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¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
El miembro 'Babette' ha efectuado la acción siguiente: Duelos y Peleas
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Off: Badam tsss! Cruel chiste Pony... Tu limpiarás el desorden, ¡eso tenlo por seguro!
Luego del bochorno de encontrar un hombre durmiendo, el cual despertó histérico por nuestra intromisión, y más histérico al mirarse el cuerpo, cierro la puerta muy colorada. Miro a las guardias antes de decir:
- ¿En serio quieren seguir mirando pieza por pieza?
- Recibimos órdenes, señor. -responde apenada la guardia, cuando empiezo a escuchar relinchos. Apuro mi oído, y veo que vienen de las caballerizas.
- ¿Qué pasa? -pregunto preocupada (¿o preocupado?) y empujo las guardias para bajar las escaleras.
Lo que mis ojos ven... ¡es algo inexplicable! ¡Caballos en mi posada! ¡Incluso reconozco la bella montura de Franz, el noble en recuperación!
- ¿Pero qué pasa? -repito la pregunta, ¡poniendo mis manos en la cabeza!
Luego del bochorno de encontrar un hombre durmiendo, el cual despertó histérico por nuestra intromisión, y más histérico al mirarse el cuerpo, cierro la puerta muy colorada. Miro a las guardias antes de decir:
- ¿En serio quieren seguir mirando pieza por pieza?
- Recibimos órdenes, señor. -responde apenada la guardia, cuando empiezo a escuchar relinchos. Apuro mi oído, y veo que vienen de las caballerizas.
- ¿Qué pasa? -pregunto preocupada (¿o preocupado?) y empujo las guardias para bajar las escaleras.
Lo que mis ojos ven... ¡es algo inexplicable! ¡Caballos en mi posada! ¡Incluso reconozco la bella montura de Franz, el noble en recuperación!
- ¿Pero qué pasa? -repito la pregunta, ¡poniendo mis manos en la cabeza!
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Acorralados. Curioso hecho teniendo en cuenta que durante su primer encuentro ambos combatieron el uno con el otro, y ahora parecía que el destino les invitaba a pelear juntos.
Gruñón enarbolo el hacha, sedienta de la vibración del acero al chocar.
-Baja eso, enana-Advirtió la capitana-No sea que te hagas daño. Ya tenemos motivos suficientes para encerraros, no agregueis el desacato a vuestros cargos.
-Y un cuerno, patilarga-Escupió sin delicadeza alguna. En cierto modo, ya ignoraba la razón del enfrentamiento, cuando la culpable de todo era una bruja. Observó por el rabillo del ojo como el tipo androgino se escabullia, y soltó una maldición entre dientes. Estúpido cobarde....
Pero eso no fue lo peor de todo. A su lado, el brillante espadachín poney... Se puso a silvar.
Gruñón entornó los ojos con visible irritación, ¿Acaso ese era momento para ponerse a hacer música? ¿Le habían golpeado o algo?
-¿Que diantres haces?-Recriminó. No tardó en descubrirlo-¿Que...?
Cascos. Cascos de caballo se oían en el exterior, al principio lejanos, pero paulatinamente más cerca de ellos, en una clara muestra de cercanía. Un relincho precedió a la irrupción en el local de dos corceles, uno de ellos de un blanco inmaculado, generando una situación caótica, disipado ya el efecto del opio.
-¡Brujería!-Clamó la capitana, sacando su espada para entrechocar su acero contra el del poney.
-¿Qué has hecho?-Increpó el enano. Algunas piratas aprovecharon el descontrol para lanzarse hacia la salida, mientras que otras cargaban contra la guardia.
¿Cómo había acabado así? Gruñón se percató de que la situación se le había ido de las manos, y al parecer a Paul también. Como guardianes no podían permitir verse involucrados en tal evento, por lo que agarró al poney por el cuello de la camisa.
-¡Vamonos!-Dijo empujandolo. No podían permanecer más ahí, debían aprovechar la confusión creada por los caballos para ir a un lugar seguro y planear como arreglar el problema.
Gruñón enarbolo el hacha, sedienta de la vibración del acero al chocar.
-Baja eso, enana-Advirtió la capitana-No sea que te hagas daño. Ya tenemos motivos suficientes para encerraros, no agregueis el desacato a vuestros cargos.
-Y un cuerno, patilarga-Escupió sin delicadeza alguna. En cierto modo, ya ignoraba la razón del enfrentamiento, cuando la culpable de todo era una bruja. Observó por el rabillo del ojo como el tipo androgino se escabullia, y soltó una maldición entre dientes. Estúpido cobarde....
Pero eso no fue lo peor de todo. A su lado, el brillante espadachín poney... Se puso a silvar.
Gruñón entornó los ojos con visible irritación, ¿Acaso ese era momento para ponerse a hacer música? ¿Le habían golpeado o algo?
-¿Que diantres haces?-Recriminó. No tardó en descubrirlo-¿Que...?
Cascos. Cascos de caballo se oían en el exterior, al principio lejanos, pero paulatinamente más cerca de ellos, en una clara muestra de cercanía. Un relincho precedió a la irrupción en el local de dos corceles, uno de ellos de un blanco inmaculado, generando una situación caótica, disipado ya el efecto del opio.
-¡Brujería!-Clamó la capitana, sacando su espada para entrechocar su acero contra el del poney.
-¿Qué has hecho?-Increpó el enano. Algunas piratas aprovecharon el descontrol para lanzarse hacia la salida, mientras que otras cargaban contra la guardia.
¿Cómo había acabado así? Gruñón se percató de que la situación se le había ido de las manos, y al parecer a Paul también. Como guardianes no podían permitir verse involucrados en tal evento, por lo que agarró al poney por el cuello de la camisa.
-¡Vamonos!-Dijo empujandolo. No podían permanecer más ahí, debían aprovechar la confusión creada por los caballos para ir a un lugar seguro y planear como arreglar el problema.
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Gruñón
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Spoiler:
- Off: ¿Tiene quien posee la sangre de la familia real de Equestria algo de poderes sobre los demás equinos? ¿O sólo fue un golpe de ingenio puro y llano?
- ¿Que diantres haces? -trata de interrumpirme Gruñón, pero yo no me detengo, silbándole como loco a los caballos, sin saber si le me harán caso o no, aunque me esfuerce en imitar igualito a como hacen los humanos. De hecho, me empiezo a preocupar de que no resulte ¡cuando empiezo a escuchar su respuesta!
En realidad son sólo dos los caballos que me hacen caso, pero no puedo negar que la yegua que entra es tan linda que me deja perplejo por unos momentos! Sólo desperté de la ensoñación de ver tal belleza cuando la guardia empieza a acusarme de brujería, mientras su espada se acerca a mí.
De inmediato me espabilo y empiezo a responderle, tanto con mi espada como con mi lengua:
- ¡No es brujería de forma alguna! -digo extrañado de que "eso" pueda ser clasificado como brujería o magia.
- ¿Qué has hecho? -escucho que la enana, digo, enano, también está pensando que he usado magia:
- ¡Sólo los he llamado! ¡Con sonido! ¡Nada más! -digo mientras mi espada baila con la espada de la guardia. ¿Cómo pueden pensar que tengo magia? ¿Acaso creerán realmente que la bruja soy yo?
Igual no deja de ser divertido como los caballos deambulan por el salón de la posada, porque por más que no estén destruyendo nada, ¡su tamaño desordena cualquier organización de las guardias! Lo mejor es que uno de ellos viene en nuestra dirección. No sé como no me desarma la guardia, puesto que tengo un ojo en ella y otro en ese caballo color marron que se aproxima, cuando siento una mano tirando de mi camisa.
De inmediato mi sonrisa se esfuma, y la seriedad aumenta en una escala de 10 cuando la mano que está tan cerca de mi garganta es la misma que me atrapó hace tanto tiempo ya:
- ¡Vámonos! -dice y me empuja hacia la puerta. Suspiro algo aliviado porque no estaba intentando matarme ni nada parecido, y obediente (y callado) le sigo, dejando el desorden a nuestras espaldas.
Una vez que cierro la puerta, poniendo un banco atravesado contra la puerta, miro la calle buscando dónde escondernos. En todos lados hay gente gritando y actuando raro... De pronto, escucho los relinchos de los caballos y me giro hacia las caballerizas:
- ¡Aqui! -le digo a Gruñón, quien por supuesto se resiste, pero le explico- ¿A quién se le va a ocurrir buscarnos tan cerca de la posada? ¡De seguro lo primero que harán será ir detrás de la pobre Caperucita en el bosque! -y ante su mirada escéptica, agrego- ¡Os juro que no la conozco en persona! Pero he oído que algo raro ha pasado en su familia... ¡pero eso no es prueba de brujería!
En realidad, me enoja mucho esos prejuicios en contra de las brujas... ¡Si son capaces de hacer realidad nuestros sueños! Esa famosa estupidez de que a los piratas "hay que ahorcarlos", a las brujas "hay que quemarlas"... Bueno, después tendré tiempo para pensar en ello, que la prioridad es ocultarnos lo más pronto posible, que escucho los golpes a la puerta de la posada contra el banco y no quiero ser ni quemado ni ahorcado.
Los caballos aún relinchan inquietos, pero no hay tiempo para tranquilizarlos. Veo una montaña de heno y le indico a Gruñón que salte adentro. Como no se decide, le digo que me mire, para ver si me imita. Salto y caigo blandito, y me quedo a la espera que él salte. De hecho, tiene que saltar luego, para acomodarse antes que las guardias lleguen, si acaso entran aquí. Si tenemos suerte, sólo entrarán aquí cuando traigan los caballos que me hicieron caso de regreso a sus lugares.
Estoy recordando la belleza de la yegua cuando... raciocino que también los animales tuvieron cambio de género. ¡Hago una mueca al pensar que en realidad esa yegua blanca es un macho!
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Off:
- ¿Que va a pasar ahora con Babette y Cosette?
El corazón latía a mil por hora, y a regañadientes había accedido a obedecer a Paul. ¿Que remedio? Ahora, tendría paja en el pelo durante al menos una semana, pensaba mientras se rascaba y quitaba algunas briznas de la ropa, siguiendo al Poney.
-Tienes que explicarme...-Dijo jadeando-Como has hecho eso...¡Y no me digas que no sabes como!-Pero claro se rumoreaba que algunos equestrianos tenian fama de controlar la magia. Se hablaba del poder mágico de los unicornios, capaces de hacer maravillas ... Definitivamente lo había subestimado-¡Diamantes!-Maldijo-Esto es demente, pequeño. Pero...-Miró a su alrededor, corroborando que el lugar era seguro. Era un habitáculo de madera y piedra, que olía a heno recién cortado, agua limpia y a excrementos. Salvo algún relincho, no parecía haber nada más-Ahora podemos hablar con tranquilidad-Suspiró-¿Por qué no me lo contaste la primera vez que nos vimos?-Inquirió, refiriéndose al hecho de que ambos eran guardianes. O eso creía Gruñón-Las cosas habrían sido distintas.
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Gruñón
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Me quedo unos momentos en shock, sólo observando como los caballos blanco y marron se pasean por mi querido comedor, mientras algunas de las piratas empiezan a batirse con las guardias.
- ¡Espera! -alcanzo a gritar cuando la extraña mujer que entró con nosotros se escabulle, sin embargo, es tal la confusión que me cuesta mucho siquiera bajar las escaleras, ya que ahora las guardias que me acompañaban se han unido al desorden- ¡Ustedes también! -grito mientras veo que mis aliadas, la espadachín y la enana, también se escabullen.
Empiezo a empujar a las guardias, sin querer provocándolas:
- ¡No me hagan enojar más de lo que ya estoy! -les reclamo, finalmente llegando a la puerta. La voy a abrir, cuando me fijo que está presa por afuera. Hago fuerza, pero ni siquiera con mis brazos de hombre logro moverla. A estas alturas, la jefa de las guardias ya está detras mío:
- ¿Por qué no abre esa puerta, hombre?
- ¡Está cerrada por afuera! ¡Abriré por el otro lado! -le grito, y entonces me empiezo a hacer camino para salir por detrás de la cocina y las caballerizas.
Con dificultad, llego al otro lado, abro la puerta y me fijo que los caballos están inquietos... De hecho, algunos golpean las puertas de sus lugares, como queriendo salir. Pero para evitar que las guardias me rompan la puerta, los ignoro para salir y finalmente quitar un banco que está atravesado.
- ¡Momento! -digo cuando la puerta se abre y casi me derriba. Entonces miro alrededor y... nada de las 3 en medio de la gente, que sigue haciendo escándalos en la calle... Las guardias salen como locas, mientras entro a sujetar los caballos, y devolverlos a las caballerizas... ¡Vaya día!
- ¡Espera! -alcanzo a gritar cuando la extraña mujer que entró con nosotros se escabulle, sin embargo, es tal la confusión que me cuesta mucho siquiera bajar las escaleras, ya que ahora las guardias que me acompañaban se han unido al desorden- ¡Ustedes también! -grito mientras veo que mis aliadas, la espadachín y la enana, también se escabullen.
Empiezo a empujar a las guardias, sin querer provocándolas:
- ¡No me hagan enojar más de lo que ya estoy! -les reclamo, finalmente llegando a la puerta. La voy a abrir, cuando me fijo que está presa por afuera. Hago fuerza, pero ni siquiera con mis brazos de hombre logro moverla. A estas alturas, la jefa de las guardias ya está detras mío:
- ¿Por qué no abre esa puerta, hombre?
- ¡Está cerrada por afuera! ¡Abriré por el otro lado! -le grito, y entonces me empiezo a hacer camino para salir por detrás de la cocina y las caballerizas.
Con dificultad, llego al otro lado, abro la puerta y me fijo que los caballos están inquietos... De hecho, algunos golpean las puertas de sus lugares, como queriendo salir. Pero para evitar que las guardias me rompan la puerta, los ignoro para salir y finalmente quitar un banco que está atravesado.
- ¡Momento! -digo cuando la puerta se abre y casi me derriba. Entonces miro alrededor y... nada de las 3 en medio de la gente, que sigue haciendo escándalos en la calle... Las guardias salen como locas, mientras entro a sujetar los caballos, y devolverlos a las caballerizas... ¡Vaya día!
- Spoiler:
- Off: Si sale Victor, también "me salgo yo" del post, hasta nuevo aviso. (O cuando quieran llamarme) O cuando vaya a guardar los dos caballos en realidad.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Y de nuevo Gruñón con la cantaleta... Suelto un resoplido antes de decirle:
- Los caballos, a diferencia de los humanos, somos todos muy cordiales y educados unos con otros, y yo los llamé y ellos me respondieron, así de simple. -digo sincero, y algo pomposo confieso, y en realidad algo aburrido de que pueda creer que usé magia.- Sólo no sé por qué tardaron tanto...
De pronto, se oyen pasos. Los caballos relinchan, como indicando peligro, pero luego se calman, coincidiendo con la salida de la persona esa. (No la identifiqué porque me mantuve oculto)
- ¡Diamantes! Esto es demente, pequeño. Pero... -dice y saca su cabeza para ver las caballerizas de nuevo. Una vez satisfecho de estar solos, me mira muy serio- Ahora podemos hablar con tranquilidad. ¿Por qué no me lo contaste la primera vez que nos vimos? Las cosas habrían sido distintas. -le miro haciendo una mueca, ya que recuerdo muy bien que mi vida estuvo en sus manos en aquél encuentro, tan lejano ahora, cuando aún era el feliz contramaestre del Revenge:
- ¿En serio habrías sido más "diplomático" si os hubiera dicho que era un poney? Te pusiste hecho un energúmeno cuando nombré a mi capitán... -Suelto un lastimero resoplido antes de agregar- Ex capitán... Como os dije, ni él ni los demás miembros del Revenge me recuerdan...
De pronto, una idea horrible se me ocurre, y antes que pueda callarme por mi propio bien, mi hocico rápido la suelta:
- ¡Y de seguro también olvidaron tu advertencia! ¡Os juro que les dije a todos que no se metieran en el bosque entre Lindert y M'Apple! -Por precaución, agrego- Y no se te ocurra pedirme que les de el mensaje de nuevo, ¡que ellos querrán matarme en cuanto me vean!
Si no fuera porque ahora soy un buen capataz en la finca de Lady Katrina, me pondría depresivo en este mismo instante al recordar el abandono que viví.
- Los caballos, a diferencia de los humanos, somos todos muy cordiales y educados unos con otros, y yo los llamé y ellos me respondieron, así de simple. -digo sincero, y algo pomposo confieso, y en realidad algo aburrido de que pueda creer que usé magia.- Sólo no sé por qué tardaron tanto...
De pronto, se oyen pasos. Los caballos relinchan, como indicando peligro, pero luego se calman, coincidiendo con la salida de la persona esa. (No la identifiqué porque me mantuve oculto)
- ¡Diamantes! Esto es demente, pequeño. Pero... -dice y saca su cabeza para ver las caballerizas de nuevo. Una vez satisfecho de estar solos, me mira muy serio- Ahora podemos hablar con tranquilidad. ¿Por qué no me lo contaste la primera vez que nos vimos? Las cosas habrían sido distintas. -le miro haciendo una mueca, ya que recuerdo muy bien que mi vida estuvo en sus manos en aquél encuentro, tan lejano ahora, cuando aún era el feliz contramaestre del Revenge:
- ¿En serio habrías sido más "diplomático" si os hubiera dicho que era un poney? Te pusiste hecho un energúmeno cuando nombré a mi capitán... -Suelto un lastimero resoplido antes de agregar- Ex capitán... Como os dije, ni él ni los demás miembros del Revenge me recuerdan...
De pronto, una idea horrible se me ocurre, y antes que pueda callarme por mi propio bien, mi hocico rápido la suelta:
- ¡Y de seguro también olvidaron tu advertencia! ¡Os juro que les dije a todos que no se metieran en el bosque entre Lindert y M'Apple! -Por precaución, agrego- Y no se te ocurra pedirme que les de el mensaje de nuevo, ¡que ellos querrán matarme en cuanto me vean!
Si no fuera porque ahora soy un buen capataz en la finca de Lady Katrina, me pondría depresivo en este mismo instante al recordar el abandono que viví.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Gruñón negó con la cabeza al ver que Paul no le estaba entendiendo, sin embargo prosiguió hablando.
-Habría sido todo un detalle, desde luego. ¡Caray! ¿Quién iba a decir que eras un equestriano? Aunque admito que diste varias pistas y yo las pasé por alto como un tonto-Emitió un gruñido de disgusto por lo bajo.
Empezando por aquella furtiva conversación sobre donde quedaba aquella tierra habitada por poneys, y la historia de su "amigo", el poney huérfano. Todo cobraba sentido de forma escalofriante, pero aún quedaban muchas incógnitas por resolver.
-No te habría atacado de saberlo-Aseguró-aunque fueses un pirata-Agregó, sin estar muy seguro de eso último. En verdad, les había cogido algo de inquina a los bucaneros de mar por el asunto "embarazo", y desde entonces no había podido volverlos a ver con los mismos ojos. Para Gruñón, todos eran unos sinvergüenzas que sólo abusaban de inocentes jovencitas, arrebatándoles la flor para aumentar su ego-Umm, vaya, eso sí que no lo esperaba-Se llevó la mano al mentón con intención de mesar sus barbas cobrizas, pero se llevó una decepción al encontrarse con una piel suave e imberbe, carente de cualquier tipo de vello facial-Maldita caperucita roja...-Masculló entre dientes-Cuando la coja...
Volvió a mirar a Paul, intentando no pensar en la condenada bruja que le había arrebatado su virilidad, humillándolo de esa forma. No le preocupaba, en gran medida, que los piratas pudiesen volver a aparecer en el Bosque Encantado. A fin de cuentas... A fin de cuentas Blanquita ya no estaba, y ese pirata no podría hacerle daño de nuevo. Pero por otro lado... La sustituta ocupaba ahora su lugar. Si bien la situación había cambiado mucho, el enano sabía que la bruja del tiempo no toleraría más errores, y dejar desprotegida a Bianca podía salirles bien caro. Suspiró, cansado.
-Escúchame bien, lo mejor que has hecho es dejar la piratería. Ahora podrás ganarte la vida de forma honrada, como hace la gente de bien-Le dio un par de palmadas en el hombro-Pero eso no es lo que te había preguntado-Dijo, recuperando el hilo de la conversación-Sé que hay más como nosotros, y que nos camuflamos para no ser detectados. En tu caso, has hecho un gran trabajo porque no me he percatado de nada-Nunca reconocería que era un novato-¿Por qué no me dijiste que eras un guardián?
-Habría sido todo un detalle, desde luego. ¡Caray! ¿Quién iba a decir que eras un equestriano? Aunque admito que diste varias pistas y yo las pasé por alto como un tonto-Emitió un gruñido de disgusto por lo bajo.
Empezando por aquella furtiva conversación sobre donde quedaba aquella tierra habitada por poneys, y la historia de su "amigo", el poney huérfano. Todo cobraba sentido de forma escalofriante, pero aún quedaban muchas incógnitas por resolver.
-No te habría atacado de saberlo-Aseguró-aunque fueses un pirata-Agregó, sin estar muy seguro de eso último. En verdad, les había cogido algo de inquina a los bucaneros de mar por el asunto "embarazo", y desde entonces no había podido volverlos a ver con los mismos ojos. Para Gruñón, todos eran unos sinvergüenzas que sólo abusaban de inocentes jovencitas, arrebatándoles la flor para aumentar su ego-Umm, vaya, eso sí que no lo esperaba-Se llevó la mano al mentón con intención de mesar sus barbas cobrizas, pero se llevó una decepción al encontrarse con una piel suave e imberbe, carente de cualquier tipo de vello facial-Maldita caperucita roja...-Masculló entre dientes-Cuando la coja...
Volvió a mirar a Paul, intentando no pensar en la condenada bruja que le había arrebatado su virilidad, humillándolo de esa forma. No le preocupaba, en gran medida, que los piratas pudiesen volver a aparecer en el Bosque Encantado. A fin de cuentas... A fin de cuentas Blanquita ya no estaba, y ese pirata no podría hacerle daño de nuevo. Pero por otro lado... La sustituta ocupaba ahora su lugar. Si bien la situación había cambiado mucho, el enano sabía que la bruja del tiempo no toleraría más errores, y dejar desprotegida a Bianca podía salirles bien caro. Suspiró, cansado.
-Escúchame bien, lo mejor que has hecho es dejar la piratería. Ahora podrás ganarte la vida de forma honrada, como hace la gente de bien-Le dio un par de palmadas en el hombro-Pero eso no es lo que te había preguntado-Dijo, recuperando el hilo de la conversación-Sé que hay más como nosotros, y que nos camuflamos para no ser detectados. En tu caso, has hecho un gran trabajo porque no me he percatado de nada-Nunca reconocería que era un novato-¿Por qué no me dijiste que eras un guardián?
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Gruñón
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Le miro, ahora con la cabeza ladeada:
- ¿También los equestrianos tienen algun acuerdo de cuidado mutuo con los enanos? -Si es cierto, es la primera vez que oigo algo al respecto... Aunque, como HASTA HOY no sé nada de Equestria, mi SUPUESTO lugar de origen, todo lo relacionado sigue siendo un misterio para mí- Y... yo no doy pistas... ¡Megara logró que tuviera una apariencia MUY humana!
Claro que Megara no me hizo para ser hembra... Nuevamente me fijo en mi pechos: Están bonitos, al menos... Pero suelto un resoplido al recordar que tal cual como estoy no podré regresar a la finca de Lady Katrina. Ni siquiera si le cuento que soy "yo", no podré ser una mujer-capataz: Los empleados son simpáticos en aparencia, pero realmente no tienen buenos ojos para ser mandados por Lady Katrina, así que a mí ni me mirarían ahora.
- Aún no sé qué te hizo algun pirata, usando de mala manera el nombre de mi capitán, pero si conocieras como es la vida a bordo, la libertad que el mar te otorga... No atacarías siquiera a un pirata 100% humano. -digo con absoluta seguridad.
Lanzo otro resoplido, ya que no le diré que Caperucita es inocente porque... no la conozco, por lo que no puedo poner mis manos al fuego por ella. Pero cuando sus manazas, aunque femeninas ahora, me golpean la espalda de forma "cariñosa" pero definitivamente fuerte, hago una mueca y cierro un ojo, no tanto por si me duele o no, sino que sus palabras de "alegría" por dejar la piratería me hacen hervir la sangre.
Empiezo a resoplar con mis narinas, contando hasta diez, cuando su frase siguiente me distrae:
- ¿Cómo dijiste? -le miro directo a los ojos- ¿Camuflarme de qué? Realmente soy un capataz ahora, pero nunca supe que ese cargo tuviera ese nombre tan pomposo de "guardián"... -"Nosotros"... ¿Qué tenemos en común? Además que sabemos luchar... ¿Se refiere acaso a la tierra?- Ambos trabajamos con tierra, pero yo no tengo que meterme en cuevas ni minas ni nada para obtener las uvas. De hecho, como capataz, debo mirar y cuidar que los agricultores lo hagan todo bien. -Y cómo nunca antes tuve contacto con cultivos, es complicado saber si no me están engañando... Igual me he metido a escondidas a jugar con la pala y la picota, para no pasar vergüenzas...- ¿Te refieres al manejo de la picota? -exclamo con el hocico más rápido que el pensamiento, ya que es un absurdo que se refiera a ello. Lo peor es que me viene vivo en la memoria el dolor en mi tobillo ocasionado por su picota, y las imágenes de la noche violenta con Mermaid y el miedo que pasé en sus manos me hacen empezar a sentirme mal.- ¡Explícate de una vez, que no me gusta que me enredes! -digo alzando la voz, sin querer haciendo que algunos caballos cercanos empiecen a relinchar de nuevo.
- ¿También los equestrianos tienen algun acuerdo de cuidado mutuo con los enanos? -Si es cierto, es la primera vez que oigo algo al respecto... Aunque, como HASTA HOY no sé nada de Equestria, mi SUPUESTO lugar de origen, todo lo relacionado sigue siendo un misterio para mí- Y... yo no doy pistas... ¡Megara logró que tuviera una apariencia MUY humana!
Claro que Megara no me hizo para ser hembra... Nuevamente me fijo en mi pechos: Están bonitos, al menos... Pero suelto un resoplido al recordar que tal cual como estoy no podré regresar a la finca de Lady Katrina. Ni siquiera si le cuento que soy "yo", no podré ser una mujer-capataz: Los empleados son simpáticos en aparencia, pero realmente no tienen buenos ojos para ser mandados por Lady Katrina, así que a mí ni me mirarían ahora.
- Aún no sé qué te hizo algun pirata, usando de mala manera el nombre de mi capitán, pero si conocieras como es la vida a bordo, la libertad que el mar te otorga... No atacarías siquiera a un pirata 100% humano. -digo con absoluta seguridad.
Lanzo otro resoplido, ya que no le diré que Caperucita es inocente porque... no la conozco, por lo que no puedo poner mis manos al fuego por ella. Pero cuando sus manazas, aunque femeninas ahora, me golpean la espalda de forma "cariñosa" pero definitivamente fuerte, hago una mueca y cierro un ojo, no tanto por si me duele o no, sino que sus palabras de "alegría" por dejar la piratería me hacen hervir la sangre.
Empiezo a resoplar con mis narinas, contando hasta diez, cuando su frase siguiente me distrae:
- ¿Cómo dijiste? -le miro directo a los ojos- ¿Camuflarme de qué? Realmente soy un capataz ahora, pero nunca supe que ese cargo tuviera ese nombre tan pomposo de "guardián"... -"Nosotros"... ¿Qué tenemos en común? Además que sabemos luchar... ¿Se refiere acaso a la tierra?- Ambos trabajamos con tierra, pero yo no tengo que meterme en cuevas ni minas ni nada para obtener las uvas. De hecho, como capataz, debo mirar y cuidar que los agricultores lo hagan todo bien. -Y cómo nunca antes tuve contacto con cultivos, es complicado saber si no me están engañando... Igual me he metido a escondidas a jugar con la pala y la picota, para no pasar vergüenzas...- ¿Te refieres al manejo de la picota? -exclamo con el hocico más rápido que el pensamiento, ya que es un absurdo que se refiera a ello. Lo peor es que me viene vivo en la memoria el dolor en mi tobillo ocasionado por su picota, y las imágenes de la noche violenta con Mermaid y el miedo que pasé en sus manos me hacen empezar a sentirme mal.- ¡Explícate de una vez, que no me gusta que me enredes! -digo alzando la voz, sin querer haciendo que algunos caballos cercanos empiecen a relinchar de nuevo.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
-No que yo sepa-Respondió irritado. Nunca había visto a un equestriano en toda su vida hasta que se topó con el poney-Sí-Replicó-Si que las das, ¿Aún conservas ese dibujo?-Preguntó, alzando una poblada ceja. Ahora se mostraba más estilizada por ser mujer, pero era igualmente peluda.
-Tu capitán...-Lo miró con fuego en los ojos-"Tu capitán va dejando descendencia donde no debe"-Pero no dijo nada.
Ya habían peleado, tanto el uno contra el otro como por separado. No había necesidad de volver a enfrascarse en una pelea cuando lo que primaba era el trabajo en equipo. Si se había desvinculado de Roberts, eso bastaba. De todos modos, nunca volvería a ver a Blanquita...
-¡Diamantes! Deja de disimular, muchacho. Conozco de sobra las normas-En realidad no, y a decir verdad, sentía un hondo desprecio por ellas. Ser consciente de ese círculo vicioso en el que vivían atrapados, volvería loco a cualquiera-¿Que minas ni que uvas?-Gruñó de exasperación al ver la falta se colaboración. Poney debía ser un guardián de alto rango si no lograba sacarle la verdad ni con pinzas-Escúchame-Empezó. Capataz debía ser otro nombre en clave para los guardianes-Tuve mis motivos para desconfiar de ti. Antes de nuestro encuentro no había visto un pirata, pero por ellos he perdido a alguien importante. Supongo que para ti debe haber sido duro también-Porque debía de saber sin duda lo del bebé.
-Tu capitán...-Lo miró con fuego en los ojos-"Tu capitán va dejando descendencia donde no debe"-Pero no dijo nada.
Ya habían peleado, tanto el uno contra el otro como por separado. No había necesidad de volver a enfrascarse en una pelea cuando lo que primaba era el trabajo en equipo. Si se había desvinculado de Roberts, eso bastaba. De todos modos, nunca volvería a ver a Blanquita...
-¡Diamantes! Deja de disimular, muchacho. Conozco de sobra las normas-En realidad no, y a decir verdad, sentía un hondo desprecio por ellas. Ser consciente de ese círculo vicioso en el que vivían atrapados, volvería loco a cualquiera-¿Que minas ni que uvas?-Gruñó de exasperación al ver la falta se colaboración. Poney debía ser un guardián de alto rango si no lograba sacarle la verdad ni con pinzas-Escúchame-Empezó. Capataz debía ser otro nombre en clave para los guardianes-Tuve mis motivos para desconfiar de ti. Antes de nuestro encuentro no había visto un pirata, pero por ellos he perdido a alguien importante. Supongo que para ti debe haber sido duro también-Porque debía de saber sin duda lo del bebé.
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Gruñón
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Lanzo un resoplido cuando dice que SÍ doy pistas de ser un equestriano.
- Lo tengo bien guardado en la cabaña donde duermo. -respondo en un susurro, puesto que se me ocurre que aún podría querer quitármelo. Estoy muy enojado con él, y sólo la necesidad de mantenernos escondidos ¡me impide de gritarle todas las razones por las que soy MUY humano! Bueno, ahora humana...- Pero así... -apunto a mi cuerpo- ¡no podré regresar nunca con Lady Katrina!
- ¡Diamantes! Deja de disimular, muchacho. Conozco de sobra las normas.
- ¿De qué diablos de normas me hablas? -digo levantando levemente la voz, pero con los relinchos de los animales me tapo el hocico con las manos, al tiempo que Gruñón me llama la atención:
- Escúchame: Tuve mis motivos para desconfiar de ti. Antes de nuestro encuentro no había visto un pirata, pero por ellos he perdido a alguien importante. Supongo que para ti debe haber sido duro también.
- No sabía que también ahorcaban a enanos, pero yo he perdido más amigos en altamar que en las horcas de los guardias. -digo algo apenado por saber que Gruñón también ha perdido a un colega. Sin embargo, eso de las "normas" me hace preguntarle algo que de veras me inquieta el alma- Sé que todos tienen las órdenes de denunciar los piratas para que los ahorquen, ¿pero no estarás de acuerdo con eso, verdad?
De pronto, las caballerizas se transforman en una gran jaula a mis ojos:
- ¿Serías capaz de delatarme? -Quiero huir, ¡alejarme! Pero no sería prudente. Por lo menos no ahora que estamos escondidos y a salvo de los guardias. Pero el miedo que tuve antes del enano hace refrescar mi memoria corporal, y me encojo en un intento de alejarme de él, tobillo incluido.
- Lo tengo bien guardado en la cabaña donde duermo. -respondo en un susurro, puesto que se me ocurre que aún podría querer quitármelo. Estoy muy enojado con él, y sólo la necesidad de mantenernos escondidos ¡me impide de gritarle todas las razones por las que soy MUY humano! Bueno, ahora humana...- Pero así... -apunto a mi cuerpo- ¡no podré regresar nunca con Lady Katrina!
- ¡Diamantes! Deja de disimular, muchacho. Conozco de sobra las normas.
- ¿De qué diablos de normas me hablas? -digo levantando levemente la voz, pero con los relinchos de los animales me tapo el hocico con las manos, al tiempo que Gruñón me llama la atención:
- Escúchame: Tuve mis motivos para desconfiar de ti. Antes de nuestro encuentro no había visto un pirata, pero por ellos he perdido a alguien importante. Supongo que para ti debe haber sido duro también.
- No sabía que también ahorcaban a enanos, pero yo he perdido más amigos en altamar que en las horcas de los guardias. -digo algo apenado por saber que Gruñón también ha perdido a un colega. Sin embargo, eso de las "normas" me hace preguntarle algo que de veras me inquieta el alma- Sé que todos tienen las órdenes de denunciar los piratas para que los ahorquen, ¿pero no estarás de acuerdo con eso, verdad?
De pronto, las caballerizas se transforman en una gran jaula a mis ojos:
- ¿Serías capaz de delatarme? -Quiero huir, ¡alejarme! Pero no sería prudente. Por lo menos no ahora que estamos escondidos y a salvo de los guardias. Pero el miedo que tuve antes del enano hace refrescar mi memoria corporal, y me encojo en un intento de alejarme de él, tobillo incluido.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
¿Lady Katrina? Ese nombre no sonaba a Gruñón, quien miró divertido a Paul.
