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Buscando empleo (Libre)
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Buscando empleo (Libre)
Lugar: Aldeas.
La neblina blanca me recuerda la niebla verde de hace unos días atrás... Claro, ésta es blanquecina, y el frío tampoco es tan grande, pero de todas formas mi camisa, la única que traje del Revenge, no es suficiente a estas horas de la mañana.
Es tan temprano que son pocas las tiendas abiertas, en su mayoría las tiendas de alimentos. Pero... ¿tendré que trabajar como burro de carga? Porque, no sé leer, y saber luchar, manejar una espada y conocer cómo navegar no son cosas útiles en una aldea. Siendo realista, lo único que tengo ahora son mis músculos...
Creo que lo peor es mantenerme lejos del mar... No puedo arriesgarme a toparme con mis ex-compañeros piratas antes de tener más manzanas que les devuelvan la memoria. Aún no me reencuentro con Joey, a quién no veo desde la huída en medio de la tempestad, y el único que me recordó hasta ahora. Me da un frío en la nuca pensar que me encuentre con ellos y tengamos que pelear. Matar a un amigo debe ser horrible...
Golpeo el piso con mis botas y me froto los brazos mientras sale vapor de mi boca. Miro a mi alrededor, esperando alguna oportunidad.
Re: Buscando empleo (Libre)
Off: Me tomo el tema :DSeguro que le agradas a Lady Katrina, pero de todas formas, suerte buscando el empleo
Eso indicaba el joven muchacho que recorría las calles, repitiendo lo que su señora horas antes le había indicado. El por qué lo gritaba y no simplemente colgaba carteles en las esquinas, era porque uno nunca sabe quién no cuenta con los medios para saber leer, pero puede ser un buen candidato para el puesto.
Ciertamente la oferta era tentadora para aquellos que actualmente no tenían un hogar estable y necesitaban trabajo. Solo necesitabas impresionar a una pobre viuda reciente y claramente necesitada... ¡Pues no! La dama en cuestión era cualquier cosa, menos una hembra necesitada. Contaba con sus propios medios de subsistencia y era perfectamente capaz de encargarse de los negocios de su pobre marido muerto. Pero apariencias son apariencias. Y los hombres no suelen hacer caso de una mujer aparentemente tan delicada. El muchacho la conocía de cerca, era después de todo quién había cuidado de él toda su vida, por eso lejos de ir gritando las necesidades de ella, se acercaba a quienes consideraba mejores opciones.
En eso estaba, charlando con un par de hombres bastante… grandes. No eran exactamente de su gusto, por lo que dio más bien un mensaje vago. No podía ignorar los deseos de su señora, pero podía dar el mensaje errado. Seguramente el par se perdería antes de llegar ante Lady Katrina.
Una vez terminó con ellos, se acercó a su siguiente candidato, un hombre solitario que vestía nada más que una simple camisa. Pobre, ¿no tendría acaso otra cosa que vestir? No se veía especialmente peligroso, cosa que agradó al muchacho.
–Mi señor, ¿me permite repetir ante usted lo que mi señora ha ordenado? Estoy seguro que la oferta será de su gusto.
Repitió palabra por palabra el mensaje de Lady Katrina, para luego marcharse buscando más hombres. No tenía tiempo para detenerse a responder preguntas. Ya podría hacérselas a su señora, si decidía acudir al llamado.
“Joven viuda busca capataz para trabajar en su finca, seis días a la semana con la opción de escoger el día libre, el cual ha de ser siempre el mismo. Dos veces al mes podrá optar por un fin de semana libre. Se ofrece un buen salario, tres comidas al día y un techo agradable para pasar las noches. Interesados contactar con Lady Katrina entre las 9 de la mañana y las doce del día en la posada.
Atte, Lady Katrina, viuda de Lord Kristoff, conde de Marshovia”.
Atte, Lady Katrina, viuda de Lord Kristoff, conde de Marshovia”.
Eso indicaba el joven muchacho que recorría las calles, repitiendo lo que su señora horas antes le había indicado. El por qué lo gritaba y no simplemente colgaba carteles en las esquinas, era porque uno nunca sabe quién no cuenta con los medios para saber leer, pero puede ser un buen candidato para el puesto.
Ciertamente la oferta era tentadora para aquellos que actualmente no tenían un hogar estable y necesitaban trabajo. Solo necesitabas impresionar a una pobre viuda reciente y claramente necesitada... ¡Pues no! La dama en cuestión era cualquier cosa, menos una hembra necesitada. Contaba con sus propios medios de subsistencia y era perfectamente capaz de encargarse de los negocios de su pobre marido muerto. Pero apariencias son apariencias. Y los hombres no suelen hacer caso de una mujer aparentemente tan delicada. El muchacho la conocía de cerca, era después de todo quién había cuidado de él toda su vida, por eso lejos de ir gritando las necesidades de ella, se acercaba a quienes consideraba mejores opciones.
En eso estaba, charlando con un par de hombres bastante… grandes. No eran exactamente de su gusto, por lo que dio más bien un mensaje vago. No podía ignorar los deseos de su señora, pero podía dar el mensaje errado. Seguramente el par se perdería antes de llegar ante Lady Katrina.
Una vez terminó con ellos, se acercó a su siguiente candidato, un hombre solitario que vestía nada más que una simple camisa. Pobre, ¿no tendría acaso otra cosa que vestir? No se veía especialmente peligroso, cosa que agradó al muchacho.
–Mi señor, ¿me permite repetir ante usted lo que mi señora ha ordenado? Estoy seguro que la oferta será de su gusto.
Repitió palabra por palabra el mensaje de Lady Katrina, para luego marcharse buscando más hombres. No tenía tiempo para detenerse a responder preguntas. Ya podría hacérselas a su señora, si decidía acudir al llamado.
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Ela
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Re: Buscando empleo (Libre)
Off:
De pronto, veo que unos hombres se reúnen para oír a un muchacho. Ellos le escuchan atentos por un rato, pero luego se separan. Entonces veo que otro caminante se detiene para oír lo que dice el muchacho. Curioso, camino en su dirección.
¡Pero el muchacho también camina en mi dirección! Y lo más raro es que se dirige a mí:
- Mi señor, ¿me permite repetir ante usted lo que mi señora ha ordenado? Estoy seguro que la oferta será de su gusto.
- Pues... si. -acepto, ya que no voy a perder nada con ello. El muchacho toma aire y recita:
Escucho las palabras y sonrío al reconocer que lo que estaba buscando, una oferta de trabajo, ¡ha llegado a mí! Pero momento, ¿de cuál posada está hablando?
- ¡Espere! ¿Se refiere a la posada del Poney Pisador? -le pregunto al muchacho, antes que se aleje.
De pronto, veo que unos hombres se reúnen para oír a un muchacho. Ellos le escuchan atentos por un rato, pero luego se separan. Entonces veo que otro caminante se detiene para oír lo que dice el muchacho. Curioso, camino en su dirección.
¡Pero el muchacho también camina en mi dirección! Y lo más raro es que se dirige a mí:
- Mi señor, ¿me permite repetir ante usted lo que mi señora ha ordenado? Estoy seguro que la oferta será de su gusto.
- Pues... si. -acepto, ya que no voy a perder nada con ello. El muchacho toma aire y recita:
“Joven viuda busca capataz para trabajar en su finca, seis días a la semana con la opción de escoger el día libre, el cual ha de ser siempre el mismo. Dos veces al mes podrá optar por un fin de semana libre. Se ofrece un buen salario, tres comidas al día y un techo agradable para pasar las noches. Interesados contactar con Lady Katrina entre las 9 de la mañana y las doce del día en la posada.
Atte, Lady Katrina, viuda de Lord Kristoff, conde de Marshovia”.
Atte, Lady Katrina, viuda de Lord Kristoff, conde de Marshovia”.
Escucho las palabras y sonrío al reconocer que lo que estaba buscando, una oferta de trabajo, ¡ha llegado a mí! Pero momento, ¿de cuál posada está hablando?
