Ambientación
Últimos temas
Novedades
00.00
00.00
00.00
Premios
Nombre apellido
Mejor héroe
Nombre apellido
Mejor Villano
Nombre apellido
PJ más activo
Creditos
¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Página 1 de 4. • Comparte
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Lugar: Aldeas.
- Importante:
- Este tema es solo uno creado por mero entretenimiento. No tiene nada que ver ni con la trama de Victor ni con la trama principal del foro. El efecto no es permanente, es de apenas un día de rol. Quiero ver como actuarán nuestros personajes ante una situación tan extraña como esta xD
Podéis usar su contenido por si queréis crear algún tema a parte (Para los que van directos al +18, o solo tengan intención de rolear con un usuario concreto.) Los que nó, podéis entrar todos los que queráis aquí dentro, pero siguiendo una norma basica de roleo.
No hay turnos de posteo. Siempre que haya una respuesta de por medio, podréis responder sin problemas.
Ciencia... esa gran aliada y poderosa enemiga. Capaz de otorgarle en mano la respuesta a los misterios mejor guardados de la naturaleza, y a la vez de hacerle obrar actos que para muchos podrían considerarse como milagros. Desde su llegada a ese mundo, el concepto de la ciencia que él conocía se había alterado en gran manera. Parecía que aquel lugar fuera en contra de todo lo que había aprendido hasta el momento, las leyes de la lógica y la física se retorcían y sufrían ante el poder de aquellos capacitados para la magia.
Había estado investigando por cientos de lugares, preguntando a miles de personas y aprendiendo todo lo posible sobre aquel extraño lugar. No era capaz de creer lo que sus ojos veían, cuando observaba a los magos llevar a cabo sus hechizos con la simplicidad con la que alguien lleva a cabo un saludo. Desconocía los efectos que esto surtía en sus cuerpos, y de si se podía llegar a trasladar a otras personas, ya fuera por el entrenamiento como por el aprendizaje... Había intentado aprender de una bruja algunos sortilegios muy sencillos, pero cuando intentaba llevarlos a cabo acababa ocurriendo lo que había imaginado... Nada.
Pudiera ser que su cuerpo rechazara aquellos poderes como si de una enfermedad se tratara, pues no estuviera acostumbrado a entrar en contacto con aquello que los civiles denominaban "magia". Fue entonces cuando comprendió que nunca podría emplear aquellos sortilegios, pero que quizás podría aprovecharse de la naturaleza mágica de algunas de las plantas y animales que allí vivían para llevar a cabo experimentos que hacía apenas unos meses, le hubieran resultado inimaginables.
Montó un pequeño laboratorio en una aldea cercana a la costa, llevando a cabo sus tareas rutinarias de medicina moderna en los clientes que acudían a su consulta. Había conseguido un buen suministro de plantas y objetos misteriosos en el mercado de la zona. Cosas que para muchos de los pueblerinos les resultaban de lo más comunes a él se le antojaban grandes descubrimientos.
Aquella tarde la tenía libre de consultas, y la había dedicado en plenitud a llevar a cabo distintos experimentos en su laboratorio. Había conseguido de momento un mejunje corrosivo que devoraba la madera y otro muy similar que afectaba al pelo, aunque desconocía por completo si contaban con algún tipo de efecto secundario. Por si acaso, los guardaría para utilizarlos en el primero que pasara por su casa. Se encontraba elaborando una tercera poción cuando al verter el contenido oscuro de una concha marina, el caldero empezó a hervir con violencia y emitir una densa nube de humo rosa que en pocos segundos había llenado por completo la sala. Fue tal la cantidad de humo que empezó a emerger, que la presión que ejercía tiró abajo la puerta principal de la casa y empezó a extenderse por toda la zona, cubriendo el pueblo y el puerto en su totalidad. Era tan densa la nube, que uno no podía verse ni las manos frente a su cara.
Apenas pasaron unos minutos, cuando la nube empezó a disiparse. El pueblo volvió a quedar al descubierto, pero algo había cambiado en su gente... ¡Habían cambiado de sexo! Las mujeres llevaban ropas raídas y holgadas que les costaba que se mantuvieran sobre sus hombros. Los hombres, en su mayoría, habían roto a la altura del pecho y los brazos las prendas ceñidas que habían estado llevando en el momento del maleficio. El pueblo y los barcos que en aquellos momentos se encontraban atracados se habían convertido en un autentico caos, del cual Victor no pensaba responder.
Sobre mí
Mensajes : 23
Para más información
Victor F.
Doctor
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Spoiler:
- Off: Esto es temporal verdad? Que quiero seguir siendo mujer después...
Voy por la calle, con las compras del día en el canasto, cuando percibo un humo en el aire. ¿Es rosado? En todo caso, empiezo a toser, tan descontroladamente, que termino por dejar el canasto en el suelo.
- ¿Qué cosa están quemando? -pregunto cuando me extraño de tener la voz más ronca- ¡Pero ¿qué?! -estiro mis brazos, y me fijo que los tengo... ¡masculinos!
De inmediato miro mis pechos... ¡Y en su lugar tengo pectorales!
- No... -pienso al bajar mi mano y apalpar mi intimidad- ¡Noooooo! -grito desesperada, con mi nueva voz ronca, porque tengo una cosa colgando! ¡Desde cuando me he convertido en hombre!
Tomo el canasto de compras, algo más liviano de lo que recordaba que fuera, y me dirijo a la fuente de agua. Busco el reflejo y... ¡me encuentro con un hombre rubio con cara de susto!
- ¿Qué pasa? -pregunto a los gritos, esperando que alguien responda algo. Sólo entonces me fijo que no soy la única histérica, pues hay varios hombres y mujeres alrededor mío gritando y tocándose.
Avatar temporal de Ewan McGregor (rubio y de ojos verdes)
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Gruñón no tenía como tarea habitual salir al pueblo. De hecho, era algo que odiaba enormemente, pues implicaba cosas tales como abandonar el hogar, soportar el bullicio, y como no, tratar con desconocidos. Si podía evitarlo, lo hacía, pero en esa ocasión le había tocado a él ser quien llevase la mercancía e hiciese los negocios pertinentes con su comprador habitual, para después realizar las compras. Lamentablemente, no podían vivir del aire en el bosque, y aunque había mucha abundancia en los alrededores, no podían disponer de todos los recursos que requerían para vivir. Ese mínimo acercamiento a la civilización era un sufrimiento necesario.
Claro que, de haberlo sabido, habría mandado sus obligaciones al cuerno.
Todo había ocurrido cuando caminaba calle abajo, tirando de las riendas del caballo que sostenía la carreta con los bienes a intercambiar. Estaba hastiado y de muy mal humor, peor que el habitual del que solía hacer gala, porque dichas tareas hubiesen sido relegadas en él. Llevaba mucho tiempo evadiendo ese viaje, cambiándoselo a cualquier otro de sus hermanos cada vez que le tocaba, pero había llegado a un punto ineludible en el cual no había tenido otra que asumir su desdicha con cara de pocos amigos.
Fue entonces cuando algo lo cegó momentáneamente, haciéndolo toser estruendorosamente mientras daba manotazos a ciegas. Soltó sin querer las riendas del caballo, y este relinchó nervioso, coceando al aire. Notó un golpe en el costado, y perdió pie al caer al suelo, esquivando por poco la rueda del carromato que estuvo a punto de pisotearle los dedos, rodando hacia un lado con premura, golpeándose la cabeza contra el duro adoquín.
-¡Qué demonios…!-No pudo acabar la frase. La niebla fue disipándose lentamente, volviéndo paulatinamente más nítida la calle, mientras pudo contemplar como el sustento del día terminaba por desaparecer tras una esquina. Se incorporó mascullando todo tipo de improperios, pateando el suelo de mala gana. Genial, ¿Y ahora que? Había perdido la mercancía, y estaba claro que no podía volver sin ella. Gruñón se llevó una mano a la barba para mesarla cuando… Unos dedos menos robustos palparon un mentón liso y con carencia de cualquier tipo de vello facial. El enano tocó sus mejillas, mientra sus piel se volvía lívida, haciendo parecer más rojo el color del cabello que caía sobre sus hombros. Bajó la mirada para contemplar como sus prendas quedaban holgadas, elevadas en la zona de su pecho-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!-Gritó agónico, con una voz grave, pero inconfundiblemente femenina.
Claro que, de haberlo sabido, habría mandado sus obligaciones al cuerno.
Todo había ocurrido cuando caminaba calle abajo, tirando de las riendas del caballo que sostenía la carreta con los bienes a intercambiar. Estaba hastiado y de muy mal humor, peor que el habitual del que solía hacer gala, porque dichas tareas hubiesen sido relegadas en él. Llevaba mucho tiempo evadiendo ese viaje, cambiándoselo a cualquier otro de sus hermanos cada vez que le tocaba, pero había llegado a un punto ineludible en el cual no había tenido otra que asumir su desdicha con cara de pocos amigos.
Fue entonces cuando algo lo cegó momentáneamente, haciéndolo toser estruendorosamente mientras daba manotazos a ciegas. Soltó sin querer las riendas del caballo, y este relinchó nervioso, coceando al aire. Notó un golpe en el costado, y perdió pie al caer al suelo, esquivando por poco la rueda del carromato que estuvo a punto de pisotearle los dedos, rodando hacia un lado con premura, golpeándose la cabeza contra el duro adoquín.
-¡Qué demonios…!-No pudo acabar la frase. La niebla fue disipándose lentamente, volviéndo paulatinamente más nítida la calle, mientras pudo contemplar como el sustento del día terminaba por desaparecer tras una esquina. Se incorporó mascullando todo tipo de improperios, pateando el suelo de mala gana. Genial, ¿Y ahora que? Había perdido la mercancía, y estaba claro que no podía volver sin ella. Gruñón se llevó una mano a la barba para mesarla cuando… Unos dedos menos robustos palparon un mentón liso y con carencia de cualquier tipo de vello facial. El enano tocó sus mejillas, mientra sus piel se volvía lívida, haciendo parecer más rojo el color del cabello que caía sobre sus hombros. Bajó la mirada para contemplar como sus prendas quedaban holgadas, elevadas en la zona de su pecho-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!-Gritó agónico, con una voz grave, pero inconfundiblemente femenina.
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Estoy mirándome el reflejo, ¡cuando un caballo desbocado viene a toda velocidad!
- ¡Cuidado! ¡Caballo suelto! -alcanzo a gritar mientras salgo de su camino. Salto sin importar que llevo faldas, ya que más importante es el hecho de que ¡no quiero ser atropellada! Atropellado... ¡Lo que sea!
