Para avanzar a veces hay que retroceder [Jareth]

Lugar: Bosque Encantado

No podía dormir. Simplemente no podía. Acomodando la capa sobre sus hombros, Anna caminaba por el claro, apartándose progresivamente del campamento improvisado que compartía con las otras dos niñas, guiándose por sus propios pensamientos turbulentos que incitaban al insomnio. Muy a pesar de que se había acurrucado en el suelo junto a ellas, el sueño se había negado a sumirla en los brazos de morfeo, mientras escuchaba la acompasada respiración de Hikari y Leanna, así pues, se había ofrecido voluntaria para hacer la primera guardia, estando convencida de que no le importaría mantenerse en vela toda la noche, ya que la vigilia era impuesta por su conciencia esa noche. Tras asegurarse de que sus movimientos no importunarían a las niñas, la princesa se removió con cuidado y abandonó el campamento de forma silenciosa, buscando tomar el aire y aclarar sus ideas. Una fina capa de sudor perlaba su frente, muy a pesar del frío que traía consigo el relente y las bajas nubes, dotando la escena de un ambiente de lo más tétrico. Pero Anna no prestaba atención. Su fugaz visita a la montaña prohibida la había dejado algo trastornada por más de un motivo, viéndose en la dificultad de arrancar de su mente las hirientes palabras que le había dedicado su hermana... Se frotó los ojos con fuerza, usando los nudillos, buscando ignorar semejantes puñaladas, convenciéndose de que lo que había vivido no era real ni siquiera. Una mala pasada de aquel diablillo les había jugado a todas y cada una de ellas, que aún se clavaba en su pecho con la espina del desconsuelo.

-¿De verdad soy una decepción para todos?-Murmuró con voz queda, notando como el aire helado mecía su pelo en varias direcciones a la vez. La congoja era grande y se empezó a preguntar que, si más que una mofa del destino, era que su hermana no deseaba reconciliarse con ella. Una dura misión reposaba sobre sus hombros, no sólo a responsabilidad de regresar de nuevo a la legítima reina al trono, sino algo que iba más allá de cualquier acto heróico: Reparar el vínculo roto, aquel lazo sanguíneo debilidado con el paso de los años, que agrandaba cada día más la distancia que había entre ellas. Determinada y cabezota, la princesa giró su torso y alzó la mirada hacia la luna que brillaba llena e intensa en lo alto del firmamento oscuro, arrojando haces de luz azulada a su alrededor, perfilando las siluetas con su pristina claridad -En alguna parte debes de estar, Elsa-Musitó impetuosa-Yo sólo quiero hallarme donde tu te encuentras ahora...

La noche se movía serena y tranquila con el simple balanceo del viento.
La luna cual moneda de plata teñida el mar como un camino plateado hacia mundos mágicos que nunca alcanzaremos.
Pero pese a la tranquilidad que había en esa noche, un silencioso intruso la perturbada, su figura fantasmagórica flotaba por la rasgada noche, como una estrella intrusa en el firmamento.

El ave surco el cielo oscuro robando la luz de la luna para reflejados con su blanco plumaje.
La lechuza escucho el casi susurró en la noche, y giro su vuelo hasta el lugar del rezo, un deseo de un corazón puro.
El anhelo de un alma desesperada por cumplir su deseó.
El aterrizaje no fue silencioso, pero tampoco escandaloso, como si el mismo ser quisiera ser admirado por la joven que lo miraba.
La lechuza se había encaramado a una rama baja y torció su cabeza como sólo lo saben hacer estas aves.
"¿Estas segura de lo que deseas?... ten cuidado, por que podrian cumplirse

Pero Anna sabía que, por muy deliberados que fuesen sus pasos, la arrastraban cada vez más lejos de su destino. La melancolía la embargaba, un sentimiento que sólo había sentido dos veces en su vida antes de ese momento, y que había menoscabado sus fuerzas con tal de hacerla caer. Pero ella se mantenía de pie como un vigoroso roble, aferrándose a ese optimismo insano. No tenía más remedio, sólo podía seguir adelante, por mucho que el pasado doliese ya que el futuro aún no estaba escrito y en sus manos estaba el poder de cambiarlo.

Tan ensimismada estaba que no vio a la lechuza, blanca impoluta como la luna que coronaba el cielo nocturno, la cual se posó regia sobre una de las ramas de un árbol cercano.

La palabras retumbaron en su interior, como si siguiesen el hilo de sus pensamientos y respondiesen de forma silenciosa.


-"Pero eso es lo que quiero"-Murmuró para sí, obstinada. ¿Cómo podía temer siquiera que sus sueños se cumpliesen? Si estos no hacían más que esquivarla de forma cruel. No, Anna ansiaba con toda su alma conseguir lo que deseaba, se había convertido en algo más que un simple ruego para ser una necesidad. Y cabezota como era, no se rendiría, no después de haber sufrido tanto-Eso es lo que quiero-Repitió, enfurruñada. Dio una patada a una piedra y se dio la vuelta, topándose con la imponente silueta del ave, que vigilantemente observaba desde las alturas. Por un momento se sobresaltó al verla, confundiéndola con un espectro de la oscuridad. Su pecho se sobrecogió del miedo, hasta que pudo corroborar que no era más que una lechuza-Oh-Dijo con la mano en el pecho-Me has asustado-Cruzó los brazos en su cintura, como si fuese a reprenderle, pero no le quedaban fuerzas para eso-Ahora incluso me dedico a hablar con lechuzas, ¿Qué será lo próximo?

La lechuza alzó el vuelo, o sería mejor dicho que saltó de la rama.
En cualquier casi en cuestión de segundos, las alas eran una capa, y el plumaje una melena de león, y como si fuera lo más normal del mundo el hombre que acababa de aparecer casi de la nada respondió.
-Tal vez que te responda...
La transformación había sido tan rápida que parecía un espejismo, como si uno de los dos, la lechuza o el hombre , no fuera real pero no supieras decir cual.

-Tranquila jovencita. .. te has dormido en tu guardia, en realidad estas soñando.
Nada parecía indicar eso, excepto la presencia de ese ser.
-Y dime pequeña ¿Como te llamas?
El extraño sonrio esperando su respuesta mientras se acercaba mostrando se mas a la luz, traje a medida, pantalones ajustados Legins, que marcaban sus "encantos baroniles" y incluso un maquillaje que lo hacia parecer menos humano aun.
-Anna... bonito nombre, yo soy Jareth, soy como... tu hada madrina.
Tan inocente, tan credula y infantil, seria un juego de niños manejarla.
-He venido a cumplir tu deseo...
Jareth paso una mano por la capa como si quisiera mostrar mas parte de su perfecto cuerpo a la joven. Pero la respuesta de Anna parecio no gustarle, pues su sonrisa se torcio.
-Niña ingenua... ¿por que nunca desean que les haga pasar una buena noche?...
Jareth parecia contrariado de que Anna no cayera bajo su encanto magico, ni siquiera con tanto que tenia que dar.
-Esta bien, cumplire tu deseo, pero te arrepentiras de haber escogido mal...

Anna se sobresaltó cuando la lechuza volvió a emprender el vuelo, pero en mitad de su salto su silueta comenzó a transformarse repentinamente, adquiriendo rasgos humanos a medida que su cuerpo perdía sus rasgos de rapaz, pero sin dejar de lado en ningún momento esa elegancia natural de cazadora nocturna. Un hombre, alto y distinguido, acababa de aparecer frente a ella, provocando que en su rostro aniñado se dibujase una mueca sorprendida.

-Tal vez que te responda...

-Yo…Yo…-Balbuceó, aturdida-¿De verdad me he dormido?-Preguntó confusa. No podía ser, imposible.¡Si tenía insomnio! Anna se pellizcó con fuerza el brazo, parra corroborar que lo que acababa de decir ese individuo era cierto, y el dolor le confirmó que aún no había sido capaz de conciliar el suelo… O que ese era un sueño muy real-¡Auch!-Gimió, frotando la zona dolorida-Me llamo Anna-Respondió. Puede que se sintiese un poco intimidada, pero se quedó en el sitio, mirándolo con el ceño fruncido. Tantas idas y venidas, no servían para hacer que la princesa dejase de lado su ingenuidad-¿Mi hada madrina?-Repitió, con recelo, aunque sus ojos terminaron por iluminarse de la emoción al proseguir. Desde luego, no parecía un hada. Anna nunca había podido observar a esos seres de cerca, más allá de en las ilustraciones de los libros, que siempre las representaban como seres hermosos y diminutos, de cuyas espaldas brotaban alas de libelula. Ese hombre… Bueno, no parecía un hada, eso por descontado. Vestía atuendos bastante extravagantes y que dejaban poco a la imaginación, algo en lo que, a pesar de ellos, la joven princesa no parecía reparar. Su rostro tenía algo de duende, con ojos profundos y marcados, de distinto color; y ese cabello alborotado y rubio. Si, ¿Por qué no podía creerle? Incluso tenía algo de brillante. Sin duda no era humano, tenía que ser un hada-¿De verdad?-Juntó las manos bajo su barbilla, de forma suplicante, con una sonrisa amplia y rebosante de felicidad iluminando las finas comisuras de sus labios cuando… Bajó los hombros y se tornó un tanto seria-¿Y por qué ahora, hada madrina? He suplicado tanto que llegase este día… Yo…-No, no iba a ponerse a discutir. Tan gentilmente le ofrecía conseguir sus anhelos, y Anna no podía dejar escapar esa oportunidad, después de haber sufrido tanto por el camino-Por favor, quiero estar en el lugar de mi hermana…-Dijo, avanzando a trompicones. Se detuvo a tiempo, temiendo que fuese un espejismo y se diese de bruces contra la realidad-¿Mal? ¿Qué quieres decir con eso? Es lo que he querido siempre, ¿Por qué tendría que arrepentirme?-Replicó-No, no lo haré. No puedes arrepentirte de desear lo que verdaderamente quieres.

Jareth suspiro mientras se tapaba el rostro con la mano, tanta ingenuidad y cabezonería juntas iba a acabar por irritar su buen humor nocturno.
-esta bien, si eso es lo que quieres ... te lo cumplire.

