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Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
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Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
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x ¡Disfruten!x Cuando: 08:30 am. Primeras horas luego del revoltijo.
x Donde: En la aldea de Marshovia, cerca del castillo.
La situación en la aldea es medianamente tranquila, pues no todos han despertado. Uno que otro grito sale de las casas por los fuertes dolores de cabeza que los atacan.
Algunas personas corren de un lado a otro, agarrando su cabeza, pues todos sus recuerdos han regresado. Otros se encuentran demasiado perdidos para siquiera moverse del lugar de donde han despertado. Aun no se forman grupos en busca de respuestas, exceptuando a algunos rebeldes y guardianes, quienes se refugian entre si para sentirse seguros.
Tampoco hay disturbios, y exceptuando a los curiosos que despiertan "bien" y los demasiado nerviosos para pensar, no hay nadie en las calles.
¿Esto seguirá así? Esperemos que sí. Después de todo, será un día precioso y muy agradable...
Algunas personas corren de un lado a otro, agarrando su cabeza, pues todos sus recuerdos han regresado. Otros se encuentran demasiado perdidos para siquiera moverse del lugar de donde han despertado. Aun no se forman grupos en busca de respuestas, exceptuando a algunos rebeldes y guardianes, quienes se refugian entre si para sentirse seguros.
Tampoco hay disturbios, y exceptuando a los curiosos que despiertan "bien" y los demasiado nerviosos para pensar, no hay nadie en las calles.
¿Esto seguirá así? Esperemos que sí. Después de todo, será un día precioso y muy agradable...
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Re: Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
x ¿Donde despierta?:Castillo de Marshovia, uno de los dormitorios.
x ¿Recuerdos?: Recuerda claramente la vida que le corresponde, donde está viviendo con Eric ya casada y está esperando a su primer bebé. Vagamente recuerda la nueva vida donde hizo un trato con Yer Noligma, quedarse muda, conocer a Paul, Babette y Roberts. Aunque al principio lo cree un sueño, pronto todo se hace más claro. No recuerda nada más.
Ariel, princesa de Marshovia, 17 años.
Sueño que estoy en un jardín, besando a un hombre cuyo rostro me resulta familiar aunque no pueda verlo con claridad. Por algún motivo me resulta imposible hablar, cosa que me angustia, pues debo decirle algo importante. Él dice mi nombre, me dice algo tan dulce que siento que pronto mi corazón saldrá volando de mi pecho.
Por alguna razón no siento el leve instinto propio de una sirena. De hecho, se siente como los viejos tiempos, cuando Ursula robó mi voz y me volvió una humana. Pero eso era imposible, ahora las cosas eran diferentes, ya tenía mi final feliz... ¿O no? ¿Por qué estaba soñando estas cosas? ¿Quién era él? ¿Donde estaba Eric?
Comienzo a moverme por la cama, intranquila. Poco a poco salgo del mundo onírico. Muevo mi mano, buscando a mi esposo a lo largo de la cama, pero está vacía. Esto me hace abrir los ojos, no comprendo nada. Él no suele levantarse sin decirme buenos días, sobretodo ahora que sabemos estoy esperando un bebé.
Todo parece normal. La cama amplia, las sabanas, el pequeño anillo en mi dedo. Pero al mismo tiempo se siente diferente. Como si esta ya no fuera mi cama, ni mi casa, ni nada. Me levanto, tomando una bata para tapar mi camisón. Mi mano acaricia mi vientre, aun no se nota demasiado el bulto. ¿Eric? lo llamo desde la puerta, pero no hay respuesta, siquiera de alguna criada. Decido vestirme, pues no puedo salir con estas pintas por el castillo. Me pongo un vestido floreado y sobre este una capa ligera. Dejo mi cabello suelto sobre mis hombros.
Recorro el castillo buscando a mi esposo, pero no lo encuentro. Aunque me acerco a algunos criados, ¡ninguno me reconoce! Ni siquiera aquellos con los que he estado por tanto tiempo. Eso me asusta. ¿Cómo no recordaban a la esposa de su príncipe? Después de todo, yo era bastante fácil de reconocer, por mi cabello rojo.
Ya no aguanto seguir ahí adentro, pues mi instinto me dice que corro peligro. Es una sensación irracional, no hay lugar más seguro para mi que esas antiguas paredes, pero las cosas están tan extrañas que no hago otra cosa que obedecer. Sobre todo cuando una de las mujeres grita mientras me señala, como si yo fuera una intrusa, y comienza a seguirme.
Siquiera tengo tiempo de buscar un caballo. Solo corro, sin detenerme, hasta salir del castillo. No tengo a quien buscar, excepto a Eric... Y Paul. Me detengo cuando ese nombre se repite en mi mente. Por algún motivo, mi cerebro parece gritar que busque a esa persona, que podía ayudarme, porque ya lo había hecho una vez. Solo que no podía ubicar de donde. O tal vez sí. De la playa, del Pony Pisador. Sí, conocía esa posada, la había visitado un par de veces.
No entiendo por qué, pero decido que si las cosas ya están locas, iría a buscar lo que mi instinto me mandara. Era una sirena, después de todo.
Recorro las calles rumbo a la posada, intentando alejarme de aquellos que corren de un lado a otro, asustada. ¿Es que aun estaría soñando?
Por alguna razón no siento el leve instinto propio de una sirena. De hecho, se siente como los viejos tiempos, cuando Ursula robó mi voz y me volvió una humana. Pero eso era imposible, ahora las cosas eran diferentes, ya tenía mi final feliz... ¿O no? ¿Por qué estaba soñando estas cosas? ¿Quién era él? ¿Donde estaba Eric?