El caballo pasa de largo en su carrera loca, y yo... vuelvo a recoger mi canasto, para caminar a mi casa, ya que... ¿Qué saco con quedarme aquí en la calle? El cambio, mágico sin lugar a dudas, me deja preocupada, porque no quiero que permanecer así por siempre... Me gusta ser mujer, ¡y me gusta mi cuerpazo!
Camino en dirección opuesta al caballo, hacia mi posada, cuando veo a una enana pelirroja enojadísima. ¿Pelirroja? De inmediato miro alrededor en busca de Paul, pero antes de terminar de buscar, me río sola. ¿Cómo tan perseguida? Debo recordar que no todas las pelirrojas son naufragas que el misterioso hombre ése llevará a mi posada... En todo caso, la enana se ve muy preocupada, por lo que aprovecho de preguntarle:
- ¿Está... -¡Vaya voz gruesa que tengo!- Ehem... ¿Está usted bien sra.?
- ¡Cuidado! ¡Caballo suelto! -alcanzo a gritar mientras salgo de su camino. Salto sin importar que llevo faldas, ya que más importante es el hecho de que ¡no quiero ser atropellada! Atropellado... ¡Lo que sea!
El caballo pasa de largo en su carrera loca, y yo... vuelvo a recoger mi canasto, para caminar a mi casa, ya que... ¿Qué saco con quedarme aquí en la calle? El cambio, mágico sin lugar a dudas, me deja preocupada, porque no quiero que permanecer así por siempre... Me gusta ser mujer, ¡y me gusta mi cuerpazo!
Camino en dirección opuesta al caballo, hacia mi posada, cuando veo a una enana pelirroja enojadísima. ¿Pelirroja? De inmediato miro alrededor en busca de Paul, pero antes de terminar de buscar, me río sola. ¿Cómo tan perseguida? Debo recordar que no todas las pelirrojas son naufragas que el misterioso hombre ése llevará a mi posada... En todo caso, la enana se ve muy preocupada, por lo que aprovecho de preguntarle:
- ¿Está... -¡Vaya voz gruesa que tengo!- Ehem... ¿Está usted bien sra.?
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Soltó algún tipo de improperio poco adecuado para una fémina, pateando el suelo como un niño en pleno berrinche, pero con una ira homicida tiñendo de rojo su cara. En esos instantes, Gruñón parecía una especie de tomate con insolación, y sólo tenía como prueba de ser humano el hecho de portar prendas de cuero sobre su ahora cuerpo de mujer enana. Debía estar alucinando, tal vez había pasado mucho tiempo bajo el sol o había bebido agua en mal estado.
Sin perder un instante, corrió hacia un barril cercano y hundió en él su cabellera pelirroja durante lo que le pareció una eternidad, para después sacarla con una exhalación violenta, dejando que el agua gotease por su poderosa nariz y sus mejillas exentas de pelo. La melena escurría una pequeña cascada por su espalda, y cuando las hondas dejaron de agitar el contenido del barreño, nuestro arisco enano se volvió a mirar en él, encontrándose de nuevo con su flamante y decepcionante rostro suave y poco agraciado. Por suerte para él, aún seguía conservando su fuerza, y arrojó airado a un lado el tonel de madera, dejando que el agua recorriese las hendiduras del adoquín con su avance imparable.
De pronto un tipo rubio empezó a hablarle. Iba vestido de forma rara pero… Bueno, primero tendría que mirarse a sí mismo, algo que no pensaba hacer hasta que no se le quitase aquella cosa rara de la cara.
-No me llames señora-Gruñó-¿Tengo pinta de necesitar ayuda?-Obviamente si.
Sin perder un instante, corrió hacia un barril cercano y hundió en él su cabellera pelirroja durante lo que le pareció una eternidad, para después sacarla con una exhalación violenta, dejando que el agua gotease por su poderosa nariz y sus mejillas exentas de pelo. La melena escurría una pequeña cascada por su espalda, y cuando las hondas dejaron de agitar el contenido del barreño, nuestro arisco enano se volvió a mirar en él, encontrándose de nuevo con su flamante y decepcionante rostro suave y poco agraciado. Por suerte para él, aún seguía conservando su fuerza, y arrojó airado a un lado el tonel de madera, dejando que el agua recorriese las hendiduras del adoquín con su avance imparable.
De pronto un tipo rubio empezó a hablarle. Iba vestido de forma rara pero… Bueno, primero tendría que mirarse a sí mismo, algo que no pensaba hacer hasta que no se le quitase aquella cosa rara de la cara.
-No me llames señora-Gruñó-¿Tengo pinta de necesitar ayuda?-Obviamente si.
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- No me llames señora. ¿Tengo pinta de necesitar ayuda? -Vaya la tipa con mal humor... Tengo tratos con enanos, que algunos se hospedan en el Poney Pisador, pero nada muy profundo, sin embargo, es la primera vez que veo una enana.
- Bueno, señorita. -corrijo para hacerla feliz- Está usted toda mojada. ¿No quiere ir a secarse a mi posada? -y de paso podría almorzar... No crean que Babette es sólo bondad, que llevar clientes a la posada de la familia es su misión fundamental en la vida- Perdón, no me he presentado...
Pero me detengo ahí, que en mi amabilidad con una futura clienta, había olvidado que ¡he cambiado de sexo! ¿Y si es algo permanente? O no... no quiero dejar de ser mujer... En todo caso, el rostro de barba reciente no puede llamarse "Babette"... ¿Qué hago?
- Bueno, señorita. -corrijo para hacerla feliz- Está usted toda mojada. ¿No quiere ir a secarse a mi posada? -y de paso podría almorzar... No crean que Babette es sólo bondad, que llevar clientes a la posada de la familia es su misión fundamental en la vida- Perdón, no me he presentado...
Pero me detengo ahí, que en mi amabilidad con una futura clienta, había olvidado que ¡he cambiado de sexo! ¿Y si es algo permanente? O no... no quiero dejar de ser mujer... En todo caso, el rostro de barba reciente no puede llamarse "Babette"... ¿Qué hago?
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Gruñón lo miró con suspicacia extrema, preguntándose si acaso ese individuo le estaba tirando los tejos por ser mujer. No le gustó nada como dijo la palabra “mojada” y eso provocó que alzase su labio superior para mostrar su blanca y vigorosa dentadura. La verdad es que resultaba más amenazante cuando la barba le cubría por completo la cara, pero tendría que conformarse con ese gesto de desagrado.
-No, no lo has hecho-Dijo, cruzándose de brazos, en un gesto que indicaba claramente que no se movería del sitio hasta que no decidiese que el hombre con faldas era de fiar. Por su atuendo raro, tenía pinta de ser extranjero, tal vez de esas tierras lejanas llamadas DunBroch gobernados por no se que rey al que le faltaba una pierna por no se sabía que combate contra un oso. Estúpidos humanos, que se creían mejores que nadie por pelearse con cualquier cosa que les doblase el tamaño, sólo para aumentar su “virilidad”. Pero no tenía que empezar a irse por las ramas en su línea de pensamiento. Sólo para que quedase claro, él también se presentaría-Yo soy Gruñón…a. Gruñona. ¿Dónde queda tu posada?-Dijo finalmente, a regañadientes. ¿Qué pasaría si un guardián se topaba con el y lo veía de esa guisa? ¡Sería el hazme reír! Se prometió que encontraría al culpable de su nuevo aspecto y lo desollaría vivo.
-No, no lo has hecho-Dijo, cruzándose de brazos, en un gesto que indicaba claramente que no se movería del sitio hasta que no decidiese que el hombre con faldas era de fiar. Por su atuendo raro, tenía pinta de ser extranjero, tal vez de esas tierras lejanas llamadas DunBroch gobernados por no se que rey al que le faltaba una pierna por no se sabía que combate contra un oso. Estúpidos humanos, que se creían mejores que nadie por pelearse con cualquier cosa que les doblase el tamaño, sólo para aumentar su “virilidad”. Pero no tenía que empezar a irse por las ramas en su línea de pensamiento. Sólo para que quedase claro, él también se presentaría-Yo soy Gruñón…a. Gruñona. ¿Dónde queda tu posada?-Dijo finalmente, a regañadientes. ¿Qué pasaría si un guardián se topaba con el y lo veía de esa guisa? ¡Sería el hazme reír! Se prometió que encontraría al culpable de su nuevo aspecto y lo desollaría vivo.
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Hacía un rato que hubo ocurrido aquella explosión. Victor había despertado rodeado por una espesa mata de niebla rosa, si no hubiera sido por la máscara que portaba seguramente habría acabado muriendo de asfixia. Entre aquella espesura, logró hacerse con el macuto donde guardaba gran parte de sus experimentos e ingredientes alquímicos. La plebe no tardaría demasiado en catalogarlo como un peligro para el pueblo, aunque hubiera tomado la precaución de mantener una distancia prudencial de este.
Temiendo algún tipo de represalia por la nube rosa que aún cubría los cielos, decidió que tendría que desaparecer del lugar por tiempo indefinido. Aunque antes de marcharse, su curiosidad le instó a comprobar la reacción de los pueblerinos ante el suceso. Tendría que pasar desapercibido para ellos, pero el hecho de ser el único ciudadano que portaba una máscara no le permitiría mantener por mucho tiempo el anonimato. Se la quitaría mientras tanto, pues nadie de la zona había visto nunca su autentico rostro.
Mientras caminaba en dirección hacia el pueblo, se preguntaba si habría corrido el miedo entre su gente, habría despertado un odio acérrimo hacia él, o simplemente lo tomaran como un fenómeno natural. Nada más importante que una llovizna en verano, pues eran cosas extrañas las que para muchos resultaban no llegar a discernir demasiado de la realidad.
Mantenía la máscara oculta en su macuto, mostrando un rostro andrógeno demasiado singular. Cualquiera podría confundirlo con una mujer sin demasiados problemas, de la misma forma que podrían llegar a pensar que se tratara de un simple muchacho. Aquella faz no daba demasiadas pistas sobre lo que en verdad ocultaba entre sus piernas. Tenía una melena corta y peinada a un lado, unos ojos de un pálido verde grisáceo y unos labios carnosos y sensuales que podrían atraer la mirada de hombres y mujeres por igual. Su tez era pálida y lisa, exenta de arrugas ni verrugas, una armonía misteriosa que se ocultaba detrás de una cubierta de cuero y piel de cabra. ¿El conjuro le afectó? El mismo no había sentido cambio alguno en su propio cuerpo, quizás gracias a la protección de sus ropajes y la máscara de la cual nunca se separaba. O quizás si había sido víctima de su propio experimento, era algo que no presentaba demasiada importancia para él. Un simple cambio de cuerpo no le traumatizaría.
