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El aullido [Libre]
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El aullido [Libre]
Donde: Alrededores de una pequeña aldea de Lindert
Cuando: Poco después de la partida de Franz
Cuando: Poco después de la partida de Franz
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La cacería era el deporte por antonomasia de los caballeros, o mejor dicho, de la nobleza. Hanz se situaba a la cabeza, ridículamente ataviado con un jubón de raso escarlata que le dificultaba el movimiento y resultaba demasiado cantoso para aquella actividad. Tras él, algunos aristócratas de la corte de Lindert que cuchicheaban divertidos ante la perspectiva de un fructífero día de diversión, algo en lo que el moreno tenía que disentir en lo más hondo. El chico se sentía acorralado en mayor o menor medida, a pesar de no ser el la bestia que iba a ser cazada aquella tarde, presionado por tener que fingir simpatía hacia los pedantes compañeros de aventura que lo escoltaban.
Pero actuar no era nada fácil, sobre todo cuando no se había criado en ese entorno tan acomodado como el resto. Si supieran la verdad, muchas cosas cambiarían. Se preguntaba como Franz aguantaba eso, pues más que hombres, los cazadores no parecían más capaces que las doncellas de la corte. Sus intereses no distaban de hablar sobre sus conquistas amatorias, su destreza con el estoque o cuan largo era su linaje por parte paterna. Minucias sin importancia a los oídos de un guerrero que había servido en el ejército, pero debía morderse la lengua, algo harto difícil.
-¿Cómo se llamaba aquella chica rubia de la otra vez, Franz?-Preguntó uno de los jinetes. Era delgado y sus ojos observaban con la avidez de un depredador nocturno. Una boina adornaba su cabeza, de pelo castaño claro que hacía contraste con unos orbes acuosos. Hanz, ensimismado en buscar pistas sobre la bestia, tardó unos segundos en darse cuenta de que se refería a él.
-¿Cómo dices?-No le hacía falta hacerse el distraído, porque ya lo estaba. Escucharlos hablar le producía tal abstracción que se veía obligado a buscar entretenimiento en otro sitio, y dado que ese día tocaba caza, no pensaba perder el tiempo con pamplinas.
-Ya sabes-El individuo alzó las cejas, interrogante, dándole a entender de que el tema de conversación no le era desconocido. Hanz hubiese querido responder que no tenía ni idea, sin embargo se limitó a encogerse de hombros, restándole importancia al asunto.
-Ha pasado por aquí-Dijo, bajándose del caballo y agachandose sobre las huellas que cubrían el suelo. Verlas no era fácil, a causa del manto de hojas secas, pero Hanz había tenido suerte. Palpó la tierra y alzó laminada, en dirección norte. No podía andar muy lejos.
-¿Quién? ¿La chica?-Interrogó el noble, con sorna.
-No, idiota-Soltó el plebeyo-La bestia-La irritación se traslucía en su talante, y el día iba a ser demasiado largo si las cosas no mejoraban. Buscaban a un jabalí de gran envergadura, que se decía que había atemorizado los poblados cercanos a Lindert durante varias semanas seguidas; el objetivo, naturalmente, era abatirlo. Miró hacia atrás para contemplar de nuevo su grupo, y suspiró con pesadumbre. ¿Qué haría Franz?-Está bien, vamos a dividirnos en grupos de dos y rodearemos la zona. Tarde o temprano tendrá que salir de su escondite y podremos darle caza-Dar órdenes le producía cierta satisfacción-¿Entendido?
Re: El aullido [Libre]
Aún le costaba. No era extraño ni difícil de entender con siquiera un poco de empatía, y quizás algo de imaginación, aunque esto último era algo que le sería mucho más útil a Jack. Y es que lo que le costaba era hacerse a la idea de que no tan sólo los cuentos de hadas eran reales, sino que de alguna manera había terminado en aquel mundo, completamente perdido en cuanto a orientación.
Ni siquiera tenía la mayoría de sus pertenencias consigo, pues había salido temprano por la mañana del que era su refugio, simplemente con la intención de explorar un poco de aquel mundo tan extraño en el que ahora se encontraba, pero no había tenido en cuenta que su orientación, tan útil y casi infalible en el ambiente del que provenía no le servía prácticamente de nada en un sitio por lo demás desconocido. Como producto y sin que esto debiese ser una sorpresa, terminó perdiéndose, sin saber cómo volver a su punto de origen y, con cada decisión que tomaba cuando creía encontrar un punto de referencia conocido, alejándose más de su refugio debido a la molestia y la incluso desesperación que le iban ganando el pulso a sus técnicas de supervivencia.
Fue por eso que, cuando escuchó risas y conversaciones de gente provenientes de algún lugar cercano, se apresuró en avanzar en la dirección de la que parecían proceder, bastante cansado y con ansias de que le ayudasen con alguna indicación que pudiese serle de utilidad. No le importaron los tropezones producidos por las raíces sobresalientes de los árboles o los rasguñones que por la velocidad que avanzaba le provocaban las ramas del follaje. Finalmente salió de la espesura, dando casi de lleno contra el grupo que ahí se encontraba, deteniéndose apenas a tiempo. -Ah... hola...- atinó a saludar, tratando de acostumbrar sus ojos a la luz que era más fuerte fuera de lo que lo había sido dentro del bosque, además de intentando hacerse una idea de frente a quiénes se encontraba.
Ni siquiera tenía la mayoría de sus pertenencias consigo, pues había salido temprano por la mañana del que era su refugio, simplemente con la intención de explorar un poco de aquel mundo tan extraño en el que ahora se encontraba, pero no había tenido en cuenta que su orientación, tan útil y casi infalible en el ambiente del que provenía no le servía prácticamente de nada en un sitio por lo demás desconocido. Como producto y sin que esto debiese ser una sorpresa, terminó perdiéndose, sin saber cómo volver a su punto de origen y, con cada decisión que tomaba cuando creía encontrar un punto de referencia conocido, alejándose más de su refugio debido a la molestia y la incluso desesperación que le iban ganando el pulso a sus técnicas de supervivencia.
Fue por eso que, cuando escuchó risas y conversaciones de gente provenientes de algún lugar cercano, se apresuró en avanzar en la dirección de la que parecían proceder, bastante cansado y con ansias de que le ayudasen con alguna indicación que pudiese serle de utilidad. No le importaron los tropezones producidos por las raíces sobresalientes de los árboles o los rasguñones que por la velocidad que avanzaba le provocaban las ramas del follaje. Finalmente salió de la espesura, dando casi de lleno contra el grupo que ahí se encontraba, deteniéndose apenas a tiempo. -Ah... hola...- atinó a saludar, tratando de acostumbrar sus ojos a la luz que era más fuerte fuera de lo que lo había sido dentro del bosque, además de intentando hacerse una idea de frente a quiénes se encontraba.
Re: El aullido [Libre]
Tras varios refunfuños, finalmente hubo un asentimiento general que indicaba que acataban sus órdenes, con mayor o menor convicción. Parecía mentira pero claro, se suponía que él era el príncipe heredero, si supiesen que no era más que un impostor, se jactarían dándole caza a él.
¿Cómo los soportas, Franz?
Llevaba toda la mañana preguntándoselo. La pedante vida de la corte tenía muchísimas cosas buenas, pero la hipocresía intrínseca no era una de ellas. Hanz resopló, en parte aliviado y en parte ansioso por iniciar la cacería y quitarse de encima el corrillo de nenazas. La división permitiría que abarcasen un mayor territorio de caza, y de paso le ahorraría más de un quebradero de cabeza, aunque la jornada no prometía demasiado y la idea no le entusiasmaba en absoluto. La mayoría de ellos ni siquiera se lo tomaban enserio, obligándole a concentrarse más de lo debido, aunque por suerte no tendría que escuchar sus protestas por mucho tiempo; Hanz había elegido de antemano a su compañero para ese día, un joven noble de aspecto enfermizo y pocas palabras, que el plebeyo dedujo que hubiese estado más cómodo leyendo en una biblioteca que tambaleándose sobre la silla de su montura. Así no hablaría mucho ni entorpecería más de lo debido. Iba a ser un día muy largo, sin duda alguna.
Pero si pensaba que iba a partir de inmediato se equivocaba. Algo crujió dando la alerta de una amenaza, levantando las crispaciones antes incluso del sondeo previo de la zona.
-¡No puede ser!-Exclamó un pelirrojo de huesos anchos-¡La bestia se nos ha adelantado!
Bobadas
Pensó Hanz, aunque preparó todo lo rápido que pudo su ballesta, preocupado por ser asaltado por sorpresa. Sus movimientos eran poco diestros, pues precisamente las armas a distancia no eran lo suyo. Y las odiaba, no había nada más poco digno sobre la faz de la tierra que dar tan poca ventaja al adversario con una traicionera flecha que se clavase en su cuerpo. No había honor en ello, pero debía aguantarse y apuntar todo lo rápido que podía, pues muchas cosas dependían de lo bien que interpretase su papel… Y la suya no era la actuación del año. Otros habían ido más rápido que el, más guiados por el pánico que por su afán cazador. Pero lo que emergió de la maleza no era ni mucho menos un animal astado, sino… Un joven. Parecía alto, a pesar de que ellos montaban sus respectivos jamelgos, aunque su aspecto no lo calificaba como miembro de la corte ni mucho menos, sino más bien como alguien de pocos recursos monetarios.
-Ah... hola...-Se limitó a decir el desconocido.
Uno de los nobles soltó una risotada de lo más despectiva al verle, a pesar de que unos segundos antes había gritado como una nenaza.
-¿Quién te crees que eres, plebeyo, para rondar por estas zonas? ¿Acaso no sabes que pertenecen a su majestad, el rey de Lindert?-Interrogó con aires de superioridad.
Hanz entornó los ojos con pesadumbre. Ya empezaba. Sólo esperaba que el chico fuese listo y no le diese demasiado palique al grupo. Sabía como de insufribles llegaban a ser algunos aristócratas para demostrar su presunta superioridad ante las clases más bajas y desfavorecidas, era como un mecanismo de defensa para que sus carencias no quedasen tan a la luz.
¿Cómo los soportas, Franz?
Llevaba toda la mañana preguntándoselo. La pedante vida de la corte tenía muchísimas cosas buenas, pero la hipocresía intrínseca no era una de ellas. Hanz resopló, en parte aliviado y en parte ansioso por iniciar la cacería y quitarse de encima el corrillo de nenazas. La división permitiría que abarcasen un mayor territorio de caza, y de paso le ahorraría más de un quebradero de cabeza, aunque la jornada no prometía demasiado y la idea no le entusiasmaba en absoluto. La mayoría de ellos ni siquiera se lo tomaban enserio, obligándole a concentrarse más de lo debido, aunque por suerte no tendría que escuchar sus protestas por mucho tiempo; Hanz había elegido de antemano a su compañero para ese día, un joven noble de aspecto enfermizo y pocas palabras, que el plebeyo dedujo que hubiese estado más cómodo leyendo en una biblioteca que tambaleándose sobre la silla de su montura. Así no hablaría mucho ni entorpecería más de lo debido. Iba a ser un día muy largo, sin duda alguna.
Pero si pensaba que iba a partir de inmediato se equivocaba. Algo crujió dando la alerta de una amenaza, levantando las crispaciones antes incluso del sondeo previo de la zona.
-¡No puede ser!-Exclamó un pelirrojo de huesos anchos-¡La bestia se nos ha adelantado!