Comienzo a moverme por la cama, intranquila. Poco a poco salgo del mundo onírico. Muevo mi mano, buscando a mi esposo a lo largo de la cama, pero está vacía. Esto me hace abrir los ojos, no comprendo nada. Él no suele levantarse sin decirme buenos días, sobretodo ahora que sabemos estoy esperando un bebé.
Todo parece normal. La cama amplia, las sabanas, el pequeño anillo en mi dedo. Pero al mismo tiempo se siente diferente. Como si esta ya no fuera mi cama, ni mi casa, ni nada. Me levanto, tomando una bata para tapar mi camisón. Mi mano acaricia mi vientre, aun no se nota demasiado el bulto. ¿Eric? lo llamo desde la puerta, pero no hay respuesta, siquiera de alguna criada. Decido vestirme, pues no puedo salir con estas pintas por el castillo. Me pongo un vestido floreado y sobre este una capa ligera. Dejo mi cabello suelto sobre mis hombros.
Recorro el castillo buscando a mi esposo, pero no lo encuentro. Aunque me acerco a algunos criados, ¡ninguno me reconoce! Ni siquiera aquellos con los que he estado por tanto tiempo. Eso me asusta. ¿Cómo no recordaban a la esposa de su príncipe? Después de todo, yo era bastante fácil de reconocer, por mi cabello rojo.
Ya no aguanto seguir ahí adentro, pues mi instinto me dice que corro peligro. Es una sensación irracional, no hay lugar más seguro para mi que esas antiguas paredes, pero las cosas están tan extrañas que no hago otra cosa que obedecer. Sobre todo cuando una de las mujeres grita mientras me señala, como si yo fuera una intrusa, y comienza a seguirme.
Siquiera tengo tiempo de buscar un caballo. Solo corro, sin detenerme, hasta salir del castillo. No tengo a quien buscar, excepto a Eric... Y Paul. Me detengo cuando ese nombre se repite en mi mente. Por algún motivo, mi cerebro parece gritar que busque a esa persona, que podía ayudarme, porque ya lo había hecho una vez. Solo que no podía ubicar de donde. O tal vez sí. De la playa, del Pony Pisador. Sí, conocía esa posada, la había visitado un par de veces.
No entiendo por qué, pero decido que si las cosas ya están locas, iría a buscar lo que mi instinto me mandara. Era una sirena, después de todo.
Recorro las calles rumbo a la posada, intentando alejarme de aquellos que corren de un lado a otro, asustada. ¿Es que aun estaría soñando?
Re: Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
x ¿Donde despierta?: Junto a una fuente en la aldea, muy cerca de su antigua casa.
x ¿Recuerdos?: Claros, los de su corta vida de juguete: desde su creación hasta la partida del soldado, la parte de su transformación con el Duende comienza a desconcertarla. Mezclados y algo difíciles de creer (van tomando fuerza poco a poco), los de su nueva vida humana: su primer encuentro con el gato de Cheshire, con Paul, Babette, Hanz, y las actividades cotidianas intermedias, con una fuerte sensación de esperanza respecto a encontrar al soldado. Difusos, los de su anterior vida con lo que pasó en su cuento: imágenes MUY poco alentadoras que la alteran sobre su final no-feliz.
Bailarina de papel, Bailarina de juguete/Nueva aldeana de Marshovia.
Fuego. Destrucción. Dolor. No puedo evitar jadear, fruncir el ceño, revolverme en el duro lugar donde me encuentro durmiendo. Mis sueños son espantosos, más que las escenas con las que el Duende intenta asustarme para que no me mueva, que me quede en mi lugar, junto a mi castillo con mi lago y mis cisnes. Bah, como si hiciera falta. El único lugar que me da curiosidad de acercarme es la cajita donde llegaron esos nuevos soldados, y sobre todo uno de ellos. Poco a poco me tranquilizo pensando en él. Me acuesto boca arriba sin poder volver a conciliar el sueño, y cubro mis ojos con mi brazo para que no me dañe la luz por ahora. Noto el ambiente diferente al de costumbre: se siente más frío, viento, así como ruidos y olores diversos. No le doy importancia y sonrío pensando en ese soldadito de plomo, y en que pronto me animaré a dedicarle todo un baile. Porque claro, una señorita de mi clase no se atrevería a tales insinuaciones a menos que fueran del todo respetuosas, y con eso de que ya van varias veces que le dedico pasos al Duende, por pura cortesía, no me hará daño hacer algo así por ese apuesto joven que descubrí mirándome. Quizá hasta podríamos..., pienso, dándome el lujo de dejarme llevar por la ensoñación.
Un escalofrío me llega de pronto al intentar imaginarme una escena romántica con él. Comencé pensando en que el niño que es nuestro dueño nos tomaría y nos haría jugar por horas, miles de escenarios posibles, y al final cuando se fuera a dormir yo podría llevar a cabo mi plan del baile; sin embargo es justo en ese momento de mi fantasía que siento una punzada en el estómago, no sé por qué, y vuelven imágenes de sufrimiento, peste, el Duende con una risa macabra y amarga, mucho calor y nuevamente ese maldito fuego. Mi sonrisa desaparece y resoplo delicadamente, retirando mi brazo pero sin abrir los ojos. Suspiro y estiro mi mano, notando humedad en ella, y de inmediato abro mis ojos.
