en territorio enemigo (libre)

Lugar: Bosque Encantado

Los arboles del bosque encantado se alzaban por encima de sus cabezas, como si los observaran mientras desenfundaban sus ramas agitadas con el viento a punto de darles la paliza de su vida... ¿pero los arboles no hacían eso verdad?
Si en aquel momento los arboles parecían amenazantes, cuando se adentraron tanto que no se veía el cielo, ahora parecían sicarios esperando su oportunidad para clavarles un cuchillo en la espalda en completo silencio.
Seiyu no podía evitar hacer comparaciones siniestras en los bosques, estuvo a punto de ser desayudo de bruja en uno de esos frondosos lugares, pero no le daban miedo, le daba miedo pensar que clase de oscuras criaturas habitaban en el
-seiyu... tranquilo... no creo que hayan hadas...
-¡¿como puedes estar seguro?! Esas oscuras criaturas habitan bosques, recuerdo que cuando intente huir de la bruja me atacaron una pixies del bosque... fue terrible.
-si, y desde entonces no soportas las hadas, ya me has contado esa historia mil veces... pero ya te dije que probablemente solo te criarían como criado de su rey... o como eterno consorte de su reina, lo cual habría sido un final feliz … ¿no crees sei...? ¡baja de hay!

seiyu se habia subido a una rama de el miedo que le habia entrado

Se encontraba sentado en lo alto de uno de los arboles de aquel extraño bosque,  hacía apenas unas semanas del desastre ocurrido en su laboratorio y ya se encontraba recopilando información sobre la flora que abundaba por aquél lugar. Había podido identificar medio centenar de plantas diferentes, comprobando para su decepción la enorme similitud de aquellas tierras con el lugar del que venía.  Solo había encontrado un par de ejemplares desconocidos para él, una especie de piña que explotaba de forma violenta al mínimo contacto y unas amapolas que segregaban una sustancia alucinógena de gran potencia.

Había subido a aquel aislado lugar, para observar unos misteriosos frutos que colgaban vacilantes de unas finas ramas. Casi pareciera que fueran a caerse de un momento a otro. Estaba tentado en comprobar si tenían alguna reacción al contacto físico directo,  pero antes de que pudiera golpearlos con su bastón, un sonido bajo él le alertó. Bajó la mirada y comprobó para su asombro que se trataba de una persona, que subía a lo alto de forma brusca movido por el miedo. Victor tuvo que hacer acopio de fuerza para que los zarandeos que le daba al árbol no llegaran a tirarlo.

Casi le dio un vuelco al corazón, cuando una pequeña parte de los frutos se soltaron a causa del zarandeo, emitiendo un chirrido agudo que llegaba a taladrar sus oídos. Pareciera el grito de agonía de una banshe, siguiendo con la misma estridencia hasta que tocaron el suelo y estallaron en cientos de semillas.

- ¡Cuidado! ¡Podrías habernos matado! - Gritó mientras se aferraba con fuerza.

Spoiler:

OFF:

Seiyu estaba escalando rápidamente, lo que había visto junto con lo que había oído le había dado ese ataque de pánico.
No era una escusa para el que se supone que sera algún día un héroe, pero digamos que no lo pensó.
De repente el árbol se zarandeo, y unas extrañas bayas cayeron del árbol, su chillido era bastante intenso ¿las plantas chillan? lo que obligo a Seiyu a agarrarse con fuerza con una mano mientras intentaba taparse uno de sus oídos con la otra, estas se precipitaron cerca de Ralth que maldijo cuando estas explotaron en miles de semillas.

-hey! cuidado!

- ¡Cuidado! ¡Podrías habernos matado!

Seiyu miro extrañado al origen de la segunda voz, y se extraño muchísimo de encontrar a otra persona subida al arbol, si es que se lo podía llamar persona.
Seiyu llego a la conclusión precipitada de que era un espíritu protector del árbol o una criatura que como un pájaro tenia su nido allí.
-Ralth! ¡¿que había que hacer si enfadabas a un bowtruckle?!
Ralth que seguía maldiciendo y lanzando insultos entre dientes cuando le respondio finalmente
-si habla no es un bowtruckle ¡idiota!... debe de ser alguna clase de brujo chalado, baja de hay y dejalo en paz
Seiyu miro abajo
-no me gusta estar hay abajo.
Ralth frunció el ceño
-si es por las hadas, es mas probable que estén hay arriba ¿no crees?
Seiyu lo miro y señalo un punto detrás de Ralth
-no es por las hadas... es por eso...
Ralth se volvió lentamente para ver que era, había una pequeña extensión de zarzas en aquella zona, no las había visto al pasar, pero la verdad es que esas zarzas negras daban mal yuyu... sobretodo con aquella mano inerte sobresaliendo.
Ralth se sobresalto pero hasta hay.
-tio... vale, da mal royo... pero tampoco es para tanto... esta muerto, mira.
Ralth lo empujo con la punta de la espada, y la mano permaneció inerte, pero una de las sarzas de movió lentamente cuan serpiente para enrollarla.
Naturalmente Seiyu permaneció donde estaba
-¿Es una planta come hombres?
-se lo esta comiendo... pero no creo que lo matase, creo que veo mas zarzas delante, voy a ver si veo algo.
Seiyu permaneció en el árbol
-ten cuidado!... ejem...- se volvió al otro hombre en la rama- essssto... ¿hola? mi nombre es Seiyu, perdona lo de antes, pensé que esa mano iba a cogerme...

Victor permaneció en silencio, mientras escuchaba a la recién llegada pareja de hombres, discutir sobre la evidente presencia de la planta carnívora. Desvió su atención al brazo que de ahí emergía. Había estado tan distraído observando por encima de sus cabezas, que no había llegado a prestar la suficiente atención al suelo por el que caminaban. Observó con interés, mientras la planta terminaba de devorar lo poco que quedara de aquél desdichado.

No pasó mucho, antes de que uno de los llegados volviera a dirigirse a su persona. Se presentó como Seiyu, un nombre muy extraño desde el punto de vista del ingles al que se dirigía. Se disculpó por lo ocurrido, algo que agradó a Victor en gran medida, pues quedaba claro que él era el único culpable de todo lo acaecido.

- No te preocupes, no ha llegado a ser tan grave como podría haber sido. - Sentenció mientras se colgaba de la rama, con clara intención de descender. - Yo soy Victor Green... un prestigioso doctor de gran renombre en la vieja Inglaterra. - Dudaba seriamente de que fuera consciente de la existencia de aquella ciudad, pues a todo aquel a quien se la nombraba se mostraba confuso y aturdido. Aunque no podía darse por vencido, tenía que encontrar el camino de vuelta a su hogar... y en aquel extraño lugar, la mínima pista era oro caído del cielo. Se aferró con ambas manos al tronco, descendiendo con cuidado de no caerse. Ya hubo pisado tierra, alzo la vista al llegado y terminó de presentarse.

