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El gran deshielo [Kristoff + libre]
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El gran deshielo [Kristoff + libre]
Lugar: Castillos
Arendelle... Estaba completamente congelado. Anna tomó aire mientras contemplaba desde el saliente la enorme tormenta que se arremolinaba en torno al reino que la había visto nacer. El hielo bañaba sus calles y aprisionaba el fiordo en una espesa capa de hielo, una cárcel para los barcos que habían quedado encallados en mitad de un infierno blanco. El viento perdía fuerza al llegar a su posición, pero aun así sentía el frío acuchillando sus mejillas, rosadas a causa de las bajas temperaturas, y todo en varios kilómetros a la redonda había pasado de ser el paisaje veraniego que recordaba, a convertirse en un páramo completamente blanco, en el cual la vida se congelaba ante el tacto glacial. El clima había empeorado notablemente desde que abandonase Arendelle, hacía ya varias semanas atrás, delegando responsabilidades en el príncipe de las Islas del Sur, Hans. Lo que había empezado siendo una tormenta, se había acabado convirtiendo en una maldición en su ausencia...
Sentía una presión en el pecho, un dolor sordo causado por la acusada amnesia inducida. Ahora ya lo sabía todo, y si lo hubiese sabido antes, nada de aquello habría sucedido. Tanto tiempo separadas a causa de un secreto que, literalmente, había congelado una relación que antaño fue de lo más cálida. Pero ni toda la magia del mundo lograría apartarla de su destino, y ahora sabía que estaba allí y no en otra parte. Más allá del reino, condenado por la maldición de la reina, se erigía la Montaña del Norte, donde estaba segura de que su hermana aguardaba recluida en su palacio. Sólo... Sólo debía reabastecerse de provisiones e iniciar el viaje, esta vez al lugar correcto. La esperanza henchía su corazón e impulsaba sus pasos con una determinación infranqueable. Debía explicar la situación en Arendelle antes de que fuese demasiado tarde, pues después de tanto tiempo la desesperación ya debería haber cundido. Hans seguro que lo entendería. Seguramente, su hermana también estaría muy asustada, por eso sobre ella recaía la misión de viajar hasta lo alto de la montaña. Llegaría hasta la cumbre y lograría convencerla para que volviese, para que acabasen juntas con esa maldición. Después de tanto tiempo, no habría ninguna puerta que detuviese a Anna de Arendelle.
Miró hacia atrás, acomodando la capa sobre los hombros de Hikari mientras sonreía decidida. Leanna se había quedado en Marshovia para después encaminarse hacia Lindert, y Anna no hizo nada para detenerla, pues sabía de buena tinta que deseaba encontrar también a su hermano. Aquel extraño suceso en la Montaña Prohibida la había trastocado y temía por el, algo que era completamente comprensible. Ahora, la princesa de Arendelle tenía sólo a la joven huérfana, a la que procuraría un lugar en el palacio una vez que lograse acabar con el invierno.
-Vamos Hikari-Dijo amablemente, asiéndola mientras descendía ladera abajo con cuidado, sintiendo que el gorrito rosa no era lo suficiente amplio como para evitar que el frío helase sus orejas. El palacio quedaba lejos y aún quedaba mucho por recorrer...
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
La montaña prohibida estaba mortalmente silenciosa, no habian soldados, no habian criaturas susurrantes ni alaridos de dolor, solo silencio y sombras amenazantes.
Ahora más que nunca aquel lugar parecía maldito y prohibido.
No obstante, en la zona más oscura y tormentosa, el sonido de actividad era latente.
Una furiosa y ocupada Penuria luchaba con un rollo de celo, mientras envolvia con esta una extraña esfera verde, estaba totalmente resquebrajada y le faltaban trozos.
Master suspiró.
-un pesimo trabajo
Ella replico furibunda:
-¡¿sabes lo dificil que es encontrar celo en este mundo?!
Master se ahorro el comentario, discutir con Penuria no era ni util ni le llevaría a ninguna parte, en cambio habian otros asuntos urgentes.
-tengo un trabajo para ti...
Parecio que Penuria se interesó un segundo:
-¿de que se trata ahora?
-Elsa de Arendelle, ahora es un problema... debemos quitarla de en medio
-¡¿Debemos?! De eso nada señor... esa mujer no es asunto mio.
Aquello rasgó un poco el oscuro temple de Master:
-¡¿como osas?! Tu deber ¡era alejar a todas las mujeres de Noligma!
Penuria sonrió mostrando los dientes puntiagudos.
-corrijo, "todas las mujeres DENTRO del castillo" y que yo sepa, ninguna "Elsa" ha entrado, aunque el nombre me suena... la unica que no eché, era a esa tal "Hikari" de la que tanto protegias...
Penuria se calló al ver la furibunda mirada de Master.
Pero master no la reprendió, tenia razon, Elsa nunca llegó a pisar el castillo, lo que la convertia en un asunto pendiente de master, solo había tenido la esperanza de tentar a Penuria, quien había demostrado ser más astuta y retorcida de lo esperado.
Pero tampoco fue culpa suya, aquel plan tan bien meditado y orquestado.... "lleva a Envy, necesitas aprender a controlarla" habia sido un juego de niños, era obvio para todos menos para Noligma que "envidia" atacaría a Elsa, y que esta moriría a manos de elsa.
Una relación rota por una serpiente, como Adan y Eva, poético ¿no?
Pero no, Noligma tuvo que superar el trauma de sus mascotas con la muerte de Wrath, que master desconocía en ese momento.
El tenia que perdonarla... él tenía que amarla.
No!! No ahora que estaba tan cerca!
Elsa tenía que desaparecer, pero no por su mano... si Noligma descubriera que estaba involucrado, todo se hecharia al traste.
-me voy a Arendelle...
-¿tienes un plan?
-No necesito un plan... no cuando sé como acabar el cuento.
Ahora más que nunca aquel lugar parecía maldito y prohibido.
No obstante, en la zona más oscura y tormentosa, el sonido de actividad era latente.
Una furiosa y ocupada Penuria luchaba con un rollo de celo, mientras envolvia con esta una extraña esfera verde, estaba totalmente resquebrajada y le faltaban trozos.
Master suspiró.
-un pesimo trabajo
Ella replico furibunda:
-¡¿sabes lo dificil que es encontrar celo en este mundo?!
Master se ahorro el comentario, discutir con Penuria no era ni util ni le llevaría a ninguna parte, en cambio habian otros asuntos urgentes.
-tengo un trabajo para ti...
Parecio que Penuria se interesó un segundo:
-¿de que se trata ahora?
-Elsa de Arendelle, ahora es un problema... debemos quitarla de en medio
-¡¿Debemos?! De eso nada señor... esa mujer no es asunto mio.
Aquello rasgó un poco el oscuro temple de Master:
-¡¿como osas?! Tu deber ¡era alejar a todas las mujeres de Noligma!
Penuria sonrió mostrando los dientes puntiagudos.
-corrijo, "todas las mujeres DENTRO del castillo" y que yo sepa, ninguna "Elsa" ha entrado, aunque el nombre me suena... la unica que no eché, era a esa tal "Hikari" de la que tanto protegias...
Penuria se calló al ver la furibunda mirada de Master.
Pero master no la reprendió, tenia razon, Elsa nunca llegó a pisar el castillo, lo que la convertia en un asunto pendiente de master, solo había tenido la esperanza de tentar a Penuria, quien había demostrado ser más astuta y retorcida de lo esperado.
Pero tampoco fue culpa suya, aquel plan tan bien meditado y orquestado.... "lleva a Envy, necesitas aprender a controlarla" habia sido un juego de niños, era obvio para todos menos para Noligma que "envidia" atacaría a Elsa, y que esta moriría a manos de elsa.
Una relación rota por una serpiente, como Adan y Eva, poético ¿no?
Pero no, Noligma tuvo que superar el trauma de sus mascotas con la muerte de Wrath, que master desconocía en ese momento.
El tenia que perdonarla... él tenía que amarla.
No!! No ahora que estaba tan cerca!
Elsa tenía que desaparecer, pero no por su mano... si Noligma descubriera que estaba involucrado, todo se hecharia al traste.
-me voy a Arendelle...
-¿tienes un plan?
-No necesito un plan... no cuando sé como acabar el cuento.
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Yer Noligma
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Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
- Off importante:
- Dado que abrí una búsqueda para Kristoff y este aún no ha aparecido, como guardián de mi cuento, me voy a tomar la libertad de manejarlo durante algunos post en este tema ^^. Espero que no sea molestia .
El chico observaba la cellisca con gesto contrariado. Montado a lomos de su reno, el mundo tenía una perspectiva bastante desalentadora, mientras el reino se congelaba a causa de la magia. No le preocupaba la tormenta, en absoluto, al menos no tanto como el simple hecho de que aquella a la que tenía que vigilar se había esfumado. Como guardián, su objetivo era asegurarse de que Anna cumpliese su misión dentro del cuento: debía guiarla hasta la montaña norte, irritarla con sus comentarios durante el camino y lo más doloroso... dejar que se congelase.
Muy a menudo, el vendedor de hielo se preguntaba si el mismo podría romper el conjuro de Elsa sobre la menor de las hermanas. Un acto de amor verdadero, ¿Acaso el no la quería? Muchas veces había sufrido, observando como ella elegía antes a su hermana que a el, para salvarla de la espada de Hans. Sin embargo no podía ni siquiera soñar con intentarlo, pues debía ser asi siempre.
A fin de cuentas, tenía la oportunidad de enamorarla una y otra vez, era la única ventaja de poder pasar tiempo con ella. El final feliz estaba servido, aunque tuviese que sufrir para alcanzarlo.
Pero algo no era igual y eso lo perturbaba.
Anna no había llegado hasta la cabaña de Oaken el Trotamundos, como estaba previsto. Conociéndola se habría entretenido, no en vano e revoltosa, pero al cabo de una semana empezó a impacientarse y preocuparse, ¿Le habría pasado algo? Por mucho que la buscó en el bosque no fue capaz de encontrarla, aunque si al pequeñajo de Olaf, ¿Hijo no oficial de la reina?. Sus pasos lo empujaron hasta el palacio de Elsa, en el cual albergaba la esperanza de encontrarlas a ambas. Quizás, por algún extraño designio, la congeladamente loca reina había entrado en razón... Pero no, no era posible. Al llegar se topó con un escenario sobrecogedor. La sangre en el suelo y el hielo hecho añicos indicaba que allí había tenido lugar una batalla: Hans había estado allí y se había llevado a Elsa. Esa parte de la historia seguía su curso... ¿Pero y Anna? ¿La reina habría congelado su corazón? No podía dejarla sola, empezaba a agobiarse demasiado al no saber donde se encontraba, o si estaba perdida y helada.
En ese momento, estaría atravesando el fiordo congelado en busca de Elsa. Puso su mano sobre los ojos a modo de visor.
-¿Qué buscas Sven?-Preguntó Olaf.
-Cállate-Dijo algo irritado, oteando el horizonte, abrumado por tanto blanco. El viento alzaba nubes de copos, dificultando su visión, cuando una capa rosada se hizo ver entre la tormenta. ¡Allí estaba! -Olaf, ve al pueblo-Ordenó-Y que no te vean-Le verían, evidentemente. Olaf era de todo menos discreto... Pero no podía dejar que Anna lo viese, la última vez lo decapitó de una patada.
-¿A donde vas, Sven?
-A recuperar el verano-Replicó con seriedad, agarrándose a las riendas de su reno.
-¡¡¡Veranooooo!!!-Gritó entusiasmado el muñeco de nieve, lanzándose montaña abajo con alegría.
***
Anna tiritó y se acomodó la capa, apretandosé contra Hikari para que ambas pudiesen conservar el calor muy a pesar de la tormenta. El camino era dificultoso, pues el viento empujaba sus cuerpos como si fuesen marionetas zarandeada por las inclemencias del tiempo. Aún asi no iba a rendirse, mientras apretaba el cuello de la capa para protegerse. La determinación más férrea, el amor más intenso, su voluntad infranqueable eran un arma suficiente para combatir cualquier clima antinatural. Había viajado tanto que atravesar una tempestad debía suponer un juego de niños para ella, en comparación con combatir una planta carnivora, trepar hasta una montaña siniestra y enfrentarse a sus propios miedos. De pronto, una silueta inmensa les cerro el paso. Los cuernos la asustaron y movió a Hikari hacia atrás para protegerla de un peligro desconocido, cuando la cercanía le mostró que se trataba de un reno, sobre el cual montaba un encapuchado. Creyó oír su nombre, pero lo atajó a un hecho importable. Un trapo y un gorro tapaban su rostro, salpicado de nieve hasta las cejas.
-¡Es una locura salir con esta ventisca!-Gritó para hacerse oir.
-¡No es una ventisca!-Replicó la princesa al desconocido. Sus trenzas volaban a su alrededor y pudo ver como este la miraba sorprendido. Se echo hacia atrás-¡Es mi hermana!
Entornó los ojos y bajó de su montura. Lo que el suponía, a cada cual más loca...
-Entonces deja que te lleve-Reparó entonces en Hikari y agregó de mala gana-A las dos-Y tendió su mano-Soy Kristoff Bjormann.
-A-Anna-La chica lo miro con reservas, sin dejar de abrazar a la niña morena. ¿Accedía a casarse con un desconocido y a el le da vergüenza darle la mano? ¡Por favor! Kristoff no pensaba seguir perdiendo el tiempo, tenía un trabajo que hacer. Justo en el momento en el que la princesa fue a darle la mano, el la agarró con fuerza y la levantó por los aires, cargándola sobre su hombro como si fuese un saco de patatas-¡Ehhhh!-Hizo lo mismo con la niña, ya que no era tan desalmado como para dejarla allí medio. Más tarde averiguaría quien diantres era y como había llegado hasta el lado de Anna, pues ahora la pelirroja tenía otra senda que seguir.
