¡Yo soy el contramaestre del Revenge! (Capitán Roberts)

Lugar: Puerto.

Camino por el bosque, apurado por llegar luego al Revenge. El sol avanza en el cielo, y no quiero retrasar la salida prevista para hoy, si el tiempo lo permitía. Y digo retrasar porque obviamente el Revenge no se iría a la mar sin el mejor contramaestre que ha tenido... ¡es decir, yo!

Con una gran sonrisa en la cara, camino riéndome de mi falta de modestia, ya que puedo ser bueno, pero el barco lleva muchos años de navegación y muchos marinos deben haber hecho bien su trabajo, ya que sigue allí, firme y seguro zurcando los mares.

Finalmente abandono el bosque y pronto me veo rodeado del bullicio normal del puerto. De inmediato localizo mi hogar flotante y me dirigo hacia él. Percibo que hay algo diferente, como el color de las velas, o el nivel de crustáceos pegados a la quilla, pero no me detengo a pensar en ello, ya que estoy cansado después de la larga noche y lo único que quiero ahora es llegar a mi camarote y descansar como Dios manda.

Empiezo a subir por el puente cuando uno de los piratas se acerca y me interrumpe el paso:

- ¿Qué os pasa Joey? -pregunto sonriendo, ya que es costumbre de los piratas hechar bromas. Pero él no me sonríe de vuelta y sigue en la misma posición, bloqueando el puente- ¡Déjame pasar que estoy cansado! -digo algo molesto, forzando mi cuerpo contra él. Sin embargo, él me empuja y por poco pierdo el equilibrio y caigo al agua- ¡Hey! -mi mano casi se fue a la empuñadura de la espada, pero detengo el movimiento, que no tengo necesidad de apuntar a un compañero. Creo.

Con preocupación me fijo que el alboroto ha llamado la atención de los demás piratas cercanos, juntando una "platea" en la barandilla del barco, y tras una rápida ojeada por sobre mi hombro, también hay dos al comienzo del puente:

- No me gusta para nada esta broma, Joey. -digo ya sin rastro de buen humor.

- No sé cómo diablos sabes mi nombre, pero "no cualquiera" puede entrar aquí. -me responde serio. Le miro el rostro y me fijo entonces que le falta la cicatriz en su rostro. Rápidamente veo que su brazo tampoco tiene el tatuaje de la sirena rubia. ¿Por qué?

- El contramaestre del Revenge no es un "cualquiera". -respondo sin abrir mucho los labios. Veo como él abre los ojos, y uno de los piratas de la barandilla empieza a reírse. No me gusta que se burlen de mí (que era la costumbre cuando era eqüino... bueno, ahora es mucho menos en todo caso) y encaro al rubio que se ríe- ¿Cuál es el chiste? ¡Quiero dormir y no me gusta que me estorben! -Ahora pillo desprevenido a Joey, por lo que mi empujón da resultado y avanzo en el puente mientras él se sujeta de las cuerdas para no caer. Lo malo es que los piratas de la barandilla forman un bloque nada amigable:

- Perry, LongJohn, ¿por qué me miran así? -pregunto francamente confundido, pues la hostilidad está tanto en los piratas desconocidos (¿cuándo los contrataron?) como en mis amigos. Ellos también me miran cada vez más extrañados, lo que no mejora para nada mi situación. Entonces el rubio que se reía me pregunta con aire burlón:

- ¿Estás seguro que eres el contramaestre del Revenge?

- ¡Por supuesto! -exclamo inflando mi pecho y mirándole con desafío.

- Imposible, porque el contramaestre soy yo. -me responde muy calmo, como si sus palabras fueran ciertas.

Enfurecido, me tiro a golpearlo, ya que batallé mucho para tener ese puesto: Soporté un duro entrenamiento, enfrenté el prejuicio de los demás, luché con valentía, me gané la confianza de los colegas, todo para merecer ser contramaestre. ¡Y no lo voy a perder por culpa de un recién llegado!

El rubio esquiva mis golpes y de pronto soy yo el que debe esquivar los golpes de los demás piratas. Tiro patadas y combos hasta que un dolor fuerte en mi cabeza me hace perder el equilibrio. Reducido y desarmado por los demás piratas, le miro con odio mientras siento una gota de sangre bajar por mi cabeza:

- Eres valiente, pero no tienes sesos. -me dice antes de hacer un gesto para que me lleven. ¿A dónde? Cuando abren la escotilla tengo la certeza que voy al calabozo. Entonces empiezo a tratar de liberarme, mientras grito:

- ¡Exijo ver al capitán Roberts! ¡Él me nombró contramaestre! -pero son muchos para que yo logre escapar. En el borde del desespero, intento otra estrategia- ¡Soy el amigo de Pony! ¿No se acuerdan de él? -Al parecer nadie dirá siquiera una palabra por el valiente caballito. ¡Esto sólo puede ser una pesadilla!