- También soy un conocido forense, investigador de oficio, científico prestigioso, alquimista poderoso, escritor famoso, biólogo  y un experto retratista. - Aunque el lugar fuera desconocido para él, era evidente que cualquier fuente de ingresos era bienvenida. Si una cosa quedaba claro en todo aquello,  es que la vida acababa costando demasiado dinero. - Si no es molestia... ¿Podrían decirme que hacen en un lugar tan peligroso como este?

off:

OFF:

Seiyu bajo un poco del árbol hasta apoyarse en la raíz gruesa, pero no bajo del todo sino que se volvió a ver al extraño.
-No te preocupes, no ha llegado a ser tan grave como podría haber sido...  Yo soy Victor Green... un prestigioso doctor de gran renombre en la vieja Inglaterra.
-si... menos mal, encantado "Viktor"
¡¿podría haber sido peor?! debería andarse con cuidado por allí.
En cuando a "Viktor" resultaba raro hablar con alguien con el rostro tapado, aunque parecía algo amable.
Inglaterra debía de ser algún territorio libre de las tierras encantadas... algún reino dentro de Grim tal vez.
- También soy un conocido forense, investigador de oficio, científico prestigioso, alquimista poderoso, escritor famoso, biólogo  y un experto retratista.
Seiyu asintió con los ojos muy abiertos, mientras sonreía algo incomodo ante esa situacion.
-eres un tipo muy listo, yo ni se leer o contar correctamente... yo bueno, soy un soldado libre... ¡Pero algún día seré un gran héroe! ¡ese es mi sueño!
Seiyu escucho atento su pregunta
- Si no es molestia... ¿Podrían decirme que hacen en un lugar tan peligroso como este?
-pues estamos realizando una investigación secreta... aunque ahora que lo recuerdo, Ralth dijo que no dijera nada, lo siento, otro día te contare lo que quieras.
de repente unas quejas quedas por el bosque hicieron que Seiyu recordara su situación, estaban muy cerca de el territorio rebelde y su amigo estaba solo entre zarzas carnívoras.
-Ralth!
Seiyu se lanzo en pos de su amigo, quien estaba tirado en el suelo.
-Ralth! no, tu no!! llévame a mi en su...!
-calla imbécil!
Seiyu contemplo a Ralth restregándose con manos y por el suelo
-¡¿que pasa?!
-las malditas semillas que me habéis tirado encima! me pica todo!
al parecer aquellas semillas tenían efecto urticante.

- Entiendo... - Susurró al enterarse sobre su investigación. Los detalles sobre esta no le interesaban, pero sabía que el viaje por aquellos lugares podría llegar a ser peligroso. Contar con dos brutos descerebrados como "guardia personal" podría ampliar su esperanza de vida. - No os preocupéis, vuestro secreto está a salvo conmigo. - Le dijo acercándose unos pasos a él, procurando que el otro individuo no le escuchara.

Escuchó quejas a su espalda, alegrándose al volverse hacia atrás y observar la reacción urticante que las semillas de aquella planta producían en aquél hombre. Se acercó cuanto pudo, quedando inclinado sobre él mientras abría un bolsillo de su chaqueta. - Quieto. - Recriminó mientras recogía muestras de las semillas, dispersas por distintas partes de su cuerpo. Cuando ya hubo recogido suficientes, observando el desespero de aquél individuo decidió atenderle como haría todo buen medico.

- Mastica esto. - Sacó una pequeña pelota de hierbasanestesiantes y se la metió por la fuerza en la boca. - Esto te mantendrá tranquilo, mientras te unto un cataplasma de tussilago. No te la tragues, o podrías quedarte dormido durante varios días.- Sacó una bolsa de cuero, desanudó uno de sus lados y metió los dedos dentro. Empezó a sacar una crema verdosa, para seguidamente restregara por las zonas afectadas por la semilla.

Seiyu asustado y alarmado no sabia que hacer ¡Menos mal que había un Doctor cerca!
Ralth se mostró un paciente huraño y desobediente al principio, sobretodo con lo de estarse quieto, pero obedeció a regañadientes dándose cuenta de que no tenia mas opciones y obedeció.

Resulto que lo que le hacia lo alivio especialmente masticar esas hierbas raras que olían fuerte.
Ralth mastico con cierta amargura y miro atravesado cuando el le dijo que no se las tragara.

-animo Ralth... te pondrás bien

Ralth miro a su amigo con gesto de pocos amigos, pero lo que le hacia el doctor estaba surtiendo efecto por que poco a poco se fue relajando.
-es usted un hombre Santo, ojala pudiera compensarse lo de alguna forma.
Ralth lanzo un ruido incoherente por tener la boca llena de hojas masticadas, pero algo le decía a Seiyu que su comentario no le había gustado
Seiyu fue serio y tajante
-te esta curando, como mínimo le debemos algo ...digo yo.
Ralth cruzo los brazos en gesto de aceptación pero como "vale, esta bien, pero veras que de aquí no sale nada bueno"
Seiyu se volvio al doctor
-Viktor, entonces ¿hay algo que podamos hacer por voz?

- Estupendo, ahora mantén el cataplasma al aire hasta que se te haya bajado por completo la inflamación. Y en cuanto a lo que estás masticando... -Secó sus manos en la ropa del afligido, para seguidamente con la diestra presionarle la mandíbula para abrirle la boca, metiendo los dedos dentro y sacarle las hierbas masticadas. - Son difíciles de encontrar y solo lo he usado en cinco ocasiones, puede aguantar otra media decena antes de verme en la necesidad de cambiarlas. - Agregó mientras las envolvía en un papel secante y las guardaba en la bolsa. Se volvió entonces hacia el chico que se hacía llamar Seiyu, parecía completamente dispuesto a ofrecerle cualquier cosa que pudiera pedir.

- No pido demasiado, solo que me permitáis acompañaros mientras investigo los efectos secundarios que ,las semillas pueden llegar a generar en el cuerpo de vuestro compañero. - Observó de nuevo al enfermo, mientras su mente imaginaba todas las posibilidades que aquella semilla podría producir. - Quién sabe, igual podrías acabar teniendo tu propio huerto personal extendiéndose por toda tu epidermis. Tengo que estar cerca por si hubiera alguna toxina en la semilla, de la que requirieras un tratamiento inmediato. - Dijo con convicción.

-Estupendo, ahora mantén el cataplasma al aire hasta que se te haya bajado por completo la inflamación. Y en cuanto a lo que estás masticando...-Ralth lo le gusta como maneja con sus manos su boca para quitarle las hiebas- Son difíciles de encontrar y solo lo he usado en cinco ocasiones, puede aguantar otra media decena antes de verme en la necesidad de cambiarlas.

Ralth finalmente habla
-serán valiosas pero saben a rayos...
Seiyu estaba con los ojos abiertos y con gesto de asquerosidad, al parecer o bien Ralth le daba igual lo de ser el 5 en tener esas hojas en la boca o no lo había entendido, el joven prefería no pensar en ello mientras evitaba las arcadas.

-bueno al menos estas bien...

en cuanto Viktor informo sobre lo que pediría a cambio de tan generosa ayuda incondicional a Ralth.

- No pido demasiado, solo que me permitáis acompañaros mientras investigo los efectos secundarios que ,las semillas pueden llegar a generar en el cuerpo de vuestro compañero.
Ralth puso un gesto agrio y puso el gesto de responder "por tu culpa ahora tenemos a este colgado detrás..."
- Quién sabe, igual podrías acabar teniendo tu propio huerto personal extendiéndose por toda tu epidermis. Tengo que estar cerca por si hubiera alguna toxina en la semilla, de la que requirieras un tratamiento inmediato.
Ralth puso un gesto agrio y dijo
-por tu culpa tengo un puto huerto en la "epidermis"... sea lo que sea... y encima tenemos a este colgado encima... estarás contento...

Seiyu se acerco
-a lo mejor es así mejor... piénsalo a lo mejor se conoce el bosque mejor que nosotros
-¿sabes quien mas conoce mejor el bosque que nosotros?

seiyu no respondió, ya sabia la respuesta, Ella, la bruja del bosque que en teoria era contraria a los guardianes... si los pillaba en su reino, probablemente no contaran mas que ellos solos allí sin refuerzos ni nadie que los salvara.

-igualmente ... es mejor que nada no crees... tenemos que seguir ese mapa.
-deja lo del mapa entre nosotros, nadie mas debe saberlo... y no creo que le interese tampoco

- "¿Colgado?" - Se preguntó a sí mismo, llevándose una mano al pecho de forma ofendida. Le habían llamado muchas cosas a lo largo de su vida, y colgado era una de las que más le molestaban. ¡No estaba loco! Tenía una mente muy lucida y una memoria prodigiosa, aquel bruto de seguro no conocería ni el significado de aquella palabra.

- Será mejor que nos guiemos por vuestro mapa. - Dijo socarrón, dando a entender que ya poco les quedaba por esconder. Había llegado hasta aquel lugar sin demasiados inconvenientes, pues acostumbraba a moverse por zonas arbóreas como esa, guiándose por el musgo de los arboles, mirando las estrellas, moviéndose principalmente por las copas de los arboles. Todo era preferible a estar moviéndose en solitario por tierras extrañas.

- No conozco bien la zona, y no me hace mucha ilusión que acabe metiéndonos en la cueva de un oso... o algo peor.  - Siempre se restaba importancia a sus propias habilidades, pues luego podía curarse de acabar siendo el responsable de alguna desgracia. Mejor que los pasos los guiara alguien más apto, un nativo de la zona u alguien que en su caso, portara un mapa.

- Podéis seguir con lo que estuvierais haciendo. No os preocupéis por mí, me guío por la más estricta norma de confidencialidad que me otorga mi profesión. - Su tono cambió a uno un poco más modesto, como si diera a comprender la veracidad de sus palabras.

Off:

Y finalmente había llegado. Anna jamás de los jamases había pisado un bosque, al menos no de forma consciente, y por eso la exuberancia la maravillaba: Todo era belleza pura y salvaje. Nuevas especies creaban un abanico de colores que iban desde amplios tonos de verde, pasando por el rojo, anaranjado, amarillo, rosado y violáceo. El cielo casi no se veía sobre su cabeza, pero se intuía a través de la cúpula arbórea. Rezumaba magia, una esencia embriagadora que estimulaba sus sentidos, impulsando a sus pulmones a tomar el aire con olor a tierra y humedad que tan raro era para ella. Anna no tenía miedo, no era habitual en su carácter impulsivo y optimista. Para la princesa de cabello caramelo, estaba inmersa en una misión de la que pendía su reino, y aunque llevaba más de tres días fuera de Arendelle, había tomado la imprudente decisión de enviar cómo emisario suyo al príncipe de las Islas del Sur para calmar los ánimos y que nadie saliese en su busca. Nada podía salir mal en un plan tan intachable y sin lagunas. Pero ahora tenía otro problema entre manos con el que no había contado: Su nulo sentido de la orientación. Por suerte para ella, no iba sola, no lo habría soportado. La inquieta respiración de Leanna, delante suya, la distrajo. Dejo de mirar a la maleza para centrarse en la figura pequeña que estaba sentada en el lomo de Chocolate, con las manos de la princesa rodeando su cintura para sostener las riendas. Llevaba un vestido que debía hacer sido azul, pero que las machas de barro y suciedad del camino habían vuelto casi negro. Sobre su cabeza, el corto cabello oscuro permanecía pegado al casco, rizado allá donde su propio sudor lo mojaba. Parecía malhumorada. No era de extrañar, pero por otro lado su silencio la irritaba y la ponía de los nervios. Si iba a estar callada todo el rato, prefería viajar sola. Anna resopló sonoramente, repentinamente enfadada.

-¡Maldita Elsa! Tiene demasiado morro. Me obliga a quedarme encerrada y mientras ella se va por ahí sin avisar, a saber donde...-De haber podido, se habría cruzado de brazos enfurruñada, pero por el contrario, percibió la tirantez de la niña-Y tu no deberías haberme seguido, estoy muy decepcionada contigo, jovencita-Reprochó casi de broma, para ver si así estimulaba a Leanna a iniciar una conversación-Te prometí que te ayudaría, lo sé, pero me perdí-Esta vez adoptó un tono más suave. Hizo un gesto compungido, como si eso la eximiese de haberse desviado del camino- Nadie es perfecto, ¿Sabes?-La cría había aparecido hecha unos zorros en la puerta de la posada esa mañana, con el vestido que le había dado Gerda sucio, y una peluca completamente enredada y llena de hojas, pareciendo una pequeña cachorrilla de bulldog, dispuesta a comerse a alguien. Le había recriminado que estaba perdiendo el tiempo sin cumplir su promesa, y que de ahora en adelante no podría evitar tenerla pegada a sus talones, para asegurarse de que no volvía a perderse. Los adultos, había dicho, son todos unos irresponsables. Y hasta entonces... Leanna no dijo ni pío. El bosque encantado la ponía nerviosa, la crispación era palpable, pero Anna no lograba entender el por que de su actitud.

-Shhhh-La mandó callar repentinamente, con toda su espalda en tensión. El ulular de un búho se oyó unos metros más allá, junto con la convergencia de voces no especialmente lejanas. La niña respiró hondo, alerta, y se removió indicando a la princesa que debían desmontar a Chocolate-Es aquí-Dijo, mientras su rostro se tornaba blanco como la leche a causa de la impresión. El escenario de la matanza no andaba lejos, ella misma recordaba que habían montado guardia en ese lugar en concreto antes de iniciar la emboscada, unos metros más adelante, ignorantes de que todos iban a morir y de que ninguna fortuna valía ese enfrentamiento.

Anna tardó un poco en entender lo que pretendía decirle, mirando hacía delante con gesto ausente.

-Vamos-Siseó Leanna irritada, pasando una pierna por encima del cuello del caballo y deslizándose después hacía abajo, con una gracia y soltura inusual en una criaja de la calle. La pelirroja la imitó,  pero su torpeza provocó que el pie se le enganchase en la brida y tirase de ellas, arrancando un sonoro relincho de protesta de su jamelgo. Su zapato salió disparado al tiempo que se liberaba, y su compañera soltaba una maldición impropia de una mocosa, haciéndose cargo de las riendas antes de que fuese demasiado tarde.

-Lo siento, Chocolate-Se disculpó la princesa, palmeándole en el hocico para tranquilizarle, mientras que con la mano libre se calzaba la bota. Se topó con la mirada inflexible y gris de Leanna, que siseó por lo bajo, rezando porque no las hubiesen escuchado. Sacó de su delantal un espetón torcido que posiblemente había robado de las cocinas de Arendelle, y la empujó hacia la maleza junto con el caballo, para esconderse en el mismo lugar donde semanas atrás se habían dado las órdenes. Todo estaba intacto, salvo por la capa de hojas que cubría el suelo con su manto perenne. Ese, desde luego, era un buen lugar para observar y no ser vistos, pero lamentablemente Leanna hubiese preferido no tener que esconderse, ya que presencias ajenas a ellas en el bosque le causaban muy mala espina.

-Ata aquí al caballo-Ordenó. Anna la miró un poco sorprendida de su falta de educación, sin embargo obedeció, decidiendo que se tomaría aquello como un juego, una idea que resultaba completamente opuesta dentro de la cabeza de la pequeña.

-Qué mandona te has vuelto...-Suspiró en voz baja, sin ser consciente de que ella era exactamente igual.

-Avancemos, quiero acercarme un poco más. Procura mirar por donde pisas y por lo que más quieras, no hagas ruido-Murmuró.

-De acuerdo-Susurró felizmente la pelirroja, ganándose una mirada desaprobatoria de su compañera. La siguió, aunque era bastante difícil no hacer crujir las ramas bajo sus botas de viaje, que estaban hechas para la nieve y no para pasearse con disimulo por entre la tupida capa de árboles de ese bosque, mientras las voces iban haciéndose aún más claras. Tanto misticismo despertaba su interés, y contenía las ganas de preguntarle a la niña que era lo que se traía entre manos, cuando con un gesto la hizo detenerse. Leanna se arrodilló junto a un arbusto, deparando las hojas y mirando escrutadora al trío que conversaba, mientras la princesa se colocaba a su lado-¿Y bien?-Quiso saber, impaciente, ajena al hecho de que las mejillas de la niña habían perdido de nuevo el color y un sudor frío perlaba su frente estrecha e infantil.

OFF: bienvenida Anna

ON:
-¡¿por que no?! si es obvio que necesitamos quien nos ayude
- Será mejor que nos guiemos por vuestro mapa.  No conozco bien la zona, y no me hace mucha ilusión que acabe metiéndonos en la cueva de un oso... o algo peor.

Seiyu asintió enérgicamente como si eso apoyara las palabras del medico
-ves!! el sabe mas que nosotros... o no, pero nos puede ayudar...
-¿sabrá ser discreto?
- Podéis seguir con lo que estuvierais haciendo. No os preocupéis por mí, me guío por la más estricta norma de confidencialidad que me otorga mi profesión.

seiyu miraba fijamente a Ralth en busca de su veredicto

-la verdad es que me opongo por nada... tampoco es que sea importante... solo buscamos a una desaparecida

Ralth le había comentado a Seiyu no decir el nombre de la desaparecida para evitarse problemas.
Ralth tendio el mapa a Victor quien pudo observarlo, el mapa en si era un trozo de papel con garabatos, era una burda estafa malintencionada, que auguraba que tus sueños se cumplirian si ibas hasta un punto determinado del bosque, el camino guiaba desde un pueblo alejado hasta el interior del bosque donde aparentemente guiaba con exactitud a un punto...  cualquiera diría que no llevaba a ninguna parte pero conociendo un poco el bosque, cualquier cosa es posible.
-tranquilo Victor nosotros
-Viktor...
-como sea... el caso es que nosotros andamos tras una muchacha que se creyó esas parafernalias... fantásticas... y veníamos a encontrarla viva ....o muerta...
-viva...
-cállate!... el caso es que tenemos que estar seguros, es una persona... mas o menos importante, y dan una recompensa por saber que fue de ella.
Seiyu dejo de aguantarse
-Pero mejor si la encontramos viva y la devolvemos con su familia, sus padres y hermana deben estar preocupados.
Ralth penso en contarle a Seiyu que los reyes de Arendelle estaban muertos, pero se lo cayo
(para dale mas información a "viktor" prefiero dejarlo en la inopia...¡¿HU?!)
Seiyu noto el gesto cambiaba en el rostro de Ralth
-¿pasa algo?
-no, nada... me pareció... tonterías mías.
Seiyu miro las zarzas donde aun podía verse un ojo que a pesar de ello no estaba seco, seguramente de la humedad del bosque, pero era una imagen, un poco traumante.
-¿quienes serian?
-los cirsences...
-¡¿los mismos tipos?!
-atacaron a Anna por que tenia un mapa como ese.... tu y ella lo malinterpretaron claro... no están muy bien hechos que digamos... pero en teoria atraían a sus victimas y luego las asaltaban... pero algo debió salirles mal para acabar siendo una presa...
luego medito para si, cosas que no compartiría ni con seiyu
(pero atacar a una reina?... alguien de dentro debía estar ayudándolos...)
-pero ella no esta aquí... ¿verdad?
-no parece haber ninguna mujer aqui... pero aun no hemos llegado al punto del mapa... debemos avanzar...el carrocero comento que llevo a Elsa hasta lo profundo del bosque... aun no hemos llegado ni de lejos.

Seiyu volvió a mirar los arboles que servían silenciosos de testigos de esa masacre ¿que había pasado allí? ¿quien o que cosa habia impartido justicia con eso matones?... entonces fue cuando lo vio.
-que raro ¿no?
Ralth ni le hizo caso pensando que era otra tontería
-sigo pensando que esas zarzas son agresivas, incluso con los arboles cercanos... pero no hemos visto otras antes...
Seiyu se agacho para mirar mejor entre las zarzas observando los cuerpos donde había un detalle característico que llamo su atención
-es mas, ningún animal carroñero ha intentado llevarse un pedazo... es como si estas plantas fueran antinaturales, y los animales lo supieran.
Ratlh se detuvo y ladeo la cabeza
¿aquello era cosa suya o Seiyu había dicho algo inteligente?

Le escuchó discutir de forma desinteresada, los motivos por los cuales habían llegado hasta ese lugar no aparentaban ser demasiado interesantes. Buscaban una desaparecida, algo habitual en bosques como aquél. Si en verdad había seguido aquel mapa, podría haber acabado en cualquier lugar desorientada por la frondosa vegetación. Aunque el detalle de los cadáveres que llenaban la zona resultaba muy desconcertante. Si hubiera llegado hasta allí y se hubiera encontrado con aquella escena, de seguro habría huido lejos del lugar. Aunque también era ciento que no conocía a la susodicha desaparecida, y se tratara de alguna poderosa amazonas, capaz de decapitar a un centenar de hombres antes de caer ensartada por alguna saeta. O simplemente, ya se la habían llevado a su base... y aquello hubiera ocurrido después del rapto. Se podían barajar miles de hipótesis al respecto, aunque si hubiera seguido bien el mapa hasta a aquel apartado lugar, igual podrían encontrar pistas sobre su paradero.

- Las personas desaparecidas me resultan muy fascinantes. - Dijo moviéndose a un lado, mientras observaba a las zarzas que habían poseído el lugar. - Si lo piensas bien, son personas que se encuentran en dos mundos. Ni terminan de estar vivas, ni terminan de estar muertas. - Sacó una pequeña pipa de uno de sus bolsillos junto a unas pequeñas hojas secas que colocó en el interior de esta. - Si no encuentras el cuerpo, siempre queda la posibilidad que siga con vida en otra parte... - Sacó un pequeño fósforo de otro bolsillo, y lo prendió frotándolo contra su ropa. Depositó la llama en la boca de la pipa, introdujo la boquilla por un agujero en su propia mascara y empezó a inhalar por este, hasta que las hojas prendieron fuego. Tras unos segundos, apartó la pipa y exhalo  una densa nube de humo oscuro. - Esto me ha dado ideas para un libro... ¿Como titularlo?

Recordó entonces la presencia de sus acompañantes. Tosió un par de veces y volvió a centrar la atención en las zarzas. No parecían demasiado llamativas, salvo por el detalle de que devoraban con ansia los restos de aquellos cuerpos descompuestos. ¿Cuál sería su anatomía? ¿Tendrían un estomago y un sistema digestivo como los mamíferos? Tendría que comprobarlo.

Había algunas ramas delante de su cara, pero eso no había impedido que pudiese reconocerlos. No podía poner la mano en el fuego por el que parecía llevar la voz cantante, pero uno de ellos sí que era el chico ese de Arendelle, el que iba con Anna cuando se conocieron. La princesa trató de asomarse por el hueco, pero Leanna la empujó, previendo que ese gesto podía poner en peligro su anonimato en esos momentos cruciales, mientras observaba con creciente temor al tipo de la máscara. ¡Un monstruo! La pequeña sabía que la desconfianza era la única razón por la que seguía con vida en esos momentos, y no le resultó grato descubrir que el par de “mercenarios” tuviesen tratos con criaturas de semejante calibre. Su voz sonaba cavernosa, y la niña evocó en ella el dolor que sobrevino a su inconsciencia tan sólo una semana antes en ese mismo bosque a manos de una criatura igual de siniestra. Aún los cuerpos de sus compañeros permanecían en el suelo, como ciruelas maduras que habían caído del árbol a la espera de que algún carroñero limpiase sus huesos de carne. Tragó saliva. Por supuesto que tenía miedo, sería una necia si no lo hiciera. Pero mientras procuraba mantener la cabeza fría y no dejarse llevar por los atormentados recuerdos de la masacre, recibió un fuerte envión de la pelirroja, que se apoderó del círculo de visión al tiempo que Leanna intentaba recuperar su posición inicial sin hacer ruido. Tuvo suerte, pues en el preciso instante en el que Anna se disponía a gritar, logró poner sus manos sucias sobre la boca de esta, y hacerse un hueco para poder ver mejor. La ley de la calle: No dejes que ellos te vean primero. La princesa no duraría ni medio día si la dejaba sóla.

