¡Cabaña equivocada! (libre)

- Un cazador, enviado por mi madrastra para matarme, sólo porque... -me detengo porque, en realidad la razón es algo estúpida. Sin embargo, así lo leí en el cuento, por lo que lo repito cual loro- ... porque un espejo mágico le dijo que yo soy más bella que ella.

El té me hace muy bien, por lo que los tiritones han disminuido notablemente. Ahora que estoy en un ambiente menos hostil, me dedico a razonar: En primer lugar, el dueño de casa no es un enano. Debía haber llegado a una cabaña con 7 enanos y en ésta al parecer no hay ninguno. Suspiro algo contrariada, puesto que eso significa que tendré que salir de nuevo a la lluvia, alejándome de la tibieza de la chimenea...

- Pues la pura oscuridad del bosque ya me hizo mal. No hablemos de la lluvia. -digo estirando una pierna hacia la chimenea, con el vestido mojado dificultándome los movimientos- Tuve suerte de esquivar al cazador, demasiado grandulón, pero no debiera cruzarme ni con lobos ni con osos. -Así lo decía el libro: Blanca Nieves no se encontraba con ninguna criatura peligrosa, salvo los árboles que la asustaban, hasta que llegaba sana y salva a la cabaña con los enanos...

Tomo otro sorbo de té, y entonces dejo de mirar el fuego y me dedico a observar mi interlocutor: Aunque está sentado, definitivamente no es un enano, y... tiene unas cosas muy raras cubriendo sus ojos:

- ¿Eres ciego? -pregunto torpemente, por lo que trato de arreglar mis palabras enseguida- Digo... porque sus ojos están cubiertos por esos... esos... ¿lentes negros?

Me ruborizo por sus palabras, porque aunque no en la forma normal, me dijo que soy bella. ¿Seré más bella que la princesa verdadera? No pude ver sus pinturas, ya que la Madrastra, ejem, mi Madrastra, los destrozó o los guardó lejos de la vista de los demás; y la ilustración se parece mucho... ¡a mí! Bueno, por algo me eligieron para reemplazarla...

Y como él no se parece al príncipe, me alegro que no le interese... En el fondo no me alegro, por mi autoestima, pero es lo mejor para mi misión en todo caso.

- Ah... Que pena... -digo sincera, y tomo el último sorbo de té. Ahora, sólo me queda esperar que termine la tormenta para... "proseguir mi destino". Raras las palabras elegidas por el hombre... ¿Y como se llama?

- Perdone milord, pero estoy en desventaja: Usted sabe mi nombre sin embargo yo no sé el suyo. -digo tratando de utilizar las lecciones de buen hablar recibidas de las hadas.

Sin embargo, por más que estoy al lado de la chimenea, mi cuerpo no ha dejado de tiritar... ¿Cuánto tardará la tormenta? Esperar con la ropa húmeda no me hará bien. Pero sería muy dificil que hubiera un vestido en esta cabaña. Ya me empiezo a hacer a la idea de que me tendré que quitar éste hermoso vestido y ponerme una camisa y pantalones de hombre...

Pero en realidad, lo peor será fregar este vestido mañana, cuando lo lave en la cabaña de los 7 enanos. Porque estaré mañana junto a los 7 enanos, ¿verdad?

- Estoy muy feliz de que, entremedio de todo ese bosque atroz, por lo menos me encontré con un caballero muy amable. -dicho esto, hago una reverencia de saludo. La hago muy bien, porque las hadas me la hicieron repetir muchas veces.

El sr. Blanck me deja entonces para preparar mi habitación. ¡Aún no llego a la cabaña de los enanos y ya tengo una habitación sólo para mí! Feliz a pesar del frío, le espero paciente, mientras estrujo las mangas del vestido junto a la chimenea. (Claro que lo hago con cuidado, para no apagar el fuego)

Estoy terminando de estrujar la falda del vestido cuando escucho sus pasos pesados en la escalera de madera. Le miro, pero no me extraño del crujir de la madera, que siempre cruje cuando uno menos quiere.

- ¿Desea algo más? -me pregunta muy gentil. De inmediato le iba a decir que estoy muerta de hambre pero... me acuerdo de las lecciones de las hadas, y le contesto:

- No muchas gracias. Es usted muy amable. -sin embargo, mi estómago emite un ligero sonido, que me desmiente y me hace ruborizar.

Afuera llueve, por lo que mejor le pregunto mañana por el camino para llegar a la cabaña de los 7 enanos. Me acuerdo que en el libro era dificil de encontrar por la Madrastra, pero él como local debe saber más...

- No, no debéis preocuparos... -digo llena de vergüenza, pero él se dirige al sector donde está la cocina de esta cabaña. Yo no logro disimular mi curiosidad, pues estoy inclinada para ver mejor cuando él se da vuelta y me pilla:

- Tenemos sopa de pollo aunque no se si estará caliente aun...

- Pues estará mejor tibia que fría. -digo acercándome, mientras él sigue buscando más alimentos. Me agacho y encuentro piedras-cerillas, por lo que empiezo a chocarlas para hacer chispas. En un santiamén enciendo el fuego, y le sonrío satisfecha, pero él en ese momento me ofrece una tarta de manzana.

No soy muy fan de las manzanas, pero antes que niegue con la cabeza, me acuerdo que la princesa de M'Apple es conocida por amar las manzanas, por lo que sonrío y me deshago en agradecimentos:

- ¡Por supuesto! ¡Es mi postre favorito! -digo esperando ser convincente. En todo caso, el olor está bueno, por lo que no tendré fingir mucho, para mi suerte.

Empiezo entonces a preparar la mesa, estirando un bonito mantel a cuadros que veo colgado, cuando él me pregunta si soy de M'Apple.

- ¿Cómo me descubristeis? -pregunto fingiendo estar sorprendida, porque en realidad eso significa que lo estoy haciendo bien- Ah pues, no toooodos los ciudadanos de M'Apple creen que las manzanas son su fruta favorita... Aunque justamente yo si soy una de las amantes de manzanas.

Sin embargo, toda mi delicadeza se jode cuando estornudo. Enojada por la situación, cuento hasta 10 mentalmente y sonrío:

- ¿Os enojarías si subo a cambiarme ahora y tomo la sopa después? Y la tarta también, por supuesto. -agrego de pronto.

¡Suelto un chillido cuando el dueño de la cabaña se golpea la cabeza! Al instante comprendo que sólo es su forma de expresar, pero no olviden que vengo de pasar mucho susto en el bosque ése horrible:

- Muchas gracias, gentil caballero. -hago una reverencia, dejando más barro a mi alrededor, y obviamente hago una mueca al percibir que sigo ensuciándolo todo cada vez más. ¿Tendré que limpiarlo todo luego? Lo cierto sería que sí, pero... ¿una princesa también tiene que hacer el aseo? De pronto me acuerdo que tendré que pasar un tiempo haciendo justamente éso en la cabaña de los enanos, por lo que me empiezo a resignar.

Y como voy a limpiar luego, me quito los zapatos antes de subir la escalera, y levanto con cuidado la falda, lo mínimo para que éste señor no me vea nada indecoroso, pero al mismo tiempo para evitar seguir arrastrando lodo por toda la cabaña.

"Primera puerta a la derecha..." repito mentalmente y empujo despacio la susodicha puerta. Un revoloteo de mariposas me sorprende, pero ¿son mariposas luminosas? ¿Luciérnagas? Ellas se escabullen, pero alcanzo a observar que son ¡Hadas!

J y L me presentaron a las hadas en Londres, por lo que sé que están de nuestra parte. Sin embargo, la voz gruesa del Sr. Blanck me provoca otro sobresalto al hablar desde el primer piso:

- Deberia haber ropa, muda y un baño caliente preparado... puedes coger las sales de baño de la alacena que encontraras al lado de la bañera, tambien hay colonia y un peine. Como imaginaréis en pleno bosque no viene mucha gente, debemos tratar bien a nuestros escasos hospedadores.

Me acerco a levantar el vestido que está sobre la cama, y me sorprendo de que ¡és el mismo que llevo puesto ahora! ¡Corset azul y falda amarilla! Incluso descubro un nuevo par de zapatos a un lado de la cama...

- Os agradezco tanta amabilidad, sr. Blanck. ¡Tengo aquí todo lo que necesito! -grito en dirección de la puerta, la cual cierro. No tiene cerrojo, pero el sr. se me ocurre que es lo suficientemente caballero para no subir siquiera los peldaños de la escalera... De inmediato me quito el vestido mojado, arrojándolo a un lado del piso, y con la ropa interior aún pegada a mi piel me dedico a buscar la bañera- ¡Oh...! -exclamo sin poder creer en mi suerte, pues el agua está con una temperatura exquisita.