- ¡Espere! ¿Se refiere a la posada del Poney Pisador? -le pregunto al muchacho, antes que se aleje.
Re: Buscando empleo (Libre)
El chiquillo asintió. A Lady Katrina le agradaba ir allí. Decía que la comida era mejor que en su propia casa. Él estaba de acuerdo.
–Así es, mi señor. –se inclinó ligeramente, sonriente. Primero que preguntaba de una buena vez donde exactamente esperaba su señora. Los otros solo se iban, convencidos tal vez de la dirección a seguir. –En la posada del Poney Pisador encontrará usted a Lady Katrina. Podrá reconocerla fácilmente, de seguro. Viste de negro y tiene un aire extranjero algo marcado.
Y era lógico. Ella venía directamente del norte, Lindert para ser exactos. Solo vivía allí gracias a su boda con el conde. Y eso lo decía a cada persona que quisiera oírla.
–Ahora si me permite, debo continuar con lo que me ordenaron. Con su permiso…
Dichas las indicaciones pertinentes, el chiquillo se marchó. Esta vez definitivamente. Solo dobló una esquina y listo, no más nene…
Lady Katrina se encuentra sentada en una de las tantas mesas de la posada, con una copa de vino en su mano. El desayuno ya lo ha comido, quedando solo unas cuantas migajas en el plato. Como siempre, delicioso. Ya se lo ha dicho a las dueñas de la posada, quienes reaccionaban normalmente bien a sus halagos. Es que, bueno, no todos los días tienes a una condesa metida en tu posada. Y ella sí pasaba sus días allí, al menos para disfrutar de un buen almuerzo.
Su pobre esposo, que en paz descanse su alma atormentada, nunca tuvo muy buen ojo para las cocineras. Tan extremista. Primero esa chiquilla guapa que siquiera servía para cocinar un huevo, aunque en la cama seguro era un amor. Después esa vieja que siquiera veía lo que tenía a un par de centímetros. Y ahora, la última: Bae, una vieja salida quién sabe de dónde, aunque con un ojo para cocinar asquerosidades en menos de media hora.
Pero basta de eso. Katrina espera paciente la llegada de algún nuevo candidato para trabajar en sus tierras, tan necesitadas. Kristoff en los últimos años la había llevado a la más absoluta quiebra y ella, orgullosa como toda nortina, no está dispuesta a entregarlas a la corona a cambio de monedas para regresar a Lindert. Sabe que la espera una casa preciosa, muy cerca del castillo, acompañada de criados dulces y el amor de desconocidos que la tratan como la noble que es. Que sus hijos recibirían una educación excelente y que, con un poco de suerte, su pequeño terminaría como escudero del príncipe, como indicaban las tradiciones. Y su hija, llegada a una edad adecuada, sería la dama de compañía de la esposa de dicho príncipe. ¿Ven? Una buena vida. Tal vez pueda hasta volver a casarse, esta vez con un hombre más cálido que su pobre Kristoff.
Ve a lo lejos a una de las jovencitas dueñas de la posada, vestida de amarillo. La llama para pedir otra cosa. Algo le dice que será una jornada larga.
–Querida, ¿me sirves otra copa?
–Así es, mi señor. –se inclinó ligeramente, sonriente. Primero que preguntaba de una buena vez donde exactamente esperaba su señora. Los otros solo se iban, convencidos tal vez de la dirección a seguir. –En la posada del Poney Pisador encontrará usted a Lady Katrina. Podrá reconocerla fácilmente, de seguro. Viste de negro y tiene un aire extranjero algo marcado.
Y era lógico. Ella venía directamente del norte, Lindert para ser exactos. Solo vivía allí gracias a su boda con el conde. Y eso lo decía a cada persona que quisiera oírla.
–Ahora si me permite, debo continuar con lo que me ordenaron. Con su permiso…
Dichas las indicaciones pertinentes, el chiquillo se marchó. Esta vez definitivamente. Solo dobló una esquina y listo, no más nene…
***
Lady Katrina se encuentra sentada en una de las tantas mesas de la posada, con una copa de vino en su mano. El desayuno ya lo ha comido, quedando solo unas cuantas migajas en el plato. Como siempre, delicioso. Ya se lo ha dicho a las dueñas de la posada, quienes reaccionaban normalmente bien a sus halagos. Es que, bueno, no todos los días tienes a una condesa metida en tu posada. Y ella sí pasaba sus días allí, al menos para disfrutar de un buen almuerzo.
Su pobre esposo, que en paz descanse su alma atormentada, nunca tuvo muy buen ojo para las cocineras. Tan extremista. Primero esa chiquilla guapa que siquiera servía para cocinar un huevo, aunque en la cama seguro era un amor. Después esa vieja que siquiera veía lo que tenía a un par de centímetros. Y ahora, la última: Bae, una vieja salida quién sabe de dónde, aunque con un ojo para cocinar asquerosidades en menos de media hora.
Pero basta de eso. Katrina espera paciente la llegada de algún nuevo candidato para trabajar en sus tierras, tan necesitadas. Kristoff en los últimos años la había llevado a la más absoluta quiebra y ella, orgullosa como toda nortina, no está dispuesta a entregarlas a la corona a cambio de monedas para regresar a Lindert. Sabe que la espera una casa preciosa, muy cerca del castillo, acompañada de criados dulces y el amor de desconocidos que la tratan como la noble que es. Que sus hijos recibirían una educación excelente y que, con un poco de suerte, su pequeño terminaría como escudero del príncipe, como indicaban las tradiciones. Y su hija, llegada a una edad adecuada, sería la dama de compañía de la esposa de dicho príncipe. ¿Ven? Una buena vida. Tal vez pueda hasta volver a casarse, esta vez con un hombre más cálido que su pobre Kristoff.
Ve a lo lejos a una de las jovencitas dueñas de la posada, vestida de amarillo. La llama para pedir otra cosa. Algo le dice que será una jornada larga.
–Querida, ¿me sirves otra copa?
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Ela
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Re: Buscando empleo (Libre)
¡Bien! Allá sé como llegar, además que nunca es un problema visitar lugares conocidos (y ahora de a poco con gente que no me trata de forma hostil)
- Gracias... -pero el anunciante de empleos ya me ha dado las espaldas, dedicado a buscar más gente.
¡Buscar más gente! Si quiero ese trabajo ¡debo apurarme! Voy trotando, digo corriendo, hacia la posada y llego en un instante. Me detengo frente a una de las ventanas y uso el reflejo para ver si estoy presentable... ¡Por Neptuno! ¿Desde cuando tengo ojeras? Me paso la mano por mi crin, la que queda algo mejor y aliso la camisa con la mano, la que queda igual de arrugada. Por suerte que es la que elegí para ir a la fiesta del bosque, una de las mejores que tenía... Que tengo, en realidad.
Respiro hondo y entro en la posada. Primero veo a Rosette, pero ella me mira y... sonríe como le sonríe a cualquier cliente. No se acuerda que la salvé de ahogarse (y que me agradeció de la mejor forma)... Bueno, lo importante es que no me quiere hacer prisionero ni nada, sólo no me recuerda. En fin... no vine para eso, sino que para encontrar a la Lady Katrina.
En las mesas están los marinos de siempre, que buscan buen desayuno y buena compañía antes de embarcarse. Los pescadores por supuesto ya están lejos en alta mar. Pero esa señora... no encaja mucho con los demás. ¿Será ella Lady Katrina? Termino de observar el lugar y me convenzo que sí. Pero antes de dejar la seguridad del pasillo, ella llama a Cosette. Espero paciente a que ella le hable, y entonces cuando Cosette viene a la cocina, me mira y me sonríe. ¡Ahora ella ya me conoce! Con la alegría de dejar de ser un "fantasma", camino directo hacia la señora que sujeta la copa de vino vacía:
- Buenos días, ¿es usted Lady Katrina? -pregunto recordando todas las lecciones de educación de la hermana María y Candy. Me fijo que es demasiado joven para ser viuda. ¿Habrá muerto hace poco su marido? Su mirada es triste.