Ciertamente el que un maestro en la esgrima y manejo de la espada decidiera hacerse a la vida de un pirata no era una transición sencilla. Después de todo, si bien la parte relativa al mando que estaba asociada a mi posición como capitán en el Revenge no era algo que me complicase, sí habían cosas que como marinero tenía que entender y de las cuales apenas tenía idea alguna. Era verdad que la aventura que me había llevado hasta aquel punto me había dejado un poco menos ignorante al respecto, con conocimientos básicos sobre la navegación que había aprendido sobre la marcha de Vizzini y compartiendo responsabilidades con Fezzik mientras planeábamos el secuestro de la princesa Buttercup, pero eso como mucho me habría dejado al nivel del miembro más bajo de la tripulación del barco que ahora capitaneaba, por lo que había tenido que dedicarme a estudiar de la mano de Wesley todo lo posible referente a navegación, rutas marítimas, vientos, navíos y demás, lo cual solía dejarme con un dolor de cabeza para cuando llegaba la noche. Sin embargo, era el camino que había elegido para mí, así que le había puesto ganas y poco a poco había visto avances en mí mismo de los que me sentía orgulloso.

Siempre se llegaba hasta un punto en el que el conocimiento tenía que ponerse a prueba, claro, y como no siempre iba a poder depender de Wesley que eventualmente terminaría queriendo tomar tierra de una vez, aquel iba a representar el primer despliegue del Revenge del que me iba a hacer cargo. Había instruido que no se me molestase, y había pasado un par de días encerrado en mi camarote trazando líneas y planificando rutas que pudiésemos tomar, deteniéndome tan solo para comer y dormir. Mientras tanto, la tripulación se encargaba de reunir los últimos elementos necesarios para el viaje, provisiones, agua, pólvora y demás, así que el sonido de sus pies por la cubierta era algo a lo que estaba por demás acostumbrado.

Fue por eso que no presté demasiada atención al barullo que se fue haciendo oír a las afueras de su habitación, en la cubierta, aunque poco a poco éste fue incrementando en volumen e intensidad, por lo que conforme pasaban los momentos me fue siendo cada vez más difícil ignorarlo, hasta que llegó a ser imposible. Hastiado, di un golpe en mi escritorio con mi mano, asegurando los instrumentos que había estado usando antes de salir a ver de qué se trataba todo aquello. Para el momento en que finalmente llegué hasta la puerta del camarote se había convertido en un escándalo, y para cuando la abrí escuché que alguien exigía verme, soltando alguna tontería sobre haberle nombrado como contramaestre.

-¿Qué es lo que está pasando aquí?- exigí respuesta, alzando mi voz por sobre el ruido que iban produciendo ellos, logrando que se aquietasen por el momento, con todas las miradas vueltas hacia mí mientras me acercaba a la turba que se abría en respeto, dejando ver un individuo a quien jamás en mi vida había conocido, sujetado por los fuertes brazos de los hombres de mi tripulación.

Off: ¿"a quien jamás en mi vida había conocido"? o.0

Los piratas, ¡mis propios colegas de tantas aventuras!, me arrastran por la cubierta. Claro que yo no les hago la tarea fácil, ya que aunque el dolor de cabeza vaya en aumento, sigo moviéndome y pegándoles cuando puedo.

Sin embargo, el oír la voz de mi capitán hace que me tranquilice, ya que por fin alguien que sabe tanto sobre mí me ayudará a comprender este equívoco.

Y la tripulación también se silencia, y veo como se abre el pasillo para que él se acerque. Le sonrío, contento, pero la sonrisa se congela al ver que su mirada es la misma de los demás piratas: Desconfiada y nada amigable:

- ¡Capitán! ¡Por favor termine con este tormento! ¡Diga de una vez que soy el amigo del Pony y que usted me nombró contramaestre del Revenge! -le miro implorando que diga la verdad.

Lo que fuera que estuviera ocurriendo para ocasionar aquel escándalo, parecía estar centrado en el círculo o más bien montón de piratas que iba avanzando a paso algo interrumpido, y es que cuando me fui acercando me di cuenta de que el responsable de aquello estaba revolucionándose, golpeando a quien se ponía a su alcance.

Una cascada de risas roncas rompió sobre el individuo una vez que hubo hecho su pedido de ¿reconocimiento? No me extrañaba, e incluso me hizo sonreír un poco. ¿Que era amigo de un pony? Decididamente aquel hombre estaba algo ebrio, por lo menos. Lo más extraño era su declaración sobre una supuesta posición en la tripulación del Revenge.