Jareth sonrió mientras movía los dedos y hacia aparecer una pequeña bola de cristal entre ellos y esta creció hasta ocupar su mano.
El lanzó la bola a Anna quien se sobresalto al intentar cogerla sin romperla.
-Pide tu deseo y se hará realidad.
Mientras ella observa la esfera de cristal, el rey se dedica a hacer una segunda,  pero que al abrir su mano, esta es arrastrada por el viento cual pompa de jabón.
La esfera viajó rápidamente pero visible entre los árboles hasta salir al cielo nocturno que la arrastró hacia las montañas nevadas, desapareciendo de su vista.

-ahora escucha atentamente... tienes hasta el amanecer, una vez salga el sol, el hechizo sera permanente, pero claro... si es tu deseo, supongo que eso es lo que quieres...

-¡Gracias!-Exclamó efusiva, sin poder contenerse y rodeándolo para darle un caluroso abrazo. Se apresuró a apartarse, esperando que su deseo pudiese cumplirse,mirándolo con creciente expectación a través de sus orbes turquesa.

Sus labios dibujaron una "O", al ver aparecer aquella brillante esfera trasparente, en la cual era capaz de verse reflejada en ella de forma distorsionada.

-¿Qué es lo que tiene? Oh...-Pedir un deseo. Tan fácil como eso. Anna estaba exultante, sentía el pecho palpitar con una fuerza tan intensa que le cortaba la respiración. Alzó las manos para atraparla entre sus dedos temblororos, tragando saliva en mitad de una oleada de felicidad, que se anticipaba al cumplimiento de sus anhelos más profundos. Volvió a mirarle con los ojos brillando con determinada intensidad-Sí...¡Sí!-Tragó saliva y volvió a mirarle-No sabes cuanto te lo agradezco-Suspiró y cerró los ojos, apretando la esfera cristalina contra su pecho, atesorándola como si fuese un bien muy valioso-Deseo...-Vaciló, para después adquirir una nueva determinación-Deseo estar en el lugar de mi hermana.

Jareth se alejo y se apoyo en un árbol como si lo que fuera a pasar no tuviera nada que ver con el.
De repente la esfera empezó a reflejar una escena, pero no era aquella donde estaban, sino otra imagen mas blanca, demasiado nítida para verla bien pero podían verse 2 personas juntas, no se aclaraban los detalles, como ver una imagen de un cuadro muy antiguo.
-vale... ahora espera unos segundos y cuando estén completamente alineadas se cumplirá el deseo

Jareth se dedico a mirarse las uñas cuando el fogonazo de luz golpeo a Anna y la dejo tirada en el suelo pero ilesa, al menos físicamente
-y eso pasa por no saber pedir bien un deseo...niña ingenua
se acerco a lo que pensaba que era un cuerpo inerte.
- tu mente a salido de su cuerpo y ahora baga allí en donde querías estar... pero tu cuerpo se a quedado aquí... que ironía.

Anna sostuvo la esfera con los ojos cerrados, sintiendo su calor al tacto. Resultaba agradable a la vez que perturbador, y la apartó un poco de sí para que su mirada verde-agua pudiese perderse en el interior del cristal. No era capaz de dilucidar a ciencia cierta aquel escenario que se hallaba en su interior, pero por algún motivo encontró que su regalo era bastante hermoso. Como si se tratase de una bola de nieve, la cual podía agitar para que la cellisca de su interior se arremolinase en torno a sendas figuras. La princesa siempre había querido un regalo como ese… Durante el día de la coronación, era bastante habitual hacer obsequios de ese tipo, un objeto típico de Arendelle. Sin embargo no había habido coronación, ni por lo tanto, tampoco regalo. Lo agitó embelesada, esperando ver los pequeños copos artificiales caer sobre ambas siluetas que lentamente se alineaban.

-¿Y después que…?-No llegó a acabar la frase. La luz cegadora que previno el golpe bloqueó su visión el tiempo suficiente como para que un grito escapase de su garganta-¡Ahhh!-Seguido de un sonido sordo, el equivalente de un cuerpo desplomándose contra el suelo de tierra y hierba de aquella zona del bosque, dándose con la cabeza contra una oportuna raíz de un árbol cercano.

El mundo empezaba a desvanecerse con una velocidad que provocaba vértigo, mientras se sentía zarandeada al tiempo que su consciencia se separaba abruptamente del cuerpo que le daba cobijo. La voz de su hada madrina parecía ya un cántico lejano, mientras tardíamente empezaba a sospechar que había sido presa de una estratagema de lo más vil. El vibrar de su mente le hacía creer que todo era un sueño, mientras viajaba casi sin darse cuenta a un lugar a kilómetros de distancia, y ocupaba un cuerpo que no era el suyo.


-Mmmh

Elsa se removió dentro de la inconsciencia, emitiendo gemidos bajos, mientras el movimiento bajo sus párpados revelaba que estaba a punto de despertar de su sueño inducido por el golpe y regresar a la realidad. Volvió a protestar casi en silencio, a causa del dolor, mientras abría con deliberada lentitud los ojos, coronados por largas pestañas de color cobrizo, tratando de adaptar su visión al nuevo escenario. Acababa de sufrir un mareo repentino y aún no sabía por qué, aunque tenía la vaga sospecha de que debía tener anemia o algo por el estilo, por la nefasta alimentación de las últimas semanas. Pero morir de inanición no era ahora lo que más le preocupaba. Su cuerpo tembló al sentir algo completamente desconocido para ella, una sensación con la que no había podido soñar siquiera. No era metafórico, sino real: Tenía frío.

Frotó las manos contra sus antebrazos al tiempo que se incorporaba, sintiendo el tacto de una tela gruesa cubriendo su cuerpo, mientras algunas ramas secas del suelo que habían quedado adheridas se desprendían lentamente. Miró a su alrededor con la mirada perdida, como su estuviese bajo los efectos de una potente droga, o simplemente no hubiese podido deshacerse del todo del sueño, y arrugó el ceño al no reconocer el terreno. ¿Un bosque? Abrió los ojos de golpe y los frotó con intensidad, consciente de que había acabado demasiado lejos sin saber como ni por qué. Frente a ella, se hallaba el individuo más esperpéntico que había contemplado jamás, con un atuendo peculiarmente llamativo, y desde luego según ella, estética y moralmente no correcto.

-¿Quién eres tu?-Bramó, retrocediendo de espaldas sobre el suelo, hasta que se topó con el tronco de un árbol, en el cual se recostó para poder ayudarse a incorporarse.

Miraba hacia abajo y contemplaba como su brillante y delicado traje de hielo había sido sustituido por unas prendas algo más bastas, lo cual la hizo volver a mirar con desconfianza al individuo, como si se hubiese atrevido a tocarla. Se sentía cansada y enferma, con el cuerpo completamente extenuado. También tenía miedo, más de lo habitual, sin embargo había una voz muda en su interior, un silencio que impedía que este sentimiento pudiese materializarse con la fuerza y entereza que era habitual en ella. Frunciendo el ceño, apretó los nudillos antes de hacer un movimiento brusco con la mano, que pretendía erigir un muro de estacas de hielo entre ella y el desconocido, más nada sucedió en ese momento. Fue entonces cuando su expresión se volvió sombría y agónica, tratando de repetir el proceso varias veces con fútiles resultados, comprendiendo con horror que acababa de perder sus poderes. Apretó las manos contra su pecho, sintiendo la caricia de su pelo trenzado, mientras bajo sus pies crujía la hierba seca.

-¡Atrás! No te acerques o vas a lamentarlo. ¡Devuélveme a donde estaba ahora mismo!-Porque… ¿Había sido ese tipo el que la había traído hasta allí, verdad? ¿O acaso…?-¡Ya!

La sorpresa de Jareth fue mayúsculo cuando Anna volvió a levantarse algo cambiada, pero no tuvo que pensar mucho para averiguar lo que había sucedido.
Sonrió irónico mientras se aproximaba a la nueva Anna.
-¿quien soy? puedes llamarme Jareth, y digamos que soy un hada madrina... o eso era lo que ella creía.
el se siguió aproximando pero se detuvo extrañado cuando ella empezó a hacer gestos raros con las manos
-he... estas intentando hacer algún tipo de baile?... creo que te falta algo mas de estilo aun.
-¡Atrás! No te acerques o vas a lamentarlo. ¡Devuélveme a donde estaba ahora mismo! ¡ya!
Jareth entrecerró los ojos, a el NADIE le exigía nada.
-esta bien,si tan nerviosa estas... te daré el espacio que necesitas, te dejare un rato para que te calmes y cuando estés mas dispuesta a hablar y a obtener respuestas implorame... y me lo pensare.

De repente el hombre alzo los brazos y desapareció


volando en el aire y posándose como una blanca lechuza en la misma rama donde miro a Anna cuando dormía, pero orgullosa le daba la espalda a Elsa.
Elsa tendría que pedir disculpas de forma convincente si quería su ayuda.

-¿Ella?-Ese hombre parecía de todo menos un hada madrina.

Atónita miraba al esperpentico sujeto, cuya sola presencia lograba despertar en ella la más honda desconfianza. ¿Cómo había llegado a ser su prisionera? Se frotó los brazos, tiritando de frío, cuando una gota de lluvia cayó sobre su mejilla, o igual simplemente lloraba. Otras gotas imitaron a su compañera, indicandole que ella ya no tenía ese poder sobre el clima, mientras empezaba a chispear y verdaderas lágrimas saladas descendían por su rostro. El bosque ... Miraba a su alrededor, queriendo ubicarse, y recordó que no era la primera vez que estaba allí. En ese recodo había sido, donde acudió en pos de buscar una "cura" para sus poderes. Quería ser una buena reina, y sin embargo había optado al final por la solución más sencilla: huir. Parecía mentira que en ese mismo sitio acabase de perder sus poderes.

-¿Donde...-Titubeó, oyendo su voz diferente, bajando la mirada hasta el suelo, abrumada-...está Noligma?

