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Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
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Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Lugar: Posada el Poney Pisador.
La desaparición repentina de Elsa trajo consecuencias inesperadas. Había algunos miembros de la corte que pugnaban por coronar de inmmediato a Anna, mientras que otros insistían en que se trataba de un secuestro en toda regla y no podían abandonar a su reina. La joven princesa de Arendelle estaba en mitad del barullo, y no se sentía precisamente bien con todo el meollo del asunto. Era el repuesto, una simple marioneta que colocar en el lugar de la desaparecida abeja reina, y eso la molestaba. Su hermana se había esfumado de la noche a la mañana, junto con el cochero y una de las diligencias más modestas de palacio. Resultaba sorprendente el hecho de que nadie hubiese estado al tanto, y la princesa sospechó que se le ocultaban cosas. Toda la culpa recaía sobre el cochero, que aparecido completamente borracho presto a entregarse, al reconocer que había abandonado a la reina a su suerte en mitad de un claro del bosque encantado. Aquello levantó la estupefacción general, y hubo quienes colgaron sin vacilar la medalla de traidor al pobre infeliz. A esas alturas, la reina ya habría muerto, decían. Anna rehusaba a creer tales patrañas. Tenía que reconocer que Elsa y ella no eran precisamente uña y carne, pero de ahí a alegrarse por algo tan horrible había un abismo. Lo reconocía, Anna quería a su hermana, y no iba a contentarse quedándose de brazos cruzados mientras no tenía noticias fiables de Elsa. Estaba dispuesta a hacer indagaciones por sí misma, sin necesidad de implicar a terceros: Descubriría donde estaba su hermana y la traería de vuelta sin escatimar en esfuerzos.
Y ahí era donde la pequeña Comadreja entraba en juego. Le había costado sacarle la verdad a Leanna, que ahora lucía adorable embutida en un traje de sirvienta que le venía grande, y aún así seguía sospechando que no le había contado todo. Por mucho que afirmaba no haberla visto, la princesa sabía que su hermana sí que había mantenido algún tipo de contacto con la niña, ¿De lo contrario por que llevaba un anillo suyo en el dedo pulgar? Demasiadas incógnitas y muy pocas sendas fiables a las que agarrarse, Anna se sentía en mitad de una encrucijada de la que saldría a golpe de voluntad. Después de amenazarla, suplicarle e incluso tratar de sobornarla con medios poco honestos, había logrado llegar a un acuerdo con ella. Al parecer la pequeña también buscaba a un pariente, hecho que Anna aprovechó para apelar a su corazoncito, aunque desde luego la cría parecía no tener. Se trataba de un soldado de Lindert. Las misivas que solía recibir su familia sobre su situación llevaban unos meses de retraso, y por alguna que otra razón, ella había abandonado el hogar familiar para encontrarlo, lo cual había degenerado de tal forma hasta llevarla a Arendelle. Se suponía que antes de llegar allí, había tenido algún tipo de confrontación de la que apenas recordaba nada, con la única pista de haberse desarrollado en el Bosque Encantado. Ese sería el destino de la princesa, que estaba convencida de que al ser una pista repetida, hallaría a Elsa en algún rincón de la fronda peligrosa. Dejando de lado las bromas de mal gusto, Anna se comprometió a ayudar a la niña, contactando con su prometido para ver si el podía hacer averiguaciones al respecto… A pesar de que ignoraba aún su paradero. No le revelaría nada a Comadreja, no fuese que se pusiese pesada.
Pero al fin había salido del palacio, y sola, toda una proeza de la que se sentía sumamente orgullosa. Había dejado a Kai al cargo de todo el papeleo real, con la promesa de regresar en menos de tres días con la legítima reina junto a ella, de lo contrario podrían salir en su búsqueda… Pero lo dudaba seriamente, Anna confiaba muchísimo en sus posibilidades. Había sobrevivido un día fuera del palacio, ir a buscar a Elsa sería como coser y cantar a la vez.
Una alforja con provisiones colgaba de su hombro, recubierto con ropas de viaje de invierno, a causa de la tormenta que se había desatado, sin olvidar la pala, el gancho y las cuerdas que podrían venirle bien si encontraba obstáculos por el camino; por no hablar de un saquito en cuyo interior tintineaban algunas monedas. Había rehusado de llevar escolta, e incluso se había encargado de que Comadreja no la siguiese, poniéndola bajo la custodia de Gerda y la cuadrilla de sirvientas. Anna se sentía exultante, valiente y muy atrevida a lomos de Chocolate, siguiendo las indicaciones que había recibido para llegar al bosque sin pérdida, a pesar de que su sentido de la orientación era prácticamente nulo. No podía ser tan difícil llegar, a fin de cuentas era un bosque encantado, ¿Cuántos como ese podía haber? ¡Bah! No tendría pérdida…
***
Resopló aburrida sobre la montura. Tenía los muslos destrozados, y la piel bajo estos en carne viva. Que alguien le recordase, en cualquier otro momento de su vida, que montar a lomos de un corcel con falda no era una buena idea, y menos si se hacía a horcajadas. Cualquier movimiento le resultaba una tortura en vida, y no tenía claro si había viajado durante horas, días o semanas. Había perdido la noción del tiempo y se tambaleaba con agonía sobre la silla de montar como si la hubiesen herido de muerte, exagerando como sólo ella sabía, arrancando relinchos molestos de Chocolate.
Lo que sí que tenía claro era que la noche empezaba a caer sobre su cabeza, y con ella el frío nocturno. Había dejado atrás la nieve, y eso sólo podía significar que había acabado más al sur de lo que pretendía, ¿Iría por el buen camino?
-¡Gracias al cielo!-Había llegado a… Alguna parte, de eso no cabía duda. Parecía un pueblecito costero, ¿Habría llegado sin querer a Marshovia? Gruñó algo entre dientes, molesta por no poder disfrutar de las vistas al tener una misión que cumplir, por supuesto, ella era una chica seria y muy comprometida-¡Ahhhh!-Se quejó, al intentar desmontar de la silla, cuando el cuero rozó las heridas. Se dejó caer hacia un lado como un fardo pesado, y gimoteó cuando sus pies se posaron sobre los adoquines de piedra. El olor a mar inundaba las calles, pero sus ojos soltaban lágrimas de dolor y le emborronaban la visión. Todo su cuerpo pedía a gritos un descanso, y su bolsa de comida vacía arrancaba gruñidos de su estómago. Eso de atiborrarse nada más salir no había sido una buena idea… Con un suspiro de pesar y con unos andares patizambos bastante ridículos, logró llegar hasta una cuadra donde encargó a un muchacho que cuidase de Chocolate y pidió indicaciones sobre algún lugar donde pasar la noche.
Anna abrió la puerta de la posada con una mano, entrando en su interior y quitándose el gorrito rosa que cubría su cabeza y sus orejas, las cuales estaban inusualmente rojas. El interior tenía un aspecto modesto y limpio, y la temperatura era bastante agradable. Sin pensárselo dos veces, se dejó caer con las piernas abiertas sobre una silla de madera, soltando un quejido de alivio y dolor cuando la tela de la falda rozó la carne dolorida.
-¡Al fin!-Y cerró los ojos, dejándose llevar momentáneamente por la deliciosa sensación de descanso.
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Se encontraba sentado en una mesa, al fondo del local. No se sentía nada a gusto rodeado de aquel tipo de gentuza, por lo que evitaba cruzar miradas y mantener conversación con ninguno de los presentes. Había decidido hospedarse en aquel rustico lugar, y aún no sabía por qué.
Según tenía entendido, su vino especiado era el mejor de la comarca, y a él le encantaba degustar los vinos extranjeros. Rato atrás había llevado a cabo su pedido a la camarera, una copa de su mejor cosecha acompañado de la especialidad de la casa.
Estaba empezando a impacientarse, mostrándolo por medio del movimiento incontrolado de sus dedos, traqueteando sobre el borde de la mesa. Apoyaba parte del peso de su cabeza sobre el puño cerrado de su siniestra. No apartaba la mirada de la puerta de entrada, a la espera de la llegada de alguien que pudiera despertar su interés. Hasta ese momento, solo había contado a tres borrachos y una campesina con muy malos modales, que ahora descansaba en un asiento cercano a la puerta.
No mostró el mínimo interés en ninguno de los presentes, hasta el momento en que la camarera apareciera de la nada y dejara una enorme bandeja en lo alto de la mesa. Frente a sus ojos se mostraba una exquisita selección de platos rústicos. Un queso curado a medio empezar, un tarro con diversos frutos exóticos para sí, una cacerola con sopa de pollo, un bistec de ternera con guarnición de patatas cocidas y una jarra de vino llena a rebosar. Todo aquello era acompañado por dos juegos de cubiertos, dos platos y dos copas de cristal.
Aunque para alguien cualquiera, el hecho de pedir un plato para dos encontrándose en la más absoluta soledad pudiera resultar extraño, para él tenía un motivo de peso. Siempre que comía fuera de palacio, invitaba a un pueblerino a compartir su comida. Dejaba que comiera lo que se le antojara, por precaución de que la comida no estuviera envenenada. Ya había tenido un susto con una patata, que tras probarla uno de sus criados callera al suelo muerto. El médico aseguraba que se había tratado de un atragantamiento, pero él no se fiaba del criterio de aquel anciano senil.
Aquella noche no sería diferente, y empezó su barrido para poder decidir al héroe u heroína que ocuparía su lugar en la caja de pino, llegado el caso de que la comida no estuviera del todo buena. No tuvo muchas dificultades para decantarse por la campesina de pocos modales, entre tanto anciano arrugado y mujeres poco adecentadas, ella se trataba de la persona con mejor aspecto del lugar. Aunque su forma de ser fuera tan brusca, no podía negar que se trataba de una chica bastante atractiva... si no fuera por el hecho de que era pelirroja. Odiaba a las chicas pelirrojas, aunque no tuviera motivos aparentes para ello. Sentía que era un odio natural en su ser, que se arraigaba a lo más profundo de su alma. Pero saltando la obviedad de tal desprecio, no podía negar su atractivo.
Se levantó del asiento, en dirección a la localización de la joven. Emplearía su atractivo natural y alguna escusa simple para encandilarla, y hacer que compartiera aquella velada con él.
- Discúlpeme, señorita. - Dijo inclinándose ligeramente hacia ella, dejando su rostro más a la altura de sus ojos. - Me peguntaba, si haría el honor de acompañarme en esta cena. Esperaba la llegada de un conocido, pero por lo visto no ha podido hacer acto de presencia. - Señaló con un movimiento grácil de su mano en dirección a la mesa en la que él se sentaba. - Como puede ver, he pedido demasiada comida como para poder hacerle frente yo solo, y me apena que puedan quedar restos que pudieran desperdiciarse.
Según tenía entendido, su vino especiado era el mejor de la comarca, y a él le encantaba degustar los vinos extranjeros. Rato atrás había llevado a cabo su pedido a la camarera, una copa de su mejor cosecha acompañado de la especialidad de la casa.
Estaba empezando a impacientarse, mostrándolo por medio del movimiento incontrolado de sus dedos, traqueteando sobre el borde de la mesa. Apoyaba parte del peso de su cabeza sobre el puño cerrado de su siniestra. No apartaba la mirada de la puerta de entrada, a la espera de la llegada de alguien que pudiera despertar su interés. Hasta ese momento, solo había contado a tres borrachos y una campesina con muy malos modales, que ahora descansaba en un asiento cercano a la puerta.
No mostró el mínimo interés en ninguno de los presentes, hasta el momento en que la camarera apareciera de la nada y dejara una enorme bandeja en lo alto de la mesa. Frente a sus ojos se mostraba una exquisita selección de platos rústicos. Un queso curado a medio empezar, un tarro con diversos frutos exóticos para sí, una cacerola con sopa de pollo, un bistec de ternera con guarnición de patatas cocidas y una jarra de vino llena a rebosar. Todo aquello era acompañado por dos juegos de cubiertos, dos platos y dos copas de cristal.
Aunque para alguien cualquiera, el hecho de pedir un plato para dos encontrándose en la más absoluta soledad pudiera resultar extraño, para él tenía un motivo de peso. Siempre que comía fuera de palacio, invitaba a un pueblerino a compartir su comida. Dejaba que comiera lo que se le antojara, por precaución de que la comida no estuviera envenenada. Ya había tenido un susto con una patata, que tras probarla uno de sus criados callera al suelo muerto. El médico aseguraba que se había tratado de un atragantamiento, pero él no se fiaba del criterio de aquel anciano senil.
Aquella noche no sería diferente, y empezó su barrido para poder decidir al héroe u heroína que ocuparía su lugar en la caja de pino, llegado el caso de que la comida no estuviera del todo buena. No tuvo muchas dificultades para decantarse por la campesina de pocos modales, entre tanto anciano arrugado y mujeres poco adecentadas, ella se trataba de la persona con mejor aspecto del lugar. Aunque su forma de ser fuera tan brusca, no podía negar que se trataba de una chica bastante atractiva... si no fuera por el hecho de que era pelirroja. Odiaba a las chicas pelirrojas, aunque no tuviera motivos aparentes para ello. Sentía que era un odio natural en su ser, que se arraigaba a lo más profundo de su alma. Pero saltando la obviedad de tal desprecio, no podía negar su atractivo.
Se levantó del asiento, en dirección a la localización de la joven. Emplearía su atractivo natural y alguna escusa simple para encandilarla, y hacer que compartiera aquella velada con él.
- Discúlpeme, señorita. - Dijo inclinándose ligeramente hacia ella, dejando su rostro más a la altura de sus ojos. - Me peguntaba, si haría el honor de acompañarme en esta cena. Esperaba la llegada de un conocido, pero por lo visto no ha podido hacer acto de presencia. - Señaló con un movimiento grácil de su mano en dirección a la mesa en la que él se sentaba. - Como puede ver, he pedido demasiada comida como para poder hacerle frente yo solo, y me apena que puedan quedar restos que pudieran desperdiciarse.
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Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Casi había empezado a quedarse dormida, de no ser por la luz que iluminaba la sala la cual dibujaba manchas rojizas bajo sus parpados, cuando una voz la sacó de su estado de abstracción. Al principio pensó que se dirigían a otra persona, pero entreabrió uno de sus ojos movida por la curiosidad, sólo para descubrir a un guapo galán, el cual inequívocamente le hablaba a ella. Con un brinco de sorpresa, Anna se sacudió en el asiento y golpeó sin querer su frente contra la barbilla del extraño, soltando un quejido de dolor bastante sonoro. Se apresuró a cerrar las piernas, ahogando un gemido (provocado por el contacto de la piel irritada) para no seguir dando el espectáculo, y a adoptar una posición menos indecente a los ojos de su acompañante.
-Perdona-Dijo, esbozando una sonrisa boba, apartando un mechón y colocándolo detrás de su oreja-No me he enterado, ¿Qué es lo que has dicho?
-Perdona-Dijo, esbozando una sonrisa boba, apartando un mechón y colocándolo detrás de su oreja-No me he enterado, ¿Qué es lo que has dicho?
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
No había esperado una reacción tan violenta por parte de ella. Sin verlo venir, recibió un cabezazo en su barbilla. Alzó el rostro a causa del impacto y se llevó la diestra para hacer presión en la zona golpeada. No le había dolido demasiado, pero consiguió hacer traquetear toda su dentadura de una forma muy brusca. Por unos segundos permaneció en silencio, dudando de si marcharse sin decir nada o agarrarla del cuello y ahorcarla con sus propias manos.
- No pasa nada... - Masculló al escucharla disculparse. Aquellas palabras le habían salido un poco forzadas, pero podía atribuirse al golpe recibido. Volvió a bajar el rostro, para dirigirle una mirada confortable a la mujer.
- Mía ha sido la culpa por sorprenderla de tal manera, he sido muy desconsiderado. - Se disculpó haciendo gala de toda su educación. - De todas formas, mi invitación a cenar sigue presente. ¿Quisiera hacerme compañía? - Desde fuera, parecía la persona más considerada y amable del local. Por dentro, maldecía la estampa de aquella chica pelirroja. Ya se acordaba del por qué las odiaba tanto, y era debido a que siempre que se encontraba con una acababa recibiendo un golpe, por un motivo como por otro.
- No pasa nada... - Masculló al escucharla disculparse. Aquellas palabras le habían salido un poco forzadas, pero podía atribuirse al golpe recibido. Volvió a bajar el rostro, para dirigirle una mirada confortable a la mujer.
- Mía ha sido la culpa por sorprenderla de tal manera, he sido muy desconsiderado. - Se disculpó haciendo gala de toda su educación. - De todas formas, mi invitación a cenar sigue presente. ¿Quisiera hacerme compañía? - Desde fuera, parecía la persona más considerada y amable del local. Por dentro, maldecía la estampa de aquella chica pelirroja. Ya se acordaba del por qué las odiaba tanto, y era debido a que siempre que se encontraba con una acababa recibiendo un golpe, por un motivo como por otro.
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Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Parecía un día como otro cualquier, cuando mi alarma de hombre guapo me alerta de la entrada de un gentil caballero. De inmediato me puse a expiarlo, fijándome en el buen corte de la tela de su traje, así como en su elegancia al caminar.
De inmediato le guiño un ojo a Rosette, quién ha llegado del comedor con el pedido del caballero:
- Ha pedido el mejor vino y la especialidad de la casa... ¡Para dos! -De inmediato me entusiasmo, y Rosette me sugiere que vaya yo entregar la bandeja, ya que los clientes nuevos no tienen por qué saber que sómos 3 gemelas idénticas, y se divierte mucho confundiéndoles. (A Cosette no le agrada ese jueguito, así que sólo lo hacemos Rosette y yo)
Riéndome sola, empiezo a preparar la bandeja con lo más rico que tengo, incluyendo una botella del vino de la condesa, y me acerco sigilosamente a depositar los platos sobre la mesa.
Realmente el chico está guapo pero... su nariz arrugada me dice de inmediato que no está a gusto. Incluso su mirada a mi comida, como si estuviera envenenada o algo por el estilo, me hacen desistir de cualquier intento de aproximación.
Me giro sin preguntarle si desea algo más, que para ello mandaré a Rosette, y me regreso a mi querida cocina...
De inmediato le guiño un ojo a Rosette, quién ha llegado del comedor con el pedido del caballero:
- Ha pedido el mejor vino y la especialidad de la casa... ¡Para dos! -De inmediato me entusiasmo, y Rosette me sugiere que vaya yo entregar la bandeja, ya que los clientes nuevos no tienen por qué saber que sómos 3 gemelas idénticas, y se divierte mucho confundiéndoles. (A Cosette no le agrada ese jueguito, así que sólo lo hacemos Rosette y yo)
Riéndome sola, empiezo a preparar la bandeja con lo más rico que tengo, incluyendo una botella del vino de la condesa, y me acerco sigilosamente a depositar los platos sobre la mesa.
Realmente el chico está guapo pero... su nariz arrugada me dice de inmediato que no está a gusto. Incluso su mirada a mi comida, como si estuviera envenenada o algo por el estilo, me hacen desistir de cualquier intento de aproximación.
Me giro sin preguntarle si desea algo más, que para ello mandaré a Rosette, y me regreso a mi querida cocina...
Off: ¡Llámenme si necesitan hablar con las posaderas de nuevo!
Cosette viste de amarillo (y no ha aparecido por el momento), Rosette de rojo y yo de verde.
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Off Babette:
- !Yo quiero pedir una habitación! Supongo que lo haré en mi siguiente post
Anna se encogió de hombros, abochornada. Era muy torpe y había quedado muy mal delante del caballero, pero era afortunada, pues este seguía manteniendo en pie su oferta. La chica se ruborizó, y lo hizo aún más al recordar el hambre que tenía. Se levantó de la silla e hizo una reverencia como pudo para no parecer desconsiderada.
-¿Está seguro?-Preguntó, gesticulando con las manos- No me gustaria ocupar su lugar y que luego el aparezca...-El caballero negó con la cabeza, y la princesa sonrió agradecida. Era su día de suerte, no todos los días un chico guapo te invitaba a cenar. Claro que no era tan atractivo como Franz, y su nariz era demasiado larga para su gusto... Pero no le iba a hacer ascos sólo por eso, después de tomarse tantas molestias con ella. Además, tenía unos bonitos ojos verdes, del color del agua estancada. Risueña, se agarró de su brazo para disimular sus malos andares, y de paso para pegarse un poco más, mientras se acercaban hasta la mesa. Anna se soltó y ocupó sin querer la silla donde antes el había estado sentado, poniendo las manos sobre la mesa y mirando con ojos golosos el gran festín que tenía por delante... ¡Y gratis! Después se preocuparía por la habitación, ahora tocaba llenar su estómago con aquellas delicias, y esperó a que su anfitrión hiciese lo mismo- Tiene buena pinta-Dijo para romper el hielo, un poco azorada.
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- No se preocupe por él, a estas horas dudo seriamente que acabe llegando. - Curioso, aquella reverencia daba a entender de que tenía ligeros conocimientos sobre como actuaba la nobleza. -"Lo habrá leído en algún libro." - Pensó mientras le tomaba su brazo y le acompañaba hasta la mesa. En el momento en que llegaron, ella se soltó y se sentó en el asiento que él había estado ocupando. Empezaba a dudar de su elección. ¿No habría sido mejor el borracho del fondo?
Sonrió a la chica, mientras tomaba asiento al lado de ella. No quería quedar de espaldas a la puerta. - Saben hacer bien su trabajo en esta posada. - Confirmó, mientras esperaba alguna reacción por parte de ella que demostrara que fuera a empezar a comer. Tras unos segundos de intenso silencio, donde no apartaban la mirada el uno del otro se percató que ella estaba esperando lo mismo. - Puede empezar a comer cuando guste. -Agarró firmemente la jarra de vino y llenó ambas copas. - ¿Le gusta el vino especiado? - Preguntó mientras le ofrecía una copa, dejando la suya propia a un lado.
El sueño empezaba a hacer presencia en su cuerpo, seguramente requeriría de un lecho caliente aquella noche, pues al día siguiente le esperaba un buen camino hasta llegar a su destino. Tras dejar la copa cerca de la chica, alzó la mano en un intento por llamar la atención de la camarera, la cual vislumbraba en la barra de la taberna.
Sonrió a la chica, mientras tomaba asiento al lado de ella. No quería quedar de espaldas a la puerta. - Saben hacer bien su trabajo en esta posada. - Confirmó, mientras esperaba alguna reacción por parte de ella que demostrara que fuera a empezar a comer. Tras unos segundos de intenso silencio, donde no apartaban la mirada el uno del otro se percató que ella estaba esperando lo mismo. - Puede empezar a comer cuando guste. -Agarró firmemente la jarra de vino y llenó ambas copas. - ¿Le gusta el vino especiado? - Preguntó mientras le ofrecía una copa, dejando la suya propia a un lado.
El sueño empezaba a hacer presencia en su cuerpo, seguramente requeriría de un lecho caliente aquella noche, pues al día siguiente le esperaba un buen camino hasta llegar a su destino. Tras dejar la copa cerca de la chica, alzó la mano en un intento por llamar la atención de la camarera, la cual vislumbraba en la barra de la taberna.
- Spoiler:
- Ya lo hago yo por tí, querida Anna
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Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Off: ¿Van a querer 2 habitaciones o sólo una?
Entro a la cocina y reviso cómo están los platos y guisos, calculando que el movimiento será bueno esta noche. No espectacular, que no ha llegado ningún barco pirata para alegrar la noche con sus cantos (y sus músculos), pero no me puedo quejar, ya que el comedor tiene pocas mesas libres.
Respecto a las habitaciones, ya tenemos más de la mitad ocupadas, por lo que en la mañana facturaremos bien con los desayunos...
Estoy regresando al comedor para ver si Rosette necesita ayuda, cuando observo al guapo de la nariz arrugada llamándome. Me fijo entonces que está acompañado de una linda jovencita pelirroja de trenzas quien de seguro llegó mientras estaba en la cocina. Finalmente comprendo por qué pidió dos platos cuando sólo era una persona, ya que en realidad debía estar a la espera de la doncella.
De inmediato me acerco, y la proximidad me permite ver que ella también tiene ropa de calidad. Sonrío al calcular que tendré buena propina:
- Buenas noches. ¿Está todo de su agrado o desean algo más?
Sonrío al ver que la chica come a gusto mi comida, aunque el tipo siga con esa cara de amargado. De pronto, se me ocurre que ella no es una chica de suerte... ¡Son tan diferentes! Ella se ve muy alegre y él... bueno, arruga la nariz. (¡Aunque él siga siendo muy guapo!)
Entro a la cocina y reviso cómo están los platos y guisos, calculando que el movimiento será bueno esta noche. No espectacular, que no ha llegado ningún barco pirata para alegrar la noche con sus cantos (y sus músculos), pero no me puedo quejar, ya que el comedor tiene pocas mesas libres.
Respecto a las habitaciones, ya tenemos más de la mitad ocupadas, por lo que en la mañana facturaremos bien con los desayunos...
Estoy regresando al comedor para ver si Rosette necesita ayuda, cuando observo al guapo de la nariz arrugada llamándome. Me fijo entonces que está acompañado de una linda jovencita pelirroja de trenzas quien de seguro llegó mientras estaba en la cocina. Finalmente comprendo por qué pidió dos platos cuando sólo era una persona, ya que en realidad debía estar a la espera de la doncella.
De inmediato me acerco, y la proximidad me permite ver que ella también tiene ropa de calidad. Sonrío al calcular que tendré buena propina:
- Buenas noches. ¿Está todo de su agrado o desean algo más?
Sonrío al ver que la chica come a gusto mi comida, aunque el tipo siga con esa cara de amargado. De pronto, se me ocurre que ella no es una chica de suerte... ¡Son tan diferentes! Ella se ve muy alegre y él... bueno, arruga la nariz. (¡Aunque él siga siendo muy guapo!)
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Off Babette:
- ¡Dos D:! ¡No puedo dormir en la misma habitación que este señor! ¡Soy una chica comprometida!
Anna, que había estado esperando su aprobación para poder hincarle el diente a los manjares, se apresuró a colocar una servilleta sobre su regazo para no mancharse si caían restos de comida. ¡Estaba junto a todo un caballero! No podía dejarse en mal lugar manchándose como una cerda. Su boca se hacía agua tan sólo con el olor que emanaba de la comida, y el hambre le podía hasta tal punto que acabó olvidando momentáneamente los pocos modales de los que había hecho gala hasta el momento, agarrando el plato de sopa y tomando las cucharadas de forma ruidosa, ¡Cielo santo! La comida estaba deliciosa, pero tal vez debería haber empezado por otro plato, pues su imprudente conducta hizo que se le quemase el paladar. Agitó las manos haciendo aspavientos y le arrebató la copa de la mano al desconocido, acercándosela a los labios y acabándose el contenido de la copa de una sentada para aliviar la quemazón del cielo de su boca. Sus mejillas se sonrojaron al notar el calor de la bebida bajando por su esófago, y agitó el recipiente frente a él, pidiendo silenciosamente más para seguir refrescando su gaznate. Soltó un suspiro de puro alivio.
-¿No comes?-Preguntó abriendo muchísimo los ojos y sonriendo, aguardando a que su copa estuviese llena de nuevo. Volvió a hundir la cuchara en la sopa, pero esta vez fue lo suficientemente lista como para esperar a que se enfriase un poco antes de acercársela a los labios. Ya tenía los muslos en carne viva, no quería que ahora una quemadura le impidiese disfrutar de la comida-Está muy bueno-Aseguró, sentándose mejor y tomándose su tiempo para poder saborear la comida como era debido, pensando que tal vez su actitud repentina le había creado una mala impresión. Una muchacha vestida con tonos verdes y un bonito delantal se acercó hasta ellos con decisión, y Anna no pudo evitar fijarse en ella, bonita y voluptuosa con unos andares que destilaban sensualidad-Todo está perfecto-Contestó sonriente, aprovechando para secarse los labios con la servilleta-He viajado durante un largo camino y me preguntaba si podría pasar aquí la noche, ¿Les quedan habitaciones libres?-Inquirió, y con la mano rozó el saquito de monedas, confiando en tener suficientes para poder reposar durante toda la noche. Porque como tuviese que pasar otra noche encima del caballo, le iba a dar algo...
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Spoiler:
- No tengo mala cara D: Eso solo fue al principio, ahora tengo una cara de agrado y buena gente ^^
Hans no se esperaba aquella reacción tan exagerada por parte de la pelirroja. Se había distraído por unos segundos llamando a la camarera, y de repente sintió un ajetreo frente a sí y como seguidamente le arrebataban la copa de la mano. Volvió a centrar su atención en ella, en el momento en que se tragaba el contenido de su copa de un solo sorbo. Incapaz de llegar a entender lo sucedido, se limitó a rellenar su copa con una sonrisa mientras hacía un comentario inocente.
- Parece que el vino es de vuestro agrado, permítame servirle otra copa pues la noto algo sedienta. - A este paso, se habrá bebido la jarra entera antes de llegar a probar bocado. Tras terminar de rellenarla, tomó la copa que había soltado la joven y se la llenó. No ere muy escrupuloso a la hora de comer, solo en contadas ocasiones había rechazado algún plato o cubierto si había sido utilizado con anterioridad por una persona de avanzada edad ¿Quién podía imaginarse en cuantos lugares habrían estado sus bocas?
Tomó un pequeño sorbo de la copa, saboreó la bebida y tragó mostrándose agradecido por su sabor. - Si me permite, no quisiera ser desconsiderado con usted. Pero me gustaría poder... - En aquel momento llegó la camarera, interrumpiéndole antes siquiera de llegar a formular la pregunta. Desvió su atención a aquella mujer, quien descubrió para su asombro era alguien de muy bien ver.
Tenía unos ojos bonitos, aunque no llegó a quedarse con su color. ¿Eran verdes o grises? No tenía demasiada importancia, pues sentía la imprudente necesidad de bajar un poco más la mirada y admirar su gran pechonalidad. Era demasiado... atrayente, procuraba mantener el rostro alto y la mirada fija en su cara, pero no era capaz de evitar desviar algunas miradas discretas a su voluptuoso escote.
- Es todo de nuestro agrado. - Dijo con un tono más suave incluso que el que había usado con su acompañante. - Todavía no he llegado a probar bocado, pero su olor me dice que será una cena jugosa y agradable. - Aquellas palabras estaban cargadas de un doble significado, que esperaba nadie más fuera capaz de captar. Escuchó como la pelirroja comentaba el tema de la habitación, mostrando la bolsa cargada de oro. Parecía que las apariencias de niña adinerada estaban fundamentadas. Quizás fuera hija de algún noble local, o un conde de bajo estatus. Una vez hubo acabado la chica, se apresuró a añadir por su cuenta.