-¡¡Ahh, me has mordido bruta!!-Se quejó el vendedor de hielo, cuando su protegida le asestó un mordisco en el hombro en un intento de zafarse. ¿Es que no veía que tenía prisa?
-¡Suéltame animal!-Gritó furiosa, revolviéndose para que este se viese obligado a dejarla caer al suelo. Kristoff sacudió el hombro para que no se resbalase.
-Nope, que conste que todo esto es por tu bien-Explicó-Estate quietecita si no quieres que te amordace. Y deja de darme patadas en la espalda, voy a llevarte con tu hermana-Aclaró con algo de frustración. Razonar con ella en esos momentos (y en cualquier otros) resultaba siempre algo contraproducente.
-¿De verdad?-Preguntó ella, deteniéndose un momento. Siempre tan ingenua.
-Aunque si sigues así cambiaré de idea-Amenazó, mientras empezaba a caminar en dirección al palacio, en cuyo tejado empezaban a crecer fieras estacas mientras la tormenta empeoraba-¡Oh, vamos Kristoff!-Dijo entonces poniendo otra voz. La princesa miró hacia atrás con el ceño arrugado, fijándose en el reno, que mascaba una zanahoria tan tranquilo-¡Te odiará si la tratas así!-Anna frunció el ceño y volvió a mirar al maestro ventrilocuo-Calla Sven, sabes que odio que me des lecciones. A fin de cuentas es lo mejor, ¿No te parece?
Mientras el brusco movimiento de los pies del muchacho avanzaba por la nieve, cargando aquellos dos fardos en sus hombros, la chica siseó a Hikari para llamar su atención, algo perturbada por descubrir que ese vendedor de hielo estaba loco.
-Psst, psst Hikari... ¿Crees que es una especie de acosador? Me parece que está loco, habla solo...-Susurró hacia el otro hombro, del cual colgaba la niña.
-Lo he oído, y no, no estoy loco, ¿A que no Sven?-Gruñó Kristoff.
Anna le sacó la lengua mientras arrugaba la nariz, pero cambió su expresión de golpe al ver aparecer frente a ella las puertas del palacio, cubiertas por una capa de escarcha gruesa que la bloqueaba.
-Nadie puede entrar ni salir...-Susurró.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
No era como que hubiesen muchas razones para llevarla al palacio, sabiendo que Elsa ya no estaría ahí y que por lo tanto el enfrentamiento que tendría que haber ocurrido como consecuencia del encuentro no se daría, pero tampoco tenía muchas más opciones dada la situación. Más de una cosa estaba andando mal ahí, y de todas maneras tendría que recoger más pistas que las que había alcanzado a ver en el apuro que le había producido el encontrar a Anna. Por lo demás, ella también podía ayudar, y de alguna manera se las arreglaría para volver a lo que debería haber sido el rumbo correcto de las cosas. Además, asumía que Elsa estaría ahí ahora, en las mazmorras. ¿Dónde más podía estar?
También podría haber puesto a Anna y a la cría sobre Sven, o al menos a esta última, pero entre el calor del momento y todo, ni siquiera lo había pensado. Él mismo había cometido un error al decirle que la llevaría con su hermana, algo que supuestamente no tenía por qué saber y en lo que ella no parecía haber caído en cuenta, lo que le salvaba por ahora. Bajó a sus cargas a los pies de las escaleras, tomando unos momentos para admirar los exquisitos detalles formados en el hielo, concentrándose luego en la tarea a mano.
-No se puede ni siquiera hacer un fuego en esta ventisca...- se quejó, subiendo decididamente los escalones, sacudiendo lo que podía de la nieve que quería pegarse a la escarcha. -Creo que no queda otra que abrirse paso a la fuerza...- comentó, desenfundando su hacha y calibrando su peso en su mano.
También podría haber puesto a Anna y a la cría sobre Sven, o al menos a esta última, pero entre el calor del momento y todo, ni siquiera lo había pensado. Él mismo había cometido un error al decirle que la llevaría con su hermana, algo que supuestamente no tenía por qué saber y en lo que ella no parecía haber caído en cuenta, lo que le salvaba por ahora. Bajó a sus cargas a los pies de las escaleras, tomando unos momentos para admirar los exquisitos detalles formados en el hielo, concentrándose luego en la tarea a mano.
-No se puede ni siquiera hacer un fuego en esta ventisca...- se quejó, subiendo decididamente los escalones, sacudiendo lo que podía de la nieve que quería pegarse a la escarcha. -Creo que no queda otra que abrirse paso a la fuerza...- comentó, desenfundando su hacha y calibrando su peso en su mano.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
En medio de esa ventisca un misterioso Jinete apareció en medio de la tormenta y avanzo forzando al caballo.
La ventisca estaba golpeando con dureza, y lo único que quería el animal era alejarse, pero su jinete no lo dejó y lo espoleo a avanzar.
Finalmente Arendele se perfiló a su vista.
El jinete se decantó la vista con el paisaje totalmente cambiado, desde la ultima vez que estuvo allí.
El caballo avanzo lento, pero solo por la nieve, no había ni un alma en la calle, y eso que recordaba haberla visto abarrotada.
El jinete saltó del caballo y este finalmente se encabrito y corrió en dirección contraria.
Ya le había llevado bastantes km sin descanso, además la nieve y el hielo hacían casi imposible ir en caballo.
El castillo de Aredele se perfiló siniestro y elegante, como una joya elegante y fría, sin vida.
El hombre, oculto tras una capa oscura y con una gran espada a la espalda, avanzó a la entrada donde habían un par de personas intentado entrar sin pensar en lo siniestro de su aspecto.
Tenia varios vendajes, uno en su mano izquierda, otro en la cara ocultando más su aspecto bajo la capucha y el último en el torso, el cual se aguantaba con la mano izquierda como si o estuviera bien sujeto.
La figura avanzó hacia ellos decidido.
La ventisca estaba golpeando con dureza, y lo único que quería el animal era alejarse, pero su jinete no lo dejó y lo espoleo a avanzar.
Finalmente Arendele se perfiló a su vista.
El jinete se decantó la vista con el paisaje totalmente cambiado, desde la ultima vez que estuvo allí.
El caballo avanzo lento, pero solo por la nieve, no había ni un alma en la calle, y eso que recordaba haberla visto abarrotada.
El jinete saltó del caballo y este finalmente se encabrito y corrió en dirección contraria.
Ya le había llevado bastantes km sin descanso, además la nieve y el hielo hacían casi imposible ir en caballo.
El castillo de Aredele se perfiló siniestro y elegante, como una joya elegante y fría, sin vida.
El hombre, oculto tras una capa oscura y con una gran espada a la espalda, avanzó a la entrada donde habían un par de personas intentado entrar sin pensar en lo siniestro de su aspecto.
Tenia varios vendajes, uno en su mano izquierda, otro en la cara ocultando más su aspecto bajo la capucha y el último en el torso, el cual se aguantaba con la mano izquierda como si o estuviera bien sujeto.
La figura avanzó hacia ellos decidido.
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seiyu
Soldado raso de la Bruja
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Anna cayó al suelo junto con Hikari, en el momento en que el robusto joven sacó su hacha, revelando sus intenciones de entrar por la fuerza. Mientras terminaba de acomodar de nuevo la capa sobre los desprotegidos hombros de la niña, mirando con recelo al vendedor de hielo.
-¿Y si buscamos otra entrada?-Se atrevió a sugerir. Tampoco anhelaba entrar de forma brusca, no cuando desconocía el grado de alarma dentro del palacio real. La misión de Anna seguía estando en la Montaña Norte, donde confiada creía que aguardaba en soledad su hermana, sin embargo la actitud del desconocido no le resultó chocante, pues era consciente de que antes de emprender su gesta debía comunicarlo en palacio para evitar una posible reacción adversa. Ella le explicaría la situación al príncipe Hans, le pediría provisiones y un pequeño pelotón de hombres valientes, y subiría a por Elsa. Si... Era un plan a prueba de fallos. Estaba segura de que todos lo entenderían.
Sumida en tales cavilaciones, la pelirroja decidió que lo dejaría hacer su trabajo, no obstante quería ayudar.
-Quédate aquí-Susurró a Hikari-Y no te muevas.
Cogió el laúd y se acercó hasta el muchacho de pelo rubio.
-¿Qué puedo ha...?-Empezó a preguntar, con el instrumento musical en la mano, dispuesta a aporrear la entrada si era necesario. Unas pisadas misteriosas se oyeron a pesar del viento que susurraba con fuerza, haciendo chirriar sus oidos, y una nueva figura tenebrosa apareció, avanzando hasta ellos. ¿Y si era otra planta loca y asesina? ¿Y si era aquel encapuchado perturbado? ¿Y si era su malvada hada madrina?-¡Cuidado Christopher!-Chilló, empezando a aporrear al jinete con el laúd, provocando que este empezase a soltar astillas por doquier.
-¿Y si buscamos otra entrada?-Se atrevió a sugerir. Tampoco anhelaba entrar de forma brusca, no cuando desconocía el grado de alarma dentro del palacio real. La misión de Anna seguía estando en la Montaña Norte, donde confiada creía que aguardaba en soledad su hermana, sin embargo la actitud del desconocido no le resultó chocante, pues era consciente de que antes de emprender su gesta debía comunicarlo en palacio para evitar una posible reacción adversa. Ella le explicaría la situación al príncipe Hans, le pediría provisiones y un pequeño pelotón de hombres valientes, y subiría a por Elsa. Si... Era un plan a prueba de fallos. Estaba segura de que todos lo entenderían.
Sumida en tales cavilaciones, la pelirroja decidió que lo dejaría hacer su trabajo, no obstante quería ayudar.
-Quédate aquí-Susurró a Hikari-Y no te muevas.
Cogió el laúd y se acercó hasta el muchacho de pelo rubio.
-¿Qué puedo ha...?-Empezó a preguntar, con el instrumento musical en la mano, dispuesta a aporrear la entrada si era necesario. Unas pisadas misteriosas se oyeron a pesar del viento que susurraba con fuerza, haciendo chirriar sus oidos, y una nueva figura tenebrosa apareció, avanzando hasta ellos. ¿Y si era otra planta loca y asesina? ¿Y si era aquel encapuchado perturbado? ¿Y si era su malvada hada madrina?-¡Cuidado Christopher!-Chilló, empezando a aporrear al jinete con el laúd, provocando que este empezase a soltar astillas por doquier.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Aquello habría resultado mucho más sencillo de haber podido develar todo lo que sabía sobre... bueno, prácticamente todo. Varias veces ya había alcanzado a vivir en aquel palacio antes de que todo volviese a reiniciarse en diferentes puntos, así que sabía de las entradas y salidas existentes, pero ahora que ya había hablado más de la cuenta no le quedaba más que tratar de mantener aunque fuese una semblanza de ignorancia.
-Mientras más esperemos, más se engrosará la capa de hielo y eventualmente hay que abrir las puertas de todas maneras, ¿no?- respondió con el ceño fruncido mientras intentaba calcular el punto exacto donde tendría que empezar a golpear para que las hojas se fuesen liberando poco a poco. Le habría sido bastante práctico contar con una sierra para cortar hielo en esos momentos, pero con todo el apuro había olvidado incluso traer su trineo, cargando rápidamente un par de cosas sobre Sven y saliendo en busca de Anna todo lo rápido que podía. Las cosas no estaban del todo bien, pero seguramente podrían todavía volver a su curso si es que se actuaba a tiempo.
Los golpes que le empezó a dar al hielo taparon en una buena medida tanto las palabras de Anna como los pasos que se acercaban al palacio después de los suyos. Cuando se giró a ver qué era lo que decía la pelirroja fue cuando se dio cuenta de que se había lanzado a atacar a un desconocido encapuchado. ¿Pero qué creía que estaba haciendo? ¡Podía terminar herida!
-¿¡¿Ése es mi laúd?!?- le preguntó, apresurándose hacia ella, fingiendo preocupación por el instrumento cuando al final lo que le importaba era su seguridad.
-Mientras más esperemos, más se engrosará la capa de hielo y eventualmente hay que abrir las puertas de todas maneras, ¿no?- respondió con el ceño fruncido mientras intentaba calcular el punto exacto donde tendría que empezar a golpear para que las hojas se fuesen liberando poco a poco. Le habría sido bastante práctico contar con una sierra para cortar hielo en esos momentos, pero con todo el apuro había olvidado incluso traer su trineo, cargando rápidamente un par de cosas sobre Sven y saliendo en busca de Anna todo lo rápido que podía. Las cosas no estaban del todo bien, pero seguramente podrían todavía volver a su curso si es que se actuaba a tiempo.
Los golpes que le empezó a dar al hielo taparon en una buena medida tanto las palabras de Anna como los pasos que se acercaban al palacio después de los suyos. Cuando se giró a ver qué era lo que decía la pelirroja fue cuando se dio cuenta de que se había lanzado a atacar a un desconocido encapuchado. ¿Pero qué creía que estaba haciendo? ¡Podía terminar herida!
-¿¡¿Ése es mi laúd?!?- le preguntó, apresurándose hacia ella, fingiendo preocupación por el instrumento cuando al final lo que le importaba era su seguridad.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
El hombre se defendía como podía alzando las manos a modo de escudo, y aún así le dejarían marca.
-¡¡PARA, PARA!! Solor soy un mensajero ¡tengo un mensaje para la princesa Anna! Se donde se encuentra la reina.
El hombre se alejó y se descubrió, era un joven un tanto maquillado con barba incipiente
-¡¿Anna?! Soy yo! Seiyu
Seiyu se quitó la bufanda sonriente
-Cuanto tiempo! Ya he cumplido mi misión, se donde esta Elsa.
Seiyu vio entonces a él extraño que intentaba romper el hielo.
Seiyu sacó su gran espadon.
-Déjame que nos abra camino.
Seiyu lanzó golpes con el gran arma de hierro al quebrado hielo
-¡¡PARA, PARA!! Solor soy un mensajero ¡tengo un mensaje para la princesa Anna! Se donde se encuentra la reina.