No tardo demasiado en llegar a la aldea, la cual aparentaba haberse convertido en un hervidero de caos... o en un manicomio. Los hombres vestían prendas femeninas y viceversa, parecían enloquecidos a causa de aquello, lloraban, gritaban y pataleaban como críos exigiendo a la nube que aún les sobrevolaba que les devolvieran sus cuerpos. Victor no llegaba a imaginarse la razón que les había llevado a aquella estampa, o era cierto que les había cambiado el cuerpo a todos los presentes... o les había vuelto completamente majaras. Por precaución, prefirió mantener las distancias con todos los aldeanos, buscando a alguien que aparentara mantener algo de su cordura intacta. Hasta que observó algo que le llamó la atención.
Una enana y un hombre con falda, mantenían una discusión en la boca de una calle cercana. El hombre no era de su interés, lo interesante era su acompañante. ¿Una enana? Hubiera jurado que los enanos nacían de la roca a miles de millas de profundidad, insuflados de vida y carne por fuerzas que habían quedado olvidadas en el tiempo, que solo contaban con un sexo y no tenían preferencia ni por hombres ni por mujeres. Por lo menos eso era lo que él entendía por un enano, dado que los escritos que hablaban de estos no era muy esclarecedores. ¿Se trataría simplemente, de una persona con una malformación de nacimiento? Eso sería mucho mas lógico que el hecho de que existieran las enanas.
- Disculpadme. - Dijo ya habiéndose acercado lo suficiente como para hacer patente su voz. Le costaba reconocer su propia voz sin la máscara, pues no era habitual que se desprendiera de ella. Se escuchaba a sí mismo con un tono más agudo, casi femenino, pero nada falto de fuerza y determinación. - ¿Podrían hacerme participe de lo sucedido en este lugar? Me encontraba camino a la ciudad desde el Norte, cuando observé el pueblo oculto tras una nube de humo rosa. - Añadió, pues nadie debía saber de su propia identidad. Seguramente la aparición repentina del doctor en aquella situación, hubiese sido algo peligrosa para sí.
Temiendo algún tipo de represalia por la nube rosa que aún cubría los cielos, decidió que tendría que desaparecer del lugar por tiempo indefinido. Aunque antes de marcharse, su curiosidad le instó a comprobar la reacción de los pueblerinos ante el suceso. Tendría que pasar desapercibido para ellos, pero el hecho de ser el único ciudadano que portaba una máscara no le permitiría mantener por mucho tiempo el anonimato. Se la quitaría mientras tanto, pues nadie de la zona había visto nunca su autentico rostro.
Mientras caminaba en dirección hacia el pueblo, se preguntaba si habría corrido el miedo entre su gente, habría despertado un odio acérrimo hacia él, o simplemente lo tomaran como un fenómeno natural. Nada más importante que una llovizna en verano, pues eran cosas extrañas las que para muchos resultaban no llegar a discernir demasiado de la realidad.
Mantenía la máscara oculta en su macuto, mostrando un rostro andrógeno demasiado singular. Cualquiera podría confundirlo con una mujer sin demasiados problemas, de la misma forma que podrían llegar a pensar que se tratara de un simple muchacho. Aquella faz no daba demasiadas pistas sobre lo que en verdad ocultaba entre sus piernas. Tenía una melena corta y peinada a un lado, unos ojos de un pálido verde grisáceo y unos labios carnosos y sensuales que podrían atraer la mirada de hombres y mujeres por igual. Su tez era pálida y lisa, exenta de arrugas ni verrugas, una armonía misteriosa que se ocultaba detrás de una cubierta de cuero y piel de cabra. ¿El conjuro le afectó? El mismo no había sentido cambio alguno en su propio cuerpo, quizás gracias a la protección de sus ropajes y la máscara de la cual nunca se separaba. O quizás si había sido víctima de su propio experimento, era algo que no presentaba demasiada importancia para él. Un simple cambio de cuerpo no le traumatizaría.
No tardo demasiado en llegar a la aldea, la cual aparentaba haberse convertido en un hervidero de caos... o en un manicomio. Los hombres vestían prendas femeninas y viceversa, parecían enloquecidos a causa de aquello, lloraban, gritaban y pataleaban como críos exigiendo a la nube que aún les sobrevolaba que les devolvieran sus cuerpos. Victor no llegaba a imaginarse la razón que les había llevado a aquella estampa, o era cierto que les había cambiado el cuerpo a todos los presentes... o les había vuelto completamente majaras. Por precaución, prefirió mantener las distancias con todos los aldeanos, buscando a alguien que aparentara mantener algo de su cordura intacta. Hasta que observó algo que le llamó la atención.
Una enana y un hombre con falda, mantenían una discusión en la boca de una calle cercana. El hombre no era de su interés, lo interesante era su acompañante. ¿Una enana? Hubiera jurado que los enanos nacían de la roca a miles de millas de profundidad, insuflados de vida y carne por fuerzas que habían quedado olvidadas en el tiempo, que solo contaban con un sexo y no tenían preferencia ni por hombres ni por mujeres. Por lo menos eso era lo que él entendía por un enano, dado que los escritos que hablaban de estos no era muy esclarecedores. ¿Se trataría simplemente, de una persona con una malformación de nacimiento? Eso sería mucho mas lógico que el hecho de que existieran las enanas.
- Disculpadme. - Dijo ya habiéndose acercado lo suficiente como para hacer patente su voz. Le costaba reconocer su propia voz sin la máscara, pues no era habitual que se desprendiera de ella. Se escuchaba a sí mismo con un tono más agudo, casi femenino, pero nada falto de fuerza y determinación. - ¿Podrían hacerme participe de lo sucedido en este lugar? Me encontraba camino a la ciudad desde el Norte, cuando observé el pueblo oculto tras una nube de humo rosa. - Añadió, pues nadie debía saber de su propia identidad. Seguramente la aparición repentina del doctor en aquella situación, hubiese sido algo peligrosa para sí.
- Vitor/Victoria(?):
Sobre mí
Mensajes : 23
Para más información
Victor F.
Doctor
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
No muy lejos de allí...
Camino por la aldea, disfrutando de mi día libre. Sin embargo, la cabeza y el corazón me bullen por todas las dudas que me asaltan. ¿Debo confesarle mi realidad a Lady Katrina? Lo peor que podría pasar sería morir ahorcado... No, lo peor sería que ella me dijera que no me quiere. De todas formas, si ella no me acepta dejaría de ser su capataz...
Estoy distraido en mis pensamientos sombríos cuando empiezo a toser de forma descontrolada. Sin darme cuenta estoy metido en un lío de humo rosa. Humo viene de ¡Fuego! Lo primero que hago es tirarme al suelo, que desde allí el humo afecta menos la respiración, sin embargo, ruido de cascos en estampida me dan la contra-orden de levantarme para evitar ser pisoteado por un caballo.
Y en medio del humo, una yegua corre, arrastrando un coche del cual está amarrada. Pero más que sus bellas líneas, la crin al viento, lo que me llama la atención mientras pasa a mi lado es... ¡Que es una Yegua PONEY!
De inmediato corro para alcanzarla, ya que se nota muy nerviosa y alterada. Finalmente alcanzo sus riendas laterales y empiezo a tirar, para frenarla, mientras le digo palabras tranquilizadoras:
- Uou, uou... No tienes que correr, lo que sea que os asustó ya no os persigue más. -Varios metros después finalmente se detiene. Jadeo cansado, que hacía tiempo que no corría tanto y la observo con más calma. ¡Es una poney! ¡De verdad es una poney!
Estoy asombradísimo de por primera vez toparme con alguien de mi especie, de verdad, no un caballo ni una mula, ¡Es una Poney!
- ¿Vienes de Equestria? -pregunto, y sólo entonces me fijo que mi voz está... algo más aguda- Lá laaaaá. -digo de prueba y me toco la garganta. ¿Qué me pasa? Entonces veo ¡mis dedos más delgados! La yegua me relincha, como que apuntándome hacia abajo y entonces veo... ¡que tengo pechos de mujer! La yegua me sigue relinchando y no siento NADA DEBAJO! Me apalpo y, con gran horror, percibo que no tengo pene!- ¡¿Qué ha pasado?!
La yegua me relincha de nuevo, volviendo a demostrarme que está nerviosa, cuando hago la conexión: Me he transformado en mujer. ¿Cuándo? Hace un rato era normal. De pronto me acuerdo del humo rosa y digo:
- ¡Megara ha vuelto! -empiezo a correr y la yegua se me queda mirando. Regreso y la tomo de las riendas, tirándola hacia el camino de la casa de Megara.
Luego de unas cuadras, llegamos... y me asombro de verla abandonada, igual que como la ví cuando la busqué luego de dejar a Ari a cargo de la sra. Moore. Golpeo el portón, pero nada:
- ¡Megara! -grito, y nuevamente esa voz rara, mía pero al mismo tiempo no mía, hace acto de presencia. Desilusionado, empiezo a buscar otra explicación para mi transformación. Lo raro es que no me dolió nada. En la duda, me toco los pechos, curioso, pero la yegua me relincha y me apunta hacia atrás- ¿Quieres volver a dónde te encontré? -pregunto algo triste, ya que no comprendo lo que ha pasado, y la única persona que podría ayudarme... Quizás tampoco me recuerda.
Frustrado, empiezo a retroceder mis pasos hacia el punto donde la yegua casi me atropelló. Entonces recién me nasce la curiosidad de ver qué hay en el carro que ella tira: cosas del bosque y... una picota. La sola visión de esa arma me hace levantar los pelos de mi crin, al recordarme un desafortunado encuentro en el pasado:
- ¿Quién es tu dueño? -pregunto asustado, pero la yegua suelta un resoplido y sigue caminando, ignorándome. Sin saber dónde encontrar una solución, voy a su lado.
(¡Reemplacen el cigarrillo por pasto!)
Camino por la aldea, disfrutando de mi día libre. Sin embargo, la cabeza y el corazón me bullen por todas las dudas que me asaltan. ¿Debo confesarle mi realidad a Lady Katrina? Lo peor que podría pasar sería morir ahorcado... No, lo peor sería que ella me dijera que no me quiere. De todas formas, si ella no me acepta dejaría de ser su capataz...
Estoy distraido en mis pensamientos sombríos cuando empiezo a toser de forma descontrolada. Sin darme cuenta estoy metido en un lío de humo rosa. Humo viene de ¡Fuego! Lo primero que hago es tirarme al suelo, que desde allí el humo afecta menos la respiración, sin embargo, ruido de cascos en estampida me dan la contra-orden de levantarme para evitar ser pisoteado por un caballo.