Los ojos de Anna se abrieron de par en par, mostrando un brillo inusual y jovial al reconocerlos. ¡Ese era Seiyu! Tenía que serlo, o de lo contrario, se le parecía mucho. ¡Por supuesto que era él! Aunque no se le pasaba por la cabeza que podía estar haciendo allí, en mitad del bosque. La vida estaba cargada de hermosas casualidades y la joven no tenía intención de rehuir de ellas, aunque hablar le era imposible con los dedos de Leanna sobre sus labios, impidiéndole así que pudiese saludarlo. ¿Quién iba a decir que al salir del castillo todo iba a ser tan fácil? El mundo era un pañuelo, y ese viaje iba a enriquecerla mucho como persona.
El otro debía ser Ralph o como se llamase, y el último… ¿Eso no era una armadura? Vaya cosa más rara...

Anna no prestó más atención a los elementos, pues quería salir de allí, no le gustaba esconderse como si fuese una criminal, y menos si había gente de bien cerca.
Pero su concepto de gente de bien, chocaba con el de la niña.

-Atacaron a Anna por que tenia un mapa como ese.... –Atisbó a oir de boca del grandullón. Gimió por lo bajo, ahogando el sonido en la piel de Leanna, que apretó con más fuerza. ¿Estaban hablando de ella? ¡Que tontería! Pero…

-Pero ella no esta aquí... ¿verdad?-Sintió una punzada de celos al sentir que no era la única Anna del mundo, ni en la vida de esos dos. Estar tanto tiempo encerrada había reducido notablemente sus horizontes y le había dado una idea equivocada de lo que había fuera, por lo que se cruzó de brazos enfurruñada.

-No parece haber ninguna mujer aquí... pero aun no hemos llegado al punto del mapa... debemos avanzar...el carrocero comento que llevo a Elsa hasta lo profundo del bosque... aun no hemos llegado ni de lejos-¿Elsa? ¡Oh, no señor! Aquello ya se pasaba de castaño oscuro. Aún a riesgo de equivocarse, estaba segura de que los nombres Anna y Elsa no irían juntos si no era para referirse a ella y a su desaparecida hermana. Se llevó las manos a la cara y siguió forcejeando con su compañera durante unos interminables segundos, hasta que finalmente logró quitarsela de encima mordiéndole en el dorso de su mano. Escupió saliva, que sabía a tierra, mientras Leanna gritaba de dolor y golpeaba el suelo impotente, demasiado tarde para rectificar. Imprudentemente, Anna salió de entre la maleza felizmente, como si nada malo pudiese pasarle, agitando la hierba a su paso y corriendo hacia el chico de ojos azules. Pretendía montarse sobre su espalda, tapar sus ojos y gritar:

-¡¿Quién soy~...?!-Lamentablemente, su mala suerte hizo que tropezase con un cadáver y cayese de bruces al suelo.

Seiyu se detuvo a escuchar lo que "Viktor" decia
- Las personas desaparecidas me resultan muy fascinantes... Si lo piensas bien, son personas que se encuentran en dos mundos. Ni terminan de estar vivas, ni terminan de estar muertas.

Seiyu trago saliba sonoramente, no le gustaba por donde iba el medico

-Si no encuentras el cuerpo, siempre queda la posibilidad que siga con vida en otra parte...

-ese es el espiritu!! no hay cuerpo ¡debe estar bien en alguna parte!

El medico encendio de forma bastante curiosa una pipa que encajaba en su mascara
- Esto me ha dado ideas para un libro... ¿Como titularlo?
-hum... ¿"entre la vida y la muerte" o "buscando en la esperanza"?... ¡no! espera, no es momento de pensar en libros
Seiyu seguia sin estar seguro de que intenciones tenia el medico, y su mascara no ayudaba a adivinarlo, lo que llevo a hacer una pregunta que no se habia atrevido a hacer hasta ahora
-¿por que te ocultas tras una mascara? debes pasarlo mal sudando hay abajo.

-¡¿Quién soy~...?!
Seiyu se volvio sin recibir la respuesta por que de repente una joven con coletas habia salido de la nada y se habia tropezado con las zarzas.

-¡Ha! espera que te ayudo.
Cuando se agacho a ayudar a levantarse a la joven la reconocio
-¡Anna! ¡¿que haces tu aqui?! esto es peli...
Seiyu le costo poner a anna de pie, algo extraño con su fuerza, pero quedo algo claro cuando ollo un trozo de tela rasgarse.
Las zarzas se habian enganchadoa la falda, seiyu saco un cuchillo.
-tranquila espera un segundo.
Seiyu corto la rapa enganchada
-ya est... joder!!
De repente las zarzas empezaron a agitarse como culebras enfadadas, no estaban atacandolos, eran mas bien como si se retrocieran de dolor o eso le parecia a Seiyu que intentaba disculparse.
-lo siento!! los siento! lo siento!
La rama cortada se retrajo mientras el resto se agitaba amenazante.
-sera mejor que las dejemos en paz... antes de que acabemos abonandolas como esos perdedores.
-buena idea... por donde iva.... ¡¿Anna?! no vez que esto es peligroso!! como puedes ponerte en peligro! ¡¿no sabes que hay mucha gente que seguramente ahora estan preocupados por ti?!

- ¿Mi mascara? - Preguntó mientras soltaba una nube de humo. - Tengo psoriasis... una enfermedad de la piel, la cual me impide disfrutar del sol como los demás. - Soltó para salir del paso, la realidad de su mascara era otra bien distinta, pero aquella respuesta tendría que valer de momento.

Victor se sorprendió ante la repentina aparición de aquella mujer. ¿De donde había salido? ¿Que pintaba en aquel lugar? ¿Como es que se conocían? ¿Les habría estado siguiendo sin que se percataran de ello? ¿Que tipo de ropa era esa, para ir moviéndose por el bosque?

Dio unos pasos hacia ellos, no podía evitar sentir curiosidad por lo que estaba ocurriendo frente a el. Era evidente que era una conocida de uno de los hombres, pues este no paraba de hacerle preguntas de forma acelerada. Observó el trozo de raíz retorciéndose en el suelo, y le se ocurrió una genialidad. Agarró un saco de cuero que colgaba de su cinto y lo abrió, estaba completamente vacío y le sería de utilidad.

Se acercó a ellos con seguridad, hasta situarse a la vera de ambos. Se agachó y arrojó el saco sobre la raíz que aún se agitaba con violencia. Una vez tapada, aferró el saco y su contenido con ambas manos. La planta se resistía, pero el cuero de la bolsa era demasiado resistente como para que sus púas surtieran el mínimo efecto sobre él. No tenía muy claro para qué le serviría, pero quedaba claro que alguna utilidad tendría.

- Gracias. - Le dijo al chico, mientras se volvía a colgar la bolsa del cinto. La planta se removía en su interior, algo que le producía una sensación extraña a la altura de la cintura. - Estaba pensando en coger algunas muestras de la planta, me has facilitado mucho el trabajo. - Se volvió entonces hacia aquella mujer. - Un placer conocerla, señorita. Me llamo Victor Green. - Hizo una reverencia un poco exagerada, para luego continuar diciendo. -  ¿Y usted es?

