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Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
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Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
Lugar: Bosque Encantado
Hace apenas unos minutos había amanecido, pero el leñador ya estaba despierto cortando madera, necesitaba más material para una nueva creación: Una muñeca. Las muñecas eran su mayor obsesión.
Ya había hecho mas de ciento cincuenta pero no estaba conforme con las últimas que hizo, porque Antea y Cleo -sus dos muñecas favoritas. En realidad, para el leñador ellas no eran simples muñecas, ellas eran sus más preciadas amigas- le decían que querían a otra compañera, no como las anteriores. Querían una amiga especial, una amiga hecha de una madera que solo se encontraba en el centro del bosque, y muy complicada de conseguir. Pero si las dos se lo pedían, el hombre de lata jamás podría negarse a sus plegarias.
Esta al fin seria perfecta. Utilizaría tres tonalidad de la misma madera para fabricarla.
Miraba a sus alrededores cada minuto. Le temía al mundo exterior, era muy peligroso. En cualquier momento estaba la posibilidad de que empezara a llover y no podría volver nunca más a su casa. Y también, había tantas otras razones por la cual no debería estar ahí.
Esquivó esos horribles pensamiento de su mente, debía terminar a lo que vino a hacer de una sola vez. Si no lo hacia, sus pequeñas niñas no lo perdonarían y estarían enfadadas, y si se iban estaría completamente solo: si algo así llegara a pasar no sabría como seguir... Odiaba el simple pensamiento de estar solo. Es irónico ¿no? ¿Cómo alguien que carecía de corazón pensaba en esas cosas?
Si, el señor de hojalata no tenia un corazón (en otra ocasión les cuento como sucedió, pero es una historia muy larga para este momento). Al igual que Antea y Cleo, así que se comprendían mutuamente los tres. Él sabia que su inmenso deseo era imposible. Y no quería que ellas se dieran cuenta de ello, así para evitarles pensar les daba todo lo deseaban.
Ya había hecho mas de ciento cincuenta pero no estaba conforme con las últimas que hizo, porque Antea y Cleo -sus dos muñecas favoritas. En realidad, para el leñador ellas no eran simples muñecas, ellas eran sus más preciadas amigas- le decían que querían a otra compañera, no como las anteriores. Querían una amiga especial, una amiga hecha de una madera que solo se encontraba en el centro del bosque, y muy complicada de conseguir. Pero si las dos se lo pedían, el hombre de lata jamás podría negarse a sus plegarias.
Esta al fin seria perfecta. Utilizaría tres tonalidad de la misma madera para fabricarla.
Miraba a sus alrededores cada minuto. Le temía al mundo exterior, era muy peligroso. En cualquier momento estaba la posibilidad de que empezara a llover y no podría volver nunca más a su casa. Y también, había tantas otras razones por la cual no debería estar ahí.
Esquivó esos horribles pensamiento de su mente, debía terminar a lo que vino a hacer de una sola vez. Si no lo hacia, sus pequeñas niñas no lo perdonarían y estarían enfadadas, y si se iban estaría completamente solo: si algo así llegara a pasar no sabría como seguir... Odiaba el simple pensamiento de estar solo. Es irónico ¿no? ¿Cómo alguien que carecía de corazón pensaba en esas cosas?
Si, el señor de hojalata no tenia un corazón (en otra ocasión les cuento como sucedió, pero es una historia muy larga para este momento). Al igual que Antea y Cleo, así que se comprendían mutuamente los tres. Él sabia que su inmenso deseo era imposible. Y no quería que ellas se dieran cuenta de ello, así para evitarles pensar les daba todo lo deseaban.