-¿Tienes novia?-Inquirió, esbozando lo que parecía ser una sonrisa, pero que en su cara se mostraba como una mueca rara, poco acostumbrado a reirse-Vaya, eso si que es curioso, ¿Sabe ella que eres un poney?-No lo dijo con malicia alguna, sino con bastante interés. A fin de cuentas, ese tipo de cosas eran nuevas para él-¿O es que ella es una poney?-Agregó, confuso.
- ¿De qué diablos de normas me hablas?-Preguntó él.
-Las normas-Repitió-No me hagas decirlas en voz alta-Se notaba el fastidio que le producía tener que rememorarlas. En realidad, pensar en ellas le recordaba lo lejos que ahora estaba de Blanca Nieves, y que por estar atados a ellas no podría verla más. Contuvo un aliento de rabia, sintiéndose impotente y estúpido por no haber podido protegerla. ¡Todo lo que había hecho había sido enojarla por el miedo que el bebé le producía! Miedo, porque en el fondo, Gruñón sabía que también terminaría queriendo a esa criatura, fruto de un amor prohibido
- No sabía que también ahorcaban a enanos, pero yo he perdido más amigos en altamar que en las horcas de los guardias. Sé que todos tienen las órdenes de denunciar los piratas para que los ahorquen, ¿pero no estarás de acuerdo con eso, verdad?
-¿Qué? A los enanos no pueden colgarnos, somos gente de bien-Replicó indignado. La verdad es que mientras menos contactos tuviesen con los hombres,mejor que mejor. El enano sabia que sus relaciones eran estrictamente comerciales y nada más, siempre y cuando no podían evitarse. De vez en cuando, habían enviado de incógnito a Bonachón para saber de Circe, pero habían sido casos aislados, únicamente para conocer de primera mano cuan convulsa era la situación en M´Apple-Sabes de sobra lo que opino de los piratas, pero no por ello voy a delatarte. No gano nada con ello-Meneó con la cabeza-Y no puedo hacerle eso a un compañero-A fin de cuentas eso eran ahora, ¿No? La razón de que ambos se recordasen mutuamente se hallaba en Londres, el único refugio seguro contra el polvo verde.
- ¿Serías capaz de delatarme?
-Te he dicho que no-Insistió, perdiendo los nervios-¿Es que no escuchas? Tranquilizate, no quiero pelear de nuevo-Entre otras cosas, porque el estrés y la lucha contra las piratas ya lo habían dejado algo agotado-¿Por qué no me dijiste que eras un guardián?
-¿Tienes novia?-Inquirió, esbozando lo que parecía ser una sonrisa, pero que en su cara se mostraba como una mueca rara, poco acostumbrado a reirse-Vaya, eso si que es curioso, ¿Sabe ella que eres un poney?-No lo dijo con malicia alguna, sino con bastante interés. A fin de cuentas, ese tipo de cosas eran nuevas para él-¿O es que ella es una poney?-Agregó, confuso.
- ¿De qué diablos de normas me hablas?-Preguntó él.
-Las normas-Repitió-No me hagas decirlas en voz alta-Se notaba el fastidio que le producía tener que rememorarlas. En realidad, pensar en ellas le recordaba lo lejos que ahora estaba de Blanca Nieves, y que por estar atados a ellas no podría verla más. Contuvo un aliento de rabia, sintiéndose impotente y estúpido por no haber podido protegerla. ¡Todo lo que había hecho había sido enojarla por el miedo que el bebé le producía! Miedo, porque en el fondo, Gruñón sabía que también terminaría queriendo a esa criatura, fruto de un amor prohibido
- No sabía que también ahorcaban a enanos, pero yo he perdido más amigos en altamar que en las horcas de los guardias. Sé que todos tienen las órdenes de denunciar los piratas para que los ahorquen, ¿pero no estarás de acuerdo con eso, verdad?
-¿Qué? A los enanos no pueden colgarnos, somos gente de bien-Replicó indignado. La verdad es que mientras menos contactos tuviesen con los hombres,mejor que mejor. El enano sabia que sus relaciones eran estrictamente comerciales y nada más, siempre y cuando no podían evitarse. De vez en cuando, habían enviado de incógnito a Bonachón para saber de Circe, pero habían sido casos aislados, únicamente para conocer de primera mano cuan convulsa era la situación en M´Apple-Sabes de sobra lo que opino de los piratas, pero no por ello voy a delatarte. No gano nada con ello-Meneó con la cabeza-Y no puedo hacerle eso a un compañero-A fin de cuentas eso eran ahora, ¿No? La razón de que ambos se recordasen mutuamente se hallaba en Londres, el único refugio seguro contra el polvo verde.
- ¿Serías capaz de delatarme?
-Te he dicho que no-Insistió, perdiendo los nervios-¿Es que no escuchas? Tranquilizate, no quiero pelear de nuevo-Entre otras cosas, porque el estrés y la lucha contra las piratas ya lo habían dejado algo agotado-¿Por qué no me dijiste que eras un guardián?
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Gruñón
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- ¿Tienes novia? -siento la cara ponerse roja y lo miro asustado, mientras el enano sigue burlándose- Vaya, eso si que es curioso, ¿Sabe ella que eres un poney? ¿O es que ella es una poney?
- ¡Ella es mi patrona! -digo como si eso lo aclarara todo- ¡Y ya os dije que soy su capataz! Y... -lanzo un resoplido lastimero y miro hacia el piso, antes de agregar en un susurro- ...nunca me atreveré a decirle nada... -me miro los dedos, muy humanos, pero de todas formas no soy digno de estar a su lado... Me quedaría ensimismado si no fuera por un resoplido de otro de los caballos de al lado, que me hace regresar al aquí y al ahora con Gruñón:
- ¿De qué diablos de normas me hablas? -Pregunto enojándome al no comprenderle.
-Las normas... No me hagas decirlas en voz alta. Escúchame: Tuve mis motivos para desconfiar de ti. Antes de nuestro encuentro no había visto un pirata, pero por ellos he perdido a alguien importante. Supongo que para ti debe haber sido duro también.
- No sabía que también ahorcaban a enanos, pero yo he perdido más amigos en altamar que en las horcas de los guardias. Sé que todos tienen las órdenes de denunciar los piratas para que los ahorquen, ¿pero no estarás de acuerdo con eso, verdad?
-¿Qué? A los enanos no pueden colgarnos, somos gente de bien -Dice muy lleno de sí, y yo me cruzo de brazos, porque había olvidado que para él, y miles de millones de aldeanos y guardias esparcidos en el mundo, los piratas no somos "gente de bien". ¡Que gran tontería!- Sabes de sobra lo que opino de los piratas, pero no por ello voy a delatarte. No gano nada con ello. Y no puedo hacerle eso a un compañero. -¿Compañero? Ahora me llama compañero, pero antes... mi memoria me impide olvidar que sus manos estuvieron a punto de apretar mi cuello.
- ¿Serías capaz de delatarme? -pregunto serio, tratando de ocultar mi miedo, mientras me encojo un poco, alejando mi tobillo ahora 100% sano lejos de la pelirroja.
-¡Te he dicho que no! ¿Es que no escuchas? Tranquílizate, no quiero pelear de nuevo. -De todas formas no vuelvo a estirarme, ya que su superpoblada ceja no me habla de amistad ni camaradería...- ¿Por qué no me dijiste que eras un guardián? -¡Y dale con lo mismo! Le miro, sin encontrar nada de burla en sus ojos, y entonces suspiro y trato de decir con voz calma:
- Ya os he dicho que soy ca-pa-taz. Así me contrató Lady Katrina, y así me llaman todos en su finca. -"Paul el capataz" recuerdo satisfecho mientras me acomodo la crin sobre la frente- Los únicos guardianes por allá son unos perros, pero ninguno es parlante. ¿Eso responde tu pregunta?
- ¡Ella es mi patrona! -digo como si eso lo aclarara todo- ¡Y ya os dije que soy su capataz! Y... -lanzo un resoplido lastimero y miro hacia el piso, antes de agregar en un susurro- ...nunca me atreveré a decirle nada... -me miro los dedos, muy humanos, pero de todas formas no soy digno de estar a su lado... Me quedaría ensimismado si no fuera por un resoplido de otro de los caballos de al lado, que me hace regresar al aquí y al ahora con Gruñón:
- ¿De qué diablos de normas me hablas? -Pregunto enojándome al no comprenderle.
-Las normas... No me hagas decirlas en voz alta. Escúchame: Tuve mis motivos para desconfiar de ti. Antes de nuestro encuentro no había visto un pirata, pero por ellos he perdido a alguien importante. Supongo que para ti debe haber sido duro también.
- No sabía que también ahorcaban a enanos, pero yo he perdido más amigos en altamar que en las horcas de los guardias. Sé que todos tienen las órdenes de denunciar los piratas para que los ahorquen, ¿pero no estarás de acuerdo con eso, verdad?
-¿Qué? A los enanos no pueden colgarnos, somos gente de bien -Dice muy lleno de sí, y yo me cruzo de brazos, porque había olvidado que para él, y miles de millones de aldeanos y guardias esparcidos en el mundo, los piratas no somos "gente de bien". ¡Que gran tontería!- Sabes de sobra lo que opino de los piratas, pero no por ello voy a delatarte. No gano nada con ello. Y no puedo hacerle eso a un compañero. -¿Compañero? Ahora me llama compañero, pero antes... mi memoria me impide olvidar que sus manos estuvieron a punto de apretar mi cuello.
- ¿Serías capaz de delatarme? -pregunto serio, tratando de ocultar mi miedo, mientras me encojo un poco, alejando mi tobillo ahora 100% sano lejos de la pelirroja.
-¡Te he dicho que no! ¿Es que no escuchas? Tranquílizate, no quiero pelear de nuevo. -De todas formas no vuelvo a estirarme, ya que su superpoblada ceja no me habla de amistad ni camaradería...- ¿Por qué no me dijiste que eras un guardián? -¡Y dale con lo mismo! Le miro, sin encontrar nada de burla en sus ojos, y entonces suspiro y trato de decir con voz calma:
- Ya os he dicho que soy ca-pa-taz. Así me contrató Lady Katrina, y así me llaman todos en su finca. -"Paul el capataz" recuerdo satisfecho mientras me acomodo la crin sobre la frente- Los únicos guardianes por allá son unos perros, pero ninguno es parlante. ¿Eso responde tu pregunta?
- Spoiler:
- Off: Perdona lo poco...
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Off:
- No te preocupes, es culpa mía, no me está saliendo mucho material . Perdona por no haber respondido con Anna, estoy buscando ideas para hacerlo interesante.
Gruñón perdía la paciencia, pero eso no era una novedad. Empezaba a creer que Paul era, o muy tonto, o excesivamente listo. ¿Acaso los guardianes tenían que esconderse unos de otros? Eso no tenía mucha lógica, y más aún cuando Gruñón se había mostrado ante el de forma tan clara. Su exceso de celo para proteger el juramento de los guardianes resultaba innecesario a más no poder.
-Paul, no tienes que disimular conmigo-Una perturbadora idea cruzó su mente. ¿Y si no lo sabía? ¿Y si...? ¡Pamplinas! Si le recordaba es porque era un guardián, no había otro modo-Me gustaría solucionar "esto"-Se señaló a si mismo con fastidio-antes de que la Bruja se entere de lo ocurrido, o tendremos más problemas-Se volvió a intentar mesar las barbas, y puso mala cara al recordar que ya no las tenía. Todo por culpa de Caperucita-¿Por qué te han asignado a esa mujer?-Obviamente se referia a la dama de la cual era capataz. -¿Es por lo del embarazo?-Sintió un escalofrio-Supongo que has tenido más suerte que yo a ese respecto. Al menos puedes estar con un ser querido. Yo... yo ya no podré verla-Bajó la mirada y se distrajo con uno de los relinchos.