Edito:

-¡Exacto! ¿Cómo me has reconocido?-Rió cantarina. Tampoco es que fuese muy difícil, pues Anna no era de las que cambiaban de peinado con frecuencia, y normalmente no solía vestir ropas elegantes, sino más bien prendas propias de una campesina adinerada. Se agarró a los brazos de Seiyu para poder incorporarse, notando la dificultad que entrañaba un acto tan sencillo como ese, y percatándose de que algo tironeaba de su falda. ¿Una planta? Anna agarró uno de los extremos y lo asió violentamente para poder soltarse-Dichoso chisme inútil...-Dijo, dando una patada al suelo para pisar las zarzas.

-Tranquila espera un segundo-Oyó al muchacho, que se apuró en liberar la zona enganchada con un certero corte-Ya est... Joder!!

-¡No seas tan mal hablado!-Protestó, clavándole sin querer las uñas en el antebrazo-No te preocupes por la falda, puedo conseguir una nueva cuando vuelva a Arendelle-Le aseguró al ver como este se disculpaba efusivamente, creyendo que lo decía por la tela que tenía un desgarrón a la altura de su bota derecha, en vez de por la planta, que se contorsionaba con posiciones antinaturales, casi como si estuviese viva-¡Ugh!-Dejó escapar.

-Sera mejor que las dejemos en paz... antes de que acabemos abonandolas como esos perdedores-Dijo Ralth, con su habitual tono de superioridad.
-Buena idea... por donde iba.... ¡¿Anna?! no vez que esto es peligroso!! como puedes ponerte en peligro! ¡¿no sabes que hay mucha gente que seguramente ahora estan preocupados por ti?!-¡Arg! ¿Otro sermón? ¿Enserio? ¿Tenía algo escrito en la cara que impeliese a los demás a darle la charla? ¿Por qué? Estaba harta de esa falta de confianza que el resto veían en su persona: Elsa lo hacía, los criados, Franz y ahora también la única persona que la había ayudado a salir de palacio. Y ella que había pensado que la bienvenida sería cálida y afectuosa. Regaló a Seiyu una mirada de pocos amigos, cruzando los brazos sobre su pecho, declarándose inamovible.

-Nunca estoy en peligro-Aseguró, señalándole con el dedo. Eso no era verdad ni mucho menos, pero como una persona optimista que era, estaba muy convencida de sus posibilidades, aunque fuesen inexistentes-Soy mayorcita y sé cuidar de mí misma-Torció una sonrisa plagada de autosuficiencia con la que pretendía impresionar a los demás. Ojala la viesen como una chica madura y capaz, y dejasen de ponerle trabas como si fuese una inválida-No pasa nada-Hizo un gesto con la mano, quitándole hierro a la dramática idea que acababa de poner sobre la mesa Seiyu-Estoy bien. He dejado los cabos bien atados y saben que estoy fuera. Estoy inmersa en mitad de una búsqueda-Dijo, acercándose a su oído para susurrárselo en tono confidencial-Y es de vital importancia para… ¡AHHH!-La princesa chilló darse cuenta, por primera vez, del cuerpo que había sobre el suelo, visiblemente…-¡Está muerto!

-¡ANNA!-Leanna emergió de entre la maleza con el espetón en mano, enarbolándolo como si fuese una peligrosa espada. Desde luego, con los restos de comida y óxido que tenía pegados, lo raro sería que la persona a la que se lo clavase no pereciese a causa de una infección. Pero lejos de tratar de ensartar a nadie, la pequeña cubrió el espacio entre la princesa y el joven héroe, tratando de asestarle a este último una patada en las espinillas-¡Atrás! ¡Sois asesinos! ¡Sabía que no erais de fiar!-Procuró no bajar la cabeza y mirar al muerto, pues temía reconocer a alguno de los compañeros caídos aquella fatídica noche. No era amiga íntima de ninguno de ellos, pero la camaradería en el campo de batalla era algo casi sagrado, con la excepción de huir para salvar el pellejo cuando una muerte más no serviría de nada.

-Un placer conocerla, señorita. Me llamo Victor Green. ¿Y usted es? -Apuntó entonces con su improvisada arma al enmascarado, que había osado acercarse más de la cuenta, provocando que el cuerpo pequeño de la niña entrase aún más en alerta. No iba a dudar en clavárselo en un ojo o en cualquier otra parte que tuviese cerca si es que osaba dar un paso más. No se fiaba de él ni de esa voz cavernosa que salía de dentro de la máscara. Era como un insecto gigante y antropomorfo.

-No se lo digas-Siseó. Su desconfianza radicaba en una sencilla razón, ¿Por qué demonios estaban en ese lugar, donde ella había experimentado en sus carnes tan terrible pesadilla?

Off:

Seiyu naturalmente se queda anodadado cuando Anna grita, pero aun mas cuando aparece
-¡ANNA! ¡Atrás! ¡Sois asesinos! ¡Sabía que no erais de fiar!

Seiyu recibio un fuerte golpe en la espinilla con su entrada haciendolo doblarse del dolor en el suelo.

-AHHHHHHHHHHH!!!! como duele!

-jajaja!!! tumbado por una mocosa... hay que ser lelo.

seiyu se quedo en el suelo gimoteando mientras ralth se volvio a la agresora
-¿no sotros asecinos?... ¿y tu de donde has salido para que puedas opinar eso de nosotros?... esos estaban muertos... y si los hubiera matado no los habria dejado hay tirados...
de hecho ralth se volvio hacia los cuerpos
-es mas parecen un gesto de prepotencia dejarlos hay que todos los vean... una advertencia para todos... ¿de que? no soy adivino.

ralth dejo que ellas hablaran con Victor mientra el examinaba algo que de repente habia visto, una piezade metal que le resultaba familiar.

Seiyu se masajeo la zona dolorida
-Leana! ¡¿por que me atacas?! soy seiyu!

- Que descaro. - Señaló a la niña, mientras hacía un gesto con el brazo de forma indignada. - No hablaba contigo, me dirigía evidentemente a tu madre. - Se apartó unos pasos de la cría, pues tenía muy malas experiencias con los pequeños roedores... - Debería tener mas controlada a su hija, es de muy mala educación contestar de esa forma a sus mayores.

- ¿Podéis contestar a mi pregunta? ¿Quienes sois? Veo que os conocéis entre vosotros. - Comentó tras escuchar las quejas de uno de los chicos. Se sentía interesado en aquella repentina aparición, pues no llegaba a encontrarle la lógica a nada de lo que allí ocurría.

Off:

Leanna sacó los dientes con el espetón aún en la mano, sin saber quien de todos era más peligroso. Había visto a Ralth asesinar aquella noche en el callejón oscuro, con aquella cosa que… No se fiaba ni un pelo de él, pero el desconocido le ponía los pelos de la nuca como escarpias. En esa situación, Seiyu parecía claramente el menos peligroso, que se retorcía en el suelo presa del dolor.