- Gracias... -pero el anunciante de empleos ya me ha dado las espaldas, dedicado a buscar más gente.
¡Buscar más gente! Si quiero ese trabajo ¡debo apurarme! Voy trotando, digo corriendo, hacia la posada y llego en un instante. Me detengo frente a una de las ventanas y uso el reflejo para ver si estoy presentable... ¡Por Neptuno! ¿Desde cuando tengo ojeras? Me paso la mano por mi crin, la que queda algo mejor y aliso la camisa con la mano, la que queda igual de arrugada. Por suerte que es la que elegí para ir a la fiesta del bosque, una de las mejores que tenía... Que tengo, en realidad.
Respiro hondo y entro en la posada. Primero veo a Rosette, pero ella me mira y... sonríe como le sonríe a cualquier cliente. No se acuerda que la salvé de ahogarse (y que me agradeció de la mejor forma)... Bueno, lo importante es que no me quiere hacer prisionero ni nada, sólo no me recuerda. En fin... no vine para eso, sino que para encontrar a la Lady Katrina.
En las mesas están los marinos de siempre, que buscan buen desayuno y buena compañía antes de embarcarse. Los pescadores por supuesto ya están lejos en alta mar. Pero esa señora... no encaja mucho con los demás. ¿Será ella Lady Katrina? Termino de observar el lugar y me convenzo que sí. Pero antes de dejar la seguridad del pasillo, ella llama a Cosette. Espero paciente a que ella le hable, y entonces cuando Cosette viene a la cocina, me mira y me sonríe. ¡Ahora ella ya me conoce! Con la alegría de dejar de ser un "fantasma", camino directo hacia la señora que sujeta la copa de vino vacía:
- Buenos días, ¿es usted Lady Katrina? -pregunto recordando todas las lecciones de educación de la hermana María y Candy. Me fijo que es demasiado joven para ser viuda. ¿Habrá muerto hace poco su marido? Su mirada es triste.
Re: Buscando empleo (Libre)
–Gracias cariño, puedes dejar la botella.
Mejor, que seguro la chica tenía otros clientes que atender y Katrina es demasiado impaciente para esperar por una copa. Esto de ser viuda la tiene constantemente bebiendo vino.
Bebe lentamente de su copa, saboreando ese sabor algo dulzón. Le agrada. En los últimos años ha aprendido a disfrutar de una buena copa. Tenía que hacerlo, su finca era justamente para eso: elaborar vinos. Y a veces vender las uvas directamente en el mercado. Pero más que nada vino.
–Ella misma, ¿quién la busca?
Es que no puede sonar más borde. A veces no puede evitar que le salga el alma de rebelde sin causa. Alza la mirada, buscando el origen de la voz. Un hombre común y corriente, vestido como quien sale de una fiesta, con ojeras… ¿Es que su niño no podía encontrar nada más extraño que eso?
–Supongo que vienes por lo del aviso, ¿no? Toma asiento, de pie me pones nerviosa. Anda, no tenemos toda la mañana. ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes? ¿Has trabajado antes dando órdenes? ¿Bebes vino?
¿Ven la razón por la que nadie termina aceptando el puesto? Si esa mujer era lo menos agradable del mundo, sobre todo con alcohol en la sangre, que se le soltaba la lengua. O al menos era así con los hombres. Es que no comprendía eso de tener que bajar la vista con ellos, o de casarse con el primer idiota que venga con una buena fortuna para ofrecer.
–Bueno chico, el tema es simple. Mi marido, que su alma descanse en paz, me dejó a cargo de nuestro pequeño negocio familiar. La finca, junto al viñedo, además de la casona familiar. –lo dice como si el pobre supiera perfectamente de qué hablaba. Tal vez sí, quién sabe. Los vinos de la familia de Kris eran famosos en los reinos. Y claro, la botella que estaba sobre la mesa llevaba el nombre de los Kristoff en ella. –Ahora, yo siempre he podido hacerme cargo de todo, conozco mi negocio, pero… mis amables empleados no me ven como una persona capaz. –vaya vergüenza, pero bueno, Katrina era directa. ¿Por qué creen que ningún noble excepto el loco de Kristoff la quiso por esposa? –Y bueno, no pienso dejar que algún otro noble idiota le ponga las manos encima a mis tierras. Antes muerta yo también.
Idiotas todos. Cotorras que solo saben decir tonterías sobre el muerto, lamebotas que te dicen que sí y a tus espaldas te lanzan puñales. ¿En qué estábamos? Ah, claro. El negocio.
–No me interesa quién eres o a qué te dedicaste antes. Si fuiste un ladrón de baja monta, si deseabas la corona de la princesa del reino del sol –que esa corona había sido robada al menos cuatro veces en los últimos años, pobres reyes. –, si eras pirata, si te gustan las damiselas en peligro. Nada. No me interesa si tienes familia, si eres pobre, si eres rico. Me interesa que vayas a mi negocio y mis hombres te obedezcan. Es todo. Siquiera necesitas saber del negocio, las órdenes te las daré yo y nadie más que yo. A cambio te ofrezco lo que me pidas, un techo, monedas y comida. Ya sabes, lo que dijo mi criado.
¿Ven? Eso se llama ir al grano. ¿Para que irse por las ramas? Mejor indicar las cosas como son, para que después el pobre no reclame, como pasó con el anterior. Idiota. Tenía buena pinta, pero se dejó llevar por las cotorras de la casa.
Aunque claro, muchos dirían que es mala idea contratar a alguien de quién no sabes nada, pero bueno. Ella sabe lo suficiente para tomar una buena decisión.
–Si la idea te agrada firmaremos un contrato escrito, para cuidar tus intereses y los míos, que es lo importante. Puedes preguntarme lo que quieras antes de firmar y hacer los cambios que desees…
Todo muy libre. Hay que tener al criado satisfecho para que te rinda bien. Más ahora que necesitaba tanto un buen capataz.
–¿Preguntas? – sí, al fin ha dejado de hablar. Ahora quiere oír al candidato.
Mejor, que seguro la chica tenía otros clientes que atender y Katrina es demasiado impaciente para esperar por una copa. Esto de ser viuda la tiene constantemente bebiendo vino.
Bebe lentamente de su copa, saboreando ese sabor algo dulzón. Le agrada. En los últimos años ha aprendido a disfrutar de una buena copa. Tenía que hacerlo, su finca era justamente para eso: elaborar vinos. Y a veces vender las uvas directamente en el mercado. Pero más que nada vino.
–Ella misma, ¿quién la busca?
Es que no puede sonar más borde. A veces no puede evitar que le salga el alma de rebelde sin causa. Alza la mirada, buscando el origen de la voz. Un hombre común y corriente, vestido como quien sale de una fiesta, con ojeras… ¿Es que su niño no podía encontrar nada más extraño que eso?
–Supongo que vienes por lo del aviso, ¿no? Toma asiento, de pie me pones nerviosa. Anda, no tenemos toda la mañana. ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes? ¿Has trabajado antes dando órdenes? ¿Bebes vino?
¿Ven la razón por la que nadie termina aceptando el puesto? Si esa mujer era lo menos agradable del mundo, sobre todo con alcohol en la sangre, que se le soltaba la lengua. O al menos era así con los hombres. Es que no comprendía eso de tener que bajar la vista con ellos, o de casarse con el primer idiota que venga con una buena fortuna para ofrecer.
–Bueno chico, el tema es simple. Mi marido, que su alma descanse en paz, me dejó a cargo de nuestro pequeño negocio familiar. La finca, junto al viñedo, además de la casona familiar. –lo dice como si el pobre supiera perfectamente de qué hablaba. Tal vez sí, quién sabe. Los vinos de la familia de Kris eran famosos en los reinos. Y claro, la botella que estaba sobre la mesa llevaba el nombre de los Kristoff en ella. –Ahora, yo siempre he podido hacerme cargo de todo, conozco mi negocio, pero… mis amables empleados no me ven como una persona capaz. –vaya vergüenza, pero bueno, Katrina era directa. ¿Por qué creen que ningún noble excepto el loco de Kristoff la quiso por esposa? –Y bueno, no pienso dejar que algún otro noble idiota le ponga las manos encima a mis tierras. Antes muerta yo también.
Idiotas todos. Cotorras que solo saben decir tonterías sobre el muerto, lamebotas que te dicen que sí y a tus espaldas te lanzan puñales. ¿En qué estábamos? Ah, claro. El negocio.
–No me interesa quién eres o a qué te dedicaste antes. Si fuiste un ladrón de baja monta, si deseabas la corona de la princesa del reino del sol –que esa corona había sido robada al menos cuatro veces en los últimos años, pobres reyes. –, si eras pirata, si te gustan las damiselas en peligro. Nada. No me interesa si tienes familia, si eres pobre, si eres rico. Me interesa que vayas a mi negocio y mis hombres te obedezcan. Es todo. Siquiera necesitas saber del negocio, las órdenes te las daré yo y nadie más que yo. A cambio te ofrezco lo que me pidas, un techo, monedas y comida. Ya sabes, lo que dijo mi criado.
¿Ven? Eso se llama ir al grano. ¿Para que irse por las ramas? Mejor indicar las cosas como son, para que después el pobre no reclame, como pasó con el anterior. Idiota. Tenía buena pinta, pero se dejó llevar por las cotorras de la casa.
Aunque claro, muchos dirían que es mala idea contratar a alguien de quién no sabes nada, pero bueno. Ella sabe lo suficiente para tomar una buena decisión.
–Si la idea te agrada firmaremos un contrato escrito, para cuidar tus intereses y los míos, que es lo importante. Puedes preguntarme lo que quieras antes de firmar y hacer los cambios que desees…
Todo muy libre. Hay que tener al criado satisfecho para que te rinda bien. Más ahora que necesitaba tanto un buen capataz.
–¿Preguntas? – sí, al fin ha dejado de hablar. Ahora quiere oír al candidato.
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Re: Buscando empleo (Libre)
- Pues... soy Paul, el contram... digo, Paul. -respondo nervioso, que la lady es más seria de lo que me esperaba.
–Supongo que vienes por lo del aviso, ¿no? -asiento con la cabeza que sí- Toma asiento, de pie me pones nerviosa. Anda, no tenemos toda la mañana. ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes? ¿Has trabajado antes dando órdenes? ¿Bebes vino?
De inmediato me siento, y cuando me pregunta, respondo al hilo, como es mi costumbre:
- Pues, me llamo sólo Paul, tengo 12... 27 años. Ya fuí contramaestre y prefiero la cebada. -¿Qué pensará de mí al decir que tengo 12 años? Es mi edad real, normal para un poney adulto, pero una mentira con mi aparencia de adulto humano. Fue el capitán quién me sugirió esa edad, después que le conté de la transformación realizada por Megara.
Pero no tengo tiempo para recordar el pasado, que la lady ha empezado a hablar, tan rápido que me tengo que concentrar. ¡Y habla sin parar! Ni siquiera hace pausas, para que yo pueda hablar entremedio:
- Hace mucho que no tengo contacto con la tierra, pero tengo experiencia en dar órdenes. -"¡Izar las velas! ¡Viren a estribor! ¡Sujeten la cuerda del trinquete!"... Pero los recuerdos de mi vida en el mar se ve interrumpidos nuevamente por Lady Katrina:
- El contrato... ¿dice sobre las monedas y el techo? -¿Le confieso que no sé leer? Mi nombre lo sé hacer, que me enseñó Desirée. En realidad, espero que no se me haya olvidado...- ¿Y cómo se organizará mi día libre? ¿Hace cuánto que murió su marido? ¿Su finca está muy lejos del puerto? Sobre mi comida, ¿puede ser sin carne?
De pronto, tapo mi boca con la mano. ¿Por qué le pregunto tantas cosas? ¿No quería acaso un empleo, un lugar abrigado donde pasar la noche? Aclaro mi garganta y digo:
- Deseo mucho trabajar como su capataz. -y sonrío. Espero que me acepte.
–Supongo que vienes por lo del aviso, ¿no? -asiento con la cabeza que sí- Toma asiento, de pie me pones nerviosa. Anda, no tenemos toda la mañana. ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes? ¿Has trabajado antes dando órdenes? ¿Bebes vino?
De inmediato me siento, y cuando me pregunta, respondo al hilo, como es mi costumbre:
- Pues, me llamo sólo Paul, tengo 12... 27 años. Ya fuí contramaestre y prefiero la cebada. -¿Qué pensará de mí al decir que tengo 12 años? Es mi edad real, normal para un poney adulto, pero una mentira con mi aparencia de adulto humano. Fue el capitán quién me sugirió esa edad, después que le conté de la transformación realizada por Megara.
Pero no tengo tiempo para recordar el pasado, que la lady ha empezado a hablar, tan rápido que me tengo que concentrar. ¡Y habla sin parar! Ni siquiera hace pausas, para que yo pueda hablar entremedio:
- Hace mucho que no tengo contacto con la tierra, pero tengo experiencia en dar órdenes. -"¡Izar las velas! ¡Viren a estribor! ¡Sujeten la cuerda del trinquete!"... Pero los recuerdos de mi vida en el mar se ve interrumpidos nuevamente por Lady Katrina:
- El contrato... ¿dice sobre las monedas y el techo? -¿Le confieso que no sé leer? Mi nombre lo sé hacer, que me enseñó Desirée. En realidad, espero que no se me haya olvidado...- ¿Y cómo se organizará mi día libre? ¿Hace cuánto que murió su marido? ¿Su finca está muy lejos del puerto? Sobre mi comida, ¿puede ser sin carne?
De pronto, tapo mi boca con la mano. ¿Por qué le pregunto tantas cosas? ¿No quería acaso un empleo, un lugar abrigado donde pasar la noche? Aclaro mi garganta y digo:
- Deseo mucho trabajar como su capataz. -y sonrío. Espero que me acepte.
Re: Buscando empleo (Libre)
Alza la ceja cuando oye el 12. Que, ¿había contratado a una bruja para ser un adulto? Tonterías. Seguro se le trabó la lengua. O eso quiere creer Katrina.
–Ex contramaestre Paul, entonces. –eso era interesante. Tal vez resultara ser un buen candidato después de todo. –Bueno, tendrás que aprender a beber vino si trabajas en mi casa. Es lo que más hay, a menos que tú mismo te compres la susodicha cebada. Por supuesto, no podrás beber demasiado mientras estés de servicio y debes saber que detesto a los borrachos.
Un dato simple, para evitarse problemas entre ellos. Sonríe al oírlo hablar tanto. Vaya, al fin alguien como ella. Podrían charlar bastante bien entonces.
–Sí, dice perfectamente que tienes derecho a un techo, una cabaña adjunta a la casona principal. Aunque si no te gusta podemos llegar a un acuerdo para que te quedes en la casa, en uno de los cuartos disponibles. Las monedas… pide lo que quieras. Hasta ahora mi fortuna sigue intacta y puedo permitirme el pagarte lo que pidas, mientras me rindas. Tu día libre debes pedirlo tú mismo, simplemente dime el día que quieras y lo dejaremos anotado en el contrato. Normalmente me piden el día domingo, pero no es una obligación. Este día sería solo tuyo, no tienes que trabajar en la finca y puedes disponer de tu tiempo como desees.
Lo del marido la sorprende, claro. ¿Sería importante para él?
–Mi marido murió hace dos meses… -musitó, ligeramente triste. De verdad, Katrina amaba a su esposo. Era su mundo. Solo que ella no era una dama de las que lloran todo el día y moquea solo ante la mención del muerto. Pero basta de pena, hay que tomar las cosas de la mejor manera. –Las malas lenguas dicen que yo lo maté porque él descubrió que me acostaba con el viejo capataz. –y ese era el chisme suave, que conste. –La verdad el pobre ese día estaba más despistado de lo normal y tropezó con sus propios pies en las escaleras. Murió en el acto. Seguramente si te contrato dirán que es con todo el paquete y mis sirvientas dirán entre susurros que te han visto subir a mi alcoba en las noches. Lo típico. Que no te afecte, no me interesa un hombre nuevo en mi vida.
