¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!

En medio de la pelea, me fijo que Gruñón/mujer viene hacia mí con su hacha en el aire. Trago saliva, preocupado de tener otro contrincante en medio del jaleo. Instintivamente sigo luchando con las piratas, sin embargo ahora mirándolo, hasta que se acerca y dice:

- Un grupo contra una sola es una lucha de cobardes. A ver como de valientes sois ahora. -¿Me va a ayudar? Para qué voy a negar, si el trabajo en equipo es más productivo. Seguimos luchando y de reojo certifico que es el mismo enano que conocí mucho tiempo atrás, cuando aún era el brazo derecho del temible pirata Roberts y el contramaestre del Revenge...

- ¿Estás bien, mujer? -me pregunta mientras me levanto y siento el rostro arder.

- Esto me dejará una mancha fea pero pasará en menos de una semana. -respondo mientras mi espada golpea a otra pirata en la mano, obligándola a soltar su espada. Y para evitar que la recupere, le golpeo el rostro derribándola- Ahora estamos a mano.

Finalmente, con la ayuda de la enana, las piratas se tranquilizan (y las que no se tranquilizan son "tranquilizadas" a la fuerza). Los destrozos son enormes, pero encuentro una silla en buen estado y me siento:

- Vaya... Diría que a tí aún no te gustan los piratas, y ésto... -muestro el desorden a nuestro alrededor- ...tampoco servirá para hacerte cambiar de parecer. -finalizo con un resoplido.

Tengo mucha sed, pero me da vergüenza pedir algo de tomar, ya que las hermanas Bimbette tienen mucho que ordenar, empezando por ellas mismas. Igual las miro, con mis ojos haciendo el pedido que mi boca (¡por fin!) ha callado.

-Las cicatrices son las marcas de nuestras victorias-Dijo firmemente, mientras seguía con su particular lucha.

Había sido un esfuerzo considerable, aunque la mayor parte ya había sido reducida por la mujer de la espada, pero aún así, Gruñón se secó con el dorso de la mano el sudor que perlaba su frente, apoyándose sobre el canto de su propia hacha como si esta fuese un bastón.

-¿Qué es lo que se está quemando?-Arrugó la nariz, percibiendo cierto aroma extraño en el ambiente, miró de reojo hacia el niño andrógino, viendo como seguía al lado de la chimenea. Arrugó la expresión, ya que no le hacía gracia que el humo blanquecino emanase de esta. Ya había tenido ese día malas experiencias con el humo, y aunque pecase de paranoico, no quería que además de volverse mujer le cambiase de tamaño la nariz o algo por el estilo-¿Eh? ¿Cómo que aún?-Miró frunciendo el ceño a la mujer, sentada sobre una silla, y se aparto un poco del delicioso soporte que le proporcionaba su hacha, mirándola con la cara arrugada. ¡Maldición! ¡Ella lo conocia! Y lo que era peor… Por sus palabras deducía que sabía quien era, pues la posibilidad de que lo estuviese confundiendo con otra personan era improbable. Gruñón se puso blanco como la leche al comprender. Lo peor de todo era que no lograba ponerle cara a aquella guardiana, y se sentía ridículo e impotente. ¿Se lo diría a alguien? ¿Qué el fiero Gruñón era ahora una enana robusta? Enrojeció de pronto-¿Y por qué tendrían que gustarme?-Replicó cuidadosamente-Sólo roban y forman escándalos como este, arruinando a la gente de bien como Balbo-Aspiró hondo, y tosió al notar como el humo entraba por sus fosas nasales y extrañamente empezaba a sentirse más calmado, sin saber porqué-¿Cómo te llamas?

Victor se apoyó contra la pared en una postura más que relajada, mientras aspiraba hondo el retorcido humo que manaba de la chimenea. Su olor era como una anestesia, que paulatinamente, le hacía olvidar el caos imperante en una sala llena de locos que se pegaban entre ellos. En cualquier otra ocasión, habría considerado excitante ver a esas piratas pegándose entre ellas, pero precisamente ese día no estaba para juegos, sospechando que en realidad eran hombres en cuerpos de mujer. Había llegado el momento de dejarse llevar por la despreocupación, observando a su alrededor como si lo viese todo desde lejos, aguardando a que la droga hiciese su efecto.

Se encontraba sorprendido por lo caótico que había resultado su experimento, y aún no sabía como podía revertirlo, o si tan solo sería pasajero. Dejaría las preocupaciones de esa índole para luego, cuando considerase oportuno huir de las horcas y las azadas de campesinos enfurecidos.

-Relajaos, no hay por que alterar la paz de esta posada con una riña sinsentido-Aunque en realidad le daba igual. Hablaba con parsimonia y de forma aguda.

- ¿Qué es lo que se está quemando? -pregunta arrugando la nariz Gruñón/a. De mi parte, ahora que estoy detenido, empiezo a oler el aire moviendo mis narinas, y luego doy un resoplido antes de contestar:

- ¡Ya olí esto antes! Fue en... -arrugo mi frente, tratando de recordar, hasta que se me ilumina el rostro- ¡En Shanghai! -exclamo contento, ya que me acuerdo aquella vez que llegamos a tierras llenas de personas de ojos rasgados y sombreros chistosos.- Sin embargo, no me acuerdo para qué servía eso... -digo algo más calmado.

Paul calmado:

- ¿Eh? ¿Cómo que aún? -observo como el enano/a se pone blanco como la leche, pero me pregunto por qué, ya que él no puede recordarme...- ¿Y por qué tendrían que gustarme? Sólo roban y forman escándalos como este, arruinando a la gente de bien como Balbo. -Sonrío al ver que ahora el enano/a se ha puesto rojo, del mismo tono de sus cabellos cobrizos. No sé por qué, pero estoy de lo más relajado...

- Los piratas no son malos... Te lo dije antes, pero te enojaste tanto, principalmente cuando os hablé de mi valiente capitá... No, ya no es mi capitán... -digo suspirando, pero antes que me deprima, Babette-hombre le ordena a Rosette-hombre que cierre el portón y les exige que paguen los daños. Nos mira, y entonces, percibo que nos está pidiendo ayuda para hacer verdad su orden.

- ¿Cómo te llamas? -me pregunta de pronto el enano/a, y sin pensarlo contesto:

- Paul... Bueno, ahora no... -Me quedo unos momentos cavilando sobre si inventarme un nombre femenino o no, cuando mi verdadero ser habla más fuerte- ¡Por Neptuno! ¡Buscaré a alguna bruja que revierta esto, y seguiré siendo Paul! -y me levanto, lento pero firme, y camino hacia el lado de Babette/o, listo para ayudarla con la cobranza con la espada en mi mano.

Off: Si no fuera el opio, Poney se preguntaría dos veces si se metería en una lucha nuevamente, sin embargo, ahora que está relajado, está "listo" para nuevos enfrentamientos, sin sopesar consecuencias nefastas. ¿Se entiende? :-P

Gruñón se cruzó de brazos inamovible, bloqueando el paso a una pirata que intentaba escabullirse entre sus cortas piernas de enana. Aunque ayudar a los demás era lo último que pretendía, no podía desoir la petición silenciosa en los ojos de Balbo. ¡Arg! ¿Acaso ser una mujer lo volvía pusilánime y fácil de embaucar? No, de ninguna manera. Aunque pareciese un tipo duro de roer, en el fondo tenía su corazoncito y su férreo sentido de la moralidad. No le gustaban los piratas, y no podía consentir que se fuesen tan fácil sin compensar al dueño de la posada por los daños causados. Agarró a la chica por la pechera y la levantó gracias a su gran fuerza, arrojándola a un lado.

-Ya has oído a Balbo-Agregó con dureza-Nadie saldrá de aquí hasta que se restaure el orden.

El humo blanquecino empezaba a entrar por sus pulmones, embotando lentamente su mente con gran pesadez. Miró de nuevo a la espadachin, intensamente, y esta empezó a moverse... Hasta que hubieron dos. Gruñón abrió los ojos de par en par y se los frotó torpemente, intentando inútilmente mesarse la barba.

- Los piratas no son malos... Te lo dije antes, pero te enojaste tanto, principalmente cuando os hablé de mi valiente capitá... No, ya no es mi capitán...

-¿Cómo?-Estaba aturdido, como si no fuese capaz de hallar una coherencia a sus palabras... Pero las tenían, lo sabía en el fondo de su alma. Había hablado con ella antes, ahora estaba seguro, pero, ¿Cuando? Si el no se relacionaba con nadie...

- Paul... Bueno, ahora no...¡Por Neptuno! ¡Buscaré a alguna bruja que revierta esto, y seguiré siendo Paul!-Esa maldición la había escuchado con anterioridad, claro que si. Imágenes difusas empezaron a atorar la mente del enano, entrando en tropel sin consideración alguna. El nombre terminó de arrojar toda la luz necesaria, y en ese momento supo...

-¡Tu!-Exclamó. No podía ser, ¿O si? ¿De verdad era él? No podía creérselo, pero la mente embotada lo hizo tambalearse vagamente-...Paul...-Repitió.

Honestamente, no hubiese creído que volviese a verle nunca, teniendo en cuenta que lo había considerado un durmiente más, y que confiaba que su confrontación sirviese para alejar a los piratas de sus dominios pero... Esos no eran sus dominios, ¿Verdad? Lo raro de todo el asunto no era que volviese a cruzarse en su camino, ni siquiera las circunstancias inverosímiles, sino... Le conocía. Le había reconocido de inmediato y mientras, el enano ni siquiera se había percatado de ello. ¡Por eso había calmado a su poney! ¿Por eso se defendía tan bien con la espada! Pero... Si le reconocía eso sólo podía significar una cosa: El era también un guardián.

Gruñón balbuceó algo ininteligible, y quiso protestar, pero la droga empezó a hacer su efecto en el. Los hombros le pesaban así como los párpados. Alzó la mano en el aire, y por un momento pareció que iba a atacar a Paul, sin embargo la bajó con suavidad, dándole un par de palmadas en la espalda. Sus ojos mostraban un brillo cansado y poco propio de él. Esbozó una sonrisa, causada por el efecto del humo.

-...amigo mio...

Off:

- ¡Tu! -dice el enano/a, y veo en sus ojos que ahora recién se ha acordado de mí. Momento: ¿Él realmente se acuerda de mí?- ...Paul...

- Si, Paul, aunque no lo parezca ahora. -contesto en un susurro, mostrando mis pechos algo visibles ya que la camisa clara no oculta mucho- Pero tú estás diría que "mejorado". -digo sin ocultar una risita, ya que ahora que somos "amigos", puedo decirle que no se ve mal como enana.

Entonces, vuelvo mi atención a la posadera cuando una pirata se levanta y se acerca. La miro feo, sujetando mi espada, pero la susodicha va y ¡deposita monedas de oro y un collar de rubí! Silbo de admiración, con unas ganas locas de tomar la moneda, para ver su origen, y claro, tomarla para mí, pero la mirada dura y fría de Babete/o me paralizan y vuelvo a mi posición neutra, aunque me imagine lo bella que se vería Lady Katrina con ese collar...

El pirata se va, digo, la pirata, y lanzo un resoplido, para indicar que el tiempo corre y que el próximo/a debe venir a pagar.

Cuando otro montoncito de joyas es depositado sobre la mesa, empiezo entonces a preocuparme... ¿Como podré darle joyas a Lady Katrina si... ahora tengo aparencia de mujer? El problema de donde pasar la noche ya ha sido solucionado por la propia Babette, sin embargo, eso es lo de menos para mí, que puedo dormir a la interperie y comer pasto. ¡Me preocupo por no poder regresar a la finca de Lady Katrina!

Aunque tengo encima el efecto del opio, no es lo suficiente para tranquilizarme, por lo que empiezo a resoplar, nervioso. Entonces, me acerco a Gruñón/a:

- ¿Tienes el poder para revertir ésto? -ante la mueca en el rostro de la enana, aclaro- Digo, si conoces a alguien que tenga magia para revertir ésto. ¡Debo volver a ser hombre! Y si tú te acuerdas de mí, ¡entonces tienes magia!

Como la cobranza de Babette sigue normal, doy un paso hacia el lado, y sigo susurrando al enano:

- ¡Babette y Rosette no se acuerdan de mí! ¡Tuve que huir de mi capitán y los demás de la tripulación del Revenge porque tampoco se acordaron de mi y trataron de asesinarme! -mis narinas se abren y cierran mientras me agacho para decirle- Los únicos que me recuerdan son poseedores de alguna magia, y ésa magia los protegió del malvado hechizo de Wesley... Por eso tú también tienes magia. -sentencio, tocándole el hombro con mi dedo, intimidándolo para que no niegue mi lógica.

Gruñón resopló de indignación, ruborizandose sin querer por el presunto halago de Paul. Sus movimientos eran torpes y desincronizados, poco acostumbrados a la inhalación de aquella sustancia. Sabio fumaba,  si, y la mina también emanaba vapores por lo que nuestro enano estaba acostumbrado a ser un fumador pasivo. Pero el opio lo atontaba, aflorando su lado más vulnerable.

-No digas eso... - Replicó con enojo. Ya era lo suficientemente humillante haber cambiado de sexo y ser reconocido por alguien, que le recordasen su nueva condición no era agradable... Pero tenía la chispa que le daba el humo, y sin quererlo se rio-Bueno, "Paula"-Entornó sus ojos con malicia y divertimento-Tu tampoco estás nada mal...-Lo peor era que hablaba enserio. Nunca había visto a una mujer pelear de esa forma, y la droga dibujaba una línea difusa que separaba a la valiente espadachín del poney humanizado que conoció en el bosque. Parecía lejano y cercano a la vez.

Por una vez en su vida, se sorprendió al ver como las piratas obedecían sin casi rechistar, entregando sus bienes (a los que Gruñón les atribuyó una dudosa procedencia) como pago por los destrozos. ¿Sería verdad que no todos los piratas eran seres deshonestos? Al enano ese tipo de curas de humildad le dolian en el orgullo.

-Ummm-Por una vez nada importaba en realidad, estaba casi contento,  aunque no lo pareciese. Sonrió de satisfacción, pero se cruzó de brazos demostrando inamovilidad hasta que Balbo se diese por satisfecho con el pequeño tesoro que le era ofrendado.

Se giró entonces hacia el Poney. ¡Wow! Si que estaba cambiado. A Gruñón lo hacía sentir mejor el hecho de saber que no era el único que había cambiado,  asi no podrían reirse de el otros guardianes...

-No digas tonterías,  yo no soy mago-Replicó ante su pregunta, muy aturdido-Ni tampoco me relaciono con los de si calaña.  ¿No mencionaste la otra vez a una tal Megara? Igual tu amiguita es la que ha embrujado al pueblo entero-Observó-Me acuerdo de ti por la misms razón que tu te acuerdas de mi-Dijo ingenuamente, creyendo estar ante otro guardián de la Bruja del Tiempo. No podía ser de otro modo, ¿Verdad?

No obstante, siguió oyendo la historia con gesto apático, confuso por lo que decía. Gruñón no conocía ni a Rosette ni a Babette, sin embargo no pasó por alto la alusión al Capitán Roberts. Si, a el le conocía, aunque solo fuese de oídas. Todo el mundo hanlaba de el con fervor, pero el enano le guardaba recelo por el asunto "Blanca", que había ocasionado que la apartasen de su lado tan vilmente. La echaba de menos... Mucho. La euforia pasó rapidamente a la melancolía, en un bajón de fuerzas impresionante.

-Parece que tus compañeros nunca dejaran de ser piratas....-Pero entonces entendió que no lo habían echado por mera maldad. La vuelta atrás... Imposible,  el era un guardián también. Lo miró desconfiado-Esta broma no me gusta, ¿Alguien te ha dugerido que me tomes el pelo? Porque si es asi...-Algo no encajaba. Algo empezaba a preocuparle mucho. Miró de soslayo a Paul y entonces...

De pronto la puerta de la posada se abrió e irrumpieron mujeres uniformadas con los colores de la guardia de Marshovia. Portaban armas entre sus manos y las ropas les venían grandes, como a ellos.

-Se nos ha notificado de que hay una bruja en el puerto-Declaró la que parecía ser la líder-Ha sembrado el caos con sus malas artes, y se rumorea que exige una recompensa. No descansaremos hasta capturarla. Si alguien se atreve a esconderla sera acusado de complicidad y brujería, y le deparará el mismo destino. ¡Hablad! ¿Quién de vosotros sabe donde se halla esa hechicera infame?

Off:

Recordatorio:

Mis cejas se juntan cuando él niega ser un mago:

- ¿No mencionaste la otra vez a una tal Megara? Igual tu amiguita es la que ha embrujado al pueblo entero.

- Pues ya fui a buscarla ahora, llevando a tu poney conmigo incluso, pero la cabaña donde la conocí sigue igual de abandonada y desierta. -le susurro rápido- Además, ella no andarúa exponiéndose así, haciendo hechizos absurdos, sino que su estilo es mucho más sutil y según el pedido del cliente.

- Me acuerdo de tí por la misma razón que tú te acuerdas de mí.

- ¿También estábais en la fiesta de Ela? -pregunto sorprendido, ya que aunque el baile era de máscaras, no me acuerdo de ningún participante del tamaño de Gruñón/a.

- Esta broma no me gusta, ¿Alguien te ha sugerido que me tomes el pelo? Porque si es así...

- ¿Terminarás de apretar mi cuello? No pasé la noche a la deriva en altamar sólo para haceros una broma. ¡Abandonar el barco que era mi hogar tampoco! -mis narinas se abren y cierran con sólo recordar aquellos momentos de pesadilla, cuando perdí todo lo que tenía de golpe.

Sin embargo, la conversación se interrumpe puesto que hay problemas en la puerta con Rosette. De pronto muchos guardias empiezan a entrar mientras el color abandona mi rostro. ¡Guardias! Por supuesto, en un abrir y cerrar de ojos, las piratas desaparecen. ¡Y yo debiera haber hecho lo mismo! Miro a Gruñón, con la inquietante idea surgiendo a medida que me veo rodeado:

- ¿Eso tiene que ver contigo? -pregunto susurrando más bajo aún, casi que no moviendo los labios, mientras me repito a mí mismo que ahora soy capataz y los guardias no tienen por qué atacar a los capataces...

(Off: Disculpadme, es que me pierdo en los temas con mucha gente y acabo respondiendo de forma esporádica xD. Es uno de los motivos por los cuales eliminé la restricción de los turnos en este tema, sabía que se llenaría. Ahora si me disculpáis... procedo a responder.)

La situación se había vuelto un tanto cómica, aunque para Víctor empezar a resultarle familiar. El efecto del opio empezaba a notarse en la mayoría de los presentes, algunos de las piratas se habían relajado de tal manera que ahora se sentaban sobre las sillas y las mesas charlando de una forma placida. Algunos individuos se sentaban en el suelo y bebían sus cervezas mientras aspiraban con fuerza el humo que llenaba la sala. El joven doctor, se sentó al lado de su grupo, observando los últimos rescoldos de hostilidad presentes.

El tabernero, intentaba convencer a una de las piratas para que le pagara los destrozos en el local. El enano charlaba con aquella misteriosa "vaquera" ( Off: No encuentro un término más apropiado para la imagen que pusiste xD) sobre magia y supersticiones, parecían echarle la culpa de lo que estaba ocurriendo a una bruja del lugar. El joven sonrió alegremente, dándose cuenta de que nadie sospechaba del enigmático doctor. Llegó entonces la guardia, y su instinto le hizo guardarse las manos en los bolsillos. Aún le quedaban rastros de la hierba entre sus dedos, y sabía de buena mano la opinión de la policía inglesa sobre el consumo de dichas drogas.

- Esto... yo venía caminando por la ruta del norte. - Empezó diciendo dejándose llevar por los efectos de la droga. - Y... y... vi como una explosión de humo emergía del centro del bosque cercano y cubría la aldea. - Por suerte, el bosque quedaba cerca de toda la aldea e incluso de su propia cabaña, lo cual desviaba la atención de los pueblerinos a una zona poco transitada y aislada. Un lugar perfecto para llevar a cabo siniestros rituales y donde por lógica se podría encontrar una bruja malvada. Aunque tras haber dicho estas palabras, recuperó un poco de sentido percatándose de que mejor hubiese sido haberse mantenido callado.

Off:

¿Ela? ¿Qué Ela? Gruñón se rascó la barbilla con fastidio, preguntándose por que Paul le cambiaba de tema de una forma tan descarada.

-¿Acaso tengo pinta de ir a fiestas?-Replicó con enojo, sin ver la relación entre recordar y acudir a bailes donde la gente suele reirse y divertirse. Definitivamente, eso no iba con el enano, que prefería una tarde tranquila y sin sobresaltos de ningún tipo. Tal vez, eso de "Fiesta de Ela", era un nombre en clave para referirse a la reunión siniestra que se había organizado en el palacio de Londres de la Bruja del Tiempo-Escúchame bien...-Tampoco podía ponerse a compartir detalles del asunto con él en mitad de un sitio público, ¿Verdad?-¿Cómo?-Lo interrumpió-¿Y por qué has abandonado tu barco? ¡Oh, ya veo!, ¿Has decidido que es mejor llevar una vida honrada que vivir de la piratería y el pillaje?-No le extrañaría en ese caso, pues de los poneys se decían que tenían buen corazón, y Gruñón pensó que Paul se había redimido a tiempo. El enano no parecía comprender la situación del todo, pese a su suspicacia, o tal vez es que no quería entenderla por culpa del humo.

Pero la llegada de la guardia había levantado crispaciones entre los presentes. El pelirrojo miró duramente a Paul y negó con la cabeza, ¿Cómo creía que el llamaría a la guardia para resolver el entuerto? De ninguna manera, los humanos eran unos incompetentes por naturaleza: El prefería encontrar personalmente a la bruja y darle una lección que nunca olvidaría.

El chico andrógino se apresuró a hablar, y le dio mala espina. Cuan colaborativo se mostraba.

-¡Entonces permitidme que yo vaya a buscarla! Os juró que se arrepentirá de lo que ha hecho-Pero el guardia no parecía muy conforme.

-Silencio, enana, los asuntos de la guardia no son de vuestra incumbencia.

-¿Que no son de mi incumbencia?-Protestó-Esa maldita me ha...-Le daba vergüenza admitirlo, y sólo recibió una mirada reprovatoria de la capitana de la guardia, la cual sostuvo con vehemencia.

-Registrad las habitaciones, ahora-Ordenó a sus hombres... Bueno, a sus mujeres-Cualquiera que tenga muestras de poseer poderes mágicos, debe ser arrestado de inmediato.

Off:

Si los recuerdos no fueran tan dolorosos, me habría reído de buena gana de su referencia de que definitivamente no tiene pinta de ir a fiestas: ¡No combinan los cascarrabias con las celebraciones! Pero cuando menciona que decidí dejar de ser pirata, la sangre me bulle, y mi hocico no le grita sólo porque el miedo a los guardias es grande.

De hecho, pongo mi mano en mi cuello, como evitando todo contacto con la horca. El enano, enana, bueno, Gruñón, niega haber llamado a los guardias. Suspiro, porque por lo menos no ha sido él, quien sabe demasiado sobre mí, y podría haberme delatado como pirata. Respiro y expiro, tratando de calmarme aunque siga emitiendo resoplidos, ya que alguien nervioso luego se transforma en sospechoso. Y ahora soy un capataz, de momento por lo menos, o hasta que Lady Katrina me despida, no, ella no puede hacer eso, que mi vida sería miserable de nuevo, no, no lo hará, bueno, como soy un capataz, no tienen por qué ahorcarme.

Guardo la espada en la empuñadura, sin querer haciendo un poco de ruido. Me encojo ligeramente de hombros, recordando que debo limpiarla y pulirla como lo hacía mi capitán, que su espada era de lo más silenciosa. Bueno, silbaba al viento, pero eso no cuenta. Lo que cuenta es la mirada de los guardias en mi persona.

Un grupo sigue a Babette, pero los que se quedan... no me gusta la forma en que me miran. Mi corazón empieza a galopar de nuevo, ya que la adrenalina me dice que debo estar alerta para huir, aunque sea inocente ahora. Una gota de transpiración corre por mi frente, mientras mi mano se muere de ganas por volver a tomar la empuñadura de la espada, para poder sentirme más seguro:

- ¡Yo nunca he hablado con Caperucita Roja! -digo de pronto, para alejar las sospechas de mí.

Gruñón parecía un tomate con insolación. Estaba completamente colorado (o más bien colorada) de tal modo que su piel se confundía peligrosamente con su cabello encrespado y largo.

La situación empezaba a superarle, y el efecto del opio empezaba a dispersarse en su cuerpo, tan rápido como le había hecho efecto. Podía ser considerado algo raro, ya que al ser más pequeño, la droga le afectaría peor, pero los enanos estaban hecho de otra pasta más resistente, no en vano tenía que tragar a diario los humos nocivos de la mina en la que trabajaba.

