Trama Noche de Brujas {Todos los personajes, mundo paralelo}

Off:

En realidad le costaba reconocer que estaba deseando acudir, pero allí estaba, rodeada de la opulencia propia de una fiesta como aquella, aunque fuese para celebrar el día de los difuntos. Elsa apenas se reconocía dentro del aparatoso disfraz, y agradeció enormemente llevar semejante atuendo, a pesar de sentirse un poco ridícula dentro de él. Casi no se creía que lo hubiese terminado a tiempo, pero allí estaba, embutida en una armadura de mentira que le proporcionaba un aspecto un tanto robusto y le dificultaba, no sólo la respiración, sino también su movilidad al hacer más torpes y pesados sus pasos. Sobre su cintura colgaba una pesada espada de filo roma, una réplica de la que se suponía era la original, Frostmourne.

-Te he dicho que mañana tengo un examen para la universidad. Muy chungo, de arquitectura. Ya sabes, en la clase de ese tío al que le palpita la vena en la frente…-Repitió por novena vez la rubia, mientras entraban por el recibidor. Su voz sonaba cavernosa dentro del casco que apenas si dejaba ver sus ojos y su boca. Esa excusa estaba un poco revenida pues Elsa se sabía completamente la lección, y Anna no parecía querer entrar por el aro. Se había emperrado en ir, y nada la iba a hacer cambiar de idea. Ni siquiera un terremoto o el fin del mundo-¿Quieres que suspenda?
-Inténtalo de nuevo, igual la próxima vez te creo-Dijo despreocupada, quitándole hierro al asunto con una expresión jovial. Como quinceañera, Anna era bastante difícil de manejar, y le costaba negarle nada, y no precisamente porque no quisiese-Además, me lo prometiste-Le encaró, atacando donde más le dolía.

Lo hizo, ciertamente. Elsa había aguardado aquel momento con tanto interés como su hermana menor, pero conforme se acercaba la fecha le había entrado pánico escénico, y se había arrepentido de haber pretendido acudir siquiera. Claro que ahí estaba Anna para frustrar sus planes, como de costumbre, obligándola a ir a punta de pistola en sentido figurado.

-Ya pero…
-¡No seas así, Elsa! ¡Me diste tu palabra! Además, hemos llegado tarde por tu culpa ¡Mucho es que tu disfraz ni siquiera combina con el mío!-Se quejó Anna, sacudiendo su cabello cobrizo salpicado de florecillas blancas. Ella, por su parte, lucía un bonito vestido de color verde de estilo griego, el cual dejaba al descubierto su espalda plagada de pecas, a la altura de la cual llevaba un par de alitas de líbelula brillantes. En su brazo derecho llevaba un brazalete de color dorado, posiblemente una baratija de mercadillo, y lucía unas prótesis en las orejas que la hacían parecer una elfa de los bosques. Sus ojos grandes estaban maquillados con esmero y tal vez un exceso de purpurina-Ni siquiera podemos presumir de ser Psique y Cupido. Mírate, ¿De qué se supone que vas vestida? Pareces Sauron… No vas de Sauron, ¿Verdad?-Inquirió aterrada.
-Soy el rey Lich-Respondió ella dignamente. Su hermanita le obsequió con un ceño fruncido y la boca entreabierta, a punto de protestar-Arthas…
-¿El mosquetero?-Preguntó, rascándose la mejilla con sorpresa. Lo hacía a posta, como siempre, buscando así sacarla de sus casillas en un juego infantil, pero la mayor soltó un suspiro pesado y le respondió con voz cansina.
-No, ese era Athos-Elsa meneó la cabeza. La falta de interés de Anna lograban irritarla de forma proporcional al ensanchamiento de la sonrisa de la pecosa, cuyos labios finos lucían una mueca divertida-Voy disfrazada del señor de los muertos-Dijo, con menos paciencia.
-¿Hades?-Inquirió, balanceándose.
-No, ese era otro…-Elsa resopló-Escucha, si no te gusta como voy vestida me vuelvo y ya está-La amenazó, consciente de que a sus palabras sobrevendría un puchero, con el consiguiente estropeo del maquillaje que embadurnaba la cara de la menor, y otra semana más sin hablarse. Pero lejos de esto, Anna sacudió el brazo chapado de la rubia con frenesí, mostrando una expresión risueña y enamorada que Elsa había visto en más de una ocasión y que le dio mala espina.
-¡Míralo! ¡Míralo! ¡Ahí está!-Señaló a un punto indeterminado de la multitud, por lo que la mayor no supo a quien se refería exactamente-¡El chico que me gusta!-La pequeña la zarandeó con más fuerza. Parecía que ya no le molestaba no ir en conjunto con su hermana, pues una nueva idea cruzaba su alocada cabecita de forma fugaz, con un inconfundible brillo que Elsa tachaba de peligroso. Conocía demasiado bien esa mirada-Escúchame, este es el plan-Avisó-Yo me acercaré sigilosamente y trataré de hablar con él. Cuando te haga una señal, vienes y finges que me estás molestando. Entonces él, como gallardo caballero, me defenderá; tu te retiras estratégicamente y nosotros pasaremos el resto de la velada juntos, compartiendo confidencias y…
-Lo sé, lo sé...-La interrumpió la hermana mayor. Como siempre, las ideas de Anna eran un torbellino de libido y poca recapacitación, con consecuencias nefastas para ella. Elsa deseó que esta vez tuviese suerte, pero no confiaba demasiado en ello-Ve y pásatelo bien-Le sonrió, a pesar de que el casco no permitía que se viese bien su expresión, y la chica la abrazó con efusividad para después darle la espalda, dejando que su pelo de color caramelo se perdiese entre el gentío. En los últimos tres meses, Anna se había enamorado y desenamorado al menos quince veces, y la última fue la peor de todas… Ningún tipo le costaría el amor de su hermana, eso lo tenía claro, pues estaba harta de verla llorar, no sólo porque sus llantos le impedían estudiar, sino porque era su única familia y tenía que cuidarla sobre todas las cosas. Ahora solo deseaba que esta asentase la cabeza, todos serían felices, y Elsa podría amortizar sus horas de estudio y sus videojuegos online.

Bueno, y ahora, a esperar. Elsa tenía la boca un poco seca, estar dentro de aquella armadura debía ser lo más cerca que estaría de entrar en un horno. Por su reducida franja visual podía ver el desarrollo de la fiesta, y empezó a sentirse rara y desentonante. Debería haber escogido el traje de chico que le había ofrecido Anna… Pero es que no le gustaba. Se hizo a un lado, buscando bebida, y se acercó hasta una mesa donde había una gran ponchera donde oscilaba su contenido rojo, en el cual flotaban cosas que Elsa no pudo identificar, posiblemente fruta. Hundió el cazo e intentó llenar una copa, pero el contenido cayó de forma estrepitosa al suelo, incapaz de sostener nada con aquel guantelete metálico. Estaba dando bastante la nota, si no fuese por que iba tapada podría verse su rostro completamente rojo, el cual parecía víctima de una insolación en pleno verano.

-Mala idea-Masculló entre dientes, avergonzada y estúpida. Se hizo a un lado, buscando algún sitio oscuro donde esconderse.

Spoiler:

Off: Cuando dicen su nombre, aparece (?) Me tomo la palabra y vengo a charlar dulcemente con la chica blanca un rato