El insistente ruido era agua corriente, en una fuente, no como el agua que tanto me gusta de mi lago de cristal, ese donde me veo reflejada y juego con mis cisnes. Qué detalle de los reyes mandar poner una fuente cerca de su castillo, pienso algo desconcertada mientras miro a mi alrededor, en busca de mis cisnes. Eso solo empeora mi situación: cerca de aquí solo veo casas, y me doy cuenta que estoy acostada sobre el vil y polvoriento piso, rasposo, muy diferente al que estoy acostumbrada. También hay otro detalle, mi ropa: mi vestido está sucio y el tutú ha perdido su forma recta, más bien parece un vestido como los de la madre de mi dueño. Además, llevo puesta una capa oscura, como la que solía usar el Duende cuando decía que iba de gala. Me levanto y comienzo a alisarlos, pero noto mis manos diferentes. Las observo con sorpresa: son humanas, al igual que el resto de mí, como compruebo en el reflejo que veo en el agua clara de la fuente. Toco mi cabeza en gesto de desesperación, y me encuentro con que el moño que normalmente llevo de peinado mantiene su forma, aunque un poco floja. Sin poder hacer algo al respecto, me siento en ese piso que era mi cama y cubro mi cara, tratando de detener unas lágrimas que rebeldes salen de mis ojos. Sollozo tratando de calmar mi confusión, pero con eso solo logro calmar una sensación de angustia que hay dentro de mí. ¿Qué es todo esto? Empero, me veo obligada a conservar compostura cuando algunas personas pasan a mi lado y me preguntan si estoy bien. Trato de sonreír y acepto su ayuda para levantarme, pero nada más. Me siento a la orilla de la fuente, sintiendo algunas gotitas en mi cuello y mirando a unos escandalosos patos, o gansos, no distingo y además no me importa, extrañando mi hogar. Eso provoca que se me salgan unas lágrimas más de desesperación y confusión.
Vuelvo a alisarme la ropa y el pelo, y me levanto decidida. Comienzo a caminar sin rumbo pero aparentando seguridad, sonriendo a las personas que me miran pasar, y de súbito me quedo parada. ¡Estoy frente a la casa de mis dueños! ¡Esa horrenda mujer es la cocinera, y lleva de la mano al niño que cuida de mí! ¡Van saliendo! Con pasos apresurados me acerco, sonriendo con familiaridad, pero el niño no hace más que aferrarse a su gorda mano haciendo que ella únicamente se voltee para mirarme un momento, y siguen su camino. Abro la boca para decir algo, pero no puedo con el corazón roto que llevo en este momento. Niego con la cabeza y me alejo de allí tanto como puedo, corriendo hacia el lado contrario. Debo encontrar a alguien que me ayude a comprender todo esto, qué hago aquí, cómo llegué, qué es esto y por qué escucho conversaciones de diferentes voces dentro de mi cabeza.
'¡Madame Balbina, qué gusto! ¿Su esposo sigue siendo un maestro para los detalles de sus creaciones?'
'Bonjour monsieur Gustave, ¿tendrá lista la bailarina que le encargué para mi hijo?'
'Eh, se ha ido a explorar... los mares, sí, eso'
'He nacido del humo de una pipa así que soy todo y todo es yo, ¿comprendes por donde voy?'
'Quizás incluso ese soldado que buscas puede haber zarpado con el príncipe Eric'
'Comida no es problema en esta posada'
'Actualmente ando de paso por Marshovia, puede que me haya confundido'
Todas esas voces y palabras me provocan algo que no alcanzo a distinguir, sé que me suenan pero no logro especificar de qué lugar, así que no hago caso y sigo corriendo, sintiendo como si llamas fueran a alcanzarme.
Un escalofrío me llega de pronto al intentar imaginarme una escena romántica con él. Comencé pensando en que el niño que es nuestro dueño nos tomaría y nos haría jugar por horas, miles de escenarios posibles, y al final cuando se fuera a dormir yo podría llevar a cabo mi plan del baile; sin embargo es justo en ese momento de mi fantasía que siento una punzada en el estómago, no sé por qué, y vuelven imágenes de sufrimiento, peste, el Duende con una risa macabra y amarga, mucho calor y nuevamente ese maldito fuego. Mi sonrisa desaparece y resoplo delicadamente, retirando mi brazo pero sin abrir los ojos. Suspiro y estiro mi mano, notando humedad en ella, y de inmediato abro mis ojos.
El insistente ruido era agua corriente, en una fuente, no como el agua que tanto me gusta de mi lago de cristal, ese donde me veo reflejada y juego con mis cisnes. Qué detalle de los reyes mandar poner una fuente cerca de su castillo, pienso algo desconcertada mientras miro a mi alrededor, en busca de mis cisnes. Eso solo empeora mi situación: cerca de aquí solo veo casas, y me doy cuenta que estoy acostada sobre el vil y polvoriento piso, rasposo, muy diferente al que estoy acostumbrada. También hay otro detalle, mi ropa: mi vestido está sucio y el tutú ha perdido su forma recta, más bien parece un vestido como los de la madre de mi dueño. Además, llevo puesta una capa oscura, como la que solía usar el Duende cuando decía que iba de gala. Me levanto y comienzo a alisarlos, pero noto mis manos diferentes. Las observo con sorpresa: son humanas, al igual que el resto de mí, como compruebo en el reflejo que veo en el agua clara de la fuente. Toco mi cabeza en gesto de desesperación, y me encuentro con que el moño que normalmente llevo de peinado mantiene su forma, aunque un poco floja. Sin poder hacer algo al respecto, me siento en ese piso que era mi cama y cubro mi cara, tratando de detener unas lágrimas que rebeldes salen de mis ojos. Sollozo tratando de calmar mi confusión, pero con eso solo logro calmar una sensación de angustia que hay dentro de mí. ¿Qué es todo esto? Empero, me veo obligada a conservar compostura cuando algunas personas pasan a mi lado y me preguntan si estoy bien. Trato de sonreír y acepto su ayuda para levantarme, pero nada más. Me siento a la orilla de la fuente, sintiendo algunas gotitas en mi cuello y mirando a unos escandalosos patos, o gansos, no distingo y además no me importa, extrañando mi hogar. Eso provoca que se me salgan unas lágrimas más de desesperación y confusión.
Vuelvo a alisarme la ropa y el pelo, y me levanto decidida. Comienzo a caminar sin rumbo pero aparentando seguridad, sonriendo a las personas que me miran pasar, y de súbito me quedo parada. ¡Estoy frente a la casa de mis dueños! ¡Esa horrenda mujer es la cocinera, y lleva de la mano al niño que cuida de mí! ¡Van saliendo! Con pasos apresurados me acerco, sonriendo con familiaridad, pero el niño no hace más que aferrarse a su gorda mano haciendo que ella únicamente se voltee para mirarme un momento, y siguen su camino. Abro la boca para decir algo, pero no puedo con el corazón roto que llevo en este momento. Niego con la cabeza y me alejo de allí tanto como puedo, corriendo hacia el lado contrario. Debo encontrar a alguien que me ayude a comprender todo esto, qué hago aquí, cómo llegué, qué es esto y por qué escucho conversaciones de diferentes voces dentro de mi cabeza.
'¡Madame Balbina, qué gusto! ¿Su esposo sigue siendo un maestro para los detalles de sus creaciones?'
'Bonjour monsieur Gustave, ¿tendrá lista la bailarina que le encargué para mi hijo?'
'Eh, se ha ido a explorar... los mares, sí, eso'
'He nacido del humo de una pipa así que soy todo y todo es yo, ¿comprendes por donde voy?'
'Quizás incluso ese soldado que buscas puede haber zarpado con el príncipe Eric'
'Comida no es problema en esta posada'
'Actualmente ando de paso por Marshovia, puede que me haya confundido'
Todas esas voces y palabras me provocan algo que no alcanzo a distinguir, sé que me suenan pero no logro especificar de qué lugar, así que no hago caso y sigo corriendo, sintiendo como si llamas fueran a alcanzarme.
Re: Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
"Ari, deja de correr, no te canses"
Me detengo de golpe, esa no es mi voz. O bueno, lo es, pero parecía ser una entidad externa a mi misma. Una voz que tenía razón.
Aunque estaba acostumbrada a mis piernas humanas, el correr era una cosa que me cansaba muy rápido. Y era mejor mantenerme tranquila por el bien del bebé. Me detuve unos minutos frente a una casa, recuperando el aliento. Esto de la superficie era terrible, en realidad extrañaba nadar.
-"Paul puede ayudarte, igual que antes..."
- No sé quien es Paul.
-"Claro que sabes, lo conociste después del trato con Noligma. En la playa. ¡Recuérdalo!"
¿Y quién era Noligma? El nombre no me suena de nada. Siquiera podía asociarlo a uno de los rostros de mi mente.
Vuelvo a caminar, esta vez más tranquila. Pongo las manos sobre mi vientre, buscando protegerlo de la locura del exterior.
Poco a poco toma cierto sentido la imagen de Paul, aunque sigo siendo incapaz de ubicarlo en un lugar concreto de mi memoria. Como si fuera el recuerdo de alguien más.
Puedo verlo moverse, hablar, pero soy incapaz de activar el resto de mis sentidos, como el oído, el olfato o siquiera el tacto. Me sería útil darle un aroma, porque eso me permitiría saber si es real o acaso una parte de un sueño muy extraño. De momento las imágenes me bastan, con eso podré recrear el camino para encontrarlo.
Me sorprende lo vacío de las calles, pues Marshovia suele ser un reino lleno de vida tanto en el día, como en la noche. Había reconocido al panadero, también a uno de los hombres que vendía pescado en el palacio (aunque yo había terminado por prohibirle a Eric el consumirlo, porque me apenaba).
Ninguno había reparado en mi, solo decían cosas extrañas sobre historias y brujas. Como mi experiencias con brujas se limitaba a Ursula, y ella era malvada, no quise acercarme a averiguar nada más. No quería verme envuelta en esa clase de problemas.
Además de ellos había visto a otros, estos me miraban con curiosidad, pero tampoco se acercaban a mi.
"-Huele a caballo... como los de casa de la señora Moore" dice de pronto la voz, a medida que me invade el aroma de la escena. La playa, la arena, las calles, la gente... Paul.
-¿Quién es la señora Moore? Sí, comienzo a sentir el olor... ¡Pero no es a caballo! ¡Ese es el olor de los señores de Ecuestria!
Pero es imposible, los humanos no huelen a animales y nunca he conocido ningún Pony con olor a humano. Y claro que conozco a los señores Ponys, padre nos llevó algunas veces a esa tierra tan colorida, para enseñarnos la antigua alianza entre razas. Tenían un aroma especial y muy reconocible. Al menos para las sirenas.
Pero no importa. Ya veremos que pasa.
Mis pasos son constantes hasta que paso frente a un callejón, donde oigo un griterío. Tres hombres y una mujer discuten fuertemente, como si la vida se les fuera en ello. Es tan llamativo que no puedo alejarme, aunque cuido mantenerme oculta. Si la gente que vive conmigo no fue capaz de reconocerme, dudo completamente que los aldeanos lo hagan. Y por como las cosas se vuelven más violentas, no me conviene para nada que noten mi presencia.