- Spoiler:
- U: No me gusto como quedo :S lo siento por lo corto, hice mi mejor esfuerzo por escribir esto,llevo bastante sin rolear y todavia no le agarre la mano al personaje, prometo que el proximo sera mejor =D
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Hombre de Hojalata
Re: Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
Wendy había recibido el amanecer fuera de la guarida de los niños perdidos, en una casita que Peter y los niños construyeron para ella en un lugar del Bosque Encantado. La despertó el dulce aroma de las flores silvestres recientemente cortadas que había junto a su cama, así como el de las frutas que mas le gustaban. Hubiese sonreído por el gesto de Peter, de no ser porque sabía exactamente lo que el chico quería: Que se le pasara el enojo. No era por amor a ella, era porque la quería de vuelta a toda costa, sin ver que Wendy regresaría sola si él cambiaba un poco sus actitudes. Ya se había dado cuenta que Peter Pan no era el príncipe que en un momento había imaginado, pero seguía fascinada por su libertad y por las promesas que hacía. Si ese chico podía conseguir lo que quisiera con un movimiento de sus pestañas.
Olió las flores, claro, era una dama y su madre olía siempre las flores que recibía, aunque fuesen de personas no gratas, pero no comió nada. Eso si que no. Ella era la que proveía esas cosas, tanto a sus hermanos como a los demás niños. ¡Él no podría robarse su lugar de madre!
Por eso, y por el hambre que tenía, estaba fuera, vagando por el bosque con una cesta en su mano derecha y una fruta silvestre a medio comer en la otra, tarareando melodías londinenses mientras buscaba algo más para alimentarse. No, no iba volando como pájaro. Lo cierto es que aunque amaba la sensación, prefería estar oculta bajo el follaje, para que Peter no la viese. No quería que la obligase a volver, como la última vez. Sí, que era divertido jugar a los raptos, pero cuando eran de verdad ya no era tan divertido.
Olió las flores, claro, era una dama y su madre olía siempre las flores que recibía, aunque fuesen de personas no gratas, pero no comió nada. Eso si que no. Ella era la que proveía esas cosas, tanto a sus hermanos como a los demás niños. ¡Él no podría robarse su lugar de madre!
Por eso, y por el hambre que tenía, estaba fuera, vagando por el bosque con una cesta en su mano derecha y una fruta silvestre a medio comer en la otra, tarareando melodías londinenses mientras buscaba algo más para alimentarse. No, no iba volando como pájaro. Lo cierto es que aunque amaba la sensación, prefería estar oculta bajo el follaje, para que Peter no la viese. No quería que la obligase a volver, como la última vez. Sí, que era divertido jugar a los raptos, pero cuando eran de verdad ya no era tan divertido.
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Wendy Darling
Niños Perdidos
Re: Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
El hombre de chatarra siguio cortando la madera, con completa concentracion. Queria hacerlo rapido, e irse de allí. Pero era dificil cortarla, muy dificil, era tan dura.E incluso para alguien como el leñador que estaba acostumbrado a eso. Le estaba resultando una tarea casi imposible.
"No puede ser verdad" pensaba el pobre hombre preocupado al ver que llevaba horas golpeando su hacha contra el tronco, pero apenas si se notaba la marca del metal contra la madera. Ese arbol no era cualquiera, era uno muy extraño de encontrar, y nuestro amigo de hojalata tuvo la suerte de hallar uno: pero ahora no podia cortarlo. ¿Y ahora que haria?, no podia volver a su casa de esa forma.
Se sento sobre las raices del gran arbol. Era hermoso, nunca había visto uno asi. A pesar de ser invierno, estaba florecido. A su alrededor todos los otros marchitos, pero este revosaba de vida, dando alegria a quien pasara cerca suyo. Sus flores, poseian cuatro petalos, de muchas tonalidades de rojos, amarillos, azules, verdes, todos los colores de la paleta. Parecia un arcoiris. Pero él no apreciaba su belleza, pues solo deseaba su madera. Para cualquier otro habitante del bosque hubiera sido casi un pecado tirar abajo a aquella planta.
Suspiro, y cerro los ojos, abrazando sus piernas con sus brazos, se encontraba exhausto y triste. Había estado caminando varios kilometros para alfin encontrar esa planta, se había alejado mucho de su casa. Si no fuera porque sabia que no poseia corazón, hubiera pensado que tenia miedo.. Se encontraba en terrenos desconocidos para él, nunca camino por esos territorios antes. Todo el esfuerzo que hiso, pero nada valio la pena, pues no sabia que hacer.