Bobadas
Pensó Hanz, aunque preparó todo lo rápido que pudo su ballesta, preocupado por ser asaltado por sorpresa. Sus movimientos eran poco diestros, pues precisamente las armas a distancia no eran lo suyo. Y las odiaba, no había nada más poco digno sobre la faz de la tierra que dar tan poca ventaja al adversario con una traicionera flecha que se clavase en su cuerpo. No había honor en ello, pero debía aguantarse y apuntar todo lo rápido que podía, pues muchas cosas dependían de lo bien que interpretase su papel… Y la suya no era la actuación del año. Otros habían ido más rápido que el, más guiados por el pánico que por su afán cazador. Pero lo que emergió de la maleza no era ni mucho menos un animal astado, sino… Un joven. Parecía alto, a pesar de que ellos montaban sus respectivos jamelgos, aunque su aspecto no lo calificaba como miembro de la corte ni mucho menos, sino más bien como alguien de pocos recursos monetarios.
-Ah... hola...-Se limitó a decir el desconocido.
Uno de los nobles soltó una risotada de lo más despectiva al verle, a pesar de que unos segundos antes había gritado como una nenaza.
-¿Quién te crees que eres, plebeyo, para rondar por estas zonas? ¿Acaso no sabes que pertenecen a su majestad, el rey de Lindert?-Interrogó con aires de superioridad.
Hanz entornó los ojos con pesadumbre. Ya empezaba. Sólo esperaba que el chico fuese listo y no le diese demasiado palique al grupo. Sabía como de insufribles llegaban a ser algunos aristócratas para demostrar su presunta superioridad ante las clases más bajas y desfavorecidas, era como un mecanismo de defensa para que sus carencias no quedasen tan a la luz.
Re: El aullido [Libre]
Las voces habían aumentado su velocidad al hablar y su tono se había alzado un tono o algo así, por lo que Jack había supuesto que existía algún tipo de discusión entre quienesquiera que estuviese yendo a encontrar. Claro que no se esperaba que esa discusión le incluyese realmente, como pareció ser el caso a juzgar por la posición de alerta en la que encontró al grupo de hombres que se hallaba allá por donde fue a salir de entre los árboles. Su saludo no fue del todo audible, tomando en cuenta que eso de que le estuvieran apuntando con flechas no era precisamente la situación más agradable y halagadora con la que se podía encontrar. De hecho, sus ojos saltaban de una persona a otra, intentando adivinar quiénes eran y qué grado de amenaza posaban en su contra en ese momento, que de todas maneras bien parecía ser una bastante alta.
Una risa salió del grupo, una que le pareció algo nerviosa, aunque pronto se compuso en un tono de voz más bien amenazante, cuando uno de los hombres, que aún le apuntaba con una flecha, se adelantó, interrogándole. -¿Quién te crees que eres, plebeyo, para rondar por estas zonas? ¿Acaso no sabes que pertenecen a su majestad, el rey de Lindert?
Por su parte, no, no había tenido ni la menor idea de que el área donde se encontraba era considerada parte de los dominios del rey de Lindert. Ni siquiera sabía dónde quedaba Lindert, o que tenía un rey, para el caso. Tendría que poner mucha atención a lo que pudiese preguntarle a Wendy en adelante, pero por el momento tenía que concentrarse en sobrevivir primero, por supuesto.
-Ah, no, no lo sabía...- le respondió en un tono más o menos mesurado. No le había gustado que le hablasen de aquella manera, con tal superioridad, ¿pero realmente podía hacer algo al respecto? Con las manos en alto se desplazó lentamente hacia un costado, aunque no creía que eso fuese a ayudarle a salir de la mira de los hombres.
Una risa salió del grupo, una que le pareció algo nerviosa, aunque pronto se compuso en un tono de voz más bien amenazante, cuando uno de los hombres, que aún le apuntaba con una flecha, se adelantó, interrogándole. -¿Quién te crees que eres, plebeyo, para rondar por estas zonas? ¿Acaso no sabes que pertenecen a su majestad, el rey de Lindert?
Por su parte, no, no había tenido ni la menor idea de que el área donde se encontraba era considerada parte de los dominios del rey de Lindert. Ni siquiera sabía dónde quedaba Lindert, o que tenía un rey, para el caso. Tendría que poner mucha atención a lo que pudiese preguntarle a Wendy en adelante, pero por el momento tenía que concentrarse en sobrevivir primero, por supuesto.
-Ah, no, no lo sabía...- le respondió en un tono más o menos mesurado. No le había gustado que le hablasen de aquella manera, con tal superioridad, ¿pero realmente podía hacer algo al respecto? Con las manos en alto se desplazó lentamente hacia un costado, aunque no creía que eso fuese a ayudarle a salir de la mira de los hombres.
Re: El aullido [Libre]
-Eso…-Soltó el noble con gesto condescendiente-Es evidente-Y ahora era cuando la cacería se inclinaba a tomar un rumbo distinto del que el propio Hanz había planeado, uno que no degustaba en absoluto: Sus acompañantes parecían dispuestos a comenzar con el deporte favorito entre los jóvenes de la nobleza, molestar a la plebe-Deberían colgarte por tu ignorancia, plebeyo insolente, ¿Qué formas son esas de dirigirte al Conde de Catterack?-Miró a sus compinches y estos soltaron una risotada, aunque desde luego el doble del príncipe no los secundaba. Apretaba la mandíbula y sus dientes rechinaban, conteniendo una ira visceral que le quemaba las entrañas. La gente que ostentaba el poder parecía ebria del mismo, sosteniéndose a duras penas en una jerarquía creada por ellos que se tambaleaba cual castillo de naipes. El frío debía de haberles reblandecido el cerebro a aquel grupo en cuestión, en vez de curtirlos como debía esperarse de los hombres del norte, más rudos y resistentes por naturaleza. Pero claro, no podía olvidar que, a diferencia de él, aquel grupo de mentecatos se habían criado resguardados del frío dentro de sus lujosas casas señoriales donde el fuego de las chimeneas crepitaba constantemente, consumiendo la madera que lo alimentaba. Sus manos eran suaves como las de una doncella, incluso ni siquiera podían compararse a las del auténtico Franz, que a pesar de que su porte revelaba una infancia acomodada, sus manos presentaban los callos de las largas jornadas de entrenamiento con la espada, y su piel las cicatrices de heridas de las que había salido victorioso. Hanz miró su diestra enguantada, la cual era rugosa como el pergamino viejo, hecha para el trabajo duro. Desde luego no estaba hecho para montar a caballo por placer-Además, ¡Estás en presencia del príncipe heredero! ¡Arrodíllate!-Bueno, eso era más de lo que el plebeyo pensaba soportar. Hizo crujir sus dedos para desentumecerlos, y si no hubiese sido demasiado brusco, lo habría abofeteado.
-Nadie te ha dado derecho a extralimitarte-Le espetó con voz áspera. Le sentaba bién hacer callar a los demás, y decidió que le gustaba ese poder que le otrogaba el título prestado-Precisamente tú mismo pareces olvidar que es el príncipe quien encabeza esta cacería-Le costaba trabajo referirse a sí mismo como si fuese Franz-Y que es él quien decide, no tú. Estoy seguro de que el aquí presente tiene sus motivos para andar deambulando por el lugar-Se dirigió entonces al moreno recién llegado, tratando de adoptar una postura relajada sobre su montura pero sin lograr que su rostro transmitiese otra cosa que no fuese incomodidad-¿Cómo te llamas, muchacho? Estas tierras son peligrosas para que un hombre merodee sólo, por muy valiente que sea-Dicho eso, y desde su posición, no podía ver que llevase arma alguna, al menos no podía ver ningún arco, ballesta o espada colgando de su cinto-¿Te has perdido?
-Nadie te ha dado derecho a extralimitarte-Le espetó con voz áspera. Le sentaba bién hacer callar a los demás, y decidió que le gustaba ese poder que le otrogaba el título prestado-Precisamente tú mismo pareces olvidar que es el príncipe quien encabeza esta cacería-Le costaba trabajo referirse a sí mismo como si fuese Franz-Y que es él quien decide, no tú. Estoy seguro de que el aquí presente tiene sus motivos para andar deambulando por el lugar-Se dirigió entonces al moreno recién llegado, tratando de adoptar una postura relajada sobre su montura pero sin lograr que su rostro transmitiese otra cosa que no fuese incomodidad-¿Cómo te llamas, muchacho? Estas tierras son peligrosas para que un hombre merodee sólo, por muy valiente que sea-Dicho eso, y desde su posición, no podía ver que llevase arma alguna, al menos no podía ver ningún arco, ballesta o espada colgando de su cinto-¿Te has perdido?
Re: El aullido [Libre]
Gracias a la ayuda y amabilidad del Sr. Blanck, estoy encaminada en la senda correcta... O eso creo, que me dijo que llegaría en 3 horas a la cabaña y han pasado 8!
Mis piecitos no dan más, pero por lo menos ahora mi vestido, el nuevo que me dieron las hadas, está en mejores condiciones que el otro todo estropeado y lleno de barro. Ahora sólo tengo polvo y transpiración encima...
De pronto, entremedio de los sonidos no muy agradables del bosque diurno (mucho mejores que los sonidos del bosque nocturno en todo caso), escucho golpes de caballos y sonidos de conversaciones. ¡Gente!
Empiezo a correr en su dirección, ¡no vaya a pasar que pierda el contacto con la civilización de nuevo!
De pronto, tras unos árboles, me encuentro con un claro del bosque lleno de caballeros sobre sus caballos, todos con armaduras, de espaldas a mí.
Iba a gritarles por ayuda cuando me acuerdo que en el libro no era así... El príncipe Franz Ferdinand encontraba a la princesa Blanca Nieves dormida, en la cabaña de los enanos.
Suspiro, tan desilusionada de que casi, pero casi estuve a salvo del bosque odioso. Resignada, me doy media vuelta para retirarme, caminando despacio, para que no me vean.
¡Clack! piso una rama...
De espaldas, escucho ruidos de caballos y gente, y despacio me doy vuelta para... saludarlos con una gentil sonrisa.
¡La misión se fue al diablo de nuevo!
Mis piecitos no dan más, pero por lo menos ahora mi vestido, el nuevo que me dieron las hadas, está en mejores condiciones que el otro todo estropeado y lleno de barro. Ahora sólo tengo polvo y transpiración encima...
De pronto, entremedio de los sonidos no muy agradables del bosque diurno (mucho mejores que los sonidos del bosque nocturno en todo caso), escucho golpes de caballos y sonidos de conversaciones. ¡Gente!
Empiezo a correr en su dirección, ¡no vaya a pasar que pierda el contacto con la civilización de nuevo!
De pronto, tras unos árboles, me encuentro con un claro del bosque lleno de caballeros sobre sus caballos, todos con armaduras, de espaldas a mí.
Iba a gritarles por ayuda cuando me acuerdo que en el libro no era así... El príncipe Franz Ferdinand encontraba a la princesa Blanca Nieves dormida, en la cabaña de los enanos.
Suspiro, tan desilusionada de que casi, pero casi estuve a salvo del bosque odioso. Resignada, me doy media vuelta para retirarme, caminando despacio, para que no me vean.
¡Clack! piso una rama...
De espaldas, escucho ruidos de caballos y gente, y despacio me doy vuelta para... saludarlos con una gentil sonrisa.
¡La misión se fue al diablo de nuevo!
Re: El aullido [Libre]
-Eso… Es evidente- replicó el hombre que se había dirigido a Jack, lo cual a él le pareció de lo más redundante, aunque quizás no considerado el objetivo que parecía tener de dejarle en ridículo o al menos de demostrar que su posición era superior a la suya. Esto último en sí mismo no podía ser de otra manera dado que su interlocutor tenía algún tipo de rango entre los que le rodeaban y él... pues no, de hecho ni siquiera pertenecía a aquel mundo.