-Contramaestre de mi barco... Wesley, no recuerdo haberte relevado de tu cargo, ¿es que acaso tanto nos embriagamos después del último botín?- pregunté, logrando una nueva carcajada de parte de la tripulación mientras Wesley lo negaba, igualmente riendo.

Risas. Siempre burlas. Una ira que no recordaba haber sentido toma posesión de mi. ¿Será eso algo que sólo los humanos sienten? Bueno, ahora en este cuerpo, lo siento yo también. O no... siempre el ser "diferente" me calificaba como el-que-debía-ser-molestado-por-los-demás. El sentimiento no es nuevo entonces, pero la intensidad...

Miro hacia el rubio con una mirada asesina, porque Wesley es el intruso en esta historia. Me "acalmo" lo suficiente para que los piratas que me sujetan se relajen, y aprovecho que Roberts le habla, para saltar de improviso, liberándome para pegarle. ¡Lástima que me hayan quitado mi espada! O sino, en vez de mi puño hubiera conocido su despedida de esta vida.

Sin embargo, no tengo tiempo de saborear mi triunfo, ya que nuevamente me sujetan y ahora sí que me voy a negro...

Las risas se cortaron de un instante a otro, cuando sin previo aviso el sujeto se soltó del agarre que aparentemente se había aflojado por parte de los piratas y se lanzó en contra de Wesley, que fue tomado por sorpresa y por ello se llevó un golpe al rostro, con una agresividad que casi rayaba en la locura. Por supuesto que él no lo dejó así y le devolvió uno en la quijada justo cuando volvían a sujetarlo, logrando dejarlo fuera de combate de una sola vez.

El humor se había marchado, y habían voces que pedían que lo mantuviésemos prisionero para que cuando estuviésemos en alta mar lo hiciésemos caminar por la plancha, dejándolo que se las arreglara con los tiburones que rondaban aquella área.

-Llévenselo al calabozo, asegúrense de encadenarlo y manténgalo a media ración de pan y agua. Ya decidiremos qué hacer con él- ordené, de manera bastante seria, y la tripulación ya había empezado a respetarme lo suficiente como para no contradecirme en lo absoluto. Después de todo, ya asumían que era el temido pirata Roberts.

Despierto con mi cuerpo magullado, me muevo para acomodarme cuando me doy cuenta que estoy acorrentado. Mi vista deja de estar borrosa y veo que estoy en el calabozo del Revenge. El suave movimiento y las quejas de las maderas me indican que estamos navegando, y los rayos de sol verticales me dicen que es mediodía.

Suelto un resoplido. Estoy preso en lo que hasta ayer era mi feliz hogar.

Escucho pasos y levanto la vista y veo que es mi capitán quién se acerca. La alegría se esfuma antes que mi rostro la demuestre, y suelto otro resoplido al recordar que quizás no debo llamarlo más así: me ha negado frente a los demás. Y no sólo él, TODOS me han negado, mirándome como si fuera un extraño. ¿Será ese Wesley un brujo? Porque sólo eso explicaría el cambio de conducta tan radical de todos. Sin embargo esa teoría no sirve para explicar por qué YO veo a todos con menos cicatrices, quizás algo más jóvenes:

- ¿De verdad que no me recuerda para nada, capitán? -pregunto ya sin poder sujetar las palabras dentro mío- ¡Ayer mismo fuimos a la fiesta ésa en el bosque! -digo exhasperado, pero sus ojos me dicen que podría estar hablando en chino que sería lo mismo. Me vuelvo a callar, bajando la vista y abandonándome a mi posición de "prisionero".

Prisionero... ¿Y qué hice de malo? Sólo subí a mi barco, luego de la fiesta. Quizás debí haber dado media vuelta al percibir la hostilidad de Joey, ¿pero cómo iba a adivinar que todos se habían olvidado de mí?

Además, ¿para dónde iría? El Revenge ha sido mi hogar desde que fuí sequestrado del Orfelinato... Nervioso, doy otro resoplido. No comprendo lo que pasa y nada me dice que mi situación pueda mejorar.

¿Qué clase de demente era aquel que se había subido al Revenge y armado todo aquel revuelo? Lo más extraño de todo el caso era que, a pesar de no conocerle ni yo ni nadie de mi tripulación, había podido ver en la manera que nos había mirado que él sí que nos conocía o al menos creía hacerlo, y estaba el hecho de que efectivamente conocía los nombres de varios. El mío no contaba, que después de todo era el más famoso en el barco y cualquiera que supiera qué barco era aquel sabría quién era su capitán.

Había que resolver quién era y qué quería, y aunque estaba la opción de encargarle a alguno que le sacase la información a punta de tortura, aquellos métodos no eran de mis favoritos. Primero mejor intentarlo con una charla, así que después de un par de horas me acerqué al calabozo donde lo habían puesto, sentándome en un taburete y mirándole con severidad y seriedad mientras volvía a su cantaleta de si no le reconocía.

-No tengo idea de qué hablas, qué fiesta es la que mencionas o quién eres, pero has cometido un error bastante grande al atacar a mi contramaestre. A estas alturas, varios de mis piratas están clamando que te demos de alimento a los tiburones, así que dime por qué no debería hacerlo- le dije con mesura, esperando a continuación su respuesta.

Una sonrisa irónica se dibuja en mis labios al comentar:

- Algo duraría ya que por lo menos una vez he atravesado a un tiburón con mi espada... -entonces recuerdo que Roberts también estuvo allí! No en el agua, pero arriba, en el barco, en aquél terrible encuentro con aquella sirena siniestra- No sé bajo qué hechizo se encuentra capitán, porque no encuentro posible que TODA la tripulación haya sido golpeada en la cabeza y perdido la memoria a la vez, pero de seguro no puede haber olvidado a Mermaid! -trago saliva, sin fijarme que tengo la boca seca, antes de seguir- Nadie puede olvidar a aquella criatura tan bella y tan asesina!

Pero al ver cómo su mirada sigue igual, empiezo a describirla, con la esperanza que al menos se acuerde de ella:

- Ella tiene piel azul y cabellos púrpura! Y escamas verdes! Y dientes afilados... -De pronto, caigo que estoy hablando cosas que corresponden a mitos y leyendas. Cómo puedo pedir que recuerde a una sirena si ni se acuerda siquiera del poney a quién enseño esgrima?

Y como dijo él, pronto los piratas, mis antiguos compañeros de aventuras, me tirarán al agua como si fuera basura. Doy otro resoplido y bajo mis manos. Entonces, siento algo redondo en mis bolsillos:

- Las manzanas de la fiesta! -exclamo contento, y con movimientos torpes, porque los brazos acorrentados me obligan, saco una bien roja. Pero como ando torpe, otra cae al suelo y rueda hasta fuera de la jaula, a los pies de Roberts. Miro cómo ha quedado lejos de mi alcance sólo por un instante, porque la que tengo en mis manos tiene prioridad. Con qué alegria siento su dulce sabor! Podré morir, pero será con dulzura! (Ya me volveré a deprimir cuando la manzana se termine)

- Pues quizás contra uno, pero no te serviría mucho en el caso que te estoy diciendo- le respondí, frunciendo el ceño por lo automático de mi respuesta y porque al decirme él de aquello se me había hecho una imagen mental tan clara como si lo hubiera visto en persona. Sacudí la cabeza enseguida, mirándole con escepticismo. -Hablas de hechizos y de sirenas, pero nunca nos las hemos tenido que ver con ninguna de esas cosas hasta ahora, y ya que estamos hablando de cosas que no "recuerdo", vas encabezando la lista- le espeté.

Mis ojos se achicaron incluso más cuando sin hacer caso a lo que le decía empezó a hacer una descripción de aquella sirena, ya que nuevamente me estaba ocurriendo aquello. ¿Desde cuándo era que mi imaginación se comportaba así? Mi cabeza se sacudió un par de veces.

-O sea que ahora incluso intentas convencerme de que las sirenas, que motivo de tanta conversación han sido entre los marineros de uno y otro lado, en lugar de ser las hermosas y gráciles criaturas que pueblan esos relatos son más bien monstruos del abismo- le devolví con un tono bastante sarcástico.

Finalmente, cuando estaba a punto de levantarme para retirarme de ahí, pareciendo que estaba simplemente perdiendo el tiempo, una manzana rueda hacia mí mientras él se pone a comer otra. Con curiosidad por lo que dice, la recojo y la observo, notando cierto punzante dolor de cabeza que empieza a aquejarme por el solo hecho de mirarla, haciendo que la dejase caer nuevamente, tocando mis sienes con las yemas de los dedos.

- Bueno, -digo luego de tragar un pedazo- yo no dije que fueran feas... -muerdo otro pedazo y digo con la boca llena- Ví a Mermaid demasiado cerca y puedo decir que, con sus labios cerrados, era una de las más bellas criaturas que he visto. -No voy a decir que ella me besó, porque éso ni yo mismo me lo creo mucho... Una parte de mí sabe que ella sólo me pasó oxígeno, pero... arriba, en la cubierta, no había necesidad y de todas formas ella volvió a besarme... hasta que me mordió.

Disfruto de la manzana un poco más, sin embargo me llama la atención la mueca de dolor que veo en el rostro de Roberts:

- ¿Está bien, capitán? -pregunto tratando de levantarme, pero las corrientes me sujetan y me tengo que quedar donde mismo. No me gusta verlo así, tan vulnerable, y yo no puedo hacer nada para ayudarlo... ¿Será la brujería que le hizo olvidarme que está en acción?

De pronto, siento un viento fuerte que entra por la diminuta ventana del calabozo:

- El sotaviento por babor... -con dificultad, me giro y estiro mi cuello, tratando de poner mi rostro en la ventanita, con las cadenas empezando a doler en mi piel. Observo como las nubes, aún blancas, se concentran muy bajas- El tiempo va a cambiar... ¡Debería subir y ordenar que recojan las velas del palo de mesana! -digo de pronto, tratando de evitar que éste viento fuerte haga que gire la popa y el Revenge quede difícil de controlar.

Sin embargo, oigo pasos en la escalera y... ése Wesley... se acerca a Roberts. De inmediato cambio mi actitud, mostrando mi total desagrado frente a su presencia:

- ¡Roberts! ¡Debes subir y ordenar que sujeten las velas de la mesana! -dice luego de levantar una ceja al percibir mi odio hacia él.

Tras unos momentos, Roberts se levanta y ambos se van, mientras me siento enojado a comer otra manzana:

- Yo lo dije primero... -reclamo en voz baja, con la segunda manzana ya no tan dulce como la primera.

Lo peor de la descripción que había hecho aquel hombre, a pesar de lo que yo había dicho en referencia a que, con aquellas características, debía parecer un monstruo, era que efectivamente en mi mente la imagen que había tenido era la de una figura femenina que era ciertamente hermosa a pesar de esos factores mencionados. Y nuevamente, sus comentarios parecían crear una imagen sumamente realista en mi mente, como si lo hubiese presenciado.

El dolor de cabeza no hacía más que aumentar, y como toda respuesta le dirigí un gruñido que pretendía lograr que dejase de hablar. Mientras tanto, me encorvé un poco más sobre la silla como si el que presentase una menor superficie fuese a hacer alguna diferencia en el dolor. Sin embargo, el fuerte viento que empezó a ingresar a través de la escotilla tuvo un efecto crecientemente positivo en mí, como llevándose el dolor que venía sintiendo hasta el momento, pudiendo abrir los ojos e irme incorporando nuevamente. Miré al prisionero con desconfianza en el rostro, y es que a pesar de todas las tonterías que decía, porque tenían que ser tonterías, aquello que había dicho sobre el viento tenía sentido, cosa que Wesley confirmó cuando vino a buscarme.

-Te aconsejaría que te sujetes fuerte- le dije al encarcelado antes de pararme finalmente y empezar a caminar hacia las escaleras, haciéndole un gesto a Wesley para que subiese. Una vez en cubierta empecé a repartir las órdenes en una secuencia aprendida a partir de las enseñanzas del rubio. Dentro de lo posible, no volvería a visitar al tipo.

Off: Cómo sabes mi nombre, si yo no lo dije? Jajajajaja

Termino la segunda manzana y veo como la otra gira sobre la madera, acompañando el vaivén del Revenge. Pasan unos 20 minutos y las nubes empiezan a tomar más y más formas de tempestad. Lanzo un resoplido, porque de seguro me mojaré en vano aqui abajo, cuando las olas tomen fuerza. Sinceramente preferiría mojarme en cubierta, sujetando cuerdas, haciendo algo útil...

Puedo escuchar como los pasos se suceden arriba, y me imagino a los piratas preparando la nave para aguantar la furia de Neptuno. Y observo cuando los pasos se hacen más cercanos, hasta que Joey baja a verificar si todo está contrapesado en este nivel.

No tiene mucho que hacer, porque como recién hemos zarpado, en teoría todo está arreglado. De pronto, se fija en mí, por lo que me siento doblemente olvidado, pero eso no evita que le mire, serio, tratando de ver si algo se acuerda de mí.

Se acerca, y entonces tropieza con la manzana. Cómo tan torpe? Si está tan linda, tan rojita...

- Quien os trajo ésto? -pregunta recogiendo la manzana.

- Nadie, yo mismo la traje. -digo viendo cómo él gira la manzana- Se me cayó, pásamela. -ordeno de pronto, fastidiado de estar con los brazos acorrentados. Y más fastidiado por haber perdido una manzana. Y peor al recordar que puede ser mi único alimento en cautiverio. O el último alimento de mi vida...

- Si no la alcanzas, ya no es tuya. -dice burlón y da una mordida.

Off: Tendré suerte?