El hombre se alejó y se descubrió, era un joven un tanto maquillado con barba incipiente
-¡¿Anna?! Soy yo! Seiyu
Seiyu se quitó la bufanda sonriente
-Cuanto tiempo! Ya he cumplido mi misión, se donde esta Elsa.
Seiyu vio entonces a él extraño que intentaba romper el hielo.
Seiyu sacó su gran espadon.
-Déjame que nos abra camino.
Seiyu lanzó golpes con el gran arma de hierro al quebrado hielo
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Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
No dejó de golpear, ni siquiera cuando la caja de resonancia se desprendió, quedando agarrada al mástil únicamente por las cuerdas tirantes, y Anna únicamente golpeaba a la nada.
-¡Mentira! ¡Nadie se atrevería a salir con esta ventisca!-Chilló, justo antes de que el fornido rubio apareciese para socorrerla... O más bien para reñirla. Bien pensado, nadie excepto ella y aquí el amigo. Miró desde su corta estatura al muchacho, con su expresión de enojo perpetuo y estuvo a punto de dejar caer al suelo el instrumento, no obstante lo mantuvo firme entre sus manos-¡No! Este es mío...-Le sacó la lengua con irritación. Acababa de conocerle, sin embargo, el tono empleado ya implicaba cierta familiaridad... ¡Ah no! Esas eran bobadas. Anna era siempre igual con todos, ¿Verdad? Sacudió de nuevo la cabeza, conteniendo un escalofrío a causa del viento tempestuoso, cuando centró de nuevo su atención en el visitante inesperado. La capucha de desprendió revelando un rostro vagamente familiar-¿Me conoces?-Preguntó con suspicacia-¡Seiyu!-Esbozó una sonrisa, que se esfumó de inmediato, lanzándole lo que quedaba del mastil contra la cabeza-¡ME DEJASTE SOLA EN EL BOSQUE! Yo también sé donde está Elsa-Replicó enojada-Y no gracias a Ralth-Suspiró hondamente, con el viento silbando cerca de sus oidos-¿Porqué vas maquillado? Oh, es igual, no es importante-Sacudió la cabeza-Debemos entrar dentro y reunirnos con el Principe Hans. Christopher va a ayudarme-Asió con suavidad el brazo del rubio, el cual también había afirmado que sabía donde estaba su hermana. Le daba la impresión de que se estaba perdiendo más cosas de las que le gustaría, no obstante esta vez pensaba asegurarse de que no la abandonaban en mitad de la ventisca-Elsa está en la montaña sola, con un perturbado. Hay que reunir una comitiva de soldados y encabezar la marcha antes de que sea tarde.-Explicó a ambos.
-¡Mentira! ¡Nadie se atrevería a salir con esta ventisca!-Chilló, justo antes de que el fornido rubio apareciese para socorrerla... O más bien para reñirla. Bien pensado, nadie excepto ella y aquí el amigo. Miró desde su corta estatura al muchacho, con su expresión de enojo perpetuo y estuvo a punto de dejar caer al suelo el instrumento, no obstante lo mantuvo firme entre sus manos-¡No! Este es mío...-Le sacó la lengua con irritación. Acababa de conocerle, sin embargo, el tono empleado ya implicaba cierta familiaridad... ¡Ah no! Esas eran bobadas. Anna era siempre igual con todos, ¿Verdad? Sacudió de nuevo la cabeza, conteniendo un escalofrío a causa del viento tempestuoso, cuando centró de nuevo su atención en el visitante inesperado. La capucha de desprendió revelando un rostro vagamente familiar-¿Me conoces?-Preguntó con suspicacia-¡Seiyu!-Esbozó una sonrisa, que se esfumó de inmediato, lanzándole lo que quedaba del mastil contra la cabeza-¡ME DEJASTE SOLA EN EL BOSQUE! Yo también sé donde está Elsa-Replicó enojada-Y no gracias a Ralth-Suspiró hondamente, con el viento silbando cerca de sus oidos-¿Porqué vas maquillado? Oh, es igual, no es importante-Sacudió la cabeza-Debemos entrar dentro y reunirnos con el Principe Hans. Christopher va a ayudarme-Asió con suavidad el brazo del rubio, el cual también había afirmado que sabía donde estaba su hermana. Le daba la impresión de que se estaba perdiendo más cosas de las que le gustaría, no obstante esta vez pensaba asegurarse de que no la abandonaban en mitad de la ventisca-Elsa está en la montaña sola, con un perturbado. Hay que reunir una comitiva de soldados y encabezar la marcha antes de que sea tarde.-Explicó a ambos.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
¿Un mensajero para Anna? ¿Qué demonios era aquello? Ni siquiera se iba a ocupar de detener a su pelirroja, que no mataría a aquel hombre con aquello, y tenía bastante de cierto aquello de que la gente no saldría con la ventisca. ¿Qué mensaje podía traerle, de todas maneras? Ahora bien, ¿eso de que sabía dónde estaba Elsa? Podía ser interesante. Bueno, quizás sí que la detendría... pero no, aparentemente aquel joven conocía a Anna, a SU Anna, y no sólo eso, sino que habían compartido algún momento, lo suficiente como para que Anna le sonriese de alguna manera más significativa que al resto del mundo. ¿Y la había dejado sola en el bosque? Bien, se merecía completamente que le golpease y más, que estaba a punto de golpearle él mismo
-Kristoff. No Christopher- corrigió con el ceño fruncido, molesto no con Anna sino con aquel individuo que parecía tener demasiada familiaridad con ella. -Y sí, estamos bien entre los dos, vamos a poder hacerlo solos, gracias...- empecé a decir cuando Anna mencionó la localización de Elsa. ¿En la montaña? ¿Cuál montaña? ¿Y cuál perturbado era aquel? Las cosas se estaban complicando mucho más de lo que había pensado, y se le estaban yendo de las manos. Encima ahora el tipo había sacado un espadón de temer y se puso a hacer lo que él venía haciendo ya por un rato, rompiendo el hielo con su filo, sin dejar espacio para que el rubio pudiese hacer lo propio con su hacha. Sin embargo, quizás era mejor así, que se llevó a Anna aparte por unos instantes. -Este perturbado que mencionaste... ¿qué es lo que sabes de él?- probó, que al menos así no contradecía nada de lo que ella había dicho ni ponía en evidencia que quizás no sabía realmente cómo encontrar a Elsa.
-Kristoff. No Christopher- corrigió con el ceño fruncido, molesto no con Anna sino con aquel individuo que parecía tener demasiada familiaridad con ella. -Y sí, estamos bien entre los dos, vamos a poder hacerlo solos, gracias...- empecé a decir cuando Anna mencionó la localización de Elsa. ¿En la montaña? ¿Cuál montaña? ¿Y cuál perturbado era aquel? Las cosas se estaban complicando mucho más de lo que había pensado, y se le estaban yendo de las manos. Encima ahora el tipo había sacado un espadón de temer y se puso a hacer lo que él venía haciendo ya por un rato, rompiendo el hielo con su filo, sin dejar espacio para que el rubio pudiese hacer lo propio con su hacha. Sin embargo, quizás era mejor así, que se llevó a Anna aparte por unos instantes. -Este perturbado que mencionaste... ¿qué es lo que sabes de él?- probó, que al menos así no contradecía nada de lo que ella había dicho ni ponía en evidencia que quizás no sabía realmente cómo encontrar a Elsa.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Seiyu siguió picando hielo, mientras pensaba en las palabras que Anna decía, su mente se desconecto, intento no pensar en ello, pero llevaba muchos km a caballo huyendo de esa realidad, y cada vez que hacia algo huía nuevamente de ella, pero siempre lo alcanzaba y escocia, dolía.
Era como tener un agujero en el corazón, cada latido le dolía.
Seiyu no se dio cuenta de que ya no quedaba mas Hielo, y siguió atacando a la puerta, como si algo invisible le obligara.
Tanta fuerza aplicaba que dejo marcas en la madera de la puerta.
por suerte el jaleo hizo que alguien los escuchara
El soldado abrió la puerta pequeña asomándose con cuidado mas sorprendido que asustado
-¡¿pero quien viene a atacarnos en plena tormenta?!
seiyu retrocedió y dejo que el soldado se sorprendiera de ver a su princesa.
Seiyu miro los tajos que había dejado en la madera y se sintió culpable, y se rasco el rostro allí donde una lagrima se había congelado
Seiyu les siguió al interior del castillo, pero en ningún momento dijo nada
desde luego algo le pasaba a nuestro querido "heroe"
Era como tener un agujero en el corazón, cada latido le dolía.
Seiyu no se dio cuenta de que ya no quedaba mas Hielo, y siguió atacando a la puerta, como si algo invisible le obligara.
Tanta fuerza aplicaba que dejo marcas en la madera de la puerta.
por suerte el jaleo hizo que alguien los escuchara
El soldado abrió la puerta pequeña asomándose con cuidado mas sorprendido que asustado
-¡¿pero quien viene a atacarnos en plena tormenta?!
seiyu retrocedió y dejo que el soldado se sorprendiera de ver a su princesa.
Seiyu miro los tajos que había dejado en la madera y se sintió culpable, y se rasco el rostro allí donde una lagrima se había congelado
Seiyu les siguió al interior del castillo, pero en ningún momento dijo nada
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seiyu
Soldado raso de la Bruja
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
La ventisca agitó sus cabellos, sin embargo la cercania de Christopher... Perdón, de Kristoff, palio un poco el efecto de la misma. Mientras tanto, Seiyu golpeaba la puerta con su espada.
Anna levantó la barbilla para mirar a Kristoff con el ceño arrugado.
-Eso no importa ahora...-Pero le agradaba que pusiesen interés en sus descubrimientos-Pues no se quien es exactamente, solo que estaba allí y que... ¿Por qué quieres saberlo?-Inquirió-¿Le conoces?-Arrugó el ceño, suspicaz. Kristoff no tenia pinta de brujo, pero su aparición había sido tan repentina que... No, lo dudaba. La puerta terminó de abrirse, apareciendo tras ella un soldado alarmado.
-Alteza...-Comenzó a decir, mirando con desconcierto a la chica y a sus dos acompañantes, a cada cual más robusto, como si dudase de cual sería la forma más correcta de proceder en ese caso. El hombre parecía hallarse en un profundo debate moral, cuando unos pasos indicaron que cinco de sus compañeros acababan de unirse a la recepción-Lamentandolo mucho, tenemos que arrestaros. A los tres-Finalizó-Por precaución.
-¿Cómo dices...?
Esa no fue la cálida bienvenida que esperaba, dentro del frío invernal que sumía el reino. Las manos de los soldados agarraron con fuerza sus brazos, aprisionandola, mientras los otros cuatro trataban de capturar a Kristoff y a Seiyu.
-¡Soltadme!-Exigió, dando patadas a diestro y siniestro-¡SOLTADME! ¡Necesito hablar con el príncipe Hans! ¡Es urgente!
-No podemos arriesgarnos a más bajas-Replicó el guardia, intransigente-Tendréis que permanecer en las celdas hasta que se haya aclarado todo este entuerto.
-Detened este disparate-Dijo la voz profunda de Kai, que con paso ligero se acercó hasta ellos. El orondo mayordomo los miró horrorizado, colocando sus manos sobre su pecho-Se trata de...
-Lo sabemos-Cortó el soldado-Pero sólo obedecemos órdenes.
Anna levantó la barbilla para mirar a Kristoff con el ceño arrugado.
-Eso no importa ahora...-Pero le agradaba que pusiesen interés en sus descubrimientos-Pues no se quien es exactamente, solo que estaba allí y que... ¿Por qué quieres saberlo?-Inquirió-¿Le conoces?-Arrugó el ceño, suspicaz. Kristoff no tenia pinta de brujo, pero su aparición había sido tan repentina que... No, lo dudaba. La puerta terminó de abrirse, apareciendo tras ella un soldado alarmado.
-Alteza...-Comenzó a decir, mirando con desconcierto a la chica y a sus dos acompañantes, a cada cual más robusto, como si dudase de cual sería la forma más correcta de proceder en ese caso. El hombre parecía hallarse en un profundo debate moral, cuando unos pasos indicaron que cinco de sus compañeros acababan de unirse a la recepción-Lamentandolo mucho, tenemos que arrestaros. A los tres-Finalizó-Por precaución.
-¿Cómo dices...?
Esa no fue la cálida bienvenida que esperaba, dentro del frío invernal que sumía el reino. Las manos de los soldados agarraron con fuerza sus brazos, aprisionandola, mientras los otros cuatro trataban de capturar a Kristoff y a Seiyu.
-¡Soltadme!-Exigió, dando patadas a diestro y siniestro-¡SOLTADME! ¡Necesito hablar con el príncipe Hans! ¡Es urgente!
-No podemos arriesgarnos a más bajas-Replicó el guardia, intransigente-Tendréis que permanecer en las celdas hasta que se haya aclarado todo este entuerto.
-Detened este disparate-Dijo la voz profunda de Kai, que con paso ligero se acercó hasta ellos. El orondo mayordomo los miró horrorizado, colocando sus manos sobre su pecho-Se trata de...
-Lo sabemos-Cortó el soldado-Pero sólo obedecemos órdenes.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
-¿Cómo voy a conocerle si es que ni siquiera me dices su nombre?- le preguntó a Anna, frunciendo el ceño. Tenía que mostrarse como alguien algo irascible, que era lo que decía la historia, aunque no la estuviesen siguiendo del todo ahora.
Aquel joven no parecía ponerles mayor atención, y procedía a golpear el hielo con una fuerza y un ritmo que no tardarían en hacer un avance. Y por supuesto que siendo así Kristoff no iba a meterse en las cercanías del arco que hacía con su espada, manteniendo además a Anna a alguna distancia para que no terminase con trozos y esquirlas de hielo dañándole la piel o los ojos. Más aún cuando acabó con el hielo y empezó a despedazar la madera de la puerta. -¡Hey, que ya está bien!- le avisó, empujando ligeramente a la pelirroja hacia atrás para que hiciera más distancia con él. Sin embargo, no hizo caso, y seguro que más que a punto estuvo de decapitar al soldado que la abrió momentos después. Quiso decirle que no tenían intención alguna de atacarle, pero antes de eso la sorpresa al ver a Anna se hizo obvia.
Dejó que ella hablase, para luego entrar en el castillo a su lado, mirando de reojo al individuo, bastante desconfiado. ¿Quién era y de dónde venía? A su historia no pertenecía, y eso era todo lo que necesitaba como para saber que nada bueno podía anunciar su presencia. Pero, un momento, ¿arrestarlos? Eso tampoco estaba en la historia, que a la única a quien realmente apresaban era a Elsa. ¿Qué estaba pasando ahí? -¿Órdenes de quién? ¿Es que no saben la que quieren arrestar es la princesa?- preguntó indignado, aunque solamente podía suponer que esas instrucciones tenían que venir de Hans. Demonios.
Aquel joven no parecía ponerles mayor atención, y procedía a golpear el hielo con una fuerza y un ritmo que no tardarían en hacer un avance. Y por supuesto que siendo así Kristoff no iba a meterse en las cercanías del arco que hacía con su espada, manteniendo además a Anna a alguna distancia para que no terminase con trozos y esquirlas de hielo dañándole la piel o los ojos. Más aún cuando acabó con el hielo y empezó a despedazar la madera de la puerta. -¡Hey, que ya está bien!- le avisó, empujando ligeramente a la pelirroja hacia atrás para que hiciera más distancia con él. Sin embargo, no hizo caso, y seguro que más que a punto estuvo de decapitar al soldado que la abrió momentos después. Quiso decirle que no tenían intención alguna de atacarle, pero antes de eso la sorpresa al ver a Anna se hizo obvia.
Dejó que ella hablase, para luego entrar en el castillo a su lado, mirando de reojo al individuo, bastante desconfiado. ¿Quién era y de dónde venía? A su historia no pertenecía, y eso era todo lo que necesitaba como para saber que nada bueno podía anunciar su presencia. Pero, un momento, ¿arrestarlos? Eso tampoco estaba en la historia, que a la única a quien realmente apresaban era a Elsa. ¿Qué estaba pasando ahí? -¿Órdenes de quién? ¿Es que no saben la que quieren arrestar es la princesa?- preguntó indignado, aunque solamente podía suponer que esas instrucciones tenían que venir de Hans. Demonios.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Seiyu parecia inmune a lo que pasaba a su alrededor.
-¿podria ver al señor Hans?
Los soldados se lo negaron, y seiyu adquirio un gesto sombrio muy inusual en el.
-puede que sea mejor entregarnos... Hans nos atendera cuando pueda... es como su padre... se hace de rogar...
Y con aquellas misteriosas palabras sonrio simpaticamente como si se recordara a si mismo que debia hacerlo.
-tranquila... rescataremos a Elsa.
_________________________________
Una figura se alzo sobre su yegua mirando el horizonte, Arendele estaba por fin mas cerca... pero tambien la ventisca.
Su ropa no era adecuada... pero no podia hacer mas.
El jinete espoleo torpemente a su montura guiandola hacia la helada.
Debia darse prisa, o podria pasar algo terrible.
"¿Crees que lo que he hecho es lo peor que puedo hacerte?... pues tengo un conocido que va a hacer una visita a Arendelle y podria ser... que derrame la sangre real, dentro de 3 dias... corre a ver si te crees capaz"
Esas fueron las palabras del frio asesino metalico, una de las muchas cosas que no olvidaria de ese dia.
Debia correr y llegar a tiempo... habian pasado 3 dias.
-¿podria ver al señor Hans?
Los soldados se lo negaron, y seiyu adquirio un gesto sombrio muy inusual en el.
-puede que sea mejor entregarnos... Hans nos atendera cuando pueda... es como su padre... se hace de rogar...
Y con aquellas misteriosas palabras sonrio simpaticamente como si se recordara a si mismo que debia hacerlo.
-tranquila... rescataremos a Elsa.
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Una figura se alzo sobre su yegua mirando el horizonte, Arendele estaba por fin mas cerca... pero tambien la ventisca.
Su ropa no era adecuada... pero no podia hacer mas.
El jinete espoleo torpemente a su montura guiandola hacia la helada.
Debia darse prisa, o podria pasar algo terrible.
"¿Crees que lo que he hecho es lo peor que puedo hacerte?... pues tengo un conocido que va a hacer una visita a Arendelle y podria ser... que derrame la sangre real, dentro de 3 dias... corre a ver si te crees capaz"
Esas fueron las palabras del frio asesino metalico, una de las muchas cosas que no olvidaria de ese dia.
Debia correr y llegar a tiempo... habian pasado 3 dias.
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seiyu
Soldado raso de la Bruja
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
El soldado fulminó con la mirada a Kristoff, como si acabase de extralimitarse.
-Lo sabemos-Replicó con aspereza, sosteniendo la mano en sus empuñadura por si acaso los presentes se negaban a colaborar. No sabían si la princesa era también una bruja y no pensaba detenerse a averiguarlo-Pero ya he dicho que simplemente acato órdenes-Dijo con firmeza-Del Príncipe Hans-Matizó, para dejar más constancia de la situación.
Anna lo miró con algo de consternación. Evidentemente se trataba de un error... Ella misma había puesto a Hans al mando, relegando en el sus responsabilidades cuando se encontraron en Marshovia. Si se había fiado de él una vez, no tenía por qué desconfiar de su raciocinio. Posiblemente todo eso era para ponerla a salvo... Pero esque no podía perder más tiempo. ¡Tenía que ir a la montaña! Calma. Calma. Todo tendría una explicación, el príncipe la escucharía y la ayudaría. Sí... Tenía la sartén por el mango.
Las palabras de Seiyu le infundieron ánimos, y con delicadeza, posó su mano sobre el pecho de Kristoff, asintiendo con deliberada lentitud, regalándole una sonrisa amable.
-Está bien-Asintió al guardia, agradeciendo silenciosamente a Kai su ayuda, el cual se apartó apresuradamente en pos del príncipe. Anna volvió a mirar al fortachón de pelo rubio-No te preocupes. Todo se arregla... Un momento, ¿Cómo sabías que soy la princesa?-Empezó a preguntar arrugando el ceño.
-Nos vamos-Dijo el capitán, mientras los rodeaban y empezaban a escoltarlos hasta las estancias más inferiores del palacio de Arendelle. El frío dibujaba volutas de vapor delante de sus ojos, empañando los cristales, ahora traslucidos, a causa del hielo que los cristalizaba por fuera. Mientras más descendían, más frío hacía...
Un hombre uniformado abrió una de las celdas del corredor, obligándolos a entrar a los tres y cerrando con llave tras él, hasta que el sonido amortiguado de los pasos les indeicó que estaban solos... Y encerrados.
-¿Y ahora que?-Dijo Anna en un suspiro cansado-Confiaba en que Hans nos recibiría. Espero que no tarde mucho, la situación es delicada-Se dió un pequeño golpe contra la pared de piedra-¡Anda! Un ajedrez-Se acercó hasta una mesilla de madera, recogiendo del suelo las piezas desperdigadas. Sorteó unos grilletes que estaban retorcidos por el suelo y prosiguió, colocándolas sobre el tablero, mientras sostenía la reina negra entre sus dedos-No hay mal que por bien no venga...
-Lo sabemos-Replicó con aspereza, sosteniendo la mano en sus empuñadura por si acaso los presentes se negaban a colaborar. No sabían si la princesa era también una bruja y no pensaba detenerse a averiguarlo-Pero ya he dicho que simplemente acato órdenes-Dijo con firmeza-Del Príncipe Hans-Matizó, para dejar más constancia de la situación.
Anna lo miró con algo de consternación. Evidentemente se trataba de un error... Ella misma había puesto a Hans al mando, relegando en el sus responsabilidades cuando se encontraron en Marshovia. Si se había fiado de él una vez, no tenía por qué desconfiar de su raciocinio. Posiblemente todo eso era para ponerla a salvo... Pero esque no podía perder más tiempo. ¡Tenía que ir a la montaña! Calma. Calma. Todo tendría una explicación, el príncipe la escucharía y la ayudaría. Sí... Tenía la sartén por el mango.
Las palabras de Seiyu le infundieron ánimos, y con delicadeza, posó su mano sobre el pecho de Kristoff, asintiendo con deliberada lentitud, regalándole una sonrisa amable.
-Está bien-Asintió al guardia, agradeciendo silenciosamente a Kai su ayuda, el cual se apartó apresuradamente en pos del príncipe. Anna volvió a mirar al fortachón de pelo rubio-No te preocupes. Todo se arregla... Un momento, ¿Cómo sabías que soy la princesa?-Empezó a preguntar arrugando el ceño.
-Nos vamos-Dijo el capitán, mientras los rodeaban y empezaban a escoltarlos hasta las estancias más inferiores del palacio de Arendelle. El frío dibujaba volutas de vapor delante de sus ojos, empañando los cristales, ahora traslucidos, a causa del hielo que los cristalizaba por fuera. Mientras más descendían, más frío hacía...
Un hombre uniformado abrió una de las celdas del corredor, obligándolos a entrar a los tres y cerrando con llave tras él, hasta que el sonido amortiguado de los pasos les indeicó que estaban solos... Y encerrados.
-¿Y ahora que?-Dijo Anna en un suspiro cansado-Confiaba en que Hans nos recibiría. Espero que no tarde mucho, la situación es delicada-Se dió un pequeño golpe contra la pared de piedra-¡Anda! Un ajedrez-Se acercó hasta una mesilla de madera, recogiendo del suelo las piezas desperdigadas. Sorteó unos grilletes que estaban retorcidos por el suelo y prosiguió, colocándolas sobre el tablero, mientras sostenía la reina negra entre sus dedos-No hay mal que por bien no venga...
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
¿Quién era aquel tipo? ¿De dónde había salido? Porque a pesar de que Kristoff sabía que era el papel que le había tocado, Hans era la última persona a quien quería ver, siendo un cretino y además aquel por quien Anna se estaba muriendo a esas alturas de la historia. No, ¿y cómo era que le conocía? Porque no era ninguno de los personajes que estaban en SU historia. ¿Encima ahora hablaba del padre de él? ¿Qué demonios? No tendría que extrañarse de recibir una mirada de desconfianza del rubio, que de todas maneras no era como que se viese como el tipo de persona que tenía contactos con la realeza de cualquier tipo... aunque conocía de alguna manera a la pelirroja.
Le enervaba la familiaridad con la que la trataba, y apenas podía retenerse para no romper su propio instrumento en la cabeza del joven. Un par de profundas respiraciones fue lo que requirió para contenerse, que además con los soldados alrededor eso habría significado un acto de agresión y quién sabía cómo podían reaccionar. Y por supuesto que estaban bajo órdenes de Hans, eso estaba por descontado, que era el único idiota que podía salir con algo así, jugando con la lealtad de los soldados a pesar de haber sido dejado a cargo por parte de la misma Anna. Tuvo que ser la sonrisa de ella y su mano sobre su pecho lo que le hizo calmarse un poco y tranquilizarse para dejarse llevar detenido como lo estaban haciendo. -Hay imágenes de la reina y la princesa en las ciudades desde que se anunció la coronación- inventó rápidamente ante la pregunta que se le ocurrió a ella. Ya que las cosas se habían desviado tanto, no había manera de que ella pudiese identificar esa mentira de todas formas, ¿verdad?
-Este tal Hans, no sabía que estuviese a cargo- comentó una vez en la celda. Al menos eso no era un hecho que pudiese saberse ampliamente para alguien que no hubiera estado en la ciudad cuando ella lo había comisionado. Se apoyó en la pared, siguiéndola con la mirada mientras se ponía a revisar las piezas de ajedrez.
Le enervaba la familiaridad con la que la trataba, y apenas podía retenerse para no romper su propio instrumento en la cabeza del joven. Un par de profundas respiraciones fue lo que requirió para contenerse, que además con los soldados alrededor eso habría significado un acto de agresión y quién sabía cómo podían reaccionar. Y por supuesto que estaban bajo órdenes de Hans, eso estaba por descontado, que era el único idiota que podía salir con algo así, jugando con la lealtad de los soldados a pesar de haber sido dejado a cargo por parte de la misma Anna. Tuvo que ser la sonrisa de ella y su mano sobre su pecho lo que le hizo calmarse un poco y tranquilizarse para dejarse llevar detenido como lo estaban haciendo. -Hay imágenes de la reina y la princesa en las ciudades desde que se anunció la coronación- inventó rápidamente ante la pregunta que se le ocurrió a ella. Ya que las cosas se habían desviado tanto, no había manera de que ella pudiese identificar esa mentira de todas formas, ¿verdad?
-Este tal Hans, no sabía que estuviese a cargo- comentó una vez en la celda. Al menos eso no era un hecho que pudiese saberse ampliamente para alguien que no hubiera estado en la ciudad cuando ella lo había comisionado. Se apoyó en la pared, siguiéndola con la mirada mientras se ponía a revisar las piezas de ajedrez.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Registró la celda con una simple mirada y sonrió, como si pudiera ver que había pasado allí hacia poco tiempo, se volvió entonces a Anna armaba el ajedrez mientras el desconocido la observaba.
Durante un segundo una fugaz sonrisa de cruel meditación surgió en el rostro de Seiyu, cualquier que le hubiera visto, habría notado algo extraño en él, y más si conocías a Seiyu, el nunca sonreiría de esa forma.
Pero nadie lo vio y el enseguida oculto el gesto con otro as común, una mirada desconcertada de un supuesto guerrero con pocas luces… debía seguir con su papel.
-¿juegas al ajedrez? Es un juego muy interesante, ayuda a agilizar la mente y el intelecto… pero también es bueno para aprender estrategia.