No comprendo todas las frases, pero oigo palabras referentes a una tal Bruja del Tiempo, de rebeldes, de hechizos, de durmientes, de revoluciones, de problemas... ¿¡Y qué diantres significa eso!?
De pronto siento como alguien se acerca corriendo. Me aterra la idea de que gracias a ese extraño me vean, así que solo puedo detenerlo sosteniendo su brazo, mientras evito que pase frente al callejón.
Con mi dedo hago la seña para que guarde silencio, mientras luego le indico el griterío. Espero que baste para que comprenda...
Me detengo de golpe, esa no es mi voz. O bueno, lo es, pero parecía ser una entidad externa a mi misma. Una voz que tenía razón.
Aunque estaba acostumbrada a mis piernas humanas, el correr era una cosa que me cansaba muy rápido. Y era mejor mantenerme tranquila por el bien del bebé. Me detuve unos minutos frente a una casa, recuperando el aliento. Esto de la superficie era terrible, en realidad extrañaba nadar.
-"Paul puede ayudarte, igual que antes..."
- No sé quien es Paul.
-"Claro que sabes, lo conociste después del trato con Noligma. En la playa. ¡Recuérdalo!"
¿Y quién era Noligma? El nombre no me suena de nada. Siquiera podía asociarlo a uno de los rostros de mi mente.
Vuelvo a caminar, esta vez más tranquila. Pongo las manos sobre mi vientre, buscando protegerlo de la locura del exterior.
Poco a poco toma cierto sentido la imagen de Paul, aunque sigo siendo incapaz de ubicarlo en un lugar concreto de mi memoria. Como si fuera el recuerdo de alguien más.
Puedo verlo moverse, hablar, pero soy incapaz de activar el resto de mis sentidos, como el oído, el olfato o siquiera el tacto. Me sería útil darle un aroma, porque eso me permitiría saber si es real o acaso una parte de un sueño muy extraño. De momento las imágenes me bastan, con eso podré recrear el camino para encontrarlo.
Me sorprende lo vacío de las calles, pues Marshovia suele ser un reino lleno de vida tanto en el día, como en la noche. Había reconocido al panadero, también a uno de los hombres que vendía pescado en el palacio (aunque yo había terminado por prohibirle a Eric el consumirlo, porque me apenaba).
Ninguno había reparado en mi, solo decían cosas extrañas sobre historias y brujas. Como mi experiencias con brujas se limitaba a Ursula, y ella era malvada, no quise acercarme a averiguar nada más. No quería verme envuelta en esa clase de problemas.
Además de ellos había visto a otros, estos me miraban con curiosidad, pero tampoco se acercaban a mi.
"-Huele a caballo... como los de casa de la señora Moore" dice de pronto la voz, a medida que me invade el aroma de la escena. La playa, la arena, las calles, la gente... Paul.
-¿Quién es la señora Moore? Sí, comienzo a sentir el olor... ¡Pero no es a caballo! ¡Ese es el olor de los señores de Ecuestria!
Pero es imposible, los humanos no huelen a animales y nunca he conocido ningún Pony con olor a humano. Y claro que conozco a los señores Ponys, padre nos llevó algunas veces a esa tierra tan colorida, para enseñarnos la antigua alianza entre razas. Tenían un aroma especial y muy reconocible. Al menos para las sirenas.
Pero no importa. Ya veremos que pasa.
Mis pasos son constantes hasta que paso frente a un callejón, donde oigo un griterío. Tres hombres y una mujer discuten fuertemente, como si la vida se les fuera en ello. Es tan llamativo que no puedo alejarme, aunque cuido mantenerme oculta. Si la gente que vive conmigo no fue capaz de reconocerme, dudo completamente que los aldeanos lo hagan. Y por como las cosas se vuelven más violentas, no me conviene para nada que noten mi presencia.
No comprendo todas las frases, pero oigo palabras referentes a una tal Bruja del Tiempo, de rebeldes, de hechizos, de durmientes, de revoluciones, de problemas... ¿¡Y qué diantres significa eso!?
De pronto siento como alguien se acerca corriendo. Me aterra la idea de que gracias a ese extraño me vean, así que solo puedo detenerlo sosteniendo su brazo, mientras evito que pase frente al callejón.
Con mi dedo hago la seña para que guarde silencio, mientras luego le indico el griterío. Espero que baste para que comprenda...
- Aclaraciones!!:
- La vocecilla de Ari a veces aparece en su mente, ella le responde de la misma forma. Esta voz es esa parte de si misma reprimida por la magia de la Bruja del Tiempo. Las personas que ve son guardianes, pero que al verla normal, no se acercan ya que creen que sigue siendo una durmiente. Las personas del callejón de momento no sabremos quienes son Claramente, la persona que detiene Ari es Balbina, es la única forma que se me ocurrió juntarlas.