Y en medio del humo, una yegua corre, arrastrando un coche del cual está amarrada. Pero más que sus bellas líneas, la crin al viento, lo que me llama la atención mientras pasa a mi lado es... ¡Que es una Yegua PONEY!
De inmediato corro para alcanzarla, ya que se nota muy nerviosa y alterada. Finalmente alcanzo sus riendas laterales y empiezo a tirar, para frenarla, mientras le digo palabras tranquilizadoras:
- Uou, uou... No tienes que correr, lo que sea que os asustó ya no os persigue más. -Varios metros después finalmente se detiene. Jadeo cansado, que hacía tiempo que no corría tanto y la observo con más calma. ¡Es una poney! ¡De verdad es una poney!
Estoy asombradísimo de por primera vez toparme con alguien de mi especie, de verdad, no un caballo ni una mula, ¡Es una Poney!
- ¿Vienes de Equestria? -pregunto, y sólo entonces me fijo que mi voz está... algo más aguda- Lá laaaaá. -digo de prueba y me toco la garganta. ¿Qué me pasa? Entonces veo ¡mis dedos más delgados! La yegua me relincha, como que apuntándome hacia abajo y entonces veo... ¡que tengo pechos de mujer! La yegua me sigue relinchando y no siento NADA DEBAJO! Me apalpo y, con gran horror, percibo que no tengo pene!- ¡¿Qué ha pasado?!
La yegua me relincha de nuevo, volviendo a demostrarme que está nerviosa, cuando hago la conexión: Me he transformado en mujer. ¿Cuándo? Hace un rato era normal. De pronto me acuerdo del humo rosa y digo:
- ¡Megara ha vuelto! -empiezo a correr y la yegua se me queda mirando. Regreso y la tomo de las riendas, tirándola hacia el camino de la casa de Megara.
Luego de unas cuadras, llegamos... y me asombro de verla abandonada, igual que como la ví cuando la busqué luego de dejar a Ari a cargo de la sra. Moore. Golpeo el portón, pero nada:
- ¡Megara! -grito, y nuevamente esa voz rara, mía pero al mismo tiempo no mía, hace acto de presencia. Desilusionado, empiezo a buscar otra explicación para mi transformación. Lo raro es que no me dolió nada. En la duda, me toco los pechos, curioso, pero la yegua me relincha y me apunta hacia atrás- ¿Quieres volver a dónde te encontré? -pregunto algo triste, ya que no comprendo lo que ha pasado, y la única persona que podría ayudarme... Quizás tampoco me recuerda.
Frustrado, empiezo a retroceder mis pasos hacia el punto donde la yegua casi me atropelló. Entonces recién me nasce la curiosidad de ver qué hay en el carro que ella tira: cosas del bosque y... una picota. La sola visión de esa arma me hace levantar los pelos de mi crin, al recordarme un desafortunado encuentro en el pasado:
- ¿Quién es tu dueño? -pregunto asustado, pero la yegua suelta un resoplido y sigue caminando, ignorándome. Sin saber dónde encontrar una solución, voy a su lado.
(¡Reemplacen el cigarrillo por pasto!)
- Spoiler:
- Y pensar que casi le hice un homenaje humilde a nuestra querida Ela:
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Congelo mi sonrisa al ver la "sonrisa" de la enana... Vaya raza con mal humor... Pero una cliente es una cliente, por lo que insisto:
- Pues, señorita Gruñona, me llamo Ba...lbo, y mi posada no está lejos. ¿Ve ese cartel con el poney blanco? Es allí. -Balbo... ¡Que nombre feo! Pero no se me ocurre nada mejor...
Voy a tomar el canasto para empezar a caminar en aquella dirección, cuando una mujer nos interrumpe:
- Disculpadme. -No, es un hombre. ¿O no? Lo miro confundida, ya que sus labios son muy femeninos, en cambio sus ropajes...- ¿Podrían hacerme participe de lo sucedido en este lugar? Me encontraba camino a la ciudad desde el Norte, cuando observé el pueblo oculto tras una nube de humo rosa.
- Yo misma no comprendo mucho. -digo olvidando utilizar el masculino- Pero tras toser, algo muy raro ha pasado. -Me quedo en la duda en decir o no que me he cambiado de sexo, ya que es algo difícil de creer.
- Pues, señorita Gruñona, me llamo Ba...lbo, y mi posada no está lejos. ¿Ve ese cartel con el poney blanco? Es allí. -Balbo... ¡Que nombre feo! Pero no se me ocurre nada mejor...
Voy a tomar el canasto para empezar a caminar en aquella dirección, cuando una mujer nos interrumpe:
- Disculpadme. -No, es un hombre. ¿O no? Lo miro confundida, ya que sus labios son muy femeninos, en cambio sus ropajes...- ¿Podrían hacerme participe de lo sucedido en este lugar? Me encontraba camino a la ciudad desde el Norte, cuando observé el pueblo oculto tras una nube de humo rosa.
- Yo misma no comprendo mucho. -digo olvidando utilizar el masculino- Pero tras toser, algo muy raro ha pasado. -Me quedo en la duda en decir o no que me he cambiado de sexo, ya que es algo difícil de creer.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
-Sí, lo veo, no estoy ciego-Repuso de mal humor. Ojalá lo hubiese estado, y así no tendría que ver en lo que se había convertido… Con un poco de suerte, todavía podía considerarse una enana musculosa, pero… ¡Era una mujer! ¡Una de esas arpías con curvas que envenenaban la mente! El siempre miraba con recelo a las féminas, y ahora tenía que sufrir en sus carnes lo que suponía ser una de ellas. Rezó para que fuese temporal, pues ese estado empezaba a irritarlo más de lo normal-Esta bien, Balbo, iré contigo, pero las manos donde yo pueda verlas-Refunfuñó. El saberse mujer lo hacía sentir más vulnerable y a la defensiva, como si todo el mundo tuviese intenciones deshonestas con él, ¿Por qué? No lo sabía… ¿Habría cambiado también su carácter? El enano, o más bien la enana, gruñía por lo bajo de forma constante, cuando un tercer sujeto hizo su aparición. Su apariencia andrógina lo confundió, pero finalmente decidió que se trataba de un chico afeminado-Dime algo que yo no sepa-Se cruzó de brazos-¡Brujería! Seguro que hay alguna maldita hechicera detrás de eso. Ha intentado ahogarnos con esa cosa rosa. Cuando la coja…¡Mi poney!-El pequeño animal trotaba despacio hasta ellos, tirando aún del carromato con la mercancía destinada al intercambio, visiblemente más calmado que cuando decidio iniciar su intempestiva huida. Por primera vez en el día, sucedía algo bueno. Pero no iba solo, sino que llevaba a su lado a una mujer alta y fibrosa, de cabello negro como la noche. Gruñón dejó a un lado a los otros dos hombres para encaminarse hacia ella con su habitual tono intimidatorio-Este animal es mío-Dijo, tajante, con su voz aguda y femenina, a pesar de su aspecto hosco.
- Off:
- Bienvenido, Paul
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Una sonrisa sincera y dulce, es lo que aquellas personas habían conseguido sonsacar a Victor. Tuvo que volver el rostro por unos instantes, pues se percató en ese momento en que no portaba la máscara puesta. Aquello era algo peliagudo, pues no solía esconder las emociones de su propio rostro. ¿Para qué esconderlas? Si nunca salía con este al descubierto. Esperaba que no se hubieran tomado a mal aquella reacción, de seguro tendría que andarse con pies de plomo y tener en cuenta ese detalle para más adelante.
Ya repuesto de aquel desliz, volvió la mirada en el momento que un caballo tirando de un carruaje hiciera parición. Se encontraba escoltado por una robusta mujer, la cual mostraba tener una buena mano con el equino. Le resultaba muy atractiva, no pudiendo evitar recorrer todo su cuerpo con una mirada lasciva. No sabría decir qué tenía aquella mujer, pero la intuía peligrosa.
- Seguís sin darme una explicación sobre lo ocurrido. ¿Os han intercambiado las ropas con los del sexo opuesto? - Aquella pregunta resultaba estúpida, pero tenía que hacerla de ese modo. Mientras menos idea tuviera sobre lo ocurrido, mejor podría tratar con los presentes. - Curioso. - Comentó, al observar a una mujer en una esquina sobándose los pechos de forma descarada. ¿Nunca había visto unos? Casi resultaba hipnótico el movimiento de sus senos...
Ya repuesto de aquel desliz, volvió la mirada en el momento que un caballo tirando de un carruaje hiciera parición. Se encontraba escoltado por una robusta mujer, la cual mostraba tener una buena mano con el equino. Le resultaba muy atractiva, no pudiendo evitar recorrer todo su cuerpo con una mirada lasciva. No sabría decir qué tenía aquella mujer, pero la intuía peligrosa.
- Seguís sin darme una explicación sobre lo ocurrido. ¿Os han intercambiado las ropas con los del sexo opuesto? - Aquella pregunta resultaba estúpida, pero tenía que hacerla de ese modo. Mientras menos idea tuviera sobre lo ocurrido, mejor podría tratar con los presentes. - Curioso. - Comentó, al observar a una mujer en una esquina sobándose los pechos de forma descarada. ¿Nunca había visto unos? Casi resultaba hipnótico el movimiento de sus senos...
Sobre mí
Mensajes : 23
Para más información
Victor F.
Doctor
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Ya hemos pasado el punto donde la poney casi me atropelló, pero ella porfiada sigue adelante:
- ¿Estás segura que no puedes hablar? -le pregunto con la esperanza de obtener alguna información sobre Equestria desapareciendo- Dime al menos algo sobre tu dueño. -pero la poney se limita a resoplar y seguir a paso tranquilo, sin inmutarse siquiera con la gente que actua raro.
Porque la gente está actuando raro: Mujeres se manosean y hombres se miran dentro de los pantalones... Si yo estoy convertida en mujer, empiezo a suponer que lo mismo le ha sucedido a los demás... No sé si aliviarme o no con ello, ya que el problema es general, sin embargo, la solución deberá ser grande también.
- ¡Por las barbas de Neptuno! -mascullo entredientes al reconocer al enano quién hace tiempo me hizo su prisionero en el bosque. Desde aquél encuentro mucha agua ha pasado bajo el puente: He dejado de pertenecer al Revenge y ahora soy un respetable capataz, pero recuerdo como si fuera ayer cuando él me neutralizó.