Aguanchando la cabeza entre sus piernas, comenzo a llorar, como un niño que se ha perdido y no sabe que rumbo seguir. Las lagrimas comensaron a correr por sus brillante mejillas, estaba agotado, y no lo podia evitar. No era justo, no queria estar solo, y no conseguia el material, no podia hacer la muñeca. Y se quedaria solo, de nuevo.
Estaba bien llorar en ocaciones, ya sea por tristeza o alegria, pero no de esta forma. Esas lagrimas eran algo más. Era un estallido, llevaba mucho tiempo aguantando tanto dolor y ahora por una simple tonteria, colpaso por completo. No podía parar de llorar, lo intentaba pero las lagrimas no dejaban que pensara con claridad.Se sentia tan mal, tan solo, ya no era la misma persona que en su juventud. Solto un lamento, casi inaudible.
"-Deja de llorar-", "-Lloras por una tonteria, viejo-", "-¿Que estas haciendo, sigue trabajando, no sabes hacer nada-" escucho una voz decir, levanto un poco la cabeza, encontrandose con un chiquillo de cabellera rubia. Ahhh, era Jareth, un niño vivia en la ciudad Esmeralda, que siempre molestaba al leñador. -¿Que pasa?¿Porque estas aquí?-dijo el hombre entre lagrimas, un poco molesto. Ya bastante problemas tenia en esa situacion para que se le sumara un jovencito caprichoso.
"-Quiero jugar con tus muñecos. Vi que saliste temprano y me dio curisidad. asi que te segui hasta aquí. ¿Que andas haciendo?-"dijo el niño cruzando los brazos y haciendo un puchero. -No me molestes, otro día te dejo jugar con ellos. Ahora largo-susurro volviendo a bajar la cabeza y apoyarla entre sus piernas.
Acto seguido el mucachito desaparecio. ¿Pero que paso?, se desaparecio de la nada, eso es imposible. ¿Es que era un brujo?. Ojala, pero la historia no era asi. La triste verdad de la situacion, era que no existia ningun niño llamado Jareth. La triste verdad era que estaba hablando solo. Era como una alucinacion, el caprichoso niñito parecio hace unos meses cuando casi no hablaba (ni solo, ni con nadie). Un día el rubio se aparecio en la puerta de su casa, y le pidio que le hiciera un muñeco y desde ese día lo molesta pidiendole jugar con él o sus muñecos. Era como una salida de su soledad.
Suspiro, intentando contener el llanto, no era bueno que llorara tanto, se iba a oxidar. Por suerte era precavido y llevaba consiguo aceite. Trataba y trataba, pero resulto ser una mision imposible contenerse. Estaba tan metido dentro sus pensamiento, que no noto que cerca suyo alguien cantaba.
"No puede ser verdad" pensaba el pobre hombre preocupado al ver que llevaba horas golpeando su hacha contra el tronco, pero apenas si se notaba la marca del metal contra la madera. Ese arbol no era cualquiera, era uno muy extraño de encontrar, y nuestro amigo de hojalata tuvo la suerte de hallar uno: pero ahora no podia cortarlo. ¿Y ahora que haria?, no podia volver a su casa de esa forma.
Se sento sobre las raices del gran arbol. Era hermoso, nunca había visto uno asi. A pesar de ser invierno, estaba florecido. A su alrededor todos los otros marchitos, pero este revosaba de vida, dando alegria a quien pasara cerca suyo. Sus flores, poseian cuatro petalos, de muchas tonalidades de rojos, amarillos, azules, verdes, todos los colores de la paleta. Parecia un arcoiris. Pero él no apreciaba su belleza, pues solo deseaba su madera. Para cualquier otro habitante del bosque hubiera sido casi un pecado tirar abajo a aquella planta.
Suspiro, y cerro los ojos, abrazando sus piernas con sus brazos, se encontraba exhausto y triste. Había estado caminando varios kilometros para alfin encontrar esa planta, se había alejado mucho de su casa. Si no fuera porque sabia que no poseia corazón, hubiera pensado que tenia miedo.. Se encontraba en terrenos desconocidos para él, nunca camino por esos territorios antes. Todo el esfuerzo que hiso, pero nada valio la pena, pues no sabia que hacer.