Re: Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
Off: Ok, todo perfecto! A mí no me quedó tan elegante como el tuyo, sino que me recordó mucho a la película "Chances are" con Robert Downey Jr. donde va recordando cosas mezcladas jeje
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me solté a correr, pero no me importa mientras no ayude a mitigar mi sensación de persecución y de calor. No distingo a nadie, y esta capa no me ayuda a nada sino que me hace sentir más pesada. Me detengo en una esquina, frente a la puerta de un negocio con un letrero en forma de pescado. Lo veo sin poder evitar sonreír, y así sin más, por un momento me llega a la mente la imagen de cuando Paul me llevó por primera vez a la posada de Babette, y lo mucho que me llamó la atención el ingenio de los comerciantes. -¿Pero qué...?- digo en voz alta, aunque lo hago para mí misma. Mi cabeza da vueltas, mezclando imágenes, nombres y lugares tanto de juguetes como de personas. Llevo mis manos a mi cabeza, no puedo comprender nada. Yo me dormí donde siempre, junto a mi castillo con mi lago de cristal y mis suaves cisnes, y se supondría que hoy le bailaría al galante Soldado, pero... comienzo a jadear notando náuseas, para lo cual afortunadamente encuentro un pequeño balde: vuelvo el estómago.
Al terminar lo dejo volteado contra la hierba, me siento muy avergonzada con los dueños del negocio. ¡Eso es tan impropio! Me quedo unos momentos sentada en el suelo, respirando profundamente para asegurarme de que ya me siento mejor. Lenta y cuidadosamente me levanto, esta vez sin sentir vueltas o confusiones. Evito pensar en lo que me hizo daño hace unos minutos y camino doblando hacia la derecha, siguiendo un camino muy distinto al que traía.
Mientras camino noto que unos cabellos se soltaron y se me vienen a la cara. Sin detenerme, me retiro el pasador decorado de mi moño, me suelto el cabello tratando de desenredarlo con las manos, para finalmente hacer el moño de nuevo. Qué extraño, el pasador se lo había quedado el gato, que por cierto se veía muy mono, pienso mientras miro una farola. Hasta podría ser la misma donde nos encontramos, quién sabe. Esta vez sí me detengo, escuchando en mi cabeza la voz de ese tal gato con forma humana y viéndolo claramente con mi pasador puesto. Cierro los ojos fuertemente y aprieto mis puños contra mis sienes, esto me gusta cada vez menos. Solo logro soltar un sollozo antes de volver a correr. Debo llegar a un lugar donde haya alguien que pueda ayudarme, no como esta calle casi desierta, o al océano. Ya no hago caso de esos pensamientos raros y sigo corriendo por donde me indica mi instinto, ya sin fijarme en direcciones, lo único que sé es que necesito agua cerca de mí.
No debo ir por un mal camino, porque no tardo mucho en comenzar a escuchar voces. Aunque "gritos" sería una mejor palabra. No sé si se deba a que los escucho a través de lo que parece un callejón que me lleve al otro lado y en realidad no me importa, lo único que quiero es acercarme a ellos, preguntarles qué sucede... y me detienen. Al principio no sé especificar qué o quién fue, hasta que veo a una chica que me hace una seña para guardar silencio, señalando a las personas que hacía unos segundos yo quería alcanzar desesperadamente. Mi primer impulso es soltarme sin hacer lo que me indica, pero me distraigo con su cabello: sí es de un rojo encendido, es bonito y elegante... y también me trae imágenes de fuego abrasador, solo que esta vez veo mi mano de muñeca tomada a la de plomo del Soldadito mientras se funden. Vuelvo a soltar un sollozo y me tapo la boca con ambas manos, ahora asustada, abriendo grandes mis ojos mientras miro alternadamente a la fuente de ruido y a ella. Aprieto mis labios y bajo mis manos, nuevamente para llevarlas a mi moño. -¿Qué pasa? ¿Por qué me has detenido? ¿Te escondes de ellos?- le pregunto a susurros señalando con mi cabeza al que ahora sí distingo como callejón. Si es algo personal, entonces no tiene nada que ver conmigo, supongo.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me solté a correr, pero no me importa mientras no ayude a mitigar mi sensación de persecución y de calor. No distingo a nadie, y esta capa no me ayuda a nada sino que me hace sentir más pesada. Me detengo en una esquina, frente a la puerta de un negocio con un letrero en forma de pescado. Lo veo sin poder evitar sonreír, y así sin más, por un momento me llega a la mente la imagen de cuando Paul me llevó por primera vez a la posada de Babette, y lo mucho que me llamó la atención el ingenio de los comerciantes. -¿Pero qué...?- digo en voz alta, aunque lo hago para mí misma. Mi cabeza da vueltas, mezclando imágenes, nombres y lugares tanto de juguetes como de personas. Llevo mis manos a mi cabeza, no puedo comprender nada. Yo me dormí donde siempre, junto a mi castillo con mi lago de cristal y mis suaves cisnes, y se supondría que hoy le bailaría al galante Soldado, pero... comienzo a jadear notando náuseas, para lo cual afortunadamente encuentro un pequeño balde: vuelvo el estómago.
Al terminar lo dejo volteado contra la hierba, me siento muy avergonzada con los dueños del negocio. ¡Eso es tan impropio! Me quedo unos momentos sentada en el suelo, respirando profundamente para asegurarme de que ya me siento mejor. Lenta y cuidadosamente me levanto, esta vez sin sentir vueltas o confusiones. Evito pensar en lo que me hizo daño hace unos minutos y camino doblando hacia la derecha, siguiendo un camino muy distinto al que traía.
Mientras camino noto que unos cabellos se soltaron y se me vienen a la cara. Sin detenerme, me retiro el pasador decorado de mi moño, me suelto el cabello tratando de desenredarlo con las manos, para finalmente hacer el moño de nuevo. Qué extraño, el pasador se lo había quedado el gato, que por cierto se veía muy mono, pienso mientras miro una farola. Hasta podría ser la misma donde nos encontramos, quién sabe. Esta vez sí me detengo, escuchando en mi cabeza la voz de ese tal gato con forma humana y viéndolo claramente con mi pasador puesto. Cierro los ojos fuertemente y aprieto mis puños contra mis sienes, esto me gusta cada vez menos. Solo logro soltar un sollozo antes de volver a correr. Debo llegar a un lugar donde haya alguien que pueda ayudarme, no como esta calle casi desierta, o al océano. Ya no hago caso de esos pensamientos raros y sigo corriendo por donde me indica mi instinto, ya sin fijarme en direcciones, lo único que sé es que necesito agua cerca de mí.