La yegua mueve su cabeza, apuntándolo, y empiezo a caminar más despacio, ya que no puedo salir corriendo, que sería muy torpe, pero tampoco tengo ganas de acercarme más. La yegua mueve su cola, feliz de acercarse a él cuando me recuerdo que nadie se acuerda de mí...
¡Nadie se acuerda de mí! Por fin el hechizo de Wesley me servirá de algo! Respiro más tranquilo, y vuelvo a caminar junto a la poney. Sólo entonces que mi miedo ha disminuido me fijo que a... Gruñón se llamaba, le falta la barba. No, no es él... ¡Es una enana hembra!
- Este animal es mío. -dice con un tono de voz que me recuerda mucho al de aquél enano, pero no es la misma, porque es aguda, de mujer. De hecho, la forma en que me mira es la misma, y si no tuviera presente las veces que gente conocida me desconoció, estaría muy asustado:
- Si, la misma me lo ha indicado. Pero la pobre estaba muy asustada. ¿Qué le pasó para salir corriendo de ese modo? -observo a la enana, demasiado parecida a aquél enano... ¿Será su hermana?
¡De pronto caigo en que quizás es ELLA quién fue ultrajada y por quién Gruñón clamaba venganza en contra de mi capitán! No es fea, para ser una enana, y aunque sea pelirroja, no es del tipo del Pirata Roberts... Definitivamente, alguien le armó una trampa y dió su nombre para despistar.
- ¿Estás segura que no puedes hablar? -le pregunto con la esperanza de obtener alguna información sobre Equestria desapareciendo- Dime al menos algo sobre tu dueño. -pero la poney se limita a resoplar y seguir a paso tranquilo, sin inmutarse siquiera con la gente que actua raro.
Porque la gente está actuando raro: Mujeres se manosean y hombres se miran dentro de los pantalones... Si yo estoy convertida en mujer, empiezo a suponer que lo mismo le ha sucedido a los demás... No sé si aliviarme o no con ello, ya que el problema es general, sin embargo, la solución deberá ser grande también.
- ¡Por las barbas de Neptuno! -mascullo entredientes al reconocer al enano quién hace tiempo me hizo su prisionero en el bosque. Desde aquél encuentro mucha agua ha pasado bajo el puente: He dejado de pertenecer al Revenge y ahora soy un respetable capataz, pero recuerdo como si fuera ayer cuando él me neutralizó.
La yegua mueve su cabeza, apuntándolo, y empiezo a caminar más despacio, ya que no puedo salir corriendo, que sería muy torpe, pero tampoco tengo ganas de acercarme más. La yegua mueve su cola, feliz de acercarse a él cuando me recuerdo que nadie se acuerda de mí...
¡Nadie se acuerda de mí! Por fin el hechizo de Wesley me servirá de algo! Respiro más tranquilo, y vuelvo a caminar junto a la poney. Sólo entonces que mi miedo ha disminuido me fijo que a... Gruñón se llamaba, le falta la barba. No, no es él... ¡Es una enana hembra!
- Este animal es mío. -dice con un tono de voz que me recuerda mucho al de aquél enano, pero no es la misma, porque es aguda, de mujer. De hecho, la forma en que me mira es la misma, y si no tuviera presente las veces que gente conocida me desconoció, estaría muy asustado:
- Si, la misma me lo ha indicado. Pero la pobre estaba muy asustada. ¿Qué le pasó para salir corriendo de ese modo? -observo a la enana, demasiado parecida a aquél enano... ¿Será su hermana?
¡De pronto caigo en que quizás es ELLA quién fue ultrajada y por quién Gruñón clamaba venganza en contra de mi capitán! No es fea, para ser una enana, y aunque sea pelirroja, no es del tipo del Pirata Roberts... Definitivamente, alguien le armó una trampa y dió su nombre para despistar.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Esta bien, Balbo, iré contigo, pero las manos donde yo pueda verlas.
- Vaya, está bien. -digo levantando los brazos, asustada de que la enana sea tan perseguida. Debo regresar a la posada, para ver si hay problemas allá también. Pero no podemos seguir, que el hombre, o mujer, nos interrumpe de nuevo:
- Seguís sin darme una explicación sobre lo ocurrido. ¿Os han intercambiado las ropas con los del sexo opuesto?
- En realidad, no nos hemos cambiado de ropa... Es otra cosa la que ha cambiado. -digo ruborizándome, ya que he perdido mis grandes y hermosos pechos.
- ¡Brujería! -dice la enana, muy seria, y yo asiento, ya que no veo otra explicación- Seguro que hay alguna maldita hechicera detrás de eso. Ha intentado ahogarnos con esa cosa rosa. Cuando la coja…¡Mi poney! -se va de pronto, lejos de la fuente. Sigo con la mirada y veo que efectivamente un poney viene en camino, con carrito y todo, y lo trae una mujer en pantalones y botas. La enana va a hablar con ella mientras nos quedamos conversando con el hombre:
- Curioso. -dice él y sigo su mirada, y aunque soy muy liberal, me da verguenza ajena que una mujer se manosee tantos sus pechos, en plena calle.
- ¡Esto es de locos! -exclamo al ver a un hombre bajarse el pantalón para observar su pene- ¿Cómo se arreglará este entuerto? -No soy de llorar, pero esta situación se sale de lo que estoy acostumbrada a soportar.
- Vaya, está bien. -digo levantando los brazos, asustada de que la enana sea tan perseguida. Debo regresar a la posada, para ver si hay problemas allá también. Pero no podemos seguir, que el hombre, o mujer, nos interrumpe de nuevo:
- Seguís sin darme una explicación sobre lo ocurrido. ¿Os han intercambiado las ropas con los del sexo opuesto?
- En realidad, no nos hemos cambiado de ropa... Es otra cosa la que ha cambiado. -digo ruborizándome, ya que he perdido mis grandes y hermosos pechos.
- ¡Brujería! -dice la enana, muy seria, y yo asiento, ya que no veo otra explicación- Seguro que hay alguna maldita hechicera detrás de eso. Ha intentado ahogarnos con esa cosa rosa. Cuando la coja…¡Mi poney! -se va de pronto, lejos de la fuente. Sigo con la mirada y veo que efectivamente un poney viene en camino, con carrito y todo, y lo trae una mujer en pantalones y botas. La enana va a hablar con ella mientras nos quedamos conversando con el hombre:
- Curioso. -dice él y sigo su mirada, y aunque soy muy liberal, me da verguenza ajena que una mujer se manosee tantos sus pechos, en plena calle.
- ¡Esto es de locos! -exclamo al ver a un hombre bajarse el pantalón para observar su pene- ¿Cómo se arreglará este entuerto? -No soy de llorar, pero esta situación se sale de lo que estoy acostumbrada a soportar.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- En realidad, no nos hemos cambiado de ropa... Es otra cosa la que ha cambiado-Respondió Balbo, lo cual fue muy revelador. Tal vez la falda no la llevase por cuestiones de moda, sino por un asunto menos controvertido, como lo era la ropa de diario. Aquello pintaba mal, MUY mal. Sólo bastaba con mirar a su alrededor y ver el corral de animales en el que se había convertido la calle, para que desease volver a su cabaña y no salir jamás. Claro que no iba a hacerlo de esa guisa, pues era humillante.
-¿Estas ciego, muchacho?-Le preguntó al afeminado de los labios gruesos, dando peso a las palabras del rubio que presuntamente venía de las Tierras Altas-¿A ti te parece que yo me visto así por gusto o que?-El enano resopló con visible irritación, y sus manos hicieron el movimiento querer agarrar un cuello invisible-Como sea, hay que arreglarlo-Dictaminó, sin decir lo que todos pensaban. No quería ser una mujer, ¡Lo odiaba! Era como convertirse en su peor enemigo o algo por el estilo… Pero lo peor, y lo que no sabía el enano, era que tal vez le ayudase a modificar su punto de vista sobre las féminas. Le dedicó una mirada evaluadora a Balbo, preguntándose si de verdad era un hombre o una mujer. Le costaba pensar en el como una chica, a judgar por su torso musculoso, y sin embargo vestía como una. ¿Y si había cambiado como él? ¿Ahora cómo iba a tratarle? No merecía la pena seguir perdiendo el tiempo cuando lo que primaba era recuperar la mercancía. Terminó de acercarse a la mujer de rasgos marcados, y sintió una punzada de alarma al reconocer que le era familiar, lo cual era raro, ya que el no tenía por costumbre tratar con el sexo opuesto. Estuvo, incluso, a punto de darse la vuelta de una forma un tanto patética, pero el no era ningún cobarde. Si alguien osaba decirle algo sobre su nueva y recién descubierta “feminidad”, se encargaría de darle una paliza-¿Cómo dices?-Preguntó con sorpresa, frunciendo el ceño. ¿Qué había pasado que todo el mundo parecía haberse vuelto loco?-¿La pobre? No digas bobadas, ¡Es un macho! ¿Qué no le ves entre las piernas?-Replicó algo molesto, arrugando la cara hasta parecer una hortaliza que había pasado mucho tiempo bajo el sol abrasador. Además, los poneys no hablaban… ¿No? Tuvo un fugaz momento de consternación en el que empalideció como si la sangre hubiese abandonado su cuerpo, mostrándose lívido y sudoroso. Sí, si que hablaban. Carraspeó, ahuyentando las ideas descabelladas de su mente, unos pensamientos que por desgracia, no terminaban de ser tan absurdos-Bueno, dame las riendas y acabemos con esto-La familiaridad le daba un miedo atroz, y eso no podía significar nada bueno-Se ha asustado por culpa de la nube-Rememoró, con cautela. Y quien no, que cosa más horrible... Aquella nariz aguileña y marcada, los pómulos y el color de sus ojos. Que no fuese él…
-¿Estas ciego, muchacho?-Le preguntó al afeminado de los labios gruesos, dando peso a las palabras del rubio que presuntamente venía de las Tierras Altas-¿A ti te parece que yo me visto así por gusto o que?-El enano resopló con visible irritación, y sus manos hicieron el movimiento querer agarrar un cuello invisible-Como sea, hay que arreglarlo-Dictaminó, sin decir lo que todos pensaban. No quería ser una mujer, ¡Lo odiaba! Era como convertirse en su peor enemigo o algo por el estilo… Pero lo peor, y lo que no sabía el enano, era que tal vez le ayudase a modificar su punto de vista sobre las féminas. Le dedicó una mirada evaluadora a Balbo, preguntándose si de verdad era un hombre o una mujer. Le costaba pensar en el como una chica, a judgar por su torso musculoso, y sin embargo vestía como una. ¿Y si había cambiado como él? ¿Ahora cómo iba a tratarle? No merecía la pena seguir perdiendo el tiempo cuando lo que primaba era recuperar la mercancía. Terminó de acercarse a la mujer de rasgos marcados, y sintió una punzada de alarma al reconocer que le era familiar, lo cual era raro, ya que el no tenía por costumbre tratar con el sexo opuesto. Estuvo, incluso, a punto de darse la vuelta de una forma un tanto patética, pero el no era ningún cobarde. Si alguien osaba decirle algo sobre su nueva y recién descubierta “feminidad”, se encargaría de darle una paliza-¿Cómo dices?-Preguntó con sorpresa, frunciendo el ceño. ¿Qué había pasado que todo el mundo parecía haberse vuelto loco?-¿La pobre? No digas bobadas, ¡Es un macho! ¿Qué no le ves entre las piernas?-Replicó algo molesto, arrugando la cara hasta parecer una hortaliza que había pasado mucho tiempo bajo el sol abrasador. Además, los poneys no hablaban… ¿No? Tuvo un fugaz momento de consternación en el que empalideció como si la sangre hubiese abandonado su cuerpo, mostrándose lívido y sudoroso. Sí, si que hablaban. Carraspeó, ahuyentando las ideas descabelladas de su mente, unos pensamientos que por desgracia, no terminaban de ser tan absurdos-Bueno, dame las riendas y acabemos con esto-La familiaridad le daba un miedo atroz, y eso no podía significar nada bueno-Se ha asustado por culpa de la nube-Rememoró, con cautela. Y quien no, que cosa más horrible... Aquella nariz aguileña y marcada, los pómulos y el color de sus ojos. Que no fuese él…
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Observo con desconfianza a la hermana de Gruñón. ¡Debe ser la hermana por lo parecida que es! Y más encima comparte su mismo sentido del humor...
