en busca de "pajaritos" (mi querido pony y quien quiera)

Me quedo observando la textura de la mesa, ya que mi cabeza está bien cerca de la superficie de la misma, cuando escucho a Babette diciendo que sabe dónde trabajaba antes, y con quién trabajo ahora. Mi espalda se endereza de golpe, y la miro con asombro. ¿Acaso ya sabe que antes pertenecí a la tripulación del Revenge? Que ahora trabajo con Lady Katrina es obvio que lo sabe, ya que mi entrevista de trabajo ocurrió aquí mismo, en este mismo comedor. (Pero no en esta misma mesa, que fue la otra de allá. No, ésa no, aquella. Si, aquella de allá.).

Y no me relajo mucho cuando el Sr. Blanck dice que no será necesario, porque al mismo tiempo escribe algo en un papelito y lo pone en el bolsillo de Babette. Dá lo mismo que lo vea, ya que no sé leer, pero de todas formas esa "discreción" toda hacia mi lado me deja más alerta. ¿Qué le dice que yo no pueda saber?

Muevo el pie incómodo, debajo de la mesa, como lo haría un caballo nervioso, mientras la tensión vuelve a dominar mis músculos. Babette se levanta para ir a buscar algo, y sólo entonces él vuelve a tomarme en cuenta.

A estas alturas ya no me fío de él, por más que diga que sus nobles son en realidad más personas como nosotros: personas con memoria. No tengo cómo imaginar la gravedad de quién es quién de los que no han perdido la memoria, sin embargo, como a cada día que me topo con gente, TODOS NO me recuerdan, a excepción de él, quién es un mago, de pronto mi instinto animal me dice que quizás el problema de Wesley es mucho más grave y "global"... Quizás Wesley es sólo UNO de los magos que ha embrujado a la gente y dejándolas sin memoria, y éste mago que tengo al frente, cuya sola presencia me hace levantar los cabellos de mi crin, ¿cómo puedo saber del lado de quién está en realidad?

- Pero no es algo fácil… la gente ha olvidado por alguna razón, y si esa razón es una razón intencionada por alguien… quienes recordamos estamos en su punto de mira. -Escucho su razonamiento y le asiento, porque en realidad tiene razón.

De pronto, tomo la decisión de que ahora en adelante no iré diciéndoles a todos que los recuerdo, ya que tiene lógica que los que recuerdan, como yo, pueden estar en peligro. Hasta que no encuentre alguien de confianza, me tendré que refrenar mi lengua para evitar que más gente sepa que "yo sé" (o mejor, que "yo recuerdo").

Y lo otro que estoy seguro es que el sr. Blanck no está en mi lista de confianza... Asiento a sus palabras, ya que guardaré silencio a todos, incluyéndolo a él. Ahora debo irme, pero no sin antes pedirle a Babette que no le hable nada de Lady Katrina. ¿Se imaginan si me va a buscar allá y le hace daño a mi hermosa patrona? ¡Si la pusiera en peligro no me lo perdonaría jamás! Y no es por mantener mi fuente de trabajo, que me está gustando mucho en realidad, sino porque ella es inocente de mis enredos.

- Si averiguo algo, os dejaré recado aquí en la posada. -digo muy serio, sin mencionar que no puedo escribir nada. Entonces llega Babette con una bandeja con empanadas. Debo retirarme y seguirla a la cocina en cuanto ella se levante, pero no puedo dejarlos solos antes de eso. Por el bien de Lady Katrina y sus niños...

Tal como me imaginé, Paul se puso blanco ante mis palabras y con mucho esfuerzo debo aguantar una carcajada, porque su carita de asombro es... ¡demasiado patente!

Sin embargo, además del ligero escalofrío que siento cuando él roza mi cuerpo al depositar un papelito, me surge una leve desconfianza sobre éste caballero. Por supuesto debo aguardar a leerlo en la cocina, lejos de la vista del capataz, ya que eso de pedir algo para picotear es algo poco disimulado.

- ¿Les apetecen una empanadas? Tengo de queso y charqui. -Aguardo a que él asienta con la cabeza para levantarme y dirigirme a la cocina. Una vez oculta por la pared, saco el papelito y lo desdoblo, encontrándome con una letra algo desordenada pero clara: “lo quiero saber todo! Déjamelo escrito”.

Pues... Una cosa es bromearle al tipo misterioso, y reír de cómo se pone nervioso, y otra muy diferente es delatarlo. Porque ya he deducido que él tiene mucha relación con los piratas, específicamente con los del Revenge, sin embargo, no he tenido oportunidad de preguntarle nada a Roberts. Y si él no le ha dicho al caballero que trabaja como capataz en la finca de Lady Katrina, ¿por qué se lo tengo que decir yo?

Empiezo a freír las empanadas prometidas mientras pienso los prós y los contra de "darle esa información"... Ya estoy clara que no le diré nada sobre la pelirroja, y mientras las burbujas se forman en las masitas, se hace más fuerte en mí la idea de que tampoco le diré nada sobre ese Paul... Porque salvo los molestos dolores de cabeza, y esas frases incoherentes que me recuerdan pesadillas con mis hermanas, él no me ha hecho ningún mal.

Quito el exceso de aceite y deposito las dos variedades de empanadas en la bandeja, separadas por una franja de servilletas. Las servilletas no tienen nada escrito. Ninguna.

Tomo la bandeja y me acerco, observando que Paul aún se nota incómodo, mientras que el sr. Blanck está la mar de relajado. Por supuesto, le sonrío y me siento junto a ellos, que mantenga mi boca callada no implica que no tenga mis orejas muy atentas:

- Espero que os gusten... Las freí ahora mismo. -digo toda satisfecha, y para dar el ejemplo, tomo una servilleta y empiezo a comer una, porque francamente el olor está apetitoso hasta para la propia cocinera.

Off: Babette, ¿Ofreces empanadas de charqui en tu posada? ¡Asesina!
Gmork: No puedo dejaros recados porque... ¡no sé escribir! Con suerte sé firmar mi nombre, porque me enseñaron las 4 letras necesarias...

De pronto empiezo a sentir un olor... malo. Algo me revuelve el estómago. Miro a mi alrededor, mientras Gmork y Babette empiezan a comer las empanadas. ¿De dónde viene ese olor?

Vuelvo mi atención a la mesa, y veo como Gmork se devora la primera empanada con sólo dos mordiscos. No comprendo por qué, pero sus dientes, visibles cuando desgarra la empanada, me hacen levantar los pelos de mi crin de nuevo.

- Perdonen, llevo todo el dia sin comer. -dice educado antes de tomar la segunda empanada.

- No hay problema. -contesto cortés, tratando de cubrirme la nariz.

Entonces reconozco que el olor "raro" viene de las empanadas que trajo Babette. Tomo una y la empiezo a oler, pero salvo el olor a fritura sólo huelo queso. La vuelvo a depositar en la bandeja, que el olor malo me ha quitado las ganas de comer, sin embargo, aunque me aguante las arcadas, debo "resistir" ya que no puedo irme antes de pedirle a Babette que no hable nada de Katrina... Digo, Lady Katrina.

- Están muy ricas, debería preguntar la receta? -dice Gmork al tomar la cuarta empanada y entonces, al morderla, siento el olor malo más fuerte. Me termino mi vaso de cebada, pero la sensación no mejora.

Off: Deja de molestarme y dejaré de ofrecerte carne de poney! XD

Sonrío, ya que el sr. Blanck sin la menor cerimonia empieza a devorar una de mis empanadas. Aunque es un caballero, algo en su forma de agarrar y morder la empanada... ¡me provoca de nuevo dolor de cabeza!

- Perdonen, llevo todo el día sin comer. -dice tras tragar.

- Si necesitas, traigo más. -le contesto antes de morder mi empanada, sonriéndole, ya que me alegra sobremanera ver cuando a alguien le gusta lo que cocino. En cambio Paul... Ha hecho una mueca de asco que de pronto me da miedo que se vaya a poner a vomitar aquí en mi comedor!

Pero enfermo o no, toma una de mis empanadas y la huele. ¡Y la devuelve! ¿Qué se cree? Respiro hondo, cuento hasta 3, y entonces, sólo entonces, le pregunto civilizada:

- ¿Estás bien? -ya que debo estar preparada por si tengo que correr por un balde.

Por supuesto, al volver mi cabeza al caballero, veo que él sigue sirviéndose mis empanadas con gusto. Malas ideas se me pasan por la cabeza, ¡pero antes debo hacer algo con éste dolor en mi sien!

- Están muy ricas, debería preguntar la receta?

- ¡Por supuesto! -digo contenta, feliz por la pregunta, ya que me he fijado cómo él me observa, tanto puede ser por intereses gastronómicos como por hacerme hablar y "moverme". De inmediato le hago un pequeño relato de como hago la masita de la empanada. Hago los gestos de estirar la masa y sonrío al ver cómo acompaña los saltitos que mis senos hacen- Después, sólo tengo que poner el relleno, cerrarlas y freírlas. -y apunto a las empanadas a la derecha de la bandeja primero- Éstas tienen queso y éstas tienen carne de caballo o charqui. -finalizo apuntando a las más cercanas a él. En realidad, hacer empanadas no es nada muy complejo...

Sonrío feliz de tener la atención de ambos hombres, sin embargo, la reacción de Paul cuando yo finalizo mi explicación de las empanadas es lo peor!