-Deberían colgarte por tu ignorancia, plebeyo insolente, ¿Qué formas son esas de dirigirte al Conde de Catterack?- le dijo, lo cual era bastante poco entendible a su manera de ver, que no le parecía haberse comportado mal en lo absoluto, si incluso estaba de lo más quieto con las manos arriba. La primera opción se vio reforzada a continuación por la risa colectiva, con la excepción de uno de los hombres, el que estaba vestido más lujosamente, que parecía molesto por todo lo que sucedía a su alrededor. Ya estaba a punto de disculparse por no comportarse de la manera adecuada, cualquiera que ésa fuese, cuando una nueva exclamación surgió de aquel hombre. -Además, ¡Estás en presencia del príncipe heredero! ¡Arrodíllate!- fue el grito, algo que no le gustó nada, pues jamás le había gustado el autoritarismo, y ya pensaba en cómo responder cuando alguien más intervino, justamente quien no lo había hecho hasta entonces.
-Nadie te ha dado derecho a extralimitarte. Precisamente tú mismo pareces olvidar que es el príncipe quien encabeza esta cacería. Y que es él quien decide, no tú. Estoy seguro de que el aquí presente tiene sus motivos para andar deambulando por el lugar- se expresó de manera digna y calmada, o al menos así le pareció a él. -¿Cómo te llamas, muchacho? Estas tierras son peligrosas para que un hombre merodee sólo, por muy valiente que sea. ¿Te has perdido?- se dirigió a él, quien le dedicó una pequeña venia, algo torpe por no saber cómo se hacía eso. -Mi nombre es Jack Harkness, y sí, me he perdido algo...- aceptó, bajando poco a poco sus manos.
Y entonces aquello pareció convertirse en algo surrealista cuando alguien más apareció, al parecer en una situación similar a la mía, por uno de los flancos del grupo. Esta vez una mujer.
-Deberían colgarte por tu ignorancia, plebeyo insolente, ¿Qué formas son esas de dirigirte al Conde de Catterack?- le dijo, lo cual era bastante poco entendible a su manera de ver, que no le parecía haberse comportado mal en lo absoluto, si incluso estaba de lo más quieto con las manos arriba. La primera opción se vio reforzada a continuación por la risa colectiva, con la excepción de uno de los hombres, el que estaba vestido más lujosamente, que parecía molesto por todo lo que sucedía a su alrededor. Ya estaba a punto de disculparse por no comportarse de la manera adecuada, cualquiera que ésa fuese, cuando una nueva exclamación surgió de aquel hombre. -Además, ¡Estás en presencia del príncipe heredero! ¡Arrodíllate!- fue el grito, algo que no le gustó nada, pues jamás le había gustado el autoritarismo, y ya pensaba en cómo responder cuando alguien más intervino, justamente quien no lo había hecho hasta entonces.
-Nadie te ha dado derecho a extralimitarte. Precisamente tú mismo pareces olvidar que es el príncipe quien encabeza esta cacería. Y que es él quien decide, no tú. Estoy seguro de que el aquí presente tiene sus motivos para andar deambulando por el lugar- se expresó de manera digna y calmada, o al menos así le pareció a él. -¿Cómo te llamas, muchacho? Estas tierras son peligrosas para que un hombre merodee sólo, por muy valiente que sea. ¿Te has perdido?- se dirigió a él, quien le dedicó una pequeña venia, algo torpe por no saber cómo se hacía eso. -Mi nombre es Jack Harkness, y sí, me he perdido algo...- aceptó, bajando poco a poco sus manos.
Y entonces aquello pareció convertirse en algo surrealista cuando alguien más apareció, al parecer en una situación similar a la mía, por uno de los flancos del grupo. Esta vez una mujer.
Re: El aullido [Libre]
-Bien, Jack-Comenzó diciendo-No es buena idea que vayas sólo por este lugar, como ya he mencionado, así que me temo que voy a tener que pedirte que nos acompañes-Cualquiera diría que pretendía llevárselo prisionero, o que simplemente buscaba un alma inocente a la que asignarle el trabajo sucio de tener que cargar con el animal muerto. Nada más lejos de sus intenciones-Pareces cansado…-Una idea peligrosa cruzaba su mente, que ofuscada, buscaba venganza contra aquel grupo de bobalicones. No tenía ni idea de quien era el chico, pero a juzgar por su apariencia no parecía peligroso. Lo sabía, no era sensato fiarse de un desconocido pues había sufrido malas jugadas en el pasado, pero en caso de que fuese algún presunto espía con deseos de eliminar al príncipe… Iba a llevarse una desagradable sorpresa. Decidió no desconfiar, de nada le servía, y no negaría que el hecho de que despertase el desagrado en los otros nobles hacía que le cayese aún mejor-Estoy convencido de que el Conde de Catterack no pondrá objeciones a que uses su montura, ¿Me equivoco?-Era una forma muy gratuita de crearle enemigos a Franz, pero sentía que si se mordía la lengua moriría envenenado. Se giró hacia atrás, para poder ver la cara de su víctima. Parecía, literalmente, haberse atragantado con algo por el color rojo de su rostro. Hanz no sonrió, pero el regocijo lo llevaba por dentro.
-¡Alteza!-Protestó indignado el noble. Sin duda se sentía humillado, y buscó el respaldo silenciosamente en las caras de sus compañeros, los cuales rieron al principio pensando que era una broma pesada del príncipe, pero callaron avergonzados al contemplar el semblante de Hanz-¡No podéis hablar enserio! ¡Esto es un ultraje! ¡Mi familia…!
-En Lindert no pecamos de ingratos y poco hospitalarios, tu familia estaría de acuerdo con eso-Refutó. Y si no lo estaban, peor para ellos. Desobedecer a la realeza era considerado un gravísimo delito, y Hanz no iba a permitir que le cuestionasen, por muy amigos que se creyesen del auténtico príncipe. La situación se había vuelto confusa y eso estresaba al sustituto, que notaba sudores en su cuello y los picores que le producía aquella pomposa tela en el cuello. Su humor empeoraba por momentos a un ritmo vertiginoso. Como no empezasen pronto, iba ha acabar pegando a alguien…-No pienso tolerar este tipo de insubordinaciones cuando sea rey-Amenazó con voz firme. Se permitió saborear aquella última palabra por unos instantes, como si fuese una ínfima posibilidad remota pero posible. Por un momento no era el sustituto de Franz, era el príncipe, pues la obediencia sumisa se palpaba en el silencio incómodo que lo precedió... Traición. Él no era un traidor, sólo interpretaba su papel de forma eventual, hasta que regresase el auténtico, se dijo a sí mismo… El poder era como el vino, se subía a la cabeza y había que consumirlo en dosis moderadas si no quería parecerse al resto de la nobleza. Sus orígenes no lo permitirían, así como tampoco su voluntad férrea-Chico-Miró a Jack-Obedece-Fue un poco menos bruto en esta ocasión, sin apartar la mirada del Conde mientras bajaba a regañadientes del palafrén.
Otro ruido delator y volvió a ponerse a la defensiva, que sentía haberse distraído con aquel espectáculo, ¿La bestia? Hanz masculló algo por lo bajo, prisionero de las tensiones que se le acumulaban en la espalda por tener que cabalgar tan tieso, sin duda ese porte no era para él. Pero se equivocó. En un primer momento se extrañó de que hubiese tanta gente en el lugar, sin duda había quienes que se saltaban olímpicamente las restricciones de pasearse por una propiedad de los monarcas del reino, pero eso no era lo que le preocupaba. Era una chica joven, y a pesar del cansancio se la veía hermosa. El pelo era negro y ondulado, con el iridiscente brillo de las plumas de cuervo, que hacía destacar la piel blanca bajo el polvo del camino. Miraba con inocencia al grupo, y Hanz supo que ella iba a suponer otro problema añadido. Lo tenía escrito en la frente con letras mayúsculas… O simplemente era porque la presencia de la fémina le resultaba terriblemente incómoda.
-Mujer, ¿Quién sois vos? ¿Venís con él?-Interrogó a la joven, mientras algunos cuchicheos obscenos inundaban aquel recodo del bosque. Estuvo a punto de soltar otra de sus pullas despectivas, pero por el momento ya se había pasado lo suficiente de la raya como para dejarse en evidencia de nuevo saliéndose de su papel. No, la delicadeza con las chicas no era lo suyo, aunque agradeció que su timidez no se dejase ver a base de tartamudeos o habría sido muy vergonzoso.
-¡Alteza!-Protestó indignado el noble. Sin duda se sentía humillado, y buscó el respaldo silenciosamente en las caras de sus compañeros, los cuales rieron al principio pensando que era una broma pesada del príncipe, pero callaron avergonzados al contemplar el semblante de Hanz-¡No podéis hablar enserio! ¡Esto es un ultraje! ¡Mi familia…!
-En Lindert no pecamos de ingratos y poco hospitalarios, tu familia estaría de acuerdo con eso-Refutó. Y si no lo estaban, peor para ellos. Desobedecer a la realeza era considerado un gravísimo delito, y Hanz no iba a permitir que le cuestionasen, por muy amigos que se creyesen del auténtico príncipe. La situación se había vuelto confusa y eso estresaba al sustituto, que notaba sudores en su cuello y los picores que le producía aquella pomposa tela en el cuello. Su humor empeoraba por momentos a un ritmo vertiginoso. Como no empezasen pronto, iba ha acabar pegando a alguien…-No pienso tolerar este tipo de insubordinaciones cuando sea rey-Amenazó con voz firme. Se permitió saborear aquella última palabra por unos instantes, como si fuese una ínfima posibilidad remota pero posible. Por un momento no era el sustituto de Franz, era el príncipe, pues la obediencia sumisa se palpaba en el silencio incómodo que lo precedió... Traición. Él no era un traidor, sólo interpretaba su papel de forma eventual, hasta que regresase el auténtico, se dijo a sí mismo… El poder era como el vino, se subía a la cabeza y había que consumirlo en dosis moderadas si no quería parecerse al resto de la nobleza. Sus orígenes no lo permitirían, así como tampoco su voluntad férrea-Chico-Miró a Jack-Obedece-Fue un poco menos bruto en esta ocasión, sin apartar la mirada del Conde mientras bajaba a regañadientes del palafrén.
Otro ruido delator y volvió a ponerse a la defensiva, que sentía haberse distraído con aquel espectáculo, ¿La bestia? Hanz masculló algo por lo bajo, prisionero de las tensiones que se le acumulaban en la espalda por tener que cabalgar tan tieso, sin duda ese porte no era para él. Pero se equivocó. En un primer momento se extrañó de que hubiese tanta gente en el lugar, sin duda había quienes que se saltaban olímpicamente las restricciones de pasearse por una propiedad de los monarcas del reino, pero eso no era lo que le preocupaba. Era una chica joven, y a pesar del cansancio se la veía hermosa. El pelo era negro y ondulado, con el iridiscente brillo de las plumas de cuervo, que hacía destacar la piel blanca bajo el polvo del camino. Miraba con inocencia al grupo, y Hanz supo que ella iba a suponer otro problema añadido. Lo tenía escrito en la frente con letras mayúsculas… O simplemente era porque la presencia de la fémina le resultaba terriblemente incómoda.
-Mujer, ¿Quién sois vos? ¿Venís con él?-Interrogó a la joven, mientras algunos cuchicheos obscenos inundaban aquel recodo del bosque. Estuvo a punto de soltar otra de sus pullas despectivas, pero por el momento ya se había pasado lo suficiente de la raya como para dejarse en evidencia de nuevo saliéndose de su papel. No, la delicadeza con las chicas no era lo suyo, aunque agradeció que su timidez no se dejase ver a base de tartamudeos o habría sido muy vergonzoso.
Re: El aullido [Libre]
Los hombres me observan espantados. Yo sonrío, que no llevo ninguna arma encima, así que sólo puedo apelar a que ellos me reconozcan como la princesa que soy... ejem, que represento.