- Quisiera poder alquilar uno de vuestros aposentos, también. - No iba a mostrar una bolsa de oro como su acompañante, eso solo atraería atenciones innecesarias. - Solo espero que el lecho sea lo bastante cálido, esta noche parece que vaya a hacer frío. - Comentó de forma inocente.
Desvió de nuevo la atención hacia la pelirroja, decidido a acabar la pregunta que momentos antes le estaba formulando. - Por cierto, como antes iba diciendo... Soy el Principe Hans, de las Islas del Sur. ¿Podría conocer vuestro nombre?
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Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- He viajado durante un largo camino y me preguntaba si podría pasar aquí la noche, ¿Les quedan habitaciones libres?
- Por supuesto, tenemos individuales y para pareja. -digo tranquila, pero cuando la chica se pone nerviosa, repito la información, enfocándome en las habitaciones single- Las habitaciones individuales son 3 coronas.
La chica queda visiblemente más tranquila con mi último comentario, y ya es lógico que ambos no son pareja... ¿Por qué están cenando juntos? Mi curiosidad se enciende, aunque lo más bien podría tratarse de hermanos... ¿o de lo contrario, por qué se habían reunido a cenar?
Me fijo entonces que el caballero empieza a observarme... observar mi cuerpo. De inmediato empiezo a coquetearle, olvidando la cara de desagrado que tenía antes, puesto que su semblante ha mejorado mucho ahora.
- Quisiera poder alquilar uno de vuestros aposentos, también. -Dice él, confirmándome que no vienen juntos. Y su comentario siguiente me empieza a dar malas ideas- Solo espero que el lecho sea lo bastante cálido, esta noche parece que vaya a hacer frío.
- La noche es fría, pero no os preocupéis que todas las habitaciones estarán caldeadas. -Le respondo deteniéndome en sus ojos, esperando que él comprenda que esa respuesta es sólo para él- Una vez que terminen de cenar, búsquenme que os llevaré a sus habitaciones.
Él asiente levemente, y entonces reanuda su conversación con la alegre y hambrienta pelirroja. Estoy volviéndome sobre mis pasos, para regresar a la cocina, cuando no puedo dejar de oír que él se presenta como príncipe... Me alejo casi corriendo y tiro a Rosette del brazo, para toda excitada comentarle bajo la seguridad de las paredes:
- ¡El tipo guapo que llegó dice ser un príncipe!
- Por supuesto, tenemos individuales y para pareja. -digo tranquila, pero cuando la chica se pone nerviosa, repito la información, enfocándome en las habitaciones single- Las habitaciones individuales son 3 coronas.
La chica queda visiblemente más tranquila con mi último comentario, y ya es lógico que ambos no son pareja... ¿Por qué están cenando juntos? Mi curiosidad se enciende, aunque lo más bien podría tratarse de hermanos... ¿o de lo contrario, por qué se habían reunido a cenar?
Me fijo entonces que el caballero empieza a observarme... observar mi cuerpo. De inmediato empiezo a coquetearle, olvidando la cara de desagrado que tenía antes, puesto que su semblante ha mejorado mucho ahora.
- Quisiera poder alquilar uno de vuestros aposentos, también. -Dice él, confirmándome que no vienen juntos. Y su comentario siguiente me empieza a dar malas ideas- Solo espero que el lecho sea lo bastante cálido, esta noche parece que vaya a hacer frío.
- La noche es fría, pero no os preocupéis que todas las habitaciones estarán caldeadas. -Le respondo deteniéndome en sus ojos, esperando que él comprenda que esa respuesta es sólo para él- Una vez que terminen de cenar, búsquenme que os llevaré a sus habitaciones.
Él asiente levemente, y entonces reanuda su conversación con la alegre y hambrienta pelirroja. Estoy volviéndome sobre mis pasos, para regresar a la cocina, cuando no puedo dejar de oír que él se presenta como príncipe... Me alejo casi corriendo y tiro a Rosette del brazo, para toda excitada comentarle bajo la seguridad de las paredes:
- ¡El tipo guapo que llegó dice ser un príncipe!
- Spoiler:
- Off: Si vamos a rolear "íntimamente", sugiero que después abras otro post. Sin embargo, si la inocente y dulce Anna nos va a interrumpir todo el rato... ¡pues, seguimos todos aqui!
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Off:
- ¿Interrumpir? ¿Yo D:? ¡Nada más lejos de mi intención! Por mí no os corteís xD
Anna prosiguió llenando la cuchara de sopa hasta apurarla completamente, secándose después la boca con la servilleta de su regazo. Ya que tenía asegurado donde pasar la noche, se sentía muchísimo más aliviada. No llevaba mucho fuera de casa, pero ya extrañaba el sentirse segura y protegida debajo de las sábanas como si estas fuesen un escudo de acero. No podía haber nada más reconfortante, y se merecía un descanso después de haber sido tan valiente e ir en busca de su hermana. Aún no la había encontrado, pero esa noche necesitaba descansar o no podría reanudar la búsqueda repleta de nuevas energías que le facilitasen su importante misión.
Empezó a atacar el queso con una mano, mientras que con la otra se acercaba el plato de bistec, presta a hincarle el diente sin miramiento alguno. Después de atiborrarse, podría dormir como un bebé. Hablando de bebés… Anna volvió a dar un buen trago de su copa y sonrió de pura felicidad. En la corte no podía beber mucho, pero ahora sentía que nadie le regañaría. Claro que tampoco podía descuidar sus modales delante el muchacho, que hablaba con la camarera pidiéndole una habitación.
-¿Ehhff?-La princesa alzó la vista y estuvo a punto de escupir un poco de carne al intentar hablar con la boca llena. Anna terminó de engullir el trozo de bistec y miró con curiosidad al susodicho Hans. De las Islas del Sur. Con que un príncipe… ¡Eso explicaba por qué había sido tan considerado y amable con ella! A fin de cuentas, sólo los verdaderos infantes reales podían hacer gala de tamaña generosidad y magnanimidad. Sonrió con dulzura y volvió a limpiarse los restos de su pecosa cara-Yo soy la princesa Anna-Le confió con la misma naturalidad que hubiese usado para decir que su color favorito era el rosa-De Arendelle-Agregó-Es un placer conoceros, príncipe Hans-Cambió su forma de dirigirse hacia él casi de forma automática, algo azorada por haberlo estado tuteando sin permiso. Le tendió la mano, esperando que se la besase, a fin de cuentas esos era lo que se estilaba entre la nobleza. Anna ignoraba donde quedaban las Islas del Sur, o quienes eran sus goberantes, pero no quería que se la tachase de irrespetuosa, como si no la hubiesen educado de forma correcta-Lamento mis modales-Hizo un mohín-Espero no haberos causado una mala impresión…
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Babette:
- Si quieres, podemos abrir un tema a parte tú y yo, Babette. Un tema mas... intimo.
O podemos esperar a que se acabe este, como prefieras
- Así que la princesa de Arendel... - Tomó su mano de manera galante, para luego besarle las falanges a modo de respeto. - Si no es menester... ¿Que lleva a la segunda hija de la casa Arendel a un puerto tan remoto de su palacio, concretamente, a una taberna principalmente frecuentada por la plebe? ¿Ha ocurrido algo, que sea desconocido para mí? - Su voz sonó melosa, aunque llevaba una carga de sarcasmo muy bien disimulada. Cualquiera que le hubiera escuchado, lo atribuiría a un tono más empleado en el cortejo de las damas.
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Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Off:
- Ejem, tomando en cuenta que Franz se está hospedando aquí y
que le están levantando la noviasuele aparecer en momentos extraños, he decidido incluirlo por un par de post algo pequeño, que no creo que en su estado sea capaz siquiera de reconocer a Anna...pero ya veremos ^^ espero no molestar...
La puerta se abre de golpe, dejando a la vista una figura que, sin dudas, había tenido mejores momentos. Nada tenía que ver con la que dejó Lindert al amparo de la noche. Era más similar a la que se había encontrado con el mismísimo rey de los mares. Exacto, el tipo borracho ese. Solo que esta vez no estaba borracho (su modesta economía no se lo permitiría), estaba más bien herido...
Para su desgracia, su curiosa investigación le había llevado a un nido de víboras. Y aunque era bueno con la espada, siquiera él podía enfrentarse a una banda solo sin salir con heridas. Estúpido borracho que le vino con el chisme. Al menos las "monedas" con las que pagó el dato eran solo piedras.
En unos cuantos meses tal vez mostrase ese corte en el brazo derecho con orgullo, pero en ese momento solo desea enterrar su cabeza en la almohada. O en la falda de una de las Bimbette. Ha pasado tantas noches ahí que seguro una entendería su situación y atendería sus heridas gratis.
Ninguna sabe que es un príncipe realmente, y prefiere que sigan creyendo el cuento del caballero siguiendo las ordenes directas de su señor. Es más fácil para todos. Después de sus últimas experiencias, se ha vuelto mucho más sensato y prudente. Incluso ha comenzado a usar el nombre de Hanz (excepto en esa posada, que ese primer día se presentó con su nombre). Para las rubias era Franz Alister, para el resto de gente en Marshovia con la que contactaba, era Hanz Alister. La mentira no le molestaba. Después de todo, el verdadero Hanz también estaba mintiendo sobre su verdadera identidad allá en el norte.
Franz se tambalea, cuidando no dar un solo paso en falso, y se deja caer en la mesa "de siempre". Suelta un gruñido ante el ardor insistente que siente en las costillas, y llama con su melodiosa voz a la rubia de verde... Nah, en realidad solo grita medio ronco su nombre, casi como un ruego lastimero propio de un cachorrito solitario. Solo espera que no tarde demasiado. Entre el bonito moretón que cubre buena parte de su rostro, el corte en la ceja y la hinchazón de sus dedos, está seguro que terminará por desmayarse si no le dan un buen vaso de vino. Oh, y tenía que preguntar por Fer. Inteligente fue al dejarlo allí hasta su regreso.
Para su desgracia, su curiosa investigación le había llevado a un nido de víboras. Y aunque era bueno con la espada, siquiera él podía enfrentarse a una banda solo sin salir con heridas. Estúpido borracho que le vino con el chisme. Al menos las "monedas" con las que pagó el dato eran solo piedras.
En unos cuantos meses tal vez mostrase ese corte en el brazo derecho con orgullo, pero en ese momento solo desea enterrar su cabeza en la almohada. O en la falda de una de las Bimbette. Ha pasado tantas noches ahí que seguro una entendería su situación y atendería sus heridas gratis.