Seiyu se sentó miro sus figuras negras y luego las blancas de Anna como si fuera a jugar, pero en vez de eso la miro.
-pero no siempre todos los juegos son así, algunos juegos tienen figuras más … “sorprendentes” la vida real, está llena de figuras, muchos son meros peones que puedes sacrificar por la victoria final…
Seiyu cogió la reina blanca y la puso en mitad del campo.
-pero otros son figuras muy extrañas, saber que figuras son y cómo se mueven es lo que diferencia a un jugador de otro, y como marcar el destino… de entre todas las reinas son las más peligrosas, nunca sabes qué dirección puede tomar… a no ser que le pongas un cebo.
Luego cogió la torre negra y la puso ante la reina blanca.
-pero… he aquí lo interesante del juego, las figuras siempre tienden a comportarse de una determinada manera, y son fieles a su naturaleza.
Seiyu cogió la reina blanca y hizo que se alejaba por un lateral esquivando a la torre.
-nadie sabe por que, podría haberse comido a la torre, pero eso hace a la ficha muy particular.
Seiyu entonces cogió a la torre negra y apunto a nuevamente a la reina, pero con un arfil blanco se interpuso.
-en este juego nunca sabes quién puede entrometerse en sus planes, pero… las fichas ya tienen predeterminada su forma de actuar… ya es tarde para cambiarlo.
Seiyu miro a Anna a los ojos.
-a no ser… que una ficha tome la iniciativa, antes de que el desenlace… se repita.
Y sin más cogió la torre y tumbo el arfil ante la reina blanca.
-dime Anna… ¿estás dispuesta a cambiar el destino? Puedes quedarte a esperar a Hans… Pero ¿y si para entonces es tarde?
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.
El jinete tuvo que reducir la velocidad, el caballo estaba a las ultimas, pues de correr sudando habia pasado a un frio invernal que elaba el sudor.
-¡para! o te enfermaras...
El jinete se bajo del caballo y se dispuso a andar a pie, a diferencia del anterior jinete cuyo caballo salio corriendo, este anduvo cerca de su jinete a pesar del aire invernal.
-eres un buen caballo, pero no deberías seguirme... no creo que queden muchas provisiones en Arendelle.
el jinete tiro de las riendas del caballo, no para obligarlo a seguirlo, sino para guiarlo en una poderosa tormenta que nublaba su vista, las puertas del castillo estaban cada vez mas cerca.
-Anna... ten cuidado... no dejes que te maten...
Durante un segundo una fugaz sonrisa de cruel meditación surgió en el rostro de Seiyu, cualquier que le hubiera visto, habría notado algo extraño en él, y más si conocías a Seiyu, el nunca sonreiría de esa forma.
Pero nadie lo vio y el enseguida oculto el gesto con otro as común, una mirada desconcertada de un supuesto guerrero con pocas luces… debía seguir con su papel.
-¿juegas al ajedrez? Es un juego muy interesante, ayuda a agilizar la mente y el intelecto… pero también es bueno para aprender estrategia.
Seiyu se sentó miro sus figuras negras y luego las blancas de Anna como si fuera a jugar, pero en vez de eso la miro.
-pero no siempre todos los juegos son así, algunos juegos tienen figuras más … “sorprendentes” la vida real, está llena de figuras, muchos son meros peones que puedes sacrificar por la victoria final…
Seiyu cogió la reina blanca y la puso en mitad del campo.
-pero otros son figuras muy extrañas, saber que figuras son y cómo se mueven es lo que diferencia a un jugador de otro, y como marcar el destino… de entre todas las reinas son las más peligrosas, nunca sabes qué dirección puede tomar… a no ser que le pongas un cebo.
Luego cogió la torre negra y la puso ante la reina blanca.
-pero… he aquí lo interesante del juego, las figuras siempre tienden a comportarse de una determinada manera, y son fieles a su naturaleza.
Seiyu cogió la reina blanca y hizo que se alejaba por un lateral esquivando a la torre.
-nadie sabe por que, podría haberse comido a la torre, pero eso hace a la ficha muy particular.
Seiyu entonces cogió a la torre negra y apunto a nuevamente a la reina, pero con un arfil blanco se interpuso.
-en este juego nunca sabes quién puede entrometerse en sus planes, pero… las fichas ya tienen predeterminada su forma de actuar… ya es tarde para cambiarlo.
Seiyu miro a Anna a los ojos.
-a no ser… que una ficha tome la iniciativa, antes de que el desenlace… se repita.
Y sin más cogió la torre y tumbo el arfil ante la reina blanca.
-dime Anna… ¿estás dispuesta a cambiar el destino? Puedes quedarte a esperar a Hans… Pero ¿y si para entonces es tarde?
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El jinete tuvo que reducir la velocidad, el caballo estaba a las ultimas, pues de correr sudando habia pasado a un frio invernal que elaba el sudor.
-¡para! o te enfermaras...
El jinete se bajo del caballo y se dispuso a andar a pie, a diferencia del anterior jinete cuyo caballo salio corriendo, este anduvo cerca de su jinete a pesar del aire invernal.
-eres un buen caballo, pero no deberías seguirme... no creo que queden muchas provisiones en Arendelle.
el jinete tiro de las riendas del caballo, no para obligarlo a seguirlo, sino para guiarlo en una poderosa tormenta que nublaba su vista, las puertas del castillo estaban cada vez mas cerca.
-Anna... ten cuidado... no dejes que te maten...
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seiyu
Soldado raso de la Bruja
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Anna tuvo que reconocer que aquella respuesta era de lo más convinciente, por lo que Christopher no podía tener más razón. Durante los días previos a la coronación, la cual no se había podido llevar a cabo por culpa de la desaparición de Elsa, la calle había estado llena de banderines de color verde y morado, con la efigie de la reina en dorado sobre esta. Teniendo en cuenta que Anna también pertenecía a la casa real, aunque no lo pareciese, lo normal era que su rostro también adornase alguno de aquellos elementos decorativos. Además, ¿Como podía cuestionar eso? La princesa había salido pocas veces de palacio, salvo aquella vez con Seiyu y el día en el cual decidió emprender su búsqueda. En cierto modo, se sentía incluso halagada por que aquel robusto muchacho de cabello del color de la paja la hubiese reconocido. Siempre se había sentido invisible frente al resto, una reserva en la que nadie prestaba atención, ¡Ni siquiera se le daban bien las metáforas! Y ahora mira, por una vez, no era una don nadie a la sombra inmensa de la reina. Sin duda, a pesar de lo brusco de sus modales y su aspecto imponente, Kristoff parecía un buen hombre. Había algo en su lenguaje corporal que le resultaba llamativo, pero no sabía que, ¿Quizás sus hombros anchos? No lo sabía, pero su presencia la turbaba y la tranquilizaba a partes iguales. Como si lo conociese, tal vez, de vista. Pero Anna no olvidaría una cara así, ¿Verdad?
Sin soltar a la reina negra, se acercó hasta el, mirándolo con el ceño fruncido.
-¡Ah!-Se percató de su segundo comentario, que casi parecía despectivo. No era posible que alguien asi se codease con la realeza, es decir, ni con Hans ni con ella, ¿Entonces por que le era familiar? Se sorprendió sonrojándose, y la intuitiva necesidad de justificarse frente a el salió a la luz, como si hubiese hecho algo malo y lo pudiese defraudar de alguna manera, a pesar de que ella sabía que no-Es un...amigo-Dijo, escogiendo las palabras adecuadas-Le conocí en Marshovia, en la posada de El Poney Pisador-Asintió lentamente-Le pedi que cuidase de Arendelle mientras yo buscaba a mi hermana, tenemos muchas cosas en común-Los hermanos por los cuales se sentían ignorados-Es una persona confiable y honrada-Aseguró-No tienes que preocuparte, Kristoff, en cuanto se arregle el malentendido, Hans nos sacará de aqui a los tres y podremos seguir con nuestra misión. Confia en mi-Apretó su brazo de manera afectuosa mientras le sonreía, y entonces se dio cuenta de que Seiyu le hablaba.
-Si, bueno, a veces-Contestó desconfiada. Dado su carácter, se le hacía raro que alguien tan impulsivo como el guerrero supiese jugar al ajedrez-Pero es un juego de dos solamente, y no sé si será lo más correcto.
Hizo bailar a la reina entre sus dedos, sin soltarla. Esa, y todas las demás, parecían las piezas del ajedrez de su padre, el mismo que había pasado a ser propiedad de Elsa. Acarició las muescas del ónice sin dejar de mirar a Seiyu, que parecía inmerso en una extraña charla.
-Si no te conociese pensaría que estás conspirando-Se rio, pensando en uno de esos feos libros de la biblioteca, en el cual varios reyes eran asesinados de forma simultanea mientras competían por apoderarse de un reino-Si bueno-Dijo, haciendo un gesto con la mano-Cualquier peón puede convertirse en reina-Hasta un peón como ella. Esa simple idea no le gustó en absoluto-Si el desenlace se repite siempre se puede acordar quedar en tablas. Esta claro que no se tiene porque llegar a un acuerdo, dado que ningún jugador quiere ceder-Entonces arrugó el ceño de manera dubitativa-Estás muy raro-Replicó con vehemencia, agarrando a la reina blanca y acunandola en sus manos junto a la reina negra, como si fuesen inseparables hermanas o amantes-¿Qué quieres decir con que sea demasiado tarde? Hans vendrá lo antes posible en cuanto sepa que yo estoy aqui, no me abandonará. Tenemos un acuerdo y los principes jamás rompen sus promesas-Asintió con satisfacción, dado que sus ideales acerca de la realeza estaban un poco anticuados y eran fantasiosos. Por lo que a Anna respectaba, todos los infantes reales eran tan apuestos y gallardos como Franz Ferdinand y Hans de las Islas del Sur. Un ideal sacado directamente de un cuento de hadas o de una novela rosa. No lo entendía de otro modo.
Sin soltar a la reina negra, se acercó hasta el, mirándolo con el ceño fruncido.
-¡Ah!-Se percató de su segundo comentario, que casi parecía despectivo. No era posible que alguien asi se codease con la realeza, es decir, ni con Hans ni con ella, ¿Entonces por que le era familiar? Se sorprendió sonrojándose, y la intuitiva necesidad de justificarse frente a el salió a la luz, como si hubiese hecho algo malo y lo pudiese defraudar de alguna manera, a pesar de que ella sabía que no-Es un...amigo-Dijo, escogiendo las palabras adecuadas-Le conocí en Marshovia, en la posada de El Poney Pisador-Asintió lentamente-Le pedi que cuidase de Arendelle mientras yo buscaba a mi hermana, tenemos muchas cosas en común-Los hermanos por los cuales se sentían ignorados-Es una persona confiable y honrada-Aseguró-No tienes que preocuparte, Kristoff, en cuanto se arregle el malentendido, Hans nos sacará de aqui a los tres y podremos seguir con nuestra misión. Confia en mi-Apretó su brazo de manera afectuosa mientras le sonreía, y entonces se dio cuenta de que Seiyu le hablaba.
-Si, bueno, a veces-Contestó desconfiada. Dado su carácter, se le hacía raro que alguien tan impulsivo como el guerrero supiese jugar al ajedrez-Pero es un juego de dos solamente, y no sé si será lo más correcto.
Hizo bailar a la reina entre sus dedos, sin soltarla. Esa, y todas las demás, parecían las piezas del ajedrez de su padre, el mismo que había pasado a ser propiedad de Elsa. Acarició las muescas del ónice sin dejar de mirar a Seiyu, que parecía inmerso en una extraña charla.
-Si no te conociese pensaría que estás conspirando-Se rio, pensando en uno de esos feos libros de la biblioteca, en el cual varios reyes eran asesinados de forma simultanea mientras competían por apoderarse de un reino-Si bueno-Dijo, haciendo un gesto con la mano-Cualquier peón puede convertirse en reina-Hasta un peón como ella. Esa simple idea no le gustó en absoluto-Si el desenlace se repite siempre se puede acordar quedar en tablas. Esta claro que no se tiene porque llegar a un acuerdo, dado que ningún jugador quiere ceder-Entonces arrugó el ceño de manera dubitativa-Estás muy raro-Replicó con vehemencia, agarrando a la reina blanca y acunandola en sus manos junto a la reina negra, como si fuesen inseparables hermanas o amantes-¿Qué quieres decir con que sea demasiado tarde? Hans vendrá lo antes posible en cuanto sepa que yo estoy aqui, no me abandonará. Tenemos un acuerdo y los principes jamás rompen sus promesas-Asintió con satisfacción, dado que sus ideales acerca de la realeza estaban un poco anticuados y eran fantasiosos. Por lo que a Anna respectaba, todos los infantes reales eran tan apuestos y gallardos como Franz Ferdinand y Hans de las Islas del Sur. Un ideal sacado directamente de un cuento de hadas o de una novela rosa. No lo entendía de otro modo.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Dentro de todo, el hecho de que Anna le dijese que Hans era un amigo, nada más, le calmaba, pero apenas un poco. O sea, ¿no era el momento en que tenía que decir que era el hombre de su vida? Por supuesto que eso siempre jugaba con sus celos, sentándole como una piedra en el estómago, pero era la manera en que se daba todo antes de que volviese a su cauce y ella se enamorase de él, ¿no? Si es que no era así, ¿no era también posible que ella no se enamorase de Kristoff en esta ocasión? Eso sí que era algo que no podía soportar contemplar siquiera. -Entonces, déjame entender, conociste a un extraño en una posada- donde ni siquiera tendría que haber estado para empezar -y le pediste que cuidase del reino por ustedes. ¿Por qué fue eso, de nuevo? ¿Cómo sabes que es una persona confiable y honrada? Podría ser un viajero cualquiera que andaba buscando a alguien a quien engañar. Digo, las personas que se conocen en una posada no son necesariamente las más honradas del mundo... ¿Le diste una carta o algo así para que lo aceptasen en el castillo? ¿Y por qué le iban a hacer más caso que a la princesa?- intentó, quizás pretendiendo que abriese los ojos. No que eso funcionase muy bien hasta que viese las cosas por sí misma, claro, según solía ocurrir.
Algo en el comportamiento de aquel tipo empezaba a corroerle los nervios, y no creía que fuese a ser algo que se fuese a quitar dentro de lo pronto. Por el contrario, el hecho de que Anna le conociese y tuviese cierta confianza con él hacía que cada uno de sus instintos se enervase hasta el punto de no poder estar tranquilo. No, estaba como si se tratase de la cuerda de un arco, tenso y listo para disparar ante cualquier provocación. La manera en que hablaba... no, no era correcto, jamás habría que hablarle así a una princesa, a menos que fuese ése tu lugar establecido en el orden de las cosas, y él sabía de lo más bien que el individuo no tenía nada, absolutamente nada que hacer en el orden establecido. -No creo que sea el momento de hablar de juegos o algo parecido...- dijo con un tono algo gruñón, que por cierto bien podía tomarse como aquel que le correspondía a su carácter en aquella etapa. Algo al menos tenía que conservar dentro de cómo tenían que ser las cosas. Sus puños estaban cerradas entre sus brazos cruzados mientras él se apoyaba contra una pared.
Algo en el comportamiento de aquel tipo empezaba a corroerle los nervios, y no creía que fuese a ser algo que se fuese a quitar dentro de lo pronto. Por el contrario, el hecho de que Anna le conociese y tuviese cierta confianza con él hacía que cada uno de sus instintos se enervase hasta el punto de no poder estar tranquilo. No, estaba como si se tratase de la cuerda de un arco, tenso y listo para disparar ante cualquier provocación. La manera en que hablaba... no, no era correcto, jamás habría que hablarle así a una princesa, a menos que fuese ése tu lugar establecido en el orden de las cosas, y él sabía de lo más bien que el individuo no tenía nada, absolutamente nada que hacer en el orden establecido. -No creo que sea el momento de hablar de juegos o algo parecido...- dijo con un tono algo gruñón, que por cierto bien podía tomarse como aquel que le correspondía a su carácter en aquella etapa. Algo al menos tenía que conservar dentro de cómo tenían que ser las cosas. Sus puños estaban cerradas entre sus brazos cruzados mientras él se apoyaba contra una pared.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Seiyu no parecía mirar a ninguno de los dos, estaba metido en sus pensamientos.
-debo o no debo… -dijo en voz alta.
Se volvió hacia Anna con esa misteriosa sonrisa que aun seguía siendo rara en el.
-está bien seré mas explicito… Aunque Hans, venga directamente aquí… ni siquiera él puede responder con suficiente rapidez ante lo que se nos viene encima.
Seiyu se acomodo como si estuviera en un trono en vez de una silla sin respaldo en una celda.
-las cosas no son lo que parecen… Arréndele, esta obsesionada con perder este clima helado como sea… incluso, matando a su reina…
Seiyu mantuvo el gesto a pesar del gesto de horror de Anna
-pero… eso ya no importa… pronto Arendele cambiara de clima, un clima demasiado cálido digamos… el clima de una guerra que no pueden ganar. fuego y muerte.
Dejo que esas noticias calaran en ellos.
-un ejército oscuro pretende aprovecharse de la debilidad y las brechas que Arendele ha dejado con esta terrible nevada… vuestra única posibilidad es que Elsa coja su puesto de reina y mantenga a todos unidos, y use su poder para defenderlo… pero no lo hará si no la convences.
Seiyu seguía sonriendo por alguna razón
-ademas de decirle que todo es culpa tuya… ya lo dice el dicho “draco dormiens nunquam titillandus”
Al ver que nadie parece entenderle, su gesto se vuelve serio sin expresión alguna y explica.
-“no le hagas cosquillas a un dragon dormido” ¡¿Qué os enseñan en las escuelas?! Malditos mundanos… voy a tener que explicarlo todo...
Seiyu movió la mano ante ellos y las figuras de ajedrez cambiaron ante vosotros, las reinas en manos de Anna empezaron a moverse, pero esta vez no eran de colores, eran una miniElsa y una mini anna… ¡¿aquello era magia?!
Solo las fichas blancas habían cambiado, las fichas negras estaban igual, excepto la reina negra, que ahora era mini anna.
-asi siempre han sido las cosas, el transcurso normal de las cosas…
Anna perseguía a Elsa mientras esta huía haciendo cosquillas a Anna.
La torre blanca, ahora mini kristoff saltaba al regazo de Anna real para alcanzarlas, junto al arfil Olaf, mientras el Arfil Hans ocupaba el puesto de la reina.
Seiyu miro como lo miraban tanto con desconfianza como con cierta ilusión ante la aparente inocencia de la magia.
-y esto es lo que ha sucedido.
Seiyu cogió al rey negro y cerro su mano, al abrir, un mine Yer Noligma miro en todas direcciones.
-¿sabes quién es?
-debo o no debo… -dijo en voz alta.
Se volvió hacia Anna con esa misteriosa sonrisa que aun seguía siendo rara en el.
-está bien seré mas explicito… Aunque Hans, venga directamente aquí… ni siquiera él puede responder con suficiente rapidez ante lo que se nos viene encima.
Seiyu se acomodo como si estuviera en un trono en vez de una silla sin respaldo en una celda.
-las cosas no son lo que parecen… Arréndele, esta obsesionada con perder este clima helado como sea… incluso, matando a su reina…
Seiyu mantuvo el gesto a pesar del gesto de horror de Anna
-pero… eso ya no importa… pronto Arendele cambiara de clima, un clima demasiado cálido digamos… el clima de una guerra que no pueden ganar. fuego y muerte.
Dejo que esas noticias calaran en ellos.
-un ejército oscuro pretende aprovecharse de la debilidad y las brechas que Arendele ha dejado con esta terrible nevada… vuestra única posibilidad es que Elsa coja su puesto de reina y mantenga a todos unidos, y use su poder para defenderlo… pero no lo hará si no la convences.
Seiyu seguía sonriendo por alguna razón
-ademas de decirle que todo es culpa tuya… ya lo dice el dicho “draco dormiens nunquam titillandus”
Al ver que nadie parece entenderle, su gesto se vuelve serio sin expresión alguna y explica.
-“no le hagas cosquillas a un dragon dormido” ¡¿Qué os enseñan en las escuelas?! Malditos mundanos… voy a tener que explicarlo todo...
Seiyu movió la mano ante ellos y las figuras de ajedrez cambiaron ante vosotros, las reinas en manos de Anna empezaron a moverse, pero esta vez no eran de colores, eran una miniElsa y una mini anna… ¡¿aquello era magia?!
Solo las fichas blancas habían cambiado, las fichas negras estaban igual, excepto la reina negra, que ahora era mini anna.
-asi siempre han sido las cosas, el transcurso normal de las cosas…
Anna perseguía a Elsa mientras esta huía haciendo cosquillas a Anna.
La torre blanca, ahora mini kristoff saltaba al regazo de Anna real para alcanzarlas, junto al arfil Olaf, mientras el Arfil Hans ocupaba el puesto de la reina.
Seiyu miro como lo miraban tanto con desconfianza como con cierta ilusión ante la aparente inocencia de la magia.
-y esto es lo que ha sucedido.
Seiyu cogió al rey negro y cerro su mano, al abrir, un mine Yer Noligma miro en todas direcciones.
-¿sabes quién es?
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Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
-¿De nuevo?-Preguntó Anna confundida-¿Cómo que de nuevo? No he vuelto a ver a Hans desde entonces, si es a lo que te refieres. Quizás es cierto que no le conocía, pero es un príncipe-Explicó como si eso fuese la excusa más legítima del mundo-No creo que me engañase-Ay, pobre Anna, aún convencida de que las apariencias son lo que muestran-Ayudó a un pobre vagabundo herido y me invitó a comer. Es tan caballeroso como se puede ser y además me pareció muy confiable. Además, necesitaba dejar Arendelle en buenas manos mientras yo buscaba a Elsa...Le entregué un documento de mi puño y letra, con el emblema de mi familia en lacre, y le especifiqué que debía entregarselo a Kai-Arrugó el ceño, algo molesta porque Kristoff, al que acababa de conocer, le diese por dudar de su buen juicio a la hora de hacer amigos-Por esa regla de tres tampoco debería fiarme de ti, asaltandome en mitad de la tormenta-Se cruzó de brazos, enfurruñada. Pero se arrepintió de inmediato. Aunque hosco, malhumorado y algo rudimentario, el muchacho tenía algo que le era demasiado familiar. Puede que fuese hijo del cocinero o de alguien del servicio-Esta bien, los ánimos están algo alterados-Dijo poniendo una mano en el hombro del grandullón, o al menos hasta donde alcanzaba-Mi amigo nos sacará de aquí, Kristoff. Confía en mi-Agregó, sonriendo ampliamente.
En ese momento, la joven volvió a mirar a Seiyu, cuya actitud extraña rozaba lo siniestro.
-¿De qué hablas? Arendelle nunca haría algo así, básicamente porque no saben que Elsa ha...-¿Porque no lo sabían, verdad? La versión oficial, que era la que se extendía por el reino en el momento en el que ella partió, era que la reina había desaparecido después de emprender un viaje. El conductor había afirmado que les atacaron en mitad del bosque y se vio obligado a abandonarla. El mismo día que Anna salió de viaje, habían empezado las nevadas... Hasta ahora. Un mes entero de invierno a destiempo bastaba para echar a perder las cosechas, destruir el comercio y alterar los nervios de la gente, aunque la princesa había confiado en que el príncipe cuidase de ellos. Era cierto que no le conocía y que dudaba de sus dotes de liderazgo, pero había sido una decisión claramente desesperada.
-¿Te refieres al verano?-Preguntó-Claro, en cuanto logre traer a mi hermana de vuelta, la convenceré para que descongele el fiordo y traiga el clima veraniego de nuevo a Arendelle-Respondió con ingenuidad. En esos momentos, ciertamente lamentaba no poder tener unos poderes similares, pero Anna sabía que ella era una persona completamente ordinaria.
-¿Atacarnos?-Vaya, eso si que era preocupante-Bueno, eso es lo que planeo hacer-Dijo segura de si misma, inconsciente de que la moral del reino estaba bastante baja, y de que la falta de recursos y de comida había debilitado al reino mucho más de lo que una joven princesa, sin formación económica o militar, podía entender.
-¿Culpa mía? ¿Cómo puedes decirme eso?-Espetó. Se situó junto a Kristoff, con el ceño fruncido-¿Cómo puede ser mi culpa si yo no lo sabía? Me han mantenido al margen demasiado tiempo, y de haberlo sabido nada de esto habría ocurrido- Perpleja miró el tablero y como en este desaparecían las figuras para dar paso a réplicas en miniatura de su hermana y de ella. Elsa portaba un traje blanco y puro como la nieve; mientras que el de Anna era similar, pero tan oscuro como el azabache-¡Whoa! ¿Seiyu desde... desde cuando eres mago? ¿Por qué no me lo dijiste? Vaya...-Dijo maravillada, cogiéndolos a todos para mirarlos de cerca. Las miniaturas eran completamente fieles, y observó a la pequeña reina negra tropezar. La princesa la recogió y la dejó caer en su regazo de su falda, junto a todas las piezas blancas. Su réplica parecía feliz, ahora que estaba junto a la reina blanca, a la cual abrazaba junto a la torre Kristoff y los alfiles Hans y Olaf...-Olaf...-Dijo, agarrando la figura. No lo veía desde que era niña. La princesa volvió a mirar a Seiyu, confundida-Si... Creo que sí... Pero no entiendo lo que pretendes decirme. ¿A donde quieres llegar con esto?
En ese momento, la joven volvió a mirar a Seiyu, cuya actitud extraña rozaba lo siniestro.
-¿De qué hablas? Arendelle nunca haría algo así, básicamente porque no saben que Elsa ha...-¿Porque no lo sabían, verdad? La versión oficial, que era la que se extendía por el reino en el momento en el que ella partió, era que la reina había desaparecido después de emprender un viaje. El conductor había afirmado que les atacaron en mitad del bosque y se vio obligado a abandonarla. El mismo día que Anna salió de viaje, habían empezado las nevadas... Hasta ahora. Un mes entero de invierno a destiempo bastaba para echar a perder las cosechas, destruir el comercio y alterar los nervios de la gente, aunque la princesa había confiado en que el príncipe cuidase de ellos. Era cierto que no le conocía y que dudaba de sus dotes de liderazgo, pero había sido una decisión claramente desesperada.
-¿Te refieres al verano?-Preguntó-Claro, en cuanto logre traer a mi hermana de vuelta, la convenceré para que descongele el fiordo y traiga el clima veraniego de nuevo a Arendelle-Respondió con ingenuidad. En esos momentos, ciertamente lamentaba no poder tener unos poderes similares, pero Anna sabía que ella era una persona completamente ordinaria.
-¿Atacarnos?-Vaya, eso si que era preocupante-Bueno, eso es lo que planeo hacer-Dijo segura de si misma, inconsciente de que la moral del reino estaba bastante baja, y de que la falta de recursos y de comida había debilitado al reino mucho más de lo que una joven princesa, sin formación económica o militar, podía entender.
-¿Culpa mía? ¿Cómo puedes decirme eso?-Espetó. Se situó junto a Kristoff, con el ceño fruncido-¿Cómo puede ser mi culpa si yo no lo sabía? Me han mantenido al margen demasiado tiempo, y de haberlo sabido nada de esto habría ocurrido- Perpleja miró el tablero y como en este desaparecían las figuras para dar paso a réplicas en miniatura de su hermana y de ella. Elsa portaba un traje blanco y puro como la nieve; mientras que el de Anna era similar, pero tan oscuro como el azabache-¡Whoa! ¿Seiyu desde... desde cuando eres mago? ¿Por qué no me lo dijiste? Vaya...-Dijo maravillada, cogiéndolos a todos para mirarlos de cerca. Las miniaturas eran completamente fieles, y observó a la pequeña reina negra tropezar. La princesa la recogió y la dejó caer en su regazo de su falda, junto a todas las piezas blancas. Su réplica parecía feliz, ahora que estaba junto a la reina blanca, a la cual abrazaba junto a la torre Kristoff y los alfiles Hans y Olaf...-Olaf...-Dijo, agarrando la figura. No lo veía desde que era niña. La princesa volvió a mirar a Seiyu, confundida-Si... Creo que sí... Pero no entiendo lo que pretendes decirme. ¿A donde quieres llegar con esto?
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Definitivamente aquel individuo tenía que estar loco. Nada de lo que decía tenía sentido y de eso el rubio estaba seguro. Después de todo, habían sido ya innumerables las ocasiones que había pasado por la misma historia hasta el punto de casi poder predecir con exactitud segundo a segundo la mayoría de los sucesos que ocurrían antes de que se diesen. Sí, podía aceptar que los eventos en esta línea, la actual, diferían bastante de lo que estaba acostumbrado, más allá de las pequeñas variaciones que podían ocurrir, y que eso mismo apuntaba a que algo estaba mal en la historia. Sin embargo, varias de las piezas claves estaban en su lugar y eso era lo que le daba cierta tranquilidad. E incluso si es que efectivamente las cosas estaban mucho peor que lo que pudiese haberse anticipado, y si tenía alguna información adicional, tenía que ser un demente para ir por ahí hablando tan libremente de eso. Si es que era el caso, ¿era tan estúpido como para ir en contra de los designios de la Bruja? Eso solamente dejaba una alternativa: era uno de esos agentes rebeldes que querían arruinar todo. Y por supuesto que no se lo iba a permitir, no con Anna, al menos en lo que a él le correspondía y podía hacer, que en ese sentido era también su deber como Guardián.
-¿Quién eres?- le preguntó directamente, dándole igual ese humor travieso y conspirador que parecía tener. No tenía ningún arma con él, pero si era necesario bien podía agarrarlo a golpes con tal de que no se acercase más a su pelirroja y dejase de llenarle la cabeza con estupideces e ideas que bien podían ser una herejía para la Bruja. Además, ¿era magia eso que hacía? Tenía que serlo, y eso logró que Kristoff tragase saliva. Quizás sus puños no le serían suficientes, pero si lograba acercarse lo suficiente...
Ya no importaba realmente las circunstancias en que Anna hubiese conocido a Hans, que dentro de todo era un actor menor. Relevante, sí, pero menor a fin de cuentas. Su rostro no dejaba de mostrar preocupación y desconfianza. Podía confiar en Anna, sí, pero sólo en lo que se refería a ella misma, no a la gente en quien ponía su confianza, pues no tenía exactamente el mejor pasado en ello. El problema era que ella confiaba demasiado en cualquiera y con facilidad. A veces su confianza estaba bien puesta, pero ahora...
Apenas pudo resistir la tentación de abrazar a Anna o de hacer que se pusiera detrás de él. Si es que el tipo que tenían con ellos en la celda se ponía más peligroso de lo que ya lo era por el simple hecho de que usase magia en un reino donde la única que lo había hecho hasta el momento, por incontables generaciones, era Elsa (si no se contaban a los trolls de piedra, que eran un caso completamente aparte, además que no eran siquiera humanos). ¿Y quién era el de la figura negra? Todo se ponía cada vez más siniestro y él solamente era un hombre.
Off: Perdonen por la tardanza. u.u
-¿Quién eres?- le preguntó directamente, dándole igual ese humor travieso y conspirador que parecía tener. No tenía ningún arma con él, pero si era necesario bien podía agarrarlo a golpes con tal de que no se acercase más a su pelirroja y dejase de llenarle la cabeza con estupideces e ideas que bien podían ser una herejía para la Bruja. Además, ¿era magia eso que hacía? Tenía que serlo, y eso logró que Kristoff tragase saliva. Quizás sus puños no le serían suficientes, pero si lograba acercarse lo suficiente...
Ya no importaba realmente las circunstancias en que Anna hubiese conocido a Hans, que dentro de todo era un actor menor. Relevante, sí, pero menor a fin de cuentas. Su rostro no dejaba de mostrar preocupación y desconfianza. Podía confiar en Anna, sí, pero sólo en lo que se refería a ella misma, no a la gente en quien ponía su confianza, pues no tenía exactamente el mejor pasado en ello. El problema era que ella confiaba demasiado en cualquiera y con facilidad. A veces su confianza estaba bien puesta, pero ahora...
Apenas pudo resistir la tentación de abrazar a Anna o de hacer que se pusiera detrás de él. Si es que el tipo que tenían con ellos en la celda se ponía más peligroso de lo que ya lo era por el simple hecho de que usase magia en un reino donde la única que lo había hecho hasta el momento, por incontables generaciones, era Elsa (si no se contaban a los trolls de piedra, que eran un caso completamente aparte, además que no eran siquiera humanos). ¿Y quién era el de la figura negra? Todo se ponía cada vez más siniestro y él solamente era un hombre.
Off: Perdonen por la tardanza. u.u
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Hans le había ordenado que no abandonase sus aposentos, por su seguridad. La guardia aun recelaba de ella, y ni la propia Elsa era capaz de ordenar los pensamientos dentro de su mente. Todo era tan...caótico. Seguía teniendo lagunas mentales y tenia la impresión de que había olvidado algo importante...o a alguien. Sintió un escalofrío y terminó de forzar la cerradura con su hielo, rompiendo el mecanismo y saliendo al pasillo.
No observaba ni rastro de la guardia real, ni tampoco el príncipe, por lo que cerró tras de si la hoja y comenzó a caminar a hurtadillas. De nuevo portaba su traje azul oscuro, aferrándose a la chaqueta como si tuviese frío, una sensación que rara vez la afectaba. Los pasillos se mostraban sombríos a pesar de los colores cálidos, pues la maldición se colaba a través de las rendijas de la ventana, a la cual se acercó. El paisaje seguía siendo desolador, frio y blanco, todo a causa de una magia que no podía controlar. El príncipe no parecía estar de acuerdo, sin embargo ella no se sentía convencida. Tomó aire y siguió tanteando a ciegas, tocando la pared con su mano mientras dejaba tras de si un rastro de escarcha. La apartó enseguida cuando oyó voces masculinas y se apresuró a cambiar de dirección, angustiada, siguiendo el camino contrario. Los pasos se acrecentaron y la reina de hielo giró, entrando por una puerta. Sus zapatos chocaron contra el suelo duro de piedra, en la penumbra de las escaleras que descendían, las cuales mostraban un tono azulado. Sabia a donde conducían, ya había estado ahí antes: Las mazmorras. Se dio la vuelta, debatiéndose entre encarar a la guardia o esconderse en un lugar donde no la buscarían. Se agarró la falda y comenzó a bajar los escalones, guiándose por los destellos de las antorchas, hasta que el pasillo se abrió ante ella. Otras voces captaron su atención, y Elsa alzó las manos para defenderse, pero se percató de que provenían de otra celda. ¿Prisioneros como ella? Quizá la ayudasen a huir... Se acercó hasta la puerta y miró en el interior. Dentro había una chica pelirroja, de espaldas a ella, y con ella dos hombres. No estaba segura de si eran peligrosos o no, pero tenia qie escapar de allí.
-Ejem...-Se aclaró la voz.
No observaba ni rastro de la guardia real, ni tampoco el príncipe, por lo que cerró tras de si la hoja y comenzó a caminar a hurtadillas. De nuevo portaba su traje azul oscuro, aferrándose a la chaqueta como si tuviese frío, una sensación que rara vez la afectaba. Los pasillos se mostraban sombríos a pesar de los colores cálidos, pues la maldición se colaba a través de las rendijas de la ventana, a la cual se acercó. El paisaje seguía siendo desolador, frio y blanco, todo a causa de una magia que no podía controlar. El príncipe no parecía estar de acuerdo, sin embargo ella no se sentía convencida. Tomó aire y siguió tanteando a ciegas, tocando la pared con su mano mientras dejaba tras de si un rastro de escarcha. La apartó enseguida cuando oyó voces masculinas y se apresuró a cambiar de dirección, angustiada, siguiendo el camino contrario. Los pasos se acrecentaron y la reina de hielo giró, entrando por una puerta. Sus zapatos chocaron contra el suelo duro de piedra, en la penumbra de las escaleras que descendían, las cuales mostraban un tono azulado. Sabia a donde conducían, ya había estado ahí antes: Las mazmorras. Se dio la vuelta, debatiéndose entre encarar a la guardia o esconderse en un lugar donde no la buscarían. Se agarró la falda y comenzó a bajar los escalones, guiándose por los destellos de las antorchas, hasta que el pasillo se abrió ante ella. Otras voces captaron su atención, y Elsa alzó las manos para defenderse, pero se percató de que provenían de otra celda. ¿Prisioneros como ella? Quizá la ayudasen a huir... Se acercó hasta la puerta y miró en el interior. Dentro había una chica pelirroja, de espaldas a ella, y con ella dos hombres. No estaba segura de si eran peligrosos o no, pero tenia qie escapar de allí.
-Ejem...-Se aclaró la voz.
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
Después de tanta cabalgata, del frío y del temporal, lo último que esperaba era que al menos le atendieran.
pero los guardias pasaban de el.
-pero oiga que avisar a la princesa Anna! corre peligro!
Si el asesino tenía razón, Anna podría morir, aunque... no recordaba exactamente sus palabras, era algo malo.
Ellos le aseguraron que estaba bien protegida.
-pero oigan! va a atacar un brujo muy poderoso! Yerai Novita.. algo así.
nada ni caso, los guardias parecían más preocupadospor cerrarle la puerta en las narices.
Él se interpuso en la puerta mientras el frío viento helado le arrancabá la capucha.
-tienen que escucharme!!
los guardias parecían mirarlo por primera vez desde que les hablo.
-¡¿que haces tu aquí?! ¡¿como te has escapado?!
pestañea sorprendido
-¿que...? ¿de que habla?
-rápido a los calabozos otra vez....
-esperen!
pero volvieron a obviar sus argumentos, aunque está vez al menos le dejaron entrar.
entre los 2 guardias lo arrastraron a los calabozos,donde los guardías se detuvieron helados.
-esa... no es?
-la reina!
-se ha escapado, hay que avisar a...
Aprovechó el descuido para chocar con fuerza sus cabezas y derrumbarlos.
-lo siento debo salvar a Anna, espero que me perdonen.
el joven salto los cuerpos y contempló la figura alejarse.
-¿La reina?
La hermana de Elsa, cuyas vueltas en su búsqueda habían costado dinero, sudor y sangre, ahora se paseaba tan tranquila.
-al menos Anna estará contenta.
El joven siguió a la reina esperando encontrar a Anna.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Seiyu dejó a MiniNolig. En su hombre.
-sí ya lo conoces sabrás cómo es, impulsivo, agresivo, egoísta y demas
Seiyu señaló a ambas hermanas.
-lamentablemente, ha adquirido aprecio por tu hermana, algo que nos pone en un aprieto...
Seiyu miraba a Anna a los ojos, había falta de vida en esos ojos tan vivos que suele tener Seiyu.
-tú hermana le ha dejado, pero el no se contentara con eso, intentará arrebatartela por todos los medios posibles... Y si eso no funciona, se enfadaría y lo pagaría con Arendelle, algo que tu hermana ama profundamente, y me imagino que tu también.
Seiyu sonrió amablemente aunque sus ojos carecieran de ella.
Estaba claro que no tenía intención de responder a ninguna Pregunta, y menos a Kristoff al que no hizo el menor caso, como si no fuera más que un mero mosquito.
-pero hay otra opción, que salvaría al pueblo, cuentan las leyendas que los pueblos que ofrezcan una princesa virgen a un dragón son perdonados.
Seiyu Serio comentó
-puedes salvar a tu hermana y al Reino sacrificando tu felicidad.
si Anna se ofrecía a Noligma eso placaría la furia que corría al brujo, Elsa viviría en paz sin temor a dañar a Su hermana y el pueblo estaba a salvo, Anna podría pasarlo mal, pero aprendería a quererlo.
"pobres almas en desgracia, que sufren necesidad... Dime Anna ¿Que haré por ti?"
casi estaba, casi lo tenía todo, pero las cosas nunca salen a pedir de Boca, Elsa había aparecido.
pero los guardias pasaban de el.
-pero oiga que avisar a la princesa Anna! corre peligro!
Si el asesino tenía razón, Anna podría morir, aunque... no recordaba exactamente sus palabras, era algo malo.
Ellos le aseguraron que estaba bien protegida.
-pero oigan! va a atacar un brujo muy poderoso! Yerai Novita.. algo así.
nada ni caso, los guardias parecían más preocupadospor cerrarle la puerta en las narices.
Él se interpuso en la puerta mientras el frío viento helado le arrancabá la capucha.
-tienen que escucharme!!
los guardias parecían mirarlo por primera vez desde que les hablo.
-¡¿que haces tu aquí?! ¡¿como te has escapado?!
pestañea sorprendido
-¿que...? ¿de que habla?
-rápido a los calabozos otra vez....
-esperen!
pero volvieron a obviar sus argumentos, aunque está vez al menos le dejaron entrar.
entre los 2 guardias lo arrastraron a los calabozos,donde los guardías se detuvieron helados.
-esa... no es?
-la reina!
-se ha escapado, hay que avisar a...
Aprovechó el descuido para chocar con fuerza sus cabezas y derrumbarlos.
-lo siento debo salvar a Anna, espero que me perdonen.
el joven salto los cuerpos y contempló la figura alejarse.
-¿La reina?
La hermana de Elsa, cuyas vueltas en su búsqueda habían costado dinero, sudor y sangre, ahora se paseaba tan tranquila.