Aunque las palabras podrían sonar algo incomodas, ciertamente Katrina lograba que sus palabras sonasen tan irónicas que no lograbas saber si lo dice en serio o no. Parte de su encanto. Lo había aprendido a lo largo de su vida en el puerto.
–Mi finca se encuentra más o menos en el límite de Marshovia y el Bosque Encantado. Si caminas por unos minutos podrás ver esos árboles enormes, de hecho. Sé que es algo lejos para un hombre de mar, pero no puedo ofrecerte otra cosa. Sobre tu comida, adelante. Hasta te recomiendo que no comas carne, la comida de la finca es horrible y comerla podría darte una indigestión…
Katrina sonríe. Claro que desea trabajar como su capataz, ¿quién no? Si ella es un amor de persona.
–Pues hasta ahora vas por buen camino. Tienes una buena lengua, creo que hablas tanto como yo. ¿Tienes hambre? Te ofrezco un desayuno gratis, si me hablas más de ti y esa vida tuya. Una persona con semejante blablá debe tener muchas historias interesantes.
Esta vez habla en serio. Realmente desea seguir oyéndolo. Suena igualito que ella y, bueno, Katrina disfruta escucharse. Alguien tiene que hacerlo.
Llama a la posadera de amarillo nuevamente, con una sonrisa.
–Cosette, querida, trae un plato a este caballero. Oh, y un buen vino, ya sabes que mi cuerpo lo pide.
Una vez se va la joven, Katrina le sonríe al extraño que puede volverse su capataz. Si al final no lo contrata, al menos habrá tenido una interesante mañana. Era la primera vez que alguien responde todas sus preguntas y le hace otras.
–Ahora sí, continúe su charla. ¿De dónde dice que es? ¿Nació aquí en Marshovia? ¿Es casado?
Lo último es meramente para hacer cálculos. Normalmente si el capataz tiene familia, la trae consigo. Y la cabaña no es muy cómoda para una familia numerosa.
–Ex contramaestre Paul, entonces. –eso era interesante. Tal vez resultara ser un buen candidato después de todo. –Bueno, tendrás que aprender a beber vino si trabajas en mi casa. Es lo que más hay, a menos que tú mismo te compres la susodicha cebada. Por supuesto, no podrás beber demasiado mientras estés de servicio y debes saber que detesto a los borrachos.
Un dato simple, para evitarse problemas entre ellos. Sonríe al oírlo hablar tanto. Vaya, al fin alguien como ella. Podrían charlar bastante bien entonces.
–Sí, dice perfectamente que tienes derecho a un techo, una cabaña adjunta a la casona principal. Aunque si no te gusta podemos llegar a un acuerdo para que te quedes en la casa, en uno de los cuartos disponibles. Las monedas… pide lo que quieras. Hasta ahora mi fortuna sigue intacta y puedo permitirme el pagarte lo que pidas, mientras me rindas. Tu día libre debes pedirlo tú mismo, simplemente dime el día que quieras y lo dejaremos anotado en el contrato. Normalmente me piden el día domingo, pero no es una obligación. Este día sería solo tuyo, no tienes que trabajar en la finca y puedes disponer de tu tiempo como desees.
Lo del marido la sorprende, claro. ¿Sería importante para él?
–Mi marido murió hace dos meses… -musitó, ligeramente triste. De verdad, Katrina amaba a su esposo. Era su mundo. Solo que ella no era una dama de las que lloran todo el día y moquea solo ante la mención del muerto. Pero basta de pena, hay que tomar las cosas de la mejor manera. –Las malas lenguas dicen que yo lo maté porque él descubrió que me acostaba con el viejo capataz. –y ese era el chisme suave, que conste. –La verdad el pobre ese día estaba más despistado de lo normal y tropezó con sus propios pies en las escaleras. Murió en el acto. Seguramente si te contrato dirán que es con todo el paquete y mis sirvientas dirán entre susurros que te han visto subir a mi alcoba en las noches. Lo típico. Que no te afecte, no me interesa un hombre nuevo en mi vida.
Aunque las palabras podrían sonar algo incomodas, ciertamente Katrina lograba que sus palabras sonasen tan irónicas que no lograbas saber si lo dice en serio o no. Parte de su encanto. Lo había aprendido a lo largo de su vida en el puerto.
–Mi finca se encuentra más o menos en el límite de Marshovia y el Bosque Encantado. Si caminas por unos minutos podrás ver esos árboles enormes, de hecho. Sé que es algo lejos para un hombre de mar, pero no puedo ofrecerte otra cosa. Sobre tu comida, adelante. Hasta te recomiendo que no comas carne, la comida de la finca es horrible y comerla podría darte una indigestión…
Katrina sonríe. Claro que desea trabajar como su capataz, ¿quién no? Si ella es un amor de persona.
–Pues hasta ahora vas por buen camino. Tienes una buena lengua, creo que hablas tanto como yo. ¿Tienes hambre? Te ofrezco un desayuno gratis, si me hablas más de ti y esa vida tuya. Una persona con semejante blablá debe tener muchas historias interesantes.
Esta vez habla en serio. Realmente desea seguir oyéndolo. Suena igualito que ella y, bueno, Katrina disfruta escucharse. Alguien tiene que hacerlo.
Llama a la posadera de amarillo nuevamente, con una sonrisa.
–Cosette, querida, trae un plato a este caballero. Oh, y un buen vino, ya sabes que mi cuerpo lo pide.
Una vez se va la joven, Katrina le sonríe al extraño que puede volverse su capataz. Si al final no lo contrata, al menos habrá tenido una interesante mañana. Era la primera vez que alguien responde todas sus preguntas y le hace otras.
–Ahora sí, continúe su charla. ¿De dónde dice que es? ¿Nació aquí en Marshovia? ¿Es casado?
Lo último es meramente para hacer cálculos. Normalmente si el capataz tiene familia, la trae consigo. Y la cabaña no es muy cómoda para una familia numerosa.
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Ela
Líder de los Rebeldes
Re: Buscando empleo (Libre)
Cuando escucho "ex-contramaestre" siento una punzada de dolor en mi alma... Mi vida era eso, ser la mano derecha del capitán, ayudar en la piratería, disfrutar las recompensas... Pero ahora tendré que probar el vino ése... Quizás me guste.
"Pero no me debe gustar mucho" pienso calculando que a Lady Katrina realmente no le deben gustar los borrachos. Con lo directa que es, le creo cada sílaba de lo que dice:
- No me acuerdo de haber tenido grandes borracheras, y no habré de cambiar ahora. -digo serio, puesto que después de mi arrebato de preguntas, me admira que ella siga interesada en mí como su capataz. Pero... ¿cuánto gana un capataz normalmente? ¡No tengo ni la más remota idea! ¿Cómo ocultar mi ignorancia?- Elegiré si me quedo en la cabaña o en uno de los cuartos disponibles una vez que los vea. -Hasta ahí todo bien.- Respecto al dinero, si me pagas lo mismo que le pagabas al capataz anterior, estaré satisfecho.- ¡Bien! Y lo dije con un tono de voz de caballero!- Y mi día libre... lo podemos dejar en un principio para los domingos. Después si necesito cambiarlo, ¿puedo conversarlo con usted, verdad? Finalmente, sobre su marido, perdone mi torpeza... Me imagino que aún le debe doler, pues dos meses no son nada.