No debo ir por un mal camino, porque no tardo mucho en comenzar a escuchar voces. Aunque "gritos" sería una mejor palabra. No sé si se deba a que los escucho a través de lo que parece un callejón que me lleve al otro lado y en realidad no me importa, lo único que quiero es acercarme a ellos, preguntarles qué sucede... y me detienen. Al principio no sé especificar qué o quién fue, hasta que veo a una chica que me hace una seña para guardar silencio, señalando a las personas que hacía unos segundos yo quería alcanzar desesperadamente. Mi primer impulso es soltarme sin hacer lo que me indica, pero me distraigo con su cabello: sí es de un rojo encendido, es bonito y elegante... y también me trae imágenes de fuego abrasador, solo que esta vez veo mi mano de muñeca tomada a la de plomo del Soldadito mientras se funden. Vuelvo a soltar un sollozo y me tapo la boca con ambas manos, ahora asustada, abriendo grandes mis ojos mientras miro alternadamente a la fuente de ruido y a ella. Aprieto mis labios y bajo mis manos, nuevamente para llevarlas a mi moño. -¿Qué pasa? ¿Por qué me has detenido? ¿Te escondes de ellos?- le pregunto a susurros señalando con mi cabeza al que ahora sí distingo como callejón. Si es algo personal, entonces no tiene nada que ver conmigo, supongo.
Re: Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
La persona que detengo parece tener las mismas pintas que yo. Una cara de confusión extrema. Es normal, tomando en cuenta como están las cosas.
Pero no entiendo por qué se asusta, pues creo que siendo humana no tengo pintas de ser peligrosa. ¿Será por lo pelirroja? Me toco un poco el pelo, tímida. No entendía ese temor al rojo. Se que muchos campesinos creen que es el color del diablo y las brujas, pero no tengo pinta de bruja. Para mi, las brujas tienen forma de pulpo y la maldad corriéndole por las venas. Mentirosas y roba finales felices.
-"No, seguro solo se asustó por los gritos"
-Yo creo que es por el pelo...
-"Mejor respóndele, ahí veremos si es eso".
-No se qué pasa, pero no creo que sea seguro que ellos se enteren que estamos aquí y nos vean.- respondo también en susurros, temerosa. -Las cosas ya están bastante raras para agregar problemas. Es mejor que nos quedemos aquí hasta saber más y...
Y al parecer el destino parecía estar de acuerdo conmigo, pues desde el callejón ya no solo llegaban gritos: Ahora se sentían golpes y chillidos, cada vez más en aumento.
Me llevo las manos al vientre, con el deseo de protegerlo de esas voces tan hostiles. No quiero que le pase nada a mi pequeño.
Vuelvo a mirar a la chica. Creo que deberíamos salir corriendo en dirección contraria, aunque sea contrario al lado donde está el Pony Pisador. Pero seguramente diga que no, que me cree bruja.
Pero preguntar no hace daño...
-Si quieres averiguar que pasa, no cuentes conmigo. - comienzo, dando unos pasitos despacio en la dirección contraria. -Tengo que encontrar a mi esposo y a un amigo, Paul. Llámalo instinto, pero no quiero que nos vean...
Dicho esto sigo alejándome, pero pronto descubro que es tarde. Hay una mujer, herida, saliendo lentamente por el callejón. Es bajita, su vestido manchado de rojo, por como sangra debe tener la nariz rota. Aun no nos ve, parece que solo está escapando del ataque. Quiero salir corriendo, porque si alguien es capaz de herirla, seguro no le asusta hacerlo con ambas.
-"No seas tonta, ¡hay que ayudarla!"
-Pero el bebé...
-"¡Ahora!"
Mis pies parecen moverse solos. Primero adelante, luego otra vez atrás. Seguramente debo de esperar a que se mueva primero la otra antes.
Pero no entiendo por qué se asusta, pues creo que siendo humana no tengo pintas de ser peligrosa. ¿Será por lo pelirroja? Me toco un poco el pelo, tímida. No entendía ese temor al rojo. Se que muchos campesinos creen que es el color del diablo y las brujas, pero no tengo pinta de bruja. Para mi, las brujas tienen forma de pulpo y la maldad corriéndole por las venas. Mentirosas y roba finales felices.
-"No, seguro solo se asustó por los gritos"
-Yo creo que es por el pelo...
-"Mejor respóndele, ahí veremos si es eso".
-No se qué pasa, pero no creo que sea seguro que ellos se enteren que estamos aquí y nos vean.- respondo también en susurros, temerosa. -Las cosas ya están bastante raras para agregar problemas. Es mejor que nos quedemos aquí hasta saber más y...
Y al parecer el destino parecía estar de acuerdo conmigo, pues desde el callejón ya no solo llegaban gritos: Ahora se sentían golpes y chillidos, cada vez más en aumento.
Me llevo las manos al vientre, con el deseo de protegerlo de esas voces tan hostiles. No quiero que le pase nada a mi pequeño.