Algo no iba bien.

Se quitó con dedos convulsos la tela esponjosa que recubria su piel, dejando al descubierto una piel amelocotonada con alguna que otra callosidad y herida, y su expresión se torno mas confusa aún.

Esas no eran sus manos. Con unos ojos verde-azulados, miró a la lechuza orgullosa y albina que batía sus alas cuan anchas eran, con condescendencia hacia su persona. Las trenzas naranjas resbalaron por sus hombros mientras ella se sentia mas perdida.

Pero, ¿Suplicar? Elsa tiritó de frío, con los huesos congelados y las mejillas ardiendo a causa del choque de temperaturas, y abrazándose a si misma, miró hacia la nada.

-¿Que me has hecho?

El orgullo de Jareth era grande, tanto que no respondió sus preguntas, pero algo que había dicho dio mil vueltas a su cabeza y tiñó su mente con oscuros recuerdos.
La voz de Jareth finalmente volvió a escucharse, aunque la lechuza seguia dandole la espalda, por lo que se desconocia si la lechuza gesticulaba o era mas bien una voz mental.

-Has dicho... ¿Noligma? Yer Noligma? ¿Que tal esta? Hace años que no lo veo, era tan mono de bebe, bueno, mejor dicho, eran unos bebes monos.

La lechuza bajo de su rama a otra mas baja y esta vez encaro a Elsa con sus mágicos ojos de ave. Pajaro blanco y marron como el invierno.

-no digas eso como si yo fuera el culpable, yo solo concedi un deseo de corazon. Lo que suceda despues, el cosa de quien pronuncio las palabras equivocadas

Cayó de rodillas contra en suelo, abrazándose para no dejar escapar el calor. La fina llovizna hacia que el cabello naranja se pegase contra sus mejillas, con el llanto que hacía enrojecer una piel salpicada de pecas que se perdían alli donde la ropa escondía el resto de su cuerpo.

La frustración estaba a la orden del día, sin entender ni una sola de las palabras que la esquiva lechuza vertía en el interior de su mente. La idea de que pudiese estar leyendo en su interior la empujó a llevarse las manos a la cabeza, en un fútil intento de proteger sus pensamientos más oscuros.

Una telaraña se mecia, resistiendo los envites del viento y la lluvia, con sus finos hilos brillando bajo la caricia de una luna que se semi - escondía tras las nubes encapotadas de un cielo nocturno.

-¿Eran?-Elsa y su manía de repetirlo todo. Era absurdo, preguntar cosas sobre el brujo a un ave siniestra, que para colmo la había maldecido, arrebatandole su magia y lanzandola a ese condenado bosque.

Las ramas de los árboles parecían amenazantes garras, y ella cada vez podía sentir como el frío mas atenazador se apoderaba de sus huesos hasta debilitarla.

-El frío a mi nunca me molesto...-Susurró, dándose cuenta de que ahora era todo lo contrario. Necesitaba acurrucarse más en aquella capa de fieltro rosada, agarrandola por los extremos del forro interior para acaparar el calor que esta pudiese proporcionar.

-¿Quién? ¿Quién te ha pedido algo así?-Interrogó, ignorante de que la respuesta estaba en si misma, o al menos en parte ... ¿Y si...? Imposible, ellos estaban... La reina de las nieves se ruborizó, percatandose del calor que teñia sus mejillas con violencia al pensar en la controvertida escena que había dejado atrás. Miró con desconfianza y rencor a Jareth, o al ave que había en su lugar. No se fiaba de él, y permaneció quieta, con la vista fija en el suelo. Un charco de agua comenzaba a tomar forma a causa de la lluvia, embarrado suelo que ensuciaba sus rodillas y salpicaba su falda. Un rostro se mostraba en la superficie acuosa, ondulado por las hondas de las gotas de agua. Era Anna y estaba muy asustada, podía verlo claramente a pesar de todo. Su corazón se rompió de pena al pensar que alguien había hecho daño a su hermana.. Recordaba aquella vez que, cuando niñas, congeló el pantalón de un niño que había osado llamar fea a Anna. Su sonrisa la había hecho muy feliz, cuando la magia no era algo malo sino divertido. Se percató de que no era a la pelirroja a quien miraba, sino a sí misma. Ahogó un grito de pánico-¿Anna?-Miró a Jareth aterrada-No es verdad- Recriminó, subiendo varios tonos de furia-Anna está en Arendelle.

-podriamos decir, que la respuesta la tienes cerca... muy cerca, pegada en la piel

Ya esta ahora ya no hay vuelta atras, ella miro su reflejo y supo la verdad.
-a no ser que se hayan dedicado muy mal a la jardineria, es obvio que no esta en Arendele

La lechuza se giro para mirarla
-ya lo tienes ... o casi, imagina que pediria tu hermana y como lo haria.

No le gustaban los acertijos, es más, los odiaba con total intensidad. Elsa, sin dejar de tiritar, se hizo un ovillo mirando con rencor a la lechuza que parecía burlarse de ella. Su piel estaba helada y húmeda por culpa de la lluvia que empezaba a arreciar, pegando la tela contra su cuerpo y haciéndola sentirse más pesada aún si cabe.

Le daba miedo buscar la verdad en la insinuación de aquel ser, sin embargo algo le decía que no mentía. La imprudencia de su hermana no conocía límites, pero ella seguía sin comprender el porque la buscaba, después de tantos años de distanciamiento aún no se daba por vencida ante su silencio.

Se llevó las manos al rostro para apartar las lágrimas y la lluvia, y miró furiosa a la lechuza.

-¿Y tú que ganas con esto?

La lechuza descendió en el aire y se volvió al suelo con su esplendorosa forma humana, sin duda era alguien que le gustaba la teatralidad.

el ambiente pareció volverse menos frió, menos húmedo y menos de todo con la calidez de su sonrisa.
-bueno... ella deseaba eso con tanto anhelo, y yo me sentía tan solo y aburrido

Sonrio mientras iba acercándose pero no directamente a Elsa sino en otra dirección, pero reduciendo la distancia entre ambos.

-ella ahora es feliz, y me debe un favor.... supongo que una cena a la luz de las velas, los dos sólitos...

dejo de sonreír para contemplar su respuesta a sus palabras y no pareció gustarle

- ya he dicho que no soy responsable, soy una victima mas de este asunto, pero la magia no es gratis

Elsa observó con deferencia como la lechuza descendía, recuperando en mitad de la caida su forma humana... Si es que se podia llamar como tal. Había algo esperpéntico en su aspecto, que parecía cuidado y descuidado al mismo tiempo, con ciertas dosis de arrogancia dibujadas en la sonrisa que se curvaba en sus labios finos. La muchacha no dejó de lado su desconfianza, acurrucándose más dentro de la capa rosada, dejando que las borlas escondiesen sus hombros, revestidos por una camisa celeste y un corpiño negro. Lentamente y con suma cautela, apoyó una mano contra su rodilla derecha a medida que se incorporaba, aún asustada, hasta que finalmente se irguió y trató de mirar con altivez al hechicero.

-Tu la has engañado-Recriminó, bajando la mirada para verse a sí misma.

Le asustaba no poder conocer bien a su hermana, sin embargo sabía que su impulsividad había podido jugar en su contra. La pequeña princesa no era una persona que meditase en demasía las consecuencias de sus actos, dejándose llevar por la pasión a la hora de tomar todas y cada una de sus decisiones espontáneas. En nada se parecía a ella, quien a veces su desconfianza y premeditación la hacían parecer calculadora e inaccesible. Ese ser se había aprovechado de su inocencia con algún tipo de contrato visiblemente injusto que ella, de otro modo, no habría consentido. Sin embargo... Era su responsabilidad, en el fondo lo sabía. Hubiese preferido que Anna se hubiese limitado a abrir las puertas en vez de buscar un imposible. Pero, por mucho que hubiese deseado que desaparecer del reino supusiese un alivio para todos, desembocaba en lo contrario. ¿Por qué no se había quedado en casa? No tenía necesidad de arriesgarse en una misión abocada al fracaso como aquella. Claro que, nadie eran tan imprudente como la pelirroja, capaz de buscar a un brujo para cumplir sus anhelos, por inverosímiles que fuesen. ¿Acaso ella no había hecho algo parecido semanas atrás? Igual no eran tan distintas...

El pecho le dolía al respirar, tal vez por la angustia y el resentimiento, o puede que por la genuina culpabilidad de saberse responsable. Debería haber dejado una nota, cualquier cosa, que disuadiese a Anna de cometer una locura como aquella. ¿Pero con qué derecho podía exigir nada? No afirmaría que en realidad odiaba estar sola, pero ya se había resignado a ello. La imagen de Anna parecía distorsionada en el charco, que con cada gota que caía de las nubes dibujaba hondas que hacían difusos los bordes de su contorno. Dio un paso hacia adelante, pisando la aglomeración de agua y salpicando algo de barro a los bajos de su falda.

-Estás loco si piensas que mi hermana se prestaría a algo así-O tal vez no demasiado. Igual era ella la que no la conocía bien-Sí, si que eres responsable. Te has aprovechado de su desesperación para divertirte a su costa-Y a la suya propia-Como reina te exijo que la traigas de vuelta inmediatamente-¿Estaba segura de que lo más sensato era amenazar a su adversario? ¿Era posible mantener intacto su regio orgullo sin desencadenar algo peor? No estaba segura de que el diálogo fuese posible con el, ni siquiera lo conocía y ya le había demostrado de sobra que su poder era inmenso, si había sido capaz de intercambiarla por Anna. Se preguntó que era lo que estaría sucediendo en la Montaña Norte, y el pánico empezó a cundir-¿Qué...-Se aventuró a preguntar, sabiendo que entraba en terreno cenagoso, no literalmente hablando-...Qué es lo que quieres a cambio?-Mismo bosque. Mismas preguntas.

Jareth dejo que la joven se desahogara, no le hizo ni pizca de caso, se dedico a sacar un espejo de bolsillo y a retocarse.
-puede...
ella entonces le exigió ¡LE EXIGIÓ A EL! que lo dejara todo como estaba. Pero por suerte le pillaba de buenas, el tenia todas las cartas a su favor y las jugaría sin dudarlo.