Ninguna sabe que es un príncipe realmente, y prefiere que sigan creyendo el cuento del caballero siguiendo las ordenes directas de su señor. Es más fácil para todos. Después de sus últimas experiencias, se ha vuelto mucho más sensato y prudente. Incluso ha comenzado a usar el nombre de Hanz (excepto en esa posada, que ese primer día se presentó con su nombre). Para las rubias era Franz Alister, para el resto de gente en Marshovia con la que contactaba, era Hanz Alister. La mentira no le molestaba. Después de todo, el verdadero Hanz también estaba mintiendo sobre su verdadera identidad allá en el norte.
Franz se tambalea, cuidando no dar un solo paso en falso, y se deja caer en la mesa "de siempre". Suelta un gruñido ante el ardor insistente que siente en las costillas, y llama con su melodiosa voz a la rubia de verde... Nah, en realidad solo grita medio ronco su nombre, casi como un ruego lastimero propio de un cachorrito solitario. Solo espera que no tarde demasiado. Entre el bonito moretón que cubre buena parte de su rostro, el corte en la ceja y la hinchazón de sus dedos, está seguro que terminará por desmayarse si no le dan un buen vaso de vino. Oh, y tenía que preguntar por Fer. Inteligente fue al dejarlo allí hasta su regreso.
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Spoiler:
- Off: El pj podría enojarse, pero la user se iba a reír mucho con las interrupciones de Anna! XD (Y con Hanz... Podríamos rolear +18 en otro post, ubicado al día siguiente!)
Estoy en la cocina, conversando animadamente con Rosette, cuando oigo que alguien grita: "¡Babette!" De inmediato dejo todo largado para ir al comedor, y me encuentro con el encantador caballero que busca los gitanos, ¡en un pésimo estado!
Está sentado como si le faltaran fuerzas, a la vez que aprieta su brazo izquierdo como si le doliera... ¡Y su hermoso rostro está deformado por una golpiza!
- ¿Los gitanos le hicieron eso? -pregunto mientras me acerco a ver que tan gran graves son las heridas, pero al tocar su brazo percibo que mis dedos quedan manchados de sangre.- ¡Oh! -me sobresalto, pero luego de respirar hondo, le grito a Rosette, quién está en la puerta de la cocina- ¡Trae una copa de vino de la condesa y una botello de ron! -me vuelvo al caballero y evaluo que será difícil llevarlo a su habitación, en el segundo piso... -¡Ya vuelvo!
¡Y voy corriendo a la cocina a buscar paños limpios de cocina!
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Off Franz:
- ¡Franz! Me alegra que hayas entrado *-*. No sé si estás en condiciones de que Anna te reconozca a tí tampoco, teniendo en cuenta que tienes un ojo morado y un corte en la ceja, ella está acostumbrada a verte con ropas elegantes y completamente sano D:. De todos modos aún no se ha acercado, si no te parece mal que estando más cerca se fije mejor, me lo dices .
Anna se ruborizó, sintiéndose muy halagada al saber que, después de todo, no era tan invisible de cara al mundo. Las palabras del príncipe eran educadas, y el ego de la princesa se hinchó un poco al oír el término “segunda hija”. Para cualquier otro miembro de la realeza eso supondría un insulto, pero no para ella, al menos no ese día. ¿Quién podía esperar que supiese de su existencia en un sitio tan apartado como aquel? Ensanchó su sonrisa traviesa a medida que escuchaba a su interlocutor, el cual parecía bastante interesado en conocer los motivos que la habían llevado tan lejos, o simplemente lo hacía por mostrar respeto hacia ella. La chica parecía haberse olvidado por un momento de su hermana, mientras el vino subía lentamente hacia su cabeza con su reconfortante calor, y soltó una risita antes de responder a Hans.
-Lo mismo que ha traído hasta aquí al Príncipe de las Islas del Sur-Le respondió amablemente, intentando parecer esquiva y elegante. Se removió y el roce entre las piernas reavivó el escozor de sus muslos, trayéndola de nuevo a la realidad. Contuvo una mueca, y se apresuró a responder, recordando que no estaba allí para divertirse. Por desgracia... Para colmo, no había podido hacer ese viaje con Franz, pero pensó que ya podría disfrutar de Marshovia con él en otro momento-Nada que deba perturbaros, alteza-Aunque en realidad se moría por contarle toda su vida hasta llegar hasta ese punto concreto. Podía estar pecando de ingenua, pero su afán por entablar conversación era demasiado grande como para ignorarlo, y el parecía interesado en escucharla (o eso creía). Después de morderse el labio inferior, quiso abrir la boca para seguir hablando, cuando un grito hizo momentáneamente el silencio. La princesa se giró sobre su asiento, apoyando la mano sobre el respaldo y mirando hacia atrás con un sobresalto. Había un hombre unas mesas más allá, recostado sobre una silla y con un aspecto lamentable, como si hubiese pasado por las aspas de un molino de agua-¡Cielo santo!-Exclamó, llevándose la mano derecha a los labios, mientras la camarera que les había tomado nota corría a atenderle con pasmosa velocidad. Anna intercambió una rápida mirada con Hans y volvió a concentrarse en el pobre herido, levantándose de la silla con determinación-Deberíamos ayudarle…
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Hans observó el comportamiento cada vez más suelto que mostraba ella, era evidente que el vino empezaba a subírsele a la cabeza. Sonrió ante su respuesta ingeniosa, era evidente que si un príncipe como él podía encontrarse en un lugar como ese... la propia princesa de ese reino podría encontrarse por aquellos lares.
- Touché. - Dijo señalándola de forma simpática con el índice. - Ahí me habéis cogido. - Su sonrisa se ensanchó, mientras la princesa quitaba importancia al asunto que la había traído hasta allí. - Aún que fuera algo de poca importancia, si me permitís, no tendría problemas en prestaros mi ayuda. - Comentó mientras acercaba su mano a la de ella, concretamente, a la que sostenía la copa de vino. - Creo que ya habéis bebido suficiente por hoy, soy todo un caballero y no me gustaría que os emborrachaseis y alguien cualquiera intentase aprovecharse de vuestra condición. - Rozó sus dedos con los de su diestra, mientras se cerraban en torno al cuerpo de la copa quitándosela de sus manos. Si quería sonsacarle datos, la necesitaría bien despierta.
De pronto escuchó un bullicio de fondo, en un principio no le prestó atención a lo que acontecía hasta que su acompañante alzara la voz en forma de sorpresa. Dirigió entonces la mirada al centro del problema, un hombre se ahogaba en su propia miseria y dolor... nada que no hubiera visto un par de veces en las tabernas que había tomado de camino ahí. Ya la camarera empezaba a atenderle, por lo que le retiró toda la importancia que pudiera suscitarle hasta el momento en que la doncella quiso hacer su acto de buena voluntad del día.
-"Tendré que mancharme las manos de sangre, si quiero conseguir lo que busco."- Pensó, mientras se levantaba de su asiento jarra de vino en mano y rodeaba la mesa en dirección al recién llegado. - Vamos, quizás podamos ser de ayuda. - Le indicó a Anna mostrando un semblante preocupado. Necesitaba ganarse su confianza, y aquello podía ser una gran oportunidad.
Se acercó a la chimenea cercana, y dejo reposar la jarra cerca de las llamas por unos minutos. Necesitó hacer de su traje unos harapos para poder recoger la jarra, que ahora se hallaba con su contenido evaporándose. Con aquel trozo de manga rota, pudo llegar hasta el lugar donde se encontraban tanto la camarera como el herido, depositándola en una mesa cercana.
- He traído vino caliente para limpiar sus heridas, será muy doloroso para él... ero es lo que hay que hacer. - Se veían las manchas de sangre desde la distancia, quedando evidente lo desagradable de su herida. - ¿Ha sido fuego u acero? - Preguntó al hombre, pues requería de mas información sobre la herida. Sabía tratar heridas básicas, pero las quemaduras graves eran otro mundo para él.
- Touché. - Dijo señalándola de forma simpática con el índice. - Ahí me habéis cogido. - Su sonrisa se ensanchó, mientras la princesa quitaba importancia al asunto que la había traído hasta allí. - Aún que fuera algo de poca importancia, si me permitís, no tendría problemas en prestaros mi ayuda. - Comentó mientras acercaba su mano a la de ella, concretamente, a la que sostenía la copa de vino. - Creo que ya habéis bebido suficiente por hoy, soy todo un caballero y no me gustaría que os emborrachaseis y alguien cualquiera intentase aprovecharse de vuestra condición. - Rozó sus dedos con los de su diestra, mientras se cerraban en torno al cuerpo de la copa quitándosela de sus manos. Si quería sonsacarle datos, la necesitaría bien despierta.
De pronto escuchó un bullicio de fondo, en un principio no le prestó atención a lo que acontecía hasta que su acompañante alzara la voz en forma de sorpresa. Dirigió entonces la mirada al centro del problema, un hombre se ahogaba en su propia miseria y dolor... nada que no hubiera visto un par de veces en las tabernas que había tomado de camino ahí. Ya la camarera empezaba a atenderle, por lo que le retiró toda la importancia que pudiera suscitarle hasta el momento en que la doncella quiso hacer su acto de buena voluntad del día.
-"Tendré que mancharme las manos de sangre, si quiero conseguir lo que busco."- Pensó, mientras se levantaba de su asiento jarra de vino en mano y rodeaba la mesa en dirección al recién llegado. - Vamos, quizás podamos ser de ayuda. - Le indicó a Anna mostrando un semblante preocupado. Necesitaba ganarse su confianza, y aquello podía ser una gran oportunidad.
Se acercó a la chimenea cercana, y dejo reposar la jarra cerca de las llamas por unos minutos. Necesitó hacer de su traje unos harapos para poder recoger la jarra, que ahora se hallaba con su contenido evaporándose. Con aquel trozo de manga rota, pudo llegar hasta el lugar donde se encontraban tanto la camarera como el herido, depositándola en una mesa cercana.
- He traído vino caliente para limpiar sus heridas, será muy doloroso para él... ero es lo que hay que hacer. - Se veían las manchas de sangre desde la distancia, quedando evidente lo desagradable de su herida. - ¿Ha sido fuego u acero? - Preguntó al hombre, pues requería de mas información sobre la herida. Sabía tratar heridas básicas, pero las quemaduras graves eran otro mundo para él.
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Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Off Anna:
- Si eres capaz de aguantar el animo actual de Franz, adelante XD pero no creo que se sienta muy feliz si llegas a reconocerlo. El pobre tiene su orgullo aún. Y seguramente se te pegue como una lapa en cuanto se de cuenta de que eres tu XD
Gitanos... ¿fueron realmente ellos? Franz no recuerda muy bien a sus atacantes, entre que estaba oscuro y le dieron justo en el "ojo bueno". Pero sospecha que no. Ninguno tenía ese acento propio de ellos... ¿o sí? ¿Logró siquiera acercarse al campamento? Recuerda vagamente haber visto el fuego, y haber oído la música a lo lejos.
-Ni idea, pero creo que solo fueron bandidos...
Aunque eso no tiene sentido, ya que no le robaron nada, siquiera la bonita espada con la que cortó a uno de ellos. Pero bueno, no da vueltas a esa idea. Recordemos que está herido y no piensa con claridad...
Asiente a Babette, esperando que no tarden demasiado.
Para su sorpresa, dos figuras se unen a su... momento de debilidad. Como aun es incapaz de ver otra cosa que sombras borrosas, pues desiste de cualquier intento de enfocarlos para saber su aspecto. En su lugar, se concentra en mantenerse despierto y atento a cualquier cosa.
De algo sirve, ya que descubre que uno de ellos es un hombre. ¿La otra sombra sería su amigo o su compañera?
-Mientras no se infecte la herida, puedo soportarlo... -dice, intentando mostrarse seguro. Hasta se permite una sonrisa. Lo malo es que entre la perdida de sangre y los nervios por tener que soportar más dolor, le sale más temblorosa de lo que desea. -Acero, señor. Fue la espada de uno de esos hombres la que me hizo esto...
Y ahí se calla. Al parecer hablar le cansa más de lo esperado. Franz al fin comienza a preocuparse. No está exactamente acostumbrado a tratar sus heridas en una posada, con una posadera y un desconocido como médicos. Tampoco a estar en semejantes condiciones. Al fin, su tarea de encontrar a la gitana pasa a segundo plano. Incluso tercero...
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Regreso con los paños de cocina recién lavados, seguida por Rosette con la copa de vino y la botella de ron, cuando me fijo que en el intertanto otros de mis clientes también se unen para ayudar.
Lo que me sorprende es que sea justamente el guapo/príncipe/+guapo-sin-arrugar-la-nariz quién ha cortado un poco de su traje y ofrece su propia copa de vino para... ¿esterilizar?
- Muchas gracias por su ayuda, ¡pero traje el ron para limpiar la herida! -de inmediato abro la botella en manos de Rosette y se la paso- El vino es para que no desfallezca. -Y con cuidado vierto un poco en la boca de Franz.
En un principio él tose, pero luego toma más del vino, mientras pienso que mejor que se emborrache, ya que así debería sentir menos los dolores...
- ¿Ha sido fuego u acero? -pregunta el príncipe, y el caballero responde:
- Acero, señor. Fue la espada de uno de esos hombres la que me hizo esto... -¿Los gitanos usan espadas? Por supuesto que sí, pero no son los únicos... Los enanos usan hachas y los cazadores usan arcos y flechas, así como lanzas, por lo que descartamos que haya sido un grupo de cazadores... Sin embargo, en general los gitanos no son tan hostiles...
De un sobresalto, me acuerdo que también los piratas usan espadas. Pero no, no quiero pensar que alguno de mis buenos amigos le haya hecho ésto a mi huésped. Mejor me dedico a ayudarlo, y después nos ponemos a investigar:
- Entonces, voy a empezar a abrir la tela, ¿y usted procede a limpiar la herida? -pregunto para saber en qué puedo ayudar. De pronto, Rosette deja de mirar el procedimiento, y se sienta de espaldas, incapaz de mirar sangre. Yo pongo mis ojos en blanco, ya que mi hermanita siempre hace lo mismo, pero igual me da un poco de vergüenza frente a extraños...
Lo que me sorprende es que sea justamente el guapo/príncipe/+guapo-sin-arrugar-la-nariz quién ha cortado un poco de su traje y ofrece su propia copa de vino para... ¿esterilizar?
- Muchas gracias por su ayuda, ¡pero traje el ron para limpiar la herida! -de inmediato abro la botella en manos de Rosette y se la paso- El vino es para que no desfallezca. -Y con cuidado vierto un poco en la boca de Franz.
En un principio él tose, pero luego toma más del vino, mientras pienso que mejor que se emborrache, ya que así debería sentir menos los dolores...
- ¿Ha sido fuego u acero? -pregunta el príncipe, y el caballero responde:
- Acero, señor. Fue la espada de uno de esos hombres la que me hizo esto... -¿Los gitanos usan espadas? Por supuesto que sí, pero no son los únicos... Los enanos usan hachas y los cazadores usan arcos y flechas, así como lanzas, por lo que descartamos que haya sido un grupo de cazadores... Sin embargo, en general los gitanos no son tan hostiles...
De un sobresalto, me acuerdo que también los piratas usan espadas. Pero no, no quiero pensar que alguno de mis buenos amigos le haya hecho ésto a mi huésped. Mejor me dedico a ayudarlo, y después nos ponemos a investigar:
- Entonces, voy a empezar a abrir la tela, ¿y usted procede a limpiar la herida? -pregunto para saber en qué puedo ayudar. De pronto, Rosette deja de mirar el procedimiento, y se sienta de espaldas, incapaz de mirar sangre. Yo pongo mis ojos en blanco, ya que mi hermanita siempre hace lo mismo, pero igual me da un poco de vergüenza frente a extraños...
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
- Off Franz y Babette:
- ¡Franz perdóname! No es mi intención serte infiel ú.ù (?). No te he reconocido de momento, me he quedado un poco rezagada porque tampoco sabía que poner xD, y no sé tampoco como reaccionará Anna. Espero que a Babette no le moleste.
Si necesitaís que edite algo avisad.
El gesto repentino del príncipe la cogió por sorpresa y Anna se ruborizó rápidamente, quien sabe si por el vino o por la improvisada “caricia”. Por alguna razón pensó que la actitud galante de su interlocutor le resultaba encantadora e irresistible, y soltó un suspiro mientras lo miraba embobada. ¡Un momento! Ella estaba prometida con el apuesto Franz… ¡Ya! Pero no estaba haciendo nada malo, ¿Verdad? No puedes engordar sólo mirando el pastel.
No debía olvidarse del herido. Siguiendo a Hans con la mirada, se apremió a sí misma a imitarlo al ver como este tomaba la jarra y se encaminaba hacia el otro lado. La desconcertó el ver que calentaba el vino y no logró hallarle el sentido, pensando que parecía muy ridícula a su lado cuando informó de su objetivo para con la bebida. Ojala tuviese conocimientos sobre primeros auxilios, debería haber tratado de aprenderlos en vez de hacer travesuras… Pero es que estudiar tan aburrido. Sus ojos se perdieron en el príncipe, rompiendo parte de su ropa para crear una venda improvisada, y pensó que no habría nadie más bondadoso y desinteresado que él sobre la faz de la tierra, entendiendo que esa conducta lo hacía parecer más atractivo de lo que había creído en un primer momento.
Se remangó hasta los codos y trató de colocarse a su lado, buscando ayudar de una forma u otra, pero se topó con las espaldas de su acompañante. Tratando de escabullirse por un lado, la camarera volvió a cerrarle el paso de forma inconsciente, y Anna sintió que la dejaban fuera de su pequeño círculo, impidiéndole poder brindar sus manos para lo que fuese necesario. Se cruzó de brazos enfurruñada, apenas pudiendo ver entre ambos el rostro golpeado y sangrante del herido, pensando que le resultaba vagamente familiar. ¡Qué tontería! Y eso que no creía haber bebido tanto.
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Hans mantuvo la calma, mientras observaba las reacciones que en torno a sus acciones giraban. Empezaba a cansarse de tanto ajetreo, y el hambre hacía mella en su estado de ánimo. No llegaba a vislumbrar una buena salida para toda aquella situación. Agarró con su diestra la camisa del moribundo, apartando las telas ajironadas dejando al descubierto las heridas sangrantes de las cuales se aquejaba. Tenían muy mala pinta, y se extrañaba de que aquel hombre hubiera podido llegar con su propio pié hasta allí.
Agarró la copa de vino, sentía que se había enfriado lo suficiente como para ser vertida sobre la piel sin producir quemaduras. Sostuvo el paño en su siniestra, mientras vertía el vino por encima de la herida. El vapor que de ahí emergía se introducía por sus fosas y llenaba sus pulmones. Era una sensación extraña, a la par que agradable, sentía como si lo estuviera bebiendo... pero de una forma muy diferente.
- Debe resistirlo. - Dijo mientras mojaba el paño en el vino que caía y lo presionaba contra la herida. - ¿Hay gasas limpias, y alguna argamasa de menta? - No era un experto en medicina, pero su médico personal solía usar esa combinación para tratar las heridas de sus hermanos. La mano con la que sostenía el trapo empezaba a mancharse de la sangre entremezclada con el vino. -"Como había imaginado... las manos manchadas de sangre" - Pensó. Sentía a sus espaldas el movimiento inquieto de Anna, como una niña a la cual no dejaran ver lo que ocurría mas allá de sus cabezas.
- Los caminos cada día son más peligrosos. ¿Han llegado a robarle algo? - No pudo evitar mostrar cierto deje de miedo en sus palabras. No le había dado demasiada importancia a aquello, en el momento en que abandonó la protección de su hogar en pos de acudir a Arendel. Si los bandidos habían asaltado a un don nadie como aquél, ¿Que podrían llegar a hacerle a un príncipe de un país vecino? Sería mejor contratar algún tipo de escolta el día siguiente por la mañana. En cuanto al destino de su supuesta princesa, quedaría en blanco, pues necesitaba sonsacarle aún mas información de la que le había suministrado.
Agarró la copa de vino, sentía que se había enfriado lo suficiente como para ser vertida sobre la piel sin producir quemaduras. Sostuvo el paño en su siniestra, mientras vertía el vino por encima de la herida. El vapor que de ahí emergía se introducía por sus fosas y llenaba sus pulmones. Era una sensación extraña, a la par que agradable, sentía como si lo estuviera bebiendo... pero de una forma muy diferente.