Aguanchando la cabeza entre sus piernas, comenzo a llorar, como un niño que se ha perdido y no sabe que rumbo seguir. Las lagrimas comensaron a correr por sus brillante mejillas, estaba agotado, y no lo podia evitar. No era justo, no queria estar solo, y no conseguia el material, no podia hacer la muñeca. Y se quedaria solo, de nuevo.
Estaba bien llorar en ocaciones, ya sea por tristeza o alegria, pero no de esta forma. Esas lagrimas eran algo más. Era un estallido, llevaba mucho tiempo aguantando tanto dolor y ahora por una simple tonteria, colpaso por completo. No podía parar de llorar, lo intentaba pero las lagrimas no dejaban que pensara con claridad.Se sentia tan mal, tan solo, ya no era la misma persona que en su juventud. Solto un lamento, casi inaudible.
"-Deja de llorar-", "-Lloras por una tonteria, viejo-", "-¿Que estas haciendo, sigue trabajando, no sabes hacer nada-" escucho una voz decir, levanto un poco la cabeza, encontrandose con un chiquillo de cabellera rubia. Ahhh, era Jareth, un niño vivia en la ciudad Esmeralda, que siempre molestaba al leñador. -¿Que pasa?¿Porque estas aquí?-dijo el hombre entre lagrimas, un poco molesto. Ya bastante problemas tenia en esa situacion para que se le sumara un jovencito caprichoso.
"-Quiero jugar con tus muñecos. Vi que saliste temprano y me dio curisidad. asi que te segui hasta aquí. ¿Que andas haciendo?-"dijo el niño cruzando los brazos y haciendo un puchero. -No me molestes, otro día te dejo jugar con ellos. Ahora largo-susurro volviendo a bajar la cabeza y apoyarla entre sus piernas.
Acto seguido el mucachito desaparecio. ¿Pero que paso?, se desaparecio de la nada, eso es imposible. ¿Es que era un brujo?. Ojala, pero la historia no era asi. La triste verdad de la situacion, era que no existia ningun niño llamado Jareth. La triste verdad era que estaba hablando solo. Era como una alucinacion, el caprichoso niñito parecio hace unos meses cuando casi no hablaba (ni solo, ni con nadie). Un día el rubio se aparecio en la puerta de su casa, y le pidio que le hiciera un muñeco y desde ese día lo molesta pidiendole jugar con él o sus muñecos. Era como una salida de su soledad.
Suspiro, intentando contener el llanto, no era bueno que llorara tanto, se iba a oxidar. Por suerte era precavido y llevaba consiguo aceite. Trataba y trataba, pero resulto ser una mision imposible contenerse. Estaba tan metido dentro sus pensamiento, que no noto que cerca suyo alguien cantaba.
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Hombre de Hojalata
Re: Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
No era el único metido en sus pensamientos. Wendy estaba concentrada en su canto y en Peter, en sus hermanos y los niños que desde hace días la llamaban cariñosamente madre, en indios, sirenas y terribles piratas, por eso no oyó tanto el escándalo proveniente de las cercanías -un ruido que conocía de sobra, porque muchas veces lo había oído amparada en la seguridad de los árboles, temerosa de la fuerza del adulto. -como el llanto ajeno una vez estuvo lo suficientemente cerca.
Wendy no era más que una damita perdida en la inmensidad del Bosque, como dirían los adultos, ingenua y poco precavida cuando se sentía segura de su situación. Y la niña estaba segura de que nada podía pasarle en el mundo que Peter le mostraba a diario, porque en el mundo de los niños nunca pasan cosas malas ni terribles. Por eso, cuando al fin tuvo frente a si al extraño ser de metal en todo su lastimero esplendor, ni se asustó ni pensó en correr. O volar, para algo tenía polvo de hadas en el cuerpo. Alguien más sensato lo hubiese hecho, claro, pero estamos hablando de la chica que escapó con un niño volador a un país diferente llevándose consigo a sus dos hermanos.