Hay heridas que no cierran, sólo aprendemos a vivir con ellas... Hecho de menos a mis colegas de mar que han muerto. Algunos en fauces de tiburones, otros bajo las espadas del enemigo, pero de todas formas ya no pueden compartir más un chiste, una canción, un abordaje... Podría haberme quedado indefinidamente con el pensamiento en el mar, pero sus palabras siguientes me obligaron a abrir mis ojos:
- Las malas lenguas dicen que yo lo maté porque él descubrió que me acostaba con el viejo capataz. La verdad el pobre ese día estaba más despistado de lo normal y tropezó con sus propios pies en las escaleras. Murió en el acto. Seguramente si te contrato dirán que es con todo el paquete y mis sirvientas dirán entre susurros que te han visto subir a mi alcoba en las noches. Lo típico. Que no te afecte, no me interesa un hombre nuevo en mi vida. -Me quedo de una pieza, mudo por instantes pues no sé si creerle o no. En todo caso, la idea de elegir la cabaña se fortalece enormemente.
- ¿Dónde queda su finca, milady? -pregunto para terminar con el mal rato, y ella me da las indicaciones. Suspiro aliviado, pues esos lugares me son familiares:
- Bueno, soy hombre de mar, pero me doy muy bien a las caminatas. -digo lleno de orgullo- Y me puedo preparar mi alimento, si no os molesta a su cocinera. -Nada supera a un buen campo de pastos verdes, y aunque no haya en la finca de Lady Katrina, sé que encontraré de sobra en el bosque encantado.
- Pues hasta ahora vas por buen camino. Tienes una buena lengua, creo que hablas tanto como yo. ¿Tienes hambre? Te ofrezco un desayuno gratis, si me hablas más de ti y esa vida tuya. Una persona con semejante blablá debe tener muchas historias interesantes.
Doy un resoplido antes de empezar a hablar, que me agrada conocer a alguien que me invita a hacerlo (siendo que lo común es que pidan que me calle), pero a la vez debo ser cuidadoso con mis palabras, ya que si ella sospecha que soy un pirata puedo decirle adiós a una oferta de trabajo tan buena:
- Acepto de buena gana el desayuno, y os hablaré un poco de mí, si os place. -Mi cuerpo de inmediato se regocija, ya que el hecho que entre algo caliente es lo que más quiero ahora, porque el interior de la posada es tibio, como siempre, pero aún estoy helado por el frío matutino que pasé.
Le sonrío a Cosette, quién me pestañea un ojo, pues si no lo estropeo, no pasaré más frío ni dormiré mal, y ella, junto con sus hermanas, lo saben también, por más que traté de ocultarlo de ellas por orgullo. Pero Lady Katrina empieza un interrogatorio, el cual empiezo a responder de inmediato:
- Pues... no sé donde nací, ya que fui criado en el Hogar de Pony. -Es probable que venga de Equestria, pero como no me agrada mucho la idea, mejor me callo eso- Y soy soltero, que la vida en el mar no deja mucho espacio para establecerse. -Lady Katrina me observa, y no sé interpretar su mirada, pero confieso que me deja algo nervioso. ¿Y qué hago cuando estoy nervioso? Hablo más- No sé si usted ha viajado de barco, pero es una de las mejores cosas de la vida. El sentir la suave brisa salada, o aún la fuerza de la naturaleza cuando se desencadena una tempestad son cosas que me alegro mucho de haber vivido.
"Pero no me debe gustar mucho" pienso calculando que a Lady Katrina realmente no le deben gustar los borrachos. Con lo directa que es, le creo cada sílaba de lo que dice:
- No me acuerdo de haber tenido grandes borracheras, y no habré de cambiar ahora. -digo serio, puesto que después de mi arrebato de preguntas, me admira que ella siga interesada en mí como su capataz. Pero... ¿cuánto gana un capataz normalmente? ¡No tengo ni la más remota idea! ¿Cómo ocultar mi ignorancia?- Elegiré si me quedo en la cabaña o en uno de los cuartos disponibles una vez que los vea. -Hasta ahí todo bien.- Respecto al dinero, si me pagas lo mismo que le pagabas al capataz anterior, estaré satisfecho.- ¡Bien! Y lo dije con un tono de voz de caballero!- Y mi día libre... lo podemos dejar en un principio para los domingos. Después si necesito cambiarlo, ¿puedo conversarlo con usted, verdad? Finalmente, sobre su marido, perdone mi torpeza... Me imagino que aún le debe doler, pues dos meses no son nada.
Hay heridas que no cierran, sólo aprendemos a vivir con ellas... Hecho de menos a mis colegas de mar que han muerto. Algunos en fauces de tiburones, otros bajo las espadas del enemigo, pero de todas formas ya no pueden compartir más un chiste, una canción, un abordaje... Podría haberme quedado indefinidamente con el pensamiento en el mar, pero sus palabras siguientes me obligaron a abrir mis ojos:
- Las malas lenguas dicen que yo lo maté porque él descubrió que me acostaba con el viejo capataz. La verdad el pobre ese día estaba más despistado de lo normal y tropezó con sus propios pies en las escaleras. Murió en el acto. Seguramente si te contrato dirán que es con todo el paquete y mis sirvientas dirán entre susurros que te han visto subir a mi alcoba en las noches. Lo típico. Que no te afecte, no me interesa un hombre nuevo en mi vida. -Me quedo de una pieza, mudo por instantes pues no sé si creerle o no. En todo caso, la idea de elegir la cabaña se fortalece enormemente.
- ¿Dónde queda su finca, milady? -pregunto para terminar con el mal rato, y ella me da las indicaciones. Suspiro aliviado, pues esos lugares me son familiares:
- Bueno, soy hombre de mar, pero me doy muy bien a las caminatas. -digo lleno de orgullo- Y me puedo preparar mi alimento, si no os molesta a su cocinera. -Nada supera a un buen campo de pastos verdes, y aunque no haya en la finca de Lady Katrina, sé que encontraré de sobra en el bosque encantado.
- Pues hasta ahora vas por buen camino. Tienes una buena lengua, creo que hablas tanto como yo. ¿Tienes hambre? Te ofrezco un desayuno gratis, si me hablas más de ti y esa vida tuya. Una persona con semejante blablá debe tener muchas historias interesantes.
Doy un resoplido antes de empezar a hablar, que me agrada conocer a alguien que me invita a hacerlo (siendo que lo común es que pidan que me calle), pero a la vez debo ser cuidadoso con mis palabras, ya que si ella sospecha que soy un pirata puedo decirle adiós a una oferta de trabajo tan buena:
- Acepto de buena gana el desayuno, y os hablaré un poco de mí, si os place. -Mi cuerpo de inmediato se regocija, ya que el hecho que entre algo caliente es lo que más quiero ahora, porque el interior de la posada es tibio, como siempre, pero aún estoy helado por el frío matutino que pasé.
Le sonrío a Cosette, quién me pestañea un ojo, pues si no lo estropeo, no pasaré más frío ni dormiré mal, y ella, junto con sus hermanas, lo saben también, por más que traté de ocultarlo de ellas por orgullo. Pero Lady Katrina empieza un interrogatorio, el cual empiezo a responder de inmediato:
- Pues... no sé donde nací, ya que fui criado en el Hogar de Pony. -Es probable que venga de Equestria, pero como no me agrada mucho la idea, mejor me callo eso- Y soy soltero, que la vida en el mar no deja mucho espacio para establecerse. -Lady Katrina me observa, y no sé interpretar su mirada, pero confieso que me deja algo nervioso. ¿Y qué hago cuando estoy nervioso? Hablo más- No sé si usted ha viajado de barco, pero es una de las mejores cosas de la vida. El sentir la suave brisa salada, o aún la fuerza de la naturaleza cuando se desencadena una tempestad son cosas que me alegro mucho de haber vivido.
Re: Buscando empleo (Libre)
–Muy bien, nada de borracheras entonces. No quiero malos ejemplos para mis retoños.
Sobre todo para el niño. Quién sabe en lo que se convertiría si estuviese cerca de la cebada. Lo de elegir una vez vea la cabaña le parece adecuado. Es lo normal, ¿no?
–Cuenta con ello, te pagaré exactamente la misma cantidad. Domingo suena bien y claro que podemos llegar a un nuevo acuerdo, pero busca avisarme con tiempo, puesto que requiero hacer un horario en común para todos. Siempre ha de haber alguien a cargo de la finca, puesto que hay que cuidarnos de robos y destrozos, no lo olvides.