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Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Off:
- ¡La culpa es del sueño y del cansancio!
- Paul, no tienes que disimular conmigo. -dice visiblemente enojado, a lo que contesto:
- ¿Disimular qué? ¡Ya sabes todo sobre mí! -digo encogiéndome los hombros, ya que el enano ya sabe que soy un poney y me transformé en humano con ayuda de Megara, que fui el contramaestre del Revenge, y que ahora estoy trabajando como capataz... ¿Qué más necesita saber?
- Me gustaría solucionar "esto", antes de que la Bruja se entere de lo ocurrido, o tendremos más problemas.
- ¿Bruja? ¿A cuál bruja te refieres? Ya tenemos suficientes problemas tal cual estamos. -pregunto confundido y finalizo con una mueca, ya que no sé de ninguna bruja que podría enojarse con lo ocurrido. Me quedo absorto con sus palabras en mi cabeza, cuando él cambia el tema nuevamente:
- ¿Por qué te han asignado a esa mujer? -lo miro con los ojos como platos:
- ¿Te refieres a Lady Katrina? Fue uno de sus empleados quién vino a ofrecerme el puesto de capataz en su finca. De hecho, la conocí en esta misma posada...
- ¿Es por lo del embarazo? -¡Abro mis ojos espantado ante tal noticia!
- Pero... ¿Cómo puedes decir que Lady Katrina está embarazada? -Gruñón no la conoce, ¿o si?
- Supongo que has tenido más suerte que yo a ese respecto. Al menos puedes estar con un ser querido. Yo... yo ya no podré verla.
- ¿Suerte? ¡Si ni siquiera la he besado, ¿cómo esperas que la haya embarazado?¡ -pregunto poniéndome colorado de nuevo, aunque palidezco con la misma rapidez mientras pienso en voz alta- Aunque sólo ha enviudado hace 3 meses, el difunto podría ser el padre después de todo... -Digo dejándome caer al suelo, totalmente deprimido ante la perspectiva de que el muerto siga tan presente en la vida de mi bella patrona...
"Yo ya no podré verla"... De pronto, veo la tristeza que vive el enano y otra idea más peligrosa hace que salgan chispas de mis ojos:
- ¿Acaso TÚ embarazaste a Lady Katrina? -sin mediar otra palabra, me levanto furioso y rápidamente pongo la punta de mi espada en su cuello, mientras mis narinas se abren y cierran.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Pero... ¿Cómo puedes decir que Lady Katrina está embarazada?-¿Lady Katrina? ¿Embarazada? ¿Y él que sabía? Nunca había oído hablar de esa mujer hasta el momento, pero en cualquier caso no le interesaba saber si estaba en cinta o no, pues el embarazo de Blanca ya había sido lo suficiente traumático para él y sus hermanos. No porque hubiese sido malo, ya que la princesa gozaba de un estado inmejorable de salud... Los malestares habían sido el preludio a la buena y mala noticia a la vez, incluso habían solicitado la segunda opinión de un doctor experimentado, después de que Blanca Nieves afirmase que Yer Noligma le había hablado sobre la vida que se gestaba dentro de su ser. ¡Ah! Gruñón lo pasaba muy mal cada vez que pensaba en ello, pues su piel estaba ahora pálida, y sus ojos avellanados y grandes brillaban con una inusual melancolía. Pensar en Blanca le provocaba ese efecto.
- ¿Suerte? ¡Si ni siquiera la he besado, ¿cómo esperas que la haya embarazado?¡ Aunque sólo ha enviudado hace 3 meses, el difunto podría ser el padre después de todo... -El comentario de Paul lo hizo mirarlo de nuevo, bueno, más bien mirarla. La mujer se había dejado caer como si se hallase abatida por un gran dolor como el suyo. Vaya, el poney se había enamorado. Lamentablemente, el no entendía del asunto, ni de quien era el padre del bebé que esperaba la tal Katrina. Mucho era que sabía de la paternidad del retoño de Blanca Nieves.
- ¿Acaso TÚ embarazaste a Lady Katrina? -Se incorporó con vehemencia, apurándose en desembainar la espada que momentos antes habia blandido contra las piratas. Se veía bastante interesante pese a todo, con aquellas prendas grandes y armada hasta los dientes. Sin embargo, aquello no hizo mñas que enfadar a Gruñón... O Gruñona.
-¿Qué? Pero a ver, ¿Que diantres estás diciendo? ¿Embarazar yo a Lady Katrina?-Igual estaba hablando demasiado alto, pero no podía controlar su indignación. Un tomate, esa era la descripción gráfica del enano en ese momento. Ya fuese de furia, ante una acusación injusta; o de vergüenza, pues él nunca había intimado con mujeres, siendo de paso que no le apetecía hablar del tema. Con el dorso de la mano, apartó ligeramente de su cuello la espada, empujando por el filo no cortante-¿Tengo pinta de ir dejando a mujeres embarazadas?-Se señaló con la otra mano. Bueno, con esas pintas no, desde luego. Parecía una de esas amas de casa nórdicas que guisaban tan bien como luchaban en un campo de batalla. Sin ganas de iniciar una pelea, pero por si acaso, sus dedos rozaron el mango del hacha que colgaba de su cinto-A lo mejor-Dijo con malicia-Ha sido tu capitán. No sería la primera vez que planta su semilla en el huerto equivocado-Por eso precisamente estaban allí, ¿Verdad? El había sido el guardián de Blanca Nieves... Y poney el de Roberts.
- ¿Suerte? ¡Si ni siquiera la he besado, ¿cómo esperas que la haya embarazado?¡ Aunque sólo ha enviudado hace 3 meses, el difunto podría ser el padre después de todo... -El comentario de Paul lo hizo mirarlo de nuevo, bueno, más bien mirarla. La mujer se había dejado caer como si se hallase abatida por un gran dolor como el suyo. Vaya, el poney se había enamorado. Lamentablemente, el no entendía del asunto, ni de quien era el padre del bebé que esperaba la tal Katrina. Mucho era que sabía de la paternidad del retoño de Blanca Nieves.
- ¿Acaso TÚ embarazaste a Lady Katrina? -Se incorporó con vehemencia, apurándose en desembainar la espada que momentos antes habia blandido contra las piratas. Se veía bastante interesante pese a todo, con aquellas prendas grandes y armada hasta los dientes. Sin embargo, aquello no hizo mñas que enfadar a Gruñón... O Gruñona.
-¿Qué? Pero a ver, ¿Que diantres estás diciendo? ¿Embarazar yo a Lady Katrina?-Igual estaba hablando demasiado alto, pero no podía controlar su indignación. Un tomate, esa era la descripción gráfica del enano en ese momento. Ya fuese de furia, ante una acusación injusta; o de vergüenza, pues él nunca había intimado con mujeres, siendo de paso que no le apetecía hablar del tema. Con el dorso de la mano, apartó ligeramente de su cuello la espada, empujando por el filo no cortante-¿Tengo pinta de ir dejando a mujeres embarazadas?-Se señaló con la otra mano. Bueno, con esas pintas no, desde luego. Parecía una de esas amas de casa nórdicas que guisaban tan bien como luchaban en un campo de batalla. Sin ganas de iniciar una pelea, pero por si acaso, sus dedos rozaron el mango del hacha que colgaba de su cinto-A lo mejor-Dijo con malicia-Ha sido tu capitán. No sería la primera vez que planta su semilla en el huerto equivocado-Por eso precisamente estaban allí, ¿Verdad? El había sido el guardián de Blanca Nieves... Y poney el de Roberts.
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Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Las guardias salen disparadas en todas direcciones. Por lo menos algunas de ellas se toparán con las 3 fugitivas, ya que no quedarán calles sin revisar. Y digo "fugitivas" porque no habría razón de que se escabulleran si no fuera porque son culpables. Aunque lamento eso de las dos que me ayudaron, ya que de veras pensaba darles comida y alojamiento gratis como agradecimiento...
En fin, ahora hay que ordenar este jaleo. Me doy vuelta y pongo mis manos en la cintura: ¿Qué hacer primero? Amarrar los caballos, sin duda.
- Cosette, sujeta a ese marrón mientras yo sujeto a este blanco. -le digo a mi hermana, sin embargo, me fijo que ella sigue aovillada en el piso.- ¿Aún te duele? -pregunto preocupada. Entonces amarro rápido al caballo blanco en la barra del bar y voy a amarrar el marrón también en uno de los pilares, para dirigirme finalmente junto a mi hermano, digo, hermana.
- ¡Aqui traigo un poco de agua con açúcar! -dice Rosette quien llega corriendo desde la cocina. Cosette toma un poco y, ahora que no está sola, tomo los caballos para dejarlos en las caballerizas antes que hagan caca.
Voy a abrir la puerta cuando escucho gritos, de mujeres. Pongo mi oído y escucho trozos:
"-¿Es por lo del embarazo? Supongo que has tenido más suerte que yo a ese respecto. Al menos puedes estar con un ser querido. Yo... yo ya no podré verla.
- ¿Suerte? ¡Si ni siquiera la he besado, ¿cómo esperas que la haya embarazado?¡ Aunque sólo ha enviudado hace 3 meses, el difunto podría ser el padre después de todo... ¿Acaso TÚ embarazaste a Lady Katrina?"
Abro los ojos de espanto, ¡ya que la conversación tan acalorada tiene que ver con la condesa! Vaya lío, si resulta cierto... Aunque la dama en cuestión es una viuda, y bien puede hacer lo que quiera, aunque las chismosas del pueblo de seguro le harán la vida imposible. Ni hablar de que siempre tratarán al bebé de bastardo. Vuelvo a poner el oído, y lo raro es que parece que se ambas mujeres se acusan de embarazar a la condesa. ¡Pero eso es imposible!
Aunque, como yo ahora "soy" un hombre, quizás las mujeres que discuten también tienen sus sexos cambiados. Si es cierto, entonces ambas (o mejor dicho, ambos) tendrían el aparataje para embarazar mujeres.
Como la discusión sigue, me decido a interrumpirla por varias razones: Debo guardar luego los caballos, para poder ordenar mi posada y... ¡Me muero de curiosidad de saber quiénes son!
Abro el portón y me topo con nada más ni nada menos que la espadachín y la enana:
- ¿Ustedes? -pregunto sorprendida. Mi primer impulso es llamar a las guardias, sin embargo, la gratitud es más fuerte y entro los caballos y cierro la puerta lo más rápido que puedo.- ¿Me pueden explicar que es eso de que la condesa está embarazada?
Me fijo entonces que, si son hombres, podría haberlos conocido de antes. Me fijo en las facciones de la espadachín, luego en la mujer a su lado, pelirroja, cuando...
- ¿Eres Paul, quién siempre trae las naufragas pelirrojas? -¡No puede ser! Pero... su larga nariz, y sus ropas, me recuerdan mucho al tipo que trajo a Ari y Helena a nuestra posada. Y, como no, ahora trajo a la enana pelirroja...- ¿De donde sacas infinitudes de pelirrojas desamparadas? ¡Os aclaro que mi posada no es beneficencia!
En fin, ahora hay que ordenar este jaleo. Me doy vuelta y pongo mis manos en la cintura: ¿Qué hacer primero? Amarrar los caballos, sin duda.
- Cosette, sujeta a ese marrón mientras yo sujeto a este blanco. -le digo a mi hermana, sin embargo, me fijo que ella sigue aovillada en el piso.- ¿Aún te duele? -pregunto preocupada. Entonces amarro rápido al caballo blanco en la barra del bar y voy a amarrar el marrón también en uno de los pilares, para dirigirme finalmente junto a mi hermano, digo, hermana.