–¿Por qué llora usted?– preguntó inocentemente, acercándose llena de curiosidad. Nunca había visto un ser así, todo de metal. De no ser por su llanto, claramente de un ser vivo, hubiese creído que era una estatua dejada en medio del Bosque. Y no, no pensó que eso era una locura, pues Wendy era una niña imaginativa y soñadora, capaz de ver realidades diferentes a la de los demás, mundos de sueños, mundos de niños. Peter por eso la había elegido como su… compañera o algo así. Por su capacidad de imaginar historias y contarlas. –¿Le ha pasado algo malo?
Así mismo, de entre su vestido –que técnicamente es un pijama, el mismo que llevaba puesto la noche que escapó de casa- sacó un bonito pañuelo blanco, con sus iniciales bordadas y un dulzón aroma a perfume femenino.
–Tenga, limpie esas lágrimas…
Porque, por lo que había logrado aprender en el colegio o con su padre, el material que llevaba esa criatura encima se oxidaba con el agua. Pobrecillo… Debía ser triste no poder llorar por miedo a oxidarte. O no poder estar bajo la lluvia.
Wendy no era más que una damita perdida en la inmensidad del Bosque, como dirían los adultos, ingenua y poco precavida cuando se sentía segura de su situación. Y la niña estaba segura de que nada podía pasarle en el mundo que Peter le mostraba a diario, porque en el mundo de los niños nunca pasan cosas malas ni terribles. Por eso, cuando al fin tuvo frente a si al extraño ser de metal en todo su lastimero esplendor, ni se asustó ni pensó en correr. O volar, para algo tenía polvo de hadas en el cuerpo. Alguien más sensato lo hubiese hecho, claro, pero estamos hablando de la chica que escapó con un niño volador a un país diferente llevándose consigo a sus dos hermanos.
–¿Por qué llora usted?– preguntó inocentemente, acercándose llena de curiosidad. Nunca había visto un ser así, todo de metal. De no ser por su llanto, claramente de un ser vivo, hubiese creído que era una estatua dejada en medio del Bosque. Y no, no pensó que eso era una locura, pues Wendy era una niña imaginativa y soñadora, capaz de ver realidades diferentes a la de los demás, mundos de sueños, mundos de niños. Peter por eso la había elegido como su… compañera o algo así. Por su capacidad de imaginar historias y contarlas. –¿Le ha pasado algo malo?
Así mismo, de entre su vestido –que técnicamente es un pijama, el mismo que llevaba puesto la noche que escapó de casa- sacó un bonito pañuelo blanco, con sus iniciales bordadas y un dulzón aroma a perfume femenino.
–Tenga, limpie esas lágrimas…
Porque, por lo que había logrado aprender en el colegio o con su padre, el material que llevaba esa criatura encima se oxidaba con el agua. Pobrecillo… Debía ser triste no poder llorar por miedo a oxidarte. O no poder estar bajo la lluvia.
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Wendy Darling
Niños Perdidos
Re: Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
Poco se percato de la presencia de la niña pues estaba tan triste, que no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Si un elefante hubiera estado bailando con un tutu rosa en frente suyo,él no se percataria de ello.
-Jareth, porfavor, no me molestes- susurro en un sollozo algo forzado las lagrimas hacian que no pudiera hablar, pensaba que muchachito molesto todavia estaba a su lado,pero cuando levanto la vista se encontro con unos grandes ojos castaños de una pequeña mujercita. Sus propios ojos estaba grandes como platos, parecia un animalito asustado. Mientras, las lagrimas seguian fluyendo por sus mejillas, pero le era una mision imposible parar de cualquiera forma. ¡Maldicion! ¡Se estaba por oxidar! y el queria hablarle.
–¿Por qué llora usted?– le pregunto la niña inocentemente y preocupada por el señor de hojalata. Ohhh, al parecer todavia quedaban los chicos que respetaban a sus mayores, el leñador ya no recordaba su edad, pero ya no era un hombre joven y le gustaba que lo tratara así tan aducada. –¿Le ha pasado algo malo?– asintio con la cabeza, intento abrir su boca, pero no podia. De sus labios salieron solo palabras sin sentido como un "mmm" o un "ohh".*No me quiero quedar solo, mis muñecas no van a querer mas si no corto esa madera y si ellas son casi como felicidad. No se lo que es ser feliz, porque no tengo corazón, pero pienso que ellas son lo mas cercano a felicidad que conocere*penso mirando detalladamente a la muchachita. El solo pensar en eso, lo hacia volver a estallar en llanto. La obsero deteniamente, aunque las lágrimas hacian que que su vision sea un poco borrosa. Sus ojos grises estaban algo hinchados, y con un leve tono de rosa, pero no llegando al rojo.
Tomo el pañuelo de tela que ella le brindaba delicadamente y con un poco de temor, era tan suave que no queria arruinarlo o romperlo, y se lo paso por debajo de sus ojos cansados. La mira agradecido por aquel dulce gesto de su parte. Hacia tiempo que nadie era tan cordial con el hombre de lata...especialmente los jovenes. El ya era un hombre viejo, y todos lo consideraban un tipo loco, por esa razón casi nadie se le aproximaba.
Solo sus muñecas, y juguetes siempre estaban con él, ahora que lo pensaba mejor la deconocida mujercita se parecia mucho a ellas.
Extendio la mano, y con su dedo indice le señalo lo que estaba al lado de del pie derecho de ella,una pequeña botellita que decía "Aceite" y despues se señalo su mandibula, esperanzado, espero que la pequeña comprendiera su mensaje a traves de las simples ceñas. Nesesitaba eso para poder hablar bien. ¿Quien era esa nena?.
-Jareth, porfavor, no me molestes- susurro en un sollozo algo forzado las lagrimas hacian que no pudiera hablar, pensaba que muchachito molesto todavia estaba a su lado,pero cuando levanto la vista se encontro con unos grandes ojos castaños de una pequeña mujercita. Sus propios ojos estaba grandes como platos, parecia un animalito asustado. Mientras, las lagrimas seguian fluyendo por sus mejillas, pero le era una mision imposible parar de cualquiera forma. ¡Maldicion! ¡Se estaba por oxidar! y el queria hablarle.
–¿Por qué llora usted?– le pregunto la niña inocentemente y preocupada por el señor de hojalata. Ohhh, al parecer todavia quedaban los chicos que respetaban a sus mayores, el leñador ya no recordaba su edad, pero ya no era un hombre joven y le gustaba que lo tratara así tan aducada. –¿Le ha pasado algo malo?– asintio con la cabeza, intento abrir su boca, pero no podia. De sus labios salieron solo palabras sin sentido como un "mmm" o un "ohh".*No me quiero quedar solo, mis muñecas no van a querer mas si no corto esa madera y si ellas son casi como felicidad. No se lo que es ser feliz, porque no tengo corazón, pero pienso que ellas son lo mas cercano a felicidad que conocere*penso mirando detalladamente a la muchachita. El solo pensar en eso, lo hacia volver a estallar en llanto. La obsero deteniamente, aunque las lágrimas hacian que que su vision sea un poco borrosa. Sus ojos grises estaban algo hinchados, y con un leve tono de rosa, pero no llegando al rojo.
Tomo el pañuelo de tela que ella le brindaba delicadamente y con un poco de temor, era tan suave que no queria arruinarlo o romperlo, y se lo paso por debajo de sus ojos cansados. La mira agradecido por aquel dulce gesto de su parte. Hacia tiempo que nadie era tan cordial con el hombre de lata...especialmente los jovenes. El ya era un hombre viejo, y todos lo consideraban un tipo loco, por esa razón casi nadie se le aproximaba.
Solo sus muñecas, y juguetes siempre estaban con él, ahora que lo pensaba mejor la deconocida mujercita se parecia mucho a ellas.