Vuelvo a mirar a la chica. Creo que deberíamos salir corriendo en dirección contraria, aunque sea contrario al lado donde está el Pony Pisador. Pero seguramente diga que no, que me cree bruja.
Pero preguntar no hace daño...
-Si quieres averiguar que pasa, no cuentes conmigo. - comienzo, dando unos pasitos despacio en la dirección contraria. -Tengo que encontrar a mi esposo y a un amigo, Paul. Llámalo instinto, pero no quiero que nos vean...
Dicho esto sigo alejándome, pero pronto descubro que es tarde. Hay una mujer, herida, saliendo lentamente por el callejón. Es bajita, su vestido manchado de rojo, por como sangra debe tener la nariz rota. Aun no nos ve, parece que solo está escapando del ataque. Quiero salir corriendo, porque si alguien es capaz de herirla, seguro no le asusta hacerlo con ambas.
-"No seas tonta, ¡hay que ayudarla!"
-Pero el bebé...
-"¡Ahora!"
Mis pies parecen moverse solos. Primero adelante, luego otra vez atrás. Seguramente debo de esperar a que se mueva primero la otra antes.
Re: Esto es muy raro... {Trama del Puerto. Priv Ariel-Bailarina de Papel
Los visos que da su cabello brillante con los rayos de sol que lo alcanzan me distraen un poco, pero trato de ignorarlos. Si eso es a esta hora, no quiero imaginarme las horribles cosas que vendrán a mi mente con la luz más brillante de mediodía. Lástima de pensamientos que tengo, porque su cabello es bonito, y veo que lo toca. Tal vez mi indiscreción fue demasiada. Me apeno y bajo la mirada por un momento, hasta que comienza a hablar. Junto mis cejas como gesto de mi confusión, y me propongo comenzar a hacerle preguntas para que me aclare hasta donde ella sepa, cuando es interrumpida por un escándalo atronador. ¿Es una riña, como las del Duende con los juguetes que osan cuestionar su poderío? ¿Qué es esto?
Suspiro con resignación al enterarme de que sabe tanto de esta situación como yo. Nuevamente mis pensamientos raros llegan cuando ella pronuncia un nombre: Paul. Se me vienen imágenes de arena, playa, esperanza de encontrar a mi soldado en el castillo, que se pudo haber ido con el príncipe Eric... de pronto la cabeza me da vueltas. La sacudo para intentar despejarme, parpadeando rápida y repetidamente, pero solo logro sentir más angustia. ¿Es que algo pasó con el Soldado? -Voy contigo- respondo siguiéndola, será mejor ir acompañada que sola con todo este desorden. Espero que su esposo sea médico o algo que pueda ayudarme, y que veamos a ese tal Paul para comprobar si mis alucinaciones son ciertas o solo lo vi en un sueño. Aunque parece que no.
Camino detrás de ella, sin embargo se detiene y ya no se mueve tan segura como antes. Doy unos pasos para alcanzarla y es cuando puedo distinguir a una mujer herida. Abro mucho mis ojos, sorprendida de todo lo que estoy viendo en esta mañana de un día que se suponía debía ser tranquilo. Al principio doy pasos con cautela, pero el ver cómo sangra su rostro y cómo se encuentra me preocupa mucho, ya que me evoca una imagen espantosa en la que el Soldado y yo estamos casi destrozados. Jadeo, aprieto los dientes y termino corriendo hacia ella sin prestar atención a nada ni nadie más. -Cálmese, no se mueva- digo mientras me hinco frente a la mujer, quitándome la pesada capa que sospechosamente se parece a una que tiene el Duende, y comienzo a limpiar su sangre como si se tratara del Soldado, lo cual hace que se me salga un par de lágrimas. No sé qué más decirle o hacer, así que me giro buscando a la chica con la que estaba momentos antes. Por un segundo la perdí de vista.
Suspiro con resignación al enterarme de que sabe tanto de esta situación como yo. Nuevamente mis pensamientos raros llegan cuando ella pronuncia un nombre: Paul. Se me vienen imágenes de arena, playa, esperanza de encontrar a mi soldado en el castillo, que se pudo haber ido con el príncipe Eric... de pronto la cabeza me da vueltas. La sacudo para intentar despejarme, parpadeando rápida y repetidamente, pero solo logro sentir más angustia. ¿Es que algo pasó con el Soldado? -Voy contigo- respondo siguiéndola, será mejor ir acompañada que sola con todo este desorden. Espero que su esposo sea médico o algo que pueda ayudarme, y que veamos a ese tal Paul para comprobar si mis alucinaciones son ciertas o solo lo vi en un sueño. Aunque parece que no.
Camino detrás de ella, sin embargo se detiene y ya no se mueve tan segura como antes. Doy unos pasos para alcanzarla y es cuando puedo distinguir a una mujer herida. Abro mucho mis ojos, sorprendida de todo lo que estoy viendo en esta mañana de un día que se suponía debía ser tranquilo. Al principio doy pasos con cautela, pero el ver cómo sangra su rostro y cómo se encuentra me preocupa mucho, ya que me evoca una imagen espantosa en la que el Soldado y yo estamos casi destrozados. Jadeo, aprieto los dientes y termino corriendo hacia ella sin prestar atención a nada ni nadie más. -Cálmese, no se mueva- digo mientras me hinco frente a la mujer, quitándome la pesada capa que sospechosamente se parece a una que tiene el Duende, y comienzo a limpiar su sangre como si se tratara del Soldado, lo cual hace que se me salga un par de lágrimas. No sé qué más decirle o hacer, así que me giro buscando a la chica con la que estaba momentos antes. Por un segundo la perdí de vista.
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