- Es una hembra... -digo sin hacerle caso, que a las hembras las reconozco a kilómetros. ¿Acaso es ciega? La enana se agacha y entonces, se pone toda nerviosa al ver que tengo la razón. Se me escapa una risa, que no puedo evitarlo. (Un discreto relincho...)
La enana no es ciega, pero sí muy despistada para haber confundido el género de su animal. "Su" animal... suena bastante feo eso. Los animales no deberían ser "propiedad" de nadie. ¡Por suerte yo soy un poney libre! Casi, que mi corazón ya tiene por dueña a mi jefecita, pero eso no viene al caso...
- Bueno, dame las riendas y acabemos con esto. -me encojo de hombros, ya que no pensaba quedármela ni nada. Estiro el brazo y tomo las riendas en el aire sólo para pasárselas a la enana, sin querer haciendo un gesto parecido al de uno en esgrima.- Se ha asustado por culpa de la nube.
- ¿Os refieres a la nube del incendio rosa? -pregunto asustándome de nuevo, mirando hacia arriba y hacia los lados, preocupado con que el fuego haya regresado. En ese instante me fijo que hay dos hombres acercándose a nosotros. Los miro frunciendo el ceño, ya que algo me dice que no son de fiar cuando... observo que uno de ellos lleva un vestido verde. ¿Un vestido verde? De hecho, ahora que me concentro en su rostro, tiene un parecido a...- ¿Babette? ¿Eres pariente de la dueña de la posada de allí? -digo apuntando al Poney Pisador. No puede ser su hermano, ya que la posadera nunca hizo referencia a ningun hermano, que no tengo nada registrado en mi memoria. Sin embargo, no deja de ser probable que sea un primo, ya que el parecido es asombroso.
- Es una hembra... -digo sin hacerle caso, que a las hembras las reconozco a kilómetros. ¿Acaso es ciega? La enana se agacha y entonces, se pone toda nerviosa al ver que tengo la razón. Se me escapa una risa, que no puedo evitarlo. (Un discreto relincho...)
La enana no es ciega, pero sí muy despistada para haber confundido el género de su animal. "Su" animal... suena bastante feo eso. Los animales no deberían ser "propiedad" de nadie. ¡Por suerte yo soy un poney libre! Casi, que mi corazón ya tiene por dueña a mi jefecita, pero eso no viene al caso...
- Bueno, dame las riendas y acabemos con esto. -me encojo de hombros, ya que no pensaba quedármela ni nada. Estiro el brazo y tomo las riendas en el aire sólo para pasárselas a la enana, sin querer haciendo un gesto parecido al de uno en esgrima.- Se ha asustado por culpa de la nube.
- ¿Os refieres a la nube del incendio rosa? -pregunto asustándome de nuevo, mirando hacia arriba y hacia los lados, preocupado con que el fuego haya regresado. En ese instante me fijo que hay dos hombres acercándose a nosotros. Los miro frunciendo el ceño, ya que algo me dice que no son de fiar cuando... observo que uno de ellos lleva un vestido verde. ¿Un vestido verde? De hecho, ahora que me concentro en su rostro, tiene un parecido a...- ¿Babette? ¿Eres pariente de la dueña de la posada de allí? -digo apuntando al Poney Pisador. No puede ser su hermano, ya que la posadera nunca hizo referencia a ningun hermano, que no tengo nada registrado en mi memoria. Sin embargo, no deja de ser probable que sea un primo, ya que el parecido es asombroso.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Su poney… ¡Su poney había cambiado de sexo también! ¡Pero no era posible! ¿O si? No, no, no, esa no podía ser la montura que el había traído con la mercancía para el intercambio… Pero lamentablemente el carro que llevaba enganchado con el arnés indicaba que sí era él, o más bien, ella. ¡Demonios! Por eso no le gustaban las hembras, ahora, como se topase con un macho, iba a tener que vérselas y deseárselas para quitárselo de encima.
-Es verdad-Reconoció con voz ronca, atenazada por el horror. Tomó con cautela las riendas que la extraña mujer le tendía, pensando que por que de todas las personas que podrían haber encontrado a su poney, tendría que ser una fémina, cuando se percató de su movimiento. Gruñona frunció el ceño, con una punzada de alarma recorriendo su espina dorsal. ¿Por qué le era tan terriblemente familiar? El no trataba nunca con mujeres, entonces… ¿Sería una guardiana? Tal vez se había topado con ella alguna vez. Es más, estaba seguro de haberlo hecho, a pesar de saber que era la primera vez que veía su esbelta figura. Quería formular esa pregunta en voz alta para que ella respondiese, pero no lo hizo. Era raro admitirlo, pero le daba miedo y vergüenza que alguien pudiese llegar a reconocerle, por lo que optó en hacerse el loco si es que preguntaban por él-Sí-Dijo, cuando estuvieron lo suficientemente cerca, tanto el escocés de la falda como el niño afeminado-Balbo tiene una posada no muy lejos de aquí-Recordó sus palabras, y como lo había invitado a entrar allí y secarse. Contuvo un escalofrío, pensando que odiaba terriblemente su nuevo y recién estrenado cuerpo. No podía con el, simplemente no se había sentido más incomodo en toda su vida. Cruzó los brazos a la altura de su pecho, y los dos bultos que poseía le hicieron dificultoso el proceso, poco acostumbrado a llevar senos. Porque de hecho, Gruñón jamás había puesto una mano encima de una de esas “cosas”, y ahora mira por donde tenía un par.
-Es verdad-Reconoció con voz ronca, atenazada por el horror. Tomó con cautela las riendas que la extraña mujer le tendía, pensando que por que de todas las personas que podrían haber encontrado a su poney, tendría que ser una fémina, cuando se percató de su movimiento. Gruñona frunció el ceño, con una punzada de alarma recorriendo su espina dorsal. ¿Por qué le era tan terriblemente familiar? El no trataba nunca con mujeres, entonces… ¿Sería una guardiana? Tal vez se había topado con ella alguna vez. Es más, estaba seguro de haberlo hecho, a pesar de saber que era la primera vez que veía su esbelta figura. Quería formular esa pregunta en voz alta para que ella respondiese, pero no lo hizo. Era raro admitirlo, pero le daba miedo y vergüenza que alguien pudiese llegar a reconocerle, por lo que optó en hacerse el loco si es que preguntaban por él-Sí-Dijo, cuando estuvieron lo suficientemente cerca, tanto el escocés de la falda como el niño afeminado-Balbo tiene una posada no muy lejos de aquí-Recordó sus palabras, y como lo había invitado a entrar allí y secarse. Contuvo un escalofrío, pensando que odiaba terriblemente su nuevo y recién estrenado cuerpo. No podía con el, simplemente no se había sentido más incomodo en toda su vida. Cruzó los brazos a la altura de su pecho, y los dos bultos que poseía le hicieron dificultoso el proceso, poco acostumbrado a llevar senos. Porque de hecho, Gruñón jamás había puesto una mano encima de una de esas “cosas”, y ahora mira por donde tenía un par.
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
La enana conversa con la chica que le ha rescatado al poney que casi me atropelló, y como "algo" de la persona que conversa conmigo me perturba (supongo que su ambivalencia de sexo), con un gesto lo invito a unirnos a esa conversación (evitando quedar sola con él). Nos estamos acercando cuando la chica de pantalones y botas me observa y pregunta:
- ¿Babette? ¿Eres pariente de la dueña de la posada de allí? -de inmediato me observo los pechos, pero siguen tan masculinos como antes. Por un instante creí que ya había regresado a la normalidad...
- Balbo tiene una posada no muy lejos de aquí. -La enana responde antes que ordene mis ideas. Miro a ambos, desorientada sobre quiénes son en realidad, o qué hacer, cuando sin más demora confirmo:
- Si, soy Ba... Balbo, y allá está mi posada... es decir, "El poney pisador". -me aclaro la garganta, para ver si ellos creen que mis titubeos se deben a algún resfrío y no a indecisiones- Vamos, entremos, que allá adentro todo debe estar más... -miro alrededor la gente "histérica" y no tengo la menor seguridad que allá no esté peor- tranquilo, espero. -y sin esperar sus respuestas, me giro y empiezo a caminar rápido hacia la posada.
Empujo la puerta y... ¡me sorprendo de lo que veo!
- ¿Babette? ¿Eres pariente de la dueña de la posada de allí? -de inmediato me observo los pechos, pero siguen tan masculinos como antes. Por un instante creí que ya había regresado a la normalidad...
- Balbo tiene una posada no muy lejos de aquí. -La enana responde antes que ordene mis ideas. Miro a ambos, desorientada sobre quiénes son en realidad, o qué hacer, cuando sin más demora confirmo:
- Si, soy Ba... Balbo, y allá está mi posada... es decir, "El poney pisador". -me aclaro la garganta, para ver si ellos creen que mis titubeos se deben a algún resfrío y no a indecisiones- Vamos, entremos, que allá adentro todo debe estar más... -miro alrededor la gente "histérica" y no tengo la menor seguridad que allá no esté peor- tranquilo, espero. -y sin esperar sus respuestas, me giro y empiezo a caminar rápido hacia la posada.