El miembro 'Pequeño Pony' ha efectuado la acción siguiente: Duelos y Peleas

'Pelea combos' :

Resultados : 3

Off: Editado.
Tiro los dados. De 3 a 6 no funciona lo que pretendías.

El miembro 'Pirata Roberts' ha efectuado la acción siguiente: Duelos y Peleas

'Pelea combos' :

Resultados : 1

Las órdenes eran entregadas a gritos, necesidad surgida de la creciente violencia de los vientos. Las velas eran arriadas, las sogas atadas a los objetos que corrían riesgo de vagar y golpear a alguien. En general, había una actividad continua y bastante apresurada para tener todo listo antes de que las cosas se pusieran peor de lo que ya estaban.

A Joey lo habían enviado a revisar que todo estuviera en orden en el área del calabozo, y había tomado la labor con gusto al saber que era muy poco probable que tuviera que asegurar algo ahí, pensando que después podría tomarse un descanso ahí. De hecho, lo único que tuvo que hacer ahí abajo fue asegurar la silla en la que el capitán se había sentado anteriormente, tomando la manzana y dándole un mordisco con la intención de molestar al prisionero. Poco sabía del efecto que tendría en él, pues el sabor de la fruta y su jugo ocasionaron una reacción en cadena en su mente, botándole de rodillas al piso, donde quedó sujetándose la cabeza con el dolor que sentía siendo completamente aparente para quien lo viese.

Para cuando levantó la mirada, sus ojos desprendieron reconocimiento por el prisionero, sí... pero también cierta locura.

- ¿Qué diablos le hiciste al Pony? -me pregunta Joey con la mirada llena de ira y las manos sujetando su cabeza. Pero en vez de asustarme, miro al cielo agradecido, porque ¡por fin! alguien se ha acordado de mí.

- ¡Te acordaste de Pony! -digo rebosante de alegría. Si no estuviera encadenado, estaría saltando! (Em... no, no, olviden eso... Y que bueno que estoy amarrado...)

- Si, me acordé que él desapareció cuando tu llegaste... -Mi sonrisa se congela al percibir que él recuerda a Pony, que soy yo, sin embargo, no sabe que "yo" ahora tengo cuerpo humano. Joey me mira apuntándome con la manzana, la misma que le hizo doler la cabeza a él, pero que a mí me llenó el estómago solamente.

- Él no desapareció, -digo con cautela- simplemente fue a investigar sus raíces. -Joey se acerca a la reja y me mira de arriba a abajo, pero hace una mueca y se sujeta la cabeza con ambas manos, pero sin soltar la manzana.

Le miro confuso, porque Roberts también se sintió mal con puro tocarla... Será que las manzanas están embrujadas? O entonces... ¡Las manzanas reaccionan versus el hechizo que Wesley les puso a todos en el barco! Porque yo, salvo la poción de Megara, no tengo ningún embrujo sobre mí, y quizás por ello que no me duele nada comer las manzanas de la fiesta...

Y mientras trato de compreender la situación, el mar empieza a jugar con el Revenge, azotando ya no tan suavemente la quilla.

El dolor parecía ir y venir por la cabeza del pirata, y cada descanso de él solamente era como un valle entre gigantescas olas, espacio que usaba para observar a Paul, que era un recuerdo hecho carne ahí, frente a él, y era como una pieza que conectaba innumerables vidas con la que creía haber estado viviendo hasta aquel momento... y eso le desquiciaba incluso más allá de lo que dejaba ver.

-En este barco nadie... nadie se acuerda... de ti, de lo que pasó... Claro, no tienen por qué hacerlo, que está Wesley... Tú no le conociste, pero es simplemente sorprendente... ¡Pero no es cierto! ¡Nada de esto es cierto!- vociferó al último, antes de soltar una risa maníaca que se detuvo de pronto, al sentir una ola particularmente fuerte golpear contra la quilla, haciéndole trastabillar, observándole con intensidad. -Están todos locos, condenados a repetir las cosas vez tras vez, sin darse cuenta de que de todos modos se van alejando del guión original...- empezó a decir en un murmullo que al menos sí se podía oír desde la celda, y se acercó hacia la puerta, cerrándola con un candado, tirando la llave en un barril. -Pero podemos escapar... tú y yo podemos escapar... e iremos a buscar al pony. Aprovecharemos la tormenta y huiremos...- continuó, abriendo la celda para luego sacar su hacha de su cinturón... y empezar a abrir un boquete, aumentando el tamaño de la escotilla.

-El único problema es que no tengo las llaves para quitarte las cadenas... pero ya nos las arreglaremos con eso, no te preocupes- le dijo, deteniéndose un momento y acariciando pensativamente el filo de su hacha.

- ¡Wesley es un brujo! -le respondo- ¡Es él quién lanzó ese embrujo en todos ustedes después de la fiesta! -Por un instante se cruza en mi mente la idea de que me gustaría haber perdido la memoria, ya que sería parte de la tripulación ahora...

¡No, no! ¡Me gusta decidir las cosas por mí mismo, y me gusta saber quién soy y de dónde vengo! Bueno... aún no he descubierto de dónde vengo, pero, aún así, mis actos y decisiones me han hecho quién soy hoy. Si olvidara todo... ¿quién sería yo?

Pero su risa, llena de locura, me deja preocupado. Y la sacudida del barco no es para tranquilizar a nadie.

- Están todos locos, condenados a repetir las cosas vez tras vez, sin darse cuenta de que de todos modos se van alejando del guión original...- ¿Alejando del guión original? Le miro sin compreender qué es lo que Joey está hablando. Pero comprendo muy bien cuando dice que aprovecharemos la tormenta para escaparnos. ¿Huir en medio de la tormenta?

- ¿Qué tan lejos de la costa estamos? -pregunto inquieto, pero el sonido de la puerta de la jaula abriéndose hace que mi corazón equino se acelere: la velocidad de los cascos no combina con cadenas...

Veo cómo Joey empieza a aumentar el tamaño de la escotilla, para que ambos pasemos, sin embargo, la excitación del momento sólo hace que me duelan las muñecas por los grilletes al forzar el movimiento de mis brazos. De pronto, me fijo que él se prepara para cortar la madera dónde están puestas las cadenas y... mi brazo izquierdo... que sería mi brazo "nuevo"... está demasiado cerca...

- Em.. Joey, fíjate en el balanceo del mar... por favor... Es que no quiero perder esa pata de nuevo... -La tensión del momento hace que olvide que perdí la pata como "poney"...

Off: ¡Ahora REALMENTE compadezco a Jamie Lannister!

-No seas tonto, Wesley es tan brujo como podrías serlo tú, y considerando que ni siquiera te has podido quitar los grilletes diría que eso es una posibilidad que queda bastante de lado, aunque sí juega con muchas ventajas a su favor, a decir verdad... No, esto es cosa de magia ciertamente, pero una más poderosa que la que lo que conocemos por brujos puede producir- le dijo entre gruñidos ocasionados por los constantes golpes que daba con su hacha, ninguno en el mismo lugar debido precisamente al movimiento que le conferían al navío las olas cada vez más violentas, haciendo que sacase chispas varias veces al producirse el choque de metal contra metal.

-Estamos mar adentro, antes de la tormenta apenas se veía tierra en el horizonte. Ahora no creo que estemos algo más cercanos... Ah, la fiesta. Debí haberme quedado en la fiesta. Quizás así podría haberme ahorrado esto... aunque todavía estamos a tiempo, sí, lo estoy- dijo, golpeando con mayor furia con el hacha, vez tras vez, sin hacerle caso a las protestas del otro ni cuidar realmente de no atacar algún área más blanda.

Simplemente estaba en frenesí, sin ver más allá de las chispas y las astillas de madera que producía en sus constantes ataques. Si es que no terminaba, como mínimo, sacándole sangre al poney transformado sería porque éste retiraría su mano y su brazo para evitar ser herido, que no era como que a él le importase demasiado.

Lanzo un resoplido ante su comentario. No me veo nadando toda esa distancia, y más encima ante un mar bravo... Aunque en teoría tendremos a favor el hecho que la tripulación estará tan enfocada con soportar la tormenta, que no tendrán tiempo para atacarnos.

- ¿Se te pasó el dolor de cabeza? -pregunto tratando de hacerlo pensar, para que titubee unos instantes y piense mejor los golpes que asesta para liberarme. Pero Joey no titubea más que segundos, volviendo a golpear el hacha con más fuerza que antes. Aprieto mi puño, sufriendo por antecipado, pero, para mi alivio, finalmente el grillete se rompe y se libera una de mis manos. He ganado una pulsera muy particular, pero el alivio es pasajero, ya que muerto de la risa, Joey se acerca a soltarme la otra mano.

Las olas están tan altas que ya alcanzan la altura de las escotillas, por lo que algo de agua empieza a subir a bordo. Y Joey golpea los grilletes, hasta que libera la mano derecha:

- ¡Gracias, amigo! -exclamo espontáneo, y le abrazo, feliz de tener a alguien que me recuerde en la tripulación. Pero el mar nos recuerda que los piratas no son sentimentales- Una vez en tierra, buscaremos a Megara. -y ante su cara de pregunta, agrego- Es una bruja muy talentosa... Quizás nos puede ayudar a deshacer el hechizo de todos. -digo esperanzado, sin siquiera sospechar que la hemosa bruja está en Grecia en estos momentos...