Lo peor es que los hombres se ven tensos, todos con miradas raras, y está principalmente enojado un hombre que está de pie junto a su caballo... ¿O la montura es del hombre que se está subiendo? Si no me equivoco, los trajes de escudero y señor están... ¿al revés?
Y de entre todos los caballeros, el de mejor porte, el más bello, el mejor vestido, el de la mirada más... ¿sufriente? acerca su montura a mí y me pregunta con una voz sin la menor dulzura:
- Mujer, ¿Quién sois vos? ¿Venís con él? -¿Con él quién? me pregunto. Observo nuevamente a los caballeros, pero como todos intercambian sus miradas entre mí y el caballero que más parece escudero, me figuro que el jefe de la excursión se refiere a él:
- Soy una fugitiva, por lo que no sé si es seguro presentarme con mi nombre... -pausa dramática, para ver la reacción de los caballeros... Listo, puedo proseguir- Y no conozco ni a él, ni a ningún otro de los caballeros que tengo a la vista.
No sé si he jugado bien mis cartas, pero trataré de reanudar el camino hacia el plan que debo cumplir:
- Sin embargo, me sería de gran agrado saber si sois fieles al reino de M'Apple, y a su reina Circe Bellatrix. -Según la respuesta, me presentaré o daré mejor un nombre falso. Miren que con tantas armas, bien podrían ser amigos del cazador Gastón...
Lo peor es que los hombres se ven tensos, todos con miradas raras, y está principalmente enojado un hombre que está de pie junto a su caballo... ¿O la montura es del hombre que se está subiendo? Si no me equivoco, los trajes de escudero y señor están... ¿al revés?
Y de entre todos los caballeros, el de mejor porte, el más bello, el mejor vestido, el de la mirada más... ¿sufriente? acerca su montura a mí y me pregunta con una voz sin la menor dulzura:
- Mujer, ¿Quién sois vos? ¿Venís con él? -¿Con él quién? me pregunto. Observo nuevamente a los caballeros, pero como todos intercambian sus miradas entre mí y el caballero que más parece escudero, me figuro que el jefe de la excursión se refiere a él:
- Soy una fugitiva, por lo que no sé si es seguro presentarme con mi nombre... -pausa dramática, para ver la reacción de los caballeros... Listo, puedo proseguir- Y no conozco ni a él, ni a ningún otro de los caballeros que tengo a la vista.
No sé si he jugado bien mis cartas, pero trataré de reanudar el camino hacia el plan que debo cumplir:
- Sin embargo, me sería de gran agrado saber si sois fieles al reino de M'Apple, y a su reina Circe Bellatrix. -Según la respuesta, me presentaré o daré mejor un nombre falso. Miren que con tantas armas, bien podrían ser amigos del cazador Gastón...
Re: El aullido [Libre]
El supuesto príncipe (supuesto porque no tenía idea de si realmente lo era, pero tendría que fiarse de la palabra del tal conde o lo que fuese para ello, y ya que no estaba precisamente en lo más alto de su estima terminaba dudando incluso de cosas que seguramente serían bastante claras en otro caso) se puso a hablarle de manera bastante fluida, por lo que su atención se centró casi por completo en él, y la única razón para no haber sido mayor era el hecho de que los demás seguían teniendo sus armas listas para ser usadas. -Bien, Jack. No es buena idea que vayas sólo por este lugar, como ya he mencionado, así que me temo que voy a tener que pedirte que nos acompañes- fueron sus palabras, y si es que hubiera estado bebiendo algo, lo más probable hubiese sido que Jack se atorase. ¿Qué significaba eso? Todo lo que quería hacer era volver a donde quizás Wendy estaría esperándole. -Pareces cansado… Estoy convencido de que el Conde de Catterack no pondrá objeciones a que uses su montura, ¿Me equivoco?- fueron los siguientes dichos del hombre, y nuevamente podría haberse ahogado ahí. -No es necesario, Su Alteza...- empezó, tan sólo para ser interrumpido por el afectado, que definitivamente era más vociferante que Harkness.
-¡Alteza! ¡No podéis hablar enserio! ¡Esto es un ultraje! ¡Mi familia…!- y de no haber sido porque la situación se le estaba saliendo por completo de entre las manos, Jack habría sonreído al menos un poco con la respuesta tajante que le dio el príncipe. -En Lindert no pecamos de ingratos y poco hospitalarios, tu familia estaría de acuerdo con eso. No pienso tolerar este tipo de insubordinaciones cuando sea rey- aseveró éste, ante lo que el mundano intentó replicar con un débil -De verdad, Su Alteza...- pero antes de que pudiera continuar la dureza del heredero se volvió hacia él. -Chico. Obedece- y ya no pudo oponer nada más, entre la fuerza de su autoridad y la presión que de una manera u otra producían las miradas de todos aquellos sujetos.
Fue mientras se acercaba al caballo, obedeciendo finalmente, que la joven apareció, con algo de candidez. Le sorprendió la manera en que se dirigió el príncipe a ella, habiendo supuesto que sería más cortés, pensando luego en lo romántica que era su visión sobre el feudalismo y cómo chocaba con lo que veía. -Mujer, ¿Quién sois vos? ¿Venís con él?- la cuestionó.
- Soy una fugitiva, por lo que no sé si es seguro presentarme con mi nombre... - dijo la pálida chica, deteniéndose un momento en ello. - Y no conozco ni a él, ni a ningún otro de los caballeros que tengo a la vista. Sin embargo, me sería de gran agrado saber si sois fieles al reino de M'Apple, y a su reina Circe Bellatrix. - concluyó. Por su parte, Jack podía confirmar lo dicho. Al menos en la parte de que no la conocía.
-¡Alteza! ¡No podéis hablar enserio! ¡Esto es un ultraje! ¡Mi familia…!- y de no haber sido porque la situación se le estaba saliendo por completo de entre las manos, Jack habría sonreído al menos un poco con la respuesta tajante que le dio el príncipe. -En Lindert no pecamos de ingratos y poco hospitalarios, tu familia estaría de acuerdo con eso. No pienso tolerar este tipo de insubordinaciones cuando sea rey- aseveró éste, ante lo que el mundano intentó replicar con un débil -De verdad, Su Alteza...- pero antes de que pudiera continuar la dureza del heredero se volvió hacia él. -Chico. Obedece- y ya no pudo oponer nada más, entre la fuerza de su autoridad y la presión que de una manera u otra producían las miradas de todos aquellos sujetos.
Fue mientras se acercaba al caballo, obedeciendo finalmente, que la joven apareció, con algo de candidez. Le sorprendió la manera en que se dirigió el príncipe a ella, habiendo supuesto que sería más cortés, pensando luego en lo romántica que era su visión sobre el feudalismo y cómo chocaba con lo que veía. -Mujer, ¿Quién sois vos? ¿Venís con él?- la cuestionó.
- Soy una fugitiva, por lo que no sé si es seguro presentarme con mi nombre... - dijo la pálida chica, deteniéndose un momento en ello. - Y no conozco ni a él, ni a ningún otro de los caballeros que tengo a la vista. Sin embargo, me sería de gran agrado saber si sois fieles al reino de M'Apple, y a su reina Circe Bellatrix. - concluyó. Por su parte, Jack podía confirmar lo dicho. Al menos en la parte de que no la conocía.
Re: El aullido [Libre]
Tras varios titubeos, el joven Jack obedeció acercándose a la montura. El Conde de Catterack parecía al borde del colapso, la vena que le palpitaba en la frente amenazaba con explotar de un momento a otro. Hanz se había extralimitado en sus competencias como suplente, lo sabía, pero no había nada que pudiese hacer para enmendar su error a esas alturas. Tampoco es que quisiese, había sido humillado por la nobleza en más de una ocasión cuando no era más que un muchachito joven e inocente que peinaba las calles en pos de la bolsa de oro de una víctima desprevenida, y ahora encontraba un mezquino placer en hacérselo pagar a ese, aunque no tuviese nada que ver. Para él todos eran iguales, sólo que más altos, delgados, más listos o más tontos. Supuso que Franz lo entendería, se hubiesen criado o no en entornos diferentes, él vivía rodeado de ellos a diario, en vez de encontrárselos eventualmente en el mercado. Bueno, no había tiempo para pensar en sensiblerías, pues ya habían perdido demasiado con las interrupciones imprevistas.
-Extraña forma de presentaros-Dijo entonces Hanz a la muchacha-Si afirmáis ser una fugitiva, basta con saber que estáis huyendo para hacer las conjeturas pertinentes-Sus orbes mostraron un cariz de dureza, preguntándose si ella sólo pretendía tomarles el pelo. Sus palabras fueron reveladoras, no obstante, y el doble se permitió elucubrar-Estos no son los terrenos de Circe Bellatrix-Atajó como única respuesta-Su jurisdicción acaba en los límites de M´Apple y por lo tanto, la lealtad que se profesen en estas tierras pertenecen en exclusiva a la casa real de Lindert y al rey-La escrutó, empezando a sospechar que se trataba de una espía. En ese caso tampoco podía permitirse el lujo de dejarla marchar. Sabía de sobra que las relaciones entre ambos reinos era amistosa, sin embargo cualquier cosa podía esperarse de la monarca del reino de las manzanas, tan extravagante como peligrosa. Era imposible tratar de adivinar que pensamientos retorcidos recorrerían la mente de aquella mujer, ni sus intenciones. Si el rey de Lindert no desconfiaba de ella, el tampoco debía hacerlo, pero el plebeyo conocía de sobra las opiniones del heredero sobre Circe. Hanz se masajeó las sienes, presa del estrés. No había planeado hacer de niñera ese día-¿Qué tienes que decir tu al respecto, muchacho?-Interrogó, girándose para mirar a Jack directamente a sus ojos azules.
-Extraña forma de presentaros-Dijo entonces Hanz a la muchacha-Si afirmáis ser una fugitiva, basta con saber que estáis huyendo para hacer las conjeturas pertinentes-Sus orbes mostraron un cariz de dureza, preguntándose si ella sólo pretendía tomarles el pelo. Sus palabras fueron reveladoras, no obstante, y el doble se permitió elucubrar-Estos no son los terrenos de Circe Bellatrix-Atajó como única respuesta-Su jurisdicción acaba en los límites de M´Apple y por lo tanto, la lealtad que se profesen en estas tierras pertenecen en exclusiva a la casa real de Lindert y al rey-La escrutó, empezando a sospechar que se trataba de una espía. En ese caso tampoco podía permitirse el lujo de dejarla marchar. Sabía de sobra que las relaciones entre ambos reinos era amistosa, sin embargo cualquier cosa podía esperarse de la monarca del reino de las manzanas, tan extravagante como peligrosa. Era imposible tratar de adivinar que pensamientos retorcidos recorrerían la mente de aquella mujer, ni sus intenciones. Si el rey de Lindert no desconfiaba de ella, el tampoco debía hacerlo, pero el plebeyo conocía de sobra las opiniones del heredero sobre Circe. Hanz se masajeó las sienes, presa del estrés. No había planeado hacer de niñera ese día-¿Qué tienes que decir tu al respecto, muchacho?-Interrogó, girándose para mirar a Jack directamente a sus ojos azules.
Re: El aullido [Libre]
- Extraña forma de presentaros. Si afirmáis ser una fugitiva, basta con saber que estáis huyendo para hacer las conjeturas pertinentes. -No comprendo sus palabras, pero no puedo evitar hacer una mueca de sonrisa, ya que algo en él me agrada mucho- Estos no son los terrenos de Circe Bellatrix. Su jurisdicción acaba en los límites de M'Apple y por lo tanto, la lealtad que se profesen en estas tierras pertenecen en exclusiva a la casa real de Lindert y al rey.