Extendio la mano, y con su dedo indice le señalo lo que estaba al lado de del pie derecho de ella,una pequeña botellita que decía "Aceite" y despues se señalo su mandibula, esperanzado, espero que la pequeña comprendiera su mensaje a traves de las simples ceñas. Nesesitaba eso para poder hablar bien. ¿Quien era esa nena?.
- Spoiler:
- U: No te preocupes! Te quedo re lindo :3 Disculpame a mi u.u que no se me ocurrio otra cosa mas que oner
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Hombre de Hojalata
Re: Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
Wendy no comprendió nada de lo que el extraño hombre de hojalata le dice, logrando que la ya no tan niña arrugue ligeramente el ceño de una forma para nada agresiva, sino más bien infantil. No le gustaba no comprender algo, se sentía casi perdida. Ella era Wendy Darling, la creadora de cuentos, la que si no sabía algo solo lo creaba, la que comprendía a la perfección las palabras de sus hermanos aun con sus bocas llenas de comida. ¡Y no puede entender las palabras no moduladas de un hombre de hojalata!
Sin embargo, ese punto de malestar desapareció, cual emoción de hada, siendo sustituido por una sincera preocupación y ligera comprensión. Al parecer Wendy entró en escena en el momento justo en que el agua ha hecho sus estragos en la voz del pobre extraño.
–Pobrecillo, ¿Necesita ayuda?
La respuesta del hombre fue indicar algo que estaba a los pies de la niña. Wendy se inclinó un poco para recoger la botella, sonriendo. Se sentía útil, mucho más útil que cuando estaba en compañía de los niños perdidos. Ellos pocas veces decían gracias o pedían algo amablemente.
El extraño ser de hojalata parecía incluso… esperanzado con que Wendy le ayudase.
Leyó en voz baja la etiqueta de la botellita. Aceite, claro. Padre a veces usaba eso para arreglar las bicicletas de John y Michael. Seguro que arreglaba la voz del hombre de hojalata.
–¿Puede ponérselo usted o desea que yo lo haga?–preguntó, un poco tímida. Tal vez el hombre podía enfadarse con ella, por pensar que lo veía como un inútil, o por el contrario, se avergonzaría por no poder. Los hombres, tuviesen la edad que sea, eran una raza muy curiosa a ojos de Wendy. Completamente impredecibles.
Sin embargo, ese punto de malestar desapareció, cual emoción de hada, siendo sustituido por una sincera preocupación y ligera comprensión. Al parecer Wendy entró en escena en el momento justo en que el agua ha hecho sus estragos en la voz del pobre extraño.
–Pobrecillo, ¿Necesita ayuda?
La respuesta del hombre fue indicar algo que estaba a los pies de la niña. Wendy se inclinó un poco para recoger la botella, sonriendo. Se sentía útil, mucho más útil que cuando estaba en compañía de los niños perdidos. Ellos pocas veces decían gracias o pedían algo amablemente.
El extraño ser de hojalata parecía incluso… esperanzado con que Wendy le ayudase.
Leyó en voz baja la etiqueta de la botellita. Aceite, claro. Padre a veces usaba eso para arreglar las bicicletas de John y Michael. Seguro que arreglaba la voz del hombre de hojalata.
–¿Puede ponérselo usted o desea que yo lo haga?–preguntó, un poco tímida. Tal vez el hombre podía enfadarse con ella, por pensar que lo veía como un inútil, o por el contrario, se avergonzaría por no poder. Los hombres, tuviesen la edad que sea, eran una raza muy curiosa a ojos de Wendy. Completamente impredecibles.
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Wendy Darling
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Re: Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
Observo a la niña, esta en un principio parecía confundida por las inentendibles palabras dicha por el hombre de metal, aun llorando un poco. Ella tenía una expresión extraña, casi como estuviera enfadada, hasta que en un momento lo logro entender, se agacho y tomo la botillita que él índico. “Aceite” leyó la mujercita en voz alta la etiqueta. -Pobrecillo, ¿Necesita ayuda?- pregunta la chica pequeña.