- ¡Aqui traigo un poco de agua con açúcar! -dice Rosette quien llega corriendo desde la cocina. Cosette toma un poco y, ahora que no está sola, tomo los caballos para dejarlos en las caballerizas antes que hagan caca.
Voy a abrir la puerta cuando escucho gritos, de mujeres. Pongo mi oído y escucho trozos:
"-¿Es por lo del embarazo? Supongo que has tenido más suerte que yo a ese respecto. Al menos puedes estar con un ser querido. Yo... yo ya no podré verla.
- ¿Suerte? ¡Si ni siquiera la he besado, ¿cómo esperas que la haya embarazado?¡ Aunque sólo ha enviudado hace 3 meses, el difunto podría ser el padre después de todo... ¿Acaso TÚ embarazaste a Lady Katrina?"
Abro los ojos de espanto, ¡ya que la conversación tan acalorada tiene que ver con la condesa! Vaya lío, si resulta cierto... Aunque la dama en cuestión es una viuda, y bien puede hacer lo que quiera, aunque las chismosas del pueblo de seguro le harán la vida imposible. Ni hablar de que siempre tratarán al bebé de bastardo. Vuelvo a poner el oído, y lo raro es que parece que se ambas mujeres se acusan de embarazar a la condesa. ¡Pero eso es imposible!
Aunque, como yo ahora "soy" un hombre, quizás las mujeres que discuten también tienen sus sexos cambiados. Si es cierto, entonces ambas (o mejor dicho, ambos) tendrían el aparataje para embarazar mujeres.
Como la discusión sigue, me decido a interrumpirla por varias razones: Debo guardar luego los caballos, para poder ordenar mi posada y... ¡Me muero de curiosidad de saber quiénes son!
Abro el portón y me topo con nada más ni nada menos que la espadachín y la enana:
- ¿Ustedes? -pregunto sorprendida. Mi primer impulso es llamar a las guardias, sin embargo, la gratitud es más fuerte y entro los caballos y cierro la puerta lo más rápido que puedo.- ¿Me pueden explicar que es eso de que la condesa está embarazada?
Me fijo entonces que, si son hombres, podría haberlos conocido de antes. Me fijo en las facciones de la espadachín, luego en la mujer a su lado, pelirroja, cuando...
- ¿Eres Paul, quién siempre trae las naufragas pelirrojas? -¡No puede ser! Pero... su larga nariz, y sus ropas, me recuerdan mucho al tipo que trajo a Ari y Helena a nuestra posada. Y, como no, ahora trajo a la enana pelirroja...- ¿De donde sacas infinitudes de pelirrojas desamparadas? ¡Os aclaro que mi posada no es beneficencia!
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Miro a la enana negando el hecho, y, aunque le creo, dejo la espada en su cuello unos instantes, con la inseguridad de haber perdido de pronto, de forma definitiva y para siempre, el amor de Lady Katrina para otro. Pero ella aleja el filo de su cuello y, lentamente, sigo ese movimiento, hasta que la punta de la espada cae sonoramente en el suelo:
- Pero... ¿cómo sabes que ella está embarazada? -Insisto, tratando de comprender todo el menjunje de emociones que me transbordan.
- A lo mejor... ha sido tu capitán. No sería la primera vez que planta su semilla en el huerto equivocado. -Inclino mi cabeza, sopesando las palabras de Gruñón, quien, desde que lo conocí acusa a mi capitán de haber deshonrado a su hermana. O a alguna mujer que él ama mucho.
- ¡Deja de acusar a mi capitán! ¡El temible Pirata Roberts no se metería con una enana! -digo envainando la espada en el estuche y sentádome de nuevo en la paja, y sólo sentado me fijo que su mano está también apoyada en su hacha. Trago saliva al recordar cómo me hirió el tobillo, y nervioso trato de alejarlo del lado peligroso, diciendo lo primero que se me ocurre:- ¡Sólo dices cosas absurdas! -Mi respiración se regulariza, ya que de absurdo en absurdo, empiezo a querer creer que las cosas que dice el enano no tienen fundamento. Quizás mi bella patrona no está embarazada después de todo...
- ¿Ustedes? -¡Pego un salto, ya que alguien ha entrado, sorprendiéndonos! Rápidamente desenvaino mi espada, de pie y listo para enfrentarme a las guardias, cuando reconozco a Babette/o, quien entra con la hermosa yegua blanca (¡No la mires tanto, que es un macho!) y el caballo marrón (que ése sí debe ser una hembra, pero así no me llama la atención, la verdad)- ¿Me pueden explicar que es eso de que la condesa está embarazada?
Doy un sonoro resoplido, ya que me estoy acostumbrando a la idea de que en realidad es un invento del enano, y así se me hace más dificil de creerlo:
- Él lo ha dicho, pero yo no sé nada al respecto. -aclaro serio apuntando a Gruñón (sin percatarme que lo llamo de hombre, a pesar de su aparencia de mujer), que el tema no es para chistes.
Babette nos observa, uno a otro, hasta que sus ojos se iluminan, como si hubiera compreendido algo:
- ¿Eres Paul, quién siempre trae las naufragas pelirrojas? -Si, ella me ha compreendido... ¡Y me ha reconocido! Eso de andar en el anonimato me tiene mal, así que sonrío con la feliz coincidencia de que sea ¡la segunda persona del día en acordarse de mí! Raro que eso haya pasado cuando estoy con cuerpo de mujer, sin embargo, no puedo reclamar de mi buena fortuna...- ¿De donde sacas infinitudes de pelirrojas desamparadas? ¡Os aclaro que mi posada no es beneficencia! -... La sonrisa se congela. ¡Ni que buena fortuna ni que nada!
- ¡Esto es injusto! ¿Por qué sólo te acuerdas de lo malo? -digo frustrado, volviendo a sentarme desganado en la paja- De cuando venía con mi capitán, el Pirata Roberts, a tu posada, ¡no os acuerdas de nada! ¡Pasamos muchas noches cantando hasta el amanecer! O quando salvé a tu hermana Rosette de ahogarse, cuando recién había regresado de su largo viaje, ¡tampoco nadie lo recuerda! El sr. Blanck y Gruñón son los únicos que se acordaron de mí, y sólo los había visto una vez antes. ¡En cambio a tí os veía cada vez que el Revenge venía al puerto de Marshovia! -Ni hablar de mi capitán, quién me conoció desde que era un potrillo. ¡Así no puedo aguantar tamaño olvido de todos ellos!
- Pero... ¿cómo sabes que ella está embarazada? -Insisto, tratando de comprender todo el menjunje de emociones que me transbordan.
- A lo mejor... ha sido tu capitán. No sería la primera vez que planta su semilla en el huerto equivocado. -Inclino mi cabeza, sopesando las palabras de Gruñón, quien, desde que lo conocí acusa a mi capitán de haber deshonrado a su hermana. O a alguna mujer que él ama mucho.
- ¡Deja de acusar a mi capitán! ¡El temible Pirata Roberts no se metería con una enana! -digo envainando la espada en el estuche y sentádome de nuevo en la paja, y sólo sentado me fijo que su mano está también apoyada en su hacha. Trago saliva al recordar cómo me hirió el tobillo, y nervioso trato de alejarlo del lado peligroso, diciendo lo primero que se me ocurre:- ¡Sólo dices cosas absurdas! -Mi respiración se regulariza, ya que de absurdo en absurdo, empiezo a querer creer que las cosas que dice el enano no tienen fundamento. Quizás mi bella patrona no está embarazada después de todo...
- ¿Ustedes? -¡Pego un salto, ya que alguien ha entrado, sorprendiéndonos! Rápidamente desenvaino mi espada, de pie y listo para enfrentarme a las guardias, cuando reconozco a Babette/o, quien entra con la hermosa yegua blanca (¡No la mires tanto, que es un macho!) y el caballo marrón (que ése sí debe ser una hembra, pero así no me llama la atención, la verdad)- ¿Me pueden explicar que es eso de que la condesa está embarazada?
Doy un sonoro resoplido, ya que me estoy acostumbrando a la idea de que en realidad es un invento del enano, y así se me hace más dificil de creerlo:
- Él lo ha dicho, pero yo no sé nada al respecto. -aclaro serio apuntando a Gruñón (sin percatarme que lo llamo de hombre, a pesar de su aparencia de mujer), que el tema no es para chistes.
Babette nos observa, uno a otro, hasta que sus ojos se iluminan, como si hubiera compreendido algo:
- ¿Eres Paul, quién siempre trae las naufragas pelirrojas? -Si, ella me ha compreendido... ¡Y me ha reconocido! Eso de andar en el anonimato me tiene mal, así que sonrío con la feliz coincidencia de que sea ¡la segunda persona del día en acordarse de mí! Raro que eso haya pasado cuando estoy con cuerpo de mujer, sin embargo, no puedo reclamar de mi buena fortuna...- ¿De donde sacas infinitudes de pelirrojas desamparadas? ¡Os aclaro que mi posada no es beneficencia! -... La sonrisa se congela. ¡Ni que buena fortuna ni que nada!
- ¡Esto es injusto! ¿Por qué sólo te acuerdas de lo malo? -digo frustrado, volviendo a sentarme desganado en la paja- De cuando venía con mi capitán, el Pirata Roberts, a tu posada, ¡no os acuerdas de nada! ¡Pasamos muchas noches cantando hasta el amanecer! O quando salvé a tu hermana Rosette de ahogarse, cuando recién había regresado de su largo viaje, ¡tampoco nadie lo recuerda! El sr. Blanck y Gruñón son los únicos que se acordaron de mí, y sólo los había visto una vez antes. ¡En cambio a tí os veía cada vez que el Revenge venía al puerto de Marshovia! -Ni hablar de mi capitán, quién me conoció desde que era un potrillo. ¡Así no puedo aguantar tamaño olvido de todos ellos!
- Spoiler:
- Off: ¡Y la lengua más rápida de las Tierras Encantadas ha atacado de nuevo!
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
-Ni siquiera conozco a esa condesa-Se quejó Gruñón, indignado por el giro que estaba tomando la conversación, que le era muy incómodo.
No le interesaban los juegos de cama de otros, asi como los hijos que engendrasen estos. ¡Arrrrg! Empezaba a dolerle la cabeza con tanto lio, y por si fuera poco, Balbo, trayendo a dos jamelgos, acababa de irrumpir en mitad de una conversación de Guardianes, como si sonsacarle ciudad a Paul fuese tarea fácil... Hablaba mucho, pero no soltaba prenda de su misión para con la Bruja del tiempo.
-¿Pelirrojas?-Repitió, mirando entonces al poney, como si fuese una especie de pervertido fetichista con interés por las mujeres de pelo de fuego. Instintivamente, se cubrió con los brazos en un gesto femenino-¡Yo no soy una mujer extraviada!-Se percató de su actitud y se cruzó de brazos con violencia, para disimular-Soy un enano-Fulmino a Paul con sus ojos oscuros, pero no perdió detalle cuando este comenzó a hablar.
No tenía sentido alguno, hablaba como si no fuese un guardián, como si el polvo verde lo hubiera desubicado de su cuento de alguna forma, pero Gruñón sabía que eso no podía ser posible. Sus hermanos habían olvidado a Blanca, y sólo los que estuvieron a salvo en Londres podian recordar antes de la vuelta atrás. Pero el comportamiento del pirata era extraño, como si el hechizo no afectase a su memoria. Empalidecio, ¿Era posible que no le afectase por ser un equestriano? No, el poder de la bruja era grande e insondable, nadie escapaba de su control... ¿O no? Gruñón sentía una oleada de contradictorias emociones.