-Estúpidos soldados...-Masculló en voz baja, mientras observaba a un grupo de estos subir a trompicones hacia las estancias superiores, siguiendo las indicaciones de Balbo.

De estar él en su lugar, no los ayudaría. Si tenían problemas con esa bruja se lo tenían bien empleado... Claro que él tenía otros planes. Aunque normalmente no se inmiscuiría en semejantes asuntos, ya era algo personal. Pensaba encontrar a esa condenada Caperucita Roja (la que creía que lo había embrujado) y obligarla a regresarlo a su virilidad arrebatada.

Pero salir de allí no iba a ser tan fácil. La capitana de la guardia lo miraba con recelo, como si fuese una individua particularmente peligrosa, a lo que Gruñón le regaló una mirada áspera y oscura.

-Bah.

A su lado, Paul hizo algún movimiento que no fue capaz de vislumbrar, tan sólo llegó a sus oídos un leve ruido que no pasó por alto para la capitana.

- ¡Yo nunca he hablado con Caperucita Roja!-Gruñón lo miró arrugando el ceño, preguntándose a qué venía todo eso. Tal vez si que la conocía y decía eso para encubrirla, pues si la tal Caperucita era una bruja no le resultaría extraño... Paul ya había reconocido tener amistades con una hechicera.

-¡Eh, tu! ¿Qué escondes?

-¿Quién? ¿Yo?-Preguntó de mala gana, deseando que le dijese cualquier cosa para iniciar una pelea.

-Tu no, la morena-Señaló a su lado a Paul-Las manos donde yo pueda verlas. Tu cara me es familiar-Siseó-¿Cómo te llamas?

Abro la habitación del primer piso y pido silencio, ya que Franz duerme, recuperándose de sus heridas:

- ¡No oséis molestarlo! ¡Es un noble! -digo y luego que ellos vean como la cabellera respira, el cuerpo cubierto por la manta, cierro la puerta.

Abro la otra puerta y me encuentro con... ¡una pareja haciendo el amor! Oculto mi risa ya que la mujer lleva puesta unas botas, mientras que el hombre un corset... Pero cómo lo están pasando bien, los guardias piden perdón y cierro la puerta.

- Vamos ahora al segundo piso. -digo seri@, y el grupito de mujeres armadas me sigue. Llegando arriba, oigo unos gritos y abro primero esa puerta.

Me encuentro con dos mujeres peleando, ambas semi-desnudas, las que enrojecen cuando las vemos:

- ¡Ella me quiere violar!

- ¡Eres una mujer ahora, y yo siempre tomo las mujeres que veo!

- ¡Tu también eres mujer ahora, así que no atrevas, malnacido!

- ¡Basta! -grito y le indico a las guardias- Ellas las revisarán, ya que estamos buscando una bruja.

- ¡Yo no soy bruja! ¡Ni siquiera soy mujer! -grita la primera.

- ¡Ah... pero tienes unos pechitos lindos! -dice la segunda, volviendo a manosearla.

Me siento más aliviado, ya que después de decir en voz alta que no conozco a Caperucita, todo tiene que salir bien, ¿verdad?

- ¡Eh, tu! ¿Qué escondes? -pregunta la guardia, mirándonos muy seria.

- ¿Quién? ¿Yo? -dice muy enojada Gruñón. Pienso decirle que se aguante el enojo, para que las guardias dejen de mirar en nuestra dirección, cuando ella me apunta:

- Tu no, la morena -Abro mis ojos muy asustado, ya que juraba que estaba a salvo y de pronto él me está amenazando- Las manos donde yo pueda verlas. Tu cara me es familiar -Subo mis manos y trago saliva mientras él dice- ¿Cómo te llamas?

- Me llamo Paul...a. -digo volviendo a tragar saliva- Pero es la primera vez que entro así al Poney Pisador. -apunto a mis pechos y miro hacia Gruñón, por si él me puede corroborar. En realidad, nunca había sido mujer, por lo que no estoy mintiendo- Soy capataz, ¡y mi patrona me está esperando!