-OOOOO! perdona mi reina, a no espera... tu eres la princesa Anna, no la reina Elsa, has debido equivocarte de rol.
naturalmente con una sonrisa y de forma caballerosa
-solo hay 2 formas de romper este hechizo... una es ganándote un deseo, y tu ya as pedido el tuyo... si fue Anna, pero tu ahora eres Anna... y la otra bueno... no tengo por que decirla
Jareth espero escuchar las palabras mágicas
-...Qué es lo que quieres a cambio?
Jareth sonrió amigablemente
-por fin nos entendemos Elsa, veras hay algo que tienes que hacer por mi, algo que yo no puedo hacer.

Jareth creo una esfera de cristal y dejo que esta trasluciera una imagen de un lugar que Elsa acababa de abandonar

Una zona helada donde una reina de hielo tenia a un hombre aparentemente herido (pues cubría su mano como si así lo fuera) contra un muro de hielo espinoso, el hombre le dijo a la mujer
-Vete de una vez y alejate de mi...

Jareth alejo la esfera un segundo
-supongo que sabes quienes son ¿no?

-¿Qué es lo que quieres que haga?-Preguntó aturdida. No se sentía bien, las piernas le flaqueaban muy a pesar de estar bien abrigada. Jamás se había sentido tan enferma, y empezó a tener gravemente por la salud de su hermana. Tiritó, mirando de soslayo a aquel brujo esperpentico, con el horror asomando por los ojos azul oscuro de Anna.

Revolviendose al ver como este convocaba una esfera de cristal transparente, como una bola de nieve. Pero Elsa dudaba que su interlocutor perdiese el tiempo con tales objetos. Su corazón se encogió al verse a si misma...¡No! A Anna, con Noligma. Precipitándose hacia delante para agarrar la burbuja, Elsa se detuvo antes de tocar a Jareth. Se sentía impotente e inútil.

-No...-Dijo, alzando la barbilla para mirarlo de soslayo-Si, lo se...

Jareth sonrió sabiendo que tenia a una mosca atrapada en la miel.
-como estas viendo, es mejor que esos 2, no estén juntos...

Jareth no necesitaba poner ningún reloj de arena, esa esfera era su propio contador de tiempo pero por si acaso recordo.

-esta magia que os mantiene así, se hará permanente al amanecer... y entonces el mundo se congelara para siempre por culpa de tu impetuosa hermana...
Jareth no tenia ganas de discutir sobre "que pasaría si"
-Veras Elsa, No escogí a Anna por casualidad... sabia que era dulce hermosa y algo infantil, sobretodo bastante inocente en el amor... -Jareth sonrió sistemáticamente ante su enfado y esta vez mas serio dijo- No espera no era eso lo que iba a decir, tranquila,sabia que era tu hermana, y tenia que hablar contigo sin que me congelaras por accidente.

Jareth podría ser muchas cosas, pero no confiaba en la bondad de las personas, nunca.

-todo esto en parte para advertirte y en parte para obligarte a ser mi espía.

Miró de soslayo la imagen, asustada por aquel encuentro, meneando la cabeza.

-No lo es-Reconoció. No sabía por que parte le preocupaba más. La imagen que le devolvía la esfera era aterradora, un reflejo difuso. Jareth desde luego, debía ser una criatura cruel y despiadada-Deja a mi hermana al margen-Siseó furiosa.

Ahora y siempre, su debilidad siempre había sido la misma. De lo contrario nunca habría huido ni se habría escondido... Sentía dolor en el pecho, punzadas inclementes de culpabilidad. ¿Era su actitud la que había desembocado en eso? Saber que habían jugado con Anna la enfurecia, pero su poder no tenia voz para gritar. Tampoco tenia derecho a exigir nada, cuando su indiferencia había sembrado las distancias. Era completamente inútil...Por primera vez en su vida, Elsa sintió verdaderos deseos de helar a alguien voluntariamente, pero la respuesta del mago la dejó abrumada, consciente de que podía leerla como un libro abierto. De que a pesar de todo seguía siendo débil, y que su incapacidad para controlar su magia era grande. Sus manos vacilaron, desolada, preguntándose a que se refería, y de nuevo los temores la asaltaron. Si ella no era capaz de controlarse, ¿Que sucedería con Anna?

-¿De que quieres advertirme?-Preguntó, alzando la barbilla altiva-¿Tu espia?-Increpó incrédula.

No estaba acostumbrada a recibir ni atacar órdenes. Frunció el ceño confundida, tratando de parecer firme, pero poniendo en evidencia su vulnerabilidad. Nadie nunca le había exigido nada, era la reina, pero su orgullo se quebraba. Estaba indefensa y se sentía frágil frente a ese ser de alborotado cabello rubio y ropas extragavantes. El variopinto sujeto parecía divertido a su costa, doblegando su altivez hasta obligarla a suplicar. Todo por la seguridad de Anna.