Ahora me desnudo completamente, hundiéndome lentamente en la bañera, dejando que todos los problemas se queden del lado de afuera de la puerta...

El agua está tan deliciosa que... simplemente pierdo la noción del tiempo... y creo que me he quedado dormida...

De pronto, oigo un golpe en la puerta y me despierto asustada. ¿Dónde estoy? me pregunto confundida, hasta que la visión del hermoso vestido azul y amarillo sobre la cama me hacen regresar a la realidad:

- ¡Estoy... bien! -grito mientras me levanto de un salto, buscando la toalla sin fijarme que la puerta no está del todo cerrada. Luego de un par de vueltas, la encuentro y me empiezo a secar junto a la cama, siempre de espaldas a la puerta.

Me visto la enagua y con cuidado empiezo a poner el vestido. Me observo frente al espejo, feliz de estar de nuevo en el rumbo correcto de mi misión. Me suelto los cabellos y empiezo a cantar... Hasta que un rayo me recuerda que afuera hay una tempestad, que aún estoy lejos de la cabaña de los enanos, y más importante, abajo se enfría la sopa que el caballero me ofreció...

Me giro para ir a la puerta cuando veo que el sr. Blanck de pie me observa. ¿Desde cuándo está allí? Trago saliva, ruborizada al máximo porque quizás me ha visto desnuda, y con gran esfuerzo trato de cambiar el tema:

- Usted... ¿sabe dónde viven los 7 enanos? -debería bajar, pero no me atrevo a dar el paso hacia la puerta... Abuela siempre me habló que los hombres son bestias salvajes, y, pues, estoy sola aquí, con él...

Off: Pensando que eres "inocente", ya que al golpear la puerta, sin querer la abriste. (Cosas de gente fuerte entremedio de humanos corrientes...)

Off: ¡Haré uso de mi regalo! ^_^

Votación Ene/Feb 2014:

La verguenza de pensar que me ha visto desnuda me impide de mirarle directo a los ojos, por lo que bajo la mirada y, de pronto me fijo que su pantalón... tiene algo levantado adelante... Me ruborizo más aún, llegando a quedar en serio roja, puesto que aunque sea pura y casta, no he dejado de saber las cosas que hombres y mujeres hacen a solas. Miro hacia el lado, sin lograr disimular mis nervios:

- Si, deberia estar a 3 horas de camino como mucho, pero deberiais dormir aqui hoy... hay una fuerte tormenta hay fuera.

- 3 horas de camino es más de lo que esperaba... -Otro rayo me hace saltar, lo que hace más imperativo que acepte su oferta de abrigo durante la noche- Os agradezco de todo corazón el cobijo de esta noche... -Suspiro, tratando de dejar de estar tan roja, mientras él comenta que subió a avisarme que la cena está lista. Dicho esto, se da media vuelta y se retira. Entonces me relajo y me siento en la cama, agotada por las emociones encontradas. Me he alejado de mi destino... pero de todas formas, y cueste lo que cueste, seguiré los planes trazados ¡y me casaré con el príncipe Franz Ferdinand!

Respiro hondo, abro y cierro mis puños, y me levanto, decidida a bajar y enfrentarme a los peligros que estar a solas con un hombre conllevan. Pero me detengo antes de llegar a la puerta, pensando en que talvez un cinturón de castidad fuera necesario... No, no, muevo mi cabeza, que una dama también debe saber darse a respetar sin la necesidad de esos artilugios... ¿Acaso no es así con todas las princesas?

Bajo la escalera y lo primero que hago es observar hacia la cocina, donde efectivamente el sr. Blanck está de espaldas a mí, dedicado por entero a la cena. Respiro aliviada, y me dirijo a sentarme en la mesa, tratando de dejar lo máximo de distancia entre nosotros.

Sin embargo, aunque la lluvia no tiene cara de interrumpirse, una de las ventanas de la cabaña se abre de pronto, y una multitud de lucecitas entra. De inmediato, me tiro hacia debajo de la mesa, asustada con lo que podría ser un ataque de... ¿Luciérnagas? No sé, lo que sea, ¡me dan miedo los insectos! Pero las luces me alcanzan debajo de las patas de la madera de roble.