Dicho ésto, quiero darme la vuelta para retirarme, sin embargo la guardia me toma del cuello de la camisa:

- ¡Por Neptuno, esto es absurdo! ¡Ya os dije la verdad! -reclamo enojándome y apretando mis puños- ¡Suéltame! -y pego un buen golpe en su rostro. La guardia cae al piso, y empiezo a relinchar de la risa, que cayó demasiado fácil, cuando las demás guardias me rodean con sus espadas y las ganas de reír se evaporan cual agua en el desierto- No es necesario tanta violencia... -digo en voz baja, con las manos quemándome por ir a la empuñadura de mi espada, siendo que ahora no sé si seré lo suficientemente rápido con tantos al mismo tiempo.

Off:

Gruñón miraba la situación expectante, y se golpeó la frente al ver la actitud impulsiva e imprudente del poney, ¿Acaso estaba loco? ¿El humo lo hacía comportarse de forma ilógica? ¡Por favor, era un guardia! Por muy poco respeto que tuviesen los piratas hacia estos, debía saber que no sólo iba armado, sino que donde había uno, después llegaban más. Eran como hormigas.

-Necio...-Dejó escapar. Lo mejor seria dejarlo asumir sus propios problemas, no obstante, algo se lo impedía. Arg, estúpida conciencia-¡Eh! Dejadla tranquila-Masculló-¡Meteos con alguien de vuestro tamaño!

-¡Lo sabía!-Clamó la jefa de la guardia-¡Tú eres la bruja y tú su complice! Debí haberlo imaginado-Desenvainó su espada y la hoja brilló con el titilar de los candelabros, mientras miraba alternativamente a ambos, y sus hombres terminaban de estrechar el cerco.

Genial... Pensaba Gruñón. Lanzó una mirada intensa a Paul, y rechinó los dientes.

-¿Alguna gran idea?-Inquirió con sarcasmo, mientras empezaba a enarbolar su hacha a modo de defensa.


El científico observaba la escena con atención. Era curioso ver la reacción de histeria que se había originado en un momento por un "inocente" cambio de género, la gente parecía sumida en una especie de caos insondable que hacía poco propicio un dialogo para solucionar el entuerto. Visto lo visto, lo mejor para él sería que no lo relacionasen con ese incidente, o iba a tener que enfrentarse a un grupo de mujeres armadas hasta los dientes.

Disimuladamente, empezó a dirigirse hacia la puerta, aprovechando que la atención parecía centrada en aquel par que parecían empeñados en levantar discrepancias entre ellos y la guardia, y giró el pomo con cuidado y precisión cirujana, deslizandose hacia el exterior.

- Necio... -escucho a Gruñón, e, infelizmente, debo darle la razón al enano. ¡Aún más cuando me defiende, y la guardia le llama de bruja y yo su cómplice! ¿O fue al revés? Bueno, nada importa en realidad, ya que por defenderme, ahora Gruñón también está bajo la mira:

- ¿Alguna gran idea? -me dice con tanta rabia que sus palabras me duelen en la consciencia:

- ¿Tu poney pega buenas patadas? -pregunto con ganas de silbar y llamarla a la acción, porque siempre fui alguien de peso en las peleas sobre cubierta, por lo que, ¿por qué no podría ayudarnos su bella poney?

De pronto, una sonrisa me llena el rostro: ¡Los caballos pueden ayudarnos! Las caballerizas no están lejos, de hecho, sólo una pared nos separa aquí, en el salón-comedor, y si ellos se intrometen, tendremos alguna oportunidad contra las guardias. Sin esperar más, empiezo a silbar, imitando los silbidos de los humanos cuando dan la orden de venir, mientras mi mano va a la empuñadura de la espada, sacándola a relucir entre nosotros y las guardias.

Off: Victor se va entonces... ¡Y yo hago "magia"! (sin ser mago, ojo)

El miembro 'Pequeño Pony' ha efectuado la acción siguiente: Duelos y Peleas

'Pelea magica' :

Resultados : 2

Off: ¿2? ¿Qué significa? ¿Que sólo 2 caballos vienen a mi llamado? ¿O que los caballos llegan, pero se demoran más de lo esperado?  

Igual los caballos pueden demorarse porque, en vez de destrozar las paredes (con el perjuicio para Babette y hermanas), ellos se dan la vuelta para poder entrar por la puerta principal.

O el "2" significa que la idea es demasiado ridícula...