Empujo la puerta y... ¡me sorprendo de lo que veo!
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Efectivamente, Balbo se parece mucho a Babette. Me quedo mirándola, asombrado en lo parecidos que son, aunque estoy mirando a un hombre. ¿Pero por qué lleva vestido?
Mientras los sigo, empiezo a pensar que si yo estoy con pechos y sin pene, no es imposible que los demás también hayan caído en el mismo hechizo. ¿Balbo es Babette? Entonces... miro al enano y empiezo a relinchar por la impresión, ¡ya que podría ser que esté frente a frente con el enano Gruñón del bosque!
Sin embargo el dolor en mi tobillo, ahora sólo un recuerdo lejano por suerte, logra hacer que me aguante la risa, ya que no he olvidado la fuerza que tiene. Y la "enana" no tiene nada de delicada. Y trae su hacha en la espalda.
Seguimos a Balbo-presunta-Babette a la posada, ya que él dice que adentro todo estará más tranquilo, cuando ya antes de abrir el portón escucho varios gritos de desorden. No sé lo que habrá adentro, pero como precaución pongo la mano en la empuñadura de mi espada, ya que la cosa no pinta nada bien.
Dicho y hecho: Adentro hay una gran pelea, ya que piratas... ¿mujeres piratas? se están batiendo en duelos simultáneos, mientras más Balbos tratan de detener el desorden. Y obviamente los "Balbos" visten rosado y amarillo... Ya no tengo más dudas, las hermanas Bimbette son hombres, mientras yo y Gruñón somos mujeres. Miro entonces al tipo que está al lado de Babette-Balbo, puesto que no atino a saber si es un hombre, o si lo era, ya que podría ser una mujer...
Ya veremos eso después, lo primero es detener las peleas:
- ¡Deteneos ahora mismo o conocerán el filo de mi espada! -grito serio, sin embargo, ese timbre femenino de voz me estropea un poco la autoridad.
Mientras los sigo, empiezo a pensar que si yo estoy con pechos y sin pene, no es imposible que los demás también hayan caído en el mismo hechizo. ¿Balbo es Babette? Entonces... miro al enano y empiezo a relinchar por la impresión, ¡ya que podría ser que esté frente a frente con el enano Gruñón del bosque!
Sin embargo el dolor en mi tobillo, ahora sólo un recuerdo lejano por suerte, logra hacer que me aguante la risa, ya que no he olvidado la fuerza que tiene. Y la "enana" no tiene nada de delicada. Y trae su hacha en la espalda.
Seguimos a Balbo-presunta-Babette a la posada, ya que él dice que adentro todo estará más tranquilo, cuando ya antes de abrir el portón escucho varios gritos de desorden. No sé lo que habrá adentro, pero como precaución pongo la mano en la empuñadura de mi espada, ya que la cosa no pinta nada bien.
Dicho y hecho: Adentro hay una gran pelea, ya que piratas... ¿mujeres piratas? se están batiendo en duelos simultáneos, mientras más Balbos tratan de detener el desorden. Y obviamente los "Balbos" visten rosado y amarillo... Ya no tengo más dudas, las hermanas Bimbette son hombres, mientras yo y Gruñón somos mujeres. Miro entonces al tipo que está al lado de Babette-Balbo, puesto que no atino a saber si es un hombre, o si lo era, ya que podría ser una mujer...
Ya veremos eso después, lo primero es detener las peleas:
- ¡Deteneos ahora mismo o conocerán el filo de mi espada! -grito serio, sin embargo, ese timbre femenino de voz me estropea un poco la autoridad.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Gruñona miró con desconfianza a Balbo.
-Espero que no estés tramando nada raro-Lo amenazó, sin comprender muy bien su actitud defensiva. Bueno, en realidad si lo hacía, el era así con todo el mundo… Pero su recién adquirida condición de mujer lo impelaba a actuar a la inversa, desconfiando de todo aquel que tuviese algo colgando entre las piernas. Y odiaba sentirse tan vulnerable y expuesta… ¡No! Expuesto, porque el era un hombre, ¿Verdad?-¿Te pasa algo?-Inquirió mirando a la mujer fibrosa de cabello oscuro. Ojalá no fuese una guardiana y sus temores sólo estuviesen infundados por la paranoia de verse privado de su verdadera sexualidad-¡Piratas!-Bramó con ira, cuando Balbo abrió la puerta de la posada y un espectáculo sin precedentes apareció ante sus ojos oscuros. Era algo extraño, porque eran mujeres, como si fuese un símbolo inequívoco de maldad-¡PIRATAS!-Repitió iracunda, girándose para encarar al rubio posadero escocés-¿Osas engañarme, jovencito? ¿Me traes a un antro infestado de mercenarios del mar? ¿Quién te crees que soy?-Colocó las manos en jarra sobre su cintura, más delgada de lo que estaba acostumbrado, pero igualmente robusta, cuando la morena se adentró con intenciones de frenar el conflicto que se había generado. Espada… Una mujer normal no iría por ahí con una espada… ¡Seguro que era una guardiana! La miró con recelo, asustado por reconocer parte de su lenguaje corporal en algún suceso lejano en el tiempo-Oh… No, ¡Me habéis tendido una trampa!
-Espero que no estés tramando nada raro-Lo amenazó, sin comprender muy bien su actitud defensiva. Bueno, en realidad si lo hacía, el era así con todo el mundo… Pero su recién adquirida condición de mujer lo impelaba a actuar a la inversa, desconfiando de todo aquel que tuviese algo colgando entre las piernas. Y odiaba sentirse tan vulnerable y expuesta… ¡No! Expuesto, porque el era un hombre, ¿Verdad?-¿Te pasa algo?-Inquirió mirando a la mujer fibrosa de cabello oscuro. Ojalá no fuese una guardiana y sus temores sólo estuviesen infundados por la paranoia de verse privado de su verdadera sexualidad-¡Piratas!-Bramó con ira, cuando Balbo abrió la puerta de la posada y un espectáculo sin precedentes apareció ante sus ojos oscuros. Era algo extraño, porque eran mujeres, como si fuese un símbolo inequívoco de maldad-¡PIRATAS!-Repitió iracunda, girándose para encarar al rubio posadero escocés-¿Osas engañarme, jovencito? ¿Me traes a un antro infestado de mercenarios del mar? ¿Quién te crees que soy?-Colocó las manos en jarra sobre su cintura, más delgada de lo que estaba acostumbrado, pero igualmente robusta, cuando la morena se adentró con intenciones de frenar el conflicto que se había generado. Espada… Una mujer normal no iría por ahí con una espada… ¡Seguro que era una guardiana! La miró con recelo, asustado por reconocer parte de su lenguaje corporal en algún suceso lejano en el tiempo-Oh… No, ¡Me habéis tendido una trampa!
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Para Paul:
- Off: Pony... ¿Me obligas a entrar en el post? Ya veremos la venganza con Babette...
Parecía que iba a ser una mañana como otra cualquiera: La posada con huéspedes, el sol alumbrando, nosotras preparando el desayuno... Cuando una nube rosa entra por las ventanas. Todos empiezan a toser, pero cuando la nube se disipa, todos empiezan a dar gritos de horror.
- ¡Rosette, ¿estás bien?! -pregunto y me doy cuenta que tengo la voz ronca. ¡Como de hombre! Miro mi cuerpo y veo que tengo músculos de macho, y algo entre las piernas. ¡ESTAMOS CON LOS SEXOS CAMBIADOS!
De inmediato los piratas... ahora las piratas empiezan a gritarse obscenidades, mientras Rosette y yo tratamos en vano de calmarlos:
- ¡No sabemos lo que ha pasado, pero no ganamos nada peleando! -sin embargo ellas empiezan a levantarse y empiezan a golpearse- ¡Ah! -grito al perder el equilibrio cuando una de ellas choca conmigo.
- ¡PIRATAS! -escucho una mujer pequeña gritando en la puerta, y veo que ha llegado más gente con ella. ¿Ayuda? No, ya que empiezan a discutir allá mientras trato de sujetar a una pirata revoltosa de los cabellos.
- ¡Cálmat...! ¡Ay! -la pirata gira y me golpea entre las piernas, y siento un dolor tan grande que me arrodillo.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Off:
- Disculpad mi tardanza. Yo mismo creé este tema y he acabado quedándome sin inspiración para continuarlo con normalidad, pero tras los últimos acontecimientos creo que podré recuperar el hilo con facilidad. ^^
Observó con interés las distintas reacciones de todos los presentes, casi parecía que se habían olvidado de él mismo, algo que agradecía profundamente. Se sentía bastante inseguro sin su mascara, pero sería necesario hasta que consiguieran solventar aquella situación... si es que tenía alguna solución.
Llegaron a una posada cercana, la enana parecía muy alterada con la aparición de aquella misteriosa domadora de ponys. Pero mas alterada se puso en el momento que abriera sus puertas. Su grito retumbó por toda la sala, mientras encaraba al individuo que seguro era el dueño de dicha posada.
Una trifurca estaba dando lugar en su interior, tendría que tener cuidado de no interponerse a un puñetazo, pues posiblemente acabaría saliendo mal parado.
- Si me disculpan.
Era evidente que hasta que no se solucionara todo aquello no acabarían llegando a ningún sitio, por lo que decidió echar mano a unas hierbas que durante muchos años le habían servido de buena manera cuando las fumaba o se las suministraba en una infusión a algún paciente con dolores. Era su ultimo puñado, pero no descartaba poder volver a encontrarlas mas adelante, o otras hierbas que ofrecieran el mismo efecto.
Se acercó a una chimenea cercana, evitando en todo lo posible el contacto visual con cualquiera de los presentes. Tendría que hacerlo y volver con sus acompañantes cuanto antes. Cerca ya de la chimenea encendida, apartó el cuerpo inconsciente de una mujer con ropajes holgados que sangraba de su sien. Si no fuera por que de seguro no recibiría ningún pago por sanarla, la habría tratado de otra manera. Arrojó el puñado al fuego, el cual crepitó con fuerza y empezó a ahumar con intensidad. Victor permaneció a su vera por unos segundos, deleitándose con el olor que desprendía.
- Hum... Opio. Tu si sabes relajarme. - Musitó, volviendo de nuevo con el grupo de recién llegados.
Sobre mí
Mensajes : 23
Para más información
Victor F.