Lanzo un suspiro, visiblemente turbada al oír que estoy en los terrenos de Lindert. ¡Lindert! ¿Acaso Franz Ferdinand no es el príncipe de Lindert? Mi corazón dice que sí, ¡es él en persona! Es tal mi alegría de por fin haberme encontrado con la persona que será mi marido, y constatar que es mucho más guapo que la ilustración del libro, que ni me fijo en la forma cortante de tratarme, sino que ya me empiezo a imaginar un final feliz, casándome con él y viviendo completamente el "felices por siempre". Siento que mis piernas me quieren fallar, en una mezcla de emoción con cansancio, que finalmente me dejo llevar... ¡desplomándome en el suelo!
En realidad no estoy desmayada... Cierro los ojos, sin quejarme aunque esté incómoda por haber caído entremedio de unas ramas, pero es la única forma que se me ha ocurrido de que lo que está escrito en el libro sea cierto: "El príncipe tomó a Blanca Nieves en sus brazos y le besó, despertándola de la maldición de la bruja..."
Lanzo un suspiro, visiblemente turbada al oír que estoy en los terrenos de Lindert. ¡Lindert! ¿Acaso Franz Ferdinand no es el príncipe de Lindert? Mi corazón dice que sí, ¡es él en persona! Es tal mi alegría de por fin haberme encontrado con la persona que será mi marido, y constatar que es mucho más guapo que la ilustración del libro, que ni me fijo en la forma cortante de tratarme, sino que ya me empiezo a imaginar un final feliz, casándome con él y viviendo completamente el "felices por siempre". Siento que mis piernas me quieren fallar, en una mezcla de emoción con cansancio, que finalmente me dejo llevar... ¡desplomándome en el suelo!
En realidad no estoy desmayada... Cierro los ojos, sin quejarme aunque esté incómoda por haber caído entremedio de unas ramas, pero es la única forma que se me ha ocurrido de que lo que está escrito en el libro sea cierto: "El príncipe tomó a Blanca Nieves en sus brazos y le besó, despertándola de la maldición de la bruja..."
Re: El aullido [Libre]
Su preocupacion era tal que incluso en forma animal decidio seguir su rastro, durante gran parte del camino se convencio de que no pasaba nada.
Cuando llego a las 4 horas de camino a paso de lobo, supo que algo iva muy mal.
Donde estaba la casita de los 7 enanitos?
Se la abria dejado atras sin darse cuenta, o tal vez...
Un olor rudo y insidioso lo embargo.
Un jabali, uno muy dominante. Pero tambien el suave y insinuante aroma a manzana de las sales con las que se baño blancanieves.
-Aaaaaaaauuuuuuu!!!!!
Un largo aullido se expando por la llanura, a fin de que todos a los alrededores escucharan su desafio, no podia dejar a la joven sola en tierras salvajes y peligrosas
Cuando llego a las 4 horas de camino a paso de lobo, supo que algo iva muy mal.
Donde estaba la casita de los 7 enanitos?
Se la abria dejado atras sin darse cuenta, o tal vez...
Un olor rudo y insidioso lo embargo.
Un jabali, uno muy dominante. Pero tambien el suave y insinuante aroma a manzana de las sales con las que se baño blancanieves.
-Aaaaaaaauuuuuuu!!!!!
Un largo aullido se expando por la llanura, a fin de que todos a los alrededores escucharan su desafio, no podia dejar a la joven sola en tierras salvajes y peligrosas
Re: El aullido [Libre]
El ambiente ya había estado bastante tenso desde que las órdenes del heredero a la corona, con las ideas de sus cortesanos contradiciéndose entre la molestia y la obediencia, pero de todas maneras volcándose en contra del muchacho recién llegado que se subía como podía al caballo, sin que nadie le prestase ayuda y así dificultándosele todo, que estaba lejos de ser un buen representante de la equitación. Aún más, era la primera vez que se subía a uno, por lo que tuvo que hacer varios intentos antes de lograrlo, y una vez arriba no tenía la más mínima idea de qué hacer consigo mismo. Lo único que le quedaba claro era que se encontraba en una situación particularmente peligrosa de la que no tenía idea de cómo salir. Y eso antes de que aquella joven apareciese.
-Extraña forma de presentaros. Si afirmáis ser una fugitiva, basta con saber que estáis huyendo para hacer las conjeturas pertinentes- dictaminó el príncipe, aunque a su propio parecer, Jack no podía ver en ella los rastros de una fugitiva. Sus ropas iban bastante en orden y se mostraba cierta nobleza en ella, aunque quizás fuese tan solo su poca afinidad con las maneras de aquel mundo en el que se encontraba. -Estos no son los terrenos de Circe Bellatrix. Su jurisdicción acaba en los límites de M´Apple y por lo tanto, la lealtad que se profesen en estas tierras pertenecen en exclusiva a la casa real de Lindert y al rey- agregó. Genial, ahora además parecía estar metido en cuestiones políticas de las que aún menos sabía, pero al menos se enteraba de los nombres de los reinos. Lindert y M'Apple. Por supuesto que no se esperaba que se volviese la atención a él nuevamente con un -¿Qué tienes que decir tu al respecto, muchacho?- que parecía involucrar estrés y más tensión. -Su Alteza, nunca había visto a esta muchacha en mi vida...- replicó, algo nervioso por ser nuevamente el foco de la atención. Era cierto, sin embargo, si con quien pasaba más tiempo era con Wendy, intentando adaptarse a todo eso de los Niños Perdidos y tal. De hecho, aún no había llegado siquiera a conocer Nunca Jamás. Y la muchacha... ¿se desmayó? Porque a Jack no me hacía sentido, pero de eso no le preguntarían. Claro que podría haberlo achacado a aquel largo aullido que se oyó, poniéndole nervioso... solamente que se había producido
-Extraña forma de presentaros. Si afirmáis ser una fugitiva, basta con saber que estáis huyendo para hacer las conjeturas pertinentes- dictaminó el príncipe, aunque a su propio parecer, Jack no podía ver en ella los rastros de una fugitiva. Sus ropas iban bastante en orden y se mostraba cierta nobleza en ella, aunque quizás fuese tan solo su poca afinidad con las maneras de aquel mundo en el que se encontraba. -Estos no son los terrenos de Circe Bellatrix. Su jurisdicción acaba en los límites de M´Apple y por lo tanto, la lealtad que se profesen en estas tierras pertenecen en exclusiva a la casa real de Lindert y al rey- agregó. Genial, ahora además parecía estar metido en cuestiones políticas de las que aún menos sabía, pero al menos se enteraba de los nombres de los reinos. Lindert y M'Apple. Por supuesto que no se esperaba que se volviese la atención a él nuevamente con un -¿Qué tienes que decir tu al respecto, muchacho?- que parecía involucrar estrés y más tensión. -Su Alteza, nunca había visto a esta muchacha en mi vida...- replicó, algo nervioso por ser nuevamente el foco de la atención. Era cierto, sin embargo, si con quien pasaba más tiempo era con Wendy, intentando adaptarse a todo eso de los Niños Perdidos y tal. De hecho, aún no había llegado siquiera a conocer Nunca Jamás. Y la muchacha... ¿se desmayó? Porque a Jack no me hacía sentido, pero de eso no le preguntarían. Claro que podría haberlo achacado a aquel largo aullido que se oyó, poniéndole nervioso... solamente que se había producido
Re: El aullido [Libre]
-Su Alteza, nunca había visto a esta muchacha en mi vida...-Respondió Jack. Hanz no supo interpretar si mentía o no, tendría que conformarse con su palabra. No le quedaba más remedio que hacerlo, aunque le cansaba tener que detener la cacería, como si prolongase una eterna agonía que no quería acabar nunca. Los nobles detrás de él parecían nerviosos, inquietos y recelosos, y el plebeyo sentía que perdía el control sobre la situación. Ese encuentro era demasiado fortuito como para deberse a una bonita casualidad, ¿Dos personas en la ruta de la cacería? Demasiado raro, olía a chamusquina a kilómetros de distancia, pero ¿Qué hacer? O mejor dicho, ¿Qué haría Franz? La única alternativa en momentos de crisis era tratar de ponerse en el lugar del príncipe, pero a medida que el tiempo pasaba a Hanz le costaba más y más meterse en una piel que no era la suya. Empezaba a divagar sobre una posible emboscada, con ese par como cebo principal cuando…
Demonios…
Le mujer se desplomó hacia atrás como si fuese un fardo de harina, por suerte la maleza amortiguó la pesada caída, y tendría suerte si no se había golpeado la cabeza contra alguna roca. La pregunta estrella del día, ¿Qué diablos pasaba? ¿Por qué todo se complicaba? Alguien de arriba debía tenerle mucha tirria a Hanz… O trataba de ayudarlo de una forma, como poco, ridícula. Soltando un resoplido, instó a su caballo a acercarse más y después bajó de la montura para acercarse hasta ella. Se trataba de una conducta peligrosa, impulsiva y con poca cabeza si la morena iba armada y pretendía matar al príncipe. Últimamente veía demasiados peligros donde tal vez no los había, pero desde luego lo hizo por un simple acto reflejo. Se agachó a su lado, buscando heridas que parecían no existir, más allá de simples rasguños por rondar por el bosque, y la agarró con sus fuertes manos por los brazos.
-Mujer-Dijo, zarandeándola-Mujer, ¿Estás bien?-No, la delicadeza no era su punto fuerte, y el trato con las féminas menos aún. Hanz emitió un gruñido molesto cuando… Fue un aullido, inequívocamente. Pero había algo más, ese alarido no era la simple llamada de una bestia durante las noches de luna llena, teniendo en cuenta que el astro rey brillaba sobre sus cabezas, sino que entrañaba un peligro intrínseco y la prueba fehaciente fue el repentino encabritar de las monturas. El palafrén del doble se alzó sobre sus patas delanteras con un relincho furioso y asustado, y estuvo a punto de clavar sus cascos sobre ellos de no ser porque, sirviéndose de sus instintos, abrazó a la chica y obligó a sus cuerpos a rodar hacia un lado, enredándose entre la hierba seca y las ramas partidas. Los otros jamelgos imitaron al del príncipe, igualmente desquiciados como si intuyesen el peligro. Algunos un par de jinetes cayeron al suelo, mientras los otros eran arrastrados encima de las monturas hacia el lado opuesto, siguiendo con una velocidad movida por el miedo, la senda hacia la aldea.
Demonios…
Le mujer se desplomó hacia atrás como si fuese un fardo de harina, por suerte la maleza amortiguó la pesada caída, y tendría suerte si no se había golpeado la cabeza contra alguna roca. La pregunta estrella del día, ¿Qué diablos pasaba? ¿Por qué todo se complicaba? Alguien de arriba debía tenerle mucha tirria a Hanz… O trataba de ayudarlo de una forma, como poco, ridícula. Soltando un resoplido, instó a su caballo a acercarse más y después bajó de la montura para acercarse hasta ella. Se trataba de una conducta peligrosa, impulsiva y con poca cabeza si la morena iba armada y pretendía matar al príncipe. Últimamente veía demasiados peligros donde tal vez no los había, pero desde luego lo hizo por un simple acto reflejo. Se agachó a su lado, buscando heridas que parecían no existir, más allá de simples rasguños por rondar por el bosque, y la agarró con sus fuertes manos por los brazos.