-al menos Anna estará contenta.
El joven siguió a la reina esperando encontrar a Anna.
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Seiyu dejó a MiniNolig. En su hombre.
-sí ya lo conoces sabrás cómo es, impulsivo, agresivo, egoísta y demas
Seiyu señaló a ambas hermanas.
-lamentablemente, ha adquirido aprecio por tu hermana, algo que nos pone en un aprieto...
Seiyu miraba a Anna a los ojos, había falta de vida en esos ojos tan vivos que suele tener Seiyu.
-tú hermana le ha dejado, pero el no se contentara con eso, intentará arrebatartela por todos los medios posibles... Y si eso no funciona, se enfadaría y lo pagaría con Arendelle, algo que tu hermana ama profundamente, y me imagino que tu también.
Seiyu sonrió amablemente aunque sus ojos carecieran de ella.
Estaba claro que no tenía intención de responder a ninguna Pregunta, y menos a Kristoff al que no hizo el menor caso, como si no fuera más que un mero mosquito.
-pero hay otra opción, que salvaría al pueblo, cuentan las leyendas que los pueblos que ofrezcan una princesa virgen a un dragón son perdonados.
Seiyu Serio comentó
-puedes salvar a tu hermana y al Reino sacrificando tu felicidad.
si Anna se ofrecía a Noligma eso placaría la furia que corría al brujo, Elsa viviría en paz sin temor a dañar a Su hermana y el pueblo estaba a salvo, Anna podría pasarlo mal, pero aprendería a quererlo.
"pobres almas en desgracia, que sufren necesidad... Dime Anna ¿Que haré por ti?"
casi estaba, casi lo tenía todo, pero las cosas nunca salen a pedir de Boca, Elsa había aparecido.
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seiyu
Soldado raso de la Bruja
Re: El gran deshielo [Kristoff + libre]
La princesa iba a responder ante esa actitud defensiva de Kristoff, estaba claro que no le agradaba Seiyu, sin embargo se detuvo en medio de ambos, sintiéndose algo contrariada y confusa. Por un lado, no conocía de nada al rubio, pero tenía el pálpito de que le era demasiado cercano y familiar… Como si estuviesen relacionados de algún modo. Por otro, conocía a Seiyu, pero tenía la impresión de que realmente no a quien ahora decía ser él. Acunó entre sus manos a las figuritas de ajedrez que simbolizaban al montañero, a Olaf, al príncipe sureño, a su hermana y a ella, mientras miraba con desconfianza a su alrededor. Tenía que aclarar sus ideas, pues mientras más tiempo perdiese, más se arriesgaba a que Elsa corriese peligro sola en la montaña. Hans aún no había acudido a su llamada, y los tres estaban ahí encerrados.
-¿Y eso que importa ahora?-Preguntó entonces ella.
Sí, conocía a ese brujo, pero ese episodio había quedado atrás, cuando divagaba por los bosques en pos de regresar a Arendelle. Posiblemente seguía siendo un problema, pues aún debía rescatar a su hermana, pero realmente no lo había tomado como un peligro mayor ahora que conocía la verdad. Lo que llevaba a Elsa a aislarse y las había tenido separadas durante tanto tiempo eran sus poderes y el miedo a no poder controlarlos. Anna debía encontrarla y demostrarle que no estaba sola, eliminar el clima invernal que apresaba al reino y devolverlo a la normalidad, así como su relación, deteriorada por el paso de los años. Ella no perdía la esperanza.
Apretó en sus dedos ahuecados a sendas reinas, como si así las protegiese de lo que acababa de decir Seiyu.
-¿Qué quieres decir con “nos”?-Eso ya lo sabía, o al menos lo sospechaba. Su estancia en la montaña había sido breve pero contundente. Ese tipo era un pervertido que se dedicaba a besar a princesas inconscientes sin ningún tipo de permiso o consideración. Instintivamente, Anna se llevó el dorso de la mano a la boca y se la frotó. Su primer beso, le había sido arrebatado de forma vil y pendenciera, y encima para colmo quería quitarle a su hermana, algo que no iba a consentir de ninguna manera. No había brujo capaz de hacer que la princesa más cabezota y terca de todo Arendelle se rindiese así como así-No lo permitiré-¿Cuántas veces había dicho eso ya? Pero no dejaba de ser más cierta que las anteriores, o incluso más. Estaba harta de que la reina se apartase de ella a posta, erigiendo un muro de hielo entre ambas, como para que ahora un loco pervertido intentase separarlas, ahora que había encontrado el modo de reconciliarse-Elsa y yo defenderemos el reino-Aseguró. A fin de cuentas, su hermana tenía un don maravilloso y ella una impetuosidad de hierro. No dejaría que hiriesen a su familia ni a los habitantes del reino, que bastante estaban pasando por culpa del clima-¿Qué opción? ¿De qué hablas?-Anna lo escuchó interesada, pero mientras lo hacía, su rostro cambió, registrando diferentes emociones, de las cuales ninguna era entusiasmo o alegría, sino al contrario. Su tez adquirió un tono rojizo, mientras lo miraba de arriba abajo con indignación-¿Cómo sabes…? Es igual, ¿Cómo puedes decirme algo así, Seiyu? Creía…Creía que tu eras mi amigo-Arrugó el ceño, retrocediendo un paso hasta chocarse con el torso fornido de Kristoff, cuya expresión avinagrada no había cambiado para bien en absoluto-Miró con rencor a Seiyu-No puedes estar hablando enserio…-Ese tipo la odiaba, la había atacado en la montaña y además le había dicho que pretendía librarse de ella. ¿Qué garantía tenía de que si hacía algo de eso, después dejase tranquila a su hermana y a Arendelle? Sentía como su pecho se encogía ante la frustración, la indecisión y el miedo, y dirigió una mirada de soslayo al rubio en busca de ayuda. Lo había conocido hacía apenas… ¿Una hora? Era apresurado confiar en él, pero Anna ya no sabía en quien confiar, y sentía que hacía lo correcto. Retrocedió otro paso hasta ponerse al lado de Kristoff.
-Yo…-Hasta ese momento había estado actuando de forma meramente egoista. Había tratado de traer de vuelta a Elsa, más por sí misma que por ella, pues realmente había asumido que eso no era lo que quería su hermana… Una hermana a la que no conocía apenas. Pero viendo un verdadero peligro, se veía en la compleja tesitura escoger, y esta vez esta opción no daba lugar a tomar una decisión que fuese “no decidir y que otros lo hiciesen por ella”. ¿Podía renunciar a sus sueños por los de otra persona? Una frase acudió a su mente, a pesar de que no recordaba cuando la había oído.
"Amar es anteponer las necesidades del otro a las tuyas."
Cerró los ojos mientras tomaba aire, y abrió la boca para decir algo, pero de pronto un carraspeo la atrajo a la realidad. Anna se giró de forma brusca hacia la puerta, acercandose a los barrotes que la separaban que mostraban el pasillo. Sus ojos se abrieron de par en par al observar la silueta que se recortaba con la luz de las antochas, mientras que la temperatura de la estancia bajaba notablemente. Elsa la miraba con gesto aturdido, de pie frente a la puerta. No portaba el traje de hielo azul con el que la había visto en el palacio de hielo, sino un atuendo mucho más sobrio y más característico de sus años de reclusión: un traje azul oscuro, con corpiño y una chaqueta a juego, mientras que su cabello iba recogido en un moño alto. Su semblante seguía siendo melancólico y ausente.
-¡Elsa!-Exclamó-¿Qué haces aquí?-¿No estaba en la montaña? ¿La habría rescatado Hans o habría escapado por su propio pie? No importaba, seguro que había regresado para eliminar la maldición. Anna sonrió de forma amplia, con las manos pegadas a los barrotes, y sacó un brazo para tratar de tocarla, pero el rostro de Elsa mostró una mueca de pánico y retrocedió hacia atrás antes de que pudiese tocarla. Anna arqueó las cejas.
-¿Quién eres? No…No te conozco.
-Elsa, soy yo, ¿No me reconoces?-Preguntó dolida. De pronto, observó como Seiyu aparecía tras ella-¿Qué? ¿Seiyu? Pero…-Miró hacia el interior, concretamente hacia el Seiyu siniestro, con el ceño fruncido-¿Quién eres tu?
-¿Y eso que importa ahora?-Preguntó entonces ella.
Sí, conocía a ese brujo, pero ese episodio había quedado atrás, cuando divagaba por los bosques en pos de regresar a Arendelle. Posiblemente seguía siendo un problema, pues aún debía rescatar a su hermana, pero realmente no lo había tomado como un peligro mayor ahora que conocía la verdad. Lo que llevaba a Elsa a aislarse y las había tenido separadas durante tanto tiempo eran sus poderes y el miedo a no poder controlarlos. Anna debía encontrarla y demostrarle que no estaba sola, eliminar el clima invernal que apresaba al reino y devolverlo a la normalidad, así como su relación, deteriorada por el paso de los años. Ella no perdía la esperanza.
Apretó en sus dedos ahuecados a sendas reinas, como si así las protegiese de lo que acababa de decir Seiyu.
-¿Qué quieres decir con “nos”?-Eso ya lo sabía, o al menos lo sospechaba. Su estancia en la montaña había sido breve pero contundente. Ese tipo era un pervertido que se dedicaba a besar a princesas inconscientes sin ningún tipo de permiso o consideración. Instintivamente, Anna se llevó el dorso de la mano a la boca y se la frotó. Su primer beso, le había sido arrebatado de forma vil y pendenciera, y encima para colmo quería quitarle a su hermana, algo que no iba a consentir de ninguna manera. No había brujo capaz de hacer que la princesa más cabezota y terca de todo Arendelle se rindiese así como así-No lo permitiré-¿Cuántas veces había dicho eso ya? Pero no dejaba de ser más cierta que las anteriores, o incluso más. Estaba harta de que la reina se apartase de ella a posta, erigiendo un muro de hielo entre ambas, como para que ahora un loco pervertido intentase separarlas, ahora que había encontrado el modo de reconciliarse-Elsa y yo defenderemos el reino-Aseguró. A fin de cuentas, su hermana tenía un don maravilloso y ella una impetuosidad de hierro. No dejaría que hiriesen a su familia ni a los habitantes del reino, que bastante estaban pasando por culpa del clima-¿Qué opción? ¿De qué hablas?-Anna lo escuchó interesada, pero mientras lo hacía, su rostro cambió, registrando diferentes emociones, de las cuales ninguna era entusiasmo o alegría, sino al contrario. Su tez adquirió un tono rojizo, mientras lo miraba de arriba abajo con indignación-¿Cómo sabes…? Es igual, ¿Cómo puedes decirme algo así, Seiyu? Creía…Creía que tu eras mi amigo-Arrugó el ceño, retrocediendo un paso hasta chocarse con el torso fornido de Kristoff, cuya expresión avinagrada no había cambiado para bien en absoluto-Miró con rencor a Seiyu-No puedes estar hablando enserio…-Ese tipo la odiaba, la había atacado en la montaña y además le había dicho que pretendía librarse de ella. ¿Qué garantía tenía de que si hacía algo de eso, después dejase tranquila a su hermana y a Arendelle? Sentía como su pecho se encogía ante la frustración, la indecisión y el miedo, y dirigió una mirada de soslayo al rubio en busca de ayuda. Lo había conocido hacía apenas… ¿Una hora? Era apresurado confiar en él, pero Anna ya no sabía en quien confiar, y sentía que hacía lo correcto. Retrocedió otro paso hasta ponerse al lado de Kristoff.
-Yo…-Hasta ese momento había estado actuando de forma meramente egoista. Había tratado de traer de vuelta a Elsa, más por sí misma que por ella, pues realmente había asumido que eso no era lo que quería su hermana… Una hermana a la que no conocía apenas. Pero viendo un verdadero peligro, se veía en la compleja tesitura escoger, y esta vez esta opción no daba lugar a tomar una decisión que fuese “no decidir y que otros lo hiciesen por ella”. ¿Podía renunciar a sus sueños por los de otra persona? Una frase acudió a su mente, a pesar de que no recordaba cuando la había oído.
"Amar es anteponer las necesidades del otro a las tuyas."
Cerró los ojos mientras tomaba aire, y abrió la boca para decir algo, pero de pronto un carraspeo la atrajo a la realidad. Anna se giró de forma brusca hacia la puerta, acercandose a los barrotes que la separaban que mostraban el pasillo. Sus ojos se abrieron de par en par al observar la silueta que se recortaba con la luz de las antochas, mientras que la temperatura de la estancia bajaba notablemente. Elsa la miraba con gesto aturdido, de pie frente a la puerta. No portaba el traje de hielo azul con el que la había visto en el palacio de hielo, sino un atuendo mucho más sobrio y más característico de sus años de reclusión: un traje azul oscuro, con corpiño y una chaqueta a juego, mientras que su cabello iba recogido en un moño alto. Su semblante seguía siendo melancólico y ausente.
-¡Elsa!-Exclamó-¿Qué haces aquí?-¿No estaba en la montaña? ¿La habría rescatado Hans o habría escapado por su propio pie? No importaba, seguro que había regresado para eliminar la maldición. Anna sonrió de forma amplia, con las manos pegadas a los barrotes, y sacó un brazo para tratar de tocarla, pero el rostro de Elsa mostró una mueca de pánico y retrocedió hacia atrás antes de que pudiese tocarla. Anna arqueó las cejas.
-¿Quién eres? No…No te conozco.
-Elsa, soy yo, ¿No me reconoces?-Preguntó dolida. De pronto, observó como Seiyu aparecía tras ella-¿Qué? ¿Seiyu? Pero…-Miró hacia el interior, concretamente hacia el Seiyu siniestro, con el ceño fruncido-¿Quién eres tu?
- Kristoff:
- Diculpame que haya interactuado tan poco contigo, Anna te hablará más en el proximo post, de veras D:.
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