Doctor
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
¡Ahogo un grito al ver la gran pelea que hay adentro! Sillas y mesas vuelan entremedio de golpes de... ¿mujeres? ¿Desde cuando hay tantas mujeres en mi posada? Lo peor es cuando reconozco a mi reflejo en la fuente en otros dos hombres, también vestidos de rojo y amarillo...
- ¡Oh no! -exclamo con mi voz gruesa, sin saber por dónde empezar a ordenar todo eso.
- ¿Osas engañarme, jovencito? ¿Me traes a un antro infestado de mercenarios del mar? ¿Quién te crees que soy? -me interrumpe entonces la enana colorina, como si fuera mi culpa todo lo que está sucediendo.
- ¡No sabía que había todo este jaleo aquí! -me defiendo levantando las manos, ya que soy absolutamente inocente de todo esto- ¡No es ninguna trampa! -respondo algo ofendida (¿o debería decir ofendido?) cruzándome los brazos. Lo malo es que no siento el efecto normal de mis pechos apretándose, por lo que hago una mueca. Sin embargo, la chica de botas me distrae al sacas su espada y ordenar que todos se queden quietos o ella los castigará. La miro, sin saber si debo agradecerle o no, cuando un grito de dolor de hombre me alerta y justo veo a mi hermana/o caer al suelo con mucho dolor:
- ¡Cosette! -grito y aparto de un golpe a la pirata que le pegó a mi hermana, tirándola al suelo, sin sorprenderme porque tengo más fuerza- ¿Estás bien? -pregunto preocupada a mi hermana/o en el suelo.
- ¡Oh no! -exclamo con mi voz gruesa, sin saber por dónde empezar a ordenar todo eso.
- ¿Osas engañarme, jovencito? ¿Me traes a un antro infestado de mercenarios del mar? ¿Quién te crees que soy? -me interrumpe entonces la enana colorina, como si fuera mi culpa todo lo que está sucediendo.
- ¡No sabía que había todo este jaleo aquí! -me defiendo levantando las manos, ya que soy absolutamente inocente de todo esto- ¡No es ninguna trampa! -respondo algo ofendida (¿o debería decir ofendido?) cruzándome los brazos. Lo malo es que no siento el efecto normal de mis pechos apretándose, por lo que hago una mueca. Sin embargo, la chica de botas me distrae al sacas su espada y ordenar que todos se queden quietos o ella los castigará. La miro, sin saber si debo agradecerle o no, cuando un grito de dolor de hombre me alerta y justo veo a mi hermana/o caer al suelo con mucho dolor:
- ¡Cosette! -grito y aparto de un golpe a la pirata que le pegó a mi hermana, tirándola al suelo, sin sorprenderme porque tengo más fuerza- ¿Estás bien? -pregunto preocupada a mi hermana/o en el suelo.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Algunas piratas me hacen caso, momentaneamente, sin embargo, la mayoría sigue en lo suyo. Lo que significa que mi espada empieza a atacar.
- Oh… No, ¡Me habéis tendido una trampa! -exclama de pronto Gruñón-mujer, y me giro a verla. La miro extrañado, ya que él no tiene magia, por lo que no puede recordarme como yo a él, sin embargo ¿veo "reconocimiento" en sus ojos? De todos con quien mis caminos se han cruzado, ¿tenía que ser el enano que tuvo mi cuello en sus manos el elegido para recordarme?
Pero el asombro debe aguardar un poco más, ya que algunas piratas más cercanas dejan de batirse entre ellas para responder a mi afrenta. La costumbre de no golpear mujeres se "suspende" al saber que ellas son hombres igual que yo, por lo que desarmo a una mientras con una buena patada derribo a otra. (Además de mi buena memoria, soy bueno con patadas y coz!)
Sin embargo, recibo un golpe cuando me distraigo al ver a la mujer (¿u hombre?) tirando algo a la chimenea. Caigo de trasero en el suelo, pero me levanto pronto y sigo desarmando a las desordenadas, aunque mi mejilla arde, y pronto empezará a hincharse.
- Oh… No, ¡Me habéis tendido una trampa! -exclama de pronto Gruñón-mujer, y me giro a verla. La miro extrañado, ya que él no tiene magia, por lo que no puede recordarme como yo a él, sin embargo ¿veo "reconocimiento" en sus ojos? De todos con quien mis caminos se han cruzado, ¿tenía que ser el enano que tuvo mi cuello en sus manos el elegido para recordarme?
Pero el asombro debe aguardar un poco más, ya que algunas piratas más cercanas dejan de batirse entre ellas para responder a mi afrenta. La costumbre de no golpear mujeres se "suspende" al saber que ellas son hombres igual que yo, por lo que desarmo a una mientras con una buena patada derribo a otra. (Además de mi buena memoria, soy bueno con patadas y coz!)
Sin embargo, recibo un golpe cuando me distraigo al ver a la mujer (¿u hombre?) tirando algo a la chimenea. Caigo de trasero en el suelo, pero me levanto pronto y sigo desarmando a las desordenadas, aunque mi mejilla arde, y pronto empezará a hincharse.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Gruñón se sorprendió al comprobar que creía en la palabra de Balbo. Si lenguaje corporal era claro y sus ojos esmeraldas no parecían mentir, sino todo lo contario. Por si fuera poco, el rubio corrió a socorrer a un joven de su misma fisionomía, que dedujo se trataba de su hermano. Gruñón se sorprendió mirándolo y sacudió la cabeza horrorizado, ruborizandose sin razón.
Pamplinas... Sólo estaba comprobando que Balbo era un tipo honrado. En cualquier caso, odiaba ser mujer.
Pero había una cosa clara: Aquellas lobas de mar estaban destrozando su taberna con total impunidad, aprovechando el caos imperabte para hacer maldades y actos deshonestos. Gruñón torció el gesto, ¿Había algo mas peligroso que una mujer pirata? Parecía haber olvidado que acababa de perder su virilidad y que ahora el también engrosaba la lista de féminas armadas que ocupaban la taberna.
Entonces, saliendo de su obcecación, pudo ver como la espadachín trataba de imponer orden, a punta de espada, revelando una gran maestría en el campo con rapidez y eficacia propias de una experta en la materia.Tenía lógica, pues era el único modo de plantarles cara a los piratas. Gruñón empezaba a sentirse humillado delante de ella, que sin duda era una guardiana. Su condición creaba en el sensaciones contrarias, pero no quería que se pusiese en duda su honor de enano, o de enana, en este caso. Tomando si hacha, se encaminó hacia donde la morena se defendía.
-Un grupo contra una sola es una lucha de cobardes-Dijo. Blandio su arma dispuesto a pelear-A ver como de valientes sois ahora.
Golpeó con el canto a una pirata rubia con todo el pecho tatuado, y la dejo caer al suelo. El enano sonrió satisfecho, pues seguia conservando su fuerza a pesar de todo.
Zafo su pierna cuando otra mujer, tirada en el suelo y con aspecto de haber bebido más de la cuenta, trató de morderle el tobillo, saltando encina de ella para propinarle un puñetazo a una tercera.
-¿Estás bien, mujer?-Preguntó al llegar hasta la espadachín. Era una pregunta tonta, pues no parecía necesitar ayuda por su forma de pelear, algo que lo sorprendió, pues aunque sabia que era la primera vez que la veía, su estilo de lucha le era familiar-¿A que huele?-Dijo arrugando la nariz al percibir el aroma a chamusquina, mientras el chico androgino se arrodillaba junto a la chimenea.
Pamplinas... Sólo estaba comprobando que Balbo era un tipo honrado. En cualquier caso, odiaba ser mujer.
Pero había una cosa clara: Aquellas lobas de mar estaban destrozando su taberna con total impunidad, aprovechando el caos imperabte para hacer maldades y actos deshonestos. Gruñón torció el gesto, ¿Había algo mas peligroso que una mujer pirata? Parecía haber olvidado que acababa de perder su virilidad y que ahora el también engrosaba la lista de féminas armadas que ocupaban la taberna.
Entonces, saliendo de su obcecación, pudo ver como la espadachín trataba de imponer orden, a punta de espada, revelando una gran maestría en el campo con rapidez y eficacia propias de una experta en la materia.Tenía lógica, pues era el único modo de plantarles cara a los piratas. Gruñón empezaba a sentirse humillado delante de ella, que sin duda era una guardiana. Su condición creaba en el sensaciones contrarias, pero no quería que se pusiese en duda su honor de enano, o de enana, en este caso. Tomando si hacha, se encaminó hacia donde la morena se defendía.
-Un grupo contra una sola es una lucha de cobardes-Dijo. Blandio su arma dispuesto a pelear-A ver como de valientes sois ahora.
Golpeó con el canto a una pirata rubia con todo el pecho tatuado, y la dejo caer al suelo. El enano sonrió satisfecho, pues seguia conservando su fuerza a pesar de todo.
Zafo su pierna cuando otra mujer, tirada en el suelo y con aspecto de haber bebido más de la cuenta, trató de morderle el tobillo, saltando encina de ella para propinarle un puñetazo a una tercera.
-¿Estás bien, mujer?-Preguntó al llegar hasta la espadachín. Era una pregunta tonta, pues no parecía necesitar ayuda por su forma de pelear, algo que lo sorprendió, pues aunque sabia que era la primera vez que la veía, su estilo de lucha le era familiar-¿A que huele?-Dijo arrugando la nariz al percibir el aroma a chamusquina, mientras el chico androgino se arrodillaba junto a la chimenea.
Sobre mí
Mensajes : 125
Para más información
Gruñón
7 enanos
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
Página 1 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Jue Sep 07, 2023 2:56 pm por Pirata Roberts
» Registro de cuentos
Lun Abr 02, 2018 10:39 pm por Espejo Mágico
» 2.-Registro de reino y rango
Lun Abr 02, 2018 9:27 pm por Espejo Mágico
» Imágenes para inspirarse
Lun Abr 02, 2018 9:08 pm por Espejo Mágico
» Elsa de Arendelle [FICHA]
Lun Oct 23, 2017 6:46 am por Bruja del Tiempo
» Anna de Arendelle [FICHA]
Lun Oct 23, 2017 6:39 am por Bruja del Tiempo
» Normativa y botones disponibles
Vie Oct 20, 2017 9:32 am por Bruja del Tiempo
» 1.-Registro de avatares
Jue Oct 19, 2017 12:21 pm por Bruja del Tiempo
» Descripción de Reinos
Mar Oct 10, 2017 7:37 pm por Bruja del Tiempo
» No todo es lo que parece {Privado; Bailarina de Papel}
Miér Sep 27, 2017 10:19 am por Peter Pan