-Tu... tu no eres un guardián-Solto con un hilo de voz-No puedes serlo... Pero recuerdas-Se olvidó por un momento de Balbo, taladrando a Paul con la mirada, exigiendo una respuesta de forma silenciosa-Me recuerdas... ¿Como es posible?
No le interesaban los juegos de cama de otros, asi como los hijos que engendrasen estos. ¡Arrrrg! Empezaba a dolerle la cabeza con tanto lio, y por si fuera poco, Balbo, trayendo a dos jamelgos, acababa de irrumpir en mitad de una conversación de Guardianes, como si sonsacarle ciudad a Paul fuese tarea fácil... Hablaba mucho, pero no soltaba prenda de su misión para con la Bruja del tiempo.
-¿Pelirrojas?-Repitió, mirando entonces al poney, como si fuese una especie de pervertido fetichista con interés por las mujeres de pelo de fuego. Instintivamente, se cubrió con los brazos en un gesto femenino-¡Yo no soy una mujer extraviada!-Se percató de su actitud y se cruzó de brazos con violencia, para disimular-Soy un enano-Fulmino a Paul con sus ojos oscuros, pero no perdió detalle cuando este comenzó a hablar.
No tenía sentido alguno, hablaba como si no fuese un guardián, como si el polvo verde lo hubiera desubicado de su cuento de alguna forma, pero Gruñón sabía que eso no podía ser posible. Sus hermanos habían olvidado a Blanca, y sólo los que estuvieron a salvo en Londres podian recordar antes de la vuelta atrás. Pero el comportamiento del pirata era extraño, como si el hechizo no afectase a su memoria. Empalidecio, ¿Era posible que no le afectase por ser un equestriano? No, el poder de la bruja era grande e insondable, nadie escapaba de su control... ¿O no? Gruñón sentía una oleada de contradictorias emociones.
-Tu... tu no eres un guardián-Solto con un hilo de voz-No puedes serlo... Pero recuerdas-Se olvidó por un momento de Balbo, taladrando a Paul con la mirada, exigiendo una respuesta de forma silenciosa-Me recuerdas... ¿Como es posible?
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Gruñón
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Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
Miro a una y a otra alternadamente, buscando deducir quién miente, sin embargo, veo mucha sinceridad en el enojo de la enana pelirroja, así como en las muchas palabras de la versión femenina de Paul. De hecho... sus palabras referentes a una gran familiaridad con el pirata Roberts me empiezan a provocar un ligero dolor de cabeza... Porque lo conozco, pero él no es un "asiduo" frecuentador de mi posada. Y las pocas veces que ha venido, sí ha cantado junto a algunos miembros de su tripulación, pero nunca junto al misterioso Paul:
- ¡Ay! -El dolor se me hace más fuerte cuando nuevamente repite eso que mi hermana Rosette había regresado... ¡Si nunca se ha ido! De todas formas, mis ojos se llenan de lágrimas mientras también siento mi pecho apretarse con una gran angustia:
- ¡Basta! ¡Callaos! -grito derrumbándome en el piso- ¡Mi hermana nunca estuvo a punto de ahogarse, por lo que no la has salvado ni nada!
Y antes que la mujer de negros cabellos abra la boca, la enana empieza a hablarle, en un tono tan acusatorio como el mío. Sin embargo, sus palabras no me ayudan a disminuir los golpes dentro de mi cabeza, ¡sino que éstos aumentan más!
- ¡No hay nada que recordar! -grito de pronto, ya que además del dolor, una triste melodía empieza a rodearme, y por más que me cubra los oídos, la escucho cada vez más alta- ¡Detengan a ese violino!
- ¡Ay! -El dolor se me hace más fuerte cuando nuevamente repite eso que mi hermana Rosette había regresado... ¡Si nunca se ha ido! De todas formas, mis ojos se llenan de lágrimas mientras también siento mi pecho apretarse con una gran angustia:
- ¡Basta! ¡Callaos! -grito derrumbándome en el piso- ¡Mi hermana nunca estuvo a punto de ahogarse, por lo que no la has salvado ni nada!
Y antes que la mujer de negros cabellos abra la boca, la enana empieza a hablarle, en un tono tan acusatorio como el mío. Sin embargo, sus palabras no me ayudan a disminuir los golpes dentro de mi cabeza, ¡sino que éstos aumentan más!
- ¡No hay nada que recordar! -grito de pronto, ya que además del dolor, una triste melodía empieza a rodearme, y por más que me cubra los oídos, la escucho cada vez más alta- ¡Detengan a ese violino!
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Ni siquiera conozco a esa condesa. -dice Gruñón, y de pronto, sonrío contento, ya que no puede saber nada de Lady Katrina si no la conoce, ¡lo que quiere decir que todo eso del embarazo de mi patrona no puede ser verdad!
- ¿Pelirrojas?
- Pues, encontré a Ari y Elena en la playa, y nos la podía dejar allá, solas y extraviadas... -trato de explicarme, sin embargo, Gruñón me interrumpe:
- ¡Yo no soy una mujer extraviada! -¿se cubre los pechos?- Soy un enano.
- ¡Os aclaro que mi posada no es beneficencia! -dice Babette.
- ¡Esto es injusto! ¿Por qué sólo te acuerdas de lo malo? -digo frustrado, volviendo a sentarme desganado en la paja- De cuando venía con mi capitán, el Pirata Roberts, a tu posada, ¡no os acuerdas de nada! ¡Pasamos muchas noches cantando hasta el amanecer! O quando salvé a tu hermana Rosette de ahogarse, cuando recién había regresado de su largo viaje, ¡tampoco nadie lo recuerda! El sr. Blanck y Gruñón son los únicos que se acordaron de mí, y sólo los había visto una vez antes. ¡En cambio a tí os veía cada vez que el Revenge venía al puerto de Marshovia! -Ni hablar de mi capitán, quién me conoció desde que era un potrillo. ¡Así no puedo aguantar tamaño olvido de todos ellos!
- ¡Basta! ¡Callaos! ¡Mi hermana nunca estuvo a punto de ahogarse, por lo que no la has salvado ni nada! -dice Babette, con su voz ronca tiritando por la emoción. La observo, mudo porque me impresiona el hecho que ella y Roberts se sientan mal en mi presencia. ¿Tendré algo que hace reaccionar al hechizo de Wesley? Y ella niega el hecho de que haya salvado a su hermana... Lanzo un resoplido, ya que por lo menos el mar es testigo de mi presencia, aunque infelizmente el mar no tenga ni boca ni memoria para decirles a todos mi existencia...
- Tu... tu no eres un guardián. -Gruñón me interrumpe el tren de pensamiento, con una voz tan baja que me impacta por la diferencia ante los gritos anteriores- No puedes serlo... Pero recuerdas. -doy un resoplido demostrando el fin de mi paciencia antes de decir:
- Os dije: Soy un capataz, y antes fui contramaestre. ¡Y antes fui huérfano! Lo tengo todo bien grabado aquí. -digo apuntando a mi cabeza ¿Es lo normal en los enanos ser tan duros de cabeza?
- Me recuerdas... ¿Como es posible? -Doy otro resoplido, ahora con una mueca de sonrisa, ya que no puede ser verdad que insista en la misma tecla:
- Era el feliz contramaestre del Revenge hasta que fuimos invitados a una fiesta en el palacio de Ela. -le miro, para ver si me entiende antes de seguir. Bueno, en realidad no espero nada, ya que sigo así mismo- Yo me quedé rezagado, separado de ellos, cuando una cosa muy rara pasó: Un polvo verde lo cubrió todo y luego una luz enceguecedora. Salí del palacio, pero cuando llegué al barco, mis amigos me atacaron y me hicieron prisionero, sin recordar siquiera al poney...
- ¡No hay nada que recordar! -pego un salto con la interrupción de Babette, muy rara gimiendo en el piso- ¡Detengan a ese violino! -dice cubriendo sus oídos, pero yo no escucho nada más a parte de los ruidos normales de los caballos, así como la vida que sigue sucediendo fuera de las caballerizas.
- ¿Cuál violino? Yo no oigo nada. -digo levantándome y acercándome a Babette. Quiero abrazarla, ya que no se me ocurre otra cosa para intentar tranquilizarlo. Tranquilizarla. Como sea, para que deje de sufrir de esa forma, incluso olvidando de vigilar al enano, pues le doy la espalda.
- ¿Pelirrojas?
- Pues, encontré a Ari y Elena en la playa, y nos la podía dejar allá, solas y extraviadas... -trato de explicarme, sin embargo, Gruñón me interrumpe:
- ¡Yo no soy una mujer extraviada! -¿se cubre los pechos?- Soy un enano.
- ¡Os aclaro que mi posada no es beneficencia! -dice Babette.
- ¡Esto es injusto! ¿Por qué sólo te acuerdas de lo malo? -digo frustrado, volviendo a sentarme desganado en la paja- De cuando venía con mi capitán, el Pirata Roberts, a tu posada, ¡no os acuerdas de nada! ¡Pasamos muchas noches cantando hasta el amanecer! O quando salvé a tu hermana Rosette de ahogarse, cuando recién había regresado de su largo viaje, ¡tampoco nadie lo recuerda! El sr. Blanck y Gruñón son los únicos que se acordaron de mí, y sólo los había visto una vez antes. ¡En cambio a tí os veía cada vez que el Revenge venía al puerto de Marshovia! -Ni hablar de mi capitán, quién me conoció desde que era un potrillo. ¡Así no puedo aguantar tamaño olvido de todos ellos!
- ¡Basta! ¡Callaos! ¡Mi hermana nunca estuvo a punto de ahogarse, por lo que no la has salvado ni nada! -dice Babette, con su voz ronca tiritando por la emoción. La observo, mudo porque me impresiona el hecho que ella y Roberts se sientan mal en mi presencia. ¿Tendré algo que hace reaccionar al hechizo de Wesley? Y ella niega el hecho de que haya salvado a su hermana... Lanzo un resoplido, ya que por lo menos el mar es testigo de mi presencia, aunque infelizmente el mar no tenga ni boca ni memoria para decirles a todos mi existencia...
- Tu... tu no eres un guardián. -Gruñón me interrumpe el tren de pensamiento, con una voz tan baja que me impacta por la diferencia ante los gritos anteriores- No puedes serlo... Pero recuerdas. -doy un resoplido demostrando el fin de mi paciencia antes de decir:
- Os dije: Soy un capataz, y antes fui contramaestre. ¡Y antes fui huérfano! Lo tengo todo bien grabado aquí. -digo apuntando a mi cabeza ¿Es lo normal en los enanos ser tan duros de cabeza?
- Me recuerdas... ¿Como es posible? -Doy otro resoplido, ahora con una mueca de sonrisa, ya que no puede ser verdad que insista en la misma tecla:
- Era el feliz contramaestre del Revenge hasta que fuimos invitados a una fiesta en el palacio de Ela. -le miro, para ver si me entiende antes de seguir. Bueno, en realidad no espero nada, ya que sigo así mismo- Yo me quedé rezagado, separado de ellos, cuando una cosa muy rara pasó: Un polvo verde lo cubrió todo y luego una luz enceguecedora. Salí del palacio, pero cuando llegué al barco, mis amigos me atacaron y me hicieron prisionero, sin recordar siquiera al poney...
- ¡No hay nada que recordar! -pego un salto con la interrupción de Babette, muy rara gimiendo en el piso- ¡Detengan a ese violino! -dice cubriendo sus oídos, pero yo no escucho nada más a parte de los ruidos normales de los caballos, así como la vida que sigue sucediendo fuera de las caballerizas.