- Debe resistirlo. - Dijo mientras mojaba el paño en el vino que caía y lo presionaba contra la herida. - ¿Hay gasas limpias, y alguna argamasa de menta? - No era un experto en medicina, pero su médico personal solía usar esa combinación para tratar las heridas de sus hermanos. La mano con la que sostenía el trapo empezaba a mancharse de la sangre entremezclada con el vino. -"Como había imaginado... las manos manchadas de sangre" - Pensó. Sentía a sus espaldas el movimiento inquieto de Anna, como una niña a la cual no dejaran ver lo que ocurría mas allá de sus cabezas.
- Los caminos cada día son más peligrosos. ¿Han llegado a robarle algo? - No pudo evitar mostrar cierto deje de miedo en sus palabras. No le había dado demasiada importancia a aquello, en el momento en que abandonó la protección de su hogar en pos de acudir a Arendel. Si los bandidos habían asaltado a un don nadie como aquél, ¿Que podrían llegar a hacerle a un príncipe de un país vecino? Sería mejor contratar algún tipo de escolta el día siguiente por la mañana. En cuanto al destino de su supuesta princesa, quedaría en blanco, pues necesitaba sonsacarle aún mas información de la que le había suministrado.
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Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Entre el vino de Babette, la sangre perdida y el dolor por las acciones del extraño, Franz se perdió aun más dentro de su delirante cabeza, dejando de prestar real atención al exterior. Que ellos se encargaran, él se largaría un rato a su propio País de las Maravillas. Un país de lo más curioso, porque Anna estaba ahí, con sus trenzas al viento. Y jugando junto a ella, había otra chica, esta vez de pelo negro como el carbón de las minas. La misma pálida que solía aparecerse en sus sueños de vez en cuando...
Franz ahoga un bonito suspiro. Pero no de cariño, sino más bien de cansancio. ¿Hasta cuando seguiría teniendo esas imágenes en su cabeza? Desde su encuentro con esaquenodebesernombrada, tiene esa sensación de que algo no está haciendo bien. Algo importante...
Agradece interiormente incluso el que no esté suficientemente borracho para no sentir lo que pasa afuera.
Claro que olvida todo eso cuando el dolor aumenta. No logra morderse la lengua antes de soltar una maldición. Ese algo sobre su herida estaba caliente y quemaba. Tal vez no literalmente, pero él lo siente así.
- Debe resistirlo. - dice la voz masculina.
Claro, resistirse era tan fácil... lo bueno es que aun es capaz de usar el cerebro y logra sacar algunas concluciones. La principal, que el extraño no está quemandolo, está curandolo. Así que no pierde la cabeza y se queda medianamente tranquilo. De haber estado más ido por el vino, no habría podido evitar repartir algún golpe. Algo instintivo.
Oye a lo lejos la misma voz, haciendo una pregunta. Que tipo más preguntón... -¿Qué? - responde al principio, sin tener la menor idea de qué habla. ¿Dijo tocarle algo? No, realmente no lo manoseo nadie, dudaba que los tipos lo quisieran para esas cosas. ¿O se refería a robar?
-Creo que no - musita despacio, aprovechando luego de dar otro sorbo a la botella. -Pero hasta que me revise, no estaré seguro... Creo que dejé todo en la habitación... al menos no se llevaron mi espada...
Y eso le saca una sonrisa. Porque podrían habérsela llevado, no era un arma cualquiera; era la espada que forjaron el día de su nacimiento. La espada que debía usar hasta que se volviese un rey. Si llegaba a perder esa espada, perdería también su honor. Y el pueblo no estaría muy feliz con un futuro rey deshonrado...
Por alguna razón, comienza a pensar si a su prometida le haría gracia estar con alguien así. Seguramente no, las princesas suelen ser seres caprichosos. Desean príncipes intachables. Se imagina a la pobre Anna, sin su sonrisa, sosteniendo su mano solo por una obligación moral, antes de que la estirada diga que adiós compromiso. Aunque claro, no tiene sentido que Elsa esté en el puerto de Marshovia, vigilando sus pasos. Su hostilidad no llegaba a tanto.
-La estirada rubia de Arendelle... - la lengua se mueve con voluntad propia, siguiendo el hilo de sus pensamientos. Pensar en la siempre rancia expresión de la rubia le saca una risita.
Una parte de si mismo, la parte pequeña y consciente, espera que no tarden demasiado o se pondrá a hablar de más. La parte hundida piensa en pequeños bebés albinos, en trenzas pelirrojas bajo la cálida luz del sol y, por qué no, en los grandes pechos de la reina de M'Apple...
Franz ahoga un bonito suspiro. Pero no de cariño, sino más bien de cansancio. ¿Hasta cuando seguiría teniendo esas imágenes en su cabeza? Desde su encuentro con esaquenodebesernombrada, tiene esa sensación de que algo no está haciendo bien. Algo importante...
Agradece interiormente incluso el que no esté suficientemente borracho para no sentir lo que pasa afuera.
Claro que olvida todo eso cuando el dolor aumenta. No logra morderse la lengua antes de soltar una maldición. Ese algo sobre su herida estaba caliente y quemaba. Tal vez no literalmente, pero él lo siente así.
- Debe resistirlo. - dice la voz masculina.
Claro, resistirse era tan fácil... lo bueno es que aun es capaz de usar el cerebro y logra sacar algunas concluciones. La principal, que el extraño no está quemandolo, está curandolo. Así que no pierde la cabeza y se queda medianamente tranquilo. De haber estado más ido por el vino, no habría podido evitar repartir algún golpe. Algo instintivo.
Oye a lo lejos la misma voz, haciendo una pregunta. Que tipo más preguntón... -¿Qué? - responde al principio, sin tener la menor idea de qué habla. ¿Dijo tocarle algo? No, realmente no lo manoseo nadie, dudaba que los tipos lo quisieran para esas cosas. ¿O se refería a robar?
-Creo que no - musita despacio, aprovechando luego de dar otro sorbo a la botella. -Pero hasta que me revise, no estaré seguro... Creo que dejé todo en la habitación... al menos no se llevaron mi espada...
Y eso le saca una sonrisa. Porque podrían habérsela llevado, no era un arma cualquiera; era la espada que forjaron el día de su nacimiento. La espada que debía usar hasta que se volviese un rey. Si llegaba a perder esa espada, perdería también su honor. Y el pueblo no estaría muy feliz con un futuro rey deshonrado...
Por alguna razón, comienza a pensar si a su prometida le haría gracia estar con alguien así. Seguramente no, las princesas suelen ser seres caprichosos. Desean príncipes intachables. Se imagina a la pobre Anna, sin su sonrisa, sosteniendo su mano solo por una obligación moral, antes de que la estirada diga que adiós compromiso. Aunque claro, no tiene sentido que Elsa esté en el puerto de Marshovia, vigilando sus pasos. Su hostilidad no llegaba a tanto.
-La estirada rubia de Arendelle... - la lengua se mueve con voluntad propia, siguiendo el hilo de sus pensamientos. Pensar en la siempre rancia expresión de la rubia le saca una risita.
Una parte de si mismo, la parte pequeña y consciente, espera que no tarden demasiado o se pondrá a hablar de más. La parte hundida piensa en pequeños bebés albinos, en trenzas pelirrojas bajo la cálida luz del sol y, por qué no, en los grandes pechos de la reina de M'Apple...
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Me alegro que el huésped que se ha ofrecido a ayudar realmente esté ayudando. Me admiro de ver que sabe manejarse, aunque... se concentre tanto que me ignore... Le sigo ayudando, aunque una de las cosas que me enerva es justamente, ser ignorada.
Sin embargo, lo debo pasar por alto porque Franz F. Alister se ve cada vez peor, y quizás yo sola no podría tratarlo.
- Los caminos cada día son más peligrosos. ¿Han llegado a robarle algo? -pregunta.
- ¿Qué? Creo que no. -y Franz toma más vino- Pero hasta que me revise, no estaré seguro... Creo que dejé todo en la habitación... al menos no se llevaron mi espada...
-dice y sonríe entremedio de la cara deformada. Me fijo en los dientes perfectos, lo que inclina la balanza hacia el lado noble. En realidad, desde la pelirroja con trenzas, pasando por el estirado y ahora el malherido, todos tienen cara de pertenecer a la nobleza. ¿Qué diría la sra. Moore si viera los clientes de lo que ella llama de "pocilga"?
- La estirada rubia de Arendelle... -dice de pronto Franz, pero como no tengo muy clara la realeza de otros reinos además de Marshovia, esa información no me sirve mucho, salvo para saber que el delicioso vino de Lady Katrina ya le ha hecho el efecto deseado. En un movimiento rápido, le quito la botella, ya que aún tengo la esperanza de que vaya por sus propios medios a su habitación en el segundo piso.
- Sr. Alister, míreme y conteste: ¿Puede caminar? -Miro a mi alrededor, pero si el médico improvisado no ayuda, tendré que cargarlo yo... O de lo contrario, acomodarlo en la diminuta pieza de la entrada.
Me giro hacia la pelirroja y le digo:
- Dile a mi hermana Cosette que prepare la cama de la habitación libre del primer piso, para él. -Aunque lo más importante en realidad es saber si la hemorragia se ha detenido...- ¡Por favor! -grito de pronto, ya que había olvidado que a los nobles, principalmente mis clientes, hay que tratarlos bien.
Sin embargo, lo debo pasar por alto porque Franz F. Alister se ve cada vez peor, y quizás yo sola no podría tratarlo.
- Los caminos cada día son más peligrosos. ¿Han llegado a robarle algo? -pregunta.
- ¿Qué? Creo que no. -y Franz toma más vino- Pero hasta que me revise, no estaré seguro... Creo que dejé todo en la habitación... al menos no se llevaron mi espada...
-dice y sonríe entremedio de la cara deformada. Me fijo en los dientes perfectos, lo que inclina la balanza hacia el lado noble. En realidad, desde la pelirroja con trenzas, pasando por el estirado y ahora el malherido, todos tienen cara de pertenecer a la nobleza. ¿Qué diría la sra. Moore si viera los clientes de lo que ella llama de "pocilga"?
- La estirada rubia de Arendelle... -dice de pronto Franz, pero como no tengo muy clara la realeza de otros reinos además de Marshovia, esa información no me sirve mucho, salvo para saber que el delicioso vino de Lady Katrina ya le ha hecho el efecto deseado. En un movimiento rápido, le quito la botella, ya que aún tengo la esperanza de que vaya por sus propios medios a su habitación en el segundo piso.
- Sr. Alister, míreme y conteste: ¿Puede caminar? -Miro a mi alrededor, pero si el médico improvisado no ayuda, tendré que cargarlo yo... O de lo contrario, acomodarlo en la diminuta pieza de la entrada.