-Mujer-Dijo, zarandeándola-Mujer, ¿Estás bien?-No, la delicadeza no era su punto fuerte, y el trato con las féminas menos aún. Hanz emitió un gruñido molesto cuando… Fue un aullido, inequívocamente. Pero había algo más, ese alarido no era la simple llamada de una bestia durante las noches de luna llena, teniendo en cuenta que el astro rey brillaba sobre sus cabezas, sino que entrañaba un peligro intrínseco y la prueba fehaciente fue el repentino encabritar de las monturas. El palafrén del doble se alzó sobre sus patas delanteras con un relincho furioso y asustado, y estuvo a punto de clavar sus cascos sobre ellos de no ser porque, sirviéndose de sus instintos, abrazó a la chica y obligó a sus cuerpos a rodar hacia un lado, enredándose entre la hierba seca y las ramas partidas. Los otros jamelgos imitaron al del príncipe, igualmente desquiciados como si intuyesen el peligro. Algunos un par de jinetes cayeron al suelo, mientras los otros eran arrastrados encima de las monturas hacia el lado opuesto, siguiendo con una velocidad movida por el miedo, la senda hacia la aldea.
- Off:
- Desenlace cutre xD. Lo siento, no me matéis D:. Por un momento no he sabido como seguir x_x...
¿Te parece bien ser uno de los que se caen de las monturas, Jack?
Re: El aullido [Libre]
Con mis ojos cerrados, tengo toda mi atención concentrada en mis oídos. Mi corazón late más fuerte cuando oigo los cascos del caballo, luego un sonido que no comprendo y ¡Alegría! reconozco el golpe de algo que llega al suelo. Cuento las pisadas, sintiendo como se acercan a mí y calculando cuando llegará. Contengo la respiración cuando siento su proximidad... Siento el calor de sus manos en mis hombros...
- Mujer, Mujer, ¿Estás bien? -en vez de un beso, ¡siento como soy sacudida! A duras penas mantengo mis ojos cerrados, ya que porfiada tomo la resolución de sólo abrirlos cuando él me bese, cuando un aullido de lobo me pone la piel de gallina!
A partir de entonces todo pasa muy rápido: Abro los ojos, asustada por el miedo a ser atacada por un lobo, veo al príncipe tan cerca mío, sin embargo, él mira hacia otro lado. De pronto, oigo los caballos relinchando y... ¡El príncipe me aprieta contra él! ¡Me tira hacia él! ¡Rodamos por el suelo! ¡Y termina acostado arriba mío!
Estamos a escasos centímetros, pero nerviosa, no atino a nada. Podría estirar mi mentón y besarlo, pero todo ha sido tan diferente a lo planificado que me quedo sin plan B, sólo mirando sus ojos.
- Mujer, Mujer, ¿Estás bien? -en vez de un beso, ¡siento como soy sacudida! A duras penas mantengo mis ojos cerrados, ya que porfiada tomo la resolución de sólo abrirlos cuando él me bese, cuando un aullido de lobo me pone la piel de gallina!
A partir de entonces todo pasa muy rápido: Abro los ojos, asustada por el miedo a ser atacada por un lobo, veo al príncipe tan cerca mío, sin embargo, él mira hacia otro lado. De pronto, oigo los caballos relinchando y... ¡El príncipe me aprieta contra él! ¡Me tira hacia él! ¡Rodamos por el suelo! ¡Y termina acostado arriba mío!
Estamos a escasos centímetros, pero nerviosa, no atino a nada. Podría estirar mi mentón y besarlo, pero todo ha sido tan diferente a lo planificado que me quedo sin plan B, sólo mirando sus ojos.
Re: El aullido [Libre]
Off: Bianca, ruego disculpes mi tardanza al postear. Pensaba que le tocaba a Gmork o a Jack y por eso no he seguido ;_;.
Que sus ropas se hubiesen manchado al rodar por la tierra era lo de menos, ya que precisamente, ese tipo de cuidados en su apariencia no eran para nada propios de Hanz. Sin embargo, a veces se le olvidaba que ya no era Hanz, sino Franz, hasta que este regresase para reclamar su lugar. Actuar no era fácil, no señor, y aunque la mentira no le gustaba en absoluto, paradójicamente vivía una… En esos momentos de reflexión, el joven de Lindert se preguntaba que pasaría si algún día su secreto era descubierto de cara al reino. Seguramente el rey montaría en cólera y ordenase su ejecución de inmediato, ¿Tanto merecía la pena jugarse el cuello? Bueno, no era una tarea cualquiera, era por un amigo. Y todo había que decirlo, salvando las distancias con los nobles egocéntricos y el protocolo, tampoco estaba tan mal…
Sin soltar a su protegida, se apartó algo de tierra de la boca, mirando a duras penas en pos de algún peligro visible del cual debiese protegerlos a ambos. El aullido se mitigaba lentamente mientras las aguas regresaban a su cauce, y fue entonces, y sólo entonces, cuando Hanz se percató de la cercanía que mantenía su cuerpo con el de la chica misteriosa. Había sido un gesto fortuito y espontáneo, pero ahora sus brazos se habían enredado, sintiendo el calor de la misma tras los pomposos ropajes de príncipe que ese día le habían obligado a llevar puestos, como parte del atuendo de cacería. Vista de cerca, debía reconocer que poseía una belleza bastante llamativa y delicada. El cabello negro como la noche enmarcaba un rostro afilado, de tez pálida con la cual contrastaba enormemente. Intentando concentrarse en un punto fijo, se dio cuenta de que acababa de cruzar su mirada con la de ella, perdiéndose por un momento en la intensidad acuosa del azul de los mismos, perturbadoramente llamativos. Decidió apartar la mirada con algo de brusquedad, camuflando su timidez con un gesto que podía entenderse como maleducado, considerando que se había permitido fijarse demasiado tiempo en ellos.
El moreno carraspeó, nervioso, y trató de apartarse con la mala suerte de acortar aún más las distancias de una forma bastante incómoda y comprometida. Finalmente, y sin delicadeza, logró zafarse, consciente de la incomodidad que le producía tal contacto.
-¿Estás bien?-Volvió a preguntar, tomándola por el codo mientras se arrodillaba, para ayudarla a ponerse en pie. Evitó mirarla directamente a los ojos, para que no se percatase de lo abochornado que se sentía-¿Y vosotros?-Preguntó al joven Jack y al malhumorado Conde de Catterack.
Que sus ropas se hubiesen manchado al rodar por la tierra era lo de menos, ya que precisamente, ese tipo de cuidados en su apariencia no eran para nada propios de Hanz. Sin embargo, a veces se le olvidaba que ya no era Hanz, sino Franz, hasta que este regresase para reclamar su lugar. Actuar no era fácil, no señor, y aunque la mentira no le gustaba en absoluto, paradójicamente vivía una… En esos momentos de reflexión, el joven de Lindert se preguntaba que pasaría si algún día su secreto era descubierto de cara al reino. Seguramente el rey montaría en cólera y ordenase su ejecución de inmediato, ¿Tanto merecía la pena jugarse el cuello? Bueno, no era una tarea cualquiera, era por un amigo. Y todo había que decirlo, salvando las distancias con los nobles egocéntricos y el protocolo, tampoco estaba tan mal…
Sin soltar a su protegida, se apartó algo de tierra de la boca, mirando a duras penas en pos de algún peligro visible del cual debiese protegerlos a ambos. El aullido se mitigaba lentamente mientras las aguas regresaban a su cauce, y fue entonces, y sólo entonces, cuando Hanz se percató de la cercanía que mantenía su cuerpo con el de la chica misteriosa. Había sido un gesto fortuito y espontáneo, pero ahora sus brazos se habían enredado, sintiendo el calor de la misma tras los pomposos ropajes de príncipe que ese día le habían obligado a llevar puestos, como parte del atuendo de cacería. Vista de cerca, debía reconocer que poseía una belleza bastante llamativa y delicada. El cabello negro como la noche enmarcaba un rostro afilado, de tez pálida con la cual contrastaba enormemente. Intentando concentrarse en un punto fijo, se dio cuenta de que acababa de cruzar su mirada con la de ella, perdiéndose por un momento en la intensidad acuosa del azul de los mismos, perturbadoramente llamativos. Decidió apartar la mirada con algo de brusquedad, camuflando su timidez con un gesto que podía entenderse como maleducado, considerando que se había permitido fijarse demasiado tiempo en ellos.
El moreno carraspeó, nervioso, y trató de apartarse con la mala suerte de acortar aún más las distancias de una forma bastante incómoda y comprometida. Finalmente, y sin delicadeza, logró zafarse, consciente de la incomodidad que le producía tal contacto.
-¿Estás bien?-Volvió a preguntar, tomándola por el codo mientras se arrodillaba, para ayudarla a ponerse en pie. Evitó mirarla directamente a los ojos, para que no se percatase de lo abochornado que se sentía-¿Y vosotros?-Preguntó al joven Jack y al malhumorado Conde de Catterack.
Re: El aullido [Libre]
el jaleo alerto a la bestia en su interior.
humanos
Bestias inmundas que destruyen y cazan todo a su alrededor, la peor de las criaturas, la mas asesina de las bestias.
Gmork tuvo una especie de revelacion
"si blancanieves a alcanzado a esos humanos... no necesitaría mi ayuda, ya estaría a salvo... pero ...¿y los enanos?"
A lo mejor así era mejor, a una joven como aquella, simular ser blancanieves era una constante peso, tratar con gente que conociera a la autentica podría ser contraproducente, saltarse a los enanos, podría ser una buena idea.
No obstante la bestia no podía dejar que esa inspiración lo guiase, debía seccionarse de que la humana de negro cabello y piel pura, ciertamente estaba a salvo.
Podría no estar con ellos, o que fueran bandidos.
la bestia se intento acercar sigilosa, pero los humanos y equinos estaban nerviosos, su aullido les había sembrado el miedo.
acercarse sin ser detectado iba a ser muy... pero que muy difícil.
humanos
Bestias inmundas que destruyen y cazan todo a su alrededor, la peor de las criaturas, la mas asesina de las bestias.
Gmork tuvo una especie de revelacion
"si blancanieves a alcanzado a esos humanos... no necesitaría mi ayuda, ya estaría a salvo... pero ...¿y los enanos?"
A lo mejor así era mejor, a una joven como aquella, simular ser blancanieves era una constante peso, tratar con gente que conociera a la autentica podría ser contraproducente, saltarse a los enanos, podría ser una buena idea.
No obstante la bestia no podía dejar que esa inspiración lo guiase, debía seccionarse de que la humana de negro cabello y piel pura, ciertamente estaba a salvo.
Podría no estar con ellos, o que fueran bandidos.
la bestia se intento acercar sigilosa, pero los humanos y equinos estaban nerviosos, su aullido les había sembrado el miedo.
acercarse sin ser detectado iba a ser muy... pero que muy difícil.
Re: El aullido [Libre]
No tenía idea de lo que estaba ocurriendo ahí, tan solo de que las cosas se iban poniendo cada vez más bizarras. Ya era una cosa enfrentarse contra toda una corte y casi no salir con su vida de aquel encuentro, no ser el único que terminaba en aquella situación sino que una muchacha que se desmayaba sin ninguna razón que él pudiese adivinar, sino que también ahora, mientras el tal príncipe se ponía a tratar con muy poca delicadeza a la pálida muchacha, parecían estar en los terrenos de algún tipo de bestia, un lobo por el sonido del aullido proferido. Claro, si es que estaba en una tierra donde supuestamente vivía una Wendy, un capitán Garfio y hadas, además de príncipes de los que se leía en los cuentos de hadas, quizás el tal animal era el lobo de los cerditos. O de la Caperucita Roja. O el de Pedro. ¿Habían más lobos en los cuentos para niños? Seguro que sí.
De una manera u otra, todo parecía apuntar a que la suerte no estaba del lado de Jack aquel día. Simplemente debería haberse quedado en cama, que sería una alternativa mucho mejor que el estar siendo tirado del caballo en el que a duras penas se había subido antes. Intentó sujetarse de las riendas, pero sólo alcanzó a hacerlo con una mano, con la gravedad aún haciendo su trabajo y resultando en un tirón tan fuerte que creyó que se le había dislocado el brazo, soltándose y cayendo al piso, perdiendo todo el aire de sus pulmones por el golpe. No podría haber asegurado si vio todo negro o estrellas como consecuencia. Quizás ambas cosas a la vez. Y claro, todavía estaban los caballos encabritados y sus cascos haciendo temblar la tierra a su alrededor. Y la bestia.
