Un imán para el peligro

Anna estaba... Bueno, confusa como poco. Resopló sonoramente, quedándose quieta en el lugar. Por primera vez en años no tenía ni idea que hacer, ni a donde ir. Si no fuera porque en el fondo era una chica práctica, empezaría a pensar que no tenía ninguna hermana y todo era fruto de algún tipo de alucinación.

Por supuesto, bastó un pellizco en el antebrazo para devolverla a la realidad. Seguía estando en el mismo recodo de la ladera, desértico, rodeado de piedras calcinadas y escarpadas. La vegetación, prácticamente, brillaba por su ausencia, revelando una desolación que iba más allá de lo visible. El negro se entremezclaba con el gis y las tonalidades rojizas que arrojaba el cielo ensangrentado sobre sus cabezas. Leanna miraba con una mezcla de recelo y consternación el paquete, mientras Hikari seguía sus andanzas hacia debajo de la montaña, como una hormiga que se hubiese salido de la hilera y terminase sucumbiendo a la inanición tarde o temprano. Tal vez estaba demasiado impactada, Anna lo entendía perfectamente, y algo le decía que no podía dejarla sóla en ese estado tan delicado. El ébano de su cabello era mecido por una ligera brisa helada que acariciaba las cumbres, emulando una cortina de ramas de algún sauce llorón, y la princesa se dio cuenta de que nunca había estado tan perdida.

-Nos vamos-Dijo-Debo regresar a casa-Accedió finalmente, con cierto matiz de desanimo en la voz. No obstante, antes de que la niña pudiese abrir la boca, se apresuró a replicar-Pero eso no significa que me haya dado por vencida ni mucho menos. Encontraré a Elsa y la traeré de vuelta a Arendelle, aunque tenga que arrastrarla por los pelos-Hinchó sus mejillas, poco reacia a aceptar una derrota. Eso nunca-Las provisiones empiezan a escasear así como el dinero. Tengo que reabastecerme, y después seguiré buscando. Lo haré como que soy Anna, hija de Agthar-Aseguró.

Leanna se encogió de hombros. Tampoco es que esperase otra respuesta de su parte, empezaba a acostumbrarse a lidiar con personas cabezotas ya que su familia estaba llena de ellas, empezando por ella misma. Al menos había logrado un avance y Anna había pasado por el aro.

-Esperanos, Hikari-Dijo en voz alta, acelerando su paso hasta alcanzar a la niña. Tenía claro que no podía volver con las manos vacías, pero sentía la urgente necesidad de recapacitar para volver a llenarse de la energía necesaria para proseguir. Anna no pensaba rendirse, jamás.

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