El aullido [Libre]

La mirada del príncipe se le hacía bastante intimidante, así que difícilmente se habría atrevido a responderle cualquier cosa de no ser por la pequeña falla en su lógica. -Pero... no tengo ninguna...- indicó, mostrando sus manos vacías, algo rasguñadas por la caída al suelo y la acción de pequeñas piedrecillas que habían estado ahí y cuya presencia ni siquiera habría advertido de no haber terminado en contacto directo con ellas mientras intentaba hacerse a un lado para no terminar siendo aplastado por los cascos de los caballos. Ahora bien, si es que tenía que defenderse, suponía que más valía hacerlo con algún tipo de arma que pudiese empuñar, que si terminaba armado con un arco o algo así no podía asegurar que le fuese útil para nada.

De no haber sido por lo tenso de la situación, casi podría haberse reído ante las instrucciones provenientes del príncipe a la joven, pero ya había bastante peligro de por sí en la situación sin estar provocando la ira de un futuro soberano, especialmente considerando que Jack no tenía la menor idea de cuánto tiempo tendría que quedarse ahí. Obedeció, poniéndose detrás de él, aunque no el último del grupo, para seguirle. No tenía mucho que decir en absoluto, así que escuchó claramente el nuevo aullido, esta vez proveniente de un lugar mucho más visible, observando la figura oscura de un lobo o algo así en un risco. Tragó saliva y se apresuró a seguir los pasos retomados por el príncipe.

Off: Mil disculpas por lo del arma, Jack. Lo he pasado por alto completamente T_T, juraría que Hanz te había dado una.

El muchacho se adelantó, desenvainando su espada para así tener que evitar iniciar cualquier tipo de conversación, aprovechando la posición para así tener una clara idea de lo que les aguardaba delante de ellos. La espesura volvía a concentrarse en forma de árboles de robustos troncos, y él se escurrió entre ellos, con pasos cuidados, consciente del peligro de dejar huellas demasiado visibles tras de ello.

-Alteza-Interrumpió el Conde de Catterack-¿Y si son espías?-Hanz lo miró, entornando los ojos. No le caía bien ese mentecato y estaba convencido de que era recíproco, sin embargo su posición lo obligaba a velar por la integridad del "Príncipe", o al menos así debía ser en la teoría. El soldado no se fiaba de nadie de la corte, todos con miradas y palabras emponzoñadas que realizaban sus movimientos en el tablero de ajedrez gigante que componía el reino. Todos eran fichas a fin de cuentas, y el caballo Hanz debía saber que movimientos efectuar.

-No digas sandeces-Lo reprendió, volteando para mirarlos, rezagados respecto a él-Ni siquiera van armados.

-La chica si-Replicó Catterack, con un tono que Hanz entendió como recriminatorio, pero lo suficientemente cauto para que no se notase, ¿Y que pretendía que hiciese?-Yo creo que es una bruja, ¿Habéis visto sus ojos?

Hanz no creía en las brujas, y dudaba que la desconocida fuese una de ellas, aunque reconocía que era sospechoso que no hubiese querido dar su nombre. Eso, posiblemente, la convertía en fugitiva. También su alusión a Circe le resultaba sospechosa, pero por lo que a él respectaba, la situación con M´Apple era medianamente estable, por lo que no había temor.

-Babear detrás de doncellas parece que viene a ser algo habitual en ti-Espetó de mala gana-No las culpes de que seas un mujeriego. Y si tanto desconfías, colócate en la retaguardia y mantenlos vigilados.

-¡Pero alteza!-Protestó en voz baja-¿Y si nos atacan por la espalda?

-Pues tus gritos nos alertaran, y podremos huir-Esbozó una sonrisa sarcástica, carente de emoción alguna, con toda la intención de callarle la boca-Obedece-Le dió la espalda y miró hacia el cielo, buscando la posición del sol para poder orientarse con mayor facilidad. ¿A cuanto estaría la próxima aldea?

-

La idea de que les fuese a atacar una manada de lobos o uno solo se le hacía igualmente preocupante a Jack, que prefería que ninguna de las dos opciones fuese algo que tuviese que enfrentar. Sus manos se movían nerviosamente, abriéndose y cerrándose alrededor de nada. En un caso así hubiese preferido mantenerse en el caballo, que al menos podría haber pretendido que el movimiento de sus manos tenía como propósito el mantenerse sobre la silla o lo que fuese. O si es que hubiese tenido un arma, eso también habría funcionado. Pero no, estaba desarmado, nervioso y sin ganas de estar ahí. Ciertamente prefería estar de regreso con Wendy, o ni siquiera haber salido aquella mañana. Típicas reacciones y deseos en retrospectiva.