Me asusto, ya que no comprendo qué es lo que le ha afectado, ¡pero le ha afectado! El otro caballero misterioso le dice que se tranquilice y ¡Zaz! ¡Se ha tranquilizado!

Los miro a ambos, buscando una explicación donde no la hay.

- ¿Qué os ha pasado? -pregunto de pronto a Paul, asustada de que reaccione así y asuste a mi clientela. He visto gente rara, ¡pero hoy él los superó a todos!

Al final Paul no me responde, sino que es el Sr. Blanck quién suaviza la situación. Nuevamente les miro desconfiada a uno y a otro, ya que es demasiado que ambos se protejan de habladurías:

- Creo que nuestro amigo está más loco de lo que sospechábamos... a lo mejor deberías llamar a la caballería. -me susurra de pronto el caballero. Debo estar de acuerdo con él, sin embargo, me extraña que cambie de discurso tan rápido, desconcertándome el "juego doble".

Paul sigue rechazando mi comida, y el Sr. Blanck vuelve a darme consejos sobre cómo tratarlo. Pero, nuevamente hace el juego doble de decirle al extraño algo completamente diferente a lo que me ha sussurrado:

- Por si querías saberlo le comentaba a esta chica tan guapa el buen cuerpo que tiene y como me gustaría lamérselo... no es absolutamente nada sobre ti, asi que no nos mires asi.

Francamente me ruborizo, pues estoy acostumbrada a ser la que ataca, o por lo menos, saber cuando un hombre me va a atacar, sin embargo, las palabras tan... explícitas, surgidas de la nada, me han tomado completamente de sorpresa.

Y lo peor... Me informan que éste caballero puede transformarse a gusto, mostrando una cara diferente conforme a quién esté enfrente, pues le dice que no hablaba de él, cuando justamente lo estaba haciendo.

- Bueno volviendo al tema del que hablábamos antes... ¿que precio os parecería razonable mis "pajarillos"?

- Pues, según la información, voy a querer mucho... oro. -digo haciéndome la pícara. Si él hace doble juego, ¡pues yo también!

De pronto, Paul pide hablarme en privado:

- Por supuesto, puedo reservarle una habitación a su amigo. ¿Cuándo vendrá? -digo levantándome, indicándole que vayamos a la cocina.

Suspiro algo enojada cuando él empieza a decir que no quiere reservar nada:

- ¿Entonces por qué me hiciste levantar? -pregunto con ambas manos en la cintura, pero sus grandes ojos me miran preocupado. Y me cuesta negarle ayuda a la gente necesitada... Y él, a pesar de todos los dolores de cabeza y problemas que me trae, parece realmente necesitado de ayuda. Le escucho entonces, y me sorprendo de que me pida que proteja a la condesa a quién le compro el mejor vino de los alrededores.

Y me extraña más que me pida que tampoco le hable de Ari, la chica que trabaja ahora para la sra. Moore.

- ¿Por qué no confías en el Sr. Blanck?

El misterioso Paul tiene miedo, pero no por él, pero por la condesa y la naufraga... Le miro, extrañada de encontrarme con alguien que no es egoísta. En aparencia. ¿Quizás las quiere? ¿A ambas? Vaya, no es tan egoísta entonces, pero no, algo en su mirada no me dice que se trate de un simple hombre goloso... No, hay algo muy diferente en él.

Off: Cuando termine de conversar con Paul me daré cuenta que te has ido! T^T

Oigo atenta la respuesta de Paul... Pero con cada palabra que sale de su boca, vuelven a mi todas las dudas de su sanidad mental. ¿Cómo alguien va a ser peligroso sólo por "recordar"? ¿"Todos con quienes me he topado tienen magia"? ¡Son tantos los absurdos que no atino a articular nada!

- No confío en él por instinto. Y no quiero que Lady Katrina y Ari puedan quedar en peligro... Yo, yo me puedo defender solito. ¿Me harás el favor?

- ¡Voy a hacerte el favor de no echarte a escobazos! ¿Cómo se te ocurre hablar tantas cosas sin sentido? ¡No hablaré de nada con nadie, pero tú tampoco! -mis pechos suben y bajan por lo indignada que me siento- No te puedo prohibir que vengas a la posada, ¡pero quiero que cuides lo que sale de tu boca! -Sólo tomo un momento para respirar antes de seguir- Porque si pierdo a un huésped siquiera por palabras locas tuyas... ¡Conocerás la furia de Babette! -termino apuntándole con el dedo.

Dicho esto, me doy vuelta, de regreso con el tan "recordante" Sr. Blanck... ¡Que absurdo que alguien sea peligroso por tener memoria! Lo malo es que cuando llego, me doy cuenta que él se ha retirado. De inmediato corro con Rosette, y ella me confirma que él pagó y se fue recién. Sólo no me enojo más porque sé que él volverá. Creo. Me enojo pero, cuento hasta 10 antes de seguir cocinando.