¿Molestarle a la cocinera? ¡Mejor aún! Tal vez así se iba. Y cuanto antes se fuera esa mujer mejor, Katrina ya no la soportaba.
Paul, como buen ser parlanchin, comienza de inmediato a hablar. Katrina, atenta a sus palabras, posa sus brazos en la mesa y coloca angelicalmente su cabeza sobre sus manos.
–Así que huérfano… No importa, hay veces que es mejor no saber de dónde venimos, es mucho mejor que aceptar nuestra ascendencia. – verdad a medias. La viuda tiene secretos en su corazón suficientes para regalar, pero así están bien. –No, nunca he viajado en barco, he de admitir que me aterra la sola idea de tocar sus aguas. No puedo sentirme tranquila sabiendo que en algún momento una tempestad puede hundir el barco y moriría ahogada, puesto que nadar es algo que nunca pude aprender. Por lo demás, el agua salada me asquea. Soy del norte, prefiero la nieve y el agua dulce. ¿Ha viajado usted allí? Es hermoso. Los poderosos árboles que rodean los reinos, llegando a las faldas de las montañas nevadas… Oír los susurros que lleva el viento… Oh, dicen que si guardas silencio allí serás capaz de oír el canto de las ninfas…
Y ahí se detiene de golpe. Ha hablado demasiado. ¡Ella es una dama de la corte! No puede decir a los cuatro vientos que solía escapar de casa para ver con sus propios ojos esos paisajes, por mucho que sean hermosos. Una dama se queda en casa, tejiendo.
Para suerte de Katrina, Cosette llega con el plato de Paul en esos momentos. Lo deja sobre la mesa y Katrina hace el cálculo sobre cuánto debe. Hecho esto, paga la cuenta. Al mismo tiempo, se queda mirando a Paul fijamente un minuto, pensativa. Algo tiene, algo… ¿Pero qué sería?
–Bueno, supongo que para ti el mar ha de ser como para mí el norte… Muy opuestos. Eso no significa que no podamos llevarnos bien y trabajar en conjunto.Bien Paul, me agradas y pareces necesitar el puesto. Ya que a la fecha he visto solo idiotas, el trabajo es tuyo…
Sobre todo para el niño. Quién sabe en lo que se convertiría si estuviese cerca de la cebada. Lo de elegir una vez vea la cabaña le parece adecuado. Es lo normal, ¿no?
–Cuenta con ello, te pagaré exactamente la misma cantidad. Domingo suena bien y claro que podemos llegar a un nuevo acuerdo, pero busca avisarme con tiempo, puesto que requiero hacer un horario en común para todos. Siempre ha de haber alguien a cargo de la finca, puesto que hay que cuidarnos de robos y destrozos, no lo olvides.
¿Molestarle a la cocinera? ¡Mejor aún! Tal vez así se iba. Y cuanto antes se fuera esa mujer mejor, Katrina ya no la soportaba.
Paul, como buen ser parlanchin, comienza de inmediato a hablar. Katrina, atenta a sus palabras, posa sus brazos en la mesa y coloca angelicalmente su cabeza sobre sus manos.
–Así que huérfano… No importa, hay veces que es mejor no saber de dónde venimos, es mucho mejor que aceptar nuestra ascendencia. – verdad a medias. La viuda tiene secretos en su corazón suficientes para regalar, pero así están bien. –No, nunca he viajado en barco, he de admitir que me aterra la sola idea de tocar sus aguas. No puedo sentirme tranquila sabiendo que en algún momento una tempestad puede hundir el barco y moriría ahogada, puesto que nadar es algo que nunca pude aprender. Por lo demás, el agua salada me asquea. Soy del norte, prefiero la nieve y el agua dulce. ¿Ha viajado usted allí? Es hermoso. Los poderosos árboles que rodean los reinos, llegando a las faldas de las montañas nevadas… Oír los susurros que lleva el viento… Oh, dicen que si guardas silencio allí serás capaz de oír el canto de las ninfas…
Y ahí se detiene de golpe. Ha hablado demasiado. ¡Ella es una dama de la corte! No puede decir a los cuatro vientos que solía escapar de casa para ver con sus propios ojos esos paisajes, por mucho que sean hermosos. Una dama se queda en casa, tejiendo.
Para suerte de Katrina, Cosette llega con el plato de Paul en esos momentos. Lo deja sobre la mesa y Katrina hace el cálculo sobre cuánto debe. Hecho esto, paga la cuenta. Al mismo tiempo, se queda mirando a Paul fijamente un minuto, pensativa. Algo tiene, algo… ¿Pero qué sería?
–Bueno, supongo que para ti el mar ha de ser como para mí el norte… Muy opuestos. Eso no significa que no podamos llevarnos bien y trabajar en conjunto.Bien Paul, me agradas y pareces necesitar el puesto. Ya que a la fecha he visto solo idiotas, el trabajo es tuyo…
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Ela
Líder de los Rebeldes
Re: Buscando empleo (Libre)
La conversación gira en buen sentido, y ni me doy cuenta que sonrío, porque ver a alguien atento, y disfrutando, de lo que hablo, es una novedad muy buena.
Y cuando me responde, habla mucho, pero me gusta oírla... por más que no le comprenda todo, en realidad:
- Estuve un tiempo buscando a mis padres, o en realidad mi origen, pero no pude sacar mucho en claro. -No, no mencionaré nada de Equestria por dos razones: Un humano no podría venir de allá y ella podría desconfiar; segundo... ¡me da verguenza! Todos los relatos de ése lugar coinciden en que son criaturas no muy inteligentes, que se la pasan todo el día cantando y saltando... No, si vengo de allá en realidad tuve mucha suerte en haber sido raptado, o como sea que me "perdieron" mis padres, que la dura vida en el mar me hizo menos "bailarín".
¡Pero no puedo ocultar mi asombro al oír que ella le teme al mar por no saber nadar!
- Lady Katrina, si hay algún río en sus terrenos, puedo enseñarle a nadar sin problemas. -me comprometo sin pensarlo, porque no saber nadar es algo que no me cabe en la mente- Y en agua dulce. -agrego, ya que para ella es importante esa diferencia. Para mí, da lo mismo... No, en realidad el agua de mar me cae mejor.- Y lo más cerca que estuve del frío del norte fue sobre el Reveng... Digo, fue cuando pasé en un barco. Pasé frío, pero me gustó mucho ver los paisajes blancos. Pero ninfas... nunca he visto una. Pero hadas he visto, por más que no me crea, he visto cuando era pot... joven, y también he visto una ya adulto.
La veo algo nerviosa, pero no le culpo: ¿¡Hablando que viste hadas!? Ay Paul... puedes despedirte del empleo... Y lo peor es que me puse nervioso al hablar más de la cuenta, y hablé más, y... círculo vicioso típico para mí.
- Aqui un caldo de arvejas calentito. -dice Cosette, quien nos distrae al traer un plato que huele demasiado bien. De inmediato, y para evitar que mi lengua torpe haga más estragos, empiezo a tomar la sopa. El buen sabor, unido a la tranquilidad de tener mi boca ocupada, me logran volver a relajar.
Ella abre la bolsita y paga la cuenta, pero al terminar eso, me mira y me sorprendo de lo intrigante de su mirada. Como que me hipnotiza, porque no puedo dejar de mirarla (sin dejar de tomar la sopa), por más que sienta que estoy bajo análisis. ¡Y doy un resoplido de alivio cuando ella me dice que seré su capataz!
- ¡Gracias! En realidad agradezco la oportunidad! Y quizás un día podamos viajar al norte y al mar, para que se nos disminuya la nostalgia. -¡Cuánto me alegro de que sólo haya visto idiotas! Me termino la sopa en 2 tiempos, pues quiero ir luego hacia mi nuevo empleo. Miren que aún podría aparecer algún capataz de verdad.- Estoy listo para ir de inmediato, Lady Katrina.