El príncipe y el conde o lo que fuese parecían estar enfrascados en una conversación acalorada de la que Jack a ratos podía extraer unas cuantas palabras pero no por ello llegaba a enterarse del tenor de la misma. Quiso aumentar la velocidad de su paso pero antes de que lo hiciera, la joven pálida se le acercó como quien no quería la cosa haciéndole una pregunta que no entendió. -¿Un mensaje para ti?- preguntó, confundido. ¿Cómo saber a qué se refería? -No, que yo sepa, al menos, ¿por qué?- devolvió la pregunta. Todo parecía enredarse cada vez más.

Alzó la espada y cortó, tras varios tajos, una rama que les bloqueaba el paso. Su semblante era serio, como una máscara, sin embargo estaba irritado. Incluso el mínimo ruido de una mosca bastaba para crispar los nervios del sustituto, quien maldecía entre dientes aquella cacería frustrada por temor al aullido que había asustado a la mayoría de las monturas, disolviendo el grupo hasta reducirlo a cuatro tristes personas, casi desarmadas, y un caballo.

Hanz soltó un suspiro, esperando que las cosas no se pusiesen peor de lo que ya estaba.

El conde redujo su paso hasta acercarse a una distancia prudencial a Jack y la doncella, con la suspicacia en su mirada mezquina. Se sentía humillado por culpa de aquel tipo, sin concebir como su alteza había consentido que se rebajase al nivel de la plebe. Estaba convencido de que se trataba de una estudiaba confabulación en pos de atrapar al príncipe, que ultimamente se comportaba de forma extraña. Apenas lograba escuchar sus palabras, pero sabía que dicho encuentro no podía ser casual.

La separación entre ambos, cuando la chica se adelantó, separándose del plebeyo con una actitud que el conde encontró sospechosa, alzando las cejas, concentrándose en la muchacha. Sus torneadas curvas se intuían en su tenue vestido, con algún que otro desgarrón a causa de un accidentado viaje por el bosque. Los rizos de ebano caían por su espalda en una cascada de tirabuzones, con aquella mirada inocente hecha para seducir. Debía ser una bruja, no tenía la menor duda. Un movimiento de sus manos lo hizo alzarse de puntillas, mirando suspicaz como esta sacaba disimuladamente un libro de cubierta en cuero, abriéndolo disimuladamente.

¡Lo sabía! Aquello conformaba sus sospechas, de seguro seria una bruja que pretendía hechizar a Franz Ferdinand. Con violencia, se acercó hasta ella y agarró el lomo del volumen, para arrebatárselo.

Off: Si no te parece bien, dime y edito Bianca. La verdad es que poco podía hacer con Hanz en este momento xD.

Genial. No tenía que aguantar condescendencia tan solo de los que habían conformado la partida de caza momentos atrás, sino también de parte de la joven que recién se les había unido, quien de todas maneras ya parecía del todo centrada en el príncipe, como no podía ser diferente en un mundo en el que los cuentos de hadas bien podrían inspirarse según lo que había podido ver. Bueno, seguramente terminaría casándose con el príncipe y siendo felices para siempre, teniendo varios príncipes y princesas que a su vez se casarían con otra gente y así ad infinitum. Bien, si quería ponerse así, que hiciera lo que quisiera. Jack solamente iría con el grupo hasta que le fuese posible marcharse y encontrar alguna pista sobre cómo regresar con Wendy.

Se había puesto a leer, aparentemente, lo cual al menos apuntaba a que no era un mundo donde existiese una Edad Media llena de gente analfabeta. Y de pronto el conde se le acercó, arrebatándole el libro. De haber sido por eso, Jack podría haberse puesto de parte de la morena por ser la más débil, a pesar de su mal talante, pero ella pareció muy dueña de la situación, incluso algo agresiva al amenazarle con la daga. Mejor ni meterse.

El Conde hizo un movimiento brusco para apartar el volumen de ella, con una malvada sonrisa deslumbrante en su rostro, ojeando la primera página de manera furtiva. No podía ser...¿Un cuento? ¿Que absurdez era esa? Miró con desconfianza a la mujer, como si ocultase algo, e hizo bien, pues esta lo amenazaba con el afilado acero de la daga.

-¡Lo sabía! Sois una bruja y este es vuestro vil libro de hechicería-Entornó los ojos. Saltaba a la vista que le tenia miedo, pero no quería dejarse en evidencia delante de un plebeyo. Además, su ego masculino le impedía dejarse ganar por una mujer. Los miró alternativamente a ambos: la hechicera amenazante y el chico que permanecía inmutable ante sus deducciones-¡Alteza!-Bramó, sin miedo a alertar a los lobos-¡Venid de inmediato!

Off: