea, no porque tenga miedo de que muera, que algo me dice que podría sobrevivir en estas aguas cálidas para ella, sino porque tengo miedo de que todo lo que hemos construido se muera.
"No hay luz, ni mar… No hay nada. Es la Nada…"
¿Cómo puede haber una "nada"? Hasta los inhóspitos desiertos tienen muchas cosas, aunque no sea vida. ¡Maldita sirena con sus chismes! "No debí hacerle caso." pienso preocupado al limpiar una gota de sudor en la perfecta frente de Nívea. Su piel es tan suave... A veces me pregunto si cometí un pecado en desposarla, que las criaturas celestiales no deberían unirse a las terrenales. ¿Rompímos algún código profundo con nuestro amor?
Pero Maddie no fue un error: Hermosa niña... me acuerdo lo temeroso que estuve de tomarla en brazos la primera vez. Siempre ese miedo tácito a romper algo tan delicado...
- A Blanca le ha salido su primer diente y ya va por el segundo… Maddie no sabe qué hacer con eso, como ya no tiene magia no puede hacer que la pequeña se calme. Pero Circe le enseñó a usar hierbas y otros brebajes, así que la niña está mejor.
- ¿Ya tiene dientes? -pregunto sorprendido por cómo ha volado el tiempo. Mi pequeña ahora tiene una pequeña... La única vez que la he visto pude observar lo parecida que era con mi querida Maddie. Nívea me insistía que se parecía también a mí, pero le dejaba hablar para no contrariarla, ya que tanto Maddie como su hija tienen toda su gracia y femeneidad. Admito que mi nieta tiene el mismo color de mis ojos, pero sólo eso.- Entonces la inconstante de Circe al final ha resultado una buena madrina... No puedo negar que Maddie es más sabia que "nosotros".
En el Consejo, la mayoría siempre cuchichea en contra de las damas que practican hechicería. Por más que lo nieguen, siempre oigo comentarios peyorativos, lamentablemente justificados con actos sin lógica de parte de algunas de esas damas, pero Maddie siempre traspasó esas barreras: igual que Nívea, siempre confió ciegamente en seres peligrosos, como esa Athena, sirena que me tiene lejos del Consejo en estos instantes...
- ¡Tierra a la vista! -grita de pronto un marino desde lo alto. Nos acercamos a la barandilla y estupefactos observamos "la tierra" que el joven ha visto desde arriba. El mar no se agita a su alrededor, pero hay un punto oscuro, como cubierto de niebla, que se destaca en el horizonte.
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