La primera vez debo ir con ella, para aprender el camino, y tan pronto como dejamos la posada, la acompaño a las caballerizas. El olor a heno está demasiado delicioso, pero por suerte mi estómago está lleno, por lo que me puedo aguantar las ganar de comerlo frente a mi nueva patrona.
Off: ¡Crearé el tema en el bosque luego de tu post!
Y cuando me responde, habla mucho, pero me gusta oírla... por más que no le comprenda todo, en realidad:
- Estuve un tiempo buscando a mis padres, o en realidad mi origen, pero no pude sacar mucho en claro. -No, no mencionaré nada de Equestria por dos razones: Un humano no podría venir de allá y ella podría desconfiar; segundo... ¡me da verguenza! Todos los relatos de ése lugar coinciden en que son criaturas no muy inteligentes, que se la pasan todo el día cantando y saltando... No, si vengo de allá en realidad tuve mucha suerte en haber sido raptado, o como sea que me "perdieron" mis padres, que la dura vida en el mar me hizo menos "bailarín".
¡Pero no puedo ocultar mi asombro al oír que ella le teme al mar por no saber nadar!
- Lady Katrina, si hay algún río en sus terrenos, puedo enseñarle a nadar sin problemas. -me comprometo sin pensarlo, porque no saber nadar es algo que no me cabe en la mente- Y en agua dulce. -agrego, ya que para ella es importante esa diferencia. Para mí, da lo mismo... No, en realidad el agua de mar me cae mejor.- Y lo más cerca que estuve del frío del norte fue sobre el Reveng... Digo, fue cuando pasé en un barco. Pasé frío, pero me gustó mucho ver los paisajes blancos. Pero ninfas... nunca he visto una. Pero hadas he visto, por más que no me crea, he visto cuando era pot... joven, y también he visto una ya adulto.
La veo algo nerviosa, pero no le culpo: ¿¡Hablando que viste hadas!? Ay Paul... puedes despedirte del empleo... Y lo peor es que me puse nervioso al hablar más de la cuenta, y hablé más, y... círculo vicioso típico para mí.
- Aqui un caldo de arvejas calentito. -dice Cosette, quien nos distrae al traer un plato que huele demasiado bien. De inmediato, y para evitar que mi lengua torpe haga más estragos, empiezo a tomar la sopa. El buen sabor, unido a la tranquilidad de tener mi boca ocupada, me logran volver a relajar.
Ella abre la bolsita y paga la cuenta, pero al terminar eso, me mira y me sorprendo de lo intrigante de su mirada. Como que me hipnotiza, porque no puedo dejar de mirarla (sin dejar de tomar la sopa), por más que sienta que estoy bajo análisis. ¡Y doy un resoplido de alivio cuando ella me dice que seré su capataz!
- ¡Gracias! En realidad agradezco la oportunidad! Y quizás un día podamos viajar al norte y al mar, para que se nos disminuya la nostalgia. -¡Cuánto me alegro de que sólo haya visto idiotas! Me termino la sopa en 2 tiempos, pues quiero ir luego hacia mi nuevo empleo. Miren que aún podría aparecer algún capataz de verdad.- Estoy listo para ir de inmediato, Lady Katrina.
La primera vez debo ir con ella, para aprender el camino, y tan pronto como dejamos la posada, la acompaño a las caballerizas. El olor a heno está demasiado delicioso, pero por suerte mi estómago está lleno, por lo que me puedo aguantar las ganar de comerlo frente a mi nueva patrona.
Off: ¡Crearé el tema en el bosque luego de tu post!
Re: Buscando empleo (Libre)
Katrina asiente. –Te entiendo. Mi madre es un total misterio en mi vida hasta la fecha, nunca pude sacar nada en claro sobre ella. Desapareció después de mi nacimiento y mi padre la borró completamente de nuestra vida.
Cosas de la vida, ¿no? Katrina de todas formas no la extraña, nunca necesitó ese cariño maternal. Tenía suficiente con padre.
Ríe un poco ante su propuesta de enseñarle a nadar. Suena interesante, pero la mujer duda de ser una buena aprendiz. No estaba hecha para andar en el agua como un pez. Sin embargo, la idea también le agrada. No suena nada de mal, una parte de sí misma siempre ha querido aprender.
–Te tomo la palabra. En cuanto tenga un momento libre te llevaré al río más cercano. Es pequeño, pero supongo que servirá para tus propósitos…
Oh, ¡hadas! Katrina no, nunca ha visto ninguna, aunque es una fiel creyente de las criaturas mágicas, se había criado entre viejas historias. Secretamente fantasea con tener un dragón incluso, por mucho que todo el mundo diga que son tonterías y los dragones no existen. Por alguna razón no se le pasa por la mente que él mienta.
–Curiosamente te creo, Paul. Con tanto bosque y lugares secretos, ¿Por qué no debería de haber hadas ocultas? ¡Todo un mundo de secretos frente a nuestros ojos!
Él le agradece y además propone un viaje, con lo que Katrina sonríe. Sí, tal vez un día vuelva a Lindert. Tiene algunas cuentas pendientes que resolver.
Con la cuenta ya pagada y la comida consumida, nada queda por hacer en esa posada. Es momento de volver a casa y mostrar sus tierras al nuevo capataz.
–Pues vamos a la finca entonces, Paul. – dice levantándose con menos gracia que un pato, pero con más animo que cualquier damita de sociedad. –¡Vendré en un par de días nuevamente Cosette!
Antes de irse, claro, termina de un solo trago el vino que le quedaba. Nada de dejarlo ahí, ah, que era suyo.
El camino a las caballerizas no se le hace pesado, pese al silencio actual entre el nuevo capaz y ella. Hasta le parece adecuado. El camino a la finca es largo y allí pueden seguir charlando un poco más. Y claro, ya desea sacarse de una buena vez su atuendo de viuda. Vaya cosa más calurosa esa.
Off: Adelante con el tema :Deste puede darse por cerrado entonces. Ya pongo candadito.
Cosas de la vida, ¿no? Katrina de todas formas no la extraña, nunca necesitó ese cariño maternal. Tenía suficiente con padre.
Ríe un poco ante su propuesta de enseñarle a nadar. Suena interesante, pero la mujer duda de ser una buena aprendiz. No estaba hecha para andar en el agua como un pez. Sin embargo, la idea también le agrada. No suena nada de mal, una parte de sí misma siempre ha querido aprender.
–Te tomo la palabra. En cuanto tenga un momento libre te llevaré al río más cercano. Es pequeño, pero supongo que servirá para tus propósitos…
Oh, ¡hadas! Katrina no, nunca ha visto ninguna, aunque es una fiel creyente de las criaturas mágicas, se había criado entre viejas historias. Secretamente fantasea con tener un dragón incluso, por mucho que todo el mundo diga que son tonterías y los dragones no existen. Por alguna razón no se le pasa por la mente que él mienta.
–Curiosamente te creo, Paul. Con tanto bosque y lugares secretos, ¿Por qué no debería de haber hadas ocultas? ¡Todo un mundo de secretos frente a nuestros ojos!
Él le agradece y además propone un viaje, con lo que Katrina sonríe. Sí, tal vez un día vuelva a Lindert. Tiene algunas cuentas pendientes que resolver.
Con la cuenta ya pagada y la comida consumida, nada queda por hacer en esa posada. Es momento de volver a casa y mostrar sus tierras al nuevo capataz.
–Pues vamos a la finca entonces, Paul. – dice levantándose con menos gracia que un pato, pero con más animo que cualquier damita de sociedad. –¡Vendré en un par de días nuevamente Cosette!
Antes de irse, claro, termina de un solo trago el vino que le quedaba. Nada de dejarlo ahí, ah, que era suyo.
El camino a las caballerizas no se le hace pesado, pese al silencio actual entre el nuevo capaz y ella. Hasta le parece adecuado. El camino a la finca es largo y allí pueden seguir charlando un poco más. Y claro, ya desea sacarse de una buena vez su atuendo de viuda. Vaya cosa más calurosa esa.
Off: Adelante con el tema :Deste puede darse por cerrado entonces. Ya pongo candadito.
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