De una manera u otra, todo parecía apuntar a que la suerte no estaba del lado de Jack aquel día. Simplemente debería haberse quedado en cama, que sería una alternativa mucho mejor que el estar siendo tirado del caballo en el que a duras penas se había subido antes. Intentó sujetarse de las riendas, pero sólo alcanzó a hacerlo con una mano, con la gravedad aún haciendo su trabajo y resultando en un tirón tan fuerte que creyó que se le había dislocado el brazo, soltándose y cayendo al piso, perdiendo todo el aire de sus pulmones por el golpe. No podría haber asegurado si vio todo negro o estrellas como consecuencia. Quizás ambas cosas a la vez. Y claro, todavía estaban los caballos encabritados y sus cascos haciendo temblar la tierra a su alrededor. Y la bestia.
Re: El aullido [Libre]
Off: Aguardaba el post, ¡y de pronto yo soy la atrasada! o.0
El guapísimo príncipe se limpia la boca, y entonces mi esperanza de recibir el primer beso de amor inflama mi pecho. Disimuladamente, estiro mis labios, lista para saber cómo sabe su boca...
El príncipe carraspea, supongo que algo normal antes de un beso importante, y se aproxima más a mí. Sentirlo tan cerca me ruboriza ahora, ya que sentir su peso sobre mí es algo completamente nuevo... ¿Está permitido tanta cercanía aún sin siquiera presentarnos? De todas formas, si "él" es el príncipe que será mi marido, no lo encuentro malo.
Sin embargo, él se levanta de pronto, dejándome toda llena de tierra en el suelo. Me siento, aún en la duda de qué hacer ahora.
-¿Estás bien?
- Si, sólo fue un susto. -contesto mientras él me levanta por el codo. Lo miro, pero ahora él evita totalmente mis ojos. ¿Por qué? ¿Qué hice de malo?
-¿Y vosotros?-pregunta a los demás, mientras los aullidos, que tanto nos asustaron, al fin se han detenido.
- ¿El lobo se ha ido? -pregunto mirando hacia la oscuridad del bosque, donde las ramas dificultan la llegada del sol. Sin embargo, veo como el otro chico se cae del caballo. Entonces levanto levemente mi falda, para no pisarla, mientras corro hacia él- ¡Parece desmayado! -exclamo asustada de verlo lánguido.
El guapísimo príncipe se limpia la boca, y entonces mi esperanza de recibir el primer beso de amor inflama mi pecho. Disimuladamente, estiro mis labios, lista para saber cómo sabe su boca...
El príncipe carraspea, supongo que algo normal antes de un beso importante, y se aproxima más a mí. Sentirlo tan cerca me ruboriza ahora, ya que sentir su peso sobre mí es algo completamente nuevo... ¿Está permitido tanta cercanía aún sin siquiera presentarnos? De todas formas, si "él" es el príncipe que será mi marido, no lo encuentro malo.
Sin embargo, él se levanta de pronto, dejándome toda llena de tierra en el suelo. Me siento, aún en la duda de qué hacer ahora.
-¿Estás bien?
- Si, sólo fue un susto. -contesto mientras él me levanta por el codo. Lo miro, pero ahora él evita totalmente mis ojos. ¿Por qué? ¿Qué hice de malo?
-¿Y vosotros?-pregunta a los demás, mientras los aullidos, que tanto nos asustaron, al fin se han detenido.
- ¿El lobo se ha ido? -pregunto mirando hacia la oscuridad del bosque, donde las ramas dificultan la llegada del sol. Sin embargo, veo como el otro chico se cae del caballo. Entonces levanto levemente mi falda, para no pisarla, mientras corro hacia él- ¡Parece desmayado! -exclamo asustada de verlo lánguido.
Re: El aullido [Libre]
Todo era tan incómodo... El sustituto se puso en tensión por varias cosas a la vez: La primera era la cercanía con la chica, naturalmente. No es que nunca hubiese tenido ese tipo de contactos, pero seguía antojandosele demasiado violento y turbador. Nuestro soldado estaba chapado a la antigua, por así decirlo; la segunda razón era su propia presencia en una zona ya de por sí peligrosa, con semejante peligro que debían abatir, habiendo perdido gran parte de su grueso de cazadores... Si bien a Hanz no le gustaba calificar a los nobles de alta alcurnia como tales, pues para el no eran más que mimados y consentidos, le preocupaba el hecho de que aparentemente, sólo el y Catterack iban armados frente a la presencia de lo desconocido.
Por suerte, debía haber algún cuchillo de repuesto, o tal vez una daga, en las alforjas de la montura que quedaba. Hanz apretó los dientes, mirando con serias dudas a la jovencita y a Jack, preguntándose si ellos tendrían idea sobre como empuñar un arma.
El giro de los acontecimientos había sido imprevisto, pero aunque cualquier cosa era mejor que soportar las quejas de un grupo de aristócratas, cuya máxima emoción era batirse en duelo dentro de la seguridad de la corte, exponerse ante el peligro de forma imprudente tampoco es que pudiese considerarse algo digno.
- ¿El lobo se ha ido? ¡Parece desmayado!-Oyó a la mujer. Hanz apartó la mirada de la maleza, la cual había estado escrutando con la adrenalina corriendo en torrente por sus venas. Notaba su respiración acelerada, el anticipo de que algo peligroso podía avecinarse, o tal vez el propio nerviosismo.
Tenía que mantener la cabeza fría y actuar como Franz... No. En realidad, en ese momento poco importaba ya fingir cuando lo que primaba era salvar el pellejo frente a una amenaza desconocida, pero aún así... La ley de la calle lo empelaba a huir si no podía hacer frente, pero su férreo código de honor, inculcado a la fuerza en sus años como soldado, lo obligaban a proteger al pueblo de Lindert, y a aquellos que lo necesitasen.
-No lo sé-Respondió. Colocó sus dedos sobre el brazo de la chica morena y tiró de ella con toda la delicadeza que era capaz de impregnar cada vez que estaba nervioso, o sea, ninguna. Pero era la mejor forma que tenía de protegerla, pues si la dejaba sola sería un blanco fácil y difícil de proteger. Se acercaron hasta Jack, y deseó que no se hubiese roto una pierna, o de lo contrario se verían en una difícil tesitura.
-Ayúdale, Catterack-Dijo con voz ronca, al ver que el Conde parecía receloso de tocar al joven plebeyo.
-Pero alteza, este chico es un...
-Es una orden-Maldita sea, ¿Por qué tenían que cuestionarle? Aunque el era un soldado raso, conocía de la obediencia para con un superior, pero esos valores pasaban por alto en el noble-¿Puedes ponerte en pie, chico?-Preguntó-¿Sabes manejar un arma? Con sólo una montura tenemos poco que hacer, y sobre tierra seremos más lentos y fáciles de cazar. No sabemos con exactitud a que nos enfrentamos-Aunque el aullido y la suposición de la mujer eran bastante coherentes-Debemos estar alerta y permanecer juntos-Sí, era una locura pero... ¿Acaso dispersarse no sería peor? Se giró hacia la morena sin soltarla, sacando de su cinturón una hoja afilada con el emblema de la casa real de Lindert y poniéndola en las manos de esta-Hay que estar alerta-Dijo, clavando en ella sus ojos grises. Se sintió ridículo al hacerlo, consciente de la delicadeza de la mujer, cuyo cabello oscuro caía sobre sus hombros en ondas de ébano, y su expresión asustada y cristalina hacían parecer su tez esculpida en mármol. Meneó la cabeza, apartando la mirada bruscamente por estar reaccionando de una forma tan infantil. Sólo era una chica...
Por suerte, debía haber algún cuchillo de repuesto, o tal vez una daga, en las alforjas de la montura que quedaba. Hanz apretó los dientes, mirando con serias dudas a la jovencita y a Jack, preguntándose si ellos tendrían idea sobre como empuñar un arma.
El giro de los acontecimientos había sido imprevisto, pero aunque cualquier cosa era mejor que soportar las quejas de un grupo de aristócratas, cuya máxima emoción era batirse en duelo dentro de la seguridad de la corte, exponerse ante el peligro de forma imprudente tampoco es que pudiese considerarse algo digno.
- ¿El lobo se ha ido? ¡Parece desmayado!-Oyó a la mujer. Hanz apartó la mirada de la maleza, la cual había estado escrutando con la adrenalina corriendo en torrente por sus venas. Notaba su respiración acelerada, el anticipo de que algo peligroso podía avecinarse, o tal vez el propio nerviosismo.
Tenía que mantener la cabeza fría y actuar como Franz... No. En realidad, en ese momento poco importaba ya fingir cuando lo que primaba era salvar el pellejo frente a una amenaza desconocida, pero aún así... La ley de la calle lo empelaba a huir si no podía hacer frente, pero su férreo código de honor, inculcado a la fuerza en sus años como soldado, lo obligaban a proteger al pueblo de Lindert, y a aquellos que lo necesitasen.
-No lo sé-Respondió. Colocó sus dedos sobre el brazo de la chica morena y tiró de ella con toda la delicadeza que era capaz de impregnar cada vez que estaba nervioso, o sea, ninguna. Pero era la mejor forma que tenía de protegerla, pues si la dejaba sola sería un blanco fácil y difícil de proteger. Se acercaron hasta Jack, y deseó que no se hubiese roto una pierna, o de lo contrario se verían en una difícil tesitura.
-Ayúdale, Catterack-Dijo con voz ronca, al ver que el Conde parecía receloso de tocar al joven plebeyo.
-Pero alteza, este chico es un...
-Es una orden-Maldita sea, ¿Por qué tenían que cuestionarle? Aunque el era un soldado raso, conocía de la obediencia para con un superior, pero esos valores pasaban por alto en el noble-¿Puedes ponerte en pie, chico?-Preguntó-¿Sabes manejar un arma? Con sólo una montura tenemos poco que hacer, y sobre tierra seremos más lentos y fáciles de cazar. No sabemos con exactitud a que nos enfrentamos-Aunque el aullido y la suposición de la mujer eran bastante coherentes-Debemos estar alerta y permanecer juntos-Sí, era una locura pero... ¿Acaso dispersarse no sería peor? Se giró hacia la morena sin soltarla, sacando de su cinturón una hoja afilada con el emblema de la casa real de Lindert y poniéndola en las manos de esta-Hay que estar alerta-Dijo, clavando en ella sus ojos grises. Se sintió ridículo al hacerlo, consciente de la delicadeza de la mujer, cuyo cabello oscuro caía sobre sus hombros en ondas de ébano, y su expresión asustada y cristalina hacían parecer su tez esculpida en mármol. Meneó la cabeza, apartando la mirada bruscamente por estar reaccionando de una forma tan infantil. Sólo era una chica...
Re: El aullido [Libre]
El chico no estaba en condiciones de darse cuenta del drama que se estaba viviendo apenas unos cuantos metros más allá, tratando más bien de recuperar el aire que se le había escapado de los pulmones sin ceremonia alguna. Por supuesto que esto no era de una sencillez básica tomando en cuenta que también tenía que estar evitando ser aplastado por los cascos del equino en el que hasta hace apenas unos cuantos momentos atrás había estado montado. Ni siquiera tenía mayor oportunidad de concentrarse mucho en el animal que había emitido aquel terrorífico aullido, que seguramente ya estaría más cerca de ellos.