-¡Ah!-Gritó Anna, agachándose a su lado-¿Estás bien?-Le lanzó una mirada furibunda a la cría, mientras tocaba con la mano enguantada la zona golpeada, presionando con los dedos y seguramente haciéndole más daño, aunque de forma inconsciente-¿Por qué has hecho eso? Sabes que son nuestros amigos-Pero la niña discrepaba. La princesa tiró del brazo del chico, como si fuese capaz de ayudarlo a levantarse. Aún sentía como el corazón le martilleaba dentro del pecho, y la presión ascendía a la cabeza a causa del miedo de ver esos cuerpos en semejante estado. Sentía nauseas terribles, y como el desayuno se revolvía de mala manera dentro de su estómago. Soltó a Seiyu y se llevó los dedos a la boca para evitar el vómito. Ya había visto cadáveres antes, a fin de cuentas, se debía temer más a los vivos, ¿Verdad?-Sólo ha sido la impresión-Dijo, apartando un poco el dorso, para después cubrir ligeramente sus ojos con la otra, separando eventualmente los dedos para mirar por puro morbo-Ugh.

-...es mas parecen un gesto de prepotencia dejarlos hay que todos los vean... una advertencia para todos... ¿de que? no soy adivino.

-Leana! ¡¿por que me atacas?! soy seiyu!

-Eso salta a la vista-Masculló la castaña. La niña ignoró el comentario de Seiyu, como si no estuviese ahí. Ella sabía perfectamente lo que había ocurrido y porqué estaban ahí tirados, como vulgares alimañas a la espera de que las bestias del bosque consumiesen sus cuerpos… Pero no quería pensar en ello, pues arrancaba destellos rosados de rabia en sus mejillas. Algo ardía en sus ojos, y se restregó con fuerza para disuadir a las lágrimas de que saliesen, pues llorar era para nenazas y pusilánimes, y ella había pasado ya por mucho como para dejarse llevar por las emociones contradictorias. No les tenía afecto a los difuntos, claro que no, pero la camaradería había sido algo muy real, y aún podía sentir en sus carnes el miedo a morir. Blandió el pincho violentamente, para que nadie se acercase cuando el monstruo de la máscara omitió sus advertencias y prosiguió hablando-¿De qué hablas?

-¿Qué?-Preguntó Anna sorprendida, abanicándose un poco con la mano para que su tez recuperase su tono habitual. El truco estaba en no mirar-¡Ah, no, no, no!-Se levantó del todo y se alisó la falda azulada, anudándola en la zona en la que estaba rajada-¡No soy su madre!-Intentó sonreír, pero le salió una mueca bastante rara, arrugando el ceño. ¿Es que acaso lo parecía?-Sólo tengo dieciocho años-Agregó, como si ese fuese un justificante de peso del por qué esa niña no podía ser su hija. Más bien, ella se veía como una hermana mayor o algo por el estilo-Yo soy Anna, es un … Placer-Dijo arrugando un poco la expresión, pensando que no podía haber un sitio mas raro para presentarse, con tanto muerto junto-Y ella es Leanna. Vamos, no seas tímida-Dijo, agarrando a ciegas la mano de la niña, mientras esta la esquivaba de mala manera. Se volvió entonces para mirar a la extraña pareja, recordando el porqué había salido tan precipitadamente de la maleza-Ralph, has mencionado antes a Elsa-Posiblemente jamás se acordaría de como se pronunciaba su nombre correctamente. Se encaró al grandullón, colocando las manos en jarrón sobre su cintura-¿Qué Elsa?

Seiyu cojeo levemente mientras refunfuñaba
-leana! necesitas que alguien te enseñe mejores modales! ¡mira que tratar asi a la gente buena y amable que solo intenta ayudar...
por otro lado Ralth tenia sus propios asuntos
-Ralph, has mencionado antes a Elsa.... ¿que elsa?
Ralth sonrio mientras miraba a la joven de las coletas
-que elsa? hay alguna forma de diferenciarlas? hay tantas elsas... podria ser cualquiera no crees?... pero no hablaba de tu hermana la reina elsa que desaparecio en este bosque, pero por ahora no tenemos nada.

ralth se dirigio entonces a Victor
-estas dos son pueblerinas de Arendelle, nos conocimos alli, pero... que hacen aqui es algo que no sabria decirte.... ¿que haceis aqui?

Ralth habia cogido un gesto de asas de tetera como si estuviera enfadado, pero algo te decia que le daba igual completamente lo que leana y tu estuvierais por hay haciendo.

- "Si no era su madre, tendría que ser una de sus hermanas menores." - Pensó Victor para sus adentros, mientras escuchaba a la chica mencionando su edad y nombre. - Madre mía. - Exclamó ante el recién adquirido conocimiento. - ¿Dieciocho años y aún no os habéis ni casado? Se os está pasando el arroz, querida. -Victor hizo un gesto con las manos de gran sorpresa, para seguidamente cruzarse de brazos de forma apenada. - En mi país, las niñas con doce años ya son mujeres felizmente casadas y con un hijo a sus espaldas. ¿Cómo es que os hacéis de rogar tanto? ¿Habéis entregado vuestra virginidad a una deidad, imperante solo en vuestro reino? Ya prácticamente, habéis superado la mitad de vuestra esperanza de vida. De aquí a pocos años, se os podría considerar como una respetada anciana.

Aquellas palabras, no tenían por qué reflejar la realidad de aquel mundo en el que se encontraba. Pero dado que aparentemente se encontraban varios años atrasados, en cuento a tecnología y el estudio de las ciencias, no supuso que fuera algo demasiado descabellado. Aunque había algo en lo que él no había caído en un principio... y fue en el detalle de que en aquellas tierras se encontraba el aliciente de la magia.

- ¿Cómo? - Preguntó algo confuso. - ¿La hermana de la reina? - Aquello le había pillado desprevenido, en la realeza se estilaba mucho el comprometer a sus hijos con los príncipes de reinos vecinos. Y mucho más si la hija en cuestión no era la principal heredera al trono. ¿Qué ocurría que no se encontraba ya casada? No entendía ese mundo. - A ver que me entere yo... es la hermana de la reina. ¿Pero te diriges a ella como una simple pueblerina? ¡Qué descaro! - Le objetó dirigiéndose de nuevo hacia la princesa. - Disculpe mi anterior atrevimiento, desconocía que perteneciera a la realeza. - Realizó de nuevo una exagerada reverencia, en un intento por quedar algo mejor.

-¡Oh, cállate!-Espetó Leanna, quien sus modales eran lo que menos le importaban en ese momento. Se había criado en un entorno humilde en el que el trabajo duro imperaba sobre cualquier otra cosa, únicamente superado por la sumisión ante los mayores y la gente de rango superior. Desde que había abandonado el hogar esas directrices habían cambiado para dar paso a otro tipo de normas esenciales para seguir con vida, acentuando así su carácter rebelde, las cuales incluían no agacharse ni deber respeto ante nadie que no tuviese el bolsillo bien lleno sin posibilidades de vaciarselo ella misma; si no, siempre podría agarrarse al miedo que entrañaba el peligro, pero le bastaba el poco tiempo que había pasado con el para no tener miedo de la espada que le colgaba del cinto. En cambio, Ralth, ese era distinto… No le inspiraba confianza alguna y erizaba los cabellos cortos de su nuca. Apretó los dedos en torno al espetón, notando como el calor de la fuerza dañaba su palma callosa, manchada con el oxido que recubría el metal.

Pero Anna no prestaba atención a la pequeña niña y a su afán desconfiado. Se ruborizó hasta la punta de las orejas cuando la voz de Victor habló francamente, haciendo que esbozase una mueca de ligera consternación ante semejantes afirmaciones.