Joey se aproxima al boquete que hizo para que huyamos del Revenge mientras yo miro a nuestro alrededor, buscando algo que nos ayude a flotar. Me acerco a uno de los barriles, levantando una de las tapas y poniéndola sobre mi, calculando si será útil.

Poco o ningún caso le hacía el pirata a los gestos, preguntas y sustos que pasaba Paul, sino que se enfocaba por completo en su tarea, destrozando madera, produciendo chispas y enviando las ondas de choque por su musculoso brazo cada vez que el hacha encontraba algún obstáculo en forma de banco o cadena, de tal manera que si la cadena no se hubiese roto cuando lo hizo, probablemente habría sido alguno de sus huesos el que marcase el crack.

Sin embargo, no había sido el caso, para bienestar de él, y cuando pasó a la siguiente cadena al menos tuvo el sentido de cambiar de mano, por lo que se demoró un poco más en deshacerla por la poca precisión que alcanzaba y el dismiunuido uso que hacía por lo general de ésta. Para cuando terminó, su hacha ya podía darse por inutilizada, que el abuso al que la había sometido era enorme. Simplemente la tiró por ahí mientras se sujetaba a las barras de la que había sido la prisión del pony convertido.

-Megara...- dijo, como recordando, y volviendo a tomarse la cabeza con dolor. -Como sea, no será tan poderosa como para lograr lo que quieres, e incluso dudo que te recuerde- le espetó mientras tomaba la tapa de uno de los barriles, acercándose luego al agujero que había abierto en el casco. -Colega, tú primero. Ni se te ocurra intentar pasar el barril, que no va a pasar- le advirtió, y le hizo un gesto para que se apresurase. La tormenta se ponía peor.

Off: ¿No podremos ir en barriles como en el Hobbit?

Como si me hubiera tirado un balde de agua fría, es así como me siento cuando Joey menciona que quizás Megara tampoco me recuerde. Y el desespero regresa: ¿Que acaso NADIE se acuerda de mí? Porque es como... como... ¡si yo nunca hubiera existido!

Y el hecho que nos tiremos al mar, no a cualquier mar sino que uno tormentoso, me aumenta el temor de morir sin que nadie recuerde que alguna vez siquiera me vió pasar.

Me aproximo a la "salida", sintiendo las olas salpicándome sus aguas saladas, cuando de pronto se me ocurre:

- ¡Ela se tiene que acordar de nosotros! -digo lleno de esperanza de nuevo- Si llegamos a la costa, ¡vamos a hablar con ella! -y pierdo segundos preciosos recordando el camino que efectuamos juntos el grupo de piratas seleccionados para la fiesta... Ayer utilizamos una rosa mágica como guía, pero un pirata que se precie tiene sentido de orientación, por lo que no lo veo como una tarea imposible.

Sin embargo, golpes en la puerta me regresan al aquí y al ahora, por lo que sin amarrarme la cuerda que mantendría el contacto con Joey, o una mirada de despedida al barco que fue mi segundo hogar, me lanzo al mar gritando- ¡Protégenos Neptuno!

Off 2: ¿Callarme? ¡Va contra mi naturaleza!

Daba igual si el balde de agua fría que había sentido Paul sobre sí fuese tan solo figurativo y más o menos emocional, que fácilmente podía tener un paralelo real con la cantidad de olas que se colaban por el boquete abierto por el pirata, haciendo agua poco a poco en el habitáculo.

-Ela, por supuesto, por eso es que lo recuerdas tú... y las manzanas...- comentó Joey mirando el corazón de la fruta flotando sobre el agua que había ido acumulándose sobre el piso de madera. Luego sacudió su cabeza como apartando ciertos pensamientos. -Ya hablaremos con ella, si podemos encontrarla- aseguró, haciéndole una seña para que se apresurase a saltar.

Después de perderle de vista, una sensación de nostalgia le atacó igualmente, dejando pasar una buena cantidad de segundos y finalmente, cuando vio que se estaban abriendo paso al calabozo a hachazo limpio. La tormenta había arrastrado a la embarcación a una distancia considerable de donde Paul había caído, y las olas no hacían más que separarles. Por su parte, Joey no corría con la suerte del poney transformado, que al saltar con su tapa da barril, ésta funcionó más bien como una pared al chocar contra el agua, golpeándose él la cabeza de mala manera, perdiendo la conciencia y hundiéndose en las negras y turbulentas aguas para nunca volver a resurgir con vida en su cuerpo. Más que protegerle, Neptuno le había elegido para alimentar a algunas de sus criaturas.

Off: RIP Joey, y creo que fin del tema. xP