Ante la pregunta del príncipe, y la ayuda del noble que al menos sujetó de las riendas al caballo encabritado, se levantó adolorido del suelo. -No soy muy bueno con las armas, Su Majestad...- dijo mientras se incorporaba con dificultad, queriendo apoyarse en los cuartos traseros del animal pero sin atreverse a hacerlo para no terminar con una coz y más de algún hueso roto. Por lo demás, no tenía ningún arma en ese momento. Pensándolo en retrospectiva, no debería haber salido del lugar conocido que proporcionaba el refugio con Wendy. Estaba mareado, golpeado y si hubiera sido por él, si no hubiera corrido con el riesgo de encontrarse con aquel animal salvaje, se habría ido por donde había venido... Claro, si es que también supiese por dónde era eso.
Ante la pregunta del príncipe, y la ayuda del noble que al menos sujetó de las riendas al caballo encabritado, se levantó adolorido del suelo. -No soy muy bueno con las armas, Su Majestad...- dijo mientras se incorporaba con dificultad, queriendo apoyarse en los cuartos traseros del animal pero sin atreverse a hacerlo para no terminar con una coz y más de algún hueso roto. Por lo demás, no tenía ningún arma en ese momento. Pensándolo en retrospectiva, no debería haber salido del lugar conocido que proporcionaba el refugio con Wendy. Estaba mareado, golpeado y si hubiera sido por él, si no hubiera corrido con el riesgo de encontrarse con aquel animal salvaje, se habría ido por donde había venido... Claro, si es que también supiese por dónde era eso.
Re: El aullido [Libre]
El príncipe, ¡tan lindo ver un príncipe de verdad de cerca!, me toma del brazo... ¡Y me tira bruscamente! Con una mueca, le sigo obligada, ya que no me suelta. ¿Será para protegerme? Espero que sí, aunque lo encuentro todo muy raro.
Finalmente, llegamos y el joven felizmente no aparenta heridas. De hecho se levanta, y nos observa. Yo también observo sus raros ropajes, tan diferentes de todo lo que he visto... Aunque... se parece a la de la gente que ví en aquél ventanal, cuando conocí aquella aldea gigantesca! Le miro, curiosa por preguntarle si viene o no desde allá, lo que significa que no pertenece a ningún cuento, pero esperaré el momento oportuno, ya que el hermoso príncipe que me aprieta el brazo no debe saber nada de ello:
- Ayúdale, Catterack -dice con voz de mando, como debe ser un príncipe... (suspiro)
- Pero alteza, este chico es un... -Miro enojada a sir Catterack, ¡ya que cuestiona las órdenes de un príncipe! Menos mal que él se impone, y yo le miro cada vez más admirada:
- ¿Sabes manejar un arma? -le pregunta al joven de raros ropajes.
- No soy muy bueno con las armas, Su Majestad... -Suspiro, puesto que no quería que todo el peso de nuestra protección cayera en el príncipe. ¡Porque no puede él enfrentarse al lobo ése!
- Debemos estar alerta y permanecer juntos. -Le miro, sorprendida por sus palabras, y con mucho cuidado recibo el puñal con el emblema de la casa real de Lindert- Hay que estar alerta.
A pesar de lo peligroso de la situación, ¡sonrío al percibir su preocupación por mi persona!
- ¡Nunca me desharé de ella! -exclamo feliz, sin percatarme que no debo aproximar tanto el lado filoso hacia mi cuerpo. Como los aullidos se han detenido, el miedo por el lobo pasa a segundo plano.
Sin embargo, no podemos seguir detenidos, ya que debo ir a la cabaña de los enanos, como dice el libro que llevo oculto... ¿O mejor me voy derecho con el príncipe del cuento? ¡Quizás para ello ha llegado el joven que no sabe luchar: viene a advertirme que tengo una nueva ruta a seguir! Ahora más que nunca debo alejarme sólo un poco del príncipe para preguntarle de ello...
Finalmente, llegamos y el joven felizmente no aparenta heridas. De hecho se levanta, y nos observa. Yo también observo sus raros ropajes, tan diferentes de todo lo que he visto... Aunque... se parece a la de la gente que ví en aquél ventanal, cuando conocí aquella aldea gigantesca! Le miro, curiosa por preguntarle si viene o no desde allá, lo que significa que no pertenece a ningún cuento, pero esperaré el momento oportuno, ya que el hermoso príncipe que me aprieta el brazo no debe saber nada de ello:
- Ayúdale, Catterack -dice con voz de mando, como debe ser un príncipe... (suspiro)
- Pero alteza, este chico es un... -Miro enojada a sir Catterack, ¡ya que cuestiona las órdenes de un príncipe! Menos mal que él se impone, y yo le miro cada vez más admirada:
- ¿Sabes manejar un arma? -le pregunta al joven de raros ropajes.
- No soy muy bueno con las armas, Su Majestad... -Suspiro, puesto que no quería que todo el peso de nuestra protección cayera en el príncipe. ¡Porque no puede él enfrentarse al lobo ése!
- Debemos estar alerta y permanecer juntos. -Le miro, sorprendida por sus palabras, y con mucho cuidado recibo el puñal con el emblema de la casa real de Lindert- Hay que estar alerta.
A pesar de lo peligroso de la situación, ¡sonrío al percibir su preocupación por mi persona!
- ¡Nunca me desharé de ella! -exclamo feliz, sin percatarme que no debo aproximar tanto el lado filoso hacia mi cuerpo. Como los aullidos se han detenido, el miedo por el lobo pasa a segundo plano.
Sin embargo, no podemos seguir detenidos, ya que debo ir a la cabaña de los enanos, como dice el libro que llevo oculto... ¿O mejor me voy derecho con el príncipe del cuento? ¡Quizás para ello ha llegado el joven que no sabe luchar: viene a advertirme que tengo una nueva ruta a seguir! Ahora más que nunca debo alejarme sólo un poco del príncipe para preguntarle de ello...
Re: El aullido [Libre]
Gmork se hacerco mucho, demasiado, pero no lo hizo todo a ciegas.
Se hacerco a un risco y desde alli examino la situacion desde las altyras, los humanos podrian verle, pero su distancia con respecto a ellos era mayor y portanto evitaba el riesgo por ambas partes.
Fue alli donde el olor de distintos humanos se entremezclava.
Sudorosos hombres, el olor a miedo y acero, el olor de los caballos, a sangre.
y estaba su olor, Blancanieves estaba con ellos, el lobo sonrio brevemente, cuando otro leve olor se le metio en la nariz, olor perfumado entremezclado con sudor, humo, olor a motor, a contaminacion, olor a mundo real.
Gmork intento vislumbrarlo... pero los humanos eran todos iguales para el.
(Seran tonterias mias, habra algun coche o desperdicio que habra llegado por aqui de casualidad, no puede ser un ser humano real...)
Gmork lanzo un ultimo aullido y corrio en direccion contraria a fin de que los humanos lo vieran huir y se tranquilizaran.
Blancanieves tenia trabajo por hacer.
El ya solo estorbaba
(Off: salgo del rol, perdon por interrumpir y molestar xD.
Espero verlos en otros roles)
Se hacerco a un risco y desde alli examino la situacion desde las altyras, los humanos podrian verle, pero su distancia con respecto a ellos era mayor y portanto evitaba el riesgo por ambas partes.
Fue alli donde el olor de distintos humanos se entremezclava.
Sudorosos hombres, el olor a miedo y acero, el olor de los caballos, a sangre.
y estaba su olor, Blancanieves estaba con ellos, el lobo sonrio brevemente, cuando otro leve olor se le metio en la nariz, olor perfumado entremezclado con sudor, humo, olor a motor, a contaminacion, olor a mundo real.
Gmork intento vislumbrarlo... pero los humanos eran todos iguales para el.
(Seran tonterias mias, habra algun coche o desperdicio que habra llegado por aqui de casualidad, no puede ser un ser humano real...)
Gmork lanzo un ultimo aullido y corrio en direccion contraria a fin de que los humanos lo vieran huir y se tranquilizaran.
Blancanieves tenia trabajo por hacer.
El ya solo estorbaba
(Off: salgo del rol, perdon por interrumpir y molestar xD.
Espero verlos en otros roles)
Re: El aullido [Libre]
Hanz miró a Jack de forma intensa y penetrante, sin admitir queja alguna.
-Pues tendrás que serlo si nos atacan-Replicó-A no ser que desees convertirte en la merienda de alguna bestia de los bosques-Esperaba que ese comentario lo disuadiera de tratar de escapar. No conocía al muchacho pero apostaría su caballo a que no deseaba sufrir ese fatídico destino. Bueno, al menos se había librado de la cacería... Para convertirse en niñera de un noble idiota, un campesino y una joven de identidad dudosa. Hanz notaba el picor en la nuca que le ocasionaba el estrés y se giró para mirar a la chica-Si te atacan-Empezó a decir-Debes clavarla por la parte afilada-Indicó, no muy seguro de estar comunicándose de forma correcta. Genial, ahora la chica creería que él era estúpido o algo por el estilo-Seguidme, lo más sensato es no perder de vista las huellas de los caballos y mantenernos unidos. Confío-Suspiró-que no se trate de una manada, de lo contrario vamos a lamentar bastante este encuentro-Se giró para mirar al grupo conformado por tres personas a parte de él. Era el pelotón más extraño que jamás había liderado-Todos-Hizo especial énfasis-Por aquí...-Otro aullido, desgarrador en la lejanía como un grito agónico, una amenaza tácita que flotaba en el ambiente y provocaba que los cabellos de la nuca del plebeyo, ahora príncipe, se encrespasen. Detuvo su marcha en seco, mirando en dirección a tan perverso sonido, empleando su mano para hacer de visera a sus ojos, contemplando en la lejanía la silueta recortada de un lobo negro de grandes proporciones... O eso asumía. La distancia lo confundía-Será mejor que nos demos prisa-Instó. ¿Sería esa la bestia de la que hablaban? No podían hacerle frente en tan lamentables condiciones, y menos desde una distancia tan grande. Lo mejor era ponerse a salvo, pues no le haría ningún favor a Franz si se quedaba esperando a que el lobo los devorase.
-Pues tendrás que serlo si nos atacan-Replicó-A no ser que desees convertirte en la merienda de alguna bestia de los bosques-Esperaba que ese comentario lo disuadiera de tratar de escapar. No conocía al muchacho pero apostaría su caballo a que no deseaba sufrir ese fatídico destino. Bueno, al menos se había librado de la cacería... Para convertirse en niñera de un noble idiota, un campesino y una joven de identidad dudosa. Hanz notaba el picor en la nuca que le ocasionaba el estrés y se giró para mirar a la chica-Si te atacan-Empezó a decir-Debes clavarla por la parte afilada-Indicó, no muy seguro de estar comunicándose de forma correcta. Genial, ahora la chica creería que él era estúpido o algo por el estilo-Seguidme, lo más sensato es no perder de vista las huellas de los caballos y mantenernos unidos. Confío-Suspiró-que no se trate de una manada, de lo contrario vamos a lamentar bastante este encuentro-Se giró para mirar al grupo conformado por tres personas a parte de él. Era el pelotón más extraño que jamás había liderado-Todos-Hizo especial énfasis-Por aquí...-Otro aullido, desgarrador en la lejanía como un grito agónico, una amenaza tácita que flotaba en el ambiente y provocaba que los cabellos de la nuca del plebeyo, ahora príncipe, se encrespasen. Detuvo su marcha en seco, mirando en dirección a tan perverso sonido, empleando su mano para hacer de visera a sus ojos, contemplando en la lejanía la silueta recortada de un lobo negro de grandes proporciones... O eso asumía. La distancia lo confundía-Será mejor que nos demos prisa-Instó. ¿Sería esa la bestia de la que hablaban? No podían hacerle frente en tan lamentables condiciones, y menos desde una distancia tan grande. Lo mejor era ponerse a salvo, pues no le haría ningún favor a Franz si se quedaba esperando a que el lobo los devorase.
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