Entonces comprendo que en realidad son hadas, y ellas me depositan algo en mi falda. Con precaución, tomo el objeto y me doy cuenta que es un libro. Delgado, pero muy hermoso. Sonrío algo sin gracia por haber hecho tanto alboroto, pero las hadas, luego de una mini reverencia, empiezan a salir de allí en fila:

- ¡Gracias! -alcanzo a gritar antes que ellas se pierdan de vista, mientras salgo de debajo de la mesa. En ese momento, el sr. Blanck ya está a mi lado, y ambos observamos curiosos el regalo que he recibido de las hadas.

Maravillada percibo que ¡es el mismo libro que L me mostró en el castillo de Londres! Empiezo a hojearlo, encantada de ver que contiene los pasos a seguir, así como el esperado encuentro con el príncipe Franz Ferdinand...

Sin embargo, cierro el libro asustada cuando el caballero se quita los lentes de sol y observo que sus ojos... ¡son brillantes y raros! Lo malo es que no alcanza a arrancar porque la única vía libre es pasando junto a él, por lo que le escucho con los ojos muy abiertos:

- ¡Tu!!! desde el principio! ... dios que engañado me tenías... ¡falsa alarma Guardianes! no es una durmiente, es una guardiana.

No comprendo todas las palabras, pero... algunas sí me son familiares. De pronto, me fijo que en realidad, soy una guardiana... ¡Soy una de ellos!
Pero la alegría me dura poco, que pega un grito cuando la tetera me empieza a hablar:

- ¡No te asustes encanto! no voy a hacerte daño, puedes llamarme señora Potts... Sr. Blanck, por favor, llévame al fregadero, no puedo estar sucia con visitas. -dice ella muy amable sonriéndome hasta que el caballero la toma por el asa y ella empieza a reclamarle.

Sonrío, más aliviada por compreender mejor la situación, ya que sin querer llegué a una cabaña de los fieles de la Bruja del Tiempo:

- Placer en conocerla sra. Potts. -digo improvisando sobre la marcha. No había visto objetos que hablaran, que no los hay en el cuento de Blanca Nieves, pero me da gusto que sean tan amables como la tetera. En realidad, prefiero encontrarme con objetos que con ardillas y otros animales del bosque...

Pero entonces el sr. Blanck se sienta en la mesa junto a mí y empieza a llenarme de preguntas:

- Yo... Soy nueva en ésto, ya que sólo empecé hace un día. -¿La noche cuenta como día? No importa en realidad, que la larga caminata en el barro me parece una semana- Y pues, gracias por el elogio, sin embargo, las hadas no me hicieron muchos cambios: en realidad, sólo me dieron el traje que arruiné, así como lecciones de modales y... ¿Perdón? ¿Dices que tengo mal olor? -pregunto de pronto, interrumpiendo el tren de pensamiento y oliéndome el brazo en busca del mal olor que me dice.

Pero sólo me encuentro olor a jabón y sales de manzana... De pronto, observo nuevamente los ojos de él y pregunto:

- ¿Por qué tenéis esos ojos tan grandes?

Estoy tan contenta de recibir un apoyo en medio de la noche tormentosa, que me asusto cuando su mirada se hace seria, muy seria, seguida de palabras que me desalentan totalmente:

- Con lo bien que lo estabas haciendo... una pena. -Y antes que abra mi boca para preguntar qué he hecho de mal, la tetera, quiero decir, la sra. tetera lo hace.

Me sorprendo cuando rápidamente él se acerca y toma mis manos. El agarre es fuerte, con una fuerza que imagino me dañaría fácilmente, mientras me advierte que nunca, pero nunca debo dejar de ser la persona que sustituyo.

Asiento con mi cabeza, mientras él no me suelta. La tetera, a quién ahora quiero mucho, me defiende, pero la respuesta del caballero me da un escalofrío:

- ¿La bruja seria más indulgente?... Además ¿tu no tenías que estar de vuelta en un castillo o algo así? -Me empiezo a preguntar a cuál cuento pertenece la bella pieza de porcelana, pero ella se encamina callada hacia la repisa, mientras reclama algo que alcanzo a oír: "Claro que me iré en medio de este diluvio..."

Él no me suelta, y al estar tan cerca, no puedo observar lo raros que son sus ojos... Diría que tienen algo, ¿algo de animal? Bueno, si la tetera habla, por qué no podría este caballero tener algo de animal? El pensamiento no me anima mucho, pero igual pregunto:

- ¿Por qué tenéis esos ojos tan grandes? -en ese momento, quizás por culpa de mi pregunta, él me suelta finalmente y se vuelve a poner los lentes, respondiéndome con algo que me intriga más:

- "Para poder verte mejor caperucita".