- ¿Cuál violino? Yo no oigo nada. -digo levantándome y acercándome a Babette. Quiero abrazarla, ya que no se me ocurre otra cosa para intentar tranquilizarlo. Tranquilizarla. Como sea, para que deje de sufrir de esa forma, incluso olvidando de vigilar al enano, pues le doy la espalda.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
- Off:
- Off: Avísenme si hay que cambiar algo, que me meto en este tema de golpe.
Había ido a la aldea para verificar si mi familia, principalmente mi hermana menor Prudence, estuviera sana y salva, cuando un humo rosa muy raro cubre la calle. Lo peor es verificar que una vez que el humo desaparece, hay algo raro en mis pantalones. Con horror descubro que tengo algo muy parecido a lo que ví en Pedro (le he espiado bañándose), así como mis senos han desaparecido. ¿Por qué soy un hombre ahora? Porque es eso lo que veo en el reflejo de la ventana.
- Versión hombre:
En mi casa, la confusión es de locos, ya que mi padre es una mujer pelirroja, y mi madre un hombre moreno. No veo a mi hermana, pero escuchar chillidos de hombre venidos desde arriba me dicen que está viva... Que no puedo decir que está bien.
Me detengo un buen rato observándolos, hasta que ruidos en la calle me hacen necesario cambiar mi atención hacia la hilera de guardias que corren. ¿Adónde van? No lo sé, pero se me ocurre que quizás tiene relación con el humo rosa y este cambio tan absurdo.
Las sigo, pero no de muy cerca, ya que he oído muchas veces que me acusen de brujería como para no esperar que me culpen de esto. Me sorprendo en todo caso que entren en la taberna del Poney Pisador, ya que las hermanas Bimbette tienen fama de todo, menos de brujas.
Luego de ver movimiento de allá y para cá, la curiosidad me hace acercarme a dónde entraron las mujeres que huyeron. (Que nadie "inocente" sale y deja un banco atravesado en la puerta) Lo raro es que todo queda relativamente tranquilo una vez que las guardias salen disparadas... o quedan tranquilas hasta que un hombre empieza a gritar.
Como ya deduje que es una mujer, al parecer en peligro, hago fuerza y empujo la puerta. Y tal cual como me imaginaba, la mujer (que debe ser un hombre) quiere atrapar al hombre que está sufriendo (que debe ser una mujer):
- ¡Suéltala o atravesaré tu corazón con mi flecha! -finalizo mi frase ya en posición lista para soltar la cuerda.
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
-Esto es de locos-Masculló el enano entre dientes, cuando la situación terminó de volverse insosteniblemente absurda. Una pieza se había separado del puzle, pero nuestro Gruñón no tardaría en escajarla en el lugar correcto y descubrir que era lo que se cocía allí. Balbo había entrado en pánico, víctima de algún tipo de dolor, al igual que la jaqueca (no literal) que le producía aquel asunto al Guardián de Blanca Nieves.
De nuevo la dichosa fiesta, esa que había mencionado antes el poney. La sola alusión lo hizo ponerse de un humor de perros, pero de pronto sus incoherencias empezaron a cobrar sentido para Gruñón de una forma, cuanto menos, escalofríante.
Polvo verde... Esa sustancia mezquina que había visto desde la ventana del castillo de la bruja del tiempo, en aquella tierra remota y mezquina llamada Londres, hubicada ni más ni menos en el mundo real. Gruñón había tratado de borrar ese episodio de su memoria pero era inútil. El hechizo que daba vuelta atrás a las manecillas del reloj, reiniciaba el trascurso de todos los cuentos, arrebatándoles a sus habitantes cualquier recuerdo de su vida anterior. A causa de semejante conjuro había perdido a su Blanca, siendo sustituida por una impostora escogida por los mismísimos agentes de aquella a la que llamaban reina. Gruñón era otra pieza más en ese juego que debía asegurar que no se repitiesen más episodios como los de su protegida.
Pero, ¿Cómo es que el poney había vislumbrado el polvo y aún mantenía intactos sus recuerdos? Sólo la magia del castillo de la Bruja era capaz de permitir tal proeza, una bendición (o castigo, pues albergar sus memorias era doloroso para Gruñón), otorgada por la señora de los cuentos, la misma que los esclavizaba. Si había otros, liberados del efecto del polvo verde, eso quería decir que por obligación una fuerza ajena a la Bruja capaz de protegerles.
Quieto, observó a su interlocutor asustado, confuso, furioso... Una mezcla indescifrable que albergaba varias emociones a la vez.
-¿Quién es Ela?-Exigió saber, agarrando con sus dedos como morcillas los brazos fibrosos de Paul-¡Dímelo! ¡Necesito conocerla!
¡No! ¿Y si es una trampa? ¿Se planteaba siquiera la traición de sus lealtades? Nunca jamás... Ya había traicionado una vez a las personas que quería.
Pero no hubo tiempo a que el poney contestase. Un pelirrojo acababa de interrumpir su conversación privada, apuntandole con la punta afilada de un virote con intenciones poco amistosas. Gruñón no podía permitir que le sucediese nada malo a aquel que podía suponerle una posibilidad de reencontrarse con Blanca, o de enmendar sus errores. Con su hacha en las manos, se interpuso entre el hombre y el poney.
-Ni se te ocurra tocarle un pelo, mocoso-Gruñó, haciendo honor a su nombre.
De nuevo la dichosa fiesta, esa que había mencionado antes el poney. La sola alusión lo hizo ponerse de un humor de perros, pero de pronto sus incoherencias empezaron a cobrar sentido para Gruñón de una forma, cuanto menos, escalofríante.
Polvo verde... Esa sustancia mezquina que había visto desde la ventana del castillo de la bruja del tiempo, en aquella tierra remota y mezquina llamada Londres, hubicada ni más ni menos en el mundo real. Gruñón había tratado de borrar ese episodio de su memoria pero era inútil. El hechizo que daba vuelta atrás a las manecillas del reloj, reiniciaba el trascurso de todos los cuentos, arrebatándoles a sus habitantes cualquier recuerdo de su vida anterior. A causa de semejante conjuro había perdido a su Blanca, siendo sustituida por una impostora escogida por los mismísimos agentes de aquella a la que llamaban reina. Gruñón era otra pieza más en ese juego que debía asegurar que no se repitiesen más episodios como los de su protegida.
Pero, ¿Cómo es que el poney había vislumbrado el polvo y aún mantenía intactos sus recuerdos? Sólo la magia del castillo de la Bruja era capaz de permitir tal proeza, una bendición (o castigo, pues albergar sus memorias era doloroso para Gruñón), otorgada por la señora de los cuentos, la misma que los esclavizaba. Si había otros, liberados del efecto del polvo verde, eso quería decir que por obligación una fuerza ajena a la Bruja capaz de protegerles.
Quieto, observó a su interlocutor asustado, confuso, furioso... Una mezcla indescifrable que albergaba varias emociones a la vez.
-¿Quién es Ela?-Exigió saber, agarrando con sus dedos como morcillas los brazos fibrosos de Paul-¡Dímelo! ¡Necesito conocerla!
¡No! ¿Y si es una trampa? ¿Se planteaba siquiera la traición de sus lealtades? Nunca jamás... Ya había traicionado una vez a las personas que quería.
Pero no hubo tiempo a que el poney contestase. Un pelirrojo acababa de interrumpir su conversación privada, apuntandole con la punta afilada de un virote con intenciones poco amistosas. Gruñón no podía permitir que le sucediese nada malo a aquel que podía suponerle una posibilidad de reencontrarse con Blanca, o de enmendar sus errores. Con su hacha en las manos, se interpuso entre el hombre y el poney.
-Ni se te ocurra tocarle un pelo, mocoso-Gruñó, haciendo honor a su nombre.
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Gruñón
7 enanos
Re: ¡Madre mía! ¡¿Que has hecho, victor?!
El pecho me duele, pero no es un dolor físico, sino que siento un dolor dentro de mi alma. Porque, aunque todas las palabras de Paul sean mentira, de todas formas me hacen brotar imágenes desordenadas en mi cabeza, de las camas de mis hermanas vacías, de tardes de espera en vano, todo con aquella melodía de violino que sólo me desgarra más el corazón... ¿Cuándo oí por primera vez esa melodía?
- ¿Cuál violino? Yo no oigo nada. -escucho la mujer decir, acercándose a mí en el piso. De forma refleja, trato de alejarme de ella, ¡ya que sus palabras me provocan tanto dolor!
- ¡Calla y lo oirás! -digo entre llantos, cuando otra voz de mujer se interpone al violino:
- ¿Quién es Ela? ¡Dímelo! ¡Necesito conocerla! -Ela... Yo conocí a Ela...
- ¡Aaay! -grito porque el dolor se hace insoportable, ya que siento agujas dentro de mi cabeza junto a la imagen de la bella dama de cabellos rojos-fuego, en un ambiente lujoso. Y la triste melodía del violino más fuerte- ¡Dejad de hacerme daño! -imploro cuando el portón de las caballerizas se abren y entra un hombre pelirrojo:
- ¡Suéltala o atravesaré tu corazón con mi flecha! -dice apuntándonos con su arco y flecha. Estiro la mano para que se detenga, pero el dolor es tan grande que vuelvo a gritar.
- Ni se te ocurra tocarle un pelo, mocoso. -Entremedio de mi dolor, me sorprendo al ver que, inocentes o no, la enana y la espadachín son muy unidos y se protegen. Recuerdo a mis hermanas, lejos... ¡No! ¡Ellas están aquí, conmigo, y nunca se han ido!
Las lágrimas me impiden ver bien, pero me limpio con las mangas de mi brazo antes de decir:
- ¡No os hagais daño! En mi posada nunca se ha muerto nadie... -bueno, hasta ahora, por lo menos. Miro confundida al pelirrojo (otro más para la colección), pero no logro recordarlo de ninguna parte, por más que algo en su rostro me sea familiar.- Sólo detengan al violino... -y vuelvo a enterrar mi cabeza entre mis manos.
- ¿Cuál violino? Yo no oigo nada. -escucho la mujer decir, acercándose a mí en el piso. De forma refleja, trato de alejarme de ella, ¡ya que sus palabras me provocan tanto dolor!
- ¡Calla y lo oirás! -digo entre llantos, cuando otra voz de mujer se interpone al violino:
- ¿Quién es Ela? ¡Dímelo! ¡Necesito conocerla! -Ela... Yo conocí a Ela...
- ¡Aaay! -grito porque el dolor se hace insoportable, ya que siento agujas dentro de mi cabeza junto a la imagen de la bella dama de cabellos rojos-fuego, en un ambiente lujoso. Y la triste melodía del violino más fuerte- ¡Dejad de hacerme daño! -imploro cuando el portón de las caballerizas se abren y entra un hombre pelirrojo:
- ¡Suéltala o atravesaré tu corazón con mi flecha! -dice apuntándonos con su arco y flecha. Estiro la mano para que se detenga, pero el dolor es tan grande que vuelvo a gritar.
- Ni se te ocurra tocarle un pelo, mocoso. -Entremedio de mi dolor, me sorprendo al ver que, inocentes o no, la enana y la espadachín son muy unidos y se protegen. Recuerdo a mis hermanas, lejos... ¡No! ¡Ellas están aquí, conmigo, y nunca se han ido!
Las lágrimas me impiden ver bien, pero me limpio con las mangas de mi brazo antes de decir:
- ¡No os hagais daño! En mi posada nunca se ha muerto nadie... -bueno, hasta ahora, por lo menos. Miro confundida al pelirrojo (otro más para la colección), pero no logro recordarlo de ninguna parte, por más que algo en su rostro me sea familiar.- Sólo detengan al violino... -y vuelvo a enterrar mi cabeza entre mis manos.
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