-Espera, ¿Qué?-Dijo, agitando los brazos delante del rostro, que aún no se había desecho del todo de los rasgos infantiles que dulcificaban su faz, acentuados por el par de trenzas que caían hasta la altura de su pecho-¡No! Todavía no soy mayor de edad-Aseguró algo aterrada, ¿Habría el encerramiento causado estragos en su aspecto? ¿De verdad se estaba dando poca prisa en contraer matrimonio? Ella nunca lo había contemplado de esa forma, aunque lo ansiaba, sólo por el hecho de poder escapar por un tiempo de Arendelle y poder ver el mundo que se le negaba por mandato de la “malvada” reina. Claro que, mira por donde, ahora estaba cumpliendo su sueño, aunque no era la forma en la que ella lo había planeado-Soy joven, tengo tiempo hasta cumplir los veintiuno-Que era la edad que había cumplido su hermana hacía tan sólo unos días… Perdiéndose su propia fiesta y revolviendo un poco los ánimos en la corte-¡No, no, no! Nada de eso. Yo… Yo estoy prometida con el príncipe Franz Ferdinand de Lindert, pero aún no se han planificado ni ultimado la fecha de la ceremonia-Y por lo que parecía, iba para largo; no porque ella no quisiese, pues de eso se encargaba Elsa, la cual parecía tener poca prisa por librarse de ella, a pesar de que Anna tenía presente que era poco más que una molestia para sus intereses, cargados de mutismo y falta de emoción. Ese pensamiento la entristeció fugazmente, pero cambió su rostro de inmediato, como guiada por un resorte-Me casaré antes de que eso ocurra-Ignorante de que su prometido también estaba en paradero desconocido, y que hacía tan sólo unos días se había cruzado con el sin verlo-Pero antes debo encontrar a mi hermana-Sentenció, golpeándose la palma abierta con el puño para mostrar una decisión férrea e implacable. Entonces, fueron las palabras de Ralth las que la encauzaron de nuevo hacia el objetivo primordial de su búsqueda, haciendo que el gesto agrio que Anna le regalaba se convirtiese en ansiedad y sorpresa, mientras se lanzaba contra él y empezaba a zarandearlo con violencia de los hombros-¿En este bosque? ¿De verdad? ¡Leanna!-Bramó, excitada porque las pistas empezaban a encajar y dar sus frutos, a pesar de que evidentemente seguía sin tener un camino fiable por el cual adentrarse-¡Tenías razón! ¡Es aquí!-Soltó al moreno y se rascó la barbilla con determinación-Desapareció en el mismo lugar donde dijiste que habías perdido la consciencia. Tal vez la pista está delante de nosotras y no nos…-Su voz se fue apagando hasta convertirse en un hilo casi inaudible, y se tapó la boca con las manos al comprender con horror-No…-Se negó a creerlo-Elsa no está muerta, ¿Verdad?-Preguntó débilmente, mirando a Seiyuu y después al Ralth, al ser consciente de nuevo de la muerte que sembraba el paisaje. Le costaba creerlo, y empezó a notar un pinchazo de dolor a la altura de la cuarta costilla, con el creciente miedo de verse totalmente sola en el mundo. Si bien la reina no era una compañía agradable, en el fondo la anhelaba, y por nada del mundo deseaba perder al último miembro que le quedaba con vida de su familia. Jamás-No. No puede ser-Dijo para tranquilizarse, apartándose del guerrero y acercándose a la niña, abrazándola con melancolía. Elsa no era la típica persona que se metía una refriega, ¡Por favor! Si llevaba guantes para no mancharse las manos de mugre, ¿Cómo iba a estar implicada en algo que llevase firma de sangre?-Yo lo sabría si fuese así…

Seiyu miro con los ojos habiertos a Ralths
-pero... *susurra* no se supone que es un secreto? ¡ella es una princesa! y asun no conocemos a victor como para...

-si queria estar a salvo ha perdido ese derecho al venir acompañada de otra niña a un bosque tan peligroso...

seiyu suspiro, comprendia a ralths, pero a veces era dificil tratar con el, por que era en cierto modo insensible.

Seiyu dejo el tema para defender a Anna

-Anna puede decidir con quien casarse cuando quiera!
Ralth le susurro al odio
- eso... defiende a tu novia...
seiyu se sonrojo notablemenete y agito la cabeza
-que no! yo no podria hacer eso!
-¡No, no, no! Nada de eso. Yo… Yo estoy prometida con el príncipe Franz Ferdinand de Lindert, pero aún no se han planificado ni ultimado la fecha de la ceremonia
seiyu se quedo mirando a anna
-¡¿que?! estas comprometida?!
-no se que te sorprende... es una princesa, con su matrimonio decide el futuro de su pueblo.
seiyu asintio pero se mantuvo cabisbajo pensando a saber que.

Pero pronto atendio a lo que ocurria cuando tajantemente Ralth dijo sin tapujos ni medida en sus palabras
-Tranquila nna, tu hermana esta vivia... pero lamentablemente, preferiria estar muerta como ellos...

Seiyu se alarmo con esas palabras
-¡¿como puedes estar segyuro de eso?! podria estar a salvo en...
-ojala pudiera ser... pero las pruebas dicen lo contrario...
ralth alzo lo que parecia una pieza mecanica y la acaricio como si esta le desvelara secretos ocultos
-yo se quien ha estado aqui... y quien a matado a esos hombres... tambien la pricedencia de esas zarsas y que probablemente elsa se haye en una celda muy oscura siendo torturada de la peor forma de la que se puede torturar a una mujer...
Seiyu dempujo levemente a Ralth quien se callo al instante como dandose cuenta de algo
-disculpenle... no sabe lo que dice....
ralth miro a seiyu sin ningun gesto aparente que determinase su animo, en aquel momento parecia muy neutral pensando
-se... perdoneme lady annna, su hermana puede estar aun por aqui...
Ralth se alejo de el grupo como si estuviera molesto, pero su gesto no mostrava dolor o rabia... no mostraba nada.

Victor observó la situación a la cual habían llegado. Aquella mujer le había ofrecido datos muy esclarecedores. Parecía ser que contaban con una especie de medición de edad, para poder decidir las edades casaderas de sus mujeres. Quizás la esperanza de vida de aquellos individuos fuer mayor de la que habría imaginado en un principio.

- Vuestras tradiciones chocan con las de mi gente. - Objetó, no tenía necesidad de añadir nada mas al respecto. Quizás fuera buena idea seguir la corriente y prestar atención al tema de la reina. Según había llegado a entender, su hermana había llegado a aquel lugar y podría encontrarse o viva... o entre toda la pila de cadáveres que les rodeaban. Aquello podría haber sido un trabajo perfecto para él, si no fuera por el detalle de las zarzas, pasaba de perder un dedo en un sutil intento por identificar un cuerpo que no le tocaba en nada.

- Aquí lo que queda en claro, es que desconocéis si está o no. - Dijo acercándose a la pareja de guerreros. Aunque tuvieran un aspecto más rudo y peligroso, se sentía más seguro que al lado de aquella extraña mujer. No quedaba claro si se trataba de la autentica "Anna" o una simple ninfa disfrazada, esperando a que se dieran la vuelta para cazarlos. Ya le había pasado hacía unos días y no quería repetir. Las coincidencias como aquella solían ser peligrosas.

- Es evidente que si ha muerto, ha sido pasto de las zarzas. - No era una persona que soliera tener pelos en la lengua, era mas rápido y cómodo para él decir las cosas claras y de forma contundente. - Y si no ha muerto y se encuentra en ese lugar que mencionáis... - Tomó una calada de su pipa, la cual casi se había terminado de consumir a causa de tenerla descuidada. - Ya de por sí, nos costaría trabajo hacernos cargo de las zarzas entre los tres. - Sus palabras fueron acompañadas por una nube de humo, que surgía por la única abertura libre de su máscara. - Si ese lugar es tan peligroso, no lograríamos nada en ir nosotros solos. ¿Contáis con algo parecido a un ejército? - Sabía que no pintaba nada en todo aquel asunto, pero si le servía para seguir vivo el resto del viaje, intentaría ser de "utilidad" en todo lo posible.