- ¿Caperucita? Acaso ella es la dueña del cuento donde está la Sra. Potts? -pregunto nuevamente, ávida de información. Claro que ahora me tomo la libertad de, mientras escucho su respuesta, servirme el plato de sopa antes que me desfallezca.

- ¿No me acusarás con la bruja, verdad? Digo... que no llegué directo a la cabaña, como debía ser... -cada vez que escucho más comentarios de la gran Bruja del Tiempo, más miedo y respeto tengo por ella!

- ¡¡Ja ja ja!!... ¿nunca has oído el cuento de la caperucita? -hago un movimiento negativo con mi cabeza. En realidad, además del cuento de Blanca Nieves, no conozco a ningún otro... Habían tantos libros en aquél salón... pero no me dejaron leer ninguno más, además del que sujeto en mis manos ahora- No, la señora Potts no es un personaje de esa historia, aunque puede que haya estado en la casa de la abuelita, en su tiempo libre se pasa a ver otros cuentos para ver si siguen su curso.

Entonces...:

Abro los ojos como platos al oír que sólo verdaderos guardianes pueden llegar a esta cabaña. ¡Otra prueba más de que ahora yo soy una guardiana también!

- ¿Y qué le pasará a la verdad... a la "otra" Blanca Nieves cuando sea atrapada? -pregunto con un hilo de voz. Es cierto que estoy reemplazándola, que me casaré con "su" príncipe y viviré en "su" castillo, y, más importante que todo, tendré "su" final feliz, pero... tampoco quiero su mal... Aún en Londres escuché que había un fuerte rumor de que está embarazada, pero no lo creo posible... ¡Salvo que la hayan violentado! Y en ese caso, la pobre sería inocente además de víctima.

No sé si respirar aliviada o no, que eso de que los enanos puedan cambiar la cabaña de lugar no lo veo con buenos ojos. En fin, suspiro, ya que la sopa está exquisita y yo no estoy embarrándome allá afuera.

Nos quedamos absortos en nuestros pensamientos por un momento, mientras yo finalizo la sopa, cuando de pronto el caballero me pide disculpas por haberme retado antes:

- ¿Ya has visto 3 rebeldes? -exclamo asombrada, porque con todo el poder de la Bruja del Tiempo, imaginaba que serían pocos los atrevidos a contradecirla. O bien pocos vivos, luego de contradecirla, pero si el Sr. Blanck ha identificado 3...

- ¿Y se atreven ellos a contradecir a la Bruja del Tiempo así, sin más? -pregunto en parte horrorizada por la osadía, aunque en parte también asombrada por la valentía.

Spoiler 2:

Spoiler 3:

Spoiler:

- Pues... La verdad "verdad", no me preocupa, pero igual, una no puede evitar preguntar qué le pasará. -le respondo, pero me callo el rumor del embarazo. Quizás no le guste saber que yo oí eso... Pero si es cierto, ¿qué le pasará al bebé? De pronto la imagen de una muchacha de cabellos negros encerrada en un calabozo con un bebé en sus brazos la entristeció.

- ¿Y se atreven ellos a contradecir a la Bruja del Tiempo así, sin más?

- Muchos de esos rebeldes no saben que lo son, son meras marionetas, por ejemplo Blancanieves... sin duda necesitó ayuda de alguien. -dice, lo que me abre los ojos a la presencia de otros seres más poderosos en el bando enemigo, ya que de lo contrario, ¿cómo se atreverían a desafiar a la Bruja del Tiempo?

Iba a preguntarle más, cuando él me sugiere que vaya a descansar:

- Tenéis razón. Mañana temprano, al despuntar el alba, iré en pós de la cabaña de los enanos! -digo sonriendo, y entonces, tras una reverencia, me levanto y empiezo a subir la escalera, olvidando lavar el plato. (¡Perdón!)

Llego a la cama y, tras un ligero titubeo, pongo una silla para sujetar la puerta. Sólo entonces me quito el vestido y me dispongo a dormir subiendo las enaguas para cubrir mis senos, a modo de camisón.

La cama es mullida y suave, sin olor a heno como la mía, por lo que caigo en un sueño profundo y tranquilo, entregándome feliz a mi nueva vida...

El sueño es tan profundo, que no despierto al alba...