-¿Por qué tengo que ser tu espía? ¿Para que? No te conozco... No puedo hacer eso. Ni siquiera se que quieres-Dijo desesperada.

Jareth sonrió amargamente, no le gustaba tener que andarse con explicaciones, pero por suerte esta vez no haría falta.
-si todo va bien lo veras en unos segundos.

En la esfera apareció un torrente de llamas, Noligma estaba transformándose rodeando y quemando su cuerpo humano.
-de esto es de lo que tenia que advertirte...
de repente "Elsana" lanza un torrente de hielo que aparta las llamas y golpea en el pecho cerca del hombro izquierdo.
las llamas se apagan de repente y un nuevo Noligma sale a relucir
-pufff... que inoportuna... le ha congelado el corazón, bueno en realidad es bueno, no podrá convertirse en dragón, aunque me habría encantado ponerte el ejemplo
Jareth se volvió a Elsa.
-Noligma es perverso normalmente, ya lo se, pero existe una oscuridad aun mayor en su interior... es mas... ¡ahora con su nuevo aspecto podría ser mas malvado que nunca!
las siguientes imágenes se veían a Noligma volando de un lado para otro en manos de un muñeco de nieve un tanto grande que lo usaba como arado.
-¡vale! ¡me rindo! hoy el universo quiere ponerse me en contra
Jareth pareció enfadarse por nada, o te lo parecía
- pues eso, si pudieras echarle el ojo y avisarme si se le suben los humos... o simplemente te alejas de el totalmente, me daría por satisfecho, pero la decisión es totalmente tuya, y indiferente para mi... ambas me benefician
jareth pareció comprender que andaba algo preocupada.
-tranquila hermosa, tu novio no es humano, le hierve la sangre, un corazón congelado solo turbia su temperamento... que no le venia mal por cierto
-

No comprendía ni posiblemente llegaría ha hacerlo. Se llevó las manos a la cabeza y después se desplomó sobre sus propias rodillas. Iba a volverse loca de atar, el estrés era demasiado grande asi como el caos que se arremolinaba en su cabeza, incapaz de asimilar de forma coherente nada. Elsa empezaba a dudar de su cordura, así como de la realidad de lo que estaba viviendo. Eso no era real, no podía serlo.

Sintió un calambre y chilló, haciendose un ovillo en el suelo para reducir el dolor, sin embargo su cuerpo decidió que el mejor modo era perder la consciencia, abandonandose al mundo de Morfeo.

Anna acarició la tierra húmeda bajo sus manos, notando el sabor salado que resbalaba por sus mejillas. Se levantó del suelo, dispuesta a volver a atacar al brujo con sus poderes cuando se percató de que ya no estaba en el palacio, sino de nuevo en el bosque, rodeada de la lluvia que caía sobre ella y ensuciaba de barro sus prendas.

-Tu...-Dijo al ver a su hada madrina. Se apoyó contra el suelo, impulsandose para cargar contra el.

Jareth recogió su capa como si temiera que esta pudiera resultar dañada ante Anna.
-heheheh!!! ¿que piensas hacer?
Jareth fulmino a la joven con la mirada.
-creo que deberías pensártelo mejor antes de atacar a tu hada madrina
el brujo se puso en gesto de superioridad.
-he cumplido tu deseo, y ya sabes lo que querías saber ¿no?
ahora mostró una sonrisa mas simpática
-no se que te habrán metido en la cabeza... pero esto no es un cuento de hadas, el mundo no es amigable, no tiene piedad. Y sobretodo no es gratis ¿sabes como pagarme el deseo que te he concedido?

Jareth negó con la cabeza mientras vio que Anna ni lo atendía, parecia mucho mas interesada en los goblins que se habían acercado a hechar una ojeada
-oye... ¿quieres atenderme? deja de mirar a los goblins

goblins:

La princesa se detuvo en seco, pero no cejó de mirarle de forma amenazante. Saltaba a la vista que ya no se fiaba en absoluto de la infinita bondad que había atribuido a su hada madrina, que había resultado ser un malvado brujo, como el otro. Ahora, lo que le quedaba, era sentirse frustrada más que agradecida. Sí, había encontrado a Elsa... más o menos, pero no la tranquilizaba el saber que ahora estaba con un loco pervertido, que iba besando a muchachas inconscientes y encima después las atacaba. Claro que, puestas las esperanzas en ese algo tan maravilloso que acababa de descubrir, Ana pensó que ese brujo de nombre Noligma no era rival para su hermana, bendecida con un poder tan hermoso como lo podía ser aquel que le permitía crear hielo. Recordó el vestido, hecho de escarcha y copos entretejidos entre si, que ocultaban su desnudez tácita con una elegancia asombrosa, y empezó a sentirse un poco más tranquila. Ella misma se había defendido con esos poderes, seguro que Elsa

-¿Acaso piensas cobrarme?-Preguntó desafiante-Teníamos un trato y tu lo has inclumplido. ¡El producto era defectuoso!-Se cruzó de brazos, enfurecida, cuando esas extrañas criaturas aparecieron por el lugar. Eran pequeñas y arrugadas, de grandes narices aguileñas y ojillos malignos.