Me giro hacia la pelirroja y le digo:
- Dile a mi hermana Cosette que prepare la cama de la habitación libre del primer piso, para él. -Aunque lo más importante en realidad es saber si la hemorragia se ha detenido...- ¡Por favor! -grito de pronto, ya que había olvidado que a los nobles, principalmente mis clientes, hay que tratarlos bien.
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Hans parecía muy concentrado en su tarea, pero eso no hacía más que aumentar la impotencia que la princesita sentía, frustrada por no poder hacer nada más que mirar. Estar al margen no era lo suyo, su naturaleza impulsiva la impelía ha hacer cualquier cosa, la que fuese, con tal de no ser más que un adorno que miraba sin hacer nada. Ella también quería mérito por salvar a un pobre herido de la muerte, aunque ignoraba cuan grave era o dejaba de ser su estado. Una idea iluminó su cabeza, aunque en realidad no podía llegar a calificarse como tal… Simplemente lo hizo por que no sabía que hacer, o tal vez por mendigar la atención de cualquiera de aquel trío. El caso es que se acercó a su mesa y tiró del mantel, derramando en el proceso el vino y buena parte de la comida, para usarlo de… De manta, o de lo que fuese. Seguro que se lo agradecían, pensaba mientras arrastraba la tela hacia ellos, cuando alcanzó a escuchar las palabras del hombre.
-La estirada rubia de Arendelle…-Se detuvo a medio camino, sin soltar la tela, dejando que su rostro primero mostrase su ceño fruncido, para después abrir los ojos de forma desmesurada. ¿Quién…? ¡¿De qué conocía a su hermana?! Ni siquiera se le pasó por la cabeza que tal vez no hablaba de Elsa… ¿Cuántas rubias estiradas vivían en su reino? Podía ser cualquiera, pero aún así Anna estaba convencida de que debía ser ella, incapaz de pensar en las infinitas posibilidades que entrañaban tales delirios. El mundo de la princesa era muy pequeño, y pensaba que se trasladaba con la misma facilidad al resto, pues al fin y al cabo, era un pañuelo. En su mente no cabía la perspectiva de que hablase de cualquier otra persona. Había estado tan ensismismada con el príncipe sureño que se había olvidado por completo de su hermana.
-¡Dios mío!-Esta vez si se llevó las manos a la boca instintivamente. ¿Y si ese hombre tenía una pista? ¿Y sí sabía donde estaba Elsa? ¿Y si lo habían atacado mientras estaba con ella? ¿Y sí…? Anna se precipitó hacia delante, consciente de que ahora más que nunca ese tipo no podía morir. Quiso zarandearlo y sacarle la información de la forma que fuese, cuando los voluptuosos pechos de la rubia camarera le cerraron el paso, girándose hacia ella.
-Dile a mi hermana Cosette que prepare la cama de la habitación libre del primer piso, para él, ¡Por favor!-Pero Anna no quería, no se trataba de una predisposición natural a no acatar órdenes, era simplemente presa de las ansias. Aún así, era consciente de que cualquier cosa sería poca para salvarle la vida. Alzó la vista una vez más, mirando por encima del hombro de la rubia al moreno que se recostaba malherido contra la silla. Tenía muy mal aspecto, y su nula formación médica le impedían saber si sobreviviría o no. Bajó las cejas con expresión melancólica, sin moverse, pues eso significaba que dejaría de lado su tenacidad, escrutandolo con sus ojos oscuros.
-Sí…-Comenzó a decir, sin apartar la vista, ni hacer un solo ápice de movimiento, preguntándose si tal vez era un escolta de palacio. Le sonaba, le sonaba mucho, a pesar de estar convencida de no haber visto semejante rostro en su vida… ¿O sí? Normalmente los soldados estaban demasiado ocupados en la seguridad que no tenían ni un minuto que dedicarle, y sin embargo tenía algo que… Accedió, finalmente, dejando caer el mantel al suelo y obedeciendo a la camarera cuando un encuentro no muy lejano acudió a su memoria, impulsándola a girarse con incredulidad y consternación-¿Franz…?-Pero no podía ser el, le habían llamado Señor Alister.
-La estirada rubia de Arendelle…-Se detuvo a medio camino, sin soltar la tela, dejando que su rostro primero mostrase su ceño fruncido, para después abrir los ojos de forma desmesurada. ¿Quién…? ¡¿De qué conocía a su hermana?! Ni siquiera se le pasó por la cabeza que tal vez no hablaba de Elsa… ¿Cuántas rubias estiradas vivían en su reino? Podía ser cualquiera, pero aún así Anna estaba convencida de que debía ser ella, incapaz de pensar en las infinitas posibilidades que entrañaban tales delirios. El mundo de la princesa era muy pequeño, y pensaba que se trasladaba con la misma facilidad al resto, pues al fin y al cabo, era un pañuelo. En su mente no cabía la perspectiva de que hablase de cualquier otra persona. Había estado tan ensismismada con el príncipe sureño que se había olvidado por completo de su hermana.
-¡Dios mío!-Esta vez si se llevó las manos a la boca instintivamente. ¿Y si ese hombre tenía una pista? ¿Y sí sabía donde estaba Elsa? ¿Y si lo habían atacado mientras estaba con ella? ¿Y sí…? Anna se precipitó hacia delante, consciente de que ahora más que nunca ese tipo no podía morir. Quiso zarandearlo y sacarle la información de la forma que fuese, cuando los voluptuosos pechos de la rubia camarera le cerraron el paso, girándose hacia ella.
-Dile a mi hermana Cosette que prepare la cama de la habitación libre del primer piso, para él, ¡Por favor!-Pero Anna no quería, no se trataba de una predisposición natural a no acatar órdenes, era simplemente presa de las ansias. Aún así, era consciente de que cualquier cosa sería poca para salvarle la vida. Alzó la vista una vez más, mirando por encima del hombro de la rubia al moreno que se recostaba malherido contra la silla. Tenía muy mal aspecto, y su nula formación médica le impedían saber si sobreviviría o no. Bajó las cejas con expresión melancólica, sin moverse, pues eso significaba que dejaría de lado su tenacidad, escrutandolo con sus ojos oscuros.
-Sí…-Comenzó a decir, sin apartar la vista, ni hacer un solo ápice de movimiento, preguntándose si tal vez era un escolta de palacio. Le sonaba, le sonaba mucho, a pesar de estar convencida de no haber visto semejante rostro en su vida… ¿O sí? Normalmente los soldados estaban demasiado ocupados en la seguridad que no tenían ni un minuto que dedicarle, y sin embargo tenía algo que… Accedió, finalmente, dejando caer el mantel al suelo y obedeciendo a la camarera cuando un encuentro no muy lejano acudió a su memoria, impulsándola a girarse con incredulidad y consternación-¿Franz…?-Pero no podía ser el, le habían llamado Señor Alister.
Re: Inesperado o no, un viaje es un viaje {Libre}
Los sucesos a su alrededor se iban sucediendo de forma desordenada. Anna seguía en su empeño de ver que era lo que estaban haciendo, el herido divagaba con alguna fulana que hubiera conocido en aquella capital y la rubia se mostraba muy preocupada por no perder a uno de sus clientes. El apellido Alister le era familiar, podría haberlo escuchado en cualquiera de sus escapadas por los reinos vecinos no llegaba a ubicarlo con exactitud. Por lo que lo tomó como un dato poco relevante.
Siguió apretando la herida con fuerza, la sangre ya parecía amainar tiñendo sus manos y ropas de un rojo carmesí. En cualquier otra ocasión, no se hubiera molestado lo mas mínimo en la presencia de aquél individuo... mucho menos le hubiera ofrecido su ayuda. Tendría que agradecer la presencia de Anna, pues sin ella no se hubiera esforzado por mantener las "apariencias".
Sintió que la chica empezaba a escurrirse entre ellos, en pos de acercarse al herido. Pero en aquellos momentos solo hubiera estorbado, por lo que le cerró el paso y la apartó a un lado antes de llegar a acercarse lo suficiente a él.
- Haz lo que te ha pedido la camarera. - Sugirió mostrando preocupación. - Yo me haré cargo del herido, transportándolo hasta sus aposentos. - Aquella noche, necesitaría una ducha bien caliente. Quizás pudiera convencer a la rubia tetona de que le hiciera compañía mientras tanto, seguro disfrutaría de su compañía con agrado.
- Apártese. - Inquirió a la posadera mientras pasaba un brazo tras la espalada del hombre y el otro bajo sus piernas. - Una vez lo tenga en brazos, tendrá que hacer presión sobre su herida para evitar la hemorragia. No es lo mas idóneo, pero no contamos con otro medio a nuestro alcance. - Diciendo esto, tiró del cuerpo hacia arriba para sostenerlo sobre sus brazos. Pesaba como un muerto y puede que en poco tiempo lo estuviera, si no conseguían sanar sus heridas.
Siguió apretando la herida con fuerza, la sangre ya parecía amainar tiñendo sus manos y ropas de un rojo carmesí. En cualquier otra ocasión, no se hubiera molestado lo mas mínimo en la presencia de aquél individuo... mucho menos le hubiera ofrecido su ayuda. Tendría que agradecer la presencia de Anna, pues sin ella no se hubiera esforzado por mantener las "apariencias".
Sintió que la chica empezaba a escurrirse entre ellos, en pos de acercarse al herido. Pero en aquellos momentos solo hubiera estorbado, por lo que le cerró el paso y la apartó a un lado antes de llegar a acercarse lo suficiente a él.
- Haz lo que te ha pedido la camarera. - Sugirió mostrando preocupación. - Yo me haré cargo del herido, transportándolo hasta sus aposentos. - Aquella noche, necesitaría una ducha bien caliente. Quizás pudiera convencer a la rubia tetona de que le hiciera compañía mientras tanto, seguro disfrutaría de su compañía con agrado.
- Apártese. - Inquirió a la posadera mientras pasaba un brazo tras la espalada del hombre y el otro bajo sus piernas. - Una vez lo tenga en brazos, tendrá que hacer presión sobre su herida para evitar la hemorragia. No es lo mas idóneo, pero no contamos con otro medio a nuestro alcance. - Diciendo esto, tiró del cuerpo hacia arriba para sostenerlo sobre sus brazos. Pesaba como un muerto y puede que en poco tiempo lo estuviera, si no conseguían sanar sus heridas.
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