El leñador bajo la vista, levemente avergonzado por lo ocurrido al darse cuenta de la forma que lo encontró hace unos apenas unos segundo, llorando y a medio oxidar, sin siquiera poder hablar ni una sola palabra. No estaba muy orgulloso de eso, seguramente Jareth se hubiera muerto de risa si lo veía en ese estado, pero aquella desconocida estaba hablanole dulcemente e incluso parecía preocupada por el viejo.
Levanto la vista hacia la chica, una dulce frase había salido de los labios de la joven –¿Puede ponérselo usted o desea que yo lo haga?- abrió los ojos impresionado y bastante sorprendido, pues no estaba acostumbrado a ese tipo de trato. Asintió con la cabeza, e intento decir “Por favor y gracias” pero solo salió de su boca un extraño sonido chirriante como dos metales siendo raspados por algo filoso, sonaba a “Poo Giaach” mas que “Por favor” y “Gracias”, pero le era muy difícil modular correctamente. Acercando la boquilla cerca de su mandíbula, le indico con señas que vertiera el aceite en en ese lugar.
El leñador bajo la vista, levemente avergonzado por lo ocurrido al darse cuenta de la forma que lo encontró hace unos apenas unos segundo, llorando y a medio oxidar, sin siquiera poder hablar ni una sola palabra. No estaba muy orgulloso de eso, seguramente Jareth se hubiera muerto de risa si lo veía en ese estado, pero aquella desconocida estaba hablanole dulcemente e incluso parecía preocupada por el viejo.
Levanto la vista hacia la chica, una dulce frase había salido de los labios de la joven –¿Puede ponérselo usted o desea que yo lo haga?- abrió los ojos impresionado y bastante sorprendido, pues no estaba acostumbrado a ese tipo de trato. Asintió con la cabeza, e intento decir “Por favor y gracias” pero solo salió de su boca un extraño sonido chirriante como dos metales siendo raspados por algo filoso, sonaba a “Poo Giaach” mas que “Por favor” y “Gracias”, pero le era muy difícil modular correctamente. Acercando la boquilla cerca de su mandíbula, le indico con señas que vertiera el aceite en en ese lugar.
- Spoiler:
- U: Lamento mucho la tardanza, y lo corto que esta. tengo muy poco tiempo, por al facultad y las clases si no te gusta lo borro 3
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Hombre de Hojalata
Re: Un nuevo día, igual al anterior [Priv.Wendy]
Una vez más a Wendy le fue imposible comprender las palabras, aunque pudo imaginárselas poco después. Debía tratarse de un “gracias”, ¿no? Es lo más lógico en estos casos. Si le haces un favor a alguien, este te dice gracias.
El que pusiese la boquilla en su mandíbula hizo el resto: Debía verterlo ella. Pues no había problema, por algo se ofreció en primer lugar. Las manitas de Wendy levantaron con delicadeza la botellita, dejando que el líquido saliera, con su rostro mostrando un gran estado de concentración. La niña se estaba tomando en serio la labor.
–Creo…– musitó, entrecerrando los ojos. –¡que ya está! –finalizó, retirando la boquilla y alejándose unos pasitos para ver mejor al hombre de hojalata.
El aroma del aceite no era muy agradable para la nariz de la niña, ya acostumbrada al aroma de los árboles y las flores frescas, pero no hizo mueca alguna de desagrado: Se mantuvo tranquila a la espera de que el hombre hablase.
-¿Se siente mejor ahora?
El que pusiese la boquilla en su mandíbula hizo el resto: Debía verterlo ella. Pues no había problema, por algo se ofreció en primer lugar. Las manitas de Wendy levantaron con delicadeza la botellita, dejando que el líquido saliera, con su rostro mostrando un gran estado de concentración. La niña se estaba tomando en serio la labor.
–Creo…– musitó, entrecerrando los ojos. –¡que ya está! –finalizó, retirando la boquilla y alejándose unos pasitos para ver mejor al hombre de hojalata.
El aroma del aceite no era muy agradable para la nariz de la niña, ya acostumbrada al aroma de los árboles y las flores frescas, pero no hizo mueca alguna de desagrado: Se mantuvo tranquila a la espera de que el hombre hablase.
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